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Libro de los Druidas


Badru
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Un lirio, un maldito lirio era el requirimiento del uzza para proseguir con la clase. Para que carajos iba a necesitar el guerrero una planta que yacia en las profundidades en un volcan a punto de estallar, probablemente no era un hombre en todo el significado de la palabra y tenia otros gustos como coleccionar flores, tomar el te por la tarde, acicalarse constantemente, tonterias absurdas para un guerrero uzza que estaban acosumbrados a pelear. Tal vez no era el guerrero que todos creian.

 

No menciono nada mas, camino hasta acercarse al portal abierto. De forma circular, su extremos giraban y parpadeaban constatemente, era mas grande que una puerta comun y corriente, emitia una ligera brisa que movio la vestimenta del mago. Dubitativo por un momento, miro hacia atras y noto a Badru hablando con una chica de cabello rubio y ojos verdes como el cesped inexistente en el desierto. Cruzo el portal, sin esperar ninguna sorpresa.

 

La sorpresa que se llevo era que caia vertiginosamente al fondo del volcan ocupado por un mar mezclado entre rojizo y naranja brillante. El calor abrasador impactaba en el rostro sin impedimento, mientras mas bajo estaba mas fuerte ardia, como un horno que va incrementando su temperatura segundo a segundo. Activo uno de sus incomensurables amuletos con el movimiento de su varita, el amuleto volador, aparecio en su cuello frenando bruscamente la caida permitiendole al popular Undefined planear cual pajaro. Empezo a rodear el volcan por los bordes de la pared y se dio cuenta que una personaba tambien estaba alli, buscando lo mismo que el tal vez.

 

No fue facil, la planta no destacaba en ninguna parte ni siquiera en las paredes, eran del mismo color que el fuego y solo eran visibles en temperaturas exohorbitantes de calor, la unica opcion era el fondo. Planeo por un par de segundos hasta llegar a una especie de descanso, era una pedazo de piedra que sobresalia del resto y, estupidamente, coloco la mano en la pared mas cercana dando un alarido de dolor. Su mano sufrio una quemadura leve que le molestaria por el resto del camino.

 

La lava del fondo subia cada vez mas rapido, haciendo aparecer los lirios que necesitaba para complacer las ridiculas peticiones del guerrero. El volcan no los queria alli, sabia el porque de su presencia y al parecer le molestaba que robasen cosas de su interior. Un ligero temblor acompaño la erupcion de algo de lava que salio despedida con direccion al cielo, inesperadamente, una de las gotas caia en su direccion.

 

- ¡Ignea! - Musito, segundos antes.

 

De la varita aparecio una lluvia de lirios de fuego que rocio a Zepharias como un agua protectora. En ese momento la misma gota cayo en el rostro descubierto del mago sin ocasionarle ningun tipo de daño, en ese momento era inmune a cualquier tipo de fuego lo que le daba una ventaja enorme para conseguir el lirio en las profundidades del volcan, cerca de la lava que ascendia.

 

Un nuevo temblor sacudio el volcan y la llegada de una nueva erupcion se hizo presente. Barriendo con el suelo de piedra que sostenia al Fined haciendolo caer de nuevo salvajemente...

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Tras escuchar las palabras de Badru, inevitablemente una sonrisa apareció en sus labios. Estaba un poco en desacuerdo con él, por lo que no dudaría siquiera en darle alguno de sus recuerdos, porque no tenían gran valor sentimental para ella y dudaba siquiera que fueran útiles, al menos en un futuro cercano.

 

—La felicidad esta sobrevalorada, y en realidad siempre es vanal... por lo que si crees que eres capas de encontrar en mi interior algún recuerdo de "felicidad verdadera" puedes llevarlo, dudo echarlo de menos. —las palabras felicidad verdadera, salieron de sus labios con sorna, algo que esperaba que no hubiese sido lo suficientemente notorio para los presentes.

 

Esperando que la decisión que había tomado de entregar algún recuerdo valiera la pena, observó con poca discreción el lugar en el que se encontraban, esperando que pronto le dijera que podía continuar con su aprendizaje y terminar de una vez por todas con esa clase, que se le estaba haciendo completamente eterna, algo que a decir verdad, debería comenzar a volverse costumbre, no perder la paciencia.

