Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)

[Felicity]

Sira fue quien abrió la puerta. Una sonrisa sincera se formó en los labios de Felicity, pintados del mismo color el carmín. Se alegraba de ver a la Haughton. Sin embargo, chasqueó la lengua cuando escuchó como la llamó.

 

-Detesto que me llames así, y lo sabes - dejó que Sira peinara sus cabellos y negó con la cabeza - los niños despeinan más que los hombres, te lo aseguro.

 

Sin más preámbulos cruzó el umbral. Una vez dentro, observó el castillo. La decoración era exquisita, denotándose la buena posición del apellido dentro de la comunidad mágica de Londres. Mientras avanzaba por un largo pasadizo que Sira le indicó, se desabrochó los botones superiores de la túnica, ya que sentía un poco de bochorno una vez resguardada entre las gruesas paredes de la edificación. La Haughton le enseñó un libro de negras tapas de camino hacía donde se encontraban el resto de compañeros con quienes realizaría aquella guardia. Iba a preguntar de qué trataba aquel cuaderno, pero alguien picó a la puerta y Sira fue a recibir a quien estuviera aguardando tras la puerta.

 

Al llegar a la estancia indicada, saludó a los presentes o, mejor dicho, a las presentes. Cissy Macnair, una mortífaga que se había revelado como tal ante toda la comunidad mágica, se encontraba entre ellas. Felicity la miró con un eje de envidia, dado que ella, por su posición, nunca se atrevería a hacer semejante cosa a menos que fuera necesario dada la posición que ostentaba de inefable al servicio del Ministro de Magia aunque muchos lo ignoraran. También se encontraba Lucie, un recién ingreso de la marca tenebrosa de quien no tenía dato alguno, y una tal Isabell que había llegado tras ella.

 

-Hola Cissy - el libro que le había enseñado Sira, ahora reposaba entre los brazos de la Macnair - veo que todas habéis despertado interés por "ese" libro...

 

Habló con una pincelada de amargura en su voz. La última vez que tomó un libro entre sus manos cuya procedencia desconocía, se había enterado de que era una Malfoy y no tenía más ganas de más sorpresas. Y hablando de sorpresas...

 

-Vaya...Ian - soltó, acompañando sus palabras por una amplia sonrisa - no sabía que vivías aquí, con los Ryddleturn, pensaba que lo hacía en la Malfoy, aunque mejor... - soltó con descaro.

 

Había conocido a aquel joven en la guardia anterior y, aunque entre ambos llegó a haber tensión, nada sucedió entre ambos. Pero no fue el único que se unió a las presentes. Otro joven de negros cabellos hizo entrada. Felicity lo saludó con un pequeño de cabeza, deseando para sus adentros que este se comportara como un caballero y le ofreciera una copa como la que estaba tomando. Pero ver a Sira y Cissy tan ensimismadas con aquel cuaderno la sacó de quicio. Por ello, desenvainó la varita mágica de negra madera del cinto que sujetaba la tela a la altura de la cintura, apuntó a este y una llamarada surgió de su varita directa a este...

 

-Por Mer...

 

De un segundo a otro, todo empezó a temblar. Grietas se abrieron en las paredes y el suelo empezó a caer bajo sus pies, lanzando a todos los presentes a lo que parecía ser, un enorme pozo sin fondo.

[Cissy Macnair]

Miré de reojo a Sira cuando tomó el libro y evitó que viera el lomo. ¿Esa chica se daba cuenta lo maniática que parecía? Bufé y luego desvié mi vista hacia Felicity, que más bien parecía contrariada por nuestra fascinación con el objeto. Estaba por decirle que le quitara importancia cuando un chico se hizo presente en el lugar. Era Ian, el hijo de Juve. Lo había conocido cuando habíamos ido a uno de los negocios de su madre en otra guardia y desde entonces habíamos tenido algunos escasos encuentros en el Caldero Envenenado y dentro de la Fortaleza Oscura.

 

-Hola Ian, gracias por la bienvenida- dije, volviendo de nuevo la vista hacia mi compañera Loveless, que parecía totalmente encantada con la aparición del demonio. No pude evitar soltar una risita por lo obvia que era la castaña y estaba segura de que alguien más se había dado cuenta de eso.

