~ La Rosa Negra ~ (MM B: 101997)

[Cissy Macnair]

Sagitas reaccionó rápido, pero yo seguía consternada. Ella me hablaba, daba órdenes y se excusaba todo en el mismo tono y con la misma velocidad, pero yo seguía aferrada al cuerpecito del pequeño Ori.

 

Fue Matt quien me devolvió al lugar y el tiempo actual. Tomó a mi elfo en brazos y, siguiendo las indicaciones de su madre, me arrastró hasta la habitación 25, donde parecía estar en compañía de alguien. Por un momento pensé en Sagitas poniéndole los cuernos a Jack, pero luego me di cuenta que ella no era esa clase de persona y al instante siguiente, Jack se materializó al lado de mi amiga.

 

-¿Han visto... quién...

 

Intentaba coordinar dos palabras, pero no podía. Sentía un terrible dolor en el pecho y el estómago.

 

Matt, por su parte, dejó al elfo en la cama y me abrazó, conteniéndome.

 

-Tienes razón.. Hay que cerrar- logré decir, mientras seguía mirando la sangre de mis manos.

 

Nunca me había impresionado la sangre. Había sido mi fuente de alimento por más de dos mil años, pero ahora me parecía algo irreal, fuera de lo común. Y si bien la sangre de elfo no era apetecible a los vampiros, podía ser que les llamara la atención olerla y no quería vampiros en una habitación con tres humanos apetecibles.

[Artemis Macnair Malfoy]

Christopher Bruce

 

Escuchó el grito y lo ignoró por completo. Lo que pasase no era asunto suyo, para eso estaba la dueña del local. Además tampoco le apetecía levantarse y curiosear, estaba en éxtasis con aquellas dos bellezas humanas. Tampoco era un plebeyo para husmear. Fuera lo que hubiese pasado era cosa de los implicados y de Cissy por ser su local.

 

No era un vampiro que llorase por la muerte, era algo natural, todos mueren con el tiempo. No se dejaba impresionar por gritos ni por Morrigan rondado y limpiando la ropa de los caídos mientras se escucha el graznido de un cuervo. Él había nacido en una época donde el pálido jinete apocalíptico cabalgaba a sus anchas. Algo que comenzaba a repetirse en la actualidad. Podía oler la sangre de elfo, algo repulsivo para él.

 

Hizo que las dos humanas que lo acompañaban gritasen mucho, sí, pero de puro placer. Mmm... deliciosas. Bebió de ellas hasta drenarlas por completo, sin contemplaciones. Al menos habían muerto con una sonrisa en la cara. Las dejó reposar en el sillón con suavidad. Le habían servido bien, era su premio en vez de dejarlas caer sobre el suelo. Después simplemente las ignoró, ya no le importaban. Se puso de nuevo la ropa y subió a la habitación de la que tenía la llave. Se duchó y se cambió de ropa antes de abandonar la habitación. Dejó las llaves en la recepción y agarró un trozo de pergamino y mojó la punta de una pluma en tinta para dejar una nota.

 

 

"Que seas feliz con el humano, Mary, no volveré a molestarte. Yo lo seré divirtiéndome. Te dejo lo que te adeudo con propina. Christopher Bruce".

 

Mojó un par de anillos en la tinta y puso un par de sellos. Uno con la insignia de la familia Plantagenet y el otro con la insignia de la dinastía real francesa de los Capeto. Quizá un Tzimisce le hubiera hecho un cambio de cara, su propio programa de testigos, pero seguía siendo Henry Fitzroy, orgulloso de sus raíces.

 

 

Dejó la nota en la recepción y encaminó sus pasos hacia la salida. No volvería a aquel negocio y tampoco a Londres. Salió de La Rosa Negra para perderse en la oscura noche y no regresar.