 

Considerando la posibilidad de no ser aceptada por el Guerrero para continuar con ese aprendizaje, la descartó totalmente. No estaba dispuesta a renunciar a esos conocimientos, por lo que respiro profundamente y lo miró a los ojos, algo que dudaba estuviese bien hecho, pero poco le importaba, era parte de sí ser tan atrevida.

Editado por Mia Black Lestrange
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Como si se tratara de un presagio del caos que estaba por comenzar en el momento en que la joven aprendiz sostuvo entre sus manos los pistilos el amuleto volador comenzó a perder fuerza y el cuerpo de la pelinegra se precipito hacia el suelo de magma dándole apenas tiempo para pensar en un -Salvaguarda mágica- Evitando así que su cuerpo tocara el fuerte calor, pero obviamente utilizar el salvaguarda no sería suficiente para salvarse del fuego que ya comenzaba a aumentar considerablemente haciendo que la muchacha utilizara su amuleto una vez más para volver a levarse a una altura suficiente que le permitió llenar el frasco mágico con el polen especial de lirio de fuego y tomando un poco de este (que aún estaba esparcido en sus dedos) lo esparció por todo el cuerpo para hacerla inmune al fuego.

Claro que en ese instante la voz de otra persona que pronunciaba un hechizo especial y que ella había leído en el libro, llego hacia ella haciéndole voltear y aunque no estaba segura de poder usar esos hechizos todavía, decidió imitarlo para conseguir un efecto más rápido para la inmunización contra el fuego que ya estaba aumentando –Ígnea –Invocó con claridad haciendo que de su varita sugiera una fina lluvia de polen que la envolvió por completó en un instante evitando que fuera quemada gracias a la venganza del volcán.

Allí se había desatado el caos como consecuencia del aumento de la temperatura en el magma que se encuentra en el interior del mágico volcán con rocas calientes que estaban a punto de estallar desde el mismo momento en que toco la flor especial.

Al extraer algunos de los lirios de fuego necesarios para obtener el polvillo ocasionando una erupción volcánica y fue gracias al cubrimiento que le proporcionaba el polen inmunizándola contra el fuego y antes de que se expulsara la lava hirviendo que se encontraba en el magma llegó el momento de abandonar aquel peligroso escenario sabiendo que era necesaria toda su energía áurica para potenciar cualquier hechizo y de ese modo su amuleto volador le ayudó a elevarse lo suficiente hasta alcanzar el portal que la llevaría de vuelta al lugar de partida.

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Ingenua. La palabra, sin embargo, no salió de la boca de Badru. Él no tomaba las cosas que le parecían que era su pago, al contrario, él exigía un pago. Era él quien recibía y la otra persona la que decidía y entregaba. Se limitó a invocar un frasco de cristal que él mismo había fabricado hace ya muchos ayeres. Aquel material era el ideal para contener recuerdos, pero también servía para eliminarlos.

 

—Te equivocas conmigo, Black Lestrange. Toda vida tiene algo de felicidad verdadera. Pero no es mi trabajo buscarlo, es el tuyo. Da un recuerdo feliz. Usa tu varita, toca tu cabeza con ella y pon el recuerdo feliz en el frasco de cristal. Sabré si es de felicidad verdadera, tenlo por seguro que lo sabré. Tú decides si seguir o retirarte, te pido ese pequeño pago...

 

El portal que creó previamente emitió un brillo que probablemente solamente él es capaz de diferenciar. Alguien estaba usando aquel portal que serviría como camino de regreso seguro tanto para el tal Undefined como para Bodrik. Se apartó un poco de Mía pues no era su intención dañarla. Con la presencia de Bodrik ya de vuelta levanta la varita y comienza a dibujar un círculo en al aire con la varita.

 

—Piensa en la magia que te va a proteger, Bodrik. Piensa en una palabra también. Obsistens, repite mentalmente aquella palabra y logra que surta efecto. Puedo usar los portales de formas misteriosas, nadie más puede hacerlo. Uno de ellos escupirá un dragón. Usa obsistens así.

