Ravenclaw ╬ » Castillo de la Familia Ravenclaw « ╬ (MM B: 101487)

[Leah Snegovik]

Sus dedos se encontraban inquietos en una extensión de su nervioso estado. Si hubiera sido por ella, ya se habría ido, pero ya había avisado al elfo. Se arrepintió de ello tan rápido como lo había enviado por su madre, pero ya era demasiado tarde. Esas reuniones inesperadas no se le daban bien y mucho menos cuando eran con la familia; nada más y nada menos con los Ravenclaw.

 

Y poco pasó para que se sintiera mareada. La pelirroja se adentró a la sala e inmediatamente la mujer se puso de pie para saludarla, aunque no iba sola. Junto a ella iba un muchacho que se le hacía familiar. Sin embargo, no pudo identificarlo pues la cabellera de Galedra se interpuso en su visión. Los abrazos de su madre siempre eran reconfortantes, pero aún así no dejaban de ser incómodos. Lo respondió con torpeza.

 

― Yo te extrañé igual, ma. Pues vine a desearte un feliz cumpleaños atrasado... No soy buena para éstas cosas, pero creí que verme te alegraría ―admitió con cierta molestia tras lograr mirar sobre su hombro y fijarse en el acompañante―. ¡Diego, qué sorpresa!

 

Alzó una ceja con cierta curiosidad. Aquél joven era un ex compañero de bando, alguien a quien no veía hacía mucho tiempo. Por lo que veía estaba un poco... callado. Nervioso, ¿quizá? Compartió una mirada con Galedra y esperó una explicación. Justo después, un elfo llegó. La criatura le notificó a su madre que Kurt la esperaba en otra sala, pero se adelantó a la respuesta con una autoridad que solo ella era capaz de transmitir.

 

―Dile a Kurt que yo estoy con mi madre y que no tengo intención de dejarla ir contigo o con algún otro sirviente. Si quiere hablarle, lo invito a venir ―esbozó una sonrisa arrogante tras aquél diálogo y observó como el elfo se retiraba.

 

Seguro a Kurt le sorprendería escuchar que estaba en el castillo de nuevo. Veía un drama acercándose. Le restó importancia con un movimiento de cabeza y se concentró de nuevo en la demonio, haciendo caso omiso en la presencia de Diego por un momento.

 

―¿Cómo has estado? Creo que tengo demasiado tiempo sin verte, solo que no sé quién se aleja más. ¿Tú o yo? ―le preguntó mientras asentía hacia Goloso, que le ofrecía una copa mágica. En cuanto la tomó, se llenó de vino.

[Akiza Ravenclaw H.]

Con mucha nostalgia en el corazón, Akiza fue a la mansión que extrañaba mucho, la Ravenclaw. Ahí estaba su madre y su tío que hace mucho no sabía de ellos. Con paso decidido, fue en dirección a los jardines. Su vestimenta era un poco más extraña de lo normal, sin embargo no tomé importancia. El cabello de la chica estaba recogido totalmente por un moño. Siguió tranquilamente, miró a su alrededor a ver si veía en el camino a alguien, más no encontré a nadie. Llegó a la puerta, y toqué tres veces, a ver si alguien abría la puerta. Después de unos minutos un elfo abrió la puerta, lo observó con incredulidad ya que aquél estaba puesto una armadura y un cucharón en la mano. "Ya...me imagino un drama en la familia" pensó riendo, el elfo la observaba cómo si la conociera, de pronto se puso firmes u realizó una reverencia.