Editado 27 de Septiembre del 2013 por Artemis Macnair Malfoy

[Sagitas E. Potter Blue]

*baaah, ese color verde me descentra y me hace perder las ideas. ¡Quitalooooo! Bueno, vale, no, pero como siga estando cuando cambiemos de página me dará algo*

 

 

Pensé que ahora mismo no me importaría poder ser invisible, como Jack. Pero estaba allá, delante de Cissy, quien lloraba por el elfo muerto.

 

-- Sí, sí, Jack, una salvajada. ¿No puedes ayudar de alguna manera? Eres espíritu, vuela por ahí, a ver si ves algo raro, entra en las otras habitaciones. Pero si ves a parejitas, te salen inmediatamente, nada de fisgar fiestecitas ajenas.

 

Intenté sonreír, pero era algo que no podía, sintiendo la crisis emocional de mi amiga frente al cadáver de aquel elfo. Me imaginé lo que sentiría si hubiera sido Harpo y me entraron ganas de llorar a mí también.

 

La aportación de Matt fue positiva.

 

-- Sí, hijo, ve, consíguelas. Las lágrimas de Bennú ayudarán, hazlo. Y cerrar la puerta del hotel es una buena idea, siempre que Cissy acceda...

 

Por mucho que fuera necesario, el hotel era de Cissy y, a pesar de estar acongojada, ella mandaba en ese aspecto. Y reaccionó, menos mal... Pero aún estaba muy ida.

 

-- Matt, baja y ordena a los elfos que cierren el hotel de la forma más discreta posible. Si algún cliente quiere irse pues... que le ofrezcan lo que ellos más deseen gratis, seguro que siguen. Hem, espera... ¿Este no es un hotel de vampiros? Merde, somos humanos. Y esto es una ratonera.

 

Vamos, vamos... Piensa.

 

-- Primero el elfo, a la cama para que lo reviva, a ver si puede decirnos algo sobre lo sucedido. Cuanto antes encontremos al culpable, antes nos iremos a casa. ¡Por Merlín! ¿Es que no puedo escaparme cinco minutos con mi marido sin que me meta en líos?

[Cissy Macnair]

Sagitas continuaba dando las órdenes que yo en mi estupidez y estado de shock no podría haber dado nunca.

 

Matt tenía que bajar a decir a los elfos que cerraran el lugar pero... ¿qué elfos? Y no quería que se fuera de mi lado.

 

-No hay elfos en el hotel, Sagis, sólo Ori porque había desistido de quedarse en la Botica con Swey- le dije, apenas siendo consciente de lo que aquello significaba.

 

Sólo un elfo en todo el lugar y alguien lo había matado. ¿Era alguna especie de amenaza directa de que la siguiente sería yo?

 

Hasta que había llegado Sagitas, la única humana allí era yo, además de las que se ofrecían como comida a los clientes. Ori era el único elfo... Jack el único fantasma y Matt... Matt era el único semi-lobo de todo el maldito lugar. No supe por qué pensé en todo eso, pero algo allí no encajaba.

 

-¿Y si no quería al elfo?- pregunté, como saliendo desde una tumba, aún mirando mis manos enrojecidas por la sangre-. Digo, ¿y si esto es un aviso, una amenaza, un ultimátum?

[Matt Blackner]

Sagis mandó fuera a Jack, qeu espiara a ver que podía encontrar en otras habitaciones. El fantasma no quería dejarla en aquel momento, pero lo hizo. Desapareció atravesando una pared.

 

Yo tenía qeu bajar y cerrar el hotel. Quien fuera no se iba a escapar, oh, no señor. No podía consentirse, y yo no me fuaba del ministerio para hacer algo asi.

 

Pero Cissy no parecía querer que me fuera. Alli estaba, manchada de sangre, en estado de shock. Estaba preocupado, por ella y por Sagitas, porque éramos humanos alli encerrados con vampiros y un asesino, y me preocupaba qeu les atacasen.

 

Igual que m epreocupaba que fueran a por cissy.

 

- No hay elfos? - pregunté. - Podemos llamar a Harpo. - el podría traer las lágrimas de fénix y ayudarnos. Solo esperaba que Sagis no me arrancara la cabeza por proponer a su elfo, su antiguo amigo, pero era de la familia y estaba curtido en nuestras aveturas.

