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Castillo Gaunt • (MM B: 102403)


Anne Gaunt M.
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El vampiro bajó las escaleras del Castillo y al pie de ellas, en el vestíbulo vio parado a un hombre con una gran capa a sus espaldas. El joven Gaunt bajó las escaleras a pasos más lento y fue hacia el hombre al ver que nadie lo había recibido — Hola, buenas — el chico le extendió la mano — Sea bienvenido al Castillo Gaunt — le dijo al hombre de manera de bienvenida. El chico miró a su rostro y continuó — Me presento. Soy Emmet Haughton Gaunt — le dijo el muchacho y continuó — Soy hijo de Santos y de Evarela por parte de la familia Haughton — el chico terminó y movió su pelo que había caído a sus ojos.

 

El vampiro no quería quedar como un maleducado, pero tenía que averiguar más de aquél hombre que había entrado al Castillo ya que no dejaría a un desconocido solo dentro del mismo, delante de la visita — Disculpeme Sr. — le dijo el joven y prosiguió — ¿Usted es...? — dijo dejando la pregunta abierta para que el hombre respondiera. SU cara le parecía muy familiar pero antes de meter la pata debía preguntar como es debido y si el hombre era familiar de él pediría las disculpas correspondientes.

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http://i.imgur.com/LZ2zUEj.gifhttp://i.imgur.com/C83rY.gif // ~

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Crazy Awards 2018:

7F1CpeC.gif "El Romeo"

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Horas después del encuentro con el fantasma de Jack el Calicó.

 

«Increíble. Definitivamente lo que no me pase a mí no le pasa a nadie más», se dijo a sí misma, poniendo los ojos en blanco mientras suspiraba sonoramente. Agarró de nuevo el vaso de agua fresca que Terracota le había servido unos instantes antes y bebió de él ligeramente, aunque no más que unas cuantas gotas para humedecerse los labios. El encuentro con aquel extraño fantasma la había trastornado, y más aún al saber que él vagaba por el mundo paseando su pena por la pérdida de su amada, tantos años atrás.

 

Se levantó arrastrando los pies y miró su reflejo en el espejo que había en una de las paredes laterales de aquella sala. ¿Realmente se parecía a Anne Bonny? Según Jack sí, se parecía mucho a ella. Y no era tan extraño si realmente era descendiente suya pero...

 

La licántropa alzó la mirada hacia el techo cuando escuchó nuevos golpes en el último piso del castillo. Supuso que Jack había vuelto a lanzar algo contra las paredes de la habitación en la que se había autoconfinado y, aunque estuvo tentada de subir para volver a hablar con él, se quedó donde estaba, encogiéndose de hombros. Si quería seguir amargado el resto de su vida era su problema, y ella no movería un dedo para ayudarle.

 

Aunque quizá podría usar al fantasma para su propio beneficio...

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Mery Anne Haughton

 

Recordó al momento que había traído consigo a su serpiente Ka, un preciosa Boa constrictor de tonos verdes brillantes y negros. Los ojos de esta no eran tan grandes como los de otros reptiles, aunque su color ámbar hacía que parecieran mucho más grandes. Sin prestar demasiada atención a su madre y el maravilloso fantasma, que parecía estar completamente enamora y seguro de conocer a la Gaunt, salió disparada escaleras abajo en busca de la serpiente.

 

Aquello era un trabajo totalmente imposible. El castillo Gaunt era enorme, y una serpiente podría estar en cualquier sitio, y más siendo Ka, que era aventurera y seguramente estaría arrastrándose por los suelos de cada habitación. La desesperación de la pelirroja era tan grande que por un momento estaba mordiendo las puntas de su pelo, cosa que odiaba y no soportaba ver ni hacer.

 

- ¡¡¡Mamá!!! -gritó con todas sus fuerzas. Si, aquel trabajo era para que lo buscaran todos los familiares, elfos y residentes del castillo, incluyendo al recién aparecido fantasma-. ¡¡¡¡¡Corre mamá, ayúdame!!!!! -siguió gritando totalmente desesperada mientras se colocaba de rodillas en la primera escalera para que así la escuchara con mejor calidad.