 

-Señorita Akiza, un gusto volver a verla, hacía mucho que no la veía, adentro están casi toda la familia, pero...deberá entrar con cuidado, que hay una pequeña pelea.- comentó el elfo. La Ravenclaw miró a aquél chiquito que se veía gracioso con aquella armadura, pero se preguntó que drama había.- Gracias por el recibimiento, pero me puedes indicar, ¿quién está peleando y porqué?.- entró con mucho cuidado a la casa, y efectivamente se escuchó varias voces, algunas intentando oírse y varios golpes de cucharones un pequeño grito y se relajó la situación.- Creo que Kurt, estaba en duelo con un miembro por destruir la antigua aspiradora, y su madre Galendra, ordenó a los elfos a amarrar al prometido de Kurt.- al oir esas palabras, los ojos de Akiza se abrieron de par en par.-¿Mi...tío con prometido?, vaya tengo que ir a verla yo mismo.-

 

Así que siguió al elfo, y al entrar al salon principal, miré a Diego Malfoy amarrado, mi mamá con cara de pocos amigos mirándolo, mi tío con otra chica que no conocía, más no comprendía que pasaba, lo que dio más gracia es ver a los elfos con muchas armas. "Mi mamá no cambia" pensó tranquilamente, mientras seguían todos hablando. -Hola familia, espero que estén bien...he regresado al menos por un tiempo...Mamá un gusto verte nuevamente y a tí Kurt tío también.- dije en voz alta, para ver si me paraban un poco de atención y calmar un poco el drama familiar, que tenía en esos instantes.

[Franck Lovegood R.]

El rubio con su geme haciendo destrozos con una escoba fuera de control xD

 

Sobrevolando las calles de todo Ottery se encontraba el Lovegood junto a su gemela. Aunque había un pequeño problema con respecto a eso, la escoba estaba fuera de control. Uno seguro pensaría que se trataba de algún modelo viejo de escobas y por eso su mal funcionamiento, pero en realidad estaban volando con una Nimbus 2001. El por qué se encontraban los dos sobre esa escoba fuera de control era una larga historia, lo importante ahora es que habían ingresado a los terrenos del Castillo Ravenclaw, después de un gran intentó fallido por tomar el control. Y lo peor de todo es que iban a una velocidad increíble, a tal punto de cruzar todo el jardín en apenas unos segundos.

 

-¡Sostente fuerte hermanita!- exclamó el Myrddin.

 

Afortunadamente la puerta de la entrada principal estaba abierta, seguramente había visitas en casa. Aún sin poder controlar la escoba entraron al vestíbulo del castillo que, salvó por algún que otro elfo, se encontraba vacío. Aunque esa tranquilidad desapareció cuando entraron y comenzaron a dar vueltas por todo el lugar haciendo destrozos, incluso casi se chocan contra el cuadro de Helena.

 

Esos mismos elfos comenzaron a desesperarse y a correr de acá para allá alarmados por lo que estaba ocurriendo. Pero de pronto la escoba cambió de dirección hacia la puerta que daba al Salón Principal, por suerte uno de los elfos, Filósofo si mal no recordaba, se percató de lo que pasaba y corrió a abrir la puerta, dejando pasar a ambos hermanos con la escoba.

 

-¡Cuidadoooooo!- gritó a todos los presentes.

 

Al final su suposición era cierta, había visitas en el castillo y todas estaban reunidas en aquel salón. Allí pudo ver a su padre junto a una joven bruja, y a la tía Galedra con sus primas y otro hombre que nunca antes había visto, todos charlando tranquilamente hasta que ellos dos llegaron. El descontrol y desorden no tardaron en surgir dentro del lugar, incluso en una casi se lo llevan puesto a Kurt, pero éste se agachó a último momento.

 

-¡Maldita escoba!- gruño mientras trataba de controlarla.

 

Pero nuevamente perdió el control, y ahora se dirigían hacia una de las ventanas. Rápidamente el Lovegood sacó su varita y le apuntó, destrozándola con un simple Bombarda para abrirse paso a través de ella. Aquel viaje sobre la escoba ya se estaba volviendo fastidioso e insoportable, podía notarlo en la cara de su hermanita cuando se volteó a ver como estaba.

