¤ Ladurée ¤ (MM B: 102947)

[Fokker]

Fokker Cygnus

 

No tenia planeada aquella salid, como muchas de las cosas que hacia siempre, pero luego de la minifiesta de cumpleaños que tuvo con su novia, cayo en la cuenta que se olvidó de algo muy importante, no le había llevado un buen pastel de chocolate a Helen, y para compensar su distracción, planeo invitarla a un lugar al que siempre había tenido curiosidad de llegar.

 

Ladurée era un lugar muy elegante, y por lo tanto el lugar perfecto para tener una conversación tranquila con la Evans, y salir un poco de la monotonía de bares y música alta a la a que ya estaba acostumbrado. Asi que luego de recibir su halcón Fobos con la confirmación de que la Evans aceptaba su invitación, se apresuro en estar a la hora convenida en el lugar.

 

Bueno iba vestido como siempre, camisa y pantalones, siempre con la moto inseparable, y bulliciosa. Llego a la entrada, busco un buen lugar junto a uno de los amplios ventanales y tomo asiento a la espera de la joven. No sin antes pedir que tengan listo el pastel de chocolate y algo de te. Mientras tanto se entretuvo con una copia del profeta que trajo consigo, lo compro por curiosidad, y enterarse un poco de las noticias del mundial de quidditch.

[Helen Evans]

Caminaba sorprendida por el callejón Diagón, sabía donde quedaba el lugar en el cual Fokker me había citado pero no sabía el motivo. El vestido floreado se ondulaba tras mio a cada paso que daba y mi cabello suelto acompañaba el sentido del viento, mis sandalias plateadas no hacían el menor ruido sobre la calle.

 

No paso mucho antes de que llegará al negocio indicado, Ladurée, había estado antes por ahí así que entré confiada al lugar. Ubiqué a Fokker cerca un amplio ventanal leyendo el profeta, sonreí al verlo tan tranquilo pero mi sonrisa se desvaneció y fue reemplazada rápidamente por un suspiro. Ahora tendría que explicarle al mago el porqué de mi desaparición, seguramente no sería un momento incómodo, probablemente ni me lo exigiera, pero estaba segura que lo preguntaría.

 

De todos modos las desapariciones se habían vuelto algo muy común en mí, no había mucho por lo que preocuparse. Tomé asiento frente a él mientras mi compañero bajaba el periódico y sonreía.

 

— Hola, espero que hayas pedido café para mí — comenté sonriendo.

[Fokker]

Muchas preguntas rondaban en su cabeza mientras leía el periódico, muchas referidas a Helen y no era para menos. Aunque estaba acostumbrado a sus constantes desapariciones, no podía dejarlas pasar así por así. Siempre estaba preocupado por ella, como lo hacia desde que la conoció, era una chica muy independiente y se lo había demostrado en varias ocasiones ya, pero era inevitable hacerle un par de preguntas cuando la viera.

 

Luego de algunos ella apareció puntualmente, como era su costumbre, su vestido le quedaba magnifico, y resaltaba como siempre su belleza natural. Bajo el periódico lentamente, y le dirigió una sonrisa, era reconfortante saber que estaba bien y junto a él otra vez.

 

—Hola amor— dijo mientras ponía el periódico a un costado, había leído que la selección peruana de quidditch había sido eliminada del mundial, pero esa noticia pasaba a segundo plano a partir de ahora.

 

—Pues había pedido un te, pero no es nada que no se pueda arreglar— y con un ademan hizo que uno de los elfos se acercara y tomara su nueva pedido. Algunos segundos después, el elfo volvía con un par de cafés y un pastel de chocolate para cada uno.

 

—Esto es por lo que me olvide para tu cumpleaños— le dijo sonriente mientras agregaba azúcar a su café. —Me dijeron que el pastel de chocolate es una especialidad de la casa, espero que te guste—

 

Era inevitable comenzar con la pregunta de rigor, aunque tambien estaba preparado para recibir una respuesta evasiva, pero aun asi la lanzo.

 

—¿Y donde estuviste, todo este tiempo?

 

La verdad que no la veía desde su cumpleaños, hasta llego a temer que le hubiera pasado algo, o que el haya cometido algún error, algo nada sorprenderte. Fokker era especialista en hacerla enojar, pero siempre era sin querer.

[Helen Evans]

Sonreí mirando el profeta que acababa de dejar en la mesa y por decir algo dije:

 

— Así que Perú quedó fuera del mundial otra vez, debería ir yo a jugar, conmigo ganaríamos siempre — sonreí ante la broma ya que yo era un completo desastre jugando a aquel deporte.

