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Libro de los Druidas


Badru
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Su vista estaba fija en el rival, aunque escucho a su compañera de momento que hablo:

 

 

 

—¿Seguiremos en otro lugar? Creí que solo practicaríamos con esto, por ahora. Creo que es un Fulguria Nox, ¿no? Permite atravesar hacia otro sitio, supongo que solo hay que concentrarse lo suficiente y visualizar en la cabeza el lugar al que se quiere acudir. Si muchas casas y mansiones en Ottery cuentan con protección contra invasores ¿se puede todas maneras activar un portal?.

 

 

 

Él se sentía un tanto confundido, lo que ella describía le parecía que era el poder "Haz de la Noche" pero seguramente ella estaba en lo correcto por la reacción del guerrero. Fue entonces que giro el rostro a mirar tanto a la chica de ojos verdes como al guerrero y note algo que antes vi...si, esa ocasión estaba alarmado con los aethonas enfermos de mi padrino y mi madrina Valkyria, no sabía que hacer y hasta envié un mensaje a mi amiga Amelie para que fuera a ayudarlos, entonces mi padrino Bastian apareció cruzando uno de esos portales...claro que me pareció algo normal, Bastian es un mago de mucho poder y hay muchas cosas que le veo hacer con el convivir en su castillo, de hecho él fue quien curó a las criaturas con solo unas bayas moradas que puso al alcance de ellos para que las comieran y las bacterias que los enfermaron se murieran recobrando así la salud.

 

 

Incline de lado mi cabeza...ya tiene meses que ocurrió ese incidente y justo ese día ya no volví a ver a ninguno de ellos, pero me pidieron que cuidará su castillo y he procurado cumplir con ese deseo suyo.

 

 

Si habla en serio la compañera, o ella había descifrado la intención del guerrero, era seguro que era oportunidad de usar el anillo y el colgante que también se agregaban al libro que estamos estudiando, así que espere a que nos indicará cruzar por el.

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Tanto Ryvak como Rouvás estaban mejorando con la defensa de las estatuas, algo que me mantuvo más tranquilo porque en todo entrenamiento se debía de ir avanzando, como lo estaban haciendo, por lo que no quedaba más que continuar el entrenamiento en aquel sitio donde la señorita ignea se encontraba "atrapada"... pero no iríamos a rescatarla, cada uno de los guerreros estaban a su suerte, aunque en dado momento me vería en la obligación de ayudarla por ser su guía.

 

- El fulgura nox o haz de la noche es un portal mágico que te transportará a donde deseas dependiendo del nivel mágico, - me apresuré a responderle a la bruja antes de dar las siguientes indicaciones - con la práctica y el aumento de poder, se realizarán portales más grandes, más poderosos, en menos tiempo, todo dependerá de la concentración que se haga al momento de realizarlo.

 

Con un movimiento de mi mano izquierda, indiqué a los aprendices que se acercaran hasta donde me encontraba porque, claro, estaríamos a punto de saltar a través del portal.

 

- Combinado con la habilidad de Nigromancia, el mago podría abrir un portal al mundo de los muertos. Combinado con la habilidad de la Videncia, podrían abrirse portales al futuro. Combinado con los conocimientos de Historia de la Magia y Runas Antiguas permite abrir portales al pasado. Recuerden, tanto muggles como criaturas pueden cruzar los portales si se dejan abiertos así que hay que tener cuidado. sobre su pregunta, - retomé la atención hacia Athena - sí, el portal no se ve afectado por conjuros tan simples como el de aparición, eso si se tiene idea del lugar a donde se va o de donde se abre.

 

Solo esperaba a que la bruja Macnair pudiera terminar de defenderse de las estatuas para comprobar que estaba lista para el siguiente paso en su entrenamiento, sin embargo no podía retrasarme con quienes estaban avanzando, ya sería cuestión de que se mantuviera al mismo ritmo o... esperarse.

 

- Iremos hasta una zona de guerra donde dos clanes de cherufes están peleando un territorio, por lo que debemos de pasar inadvertidos de principio para que recolectemos polen de lirios de fuego, el suficiente para que tengan en su propio colgante.

