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Clinica Santos Mangos (MM B: 87868)


Sagitas E. Potter Blue
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De nuevo estaba de regreso en el hospital y cómo no, las cosas se veían tan movidas como la chica las recordaba cada que se iba por la temporada de descanso que le tocaba y que era obligatoria según los contratos que la mujer vampiro les había hecho firmar a todas cuando decidiesen que entrarían a los negocios familiares de estar velando por los alimentos de las brujas y los magos, las plantas que les decorarían, las leyes que se les aplicaban y en el caso de aquel edificio, pues de la salud que era necesaria para la justa existencia de los mágicos.

-Muy buenos días.

Saludó con su temple de fina educación a la recepcionista mientras le sonreía y la iluminaba con su perfecta sonrisa de mil diamantes y se acercaba a donde colgaban unos delantales como los que usaban las enfermeras más maternales, para amarrárselo en la fina cintura de manera que esta lucía todavía más delgada.

-¿Qué tenemos para hoy?


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  • 3 semanas más tarde...

Estaba nervioso. Bueno...lo ocultaba. O intentaba hacerlo mientras caminaba junto a @ de camino hacia la Clínica. Toda la familia sabía que no me gustaban los hospitales, y trataba de evitarlos al máximo pero...no iba a dejar que Helike fuera sola. No es qeu le pasara nada malo, o al menos eso esperaba, qeu todo estuviera bien.

 

Pero debían hacer revisiones a Helike, como era lo más normal en esta situación, y como era lógico, no iba a dejar a mi mujer y a mi hijas solas...asi que las acompañaría a cada una de ellas, a todo lo qeu fuera necesario. Pero mis nervios no iban tanto por ahí, como por el hecho de que...bueno, todo lo relacionado con nuestra futura hija me ponía nervioso. Muy nervioso.

 

Además...ni siquiera sabía que iban a hacerle. Tal vez sonara a tontería, pero no había convivido realmente con una embarazada, asi qeu cualquier aspecto de la situación se me escapaba, y aunqeu entendía que tenía que acudir a revisiones, el hecho de no saber en que consistían me hacía sentir intranquilo.

 

Habíamos elegido ir caminando, hacía buen día, asi que nos habíamos parado a tomar algo ya que teníamos tiempo y el día libre. Miré de reojo a la morena y sonreí levemente, recordando la situación, semanas atrás, en la que nos habíamos visto obligados a ir...Sagitas acababa de volver en si tras el período de inconsciencia, Helike enferma...y la forma en que nos enteramos. Si, ese día podría haber acabado dándome un ataque fácilmente, y ahora volvíamos tiempo después.

- Crees que la tía @@Hayame Snape Potter Black estará en la clínica? - pregunté

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  • 2 semanas más tarde...

Recepcionista en prácticas junto a la Oficial:

 

-- No, ese formulario no es para los clientes con visitas concertadas. El que tienes en la mano es para las Urgencias. Recuerda, no atendemos a nadie que no tenga la tarjeta de la clínica. Si alguien quiera visitarse gratis, que se vaya al Hospital de San Mungo. Nosotros no somos almas de la Caridad.

 

La chica, con una cofia blanca y una bata blanca y un delantal blanco y unas zapatillas blancas, toda blanca ella, incluido el semblante, asentía y tomaba notas. Cogió otro de los formularios y lo puso en una de las carpetitas con clip incorporado para facilitar la escritura.

 

-- De acuerdo, entonces le pido a la paciente su tarjeta y, si no la tiene, la invito a irse. ¿Y si no se va?

 

-- Pues llamas al Equipo de Seguridad para que la ponga de patitas en la calle. No queremos mendigos en nuestras salas de espera.

 

La chica garabeteó notas en su libretita y salió de la recepción. Casi al instante se sintieron gritos. Al reconocer la voz, la Recepcionista oficial puso una gran cara de susto y salió de detrás del mostrador. Abrió la puerta de Emergencias y vio, con estupor, a dos guardias de seguridad que sujetaban a una mujer, quien pataleaba en el aire, mientras insultaba a quienes la llevaban en volandas a la salida.

 

-- ¿Pero qué hacéis, insensatos? -- gritó. -- ¡Bajar inmediatamente a Sagitas Ericen Potter Blue al suelo. ¿Es qué queréis que os mate? -- Los guardias de seguridad la soltaron y la bruja cayó de morros al suelo.

