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Metamorfomagia


Amara Majlis
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Keaton escuchó la corrección de Amara referente a su vestimenta, ya que ahora gozaba de una piel más oscura, una cara más achatada y una estatura menor, sus ropajes debían se ad hoc a la situación. Se alejó un poco más de las personas que estaban creando en barullo y sacó su varita mágica de cerezo la cual agitó sobre sus ropas inglesas, las cuales cambiaron a una larga prenda de manta de color blanco que parecía más una toga que otra cosa, pero que los nativo llamaban huipil. Su ahora morena piel le hizo sentirse más allegado a los nativos, su lucha ahora era la suya también y dejó de ser Keaton Ravenclaw para convertirse en un lacandón.

 

—¿Pero cómo es posible que su mente, supuestamente avanzada, quiera demoler lo que la selva nos ha dado durante tantos siglos? Nos ha dado de comer, nos ha dado medicamentos, remedios, nos ha dado casa para muchos de nosotros, y solo porque un puñado de blancos citadinos vienen aquí a querer "modernizar" nos acarrean y se llevan mucho de lo que la tierra nos ha dado —Dijo el vampiro en la piel ya de un nativo.

 

De inmediato los demás integrantes del frente contra aquel centro especializado de salud notaron la presencia de uno más de sus compañeros, pero uno al cual no le daba miedo lo que aquellos citadinos pudieran hacerle. Los pulmones de Keaton se empezaron a llenar de aquel vapor de agua que subía debido a la evaporación de la humedad de la zona por las grandes ráfagas de radiación solar que había sobre aquella selva, y éste tuvo que aprender a respirar y adaptar, no sólo su apariencia externa, sino la interna, para que pudiera aguantar el cambio, ya que en Inglaterra no existía un clima como aquel. Estaba decidido, él lucharía por la causa de los nativos, porque ¿quién más para decidir sobre esas tierras que ellos que habían nacido, crecido y desarrollado allí?

 

—No señores, ustedes quieren traer civilidad, quieren traer su salud, pero nosotros, los nativos, no necesitamos de eso, nosotros nos cuidamos con lo que la Madre Tierra nos da, con lo que el Jaguar, protector de estas tierras, nos provee, y no pueden llegar y quitarnos esto que por derecho de ancestros es nuestro. Los que están a favor de la construcción de este centro, son gente que ha venido a invadir nuestros territorios, gente que viene de las grandes ciudades para quitarnos lo nuestro. Así que piensen ¿quiénes son los que necesitan este centro? ¿Nosotros, que somos mayoría, o ellos, que son minoría? —Exclamó aquel lacandón sin nombre.

 

A Keaton dejó de importarle en cierto grado el hecho de que estaba en una clase para dominar la habilidad de la Metamorfomagia, le importaba más que, la gente con la que se encontraba en esos momentos, lo tomara como un igual y él generar la diferencia que provocara el cambio en la NO construcción de aquel centro que vulneraba la vida pacífica del jaguar, de su hábitat y de todas las demás especias de flora y fauna que allí convivían. Esa era su respuesta a la pregunta de Amara referente al por qué defendería esa causa.

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Majlis observaba a ambos jóvenes, desde la sombra de un gran árbol, aun en ese lugar tan fresco podía ser capaz de sentir como el vapor del lugar le comenzaba a sofocar. El tiempo en este tipo de cosas era vital, entre más tardaran en ponerse de acuerdo, las cosas comenzaban a complicarse, cada minuto contaba. La Arcana sabía que entre más calor sentían las personas, su toma de decisiones era más visceral y menos con la cabeza, así que pronto cada uno de los implicado comenzaría a impacientarse y las cosas se podían salir de control.

Llegar a un levantamiento de armas no era algo que Amara quisiera presenciar, mucho menos cuando las cosas podían salir bien para ambas partes mientras se respetaran las habitas de cada uno. Por lo que esperaba que tanto Keaton como el experimentado Elvis, hicieran una toma de decisiones lo bastante acertada para ambas partes, así que el dialogo en el lugar debería fluir entre ambos.