 

Habíamos comenzado a caminar hacia los jardines cuando otra voz me distrajo y me volví a girar, esta vez para encontrarme con Criss, un viejo compañero de la Academia y actual compañero de bando. No pude evitar sonreír abiertamente y mientras él guardaba cordialidades, yo me adelanté y lo abracé con cariño.

 

-Ya, no seas tan formal- le susurré en el oído y luego tomé distancias de nuevo, que ya había empezado a ponerme colorada. Carraspee, esperando tomar la atención de Sira, que seguía embobada con Ian y el libro. Pero al fracasar en mi tarea, me acerqué de nuevo a ella justo cuando Felicity lanzaba un hechizo contra el tomo-. ¡mier**!- grité sin pensarlo, olvidando mis modales.

 

El piso comenzó a temblar sin más y me aferré como pude a lo que tenía más cerca: Lucía y Criss. Estiré instintivamente una mano a Felicity e Isa antes de caer por el pozo negro que se había abierto bajo nuestros pies, soltando un grito aterrador mientras el vacío nos engullía.

[Sira Loveless Haughton]

Mostraba el libro a Ian cuando un joven del que tenía un vago recuerdo los recibía. Arrugo la nariz pues no tenía idea de que aquel joven estuviera viviendo en el castillo:- Gracias por el recibimiento- Lo miro sin soltar aun el libro de sus manos aun al lado de Ian. Felicity en ese momento, se había dado cuenta de lo que el libro provocaba en las mortifagas que eran sus compañeras de guardia, la castaña seguía con en las manos. La varita de la mortífaga estaba por lanzar una llamarada cuando el suelo comenzó a temblar bajo ellos:

 

- ¿Qué has hecho?- Preguntó sintiendo como todo a su alrededores tambaleaba, el suelo cedía a sus pies, la caída era inminente. No sabía dónde estaban los demás, pero ella no dejaba que el libro cayera de su mano mientras con la otra instintivamente agarraba a Ian:- Parece que esto será divertido- Soltó mirando al castaño con una sonrisa lasciva en su rostro.

 

Aquel pozo que parecía no tener fondo llego a su fin, dejando a todos sobre un paisaje que más que bonito parecía idílico. Se levanto del suelo como si nada hubiera pasado poniendo el libro en su espalda, sujetándolo con su pantalón y cubriéndolo con su blusa roja. Rodeo con la mirada donde habían ido a parar, la verdad que era extraño lo que había pasado. Comprobó que sus compañeros estuvieran bien o al menos, enteros:- ¿Caísteis todos de pie?- Pregunto alzando la voz mirando uno por uno a los que la acompañaban.

 

Avanzo por aquel extraño paisaje aun algo aturdida por lo que había sucedido. Estaban en una especie de parque, todo estaba en silencio, apenas si se escuchaba el cantar de algunos pájaros así como el murmullo del agua del estanque que centraba el sitio. Alrededor de él, un barrio idílico de casas de maderas blancas y marrones se alienaban. Jardines perfectos, todo limpio y demasiado…silencio:

 

- Esto es tu culpa Amapola, tu lanzaste esa bola- Sentenció la demonio clavando sus ojos negros en ella.

[Luci Rosier]

Lucie Ryddleturn Lovegood

No sabía que hacer allí. La verdad es que estaba todo el rato en silencio. Me mantuve sonriente y feliz durante todo el rato. Después Cissy se dirigió a mi:

- Lucie, tenemos que hacer la... visita... Normalmente damos un vistazo y vemos que todo esté en orden... Podríamos ir a los jardines, hay un bonito sol fuera a pesar del otoño fresco que nos tocó.- una sonrisa se dibujó en mis labios. Estaba en mi mundo de fantasía. Estaba pensando en mi familia. Pero no sabía que más hacer o decir. Al cabo de un poco tomé la palabra:

-Bueno, entonces, ¿qué hacemos?- dije esperando a que me contestaran.

Off:

Me he perdido en la historia!!

[Zack Ivashkov]

Nunca antes pensó que estaría disfrutando del incesto tanto como lo hacía en ese preciso momento. Zack conocía de muchos casos en el pueblo inglés de gente que simplemente encontraba agradable disfrutar de la compañía de algún familiar, pero nunca se vio a sí mismo en una posición. Por suerte nunca negó que haría tal cosa, sino se estaría lamentando pero en lugar de eso disfrutaba de tener a su hermano tan cerca y besar sus labios como si fuera algo que hicieran desde siempre.