 

— Viste que aún no conoces mis gustos — comenté en alusión al té que había pedido, pero enseguida una sonrisa apareció en mi rostro, al ver el pastel de chocolate frente a mí — ¡Gracias!

 

Lo siguiente que dijo fue menos agradable así que me tomé mi tiempo para responder, sabía que algún día tenía que dejar mis desapariciones constantes, suspiré y dije en un tono de voz muy bajo:

 

— Rusia

[Fokker]

—Creo que si serias un buen aporte para nuestra selección, verías como se distraerían los defensas rivales solo para mirarte, y verías unos segundos después como caían de sus escobas por el sectusempra que les lanzaría por hacer eso.

 

No puedo contener la carcajada, solo al imaginar como pasaba todo aquello. Mas que no saber que le gustaba a ella, era un despiste como todo lo que dejaba pasar por olvidadizo. Sonrió un poco, para disimular esto y pues tomo algo de café, mientras Helen se tomaba su tiempo para responder su ultima pregunta. Se estaba preguntando cual evasiva usaría ahora, o tal vez diría que solo estaba tomándose un tiempo, así que escuchar Rusia lo tomo en verdad por sorpresa.

 

—¿Rusia?... de verdad no esperaba eso, osea esperaba como respuesta un por ahí— claro que su expresión seguía tranquila, comió un trozo de pastel —No sabia que tenias asuntos en aquel país ¿Que fuiste a hacer?

 

El pequeño suspiro de la Evans no paso por alto, y le hizo pensar que era algo grave o solo se tomo unas vacaciones siberianas, así que la respuesta de la joven le sacaría las ideas que se estaban formando ya en su mente.

[Deiwan Rambaldi]

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Fred Abberline, cliente

El mago tan sólo andaba de paso por ahí, justamente a esa hora, en el mismo lugar y en preciso momento en que ella estaría, sin nada que le mostrara alguna señal de que pronto vería a la chica que le tenía loco. Su excusa era visitar el local donde trabajaba su amiga Vivian, a quién hacía mucho que no veía y la verdad ya le hacía mucha falta.

No tardó en dar con el local del Callejón Diagon, de hecho parecía como si una fuerza magnética lo hubiese llevado hasta allí, quitando todo obstáculo o impedimento que pudiera encontrar en el camino. Estaba claro que como sea, debía llegar allí. Y así lo hizo.

Al ingresar al lugar no dudó en buscar el sitio más apartado, como siempre, él y su extraña manía de permanecer aislado, esperando el momento preciso para hacer su repentina aparición de ser necesario. No pidió nada, tan sólo quiso esperar, sin saber con exactitud lo que esperaba, tan sólo sintió la necesidad de hacerlo.

Mientras esperaba, un pensamiento se atravesó por su cabeza, recuerdos totalmente reales sobre el día en que su vida ya no fue la misma. Luego de tanto tiempo, volvía a sonreír y aunque no lo notara, no podía dejar de hacerlo.

Se dejó descansar sobre el espaldar del asiento y esperó...

[Dorothy Anne]

Gary, elfo doméstico

Quizás se debía al estilo parisimo, o a la alegria y peculiaridad de sus empleados, pero lo cierto era que Laduree resaltaba entre todos los negocios del Callejón Diagon. A pesar de que la panadería había sido fundada centenares atrás, cada generación se había encargado de conservar el sabor y calidad de todos sus productos.

Gary comtempló el local con admiración, pensando en que si él hubiese sido un mago y no un simple elfo, no se resistiría a entrar y deleitarse con cada uno de sus manjares. "Tal vez en otra vida, Gary", pensó con pesadumbre la jorobada criatura. Dejó el pergamino frente a la puerta del local y se marchó.

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[Xell Vladimir Potter Black]

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Huí de la Clínica Santos Mangos, con la imagen de Sean desnudo y la de la tía Amya gritando y llamándole <<perro>>, con la noticia que el funcionario la había poseído. ¡No, no, no quería pensar en eso! ¿Cómo habìa podido pasar eso si todos éramos tan... recatados?

 

La gente me miraba al pasar pero no les hacía caso. Hasta que vi mi reflejo en un gran escaparate de vidrio. Llevaba puesto aún el traje de apicultura que me había puesto en la clínica. No me extrañaba que me señalaran como rara.

 

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De un momento a otro, el hechizo Morphos desaparecería y me quedaría con menos ropa de la correcta para estar en medio de la calle. Así que entré en aquel local y cerré la puerta con mi espalda, apoyándome en ella.