 

Un cerco de luz lo rodeó en cuanto se concentró en convocar el hechizo. Era su propia magia protegiéndola, la expresión más poderosa de sus instinto de supervivencia.

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-Por poco- Pensó al cruzar de nuevo el portal que le llevó de regreso a la plaza del árbol que era donde aún permanecía su maestro en una compañía que sorprendió a la muchacha. Se trataba de Mia, una bruja a quien ella se había encontrado en numerosas ocasiones y la última vez coincidieron en una de las clases de la magia guerrera Uzza y debido al retraso de la Lockhart, había supuesto que todos sus compañeros estaría mucho mas abanados que ella. Casualmente era contra la Black Lestrange con quien siempre tuvo que batirse a duelo en el aprendizaje de los anteriores libros Uzza.

Puso los pies el ardiente suelo desértico sintiendo una especie de alivio, pues aunque la arena estaba completamente calientes esta no se comparaba con el suelo de magma volcánico de sonde había salido hacia un instante. Gracias a los granos de polen colectados de los lirios de fuego en el fondo del cráter la joven aprendiz consiguió salir ilesa de las entrañas del volcán mágico que estaba a punto de vengarse.

Cundo el guerrero se paró frente a ella estuvo tentada huir, pero se había prometido conseguir el total aprendizaje druida. – aquí esta- le dijo enseñándole el frasco en su cuello, aun sabiendo que la había observado todo el tiempo gracias al pañuelo rojo lo que aun portaba amarrado en su mano derecha. Obviamente la ventura aun no terminaba pues Budru aún tenía mucho que enseñarle y de inmediato se acercó levantando la varita para dibujar un círculo en el aire.

-Obsistens- pensó con toda su fuerza interna después de escuchar las instrucciones de del Uzza, creando un cerco protector de color violeta que cubría a Bodrik completamente resplandeciendo con intensidad proveniente de toda la concentración de la que fue capaz a la espera de su dragón que aparecía de un portal

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Badru movió la mano de forma casi imperceptible. Él gustaba de jugar con criaturas con vida prestada, criaturas formadas usando magia que de igual forma se desvanecerían con el tiempo. Mientras que algunos magos no podían soportar aquello, para él era algo natural. El Obsistens, al igual que un morphos para convocar a un dragón, era una magia realmente avanzada. Y precisamente en eso radicaba la incomodidad de los magos en utilizarla. Mientras que un avadakedavra dirigido a una criatura creada con morphos dejaba detrás la materia original de la que fue invocada, el cerco luminoso de los druidas no dejaba absolutamente nada. Consumía incluso la materia original, la convertía en mera energía que era liberada.

 

Y así sucedió. Un dragón salió del portal, que se volvió enorme por un par de segundos, y se disparó en picada sin mucha contemplación en dirección de Bodrik. Incluso si aquella bestia hubiese tenido la habilidad de reconocer la magia que estaba a punto de destruirla no habría sido capaz de deternerse. Era un animal sin conciencia ni voluntad, su voluntad era la de Badru y él le había ordenado destruir a Bodrik. Como era de esperar, en cuanto el dragón entró en contacto con el cerco lumínico desapareció en una explosión de colores.

 

—Es hora de que viajes, @Bodrik. Cruzarás la oscuridad, estarás por una décima de segundo perdida en un lugar del que desearás volver. Y lo harás, no temas a eso. Lo que debería costarte es crear el portal, es crear esa abertura entre nuestro mundo y el mundo de la oscuridad.

 

Respiró profundo y una hoja de naranjo apareció en su mano.

 

—Normalmente, una hormiga debería caminar por toda la hoja para llegar de este lugar —señaló una punta de la hoja —a este otro—tocó con su dedo la otra punta—. El Haz de la Noche lo que hace es doblar la hoja, unir dos puntos que están lejos. Debes conocer tu destino o te perderás. Debe visualizarlo, intenta palparlo. Recuerda el aroma, los sonidos, los colores. Cualquier cosa que te ayude a crear una imagen mental del lugar al que deseas ir.

 

Dibujó un espiral el aire, simulando el movimiento de varita adecuado para acceder al poder de la oscuridad; para crear un camino allí donde no existe uno. Para él era tan natural, una extensión misma de su existencia. Puede doblar las hojas, metafóricamente, solamente con pensarlo, incluso sin tener una varita.