 

En esos momentos sople primero en Antoni y Athena un poco del polen para protegerlos del ambiente tan hostil hasta donde iríamos, a pesar de que no era afín al pueblo inglés, tampoco quería que alguno pereciera en el camino.

 

- Seguro saben como reconocer los lirios de fuego, por lo que entenderán que el sitio al que llegaremos son las faldas de un volcán activo... ya sabrán ustedes como moverse, yo estaré detrás de ustedes para ayudarles en caso de que la situación se ponga más tensa, mientras tanto ustedes son los que están a cargo.

 

Miré de reojo a Cissy, en cuanto estuviera lista le soplaría también el polen y la invitaría con un movimiento de mi mano a cruzar le portal.

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Recordaba que en algún momento me había leído todos los Libros de Hechizos a los que había podido acceder mientras era Directora del Concilio. Sabía que no podía utilizar sus poderes porque los desconocía, pero nada me impedía aprender de ellos de todos modos. La respuesta que había dado a la pregunta de Badru parecía haberlo dejado desconcertado y sonreí, sin poder evitarlo. Estaba segura que el Uzza creía que mi intención era no pelear, entonces ¿para qué iba a aprender magia de duelos? Lo que suponía que él ignoraba es que yo estaba hablando de elegir el campo de batalla sabiamente. Era obvio que no nos iba a quedar más remedio que enfrentarlo allí, porque casualmente él elegía el terreno de duelo por ser nuestro Maestro, pero en una batalla donde nosotros pudiéramos arrastrar a nuestro adversario a un terreno que nos beneficiara, ahí estarían echadas las cartas sobre quién usaba mejor la mente y no sólo la varita.

 

Escuché a Badru mientras nos hablaba sobre las magias que habíamos presenciado. Por más que supiéramos la definición de un hechizo, ¿qué nos decía que nuestros ojos veían lo que creíamos ver? Aún no había tenido la posibilidad de leerme a fondo el Libro de las Auras y estaba segura de que, llegado el caso de aprobar aquella clase, seguiría hasta llegar al siguiente nivel pero, por ahora, lo que más me importaba era conocer mejor sobre el Libro del Druida. Me sorprendía un poco que el Uzza en cuestión quisiera enfrentarnos a magias mucho más avanzadas de las que estábamos preparados... pero era su clase, no la mía y él era el experto, así que aprendería lo que pudiera y me equivocaría en el trascurso, por supuesto.

 

Luego realizó un movimiento con su vara de cristal y aparecieron tres estatuas, una para cada uno de nosotros. De nuevo hubo una explicación al respecto pero no me atreví a interrumpirle. Conocía las varas de cristal... de cerca. Luego le habló a Antoni, a quien reconocía del Callejón Diagon, nombrando un hechizo y ofreciéndole una explicación al respecto. Seguido, se dirigió a mi y yo alcé una ceja. ¿Eso es lo que había entendido, entonces, de mis palabras? ¿Que quería que nos diera ventaja en el campo de batalla? Casi me reí. Yo hablaba de estrategia, no de ser buenos compañeros de aprendizaje. Si tuviera que armar una estrategia para enfrentarme a él, fuera para ganar o para crecer, como decía, lo haría buscando un sitio donde él no llevara la ventaja, porque eso haría un buen estratega en una batalla. Ese era el motivo por el que, al entrar a un asalto en una mansión o negocio odefo, nos preocupábamos por mirar todo lo que había a nuestro alrededor y hacer una evaluación de posibles amenazas.

 

Acto seguido, Badru nos hizo una breve descripción del Libro de los Druidas y nos lanzó tres fuegos malditos, uno para cada uno. Apenas tuve que pensar un momento cuál sería mi mejor defensa antes de gesticular palabra.

 

-Ignea- pronuncié sin pensarlo, como si hubiera utilizado el hechizo con anterioridad. Realicé el movimiento de varita esperado y una lluvia de polen de lirios de fuego me cubrió por completo, confiriéndome inmunidad al Fuego Maldito. Aún así, no pude evitar mirar cómo el basilisco se desvanecía luego de aquella acción y me volví hacia el Uzza, entornando los ojos.