 

-Resiste un poco más Isy- le dijo como para que se tranquilizara, aunque no hubiera motivo para estarlo.

 

La escoba seguía dando vueltas por todos lados, pareciera que tuviera vida propia, ahora se acercaba al lago ubicado detrás del castillo. Fue entonces cuando el Ravenclaw tuvo una idea. Justo cuando sobrevolaban sobre el agua, se giró y tomó a su gemela rodeándola en sus brazos, para luego dejarse caer. Lo que no había tenido en cuenta a la hora de saltar fue la distancia que había entre ellos y el lago, la cual era bastante. Entre los gritos desesperados de su hermana el rubio cerró los ojos e intentó concentrarse lo más que pudo. Desde que había sido elegido patriarca de la familia Myrddin había descubierto que tenía cierto poder sobre el agua, y tal vez ese era el motivo por el cual siempre le había encantado el agua desde chico. La distancia cada vez era menos, cuarenta metros, luego treinta, después veinte metros, ya a tan solo diez metros de distancia; cuando de pronto abrió los ojos y una ola los envolvió a ambos antes de que ellos sufrieran un fuerte impacto, dejándolos en la orilla.

 

-¿Estás bien hermanita?- le preguntó mientras estaban en el suelo tomando aire -. Fue divertido mientras duró ¿No crees?- dijo soltando una pequeña carcajada al saber que ella no lo había pasado nada bien.

 

El Ravenclaw se puso de pie y le tendió la mano a Isabelle para levantarla. Ahora los dos estaban completamente empapados. A pesar de ellos se dirigieron nuevamente al castillo, no sin antes voltearse y observar como la escoba se iba alejando cada vez más hasta que la perdieron de vista.

 

-Ojala volvamos a verla algún día… porque no es mía y la tendré que pagar sino- comentó mientras volvían al salón principal a través de la misma ventana que había destruido hace unos momentos -. ¡Buenos días familia!- exclamó con alegría a todos los presentes.

Editado 27 de Septiembre del 2013 por Franko Lovegood

[Galedra Azhebel Myrddin]

o.o

 

 

Galedra Ayrtianne Erielle

 

Sólo le sonrió a su hija Leah, ya que sabía que esas cosas le eran difícil a la muchacha, pero se lo agradecía con la mirada. Tener a una de sus hijas ahí presente, era un regalo maravilloso.

 

-Me encanta que estés aquí. Espero que te quedes a comer con nosotros.

 

Pero eso no era todo, pronto uno de los elfos llegó con una muchacha (Sara) anunciándola como hija de su hermano Kurt.

 

O.O --> ojos de la pelirroja

 

U.U --> ojos de Rowena

 

U.U.--> posteriores ojos de la pelirroja.

 

--Bienvenida, corazón ^^

 

Y luego aparece su hija Akiza, a quien abrazó con fuerza.

 

 

--Oh, pero esto es un verdadero milagro!! Dos de mis hijas aquí!!!! que feliz estoy!!

 

Felicidad que llegó hasta ahí porque Poeta apareció anunciando de que el Amo la mandaba a hablar con May. Claro que Leah respondió por ella, pero a la pelirroja le vino el tic en el ojo o.ó.

 

Y cuando un tic le viene......

 

El piso tembló...las paredes temblaron. La temperatura del ambiente aumentó amenazadoramente. La pelirroja cogió aire en sus pulmones...los elfos, al saber lo que se venía, se taparon las orejas lo mejor que pudieron...

 

--KURT AYRTON RAVENCLAW!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! PRESÉNTATE EN ESTE MISMO INSTANTE AQUÍ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 

La voz de la pelirroja retumbó en cada trozo del Castillo haciendo estallar varios objetos de porcelana y de vidrio. Pero claro que la pelirroja no iba a esperar ni un mísero segundo. Cerró los ojos y usó aquel medio de trasporte que no le agradaba para nada: la Aparición. Y en un dos por tres, apareció al lado de su mellizo y lo cogió de una oreja:

 

--Tú, me debes dos explicaciones de dos hechos que te esperan en la Sala!!!!! Engendro del mal!!! zángano chupa sangre!!!! --y mientras casi lo arrastraba de la oreja en dirección a la Sala--Vengo de vacaciones y me encuentro con esto!!! cuándo pretendías decírmelo???' YO!!! TU MELLIZA!!!!

