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Detective Mágico Consultor (B: 106711)


Hessenordwood Crouch
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Sin darse cuenta el mago sonrió, una larga media sonrisa que empalmaba sus cicatrices que lo dividían entre hombre y bestia. Todo mientras, a diferencia de ella, él mantenía la vista puesta en la muchacha que no dejaba de redireccionar sus ojos y remover sus manos una sobre otra. Por el modo en el que ella habla Garry se confunde al tratar de saber si ella “cree” que así es la historia o si de verdad está segura de lo que cuenta y todo eso que hace, inconscientemente, es solo parte de su malestar sentimental que le provoca rememorar la triste y dura historia de su viejo.

 

Sin embargo, Ollivander opta por no dudar de ella, después de todo, Dennise Delacour es la persona más interesada en darle solución a todo esto.

 

Parpadea pesadamente cuando ella ha terminado de contar, debe él saber qué de todo lo que ha dicho es importante, y antes de hablar le echa un vistazo pesado a su sanadora, que pareciera más atenta en sus notas que en el detective. Garry provoca entonces otro largo minuto de silencio, con tantas cosas pasando por su cabeza, no le molesta si Bel interviene un poco para que la muchacha no se incomode ante el mutismo del licántropo, aunque si ella lo hace, si se incomoda, realmente tampoco es algo que mortifique a Garry.

 

¿Traerá con usted ahora ese pergamino anónimo? -, Ollivander preguntó tranquilamente después de un rato, mostrándose serio, mientras tomaba un sorbo más de aquella infusión.

 

