Museo Night (MM B: 105846)

[Circe Atkins C.]

Matt Atkins

 

Sonrió ante la actitud de Alessandra, si bien le había dolido su rechazo frente a su hija tampoco la podía culpar. Negó con la cabeza un poco mientras reía con suavidad mientras que abrazaba a la Gryffindor por la cintura y la apegaba más a él para sentir su calor. Realmente la necesitaba pero parecía que ese día iba a ser imposible debido a todas las interrupciones de su querida hija Luna.

 

Apareció de la nada y antes de que la rubia lo empujara Matt la soltó, se alejó hasta quedar apoyado en la pared con los brazos cruzados y los ojos cerrados esperando a que se fuera pero su comentario le hizo mucha gracia al Malfoy. ¿Molestar? Bueno, esa no era la palabra correcta pero tampoco podría decir que no molestaba, simplemente llegaba en los momentos no deseados.

 

—Tranquila niña, no es necesario mandar a nadie, ya me estoy yendo. —Le sonrió a la chica abriendo sus orbes azules.— ¿Sabes? Deberías aprender a tocar la puerta, ya sabes. ¿Tu madre no te enseñó? Que extraño... —Miró de reojo a Alessandra intentando no reírse, pues solo deseaba hacer enojar a aquella niña, porque, claro, para él era una niñita considerando sus años.

 

Esperó hasta que la bruja se fuera y se acercó a su amante.

 

—Parece que tendremos que esperar, algo me dice que no nos quieren juntos el día de hoy. Nos vemos en otra parte. ¿Qué tal si voy a la Mansión Delacour? Claro, si no hay problema. —Le dio un beso en la frente con dulzura.

[Leslie Ashryver PB]

La Gryffindor se deleitó con la risa suave del Atkins, quería besarlo pero su hija aparecio, sin tener tiempo a reaccionar el Castaño se alejo de ella lo cual la molestó mucho.

 

Rodo los ojos ante el comportamiento infantil de Matthew pero aun asi le encantaba, asintio a las palabras de la pelirroja.

 

-De acuerdo- le respondió.

 

Se giro para ver al Atkins queriendo pegarle de forma juguetona ante su comentario, pero este se acercó a ella que se olvido hasta de respirar.

 

-Sabes que no hay problema conque vayas a la mansión- suspiro de placer al sentir los labios del Castaño en su frente -te esperare- se puso se punta de pie para rosar sus labios -recuerda buscaer a Alec- sonrio apenas mientras tomaba la mano de Matt para acompañarlo fuera del museo.

[Circe Atkins C.]

Matt Atkins.

 

Soltó una carcajada, como amaba las reacciones de Alessandra, cada día lo sorprendía más y más pero eso era algo bueno, al menos para él. Se limpió las lagrimas que salían de la risa y la abrazó por la cintura para sentir aquel pequeño rose de sus labios, esos que le tentaban de sobremanera pero debía aguantarse, al menos por hoy.

 

—Perfecto, entonces mándame una lechuza e iré corriendo. —Sonrió.— Sí, en estos momentos es lo que haré, buscar a Alec e intentar hablar con él pero no te prometo nada. —Comenzó a caminar con ella hasta la salida de aquel lugar.— Ah, perdón amor, me olvidé que eres bajita para mi. ¡Deberías buscar alguna poción para crecer! —Se mordió el labio con una sonrisa ladina.— ¡Venga, no te molestes! Solo bromeaba.

 

La alzó en brazos a lo recién casados mientras que llegaban a la salida dándole pequeños besos por toda su carita, no faltaba, claro estaba, los "lindos" comentarios de la Gryffindor por la broma. La bajó y le dio un beso dulce pero apasionado en los labios y luego en las mejillas.

 

—Venga, entra, que no deseo que nadie más te vea sonrojada y ¿por qué mentir? tan apetecible. —Se relamió los labios sonriendo con más diversión.— Nos vemos mi vida.

 

Dicho esto desapareció del lugar en seguida para dirigirse al Castillo Ravenclaw, lugar donde de seguro encontraba a su hijo.

 

[Allen Abbadonia]

Era un buen día. El clima era agradable, era poco pasado de medio día, no había muchas novedades, el joven ya se había instalado y a falta de responsabilidad académica o laboral había decidido ir a dar una vuelta por ahí. Se había paseado por una buena parte del Diagon en busca de algo que hacer, pero el lugar estaba atiborrado de bares, cafés, restaurantes y demás lugares de alimentos, cosa que le mosqueaba un poco, al buscar algo diferente.

