~ La Rosa Negra ~ (MM B: 101997)

[Cissy Macnair]

Tan pronto como los visitantes comenzaron a perderse entre los humanos, disfrutando del momento y una suave música interpretada por instrumentos mágicos inundó el lugar, me di pie para irme con Matt al baño. Él cerró la puerta detrás nuestro y yo me incliné sobre un lavabo para poder abrir el grifo.

 

Negué con la cabeza.

 

-No, no quiero que te vayas- dije, en una voz apenas audible.

 

El agua comenzó a fluir y metí las manos repletas de sangre bajo el frío hilo que caía del grifo. Pronto el lavabo se tornó rojizo y lo único que podíamos escuchar eran las cañerías que crujían en aquel frío lugar.

 

-¿Crees que Sagitas podrá revivirlo? Digo... quizá haya pasado demasiado tiempo muerto o no regrese de la misma forma... No conozco mucho sobre Nigromancia, nunca he intentado hacer ningún hechizo de resurrección- miré a Matt con mis brillantes ojos verdes y algo se movió en mi interior, como si fueran miles de mariposas.

 

¿Era posible que aún en aquellas desesperantes circunstancias sintiera aquella sensación tan cálida como la primera vez que lo había visto? Me aliviaba estar con él.

 

-Tú debes saber más, ya que Sagis es tu madre y probablemente le has visto revivir a otros, ¿no?- solté, intentando evitar que aquel calorcito subiera desde mi estómago hasta mi rostro y me tiñera las mejillas de rojo.

 

Volví a girarme hacia el lavabo y me miré en el espejo. Tenía manchas rojas en la cara y toda mi camisa estaba hecha un desastre. Al menos mi chaqueta se había salvado, la que tenía puesta momentos antes de encontrar a Ori muerto. Noté, entonces, que seguía teniendo mi pistola en la cintura, así que me alivié. Las balas de plata disuadirían a los vampiros de molestarme y mi varita me ayudaría con cualquier hechizo.

 

Comencé a desabrochar los botones de la camisa a topa prisa y me la quité, quedándome sólo en ropa interior en la parte superior de mi cuerpo. El sostén negro estaba manchado también, pero no iba a quitármelo y, además, no se notaba. Metí la camisa bajo el chorro de agua que salía del grifo y volví a mirarme en el espejo.

 

-Esto es un desastre... Deberías ir a ver que Sagitas esté bien y tenga todo lo que necesita para el ritiual- dije a Matt.

[Matt Blackner]

Mientras cerraba la puerta el agua comenzó a caer. Cissy no tardó en meter las manos bajo el chorro, on la voz apenas audible. Aun estaba mal y eso me preocupaba, mucho.

 

La miré lavarse las manos, que pronto pusieron la pila de color rojizo. Durante un rato no se oía más que el agua. Yo la miraba y ella se miraba las manos. No me gustaba no.

 

Tenía ganas de acercarme, de abrazarla y de decirle qeu todo iba a salir bien, borrar aquella imagen de su compañero muerto de forma tan cruel y marcharnos de alli a pasar un rato alegre.

 

No tardó en comenzar con las preguntas. Era normal qeu dudase acerca de poder revivirle, nunca era una tarea fácil y siempre quedaban dudas, pero yo por experiencia propia tenía confianza en Sagitas. Me miró a los ojos, esos ojos tan verdes y brillantes de repente. Noté que me estremecía, noté el pelo de punta y una extraña sensación en el estómago.

No supe que decirle, no porque no estuviera seguro, sino porque nunca era fácil. Como se lo decia, eh, mira, me llamo Matt y me he muerto dos veces, he acabado en el infierno y mi madre me sacó de alli...

La vi desabrocharse la camisa y parpadeé, agachando la mirada un momento. Si, una cosa era saber de la gravedad de la situacion, y otra...bueno, podía decir qeu sabía bien lo que le pasaba a jack con Sagitas.

- No te preocupes, está bien, tiene las lágrimas de fénix, a Harpo y a Jack. No necesita más y está bien protegida, te lo aseguro. Jack no deja qeu nadie se le acerque. Iremos con ella cuando acabemos aqui

ME acerqué hasta ella desde atrás y la abracé, le di un beso en el hombro y metí las manos bajo el grifo, con las suyas. tenía manchas de sangre por la cara, en el estómago, en el pecho...la sangre había traspasado la camisa.

- Ori volverá y estará bien, seguro. Solo qeu necesitará descanso al principio. - Tenía el corazón a mil, estaba nervioso y me ponía rojo, lo sabía. Era inevitable a su lado. Ya se lo había dicho una vez, no podía controlarme, se me disparaba el corazón en cuanto la tenía cerca.