 

Luego de un intercambio entre Athena y el Guerrero, en el cual habló sobre un hechizo muy avanzado, las estatuas volvieron a cobrar vida.

 

-Cantar de Eleboro- pronuncié con voz clara al escuchar el Séneca que salía de la estatua, provista de la misma voz que tenía el guerrero. El efecto fue inmediato y la suave melodía que sólo mis oídos captaban entonces, detuvo el efecto del Séneca, impidiendo que pudiera hacerme daño alguno. Pero sólo era el comienzo de lo que nos esperaba, porque sin siquiera darnos tregua otro Fuego Maldito salió de la estatua, de nuevo con forma de Basilisco-. Ignea- repetí, aunque podría haber variado y usar una Salvaguarda, el Guerrero nos había dicho que usáramos, dentro de lo posible, los hechizos del Libro que nos estaba enseñando. Cuando el polen se disipó y el fuego desapareció, me quedé aún en guardia mientras el Uzza movía la varita y hacía aparecer un portal.

 

-Un Haz de la Noche- musité, mientras Athena tomaba la palabra y hacía algunas preguntas al respecto-. ¿Se debe conocer el lugar al que se quiere ir?- pregunté, pensando en la posibilidad, por ejemplo, de que alguien quisiera usarlos para robar bóvedas en Gringotts.

 

Así que íbamos a movernos de lugar. Bueno, al menos esperaba que, a dónde fuéramos, hubiera algo más divertido que tres estatuas aterradoras lanzando hechizos con una voz fantasmal parecida a la del Uzza.

 

Badru sopló un poco del polen en Antoni y Anthena mientras nos explicaba que iríamos a una zona en guerra por la disputa de un territorio. A su vez, teníamos como tarea recoger Lirios de Fuego para colocar polen en nuestros colgantes. Tomé aire antes de adelantarme hasta el Guerrero y mirarlo a los ojos.

 

-¿Están los Uzza participando en la guerra?- pregunté, esperando que hiciera conmigo lo mismo que con los otros dos discípulos.

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Ahora nos llamaba para acercarnos hasta donde estaba él, note como evitaba algunas palabras he indicaciones usando movimientos de sus manos, así que fui hasta donde pude ver sin dificultad el portal.

 

La sospecha de Rouvás era correcta, el guerrero nos afirmo que iríamos a otra parte. Nos explico sobre los portales que se pueden abrir con ese poder de Haz de la Noche o Fulgura Nox (lo repetí mentalmente para no olvidar lo) también nos enunciaba lo que se requería para el futuro o al pasado, lugares a los que en mi situación actual no podría debido a mis conocimientos, pero eso quería decir que solo podría moverme en este plano del presente, nada mal pensé con entusiasmo.

 

 

La explicación era muy completa y sencilla de entender por lo que la atendí en silencio y tomando nota mental, ya una profesora me había recomendado no leer ni hacer anotaciones en un entrenamiento, sino estar alerta de todo.

 

 

No podía evitar sentir emoción, era un entrenamiento muy diferente al de las estatuas pero sujete mi varita de arce con fuerza ya que presentía que la necesitaría nuevamente. El guerrero que nos guía hablo entonces con tranquilidad y le escuche mientras de reojo echaba una mirada al lugar que dejabamos.

 

 

- Iremos hasta una zona de guerra donde dos clanes de cherufes están peleando un territorio, por lo que debemos de pasar inadvertidos de principio para que recolectemos polen de lirios de fuego, el suficiente para que tengan en su propio colgante.

 

 

El guerrero nos cubrió con un poco de polvo, era una protección porque lo que haríamos era peligroso y como precaución teníamos el polvo cubriendo nuestra piel, o mejor dicho! el polen de lirios de fuego. La perspectiva de conseguir mi propia dotación de polen de liros de fuego, me incito a cruzar el portal, con la varita al ristre y atento por si se sentía algo al cruzar dicho portal, lucía como obscuridad que giraba y al salir de el vimos un nuevo lugar mucho más caluroso debido a la cercanía del volcán, por fortuna el polen de lirios de fuego sobre nosotros nos protegía.