 

ME acerqué a Cissy y le cogí las manos, para que supiera que estaba alli, para que dejara de mirarlas y me mirase a mi. Era tan raro, ahora era más vulnerable qeu cuando la conocí.

- Pues nadie va a cumplir ninguna amenaza. - aseguré. - No voy a dejarle.

 

Las miré un momento y salí, cerrando la puerta. QUe Sagitas llamara a Harpo y le pidiera las lágrimas de fénix qeu guardaba en una repisa en mi habitación. Yo mismo cerraría las puertas del hotel.

[Sagitas E. Potter Blue]

- Espera, un momento... ¿Que no tienes elfos en el hotel? Entonces... ¿Cómo diablos...?

 

No era quien para juzgar la disponibilidad de elfos o no en un negocio ajeno. Era su negocio, ella sabría porqué no había puesto elfos. Tal vez era como en la lechucería, que aún no me habían aprobado la bóveda ni pagados los aranceles iniciales y, por tanto, aún no podía comprar lechuzas para el lugar. Tal vez ella tuviera un dilema parecido.

 

Pero no era lo importante ahora, sino encontrar el asesino y una explicación lógica. Estar encerrada en un hotel que podía estar (seguramente) llena de vampiros, no me hacía ninguna gracia.

 

-- ¿Aviso, amenaza...? ¿Ultimatum...? ¿Tienes algún precedente de ello? ¿Has recibido alguna amenaza previa, carta, algún animal o criatura muerta en ...? -- guardé silencio. Aquel elfo podría ser bien lo que yo acababa de mencionar. Mucho no pensaban en un elfo más que como una criatura que se puede doblegar y se puede matar de forma impune.

 

Matt sugirió que llamáramos a Harpo. Me estgremecí un poco. Sí, claro, sería bueno que ayudara, pero... ¿Y si le pasaba algo? No, no podía ser suspicaz ni miedosa. Le llamaría para que atendiera el negocio mientras Cissy estuviera aún en estado de shock e investigáramos lo sucedido.

 

-- Estaremos bien, Matt. Pero no tardes.

 

En cuanto se fue, grité el nombre de mi elfo, quien se apareció al instante. Palideció un poco al ver a su homólogo muerto, pero no dijo nada. Después me preguntó si podía ayudarme.

 

-- Sí, puedes. Necesito que me ayudes a poner al elfo en la cama; voy a revivirlo. Después trae el frasquito de lágrimas de fénix. Lo necesitaré para la ceremonia. Y, más tarde, ayuda a Cissy en todo lo que necesite en el hotel. Y no la dejes sola en ningún momento

 

Sonreí, esperaba arrancarle una sonrisa a mi amiga.

 

-- Ni cuando quiera que Matt le acaricie, tú en medio, separándoles.

[Matt Blackner]

Cerré la puerta de la habitación y me alejé, sorteando el charco de sangre que manchaba el suelo. Lo limpiaría en cuanto cerrara la puerta, porque lo primero era asegurar el hotel, no permitiría que el asesino se fugara.

 

Bajé las escaleras con rapidez. No corría porque no quería levantar sospechas antes de que el hotel estuviera sellado.

 

No entendía que alguien pudiera hacer algo asi. Sagitas había dudado de que fuera o no un ultimatum, pero aquello era la clara muestra de que alguien iba tras Cissy. Quien? un miembro de la Hermandad de la Rosa negra aun resentido? tal vez algún acólito de Hera, que buscara el favor de la diosa?

 

Quien fuera, cortaría de raíz el problema.

 

Llegué a las puertas, cerré los cerrojos y usando la varita, la dejé bien sellada. Nadie podría entrar o salir de alli mientrs no levantáramos la protección.

 

Suspiré y fui hacia la zona del bar, donde había alunas personas. Eran vampiros, a excepción de algunos humanos, seguidores de los vampiros.