Saqué la mano del grifo y le quité la smanchas de la cara con cuidado.

- Podrá, pase lo qeu pase. Es la mejor y Jack puede ir al mundo de los muertos cuando quiera, asi qeu la ayudará. Y estoy seguro porque... - sonreí levemente para quitarle importancia. - Ya he estado muerto, dos veces. Me quedé atrapado en el infierno y las dos ha conseguido qeu volviera.

[Cissy Macnair]

De nuevo, la voz de Matt tranquilizadora intentó hacerme sentir segura y por un momento lo logró. Allí, dentro del baño, no había nadie más que nosotros dos y su mera presencia me era suficiente para estar más tranquila.

 

-Jack es un fantasma- le recordé, pensando en cómo era posible todo lo que sucedía.

 

Sabía que él podía hacerse corpóreo en algunos momentos, aunque no tenía idea cómo sucedía y si podía hacerlo a su antojo. Tampoco sabía cómo podía ayudar a Sagitas en caso de que alguien quisiera atacarla. Mi ignorancia sobre el padre de Matt era mucha y secretamente deseaba poder conocerlos a los dos mejor. También desconocía a Sagitas a pesar de llevar una amistad de algunos años.

 

De un momento a otro, noté los brazos de Matt rodeándome y sus labios en mi hombro, porporcionándome un beso y un alivio inmediato a mi estado de ánimo oscuro. Vi sus manos junto a las mías, comenzando a mojarse con agua roja por la sangre y ayudándome a quitarme las manchas de encima.

 

-Ori estará conmocionado, me pregunto si podrá recordar algo de lo sucedido- pregunté en un susurro, quizá demasiado acalorado como para denotar preocupación.

 

Podía sentir el corazón de él acelerado en mi espalda. Estaba segura de que si me daba vuelta en aquel momento podría ver su rostro poniéndose del mismo color que su cabello.

 

Sus manos dejaron el agua y se dirigieron a mi rostro. Por el reflejo del espejo lo vi y también noté la humedad de sus mano, quitando los rastros de sangre de mi cara.

 

-No tenía idea que un paseo ideal para ti podía ser el Infierno- dije, sonriendo con la broma tonta que acababa de hacer.

 

Aún así, fue una sonrisa triste.

 

Coloqué una mano mía sobre la suya, junto a mi rostro y la llevé hasta mis labios para besarla con ternura. ¿En qué estaba pensando? Las cosas no estaban bien como para ponerme romántica... Pero siempre que intentábamos estar juntos o a solas, sucedía algo... Quizá no existía un momento ideal para ponerse románticos. Quizá un momento ideal era cualquiera que se diera.

[Matt Blackner]

Alli estábamos los dos solos, en un baño si, pero solos. Fuera había estado asustada, y ahora tal vez empezara a calmarse, a recuperarse de aquel shock sufrido por ver a Ori de tal forma.

 

- Si, es un fantasma, pero no es normal. Si Sagitas peligrase estaría a salvo a su lado. Jack aun es capaz de hacer magia

 

Si, Jack era un fantasma, pero aun asi era muy extraño. Al lado de Sagitas se volvía corpóreo, todos los que les conocíamos sabíamos aquello. Y en la oficina había visto como jack conjuraba varios hechizos, canalizándolos mediante la magia de Sagis. Era raro, yo casi no lo entendía, pero estaba acostumbrado a las rarezas de la familia. Y Si su mujer peligraba, Jack era capaz de resucitar para arrastrar a cualquiera al infierno.

 

La ayudaba a quitarse las manchas de sangre, el agua estaba helada, cosa que para un vampiro seguramente no era nada especial, pero para un humano era algo qeu despejaba las ideas en momentos asi. Deba ser fascinante redescubrir el mundo a un nivel "diferente" después de tantos años.

 

- Si te soy sincero, no lo se. Recordará cosas, pero seguramente si, estará muy confuso al principio

Habíamos bajado la voz sin darnos cuenta. El contacto de las manos, frías y húmedas por el agua, con su piel cálida era una sensación rara, quitaba las manchas de sangre y sentía la piel suave bajo los dedos, casi conteniendo la respiración.

Reí levemente con su broma, si, un paseo por el infierno, en realidad no era tan descabellado hacer esa broma en casa.

- Es un sitio muy cálido para pasar el invierno. - contesté.

Noté un chispazo cuando su mano se quedó junto a la mia, comenzó a besarla, con ternura, cada roce me producía una especie de pequeña descarga que me iba del brazo a la columna, era agradable, era genial y me hacía tener cosquillas en el estómago.