 

Si bien no estaba acostumbrado a ese tipo de encuentros casuales con otros tipos, sabía aprovechar el momento y todas las variantes que la vida pudiera ofrecerle. Sin pensarlo siguió tocando el cuerpo de su acompañante recorriendo cada centímetro con sus dedos y sintiendo como, a pesar de ser los dos vampiros, comenzaban a calentarse. La sangre de su cuerpo circulaba en perfecta armonía provocando una erección que inevitablemente podría ocultar, estaba totalmente desnudo.

 

-La variedad es la sal de la vida- murmuró el mago oscuro a su hermano al tiempo que desplazaba la boca a su cuello para dejar una marca morada en él. De lejos podría parecer un hematoma, sin embargo cualquiera que lo viera a escasa distancia podría reconocer que era el sello de un momento de frenesí. Zack podía sentir toda su virilidad en su máxima expresión y le agradaba que aquello fuera el fruto de una nueva y diferente experiencia, pero por ahora no podía llevar eso más allá.

 

-Tengo cosas que hacer. Pero prometo que se repetirá- Soltó el Mortífago guiñando un ojo a Emmet justo antes de acercarse y morderle el labio inferior. -Una nueva marca para que me recuerdes- Finalizó al saborear la gota de sangre que salió de la pequeña herida que su mordisco provocó. Zack se dio media vuelta con una sonrisa pícara y salió de la ducha. Había disfrutado el momento, pero tenía otras cosas que hacer. Quizá no pasara mucho tiempo antes de que aquel encuentro se repitiera. Una vez seco y vestido nuevamente, giró sobre sus talones y desapareció.

[Connor Fox]

Criss asintió al saludo de Felicity y correspondió al fraternal abrazo de Cissy; aquella chica transmitía una tranquilidad al vampiro, así que no desaprovecharía la oportunidad de impregnarse en ella. El Mortífago sonrió a sus palabras certeras. Era tan pocos las veces que podía representar la Mansión, que podía ponerse nervioso de vez en cuando.

 

No alcanzó el tiempo para formalidades, cuando algo alertó al vampiro, justo en sus pies, el piso empezó a temblar y crujir como si una bestia durmiera justo bajo la superficie. Una grieta desde un rincón de la Mansión se hizo cada vez más grande hasta que cruzó los pies de cada presente, hasta llegar al otro extremo del lugar. El vacío bajo sus pies fue inminente y todos cayeron de bruces dentro del gran agujero que se había pronunciado. La mano de la Mcnair se aferró a la de Criss y Lucie para ganar algo de estabilidad a la caída.

 

—Estoy Harto de esta sensación tan desagradable — Comentó el fundador de la Mansión poniendo la mano en su cabeza para intentar apaciguar el mareo que la caída había causado. La última vez esa sensación fue el inicio de una aventura no tan placentera en su negocio.

 

— ¿Dónde estamos? —Comentó poniéndose de pie. Paseó su mirada para confirmar que todos estuviesen bien, y de una vez, identificar aquel extraño lugar y cómo habían llegado allí.

 

Notó un aire tranquilizado en las brujas, al parecer ellas tenían algo de experiencia en ese tipo de situaciones. Aún desconcertado, hacía memorias antes del momento de la caída, y recordó el énfasis que se hacía entre las brujas en un libro nuevo a la vista de él; estaba convencido de que no era un libro común y corriente; pues de no tener importancia, hubiese quedado atrás.

[Sira Loveless Haughton]

Su mirada no dejaba de mirar a su alrededor, de nuevo el silencio le ponía los pelos de punta. No había nada, ni niños jugando, ni siquiera unos patos en el agua que pidieran pan a los niños que jugaban con sus cometas. Frunció el ceño, todo era demasiado idílico. El primero en hablar fue Criss, se ve que las demás aun estaban en el suelo intentando saber que era lo que pasaba:

 

- No sé donde estamos…pero es raro, ¿verdad?- Preguntó sin dejar de mirar ahora a una de las casas que rodeaban aquel parque. Se llevo instintivamente las manos a la espalda, toco el libro para cerciorarse que se encontraba allí, se relajó al sentirlo cerca, aun aquella sensación la tenía en su interior no se reconocía ni ella misma.