[Leah Snegovik]

― ¿Cenar? Ah… uhm, bueno, claro ―respondió con algo de duda, mirando a Rowena por el rabillo del ojo―. Hola.

 

― ¡Leah, cariño! ―gritó la mujer y la atravesó, sacándole un par de maldiciones a la reciente rubia, quién saltó a un lado malhumorada.

 

Por suerte había sido Rowena y no Helena. Helena y ella no se llevaban bien desde que ella la había traicionado la última vez que había tomado el castillo. Cada tanto le daba por invadir el cuerpo de alguien y hacer de las suyas y aquella vez, ella había estado a punto de ayudarla, con la excusa de que eran muy similares, pero el honor la guió hasta el final y esto no le agradó mucho a la hija de la fundadora de Hogwarts. A ésta última le lanzó una mirada de advertencia, no quería ser atravesada de nuevo.

 

Iba a saludar a su hermana cuando notó como los elfos tomaban medidas preventivas.

 

Miró a un lado, miró al otro y luego, encontró a Galedra. Abrió los ojos comprendiendo lo que venía, sintiendo cómo todo respondía a la ira de la mujer. Rápidamente imitó a las criaturas y llevó las manos a sus oídos, bloqueando por poco el grito de la pelirroja. Aún así había escuchado con claridad lo que había dicho y miró con cierta sorpresa cómo desaparecía en busca de su hermano. Kurt tenía algo y era que siempre era capaz de sacar de sus casillas a todos. Rió por lo bajo y miró a su primo llegar, esbozando una sonrisa al instante.

 

― ¡Frankie! Qué gusto verte, primito ―la sonrisa traviesa que se había dibujado en su rostro demostraba a lo que se estaba refiriendo―. Tanto tiempo… ¿cuándo vamos a juntarnos de nuevo? Estoy segura de que lo vamos a pasar excelente.

 

Le guiñó un ojo y llevó la copa a sus labios, él sabría a qué se refería. Aunque claro, aprovechó de decirlo cuando Galedra no estaba, seguro no le gustaría esas cosas entre primos(¿). Solo esperaba que Galedra volviera con Kurt, que se armara la gorda y que llegaran los mariachis a tocar las mañanitas xD.

[Sara D. Granger]

Un elfo (que supuse era de la familia) me abrió la puerta y me observó con sus grandes ojos verdes. Me indicó con una seña que pasara y así lo hice, parándome un par de pasos luego del umbral de la puerta y observando todo a mi alrededor. Escudriñé cada rincón con atención, prestándoles suma atención a todos los detalles. El elfo se paró a mi lado y yo volví a observarlo, y él comenzó a guiarme por el Castillo. Mis nervios aumentaban a cada paso que daba. ¿Habría más gente? ¿Y si Kurt no estaba?

 

A medida que avanzábamos por aquel lugar, oía voces y risas que se hacían cada vez más fuertes y nítidas. Definitivamente, allí había más gente. Me preparé para muchas reacciones distintas; aunque no creía que me atacaran. Detestaba ser el centro de atención. Ingresé a la sala de estar junto con el elfo, quien me dejó allí, hizo una reverencia y se fue. Una mujer que estaba allí se volteó a mirarme con asombro, sin entender demasiado. El elfo me había presentado como hija de Kurt antes de irse, y nadie parecía entender demasiado.

 

-Bienvenida, corazón- fueron sus amables palabras. Le sonreí en respuesta mientras sentía el calor subir por mi cuello y cara.