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Unos segundos bastaron para llevarse un gran susto pues a pesar de saber de antemano que sería atacada por un dragón, verlo frente a ella era mucho más impresionante de lo que pensaba. Su hechizo había sido efectivo y antes de que la mágica criatura se acercara suficientemente como para tragarla, desapareció de la escena al ser absorbido por completo como si nunca hubiera existido.- Vaya –susurró asombrada por la efectividad de aquella magia que dejaba tras de sí una especie de explosión de colores.

Escuchó atentamente las nuevas instrucciones del maestro Uzza. Estaba realmente sorprendida al saber que en esta ocasión posiblemente podría terminar satisfactoriamente con la orientación de la magia druida, por esta razón quería esforzarse al máximo para sacar un gran provecho de la enseñanza del guerrero y conseguir este nuevo conocimiento fantástico.

A medida que el tiempo transcurría la exigencia se intensificaba y su nueva tarea resultaba ser más difícil que las anteriores, pero una vez consiguiera dominar aquel hechizo tendría la posibilidad de crear portales especiales que le abrirían un nuevo mundo de tele transportación y de control de la materia y el tiempo, y esperaba conseguir un nivel tan poderoso que pudiese moverse con facilidad y tal vez llegar a sacar de allí una criatura tan poderosa como el dragón que le atacó.

No dejaba de asombrarse por la magia de @Budru que lograba cautivarla con tanto poder emanado de su ser y la simple explicación con la hoja le dejo absorta en un pensamiento. “Viajar atreves de la oscuridad” vencer el miedo y saltar de un Tiempo/espacio hacia el siguiente como si se tratara de una hoja doblada eficientemente. Entonces cerró los ojos por un par de segundos para visualizar aquella plaza del árbol de fuego, pero decidiendo acercarse un poco más al árbol a u que eso significara avanzar unos cuantos pasos más allá de su posición. Sus pies estaban ardiendo gracias al calor del suelo.

Entonces pensó en el -Haz de noche- requería gran concentración, así que cerró lo ojos visualizando el lugar en el que quería aparecer. En su mente se hallaba el árbol de fuego mucho más cercano y la arena caliente rosaba sus pies haciendo un poco más complicada su estadía.

El portal se abrió y ella podía sentir su energía fluyendo en esa dirección y como si no pudiera esperar para probarlo, se sumergió dentro de él, como si lograse atravesar el agua haciéndole sentir un gran vacío y completa oscuridad y si el mismo Budru no le hubiese explicado aquello, la adolescente se habría desesperado pensando que estaba completamente perdida.

No fue así, en un instante estaba parada rente a su maestro y al siguiente la pequeña bruja se hallaba a un metro aproximadamente , mucho más cerca del árbol de Fuego como si esta fuera su posición original y nada hubiera ocurrido.- Lo conseguí- susurró un poco ansiosa volteando para buscar al guerrero que ahora estaba del otro lado.

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  • 3 semanas más tarde...

Bajo el sol inclemente que azotaba la plaza del Árbol de Fuego, la blanca cabellera de Beltis destacaba sobre el paisaje árido y marrón que la rodea, de áspera arena y dunas ondulantes que se pierden en el horizonte, más allá de lo que sus ojos grises lograban vislumbrar. La escuálida sombra que daba el árbol no era suficiente como para ofrecer cobijo ante un día como aquel, donde incluso la brisa -generalmente bienvenida- corría insufriblemente cálida como si saliera del mismo infierno. Iba enfundada en una ligera túnica de lino crudo para capear el asfixiante calor de esa zona desértica, sin mucho éxito.

 

Había seguido el mismo camino anterior y había llegado a la plaza que reconocía a la perfección para esperar a un Uzza que recordaba tan seco como el mismo desierto que pisaba. Un joven con ansias de probarse a sí mismo y probar a los alumnos que llegaban, como ella, con un libro en blanco entre las manos, esperando descifrar una magia antigua y poderosa totalmente desconocida en el mundo occidental.