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La paz se respiraba en el ambiente. Una absoluta calma reinaba en todas y cada una de las habitaciones del castillo Gaunt. El silencio...

 

¡¡¡Mamá!!!

 

Anne saltó del sillón en el que estaba recostada con gran sobresalto, asiendo rápidamente su varita. Conocía perfectamente la propietaria de la voz que acababa de escuchar: era su hija Mery. Instintivamente, se llevó la mano derecha al vientre como para proteger a su bebé de cualquier cosa que pasase mientras salía de la sala en busca de su rebelde pelirroja, que parecía estar en peligro. Había gritado algo más, pero no había conseguido distinguir las palabras. ¿Qué estaría ocurriendo?

 

Justo cuando salió de la sala de estar del piso bajo dirigió su mirada hacia la escalera principal, en la que halló a la pequeña vampiresa.

 

Mery, criatura, ¿qué pasa? ¿A qué se deben estos gritos? —preguntó mientras observaba el lugar: no había nadie más con ellas—. Por Morgana, pensé que habían venido a hacerte daño... cualquier día me vas a matar de un infarto —añadió apretando los dientes con enfado, dándole un golpe en la cabeza a modo de regaño.

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Mery Anne Haughton

 

Nadie bajaba las escaleras, ¿sus voces no eran demasiado fuertes como para que la escucharan? Suspiró mientras se levantaba con pesadez y miraba de un lado a otro en señales de algún familiar. Justo cuando iba a lanzar otro grito, mucho más fuerte que el anterior una voz familiar llegó a sus oídos. Era su madre, que claramente, no había bajado por las escaleras. ¿Tanto griterío para que su madre estuviera en una habitación paralela a donde estaba ella?

 

- Mami, esto es horrible, Ka a desaparecido -dijo con un tono de voz desesperado. Entonces, justo después de decir esas palabras, recordó lo mucho que odiaba su madre a los reptiles. Agachó la cabeza, ahora no sabía si la desaparición era peor que los gritos que soltaría su madre al encontrar a la Boa-. Me tienes que ayudar a buscarla, por favor. Sabes lo mucho que la quiero y lo importante que es para mi -finalizó mientras ponía cara de niña pequeña para así intentar ganarse a su madre.

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El vello de la matriarca se revolucionó en cuanto escuchó la palabra "Ka". ¡Aquella maldita serpiente andaba campando a sus anchas por el castillo Gaunt! Dio un respingo en el sitio donde se encontraba e instintivamente bajó la mirada al suelo, paseándola de un lado a otro buscando algún ser repugnante y serpenteante por allí.

 

¿Que yo te ayude a quéeeee? ¡Pero si que se pierda es lo mejor que le puede pasar a ese bicho! ¡Qué asco! —vociferó, alarmada. Se subió a la escalera. Las boas no sabían subirlas, ¿no?—. Ay, Mery, cómo me pides estas cosas... de verdad que vas a acabar con mi vida, qué barbaridad... pon a tus elfos a buscarla, y deja que yo me esconda —murmuró hablando muy rápido presa de la desesperación, haciendo que sus palabras no se entendiesen.

 

Aquella fobia a los reptiles era cómicamente irónica, ya que la licántropa llevaba un gran tatuaje en el antebrazo izquierdo de una calavera y una serpiente, símbolo de su querido y adorado bando. Pero aquella serpiente era de mentira... la que se arrastraba por el suelo de su hogar era de verdad. Jamás sería capaz de hacerle daño a un animal, pero tampoco se sentía especialmente cómoda cerca de las serpientes...

 

Está bien, busquemos. O mejor... ¡¡Secajoooo!! ¡¡Terracotaaa!! —llamó con fuerza. Al instante, ambos elfos aparecieron junto a las dos brujas—. Mi hija ha perdido una boa. Es fea, se arrastra, tiene escamas y es... asquerosa —indicó, estremeciéndose—. Si queréis más información, preguntadle a ella —finalizó, señalando a Mery con el dedo.