 

- Lamento informarles de que por motivos de seguridad hemos tenido que clausurar el hotel. Nadie podrá entrar o salir hasta nuevo aviso. Les ruego que mantengan la calma, solucionaremos los problemas lo más rápido posible.

[Cissy Macnair]

Matt me tomó de las manos y Sagitas comenzó a hacer conjeturas. ¿Llamar a Harpo? ¿Y si le pasaba algo estando allí? Yo no me lo perdonaría y Sagitas tampoco lo haría, así que negué con la cabeza, pero nadie me vio.

 

-He tenido una disputa con un vampiro que estaba haciéndose cargo de la Rosa. Yo soy humana y no les hace pizca de gracia que maneje asuntos vampíricos, pero aún con este cuerpo humano, yo soy perteneciente a la Cámara de Lores de la Hermandad y, por lo tanto, todo esto es mío por derecho- expliqué a Sagitas, viendo a Matt marcharse a cerrar el hotel y sintiendo mucho miedo por dentro-. No creo que se atrevan a hacerme esto, pero cuando uno trata con vampiros nunca se sabe.

 

Harpo apareció por el llamado de Sagitas e intenté sonreírle a mi amiga por su broma, pero parecía que mis labios no querían moverse de su lugar y sólo pude hacer una media mueca que resultó espeluznante. Me puse en pie y miré a Ori.

 

-Tú has lo que sea necesario para que Ori nos diga lo que sucedió, yo iré con Matt- la miré, decidida, mientras iba camino hacia la puerta de la habitación-. Yo soy la dueña, debo dar la cara ante los visitantes y... calmar las aguas que se levantarán.

 

No esperé una respuesta de ella. Caminé decidida y salí de la habitación con la varita ya en la mano, dejando a mi amiga con aquella camisa, semi desnuda y Jack por allí dando vueltas, buscando información. Hice una floritura en el aire y una serie de chasquidos inundaron el lugar, bajando desde la cúspide del hotel hasta la planta baja. Todo estaba firmemente cerrado por magia. Ni el sol del amanecer penetraría en aquel lugar, así que los vampiros iban a estar seguros.

 

Bajé casi corriendo las escalera y me acerqué a Matt, que en aquel momento anunciaba que el hotel iba a estar cerrado.

 

-Barra libre para todos- anuncié, tras sus palabras y una serie de hombres y mujeres de diferentes culturas y físicos entraron en el lugar. Eran humanos, preparados para que los vampiros se los cenaran-. Queda prohibido asesinar en mi hotel y disculpen las molestias-, agregué.

 

Me volví hacia Matt y luego volví a mirar mis manos.

 

-Debo lavarme esto-

[Matt Blackner]

Capté una serie de chasquidos más allá del cierre que yo había hecho, y supeq eu era Cissy. Aquello no era un simple cierre y al parecer estaba fuera de la habitación, reaccionaba al fin y eso me alivió un poco.

 

No tardé en verla. Bajó casi corriendo y se me acercó justo cuando anunciaba que cerrábamos el hotel. Tuve que mantenerme firme, no quedaba bien que diera una noticia asi y al mismo tiempo me ponga cariñoso con nadie. Anunció barra libro, al tiemo que hombres y mujeres diferentes cruzaban el lugar. Eran humanos, listos para los vampiros.

 

Eso mantendría distraidos a lo vampiros, calmados algún tiempo, esperaba qeu suficiente, porque nos ignoraron.

 

MIentras Cissy se miraba las manos. Aun las tenía manchadas de sangre, igual qeu yo, aunqeu no era ni de lejos la misma mancha qeu ella.

 

- Vamos.

 

Me acerqué y salimos los dos. la acmpañé hasta el cuarto de baño, un lugar donde podría limpiarse la sangre y quitarse la ropa si hacía falta. Entré con ella, no quería dejarla sola después de lo sucedido. Asi uqe cuando estuve seguro d que alli no había nada extraño...