 

—O estoy ciego o aquí falta algo como un teatro... O no, mejor una casa del terror... O no, mejor un simulador de escenarios... O no, mejor...— A medida que caminaba por las calles, divagaba con las más extravagantes ideas de entretenimiento, pasando desde un campo de tiro con arco hasta un lugar de plataformas de trampolín, donde se pudiera brincar y ejercitar de forma divertida. Pero ninguno de esos sueños vería la realidad mientras tuviera tan escaso dinero, pero no importaba.

 

En una esquina, la atención del muchacho fue atraída por un lugar algo difícil de describir, había llegado al museo, pero lo que más le llamó la atención fueron los animales exóticos que había afuera, entre ellos un cocodrilo en miniatura. Al llegar donde estaba el reptil le acercó la mano, por instinto el animal quiso morderlo y Allen quitó la mano de inmediato para soltar una risa.

 

—¿A qué te atrapo sin que me muerdas?— Le retó el pelinegro, como si el animal pudiera entenderlo, y así se puso en guardia, mirando a los ojos al reptil, en una batalla silenciosa donde solo el más ágil e inteligente iba a ganar.

[Valky]

La respiración de la bruja era agitada, sus ropas tenían rasguños en algunos lugares y cada cierto tiempo regresaba a ver sobre su hombro > murmuró al ver que aquellos extraños hombres aun la seguían, estaban demasiado cerca. Dio vuelta a la esquina y dijo — Fortificum — para que así un muro tan alto y ancho como el hechizo lo permitía, apareció de la nada con la intención de frenar un poco el avance.

 

​Tan exhausta como estaba y con sus perseguidores superándola en numero, era una locura hacerles frente, lo mejor era buscar un lugar seguro. Mirando el muro con una mezcla de frustración y enojo la castaña giro sobre si misma desapareciendo de aquellas calles de Brighton. Con su varita aun en la mano, apareció tras pocos segundos de obscuridad, en el callejón Diagón.

 

Aun agitada y con su mente a mil por hora, empezó a caminar sin tener claro a donde estaba dirigiéndose. Lo único en lo que podía pensar era en el rostro de aquellos magos que sin previo aviso la habían empezado a perseguir, y era claro que no tenían muy buenas intenciones para con ella. Tan concentrada como estaba no se percató que al virar la esquina un joven estaba de pie en la entrada de uno de los locales, cuando quiso detenerse ya fue demasiado tarde. Al parecer el joven no había estado bien parado pues producto del choque con la castaña, mago y bruja habían ido a parar al suelo.

 

 

—Auch —musitó la Haughton algo avergonzada mientras levantaba la mirada hacia el mago —Lo siento... — empezó a decir, más luego reconoció al chico —¿Tu?... eres el chico raro del torneo... — balbuceo aun sin ponerse en pie. Aquel muchacho había desaparecido luego de terminar un torneo que se realizo en la fortaleza, sin duda era extraño volver a verlo por el Diagón.

[Allen Abbadonia]

Aquella épica batalla de voluntades no cesaba, y parecía lejos de llegar a su fin. Una rivalidad donde ninguno de los contendientes le daba la más mínima ventaja al otro. Un cruce de miradas mortal, que con cualquier descuido le costaría el duelo a aquel que lo cometiera. Para Allen, aquel suceso debería ser recordado por generaciones, una victoria o derrota tan legendaria que pondría en alto el apellido Abbadonia.

 

Pero, aquel tramposo cocodrilo hizo una fechoría, algo digno de un maleficio tramposo, un acto de cobardía comparable a tirar tierra a los ojos del rival en un combate a muerte de caballeros. Si, seguro había sido el quien, de alguna u otra forma, le tirara encima a una persona, para derribar al joven y quedarse con la absoluta victoria de aquel encuentro.

 

En el suelo, Allen se sacudió un poco para recomponerse, y con la diestra alcanzó su sombrero de paja que había caído a algunos centímetros de distancia. Haciendo una mueca de enfado meramente infantil ancló su mirada en la persona que lo había derribado, la cual le reconoció casi de inmediato, pero el joven tuvo que mirarla fijamente en silencio para poder reconocerla.

 

—¿Raro?— Cuestionó, poniéndose de pie con un leve brinco. —Puede ser.— Divagó, alzando la mirada hacía el cielo. Finalmente recordó quien era ella, y si hubiese sido posible, los ojos se le hubiesen saltado y los cabellos se hubieran puesto de punta. Pero en cambio, solo consiguió abrir sus ojos, mostrando asombro y al mismo tiempo miedo. —¡¡Tuuuu!!— Exclamó señalándola.