 

Me quité la máscara que impedía que las abejas picotearan la cara del usuario y miré alrededor. Era una tienda de dulces.

 

- ¡Vaya, qué puntería! Bien podría ser una tienda de ropa, que es lo que necesitaré de un momento a otro.

 

Mi protesta era inútil. Era una tienda de lindos pastelitos, asi que... ¿Por qué no aprovecharlo?

 

- Buenas, ¿tiene un lugar en el que pueda probar alguno de esos pastelitos de forma discreta? No es que quiera comer de forma discreta sino que ... En breve me quedaré en ropas menores y no quisiera que hubiera mucha gente mirando.

 

Primero los dulces, después le pediría un uniforme de cocinera, o un delantal. O un mantelito anudado como si fuera un traje de los romanos también me serviría para salir a la calle con la barriguita llena.

[Helike R V PB]

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¤ Vianne Rocher, recepcionista ¤

 

Hacía mucho tiempo que, por vacaciones de personal el negocio Ladurée estaba cerrado. Era ya hora de abrirlo y que el fresco del otoño pasara a su interior. En todo el verano apenas estaba abierto, básicamente porque el chocolate por muchos encantamientos anti congelantes que tuviese, no aguantaba como debería y había que fortalecerlos cada dos por tres. Así que, en la época estival era mejor provisionarlos y luego ya abrir de nuevo en otoño.

 

Vianne en esos momentos se encontraba abriendo las puertas y las ventanas, haciendo que la escoba y la fregona con un movimiento de su varita se moviesen de aquí para allá para limpiar el local del polvo. En cuánto estuvo listo puso el cartel de "abierto" en uno de los ventanales para que, si algún cliente quería tomar algo podía hacerlo sin problemas.

 

El cocinero había trabajado desde bien temprano para tenerlo todo listo, y las estanterías estaban llenas de chocolate recién hecho. El aroma que desprendía era bastante tentador y llegaba al exterior del negocio Ladurée. Con otros movimientos de su varita, fue rellenando las neveras para que se enfriasen las bebidas que pedirían los clientes... Al cabo de una hora más o menos, estaba todo listo.

 

El primer cliente no tardó en aparecer, Vianne la miró extraña, y se fijó en que era una mujer rubia, ataviada con un extraño traje. La miró sorprendida, porque a pesar de que estaba acostumbrada a todo de indumentarias esa le producía muchísima curiosidad, y más aún la pregunta que le había hecho la joven clienta.

 

-Pues, la bibliotéque es un lugar bastante discreto señorita -asintió con la cabeza a la chica rubia.

 

-¿Desea tomar algo? -preguntó con educación. No sabía porqué pero le parecía familiar la mujer que tenía de frente, pero había tantos clientes que no se daba cuenta en esos momentos.

 

-Yo le acompaño, las demás empleadas no tardarán en aparecer por aquí, pero puedo llevarle a esa ala del negocio -asintió contenta Vianne.

[Xell Vladimir Potter Black]

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- ¿La biblioteca? ¿Está segura? - Dejé que la expresión perpleja hablara por sí sola. - Normalmente, no me dejan comer dulces en las bibliotecas.

¿Quién era yo para opinar sobre su propio negocio? La chica estaba siendo muy amable y, lo que era mucho mejor, no preguntó a pesar de mi indumentaria y de mis palabras raras.

- Sí, deseo tomar algo, gracias por preguntarme. Gracias, también, por acompañarme a esa zona. No veo bien, ¿sabe? Esta máscara es molesta para llevar encima pero pesa mucho si la llevo en las manos.

Era muy rara, pero la chica seguía sin preguntar, al menos en alto, el motivo por el que me quitaba la máscara contra abejas y la volvía a poner de nuevo, como si tuviera un tic en las manos. La seguí hasta un lugar que resultaba muy discreto. Era un lugar hermoso, de clase... No era el lugar para una mujer apicultora. Volvía a tener la máscara en las manos. La puse sobre la mesa, así no pesaría nada.

- Y dígame, señorita... ¿Hay abejas por aqui? Tendré que ponerme de nuevo el traje.

Me divertía mucho, tanto que olvidé el mal humor con el que salí de la clínica. ¿Era una civil? Pues me iba a comer un gran pastel de chocolate como civil, mientras ellos, Accidentosos, trabajaban para reparar el hueco de la clínica. Lancé una sonrisa suave a la muchacha que me atendía.

- ¿Qué me aconseja que lleve chocolate, natas y fresas? Por favor... - le dije de forma educada. Era una muchacha muy atenta.