 

Aunque apenas llevara escasos minutos, cada bocanada de aire caliente era una tortura. La boca seca, los labios partidos, la piel ardiendo y la cabeza a punto de estallar eran solo parte de las muchas incomodidades de estar de pie bajo el sol esperando a Badru. Con lo bien que hubiese estado que el viento soplara con más frescor, una ligera lluvia, un bosque espeso o la oscuridad de la noche. Cerró los ojos y suspiró para no darle más importancia a ese sol que comenzaba a calcinarla de a poco. A pesar de haber vivido una temporada en el desierto, jamás se había acostumbrado al sol. No estaba hecha para ese clima.

 

Se llevó una mano al frasco que colgaba de su cuello, donde llevaba unas pocas semillas de hielo. No era una mala idea lanzarlas para disfrutar de una refrescante brisa y congelar la arena ardiente bajo sus pies. Podría hacerlo, aunque prefería soportar algo más antes de utilizar cualquier artimaña para hacer más soportable la espera. Algo le decía que aguantar sin trucos ahí era parte de la propia clase.

 

¿Hasta cuándo estaría sola? Si el tiempo pasaba, tendría que buscar a Badru por otros medios, hasta dar con él. Aunque estuviera en el fin del mundo -ojalá en un sitio más fresco- porque esta vez tenía el tiempo como para hacer todo lo posible para pasar a la prueba.

 

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El Portal de los Rezagados seguía abierto y le extrañaba que sólo hubiera entrado uno de sus pupilos. Ese sentimiento duró poco, sin embargo, puesto que a Badru le era indiferente si decidían o no regresar al lugar. No era de su incumbencia si volvían o no. Si no lo hacían, desaparecerían de su memoria; si aparecían... Entonces les daría la oportunidad de adquirir los conocimientos que él podía enseñarles, sin ninguna indulgencia. Esta palabra no existía en la Tribu Nefir.

Era por eso que no se había movido cuando aquel insensato de @@Undefined cayó al suelo en el volcán a donde había ido a buscar el lirio de fuego. Si no conseguía salir vivo de allá, tampoco se molestaría en excusarse con los Directores de la Universidad. Su contrato era exclusivamente para enseñar, no para salvar. Sin embargo, vaciló un poco y pensó en su hijo Kosei. El Uzza hizo algo impensable en cualquier otra circunstancia: darle la oportunidad de salir vivo.

- Regresa. Usa este portal para volver a mi lado. Pero recuerda las limitaciones del Haz de la noche, muchacho - ¿Por qué disfrutaba llamándole así si él no era mucho más grande? Su orgullo guerrero le hizo sonreír, aunque bajo el atuendo que le enmascaraba el rostro, dejando sólo los ojos al aire, nadie de los presentes lo notaría. - Si estás herido, morirás en cuanto me veas.

No hizo ni un sólo intento de curarle. Que lo hiciera él, si valoraba lo suficiente su vida y si, realmente, quería aprender todos los conocimientos que contenía el Libro del Druida. Después dedicó una mirada de reojo a @@Mia Black Lestrange , esperando aún su decisión. Tampoco tendría piedad con ella, con ninguno de los alumnos que habían decidido cursar aquel libro. Si no le daba ese pensamiento querido y valuoso que le había pedido, no avanzaría más.

No le prestó más atención porque aún tenía una alumna que acababa de Invocar el Haz de la Noche y lo había hecho a la perfección. Volvió a sonreír oculto tras el camuflaje del pañuelo amarillo. Nunca sería perfecto; no al menos tan perfectos como los suyos.

- Tosco, simple, poco elegante... Pero ha regresado viva. El resto lo arreglará con la práctica. No la felicitaré por ese Haz de la Noche tan chapucero pero sí por tornar ilesa. Cuénteme, ¿qué ha sentido al invocar el Obsistens? ¿Entiende la magia que implica y su uso?

Badru se sentía orgulloso de poder enseñar en aquella universidad, lejos de la rigidez de su pueblo. Educar a los extranjeros en aquella magia tan potente le producía un placer intenso. Por ello, no se cansaba de preguntar. Estaba dispuesto a responder cualquier duda de sus alumnos. Eso sí, si después no lo adquirían o fracasaban en el intento sería porque no estaban preparados para conseguirlo. Algunos lo intentaban varias veces.