El primero en tomar partido era el Ravenclaw, al parecer se había dejado llevar por su corazón, por lo que aquel lugar representaba en su animal interior. Pero eso no iba a servir de nada, así que esperaba que el vampiro actuara de forma más rápida y con la cabeza.

Cuando las cosas se arreglarán para ambas partes, tanto Elvis como Keaton y ella regresarían a sus aposentos. La poca participación del Gryffindor le preocupaba de cierta manera, quizás había perdido el interés por certificarse en la habilidad que ella impartía, así que se dirigió exclusivamente a él.

Mi niño… ¿es qué ocurre algo? —le pregunto a Elvis.

Sus avellanos ojos miraban las actividades que estaba haciendo el vampiro, el cual se estaba adelantando en el proceso de conversación con los Lacandones y los de la empresa constructora. Por un momento creyó que al no haber tenido un proceso de inducción estaría más desorientado, pero se estaba equivocando, aun así, estaba preocupada por que el auror no se movía y se encontraba a unos pasos de iniciar la prueba de su vinculación.

~~~~

Lacandón… —gritó un hombre de casco amarillo dirigiéndose al vampiro. Era como si aquel hombre se hubiese dado cuenta que aquella persona hablaba de forma tan altanera y poco sumisa no pertenecía a aquel grupo que trataba de defender su hábitat y la del jaguar. —¿Cómo es que se llama?

No espero a la respuesta del Londinense, parecía no necesitar saber el nombre de aquel individuo que les complicaba las cosas, en su lugar levanto la voz para que todas las personas que estaban en aquel lugar.

Lacandones, Señores… entre sus filas hay gente infiltrada de otras culturas que se quieren enriquecer con lo que la gran Selva Lacandona nos provee a los mexicanos y a nuestros hermanos de guatemala, no dejemos que se metan en algo que no les concierne. —los ojos negros del hombre miraban hacia donde estaba parado Keaton, a pesar de lo lejos de donde se encontraba Amara, podía escuchar todo como si estuviera de pie en medio de aquel lugar, ella también miró a su pupilo y esperaba que este saliera sin lesión alguna.
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Pude escuchar a Amara de lejos, como una voz lejana y olvidada dentro de un sueño. ¿Por qué me había perdido así mentalmente? Me ocurría más de lo esperado. A veces mis pensamientos iban enroscándose con otros, formando una especie de tren que se encaminaba en distintas direcciones, casi comportándose como un laberinto. Pero se trataba de mi cabeza, y conocía cada rincón de ella. Incluso muchos estaban resguardados por magia, había aprendido eso también en la Universidad.

Disculpe, Arcana. Me he ido por unos minutos —carraspeé mi voz al ver que la Maestra de Metamorfomagia intentaba llamar mi atención. Le dirigí una sonrisa y miré alrededor como ella estaba haciendo. Keaton había sido mucho más atrevido y estaba más sumergido entre la gente.

Había que elegir entre dos grupos. No conocía nada sobre las personas presentes pero al menos se presentaban las dos situaciones en aquel lugar. Un lugar claramente extraño donde se estaba llevado a cabo todo. Mientras daba algunos pasos, con la precaución de Amara sobre mis oídos por mi vestimenta, me fui acercando al grupo que estaba a favor de aquellas construcciones.

La naturaleza era naturaleza y no era algo bueno aprovecharse de ella. Pero si tal vez la empresa a cargo de todo eso tomaba sus precauciones, tal vez asi, podrían lograr un buen lugar para las personas con aquellos padecimientos. Claramente sabía cuáles eran mis prioridades. Y por suerte, Keaton se había ido para el otro lado.

Señora ¿Señora? —había una mujer que recién llegaba con aquel grupo nuevo. De todas, no entendía porqué me había llamado la atención pero parecía realmente preocupada porque todo aquel evento se llevara a cabo. La extinción del jaguar era lo de menos, ésa mujer parecía que la estaba pasando mal realmente—. ¿Qué es lo que está frenando todo? ¿Cómo podemos alejar a los protestantes de aquí?