-Hola, gracias. Un placer.- le respondí, tartamudeando un poco debido a lo nerviosa que me sentía en ese momento.

 

Pero de repente el piso y las paredes comenzaron a temblar. La temperatura del ambiente aumentó notablemente y pude ver como la gente a mi alrededor se tapaba los oídos. Yo intenté hacer lo mismo pero no fui lo suficientemente rápida como para hacerlo. Un grito proveniente de lo más profundo de la garganta de la mujer que me acababa de saludar retumbó por cada rincón del inmenso Castillo. Era un grito fuerte y furioso; era un grito que expresaba claramente una furia incontenible.

 

Parpadeé perpleja cuando el grito acabó, aunque aún parecían quedar secuelas del sonido. Aún había un leve eco que retumbaba en el ambiente y en mi cabeza. Respiré profundo, cerrando los ojos y exhalé al tiempo que abría mis orbes azules. Volví a observar todo a mi alrededor y permanecí callada. Caminé un poco hacia uno de los rincones y me quedé allí; intentando disimular haciendo que pareciera como que estaba observando la decoración.

Editado 28 de Septiembre del 2013 por Sara D. Granger

[Keaton Ravenclaw]

Y Kurt se había quedado sordo por aquel gritote tan amenzador de su melliza. El chico de los negros cabellos se paró de donde estaba (en la sala, al igual que todos) y se dirigi+o hasta donde su hermana con notable miedo en los ojos- ¿Qué habría hecho él ahora para que la demonio estuviera tan enfadada? Si embargo, al ver a Diego atado a un palito como si fuera a ser azado en la fogata, lo entendió todo, además, al ver su hija Sara, aumentó la tensión allí.Las cosas se ponbdrían feas. Kurt, por si las dudas, se había puesto una armadura lo suficientemente dura como para resistir una bomba atómica.

 

―No hay necesidad de gritar, Melliz, aquí estoy, junto a ti ―DIjo el Ravenclaw ffingiendo valor ―Aunque como no hacerte caso con semejante vozarrón ―Añadió ―Y no me digas engendro chupa sangre, me duele ―Soltó el vampiro y agachó la cabeza a modo de vulnerabilidad ―¿Dime ahora qué fue lo que no te comenté? ―Preguntó el chico haciéndose bolita.

 

La familia en pleno estaba allí, inclusive Leah, quien hasta hacía relativamente poco había fungido como matriarca de los azules, estaba haciendo acto presencia, así como Akiza, Franko y Rowena. Aquello se pondría aun más feo, Rowena, si Diego no lograba caerle bien, seria desmembrado en aquella misma sala de estar. Ayrton se preocupó poco, a decir verdad, aquel maldito vago lo había abandonado y él se había quedado solo como el perro atendiendo un negocio que finalmente tuvo que cerrar.

 

―Con Diego pueden hacer lo que quieran, me abandonó mucho tiempo y ya no sé si quiero seguir con él ―Puntualizó el ojiceleste mirando con resentimiento al vampiro que había osado dejarlo sin nin guna explicación.

[Sara D. Granger]

Kurt apareció en la sala, sin entender demasiado lo que sucedía. Yo aún seguía callada en un rincón, pero cuando lo vi entrar esperé a que terminara de hablar con la mujer que me había saludado a mi llegada para correr hacia él y abrazarlo. Eran más nervios que otra cosa, pero si no lo veía creía que iba a desmayarme en ese instante.

 

-¡Kurt!- exclamé y me lancé a sus brazos. Estaba segura de que todos observaban la escena; después de todo, yo era la nueva en el lugar y estaba abrazando a Kurt como si nada. En ese momento, sólo quería hablar tranquilamente con alguien, e irme a mi dormitorio lo más rápido posible.