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La sanadora
No tardé en comprobar que disponía de la tinta suficiente para empezar a tomar notas. Las haría esta vez de mi propio puño, con la esperanza que la vuelapluma no "exagerara" en demasía, y tuviera luego a Garry quejándose de que lo recogido no tiene la rigurosidad científica requerida. Igual― y es una cosa que ya he dicho para él directamente― me es imposible escribir sin involucrarme. Sí, la mente puede ir tomando nota de cada cosa con detalle, pero al final siempre es el corazón el que termina por ponerle un tono al conjunto.
Apenas asentí en el momento en que él lanzó un casi imperceptible gesto que indicaba su enésimo pedido de "fidelidad" a los hechos narrados. Seguidamente comenzó con sus preguntas, una tras otra, precisas para recabar los datos importantes: saber cuánta información maneja Dennis sobre quien fuera su padre, y qué tan cercanas son las fuentes que le han proporcionado dicho conocimiento. Aproveché entonces, el momento en qué por fin las preguntas terminaban, y Dennis se tomaba unos minutos para responder, para tomando la pequeña tetera de porcelana vacía llenarla con más infusión caliente de la cocina.
Dennis no tenía forma de saberlo, pero la bebida no es una al uso, sino una muy cuidada variedad cultivada en los jardines de mi castillo en la Evans McGonagall. Ciertamente en pocas cosas podía ser yo quisquillosa, y las infusiones y pociones eran una de ellas.
― Sírvanse un poco más de bebida. Les vendrá bien a ambos, y es especialmente buena para controlar los nervios Denn.
Ahora que forzosamente hablaría de todo eso que durante tanto tiempo había callado, estaba convencida que la muchacha quedaría con los sentimientos a flor de piel, y en un estado muy vulnerable, de manera que aquella infusión era apenas una mínima colaboración para atenuar su dolor; una vez servidas las tazas de ambos, volví a tomar mi lugar y acomodando mi propia taza de forma que no corriese peligro alguno de que su contenido se vaciase a las notas, volví a tomar la pluma y la sumergí en el pomo de tinta, retomando mi tarea.
Ella era londinense después de todo, y su padre inglés lo que me hacía suponer que su madre también lo era. Que difícil entonces habría tenido que ser para él dejar atrás su tierra, sus recuerdos, y la tumba de su amada esposa para ¿sobrevivir? fuera. Era verdad que no tenía en buen concepto al padre de Dennis por el momento ―aunque no iba ni por asomo confesar aquello― pero sí que comprendía el asunto de las persecuciones, pues lo mismo le había sucedido a mi padre, Boss Elessar, lo que lo había llevado a quedarse apenas con Soamily. El resto, habíamos sido entregados a nuestros parientes maternos.
Aunque en mi caso ni siquiera eso. Era curioso como en todo ese tiempo, excepto un par de veces durante mi primer año en Ottery, jamás había vuelto a insistir con el tema de conocer quien era mi madre. Las dos veces, la mirada de Boss se había ensombrecido a tal punto, que sospechaba que el asunto estaba lejos de serle agradable, y posiblemente por esa intuición, muy en el fondo, había desistido de averiguar. Pero que hubiese enterrado el tema, no hacía que cada tanto, el tema no doliese. Por eso mismo, era admirable lo que Dennis Delacour hacía ahora.
Santorini, dentro de Grecia, no era ni por asomo un lugar casual. La isla había estado rodeada de misterio desde que en tiempos lejanos una erupción volcánica había terminado con la explosión de la caldera del propio volcán, fenómeno pocas veces visto que había llevado a oscurecerse el cielo y cuya manifestación se había hecho presente en sitios tan remotos como la Antártida. Y claro había desaparecido a la mitad de la isla. Solo la gente más acaudalada había podido salvarse.
Eso era lo que los muggles sabían del lugar, pero ya en Hogwarts el conocimiento se había ampliado un poco más al conocer la historia de Herpo el Loco y como Santorini había sido el centro de sus operaciones al ser la tierra más rica y próspera de la época. Y aunque no estuviese comprobado, todavía eran muchos los que sostenían que había sido la exploración por las artes oscuras de Herpo, la que lo había llevado a provocar ese magnicidio de proporciones espantosas.
Alcé la vista de mis apuntes un momento, mientra agitaba la mano abanicando sobre la libreta para que la tinta terminara de secarse. Fue entonces que un pequeño instante, contemplé a Denn, y como al momento en que mencionaba a Mei y la conexión que habían establecido, sus facciones se iluminaban. Estaba claro, aunque no lo pusiera en palabras, el inmenso amor que le tenía. Un amor tan fuerte, que había podido sostenerla todos esos años, llevándola a mantenerse al margen de la búsqueda de su padre ¿Y quién podía culparla? Pocas cosas podían preocupar a un niño en su infancia cuando crecía en un ambiente feliz, y era indudable que ella había crecido así bajo la tutela de la matriarca Delacour.
Un pergamino anónimo- repetí tras la última confesión de ella, pero esta vez la mirada se dirigió a Garry con elocuencia.
Ambos sabíamos lo absolutamente débil que era una fuente como esa y él no tardó en preguntarle si ella traía el mensaje. Yo confiaba en que sí, después de todo, de lo poco que la había tratado, me había parecido una persona sumamente organizada.
― Dennis ¿nunca supiste dónde quedaba la residencia de tus padres aquí en Inglaterra? ¿o dónde podría estar la tumba de tu madre?
Lo último, pensándolo mejor, no era tan difícil de indagar. El registro de defunciones era por suerte, una de las pocas cosas que tras la primera y segunda guerra mágica se habían esforzado por documentar desde el Ministerio de Magia, en busca de elaborar un registro de víctimas de la época.

 

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Garry estaba muy pensativo después de haberle dado la información que tenia sobre mi padre y supongo que era porque estaba pensando detenidamente en todo lo que había dicho y lo que implicaba el trabajo que el tendría que llevar a cabo para obtener resultados en la tarea que yo les estaba encomendando que aunque pareciera sencilla era muy importante para mi. Luego pregunto si traía el pergamino conmigo a lo que asentí y rebusque en mi bolso para pasárselo, el cual decía:

 

 

Familia Delacour

Ottery, Inglaterra

 

Por medio de este pergamino informamos el deceso de quien en vida fue el mago conocido como Edward Delacour, como ultima petición del fallecido no se dirá el lugar donde reposaran sus restos.