La señora me miraba con el ceño fruncido, claramente porque un desconocido en aquel sitio le estaba hablando, pero las preguntas al parecer le dieron a entender que al menos estaba de su lado. Se me ocurrían miles de cosas pero a la vez ninguna.

Podría conjurar decenas de jaguares, si así lo desean.”

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Majlis asintió ante la respuesta del castaño. fue un movimiento leve de cabeza, su rostro expresaba una sonrisa dedicada al Gryffindor. Le alegraba ver que su alumno comenzará a moverse por aquella situación, deseaba que pronto ambos chicos estuvieran en su prueba de habilidad. Solo esperaba que tanto Elvis como Keaton lograran que ambos lados ganaran sin perjudicar a la otra persona, pero estaban tan metidos en sus propias cabezas que ni uno, ni el otro escuchó, lo que la gente del otro lado al que representaban decía. La respuesta estaba en ellos, en la comunicación y en encontrar una respuesta que los beneficiara.

Estaba segura que los jóvenes tarde o temprano lograrían vincularse con su anillo, pero algo le decía que se equivocaba y eso fue meterse en los pensamientos de aquel hombre que parecía tan noble. No, él no podía aparecer más jaguares, mucho menos podía facilitar la vida de esas personas con ayuda de la magia.

Amara negó.

Por primera vez, desde que estaba impartiendo la habilidad en Londres, no estaba tan segura de que alguno de los dos jóvenes estuviera listo para iniciar su prueba de vinculación. Claro, ambos habían demostrado que podían cambiar su aspecto a su antojo, pero a ella no le convencía, así que ambos deberían demostrar que el cambio no sólo era superficial y demostrando esa parte podrían quizá por fin vincularse a la habilidad. Se preguntó si era que ella se encontraba ahí que no los dejaba ser libres, fue entonces que decidió dejarlos solos en aquel lugar.

Si lograban cumplir con el cometido estarían frente a ella, en su casa, bebiendo una taza de té en el ateneo, escuchando la pregunta de la cual ambos estaban ansiosos por escuchar o al menos eso era lo que ella esperaba.

Un cachorro de Jaguar se acercó con bastante sigilo hasta donde se encontraba la gente que protegía la reserva, entre ellos donde se ubicaba el Ravenclaw, pero no se detuvo hasta que subió a la rama de un árbol, la cual le permitía ver la desenvoltura de ambos. Desde el cuerpo del cachorro Amara podría saber si sus alumnos necesitaban ayuda o podían arreglárselas solos.
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La señora estaba devastada. Estaba hecha una furia con todo lo que estaba pasando, tenía una mezcla entre frustración y protesta por no poder hacer demasiado, más que protestar. No necesitaba leer su cabeza para darme cuenta de ello. Y casi todo el grupo parecía igual. No entendía cómo iba a poder salir de allí. Y mucho menos sin magia.

Si. Algo me decía que la idea de invocar algunos jaguares era demasiado mala. Más que nada porque me encontraba en presencia de un grupo enorme de muggles. Tal vez alguno por allí podría ser mago pero aquello no importaba. La otra solución (que al segundo la saqué de mi cabeza) se trataba de encontrar un sitio para criar jaguares en cautiverio. Pero eso me llevaría años, y no podía tardar todo eso para conseguir la habilidad.

Incluso algo me decía que de eso no se trataba.

Me mantuve en silencio. Escuchando un poco más lejos que las protestas que lanzaban los que estaban a mi alrededor. No podía hacer alguna estup1dez, asi que tenía que pensar. Era un ser racional, llevaba la sangre de los Leones pero no podía lanzarme al ataque en ése momento. Con algunos Confundus y un par de florituras y estaría todo arreglado. Pero no.