 

 

Recordé que el guerrero nos advirtió de dos grupos que se enfretaban en batalla así que también era necesario un modo de pasar desapercibido. Pase mi dedo sobre el anillo, el libro explicaba que era el Anillo salvaguarda contra miradas indiscretas y era más que obvio ser el objeto que debían ocupar para incursionar sin ser visto.

 

 

Al activarse el poder del anillo comencé a caminar, unos seis metros después divise a los combatientes, que bueno haber ocupado a tiempo el anillo. Mejor ir a donde se halla la falda de volcán, miré las dunas y mi memoria me trajo un recuerdo lejano, cuando una profesora nos llevo a través del desierto buscando un oasis y en el camino nos salieron momias de entre las dunas y el suelo arenoso....mejor ir con precaución, no iría entre los guerreros que combatían ferozmente, me arriesgaba a quedar en medio de la pelea, habría que ir por un lado de la guerra pero mejor vigilar donde pisaba, sorpresas inesperadas podían surgir en cualquier minuto.

 

 

Me gire a mirar atrás, no veía a las otras dos compañeras ¿debía esperarlas?....recordé como Reuvás me ayudo cuando conjuro con su poder el cantar de eleboro, pero no siempre debía esperar que me ayudaran, era menester valerme por mi cuenta. Ese nuevo pensamiento me decidió a seguir adelante pero cuidadosamente y con mi varita al ristre por si un peligro me asechara.

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Macnair sintió una especie de zumbido en sus oídos que la aturdió por un segundo. Habría perdido el equilibrio de no estar ya sentada en el suelo y sin un zapato, tratando de comprender que significaba aquella dualidad repentina en su mente, en sus huesos, algo había cambiado drásticamente en ella pero al no compartir el poder supremo de Badru jamás entendería que sus pensamientos y sentimientos, ahora, estaban conectados. Pensó curación para sus codos cuando el Guerrero Uzza tendió una curtida mano y le ayudó a ponerse de pie, luego y sin mediar siquiera una simple mirada, atacó.

 

La manera en que se movía, la destreza de sus embestidas y la limpieza de sus cortes provocaron dilatación en las pupilas de la bruja, tanto así que su iris verde casi ya no podía ser distinguido, cual felino en plena noche o adolescente víctima de drogas alucinógenas, Arya estaba extasiada ante la escena. —Lo deseo— pensó, en lo más hondo de su ser quería ser como el hombre.

 

Pero el letargo fue demasiado largo, no pudo controlar el silencio de su boca o la ausencia de pensamientos, para cuando se colocó nuevamente el zapato que le había sido devuelto Badru ya se había esfumado. ¿Dónde estaba? Sus últimas palabras hacían eco en el aire caliente que expedía el volcán mientras la mujer pasaba por encima de algunos cadáveres destrozados por su tutor.

 

Repetía el apodo que le había dado cuando un nuevo grupo de bestias asomaba a lo lejos, hastiada rodó los ojos, calmó su respiración y en un abrir y cerrar de ojos había desaparecido sin dejar rastros, con la magia que llevaba consigo desde la cuna, para surgir fresca y sin un rasguño en lo alto del volcán, casi haciendo equilibrio y cosquilleando su tobillo izquierdo, un ramo de lirios de fuego. Estaba a un paso de regresar a la seguridad de la Universidad.

 

Tenía la frente perlada en sudor, la fina tela de su vestido desgarrado completamente pegada a la piel como una capa extra de la misma y sentía que se desmayaría pronto de no apresurarse. —Fu... Fuff...— El calor entorpecía todo su ser, —Fulgora Nox— murmuró, la garganta seca y una mano firmemente aferrada al ramo de lirios pero la concentración cien por ciento al frente, como en un partido de Quidditch. Agitó su varita con la mano libre, rasgando el ambiente sofocante y creando una fina brecha a centímetros de donde se encontraba haciendo equilibrio dado su poco poder momentáneo.

 

Aun así el portal fue lo suficientemente grande como para que lo atravesara y en un santiamén cayera sentada sobre su trasero en medio de la plaza del árbol de fuego, donde todo comenzó.