 

—¡Voy a morir, voy a morir, voy a morir!— Exclamó, entrando en pánico y corriendo en círculos pequeños. Lo ilógico era que no huyera al sentirse en peligro, y en su lugar cometía esas acciones erráticas. —¿Qué es lo que quieres aho...?— No terminó su pregunta y ahora la observó con más cuidado. Estaba lastimada, y muy agitada, en ese estado apenas y podía moverse al parecer. Aquella pequeña chispa de humanidad inocente se encendió en el muchacho, el cual se acercó y se puso de cuclillas frente a ella.

 

—Oe... ¿Qué te pasó?— Preguntó totalmente desconcertado. Aquellos cambios tan repentinos en el carácter del joven eran normal para el, pero obviamente no para el resto del mundo, cosa que podía traducirse en desconfianza o insultos contra el.

[Valky]

Si, sin duda alguna aquel joven seguía siendo igual de raro a como lo recordaba. Tan solo se quedó mirando su reacción, aun sentada en aquella acera del Diagón, la verdad es que no quería ponerse en pie, las piernas de la ojimiel estaban adormecidas y temía que no pudieran soportar su peso. Muy a su pesar sonrió al ver la reacción del mago, no recordaba haberse portado mal o hacerle daño en el pasado, eso sin contar los duelos que habían tendido.

 

 

—¡Shhh! — dijo al escucharlo decir que iba a morir y ponerse a correr en círculos — Calla que no te haré nada... — intentó calmarlo, pero él no la escuchaba, parecía que realmente estaba asustado. — Cálmate... que ha sido un accidente... — decía la bruja aunque era inútil.

 

 

Dejó de hablar entonces y espero a que se calmara por sí solo, tras un par de segundos al fin el chico guardó silencio y se acuclillo junto a ella, al parecer recién se había dado cuenta de las condiciones en las que se encontraba la castaña. Aquel cambio de actitud la desconcertó, había pasado de pensar que lo iba a matar a preocuparse por ella > Pensó levantando la mirada, un tanto confundida.

 

 

—Hasta que te has calmado... — dijo evitando responder la pregunta —Anda, alcánzame mi varita y ayúdame a pararme — en la caída, la varita que tenía en la mano había ido a parar unos cuantos metros lejos de ella. — ¿Porque has pensado que quería hacerte daño? — Preguntó la bruja desviando la conversación hacia él — ¿Dónde habías estado? — Añadió quitando con sus manos el polvo de su ropa, al mover la mano noto una pensada de dolor en el costado izquierdo, quizá necesitaría unos cuantos episkey.

 

[Allen Abbadonia]

Allen prestó algo de atención a lo que la mujer decía. Primero sobre su petición, el joven vio de reojo la varita en el suelo y después volvió la mirada a la chica, analizándola de pies a cabeza rápidamente. La solicitud le pareció incongruente, en ese lamentable estado difícilmente podría ponerse de pie, ante esto el joven ladeó la cabeza a la izquierda con curiosidad. A continuación vinieron dos preguntas más, ambas muy fáciles de responder. El chico le dedicó una amable sonrisa, la cual se borró al ver una mueca parecida a un gesto de dolor en la chica cuando se sacudió con las manos. Inmediatamente se puso de pie.

 

—​Lo ultimo que recuerdo de ti fue que me acabaste con veneno, y no fue algo precisamente agradable. Además, durante aquella competencia todo el tiempo demostraste que se te debe tener miedo.— Argumentó para responder a la primera pregunta. Avanzó unos cuantos y se agachó para levantar la varita de la mortifaga. —Además con esa forma de verte, es como tener a la mismísima muerte por delante.— Agregó, sumándole un gesto raro al torcer la boca. Sus ojos y palabras transmitían incertidumbre, miedo y curiosidad.

 

Dicho esto de nuevo se puso de cuclillas delante de ella y le entregó la varita mágica. Posteriormente se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, tal y como hace la gente que medita.

 

—Y bueno, esta mañana estaba desayunando. Y ayer me encontré de nuevo con mi madrina, y una chica que no recuerdo su nombre. Y antier recién llegué por aquí. Ante-antier estaba en el tren en camino...— Empezó a relatar con inocencia, levantando un dedo de su mano derecha por cada día que mencionaba, como si los estuviese contando.

 

—Pero eso no importa ahora. ¿Necesitas ayuda para sanarte o tu orgullo es más grande?— Preguntó de forma directa, sin meditar que palabras así podrían ponerlo en problemas. Además, salvo el hechizo Episkey, el pelinegro no tenía ni la menor idea de como hacer una curación.