Tiene que haber alguna manera de alejar a todos de aquí” pensaba. No se me ocurría nada. Quería pensar de una manera no mágica, pero estaba demasiado obstinado con el mundo donde había crecido. Ya había admitido hacía tiempo que no servía ser como un muggle. Pero era más que sabido que la magia solucionaba más rápido las cosas.

¿Han llamado a los medios, señora? Tenemos que extender esto. ¿Dónde queda un sitio donde podamos llamarlos?

La señora, que había molestado en primer lugar para preguntarle lo que sucedía, tardó algunos segundos de más en concentrarse nuevamente en mí para mirarme un poco extrañada. Claramente que parecía una locura. ¿Dónde iba a encontrar un teléfono por allí? Un teléfono. En el medio de aquel sitio. Había encontrado una manera de llegar a uno en un segundo. ¿Pero qué iba a decirles? Ya se me iba a ocurrir algo.

Necesitaba tiempo.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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En ese momento, uno de los que estaba a la dirigencia de la construcción se volvió contra Keaton, éste parecía saber que él no pertenecía a la Selva, que no era nativo, y el Animago se topó con que el cambio no sólo debía de ser físico, sino que también debía de ser mental, no podía solo parecerse a un lacandón, debía de ser uno. El chico entonces miró con fijeza al hombre que le hablaba, y supo de inmediato que esa mirada suya, de altanería no era propia de esa zona, no, al contrario, debía de mostrar un poco de sumisión. Miró al hombre entonces con temor, pero no con indecisión.

 

—No... no... disculpe, eso que dice no es correcto, disculpe, pero es que solo es no me parece que nos vengan a imponer algo que nosotros no deseamos para nuestra población. Si... si tan solo se pudieran mover un poco al sur, que no estuviese tan cerca de la Selva, tal... tal vez podría funcionar para ambos lados. ¿no cree? —Dijo Keaton, pensando entonces cómo reaccionar ante aquello. Se había vuelto todo un poco más complejo por la intromisión de ese hombre.

 

Keaton miró a su alrededor para buscar el apoyo de los demás lacandones, y éstos, con una sonrisa en la cara, se unieron a él con vitoreos. Era una buena idea, podía mover la construcción más abajo, incluso tal vez los lacandones podrían asistir a él. Al Ravenclaw le era sencillo desprenderse de sus raíces, y esto era básicamente porque no las tenía. Había vivido en tantos lugares, en tantas culturas, dentro de tantas sociedades, que él mismo se había percatado que ser siempre el mismo no ayudaba en nada. Debía de pensar como un lacandón, sí, pero en uno que arreglara el problema, no uno que dejara peor las cosas.

 

—¿Que le parece si hacemos una consulta? Incluso los medios nos podrían apoyar, señor, somos una cultura muy tradicional, nos gusta vivir como siempre hemos vivido, pero también entendemos el cambio, que debe ser algo bueno, pero, ¿forzosamente en este sitio? Creo... creo que a nosotros... también podría ayudarnos este centro, pero... de verdad. aquí no, señor, por favor —Dijo Keaton. Detestaba mostrarse tan débil y sumiso hablando de esa manera, pero ¿qué más podía hacer?

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Amara se encontraba dentro de su cabaña en el Ateneo, cuando la visión de Sajag en su cabeza se hizo presente. La analizó, palabra por palabra, pero no hizo ningún comentario al respecto. Lo único que había llamado su atención era que al parecer pronto se encontraría con un nuevo Arcano, ya que el Hindú dejaría aquello. Dentro de poco iría a buscar a su compañero de Ateneo para saber el motivo de aquella profecía, más que nada le interesaba saber si las cosas que ocurrían en Londres eran un motivo para aquella elección.

Volvió a enfocarse en la razón por la que estaba en aquel lugar y no en su amada Argelia donde podría encontrar a alguien que fuera capaz de llegar a formarse de la misma manera en que ella lo hizo antes de convertirse en Arcana de Metamorfomagia. La forma de actuar de Elvis le parecía correcto y acertado, estaba a punto de encontrar la forma en que aquello funcionara al menos de su parte y encontrarse frente a ella de nueva cuenta, por otro lado, Keaton no se quedaba atrás aun cuando había pasado tanto tiempo sin decir palabra alguna, hasta el momento en que metió a los medios para apoyarse en ellos.