 

La recepcionista en prácticas se puso más blanca todavía y musitó:

 

-- Dijo que venía a hacerse una visita ginecológica y que no tenía esa maldita tarjeta de la clínica y... yo... ¡Usted dijo que expulsáramos a la calle a quienes no la tuvieran!

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  • 2 semanas más tarde...

La jovencita camino por la entrada de aquella clinica que a su parecer ya hacía mas las funciones de hospital por lo mucho que le utilizaban, pensando que a final de cuentas ya deberían de cambiarle el rubro; y es que si uno lo pensaba, aparte de San Mungo que pertenecia a gobierno, solamente había otra clinica para atender pacientes mágicos y ese era Santos Mangos que no había cambiado su nombre desde que hubieran decidido ponerle aquel título a broma.

O al menos eso era lo que le había dicho su novia el día que le hablase de como había fundado los dos negocios más grandes del mundo de los magos en memoria de los antiguos que habían existido, para que luego el gobierno los reclamase para el pueblo.

Y se había reído cuando oía gruñir a la bruja sobre "Al menos deberían pagarme las regalías mensuales, digo..."

Cerró los ojos con diversión ante el recuerdo y empujó una de las puertas laterales por donde podían ingresar los empleados, tan solo pasando cerca su varita por el detector mágico que servía a tipo del detector de huellas o tarjetas de los muggles y se introdujo en la edificación.

-Buenos días!! -saludó antes de escuchar el alboroto en la lejanía y acercarse con sorpresa para averiguar qué se encontraba pasando ahora

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http://i.imgur.com/7WhajUW.gif ♥ TE AMAMOS SAGITAS ♥

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  • 2 semanas más tarde...

Después de lo sucedido meses atrás en la boda de Matt y Heliké y tras lo que Perenela y yo habíamos hecho en la Librería, tenía ciertos problemas médicos que había dejado pasar sin control. Sin embargo, tras unos seis meses casi de aquello, no podía negarlo más. Debía acudir a un sanador y pedir una revisión completa. Sin embargo, después de tardar tanto, no me había imaginado que los celadores me tirasen fuera del negocio de mi hermana.

 

Por mucho que protesté, se mantuvieron inflexibles y me llevaban hacia la puerta de entrada.

 

-- ¡Malditos todos! ¡No sabéis con quién estáis tratando!

 

Estaba en el aire, pataleando cuando la puerta se abrió y apareció Lissette. Dio un "Buenos días" y se quedó mirando la escena. Gruñí, moviéndome entre los brazos de aquellos dos hombres que me tenían cogida. Estaba sudando.

 

-- ¿Cómo que buenos días? ¿No ves que me están expulsando de la Clínica? ¡¡Llama a Hayame!!

 

Menos mal que Recepcionista me reconoció y ordenó que me dejaran. Y así lo hicieron, dejándome caer en el suelo, como si fuera un simple saco de patatas. Me dolió pero no tanto como el orgullo al saber que me habían tratado tan mal.

 

-- ¡Malditos seáis! ¿Así se trata a los clientes? ¿Es qué han cambiado las directrices para atender a los heridos? ¡¡¿Dónde está Hayame?!! ¡¡Qué me explique ésto!! ¡No se puede expulsar a nadie de la Clínica por no tener... tener...? ¿Quién demonios ha puesto una tarjeta de control? ¿Quién es tan bobo de llevar encima una tarjeta?

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Habíamos salido de la Potter Black con suficiente tiempo, al menos, me había dado tiempo a arreglarme un poco. Y a pesar de que, en poco tiempo tendría que usar ropa de embarazada (algo de lo que no me gustaba en absoluto) aún podía seguir usando la ropa de siempre. Me había puesto un traje pantalón chaqueta, botas de piel de dragón y una camisa con el símbolo de la casa Gryffindor, un escudo mediano, con un león dorado y el fondo rojo. Pero le había advertido que, antes de ir quería comprar algunas cosillas para pociones y llevaba mi morral de cuero dentro del bolsillo y en mi mano derecha el anillo de la habilidad de la animagia.

 

Pero aún así, me sentía más tranquila si mi marido iba conmigo, había pasado tiempo desde la última revisión. Era cierto que, al estar embarazada tenía que pasarme más de lo normal a pesar de que, la Clínica era un trabajo secundario aparte del Ministerial. Pero al menos, allí me conocían y podían darme una cita para la siguiente revisión. No me gustaba nada, pero tocaba hacerme una ecografía y también una analítica de sangre. Esperaba que, al terminar de darme los resultados, tomar un café con la directora...