 

Dejo de mirar a los demás para centrarse en aquella casa y ver como unas cortinas se movían. Había alguien allá dentro. Sin evitarlo de nuevo sus ojos se quedaron inyectados como en sangre, su rostro se desfiguro aun conservando su belleza, su demonio se combinaba con ella creando uno solo, las dos mentes se habían dejado unir y avanzo hacia la casa.

 

- No es educado esconderse tras las cortinas- Susurró con una sonrisa de medio lado acercándose a aquella casa. Seguía con la mirada puesta en aquella casa, de madera pintada en tonos marrones claros rodeada con una valla de madera pero pintada de blanco, todas las casas eran de igual manera, como si las hubieran pintado en un lienzo y las colocaran allí.

 

 

Avanzaba hasta llegar al porche de la casa, una simple puerta la separaba de aquel personaje que los miraba. Agarro el libro y sin mirar atrás desapareció tras la puerta.

[Cissy Macnair]

Mi grito quedó atrás tan pronto como la sensación de vacío dejó de atormentarte. Mis pies zapatos dieron contra suelo firme pero no duro, sino que me sentía como rosando alguna especie de mullida superficie. Parpadee varias veces mientras intentaba aclarar mis ojos y mis ideas, pues la luz del sol los nublaba. Las voces de mis compañeros me llevaron de vuelta a observar a mi alrededor, primero viendo si todos estábamos bien. Solté la mano de Lucía, aunque me costó, pues parecía que mis dedos se habían pegado a su piel con fuerza y luego, más lentamente, hice lo mismo con Criss.

 

-Estoy bien- dije en respuesta a la pregunta de Sira. Evidentemente había caído de pie, así que no debía preocuparme por ningún otro golpe en el cuerpo, pero incliné mi cuerpo hacia adelante y tomé con mis manos mis rodillas, masajeándolas, intentando recuperar el aire que por un momento se habia escapado de mis pulmones... o al menos esa había sido la sensación porque yo llevaba cientos de años sin respirar.

 

A un lado, Criss se tomó la cabeza y sonreí. ¿Es que ese chico solía caer pr agujeros negros en el suelo todo el tiempo? Yo me sentía como Alicia en el País de las Maravillas, aunque por suerte no me interesaba encontrar a ningún conejo blanco.

 

-¿Raro? Yo creo que esto no es raro... esto es alucinante- dije con sarcasmo.

 

Estábamos en alguna especie de parque. Había pasto verde bajo nuestros pies, flores por doquier, alguna que otra avecilla cantaba con alegría y árboles a los lejos me indicaban que quizá había un bosque. Una casa más allá, como a trescientos metros de distancia, nos mostraba que al menos aquel lugar parecía habitable.

 

-¿Es que es un traslador?- pregunté en voz alta, a nadie en especial. Pero no me parecía que fuera eso, exactamente. Después de todo, sólo Sira había estado tocándolo al momento en que la mansión se había resquebrajado para tirarnos en un pozo-. Eh, Sira, no te separes- le dije, pero ya la chica caminaba hacia la casa.

 

Bufé. Si no permanecíamos juntos, como un equipo, fácilmente podíamos acabar mal. Resoplé y miré al resto de mis compañeros para ver qué harían ellos. Ya la Loveless estaba entrando en la casita... aunque si yo fuera el dueño de esa casita, estaría esperándola con una sartén en la mano para defenderme.

[Kahlan Blackthorn]

Juv Malfoy Haughton

-Nada mejor que una ducha tibia…-susurró la Haughton sintiendo el agua caer por su nívea piel, acariciando la misma como si fueran las manos de un apasionado amante-Buenos recuerdos…-mordió su labio inferior recordando aquel diminuto traje de baño, jamás dejaría pasar por alto las travesuras que podría perpetrar junto al Slytherin. El roce de los labios de la Ángel Caído sobre los del Nigromante, aquella mezcla de adrenalina y malicia que broto de sus cuerpos, buscaría desatar la misma y apoderarse de ella eternamente-No tardará en llegar, solo espero que recuerde nuestra deuda…-chasqueando la lengua finalizó su ducha, no deseaba que le encontrara en paños menores o algo similar.