Me mordí el labio, no me gustaba verla mal con el panorama que teníamos fuera, un asesinato, un montón de vampiros y nosotros tres alli encerrados con ellos, a la espera de saber eu había pasado. Era el mejor momento? seguramente no, pero para nosotros la vida consistía en una aventura tras otra, asi qeu en la familia, si dependíamos de encontrar el momento apropiado para el romanticismo, la llevábamos clarísima.

Que se lo dijeran a Sagitas y a Jack. Al final solo quedaba el momento, fuera cual fuese.

MI mano se movió, no se solté la mano, pero tenía otra libre, asi qeu me incliné hacia ella y cambé las manos por mi boca, un beso tierno, cosquillas, aquella sensación de simple felicidad.

[Cissy Macnair]

Me había respondido que Jack era raro junto a Sagitas. Cierto, ya le había pillado en lo que quería decir y no simplemente porque hablara de un fantasma, sino porque sabía que Jack era muy especial. Jamás le había visto hacer magia, pero si Matt decía que era así, que de alguna forma canalizaba la magia de Sagitas a través de sí mismo, entonces le creía, sólo porque él lo decía. La magia era extraña y los seres que la poseían más raros aún. Había pasado de ser una milenaria vampiresa griega a una humana sólo con un ritual, eso ya decía mucho de nuestra situación de magos, brujas y fantasmas.

 

Respondió con gracia a mi broma. Me daba gusto que no se lo tomara a mal, no quería herirle. Yo no tenía idea ni de la mitad de cosas que había pasado con su madre y mucho menos la mitad de las cosas que había hecho Sagitas, pero no me podía imaginar a nadie bajando a los infiernos y regresando en una pieza. Sabía que Matt tenía en este plano a Fenrir, que no era solo su forma lobuna representada en forma física, sino un ser que también poseía algo espiritual muy potente y los había visto en marcha en muchas ocasiones. Así que si él me decía que había ido al infierno dos veces y regresado por Sagitas, le creía, nuevamente.

 

En cuanto nuestras manos se unieron, sentí fluir cierta energía a través de ellas. Matt lo había sentido también, estaba segura. Se movió tan rápido como Fenrir lo hubiera hecho, jugueteando con Ithilion y cambió las manos que yo besaba por su propia boca. Y, entonces, me encontré besándolo con ternura. No recordaba cuándo había sido la última vez que nos habíamos besado así, ni siquiera recordaba la última vez que habíamos tenido un momento a solas. Y aunque fuera el mundo estuviera desmoronándose, al menos por un momento podía dedicarme a ser feliz.

 

Lo abracé mientras nos besábamos, dejando que una mano se situara en su cintura y la otra en su cuello, delicadas y apremiantes. No quería que se fuera, que me soltara, que todo aquello desapareciera. Era tan feliz y tranquilo aquel momento que no podía pensar en nada más.

 

Pero... el beso finalizó y lo miré a los ojos de nuevo.

 

-Definitivamente es el peor lugar y momento, pero me has hecho feliz con esto, Mattie- dije, sonriendo por primera vez con total sinceridad-. Quiero ver que Sagitas esté bien. Este lugar da escalofríos con tantos vampiros.

 

Saqué mi varita y, sin separarme de él, apunté a mi camisa.

 

-Tergeo- dije, en una voz neutra.

 

La camisa quedó limpia y seca y volví a colocármela.

[Matt Blackner]

Había energía. Siempre, energía que fluía y nos movía, pero solo a veces esa energía se conecta entre dos personas de la forma en qeu nos pasó a nosotros en aquel momento. ME alegró ver que no me alejaba cuando hice el cambio, manos por labios, aquel momento se volvió más tierno. Hacía mucho que no habíamos estado solos, y menos besarnos asi.

 

Fuera había peligro y problemas, pero nosotros habíamos buscado un pequeño hueco de tranquilidad.

 

Noté que me abrazaba, que las manos en mi cuello y en la cintura aun siendo delicadas, me mpedían una marcha que yo no quería, no pensaba en nada más.

 

Y aun asi acabó, y nos miramos a los ojos. La veía sonreir, por una vez con sinceridad, relajada. Reñi levemente con su comentario, si, era...bueno, no el mejor momento, ni el mejor lugar si teníamos en cuenta que estábamos en un hotel...o en un cuarto de baño.

 

Con la varita terminó de limpiar la camisa y volvió a ponérsela. Fruncí el ceño y gimoteé como hacía Fenrir, bromeando.