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Mery Anne Haughton

 

Y como era una cosa que ya se veía venir, el rostro de la Gaunt cambió totalmente. Si, aquello que le pidió era imposible para su madre, como pedirle a ella que se hiciera cargo de unos niños pequeños. Su bello se erizó de solo pensarlo pero después se centró en la desaparición de su preciosa serpiente.

 

- No grites mujer, no hace falta que ofrezcas tu ayuda de tal manera -dijo mientras su rostro cambiaba a expresar disgusto y a la vez algo de gracia. Era impresionante ver como su madre, una gran Mago Oscuro, una mujer que parecía valiente y sin miedo a nada, le temía a una serpiente inofensiva, y más aún, cuando pertenecía a el bando del cual el símbolo tenía una serpiente. Aguantó una carcajada que amenazaba con salir y se mantuvo derecha-. Mamá, es una serpiente inofensiva, no te va a comer ni nada por el estilo, no hace falta que escales paredes ni te cuelgues a lamparas... -comentó con un tono chistoso.

 

Suspiró mientras pensaba donde podría estar Ka, aunque ningún sitio le vino a la mente, podría estar rondando por cualquier habitación, dormida en cualquier rincón o a saber que más cosas podría hacer. Al momento, después de que la voz de Anne parara de llamar a sus elfos, estos aparecieron para cumplir sus ordenes. Como era lógico, ella no iba a mover ni un solo dedo para buscar a la serpiente y, en aquel caso, mandó a sus elfos. La explicación que dio sobre la boa fue totalmente ofensiva, y a la vez graciosa.

 

- Se llama Ka, mide aproximadamente dos metros y medio, sus escamas son verdes y negras y sus ojos color ámbar. No es ni fea ni asquerosa como dice vuestra ama, así que ya sabéis, a buscarla -comentó mientras se cruzaba de brazos. No se fiaba demasiado de que aquellos seres despreciables buscaran a su preciada serpiente, aunque no iba a estar ella sola por todo el castillo buscando, así que más le valía fiarse de estos-. ¿Te apuntas a la búsqueda, mamá? Será divertido, y te prometo que no dejaré que se acerque la serpiente a ti si la encontramos -dijo mientras la miraba con ojos inocentes, aunque convencerla para que hiciera eso iba a ser más que complicado.

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Escuchó las respuestas de Mery frunciendo el ceño, aunque no abrió la boca. Sí, quizá se había excedido un poco catalogando a la mascota de su hija... pero no había ni punto de comparación entre aquel ser escamoso que se arrastraba por el suelo y su husky siberiano, precioso, esponjoso y siempre alegre trotando por los jardines del Castillo. Se guardó aquellos pensamientos para sí, bastante irascible estaba ya la niña como para chincharla más.

 

La pelirroja explicó a los elfos cómo era la boa, y ella hizo caso omiso a sus comentarios. Ni le interesaba, ni le interesaría nunca. Cuando la voz de Mery la reclamó, se giró hacia ella con gesto inocente.

 

¿Que me apunte a qué? Ah no, conmigo no cuentes para eso. Tengo un bebé aquí dentro que, estoy segura, tampoco quiere buscar a tu bicho —comentó, señalándose el vientre—. O bueno, quizá cuando nazca es un enamorado o enamorada de las serpientes como tú, y me tocará chillar por dos veces —murmuró, a la vez que se le ensombrecía el rostro—. En cualquier caso no, yo no voy a... ¡espera, se me ocurre algo! Ve buscando tú... yo ya sé a quién más le voy a pedir ayuda para esto —dijo. Comenzó a subir las escaleras, camino del séptimo piso. Jack no se negaría a ayudarla... comenzaban a llegar las ocasiones de aprovecharse de la presencia del fantasma.