Majlis no podía negar que tanto el Ravenclaw como el Gryffindor estaban a nada de lograr un acuerdo por ambas partes, el colocar la clínica más al sur beneficiaría tanto a los lacandones como a las personas de fuera que ya estaban asentadas dentro de la comunidad sin ser parte de ellas. La luna se hizo presente en el lugar, el tiempo en aquel lugar había corrido muy rápido por lo que era mejor que apresuraran las acciones si no querían pasar la noche en aquel lugar.

La mujer a cargo de la construcción miró al jefe de los Lacandones, y después ellos miraron a las dos personas que parecían llevar la negociación de todo aquello. Al final ellos estaban de acuerdo, Keaton y Elvis iban a ser los encargados de llegar a un común acuerdo para beneficio de ambas partes, para después comunicarlo a sus partes, aunque no iban a estar solos, en la misma negociación se iba a encontrar otro Lacandón y aquel hombre que sospechaba del Black Lestrange.

Ánimo mis niños, están llegando a la meta.
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Era la segunda vez que intentaría ir a la habilidad que le había dado varios quebraderos de cabeza. En cuánto envió la solicitud, esperó a que uno de los directores, le confirmara la inscripción al estudio de esa habilidad. Aunque dudaba de cómo ir. No sabía si ir elegante o a la vez de forma informal. Al final, se decantó por un chandal de color negro, con su chaqueta a juego y las botas de piel de dragón. Una camiseta fresca y ató el pelo en una cola de caballo alta.

 

Recogió su varita de álamo y tomó su monedero de piel de moke y lo guardó dentro del bolsillo. Se desapareció del castillo Rambaldi, para llegar a la soleada Universidad. Se agradecía que cambiara el tiempo. El echo de ver un Londres, siempre nuboso y lloviznoso, deprimía a cualquiera así que, cada vez que iba a ese centro de estudio, se alegraba de ver un poco de sol, aunque después lo maldijera por la calor que haría... Intentó recordar el lugar en dónde vivía la señora arcana. Esperaba al menos, en ésta ocasión llegar a la Pirámide.

 

No necesitó preguntar en dónde estaba la casa de la mujer. Fue recordando paso a paso cómo una sensación de dejá vù y sonrió sin poder evitarlo. Guardó la varita, ya que, seguramente no tuviese que utilizarla. No sabía si la señora estaría pero, no perdía nada por intentarlo. Suspiró e intentó tranquilizarse. No sabía porqué estaba tan nerviosa. Fue caminando y respirando los aromas de todo el lugar, que llegaban a sus fosas nasales, calmándola por completo.

 

Llamó a la puerta, dándole tres golpes secos. Esperaba no tener que demorarse mucho para empezar de nuevo. Aunque no pudo evitar lanzar una risilla por lo bajo al acordarse de casi como la había liado al estar con Sagitas... Pero estaba segura de que, si obtendría el anillo, sería de mucha utilidad, tanto para ella, cómo para el bando al que pertenecía.

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Después de lo dicho por Keaton y, sobretodo, de la manera en la cual lo había dicho, muchos de los lacandones tomaron un poco de valor, pero no al grado de ser rebeldes, es decir, ellos estaban ahí para defender sus tierras, la naturaleza, la reserva de jaguares, no quería un conflicto propiamente dicho, era precisamente por lo cual cuando el inglés empezó a dar aquella idea de moverlo todo más al sur, el grupo de nativos de la zona, empezaron a hablar cada vez más fuerte, la idea había sido bien recibida.

 

—Claro, él tiene razón, podemos mover la construcción de este centro de salud más al sur, ahí no peligrarán ni la flora de la zona ni la reserva de jaguares. Por favor, acepten esto, es la mejor solución —Dijo una lacandona, juntando sus dos manos a modo de rezo y mirando con indulgencia al dirigente de la construcción.

 