 

C.P.

 

 

 

El pergamino no decía mayor cosa, había llegado un día a la mansión Delacour y nunca supimos quien lo había enviado, supongo que la vergüenza de sus actos fue lo que no permitió a mi padre dejarnos saber donde quedarían sus restos para no rendirles homenaje alguno. Bel me ofreció mas te el cual acepte gustosamente ya que sentía la garganta seca - Muchas gracias Bel creo que lo necesitaba - le dije regalandole una sonrisa amable a la mujer que tanto apoyo me estaba mostrando.

 

Entonces Bel procedió a hacerme otras preguntas que al menos podía decir que si conocía las respuestas, - El hogar de mi familia estaba asentado en la ciudad de York en el condado de Yorshire, Yo nací en ese lugar pero por las persecuciones tuvimos que huir a pesar de que mi madre estaba débil y enferma después del parto, nos refugiamos en el pueblo de Dulverton en el condado de Somerset que fue donde mi madre murió y fue sepultada en el cementerio del pueblo - informe tanto a Garry como Bel, al menos esa parte de la historia la sabia.

 

- Pero hace unos meses los restos de mi madre fueron llevados a la cripta de la familia Delacour en Ottery por petición mía, para tenerla mas cerca - termine de decir, al menos sabia donde reposaba uno de mis padres pero necesitaba saber donde estaba mi padre para tener algo de paz. - Espero eso sirva de algo - dije encogiendo un poco los hombros por no tener mas información.

 

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Grecia, ¿Qué recuerda él de ese lugar? Bastante a decir verdad, quizá el tiempo más libre en su infancia lo vivió en aquellas tierras, viviendo con su familia aristócrata como siempre, pero en ese tiempo las cosas eran distintas a su llegada a Londres, en una analogía demasiado dramática quizá, Garry podría decir que las nubes londinenses cubrieron de oscuridad el corazón de sus padres y las húmedas lluvias inundaron sus cuerpos vacíos. Jamás se ha interesado en saberlo, pero algo había en estas tierras que había podrido aún más el alma de Saint Martin.

 

Para ser honestos, es difícil decir que recuerda todo del lugar, pero entre sus primeras “travesuras”, Garry recuerda salir de paseo con Yanna cuando esta se escapaba de las rutinas a las que su madre la sometía, ambos caminaban lejos hasta alcanzar las runas de los altos montes y ahí pasaban horas jugando como si fuera el último de sus días libres. Recuerda entonces las veces que la Smith revelaba aquellas runas para él, o traducía algún viejo retablo partido en gajos donde contaban historias de Dioses y hombres. Siempre, aun siendo muy menor, Garry pensaba que ella lo engañaba exagerando los finales donde siempre las cosas terminaban muy mal, aun asi, él podría pasar horas escuchando las historias de los trozos de piedra.

 

Los recuerdos son tan agradables que revocarlos inconscientemente le pinta una media sonrisa, pero no habla de ello, pues son cosas tan pasadas que no le encuentra sentido alguno volver a pensarlos, hasta ahora. Sin mencionar claro que, como muchas de las tierras europeas, Grecia era un catalizador de carroñeros en busca de magia antigua. Él no quiere juzgar (aun) al padre de la muchacha Delacour, pero siendo sinceros, a Ollivander no le gusta fiarse mucho de las coincidencias. Quizá la familia que después se encargaría de criar a la muchacha no se hubiera esperado encontrarse con el padre de la huérfana, pero el destino que los padres de Dennis, la dirección hacia la que decidían escapar, de eso sí que pudiera rebuscar.

 

Hace un gesto amable a la muchacha mientras se estira para alcanzar el pergamino de la misiva, solo para comprobar al leerla que efectivamente no hay una dirección, ni un nombre más allá que la del difunto. Mientras ella continúa con las explicaciones, el Tonks analiza el pedazo de papel con mucho cuidado, escucha a la muchacha, pero lo que dice no le provoca tomarla tan enserio como al pergamino, de eso ya se encargará Bel.