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Mery Anne Haughton

 

Si, aquello iba a ser totalmente imposible y le tocaba buscar a la serpiente a ella sola. No era que le molestara, pero tampoco le agradaba demasiado buscar una serpiente mientras su madre se subía a una lampara para no verla. Por un momento una imagen de Anne haciendo aquello se dibujó en su mente, y sin poder evitarlo soltó una carcajada.

 

Escuchó con atención a su madre quien dejaba más que claro que no iba a buscar al reptil. Suspiró aunque su momento de felicidad sin acordarse del engendro que la Gaunt llevaba en su vientre se desvaneció, ¿de verdad era necesario nombrar al bebé en cada momento? Si, sin duda si que era necesario, así comenzaba a acostumbrarse a el.

 

- Bien, pues corre a esconderte, trepar paredes o cualquier cosa mientras yo busco a mi preciosa mascota -dijo con tono frió y distante. Le molestaba que su madre no ayudara en la búsqueda de un animalito indefenso, aunque todo era esperar a que se acostumbrara a el-. Seguro que sigue mis pasos y se enamora de las serpientes el ser que llevas dentro... -comentó sin darse cuenta de que su madre estaba subiendo ya las escaleras para hacer quien sabe que. "No tiene remedio..." pensó mientras se adentraba a la salas llamando a Ka.

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«Maldito bicho, y yo ayudando a buscarlo», pensó, con cierta molestia. Realmente le desagradaba la idea de encontrarse de frente con la boa, aunque era un riesgo que corría mientras no la encontrasen. Lo único que tenía claro era que la freiría con un fuego maldito en caso de que le saliese al paso, lo cual le costaría una grave discusión con su hija Mery.

 

Alcanzó el séptimo piso sintiendo un nudo en el pecho. Respiraba con cierta dificultad, aunque sabía que no era nada grave: simple fatiga a causa del embarazo. Avanzó hacia la habitación donde, de vez en cuando, se escuchaban golpes y aullidos: la habitación donde se había recluído el fantasma de Jack el Calicó.

 

¿Jack? —susurró, empujando suavemente la puerta. Asomó la cabeza con precaución, no sentía deseos de que un trozo de mueble impactase en su frente—. Jack, ¿puedo hablar contigo?

 

Los golpes cesaron. La figura translúcida del hombre apareció ante ella, mirándola con aquellos ojos profundos y cargados de ansiedad.

 

¿Qué quiere ahora? Pensé que no quería saber nada de mí —murmuró, con voz dolida.

 

Ay no, esto... lamento lo de antes, Jack. Realmente quería pedirte disculpas y... bueno, dado a que compartiremos hogar, siento que lo mejor será llevarnos bien, ¿no le parece? —respondió la licántropa, escogiendo cuidadosamente sus palabras. El fantasma asintió, aunque en su rostro seguía reinando la desolación—. Mira, necesito tu ayuda. Mi hija, Mery, ha perdido a su boa en el castillo... y yo le tengo auténtica fobia a las serpientes. ¿Crees que podrías buscarla? De verdad, no soportaría encontrarme con ese ser... —le explicó, adoptando una expresión inocente y encantadora.

 

La Gaunt tuvo que disimular la sonrisa que amenazaba con dibujarse en sus labios: había conseguido su objetivo. El fantasma, dejándose llevar por el parecido que la mujer tenía con su antigua y difunta amada, había cambiado su gesto y ahora sonreía, dispuesto a ayudarla. «Lo sabía, cederá ante todo lo que le diga», pensó la licántropa, complacida.

 

Por supuesto, señorita. Buscaré al animal por usted —le dijo, saliendo al instante de la habitación. La licántropa se quedó durante unos segundos en el lugar, parpadeando sorprendida por aquella reacción. Después, salió y se dirigió hacia el vestíbulo. Mery aún estaba allí—. Jack, el fantasma, ya está buscando por el castillo. Él me suplirá, ¿vale? —comentó, encogiéndose de hombros—. Ah, y avísame cuando sepas dónde está. Procura encerrarla para que no vuelva a escaparse porque, la próxima vez, la buscaré para freírla, cielo.

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