Como aquella mujer que se acercaba al árbol. Badru la contempló llegar desde mi lejos. Su sutil mirada la seguía desde que había entrado en sus dominios, quejándose con los gestos más que con palabras, de la calor que tanto le gustaba a él. Así que decidía volver a intentarlo... El Uzza no la miró, no dedicó ni unos segundos de su tiempo. Si quería conseguir el Libro del Druida, debía demostrar que era apta. Así, invocó un movimiento de tierra reseca con un movimiento circular de su muñeca, moviendo los dedos de la mano en sentido ascendente. La Señorita @@Beltis Malfoy se vio envuelta en una cárcel que la dejó encerrada con el aire suficiente para respirar durante un minuto, no más. Una niñería. Cualquier crío de su pueblo natal sería capaz de librarse de ese obstácul0. Esperaba que también ella lo hiciera. Era su modo de darle la bienvenida. Aunque desdeñaba a los alumnos, ineptos con ansias de conocimiento, amaba la enseñanza que no podría ejercer entre sus iguales, los guerreros Uzza.

- Bien, señorita Bodrik... ¿Alguna pregunta antes de que use contra usted el Cantar del Eleboro? Es un efecto muy... interesante...

Aún faltaban varios alumnos por llegar ante el Árbol de Fuego pero, si lo hacían o no, era una decisión particular en la que no influiría.

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Maldijo en alto y en ruso al verse encerrada y sin casi aire para respirar ¿Es que Badru no la había hecho pasar por eso antes? Puso los ojos en blanco y comenzó a rebuscar entre un bolsillo encantado un amuleto en particular. La había tirado a un volcán, la había metido en una cárcel hermética, la había metido en un castillo lleno de orientales enfurecidos y la había mandado a robar algo que unos magos en Francia protegían con su vida, todo eso cruzando el tiempo y el espacio, como si fuera poca cosa. Ahora, estaba otra vez en una caja, encerrada.

 

Pero se lo merecía, en el fondo sabía que merecía esa pequeña humillación por tardar tanto en algo que debía haber realizado hacía tiempo. Sus dedos no daban con el dichoso amuleto entre todos los demás cachivaches mágicos que traían los libros ¿Lo había metido? Estaba segura de haberlo tomado de su escritorio ¿Y si en uno de sus habituales despistes lo hubiese dejado en casa? Otra vez maldijo en ruso consumiendo el poco oxígeno que le quedaba. A veces era brillante. Se llevó la mano al cuello y allí lo encontró, el amuleto contra defensas carcelarias, atado junto a otros amuletos y frascos varios. Sí, a veces era muy lista. Tomó el amuleto y en un abrir y cerrar de ojos, se vio fuera de la cárcel.

 

Tras una bocanada de glorioso aire, hizo aparecer la varita entre sus dedos. Con suma precisión y tomándose el tiempo necesario para concentrarse, la bruja dibujó una línea invisible sobre el aire caliente del desierto con la férrea idea de su destino en la mente, una imagen vívida del sitio al que se quería dirigir: al volcán. Aunque esta vez no aparecería a mil metros sobre este, sino sobre tierra firme -todo lo firme y segura que era la cumbre de un volcán- para buscar pistas del paradero de Badru. Volvería sobre sus pasos, tratando de alcanzar al uzza en alguno de los sitios que habían visitado o al menos, encontrar a algún alumno rezagado que supiera algo.

 

Utilizando el Fulgura Nox aprendido con anterioridad, invocó un portal pequeño y nada perfecto, pero del tamaño suficiente como para que una bruja de su estatura pudiera atravesar el espacio apenas encorvándose. Bufó muy poco satisfecha, sabiendo que esa pobre demostración de habilidad no sería suficiente para pasar el curso, y menos lograría impresionar al Uzza. Es que así no impresionaría ni a su elfo. Pasó a través del portal haciendo malabares para aparecer sobre la áspera piedra volcánica.

 

Para su sorpresa, otro portal estaba abierto a tan solo unos metros de distancia para el resto de alumnos que seguían realizando la prueba del volcán. No dudó ni un instante en tomar el siguiente portal con la esperanza de encontrar el rostro malhumorado del uzza para darle la bienvenida al otro lado.

 

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