 

Garry ha hecho ese gesto (de malagana) cuando está a punto de evidenciar lo obvio al momento en el que ella termina de hablar, pero nuevamente la mirada de Evans lo hace cambiar de parecer. El muchacho sonríe largamente, ¿Qué haría él sin Bel Evans a su lado? Se inclinó recargando los codos sobre sus piernas, acercando más a ese par de ojos de colores des iguales el viejo pedazo de papel, y tararea un par de frases que está convencido de que ninguna de ellas es capaz de escucharle.

 

Solo es curiosidad-, habla, pero su atención aun le pertenece al papel en sus manos. ― ¿Cómo sabe usted, señorita Delacour, que él no la escribió para que no lo buscara? -, gira una y otra vez el pergamino y hace gestos como si tratara de memorizarlo por completo. ― ¿Qué tal si el no desea ser encontrado? Si en realidad el aun estuviera vivo por ahí-, con sus largos dedos ha comenzado también un cateo sobre el papel amarillento y delicado que es. ―Una misiva sin remitente, sin dirección, sin nada, ni una prueba de él más que el nombre escrito aquí…-, al fin ha fijado la atención nuevamente en la muchacha frente a él, con la mirada taladrante de pupilas gravemente contraídas que parecieran capaces de cortar.

 

Él no quiere darle falsas ideas a Dennis, quizá es lo último que está buscando, no quiere que piense que existe una posibilidad de encontrar a aquel hombre que creyó muerto tanto tiempo, porque aquello solo es una idea que ha surgido de entre toda la información que ella les ha proporcionado, y es que, a él no le resulta imposible que el señor Edward pudiera aun estar en la tierra de los vivos. Pero, así como a Garry se le ha pasado por la cabeza, no duda que quizá Dennis ya lo hubiera pensado también, por lo que es posible que esa información, a causa de todos estos sentimientos que la invaden, hubiera sido omitida hasta ahora.

 

Asi que él debe empujar solo un poco más, pidiendo solo un poco más de ella.

 

Dennis Delacour-, canturrea. ― ¿Está usted segura de si en verdad su padre está fallecido? -, ladea la cabeza, serio, aunque no deja de tener una curiosidad infantil en el gesto.

 

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Había terminado de dar toda la información que poseía acerca de los diversos hechos que llevaron a mis padres a dejar su ciudad buscando un pueblito remoto que no fuese de importancia pero que al morir mi madre, mi padre prefirió dejar Inglaterra del todo no se si por buscar un nuevo rumbo, por seguir huyendo de quien quisiera lastimarnos o simplemente para olvidar el dolor de su pérdida. En todo caso habíamos terminado en Grecia aunque yo no por mucho tiempo.

 

Le entregó el pergamino a Garry y vio como él le dedicaba miradas meticulosas buscando tal vez algo que se hubiese pasado por alto, aunque dudaba que pudiese ver algo mas de lo que allí estaba ya que yo llevaba mucho tiempo tratando de hacer lo mismo. Estuvo bastante pensativo un momento y vi como pasaba su mirada de Bel al pergamino y luego a mi y de esa forma transcurrieron un par de minutos.

 

Después me sorprendió un poco lo que me dijo aunque la verdad lo había pensado en alguna ocasión. - Tal vez no lo se pero lo siento - le contesté al mago que sabría me dedicaria una mirada reprobatoria ante lo que le diría. - Nunca le ha pasado que está tan unido a alguien de su familia que siente su presencia y en el momento en que dejan este mundo simplemente se siente un vacío donde antes estaban? - dije aun sabiendo que podría ser una tontería.