[Valky]

Las preguntas de la castaña habían funcionado, al parecer el joven había pasado por alto que no le respondió que era lo que le había sucedido. Se puso en pie para recoger la varita al mismo tiempo que le respondía a sus preguntas. Había olvidado que en la final del torneo había acabado con él con veneno, así como también que en ese entonces ella era una persona muy diferente a como lo es ahora. Hace mucho que había dejado de infundir aquel miedo. Suspiró añorando aquellos días del pasado y no pudo evitar sonreír cuando la comparo con la mismísima muerte.

 

—Conozco a la muerte y créeme que ella no es tan sexy como yo — comentó sonriendo, tomó la varita y añadió — Gracias… — bajó para observar su bien más preciado y comprobar que estuviera en óptimas condiciones, más no fue así. En la huida cuando se estaba desapareciendo, distinguió como un rayo viajaba hacia ella, luego de ser destruido el muro. Su varita había sido afectada,

 

Hacer hechizos sería un verdadero reto, torció el gesto y levantó la mirada nuevamente hacía Allen que estaba sentado frente a ella, al parecer no tenía la intención de ayudarla a ponerse en pie, lo miró curiosa sin interrumpir el relato de donde había estado se preguntó sin poder evitarlo. A leguas se veía que no había ni pisca de maldad en el corazón o al menos esa era la impresión que siempre había tenido.

 

—Cuida esa lengua, que aunque no sea la persona que conociste hace tiempo, no significa que no pueda volver a serlo… después de todo es parte de lo que soy — le previno luego del comentario acerca de su orgullo. Si bien había adoptado el apellido Haughton, Valkyria siempre sería una Black Lestrange y el orgullo y la prepotencia eran parte de ella, de sus genes.

 

— ¿Puedes hacer episkey? — Preguntó la bruja — Aunque lo que en realidad necesito es sangre… quizás tome un poco de la tuya — dijo con una sonrisa que no dejaba notar si estaba hablando en broma o si por el contrario lo decía en serio. Acto seguido intentó hacerse un Episkey pero nada sucedió, más bien el dolor aumento y la bruja contuvo el aliento mientras se llevaba la mano al lugar en donde le dolía.

[Allen Abbadonia]

A pesar de haber logrado mantener la compostura, el joven por dentro explotaba por soltar el comentario de "si esta chica es sexy comparada con la muerte, la muerte debe ser terriblemente fea". Sin embargo, había logrado controlar su lengua en una excepcional ocasión, y que mejor, estaba delante de una terrible asesina.

 

Caso contrario fue el de tocar el tema del orgullo, que al parecer si consiguió una reacción negativa por parte de la chica que le lanzaba una amenaza ahora. Intimidado, Allen volvió a abrir los ojos de par en par y mostró sus dientes, su expresión era de claro miedo, incluso se inclinó para atrás con la intención de mejor irse por donde había llegado, no quería meterse en problemas con una persona peligrosa.

 

Escuchó la pregunta, pero palideció y se asustó aun más con la aclaración de que su necesidad era sangre, y que además pasaba por su mente tomar un poco de la del muchacho. Apoyó ambas manos en el suelo, a los lados de su cuerpo, esa era una clara señal de escape y correr por su vida. Para bien o para mal, no se movió cuando la chica al parecer intentó sanarse, identificando que no obtuvo el efecto deseado. El miedo poco a poco se transformó en curiosidad, y posteriormente en preocupación, no podía dejarla ahí a su suerte, aquello iba en contra de los principios dictados por su abuelo.

 

—Son tan raros ustedes.— Argumentó, llevando la mano derecha al bolsillo del mismo costado de su pantalón, de ahí sacó su varita mágica y la acercó a la zona que parecía provocarle más dolor a la bruja. —Episkey.— Susurró para usar a favor de la bruja el hechizo y sanar sus heridas. Repitió la operación un par de veces más por algunas zonas de su cuerpo que se veían lastimadas.

 

—Listo, es lo mejor que puedo hacer.— Admitió, guardando el arma mágica nuevamente donde la tenía, posteriormente le sonrió un poco. —Te compartiría de mi sangre, pero dudo que siquiera seamos de un tipo compatible. Deberías ir a un hospital mejor.— Agregó menos nervioso. Un escalofrio se apoderó del joven, miró inquieto de un lado a otro, buscando algo, pero no veía nada. Tenía un mal presentimiento.

 

—Oe, ¿y si mejor entramos a ese lugar?— Sugirió señalando el museo. —Para pedir ayuda de alguien más...— Argumentó.