- Prefieresq eu espere fuera? - le pregunté, acercándome.

[Sagitas E. Potter Blue]

Esperaba que Cissy sonriera. Para ella debía ser difícil empezar una nueva vida como humana y adaptarse a todos los cambios. Para mí, el mayor hubiera sido alejarme del mundo de los vampiros, por si lo echaba de menos y quería volver a meterse. Para mí, aquella nueva situación era una posibilidad clara entre Matt y ella. No quería decir que como vampiro no lo fuera, pero... vamos, que siendo los dos humanos, me imaginaba que sería más fácil...

 

Esperaba, por tanto, que sonriera. No lo hizo, aunque estoy segura que lo intentó. No envidiaba su situación. Humana en medio de vampiros. Me hubiera gustado decirle que renunciara a todo aquello de la Hermandad de la Rosa. Es decir... ¿Para qué quería una herencia que la iba a matar? ¿Es que no recordaba que Akira Vladimir era también heredero y habían intentado matarle? Bueno, a mí, como su tutora. Y a él, en el monasterio...

 

Pero hubiera sido inútil. Podría ser humana pero nunca dejaría ser la orgullosa descendiente de todos aquellos que... ¡Bah, no lo entendía! Para mí, los vampiros eran entes peligrosos y, como tales, había que ir con cuidado con ellos.

 

-- Vale, yo me encargo de Ori, tú ve a donde creas conveniente -- le dije, algo enfadada, al aire que había dejado tras su salida.

 

Harpo me miraba, desconcertado.

 

-- ¿Está segura que ella quiere que esté a su lado?

 

-- Oh, no me importa, ya sabes que no suelo preguntar las cosas. Pero tú la protegerás igual. Si todo va bien, algún día se casará con Matt y se convertirá en Matriarca de la PB por boda. Así que hay que protegerla aunque no quiera.

 

No me protestó, ¿para qué? Me conocía y sabía que era de ideas firmes, aunque alguna estuviera equivocada (que nunca me lo diría, tan buen elfo que era). Me ayudó a poner el cadáver en la cama y desapareció. Casi al instante apareció con las lágrimas del fénix en la mano. Le hice una señal con la mano para que me dejara sola.

 

-- Bueno, cuando vine a este hotel para una cita a solas, no pensé que iba a estar casi desnuda delante de un elfo...

 

Debía ducharme, tal vez por decoro, pero no había mucho tiempo, así que sólo me lavé las manos y me apreté bien el albornoz. Después me puse a ello. Curé las heridas del elfo con las lágrimas. Unas gotas causaban verdaderos milagros, las heridas se cerraban, aunque no sangraban, pues ya estaba muerto. Después invoqué a mis dioses y empecé la letanía de búsqueda de su alma. Era una tarea fácil, después de tantas que había hecho. No estaba segura si las oraciones eran la clave, o las invocaciones, o la ceremonia en sí, o el conjunto... Murmuraba peticiones a los elementos, a la Diosa Tierra, a la Madre Naturaleza... Pedía que el aire entrara en los pulmones, que el corazón latiera, que los órganos funcionaran... Movía mis manos sobre el cuerpo del elfo, moviendo los brazos, las piernas, el torso...Todo el cuerpo era recorrido por mis manos para friccionarlo y a la vez darle esa energía que necesitaba para revivir.

 

Era cansado, pero tan habitual, que no lo noté hasta que el pecho se hinchó.

 

-- ¿Ori? ¿Estás bien?

 

Aún quedaba para que el elfo recuperara la consciencia, pero aquel movimiento me hizo persistir, hasta que sentí el ruido. Sabía que estaba a solas, pero recordé entonces que había venido con Jack. Fruncí el ceño. ¿Cómo podía haberme olvidado de eso? Me giré, no estaba. Seguí friccionando ahora la mano del elfo, para despertar sus músculos, pero miraba por encima de mi hombro.

 

-- ¿Eres tú, Jack? Se supone que este tipo de ceremonias son secretas.