 

Tomando una oscura toalla envolvió su escultural figura con la misma, delineando con la suave textura de la tela sus curvas perfectamente delineadas. Era un mujer sumamente hermosa, deseada por muchos y poseída por muy pocos, aquello reducía la lista a una sola persona y eso le fascinaba. Verse envuelta en un halo de misterio y oscura seducción, aderezado con ese toque peligroso que sabia como imprimirle a las cosas Radamantys. Sería interesante ver que reacción de obtendría de juntar a dos seres como ellos, oscuros, maliciosos y habidos de sangre y dolor en todo momento.

 

-Somos perfectos juntos, pero podríamos ser excelentes unidos en todos los aspectos…-tomando la copa de vodka que le invitaba a beberla, no dudo en hacerlo y mojar sus labios con aquel néctar que le quemo la garganta al contacto. Su cuerpo se tenso al recordar el tacto de las manos de Radamantys sobre su cadera, parecía como si hubiera tatuado permanentemente aquellos roces que perdurarían sobre la piel de la Haughton. El Slytherin si que sabia como hacer sentir bien a una fémina, no solo en el aspecto de placer y esas cosas, dado que la Malfoy podía dar fe de que era diestro en cosas que solo ellos dos sabían y jamás se atreverían a divulgar.

 

-La noche es larga y nosotros, pues nosotros tenemos una eternidad de matanzas y placer por delante…-chasqueando sus dedos cubrió su cuerpo con un bikini de dos piezas, dejando con aquella prenda mucho a la imaginación. En esta ocasión no iría a matar a ningún fenixiano, tampoco internaría quemarlos con las abrazadoras llamas de sus Fuegos Malditos o cortarlos en pedazos con su afilada katana de plata-No, ahora me voy a dedicar a darle caza a mis deseos más oscuros y secretos, no pienso darle tregua a lo que pase o pueda dejar de pasar…-asintió calzando sus pies con unas cómodas sandalias azul oscuro, tomando asiento cómodamente sobre su cama, espero paciente la llegada de su anhelada visita.

Editado 22 de Septiembre del 2014 por Juve Aiiden Aiel Malfoy

[Sira Loveless Haughton]

Había entrado en aquella casa donde no había sido invitada, tan solo guiada por aquella sensación que la tenia controlada. Sentía como se enfriaba su cuerpo, su sangre iba recorriendo cada vena dejando un reguero de frialdad por donde pasaba. Aquella casa tenía algo que no podía describir pero le hacía sentir bien. Su aliento ya no era grato y templado, sino que ahora era como el propio hielo, gélido y dañino. Paso sus manos por sus cabellos ahora de un color oscuro igual que lo habían sido sus ojos que ahora sí que eran del mismo color que el rubí. Seguía sus pasos hacia la sala de aquella construcción de madera. Haciendo crujir el suelo a cada paso que daba avisando de que estaba dentro:

 

- ¿No has podido esperar un poco mas y traerlos aquí?- La extraña figura que los miraba desde la sala se había alzado frente a la mortífaga que la miraba con el ceño fruncido:- A mi no me vas a dar órdenes- Respondió echándola a un lado agarrando a aquella mujer del brazo y casi estampándola contra el mueble de caoba:

 

- Vendrán, claro que vendrán, no por nada elegí el cuerpo de esta mujer- La voz resonaba como el eco, ya no era la dulce voz de la Loveless sino que era profunda, ronca como procedente del inframundo:- ¿Qué tiene ese cuerpo que no tengan los demás?- Preguntó desde el suelo la mujer que comenzaba a levantarse, mirándola con intriga:

 

 

Era la que más poder interior tenia, además de su curiosidad- Sacó de la espalda de la castaña aquel libro que tiró frente a la mujer sonriendo. Había sido el gancho perfecto para que la curiosa Loveless se acercara hacia aquel mundo de donde ese ente deseaba salir:- Ya me canse de tener a todos estos chupópteros bajo mi yugo, ahora quiero más- Susurro mirando como los demás se acercaban a buscar el cuerpo de la poseída Sira. Aquella especie de ente deseaba tener el poder que un día se le arrebató dejándolo encerrado en aquel mundo donde poco a poco consiguió transformar a todos los habitantes en figuras sin alma y sentimiento, como haría ahora con la castaña.