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¿Debía aprovechar que no se veían "moros a la vista"? .....miro a su alrededor, no se veía nada....sospechoso, la falta de movimiento no siempre es calma, siguió avanzando no tenía cierto cuanta distancia debía recorrer para llegar a la falda del volcán pero faltaría menos cuando lo tuviera a la vista.

 

 

Siguió caminando, en ese momento recordó que no había dicho el guerrero hacía que dirección se encontraba el volcán, si pasaba media hora y no divisará nada, intentaría hacia otra dirección. En su andar por la arena cuidando su derredor, fue testigo de como se levanto un montículo bastante grande, temblaba mientras aumentaba de tamaño, alisto la varita...¿qué sería aquello?

 

 

De aquel montículo comenzó a distinguirse algo así como una tortuga enorme con piedras preciosas en el caparazón, recordé las palabras del instructor con respecto al obsistens, requería tiempo para crear la protección, en un movimiento cauteloso fui alzando la varita, aquella criatura se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el lado contrario en el que me encontraba. Respiro tranquilo, al parecer el anillo le protegía de que la criatura lo mirara. Si recordaba de forma adecuada, contaba con unos 50 m2 para avanzar de forma segura en completa privacidad, después sería otra cosa.

 

 

Siguió su andar por aquel adusto camino y a lo lejos se podía apreciar aquel volcán que mencionará el guerrero, eso le dio más sentido a continuar caminando casi al trote ya que ahora estaba a la vista su objetivo y de ahí buscar los lirios de fuego. Un imprevisto surgió entonces, un grupo numeroso de hombres se encontraban justo al frente, la dirección que quería tomar no era la más adecuada por el momento, volvió a esquivar encontrarse con ellos, así que camino un poco más de lo esperado pero ahora sería más sencillo acercarse al volcán y buscar esas flores, los lirios de fuego. El libro describía bien que eran tan rojas que se confundían en la lava...lava....¡vaya! la lava se encuentra en el interior de los volcanes....¿no es así?

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"Genial, justo que no tengo ninguna de esas habilidades, y solo un conocimiento..." Pensó. Ninguna de las primeras era de su interés, y la segunda la había postergado por encontrar otras más necesarias para su formación en el Ministerio. Aunque a decir verdad tampoco estaba en sus planes andar abriendo portales hacia otros lugares. Hasta el momento había vivido bastante bien careciendo de ellos, y si estaba por allí era para aprender; eso era lo fascinante, llenarse de conocimiento. Si algo tenía Rouvás era su poco apego por lo que el poder le daba a las personas.

 

Supuso que cruzar el portal equivaldría a la sensación de moverse con un traslador solo que sin algo físico a lo que aferrarse en el breve pero inquiero viaje. No le quedaba otra que solo juntar las manos y dejarse llevar. El polen la envolvió y procuró prestar la debida atención a las indicaciones. Solo debían conseguir suficientes lirios para sí mismos. ¿Esa sería la manera en que siempre llenarían sus reservas? ¿Viajar hasta allí y obtener más reservas? Algo que preguntaría más adelante pues ya estaba acortando la distancia con el fulgura nox para comenzar la tarea.

 

—¿Clanes cherufes? —Alcanzó a preguntar antes de introducirse en el Haz de la noche y quedar sin respuesta.

 

Cuando volvió en sí percatándose de su alrededor el escenario hizo que un escalofrío le recorriera la espina dorsal. No, no había perdido el conocimiento, pero si se desorientó un poco un par de minutos.

 

La visión del lugar era dantesca, digna de una guerra entre dos grupos sanguinarios que no solo se destruían entre ellos sino que afectaban el ambiente. Nada crecía en ese lugar, y si es que alguna vez hubo vida y bastante verde por todas partes ahora era solo tierra y olor a polvo que el viento seguramente levantaba cuando soplaba con más fuerza. Partes así se marcaban por todas partes, no solo en la planicie, también en los cerros circundantes. Se notaba que se extendía bastante. ¿Esos clanes tendrían algo que ver con la magia?