- Bien, vamos a verla. Pero no te separes de mi. No me fio.

[Cissy Macnair]

No pude evitar sonreír con el gimoteo que hizo Matt cuando me puse la camisa. Iba a soltarle un "oh, picarón eres", pero me contuve, porque aquello me distraería de ir a por Sagitas.

 

-No me separo, no te preocupes- le dije.

 

Salimos del baño de la mano, algo que no ocurría seguido, porque nunca estábamos tanto tiempo juntos. Ahora, a pesar de lo de Ori, me parecía hasta excitante el que estuviéramos encerrados en el hotel. Si no fuera porque sus padres andaban cerca, seguro que lo encerraba en una habitación conmigo.

 

Los vampiros no nos dieron ni una miradita. Estaban muy inmersos en sus juegos con las carnadas vivas que les habíamos ofrecido, aunque algunos ya pasaban por lo sádico. No mataban a sus víctimas, se los había prohibido, pero sí algunos disfrutaban haciéndoles daño y sentía los gritos de algunas habitaciones, algunos de horror, otros de placer. Aquello iba a ponerse interesante.

[Matt Blackner]

Salimos de la mano del baño. Normalmente no íbamos asi, más que nada porque casi no teníamos tiempo para estar muy juntos. Además de que no quería perderla de vista, simplemente me gustaba el contacto aquel, las sensaciones, por mínimas que fueran. Uno tenía que aguantar y mucho no hacer uso de las habitaciones que pudieran quedar libres en el hotel, mis padres estaban alli, estábamos encerrados con vampiros, un asesinato...demonios, no podía existir una ocasión mejor qeu aquella.

 

Los vampiros, por cierto, no nos hicieron ni caso. O al menos los pocos que quedaban fuera de las habitaciones, ya que se entretenían con los humanos, aquellas presas ofrecidas a ellos para que se entretuvieran. Algunos las cortejaban, y otros habían pasado ya a actos mayores. Había gritos de dolor, de pánico, algunos de placer...me pregunté que saldría de aquella noche...

 

Desde luego iba a ser divertido ver que pasaba.

 

Al entrar en la habitación dejé pasar primero a Cissy, y luego, tras asegurarme, cerré la puerta. Jack estaba alli, al otro lado de la cama frente a Sagitas, quien ya había traido de vuelta a Ori, ahora dormido seguramente gracias a alguna pocón, en busca de que se recuperase y se calmara. bien sabía yo que algo asi no era agradable, y estaría alterado casi con seguridad.

 

Los dos parecían preocupados por algo.

- Que pasa?

 

- He descubierto algo. Deberíais verlo, todos. El que mató a Ori...aun está aqui.

[Cissy Macnair]

Subimos a la habitación en la que habíamos dejado a Sagitas con Ori y cerramos la puerta detrás de nosotros. Jack ya estaba allí y al parecer, Sagitas había logrado revivir al elfo, así que me coloqué junto a la cabeza de mi Ori y le di un beso en la frente, tal como lo haría si fuera mi hijo o cualquier otro ser querido.

 

-¿Aquí?- solté, algo temerosa.

 

Matt había visto el rostro de su madre y al escuchar eso de que el atacante seguía en La Rosa Negra...

 

-¿Te refieres a que aún está en el Hostel o a que... está aquí, en esta habitación?- pregunté, atontada.

 

Si estaba en la habitación, significaba que el asesino era uno de nosotros y eso no tenía coherencia... A menos que el asesino estuviera escondido en algún lado de la habitación. Pero era absurdo. Seguro que se refería a que, con el cierre mágico, el que hubiera perpetrado aquello había quedado varado dentro del hostel.

[Artemis Macnair Malfoy]

Vampiro cliente

 

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Ignoraba a todos. Le daba igual si el hostal estaba cerrado, si había muerto alguien. No escuchaba a nadie, salvo a quien en ese momento estaba en sus brazos. Un humano cuyo corazón latía y su cuerpo estaba tan caliente que quemaba. Le gustaba intimar con la comida, lo hacía todo más divertido. Sus colmillos volvieron a hundirse en el muslo ajeno, rasgando la fina piel, perforando la fibrosa carne hasta la femoral. De allí bebió el trago más exquisito que jamás había probado.

 

Se separó y sonrió antes de saborear los restos del preciado néctar rojizo. Acarició su comida y lo besó en los labios, en aquel diván a la vista de todos. No le importaba, era exhibicionista. Pero en ese momento no pensaba en que lo mirasen o aprendiese de él. En aquel instante tan íntimo con el otro chico estaba disfrutando del hostal y de la compañía.