 

Me solté del abrazo y retrocedí unos pasos, algo avergonzada. Comencé a recorrer la estancia, observando todos los detalles, esta vez sí, con atención. Iba a dejar que mi padre hablara con las otras personas, ya que parecía que había llegado en un momento no muy adecuado. Me culpé mentalmente por eso, pero rápidamente despejé mi cabeza de esas ideas y seguí prestándole atención a los objetos del lugar.

[Keaton Ravenclaw]

De Pronto, y así de la nada, Sara se lanzó a los brazos de Kurt. A éste, aquella muestra de desmesurado cariño le impactó bastante. No estaba acostumbrado a los abrazos, de hechol él mismo era muy frío para con la demás gente, inclusive con la mayoría de sus familiares cercanos, sin embargo, no le haría el feo a su nueva hija, la cual, pese a ser adoptiva, podría ganarse mucho en aquella familia si era activa. El Ravenclaw correspondió el abrazo.

 

―No suelo ser muy expresivo, Sara, por esta vez está bien. La verdad mucho gusto que hayas decidido venir, y mejor en este momento, sabrás de qué pata cogea cada uno de estos locos ―Dijo el Black Lestrange a su hija señalando, a la par, a los demás miembros de la familia ―Y que no te de pena, estás aquí para convivir y desenvolverte mejor en tu nueva familia, así que relájate ―Añadió al ver la cara de preocupación que la chica.

 

Ciertamente la escena que se estaba viendo en aquel momento en la Sala resultase bastante entretenido para muchos, pero era algo a lo que estaba acostumbrado Ayrton, era extraña la vez que los dramas no eran el pan nuestro de cada día en esa familia. Si Sara sería de la familia, debería acostumbra a ello o de lo contrario no se sentiría a gusto, por ello, el Patriarca haría lo posible porque así fuera, que sintiera el calor y la paz en aquel Castillo.

[Franck Lovegood R.]

Justo en el momento en que ambos Ravenclaw entraban al Salón Principal, la pelirroja de su tía tenía uno de sus ataques de ira, y ya todos sabían lo que significaba. El rubio puso sus manos sobre los oídos de su hermanita al momento en que Galedra pegaba ese tremendo grito y se dirigía hacia Kurt, al parecer estaba en serios problemas. Después de que casi quedara sordo su atención pasó a estar sobre la Black.

 

-Ehh, si claro, como digas- le respondió a su prima en un intento por sonar tranquilo.

 

Si la familia se llegara a enterar de lo que había hecho con Leah seguramente se armaría un gran lio. En otro momento le habría respondido otra cosa, pero con su hermana a su lado no podía. El Lovegood tomó de la mano a su gemela y la condujo hasta un sillón donde tomaron asiento uno al lado del otro. Afortunadamente nadie se había dado cuenta de su llegada un poco exagerada al castillo.

 

Ellos no eran los únicos presentes. Allí también se encontraba Akiza, otra de sus primas, y el supuesto prometido de su padre, cuyo nombre si mal no recordaba era Diego. Pero de quien no se había dado cuenta el Myrddin era de la presencia de otra persona (Sara), quien se lanzó a los brazos de su padre. Fue entonces cuando comprendió que ella era su nueva hermana.

 

-Eso es verdad, no suele ser muy expresivo con la familia, así que no esperes mucho de él- dijo soltando una pequeña risa, siempre le gustaba molestar a su padre, y ahora tenía pensado hacerlo más seguido.

 

Ahora que se ponía a pensar, estaba rodeado de mujeres, Muy pocos eran los hombres en la familia, incluso se atrevería a decir que en todo Ottery. Con Sara ya eran cinco las hermanas que tenía el Lovegood, y no tenía ni un solo hermano. Como era de esperarse no podían quedarse ahí sentados sin presentarse ante la nueva integrante de la familia.

 

-Un gusto conocerte Sara, yo soy Franko y ella es Isy- dijo señalando a su gemela que la tenía a su lado -. Nosotros somos tus hermanos- le comentó sonriendo.