 

No había ni un alma cerca (tampoco logró divisar a Antoni quien también fue cubierto con el polen de lirio), ni ruidos que supusieran una pronta batalla, o una en curso. Solo estaba el silencio y de pronto un crujido desde la tierra... Era el volcán, el que seguramente de vez en cuando hacía aquellos ruidos como símbolo de su actividad. No habían rastros de lava reciente por la ladera, y la humareda arriba del cono parecía su actividad habitual. Fue entonces que los vio, en los faldeos del volcán, algo que parecía como una base y que a su distancia mostraba signos de movimiento. Pequeños puntitos iban y venían por todas partes.

 

Tomó rumbo hacia allá, por momentos solo caminando rápido, por instantes trotando.

 

—Me pregunto si podré ocuparlos... —Murmuró mientras avanzaba. Los amuletos se acumulaban en su colgante junto a los de clases ya superadas.

 

Pensó en rodear el lugar y buscar alguna entrada sin tener que ir de frente con el clan, luego recordó que era entrenada por un guerrero cuyo margen estaba marcado por el valor de enfrentarse a lo que fuera. Suspiró pesadamente y se armó de todo el coraje que pudo.

 

Lo primero era estar segura de que esa base poseía alguna entrada que la llevase a algún cráter del volcán, de lo contrario sería una travesía por nada. Luego de mucho observar lo que alcanzaba, creyó encontrar lo que buscaba: Por el costado derecho hacia arriba había una especie de hoyo, una rajadura de tierra de casi treinta metros que tenía pinta de ser un cráter por donde en algún momento se expulsó lava. Ese sería su destino y tenía dos opciones ir directamente o intentar el Haz de la noche y aparecer allí, al final fue de manera frontal pero precavida.

 

Se tardó un poco, tuvo que hacer uso del amuleto salvaguarda contra miradas indiscretas, y también del Anillo de salvagarda contra oídos indiscretos para que no escucharan sus pasos. Al final alcanzó su destino.

 

—Espero que aquí dentro no haya más gente. Ocupé demasiado estos objetos... —El amuleto, más que el Anillo, le hizo sentirse un poco agotada al ser la primera vez que lo usaba. —Ahora, lirios... deben ser de un tono rojo vivo... —El polen no sería eterno, más le valía darse prisa.

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Mi mirada miel se levanto, buscaba observar lo más alto posible, esos lirios de fuego solo podría conseguirlos en el interior del volcán, estaba estufepacto...miraba con nuevos ojos lo que descubrí: el desierto es uno de los habitad en el cual la supervivencia es considerada imposible y sin embargo...tenía a la vista el conocimiento de que esto no era cierto. Estaba esa criatura que vi antes...¿cómo no considerarla una criatura hábil y especial para adaptarse y vivir a pesar de las dificultades que presenta el lugar? además estaban esos lirios de fuego y los hombres que conforman los clanes cherufes...coexistiendo en un clima feroz...usando cada uno sus características propias para sobrevivir...debía utilizar este nuevo descubrimiento.

 

 

Rote mi varita en la mano, yo no era un nativo de esta tierra, nada en mi vida podía decirse expecificamente me diera la misma experiencia que ellos, pero las dificultades si me han ayudado a superar retos, no poseo conocimiento de quienes fueron mis padres sanguíneos y aunque guardo en secreto una habilidad que ellos me trasmitieron por herencia genética, no la he "explotado" por la simple razón de "lograr por mi esfuerzo, mi conocimiento, mi experiencia... ser yo mismo y no una copia o un doble de alguien más".

 

 

Los seres vivos del lugar, ocupan sus recursos para salir airosos en la vida, yo no tengo lo que poseen pero tengo algo tan útil y valioso como lo suyo, mi magia y los complementos mágicos que he obtenido, lo dijo el guerrero Uzza "Un guerrero se enfrenta ante el ambiente hostil" y la vida misma se me planta enfrente más de una vez de manera hostil. Pero también el guerrero me había dicho la manera de salir airoso..." ten cuidado, es posible que seas de los primeros en caer si no conoces a fondo los conjuros que tienes a tu disposición", es momento de ocupar los, puede presentarse la posibilidad de que "caiga" pero ese riesgo ha estado presente desde que tengo memoria.