 

- Yo sentí ese vacío hace años ya, sentí su pérdida y su adios de este mundo y meses después llegó el pergamino, así que aunque no tenga la certeza de saberlo se que es así, el ya no está. - tome un respiro para lo que diría a continuación - Y realmente si eso no fuera así creo que preferiría saberlo muerto que enterarme que solo me borró de su vida para siempre. Pero lo repito, se que el ya no habita más este mundo.- termine de hablar con un quiebre en mi voz. Sólo deseaba encontrar su tumba, rendirle honores y cerrar este capítulo de dolor.

 

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  • 2 semanas más tarde...

De alguna manera, habíamos conseguido instalar un precario equilibrio en la sala, manteniendo a Dennis bien, aun con el tema que estaba tocándose, un pasado que en su caso, le había costado mucho abordar, de allí el cuidado que debíamos tener para que su fortaleza no se quebrase.

 

Nunca, hasta que ella menciona los muchos lugares por los que se movió a tan tierna edad, es que me había detenido a pensar en el impacto que podía tener sobre alguien tan pequeño moverse tanto de un lugar a otro, sin tener entonces un punto fijo al cual anclar los recuerdos de la infancia. De Yorkshire, a Somerset, de Grecia a Londres y finalmente otro continente donde había terminado de madurar, para terminar en Ottery. Me sentía intrigada de repente, preguntándome si regresar a esos lugares me mostraría que cosa de cada uno se había impregnado en Dennis, convirtiéndola en la simpática muchachita que era ahora.

 

― Toda nformación nos sirve Denn. Y si bien estamos tras la pista de tu padre, tu madre es pieza fundamental de este puzzle. La muerte de ella desencadenó todo.

 

Aumenté un poco más de té en su taza, mientras Garry examinaba el pergamino que ella había traído consigo. No era difícil averiguar por el gesto que se había formado en su rostro lo poco convencido que estaba de la autenticidad del mensaje. Sin tener idea de lo que podía contener, lo cierto era que a mí también me parecía ese el eslabón más débil en la cadena de sucesos que Dennis había relatado. Así que, aprovechando el momento en que él despegaba la vista del pergamino, le dediqué una de esas miradas de alerta, que por fortuna ya había conseguido por fin entender.

 

Lo siguiente fue escucharlo preguntar a Dennis si a ella no se le había cruzado por la mente la posibilidad de que su padre estuviera vivo, y el mensaje no fuera más que un señuelo (algo burdo) para mantenerla alejada. Admitir eso implicaba sumergirnos en nuevas teorías que intentasen explicar dicho actuar, pero Denn, inicialmente sorprendida, tras meditarlo unos segundos, se reafirmó en lo que pensaba.

 

Que su padre estaba muerto, y que todo lo que necesitaba era dar con su tumba para superar aquel duelo infinito.

 

El problema era que no era la razón o la fría lógica que era la que solía guiar a Garry lo que la empujaba a Dennis, pese a sus dudas, a afirmar aquello, sino el más puro sentimiento e intuición. Una corazonada ni más ni menos, fundamentada en el hecho de que los lazos tan fuertes con otros establecían una conexión que permitía sentir su falta en el mundo. Ella lo había sentido poco antes de que el pergamino llegase a sus manos.

 

Y sin saber por qué, muchas lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas en ese instante, e inquieta apenas atiné a limpiarla con el dorso de la mano, confundida de saber por qué demonios lloraba, si en mi cabeza no era capaz de recordar haber sentido algo como lo que había dicho Denn ¿o es que acaso mi cuerpo recordaba algo que mi mente no? ¿cómo podía suceder algo como eso?

 

― Perdonen yo, no sé que demonios me pasó- atiné a decir con algo de confusión para luego tomando las manos de Dennis dirigirme a ella- Dennis, has tenido los sentimientos detenidos mucho tiempo, pero verás que cuando lleguemos al fondo de todo esto, podrás ponerte en marcha de nuevo y hacer que tu tiempo otra vez avance.

 

Odiaba viajar. Ir de picnic, o de visita a un parque rústico habían constituido todos los viajes de mi infancia, y ya en el mundo mágico, el hábito seguía tan fuerte, que incluso Garry, que por el contrario repelía permanecer en un solo lugar, había a regañadientes aceptado mantenerse allí en Ottery. Así que de algún modo, el caso constituía una excusa perfecta para que él pudiese salir.