 

- La verdad es que no tengo ni idea mi amor - le dije con una sonrisa- pero igualmente hay que hacer esos chequeos, no es que me guste mucho el hospital, pero prefiero ir ahí que a San Mungo. Al menos me conocen -sonreí y levanté los hombros sin decir una palabra más. Al menos, el día acompañaba para ir dando un paseo desde el último negocio en dónde habíamos parado a tomar algo desde que salimos de la Potter Black.

 

Sentía a mi marido nervioso y con una sonrisa tierna, le dije:

 

- vamos cariño, no es para que estés intranquilo, según los últimos resultados tanto yo, como el bebé estamos perfectamente -le sonreí- pero me da la impresión de que te sucede algo más, ¿verdad? -levanté una ceja, indicándole que, con ese gesto que lo conocía bastante bien y que no me engañara.

 

Pero no habíamos tardado en llegar que escuchamos voces

 

- ¿Has oído? -pregunté preocupada, mirándolo- saca la varita - yo hice lo mismo y ya tenía mi varita de álamo en mi mano derecha.

 

En cuánto nos acercamos vimos que había algo de altercado en la entrada.

 

- ¡Pero se puede saber qué c*** pasa! - le grité en voz a alta a los vigilantes de seguridad. Parecía que Sagitas tenía problemas... Avancé un poco más y volví a gritar:

 

- ¡Dejarla en paz! Hasta hace poco llevaba ésto así que, por vuestro bien, espero que no la importunéis o tener por seguro que, Azkaban será el peor de vuestros problemas -les dije con una mirada severa y con la ira reflejada en mi rostro. ¿Me harían caso? No tenía ni idea, ahí era una simple enfermera sí, pero conocían de sobra mi mal genio. Aunque sabían que era vampira, muchas veces me vacilaban, aunque yo lo dejaba pasar, aunque no en esa ocasión...

 

@@Matt Blackner @

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Reí levemente y me encogí de hombros

- Desde luego, si fuera en San Mungo no pondría un pie dentro - mentira...por ellas lo haría. Por la familia, sería capaz de meterme entre las cuatro paredes de un hospital, aunque no fuese lo que más ilusión me hacía, desde luego.

 

metí las manos en los bolsillos, con la vista fija al frente. @ no era tonta, y sabía que algo me preocupaba....pero qeu le iba a decir? Si, los últimos análisis decían qeu las dos estaban bien. Y tenían qeu repetírselos, aunqeu decía que eso era lo normal...supongo que no podía decirle que me ponía nervioso no saber en que demonios consistía una ecografía, o qeu simplemente, una criatura que aun no había nacido me....me asustaba.

 

Pero fueron los gritos de Sagitas, al acercarnos a la clínica, lo que nos alertó. Saqué la varita y entré con ella en alto junto a mi mujer, para encontrarme a la tía @Ini-herit, observando como los de seguridad se llevaban (o intentaban hacerlo) a mi madre. Gruñí, poniendo los ojos en blanco.

- Demonios, Smith! Queréis soltarla? - grité a uno de ellos. Yo mismo se suponía que los había elegido, después de pasar por delante de mi un montón de magos. - Se suponía que teníais algo de cerebro. A Sagitas no se le dice qeu no, y no se la echa.

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Esos momentos en que la rabia es tan fuerte, tan intensa, que ni las palabras te salen por la boca, sólo imágenes horribles y una deseo de matar a alguien. ¿Cómo había perdido tanto el control? Supongo que sufrir tantas cosas en estos meses había hecho que explotara. Pero nadie me puede negar que es normal que lo hiciera, al ver que me sacaban a patadas de la clínica y, después, me tiraban al suelo.

 

-- ¡Me rompí el tobillo! ¡Os va a caer una demanda judicial! ¡Os voy a sacar hasta los dientes empastados para pagar mi lesión!

 

Vale, algo exagerado pero intentaba controlarme y no ponerme a matar gente. Además, alguna de la gente que había en la recepción de las Urgencias de la Clínica era familiar mío. Y a los familiares no se les mata.

 

Heliké me defendió y la señalé con el dedo para que los matones que me habían tirado al suelo le hicieran caso.

 

-- Ella sabe. Azkaban será el peor de vuestro problemas.

 

Seguía muy ofendida tanto que luchaba entre un Avada o un Tarantallegra. Bueno, cuando encontrara mi varita. Siempre la encontraba en los lugares más insospechados menos en mi mano. Ahora llegó mi hijo y también se enfrentó a los matones esos.