 

 

Toque el bolsillo interior de mi capa negra, aquí tengo la daga del sacrificio que conjure al iniciar el entrenamiento, la tomo con determinación en mi mano izquierda, toco mi anillo de escucha, el cual me permite enterarme de la conversaciones de los hombres que encontré antes, encontraron huellas que deje antes de hacer el rodeo y envían a varios lobos grises que ellos han domesticado para tener un medio de rastrear intrusos. Así que es inminente un ataque.

 

 

Me prepara, exhalo antes de levantar mi varita y realizar el hechizo:

 

 

-- Obsistens-- Ante la invocación del ojimiel, solo se adelantaba. Por lo que apareció en el tiempo previsto, un cerco de resplandor luminoso que lo protegió cuando aquella jauría se abalanzó contra él, todos los lobos que se acercaron, fueron absorbidos por la magia que había echo servir. Aun quedaban aquel trio de hombres, los miro fijamente, eran su objetivo:

 

 

--Immolo oppugnare -- Acto seguido se hizo tres cortes, dos a los costados y el tercero al centro del pecho, fue tan veloz que sin tener idea de como, se sintieron sangrar profusamente, el peliverde entonces toco su amuleto ámbar que brillo cuando pronuncio: --Curación -- Los hombres cayeron al suelo arenoso, no podía sentir congoja por esos sanguinarios, salvado aquel imprevisto era momento de concentrarse en la misión: obtener los lirios de fuego.

 

 

Ahora podía echar mano de otra de sus posesiones: el frasco de las semillas de hielo, tomo unas, ya antes las ocupo para crear un puente ¿porque no una escalera? tenía que escalar la pendiente del volcán, llegar al cráter o a alguna grieta lo suficiente ancha para adentrarse al interior. La esparció concentrando se en crear lo que necesitaba, un plano angosto pero con salientes e inregularidades como los muros artificiales utilizados para escalar. Cuando lo obtuvo, principio a realizar la tarea, llevaría algo de tiempo pero bien valdría la pena para conseguir esos lirios de fuego.

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Cuando al fin la segunda bruja, Macnair, respondía a sus ataques de su respectiva estatua, la invité a cruzar el portal para que alcanzara a sus dos compañeros al mismo tiempo que la cubría con el polen de los lirios de fuego para que su débil cuerpo tuviera mayor oportunidad de resistir el ambiente tan duro al que se iba a enfrentar.

 

- No participamos en ese tipo de enfrentamientos, - contesté tranquilamente ante las palabras de aquella mujer - son enfrentamientos que no amenazan a nuestro pueblo y de los cuales no nos hacemos responsables. Adelante, suerte.

 

Los tres aprendices estarían moviéndose en aquel sitio, vigilándolos de cerca para que ninguna pereciera en su camino, no me gustaría tener que hacerle frente a los directores tan tibios de aquel pueblo que, hasta donde todo indicaba, eran los encargados de la seguridad de los pocos guerreros que se atrevían a conocer los secretos de cada libro de poder.

 

Observé al Ryvak que intentaba atacar a unos hombres, seguro esclavos de los cherufes, que estaban fuera de una de las entradas del volcán y que eran una señal de advertencia: ellos estaban más abajo. Igualmente la Rouvás estaba moviéndose sigilosamente por el terreno para encontrar los lirios hasta que noté, con cierta gracia, que ambos se daban cuenta dónde debían de encontrar aquellas flores, en la lava.

 

Sin más sorpresas, un enorme ser antromorfo hecho de roca, lava y fuego salió de entre las entrañas de la Tierra, produciendo un sonido de lo que sería su boca tan profundo, grave y sonoro que a cualquier ser humano lo paralizaría al instante. Un cherufe bastante regular, de unos cuatro metros de altura, estaba frente a ellos; detrás de este comenzaron a salir más de su estilo, oscilando entre los 3 y 5 metros de altura, listos para lanzar bolas de lava desde sus entrañas (su especialidad), así como golpes duros y secos directamente hacia los invasores.