—Veanlo de esta manera, el espacio allá es más estable, la tierra más firma, la maleza no es tan espesa y la cantidad de insectos menor. En este lado de la selva hay más de sensibilidad de la tierra, mayor cantidad de insectos y la amenaza de los jaguares por tener la selva tan cerca. Nos conviene a ambas parte, señor, por favor —DIjo un Keaton sumiso en pos de aquel hombre.

 

—Incluso nosotros podemos decirles en dónde podría ser más factible por las condiciones de la tierra, conocemos muy bien el lugar. Evítenos una lucha innecesaria —Se unió un anciano lacandón que estaba con su esposa ya mayor también sentados en unas rocas —Por el bien de los jóvenes venideros —Imploró.

 

Keaton había logrado su cometido, el hecho de meter una idea como si fuera propia de la comunidad lacandona, era el objetivo que él mimo se había planteado. No sabía ya a estas alturas dónde había quedado Elvis, pero estaba más que seguro que él haría lo propio para que la idea fuera bien aceptada entre los integrantes de la contraparte. El Black Lestrange dudaba mucho que los encargados de la construcción desearan la intromisión de los medios haciéndolos quedar mal a ellos por no aceptar la propuesta de la misma comunidad.

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La arcana descansaba en una silla de madera mientras esperaba a los dos chicos que había dejado en la Selva Lacandona, aparecieran frente a ella, sólo así se podría decir que habían logrado su prueba. Para la argelina era de vital importancia que las personas que dominaran la metamorfomagia vieran que el adquirir la habilidad era para algo más que su propio beneficio. Así que al ver que tanto el Gryffindor como el Ravenclaw se habían olvidado de sus propios intereses para empezar un dialogo y ayudar a algo mucho mayor le puso una sonrisa en los labios, ya sólo quedaba que terminaran de cuadrar cada uno de los arreglos que habían hecho.

Amara se encontraba viendo el desenvolvimiento de ambos chicos dentro de la Lacandona, cuando escuchó tres golpes —secos y sin armonía —que llamaban a su puerta, con ayuda de un poco de magia dejo pasar a la alumna que acababa de llegar. Majlis se levantó de la silla donde descansaba y miro la taza de porcelana —que se encontraba sobre la mesa —totalmente vacía, por lo que decidió preparar un poco más de té.

Adelante Helike, te estaba esperando. Ponte cómoda, el té va a tomar su tiempo. —dijo en forma de saludo mientras dejaba la tetera sobre el fuego y esperaba que la joven mortifaga decidiera entrar.

Para cuando la argelina decidió darle la espalda a la mujer, se dio cuenta que la persona que se encontraba no era otra que el mismo vampiro que había terminado su prueba con un gran desempeño. La mujer se acercó a él y le tomo la mano, Keaton aun parecía un lacandón así que para ella había hecho un buen trabajo.

Bienvenido Sr. Ravenclaw, tome asiento. ¿Conoce a Helike Rambaldi? —preguntó mientras señalaba a la mujer que acababa de entrar a su choza. —Es momento que cambie su apariencia, —sus palabras iban dirigidas al patriarca de la Ravenclaw —¿no lo cree así?

Amara estaba haciendo un poco de tiempo para ver si pronto se encontraba con la presencia del Gryffindor que al parecer aun tenia algunos problemas con regresar de la Lacandona y encontrase de nuevo frente a la mujer de cabellos ondulados. Escucho el tintinear del agua hirviendo y preparó las tazas de porcelana para ofrecer un poco de té a ambos chicos.

Señorita Rambaldi, ¿se encuentra usted lo completamente lista para seguir adelante con su preparación en Metamorfomagia? —sus ojos avellanos se quedaron mirando a la mujer mientras le ofrecía la taza de porcelana. —dígame señorita, ¿en qué cree que fallo la última vez y que la hace diferente esta vez?
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