 

-- Ahí, ahí. A Sagitas no se la echa. Yo soy Sagitas, por si no os habíais dado cuenta. A ver, ¿alguien me lleva a un box para curar mi fractura abierta de petorné, antes de que me muera?

 

Espera, ¿era petorné o era períbia? En fin, yo no soy sanadora, sólo soy una mandona. Y una mandona muy enfadada. Me giré hacia mi hijo.

 

-- ¿Smith? ¿Le conoces? Por favor, no me digas que tú les hiciste la entrevista de trabajo. ¡¿Te olvidaste de enseñarle quién manda en la Clínica?! Bueno, Hayame; ¡pero yo también mando, demonios! No pueden tratarme como un vulgar saco de patatas.

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No sabía cómo aún me controlaba y mucho menos, Sagitas. Ambas teníamos mucho genio y... aunque no fuese un punto a mi favor hicieron caso de soltar a Sagitas pero por supuesto haciéndole daño... Mi marido a duras penas intentó mediar en el follón que se estaba montando bueno, que se había montado. Había algunos familiares de pacientes que nos miraban con mala cara...algunos pacientes con el gotero, nos miraban sorprendidos.

 

-¿Qué, no tenéis otra cosa que hacer? -pregunté enfadada- ¡fuera de mi vista! - y ahora, grité a los vigilantes- vamos Sagitas, te llevo a un box y llamo a mi sanadora - le dije con una sonrisa.

 

- Tranquila mujer... - puse una mano ahora en su hombro - no creo que fuese de los de arriba sino de recepción - bufé cabreada- entonces ¿qué, me vais a sacar a mí también si no tengo cartilla? - y ahora miraba con rabia tanto a la aprendiz como a la mujer que estaba detrás de la mesa. Parecía pálida y tenía motivos.

 

- ¡Traer una maldita silla de ruedas! - grité nuevamente. Vale, no debíamos gritar pero, ciertamente la situación me había enfadado mucho. No quería ni imaginar cómo nos tratarían si no llegasemos a ser familia.

 

Se trajo la silla y ayudé a mi suegra a sentarse.

 

- Y ahora, como buena chica, harás caso a los sanadores. ¿Entendido? -levanté una ceja- y espero que no me hagas enfadar. Yo he venido a hacer revisiones pero si me entero de que te piras de aquí sin curarte del todo... Te ataré a la cama con un encantamiento tan potente que... - tragué saliva rabiosa. Sabía que, con eso roto no podía ir muy lejos - así que, ¡siéntate! -casi le ordené - ¡y espero que no haya más escándalos como éste! ¿entendido? -volví a avisar con la cara más cabreada que, seguro ni me conocían mi propia familia...

 

- cariño - me dirigí ahora a Matt - en cuánto terminemos con mis análisis quisiera tomar una tila en la cafetería, éstos hijos de su mala madre hace que me ponga de los nervios...

 

@@Matt Blackner @

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Había llegado al trabajo en el hospital aquel día y dejó escapar un buen bostezo mientras que se tallaba la cabeza y trataba de espantar el horrendo sueño que sentía y la estaba haciendo ver bizcos y dobles mientras andaba por la madrugada en las calles de Diagon; no era lo común que Hayame se levantase tan temprano pero no había podido dormir en toda la noche, ya no tenía nada que hacer y estaba aburrida como una ostra así que se había largado a la clinica

De hecho, ahora estaba teniendo planes para aumentarle el tamaño y hacerla de un tamaño decente y con muchísimo más personal, de esa manera ya podían dejar de lado el hecho de que fuera una clínica y convertirlo en hospital

Eso era lo que se necesitaba ahora:

Un nuevo hospital que le hiciera competencia a su antiguo hospital, que hasta donde las noticias le habían dicho, no estaba teniendo uno de sus mejores momentos

-Ve tu a saber

Se decía la vampiro a sí misma mientras que tomaba un Profeta de un puesto y lo pagaba para entonces rechistar al darse cuenta que hacía rato que ya no estaban sacando noticias nuevas de nada: al parecer ni siquiera en la imprenta del periódico mágico la estaban pasando de las mil perlas y eso hizo resoplar a la Snape

Finalmente llegó a Santos Mangos e ingresó por la puerta de servicio, moviendo sus llaves y entornando los ojos por las luces del interior, aun intensas por ser de madrugada

-Buenos días- saludó a quien estuviera trabajando de turno en esos momentos

Editado por Hayame Snape Potter Black

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