 

Creo que ninguno de los ingleses conocía a estos míticos seres, un error que no era plenamente suyo, sabía de antemano que sus conocimientos eran limitados. Al menos al atravesar el portal la tercera aprendiz, Cissy, vería con sus propios ojos a lo que se enfrentaban por conseguir un poco del polen. En esos momentos sentía nuevamente la esencia de la señorita ignea, que regresaba a terrenos más conocidos para ella, por lo que tendría su enfrentamiento contra mi para cerrar su ciclo... justo en ese sitio...

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La respuesta de Badru no me convenció del todo. Bien era sabido que su pueblo peleaba por conocimientos y si los cherufes les ofrecían algo que les interesara, ellos intervendrían. Pero no iba a ponerme en una discusión sobre política con aquel Guerrero Uzza, porque más me valía terminar de hacer lo que debía a tiempo para poder salir de aquel volcán antes de que hiciera erupción. Activo estaba, así que era cuestión de tiempo nada más.

 

-No me ha respondido sobre mi duda del Fulgura Nox. ¿Debemos ver el lugar al que queremos ir?- porque siempre cabía la posibilidad de que el portal nos dejara caer por un precipicio o nos llevara a una trampa mortal. Mejor saber de ante mano qué tan capaz era la magia de dejarnos a salvo en algún lugar.

 

Al ser la última en pasar por el portal, luego de estornudar cuando Badru me cubrió con polen de lirios de fuego, descubrí que la zona de guerra a la que íbamos era peor de lo que esperaba. Quizá algún rincón de mi mente había pensado que no terminaría en medio de la zona de batalla, sino en algún lugar un poco más alejado del frente. Pero me equivocaba. ¿Acaso los cherufes también querían el Lirio? ¿Estaban custodiándolo? ¿Por qué era la guerra? Badru había dicho algo sobre el territorio y, aparte del volcán, aquella zona no poseía vegetación que pudiera ayudar a ningún clan a llevar a cabo una vida productiva, así que me inclinaba a dos opciones: o bien era un punto estratégico donde vivir en caso de futuras batallas, o la estrategia se debía a las cosas que allí se podían encontrar: como los lirios.

 

Pero todas mis dudas se disiparon cuando crucé el portal y me encontré en la ladera del volcán y una enorme criatura compuesta de piedra ennegrecida, roca dura grisácea y lava burbujeante salió justo por sobre nuestras cabezas y comenzó a avanzar directo hacia nosotros. Otros cuantos iguales surgieron también a su alrededor y se dirigieron a Antoni y a Athena.

 

-¡Cherufes!- exclamé.

 

¡¿Cómo no me había dado cuenta!? No se trataba de un clan enemigo, ni tampoco de humanos o algo similar. ¡Eran las míticas criaturas de lava! Había leído sobre ellas durante mis viajes pero a pesar de toda la magia conocida, aún seguía pensando que eran un mito.

 

-¡¿Qué demonios!?- exclamé, asustada, mientras el monstruo ardiente comenzaba a lanzar piedras ígneas hacia nosotros.

 

Debía pensar rápido qué hacer o una de esas cosas iba a matarme. Estaba cubierta de polen y eso me confería inmunidad al calor por un corto lapso de tiempo, dependiendo de cuánto polen Badru hubiera rociado sobre mí. También lo había aspirado sin darme cuenta, lo que me había echo estornudar, así que mis órganos internos estaban cuidados también. Pero aún así, esos bichos podían tumbarme con una de sus rocas gigantes o aplastarme con un pie...

 

-Semillas de Hielo- dije, apuntando al cherufe que tenía más cerca. El rayo impactó contra el bicho y lo dejó paralizado, recubierto de hielo. Lo detendría el tiempo suficiente como para que yo escapara de los otros bichos e intentara contactar al resto de mis compañeros... Pero no los veía.

 

<<Demonios>> pensé. Quizá lo mejor era ir por mi cuenta, buscar los Lirios y regresar. Badru no dejaría que ellos murieran...¿O si? No quise pensar en esa posibilidad y largué a correr hacia el volcán, buscando un hueco por el que pudiera meterme. Allí hacía un calor abrasador y tenía la sensación de que contábamos con tiempo limitado para conseguir los Lirios... los cuales estarían cerca de la lava.

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