 

Aunque no estaba muy segura de si Grecia traería buenos o malos recuerdos a él. Suponía que lo descubriría ahora.

 

Supongo que el primer destino obvio es Grecia ¿no?- dije observándolo primero a él y luego a Dennis- la verdad es que mi marido vive con una maleta de viaje lista todo el tiempo -sonreí bajando la voz aunque sabía que Garry escucharía perfectamente- creo que la tiene para huir raudo el día que se canse de mí o de nuestra vida de casados.

 

Sabía bastante bien los motivos reales por los cuales él tenía algo así, pero confiaba en que al menos Dennis encontrara divertido el comentario y apartara un poco el dolor que había empezado a asolarla.

 

Yo realmente puedo viajar con lo puesto, y poco más, pero Dennis si necesitaras hacer algún mayor preparativo podríamos encontrarnos contigo de aquí a un par de horas. Tú decides.

 

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Alzó una ceja con disgusto, ¿pero que era esto? El muchacho se dejó caer hacia atrás, recostado sobre el respaldo de la butaca, sintiéndose sumamente desconcertado. No puede evitar pensar que lo que Denise explica al final resulta infiel a lo que él cree, ¿lo ha sentido? ¿Cómo era posible hacer lazos con alguien a quien ni siquiera conociste en verdad? En el mago se remueven un montón de pensamientos turbios, más que otra cosa, porque no puede entender, ni siquiera un poco, de que está hablando la muchacha cuando se expresa de aquel modo.

 

Aun asi, el caso sigue siendo demasiado atractivo, a pesar de lo que ha dicho Delacour, el objetivo sigue siendo el mismo, vivo o muerto, deben encontrar a Edward Delacour. Un caso que cree simple, aunque con el misticismo de que todo se puede complicar en cualquier instante, como lo hacían solo los casos más excepcionales que caían en Baker. Asi que apenas asiente cuando Bel Evans habla de prepararse para el viaje. Garry aún sigue distraído en el pedazo de pergamino donde está escrita la misiva, Grecia es el lugar, pero exactamente ¿Dónde comenzar? Claro, la isla de Santorini.

 

Se ha sumergido en sus propios pensamientos a esa especie de “palacio mental” lejos del cuarto donde Bel y Dennis se encuentran hablando, sabrá Merlín que, seguramente algo que justifique el errático comportamiento que Evans ha tenido de pronto, “Tks” ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué se había comportado de aquel modo? No lo entiende, tratar de hacerlo solo consigue que las paredes de su mente vibren estrepitosamente, y que el hilo de su búsqueda se pierda, pensándose seriamente en que tan de cerca debe seguir Bel el caso, mostrándose tan demasiada sensibilidad ante el tema, Garry piensa que tal vez pueda afectarle y por lo tanto obstruir el caso.

 

Parpadea un par de veces, con pereza, saliendo del adormecimiento que de pronto domina en su persona. Ha estado vagando por su mente, algún lugar de Grecia que recuerde haber leído o haber estudiado y que se encuentre grabado en su mente, pero no hay mucho más que algunos casos de homicidio, un mito viejo y unas cuantas anécdotas que forman parte de un pequeño y exclusivo acervo dentro de la memoria del muchacho.

 

El viaje será cansado, señorita Delacour-, habló después de un rato, con la mirada perdida en el fuego de la chimenea. ―Le sugiero que haga caso a la recomendación de Evans y que prepare su maleta para el viaje si es que quiere acompañarnos. De otro modo, le rogaré que nos dé un par de días y le escribiremos una lechuza lo antes posible-, existía la posibilidad de que ella no quisiera o no pudiera ir, ¿Qué la hubiera detenido antes a buscar por cuenta propia? Por qué buscaría a un detective si ella podía viajar hasta Grecia. Aun asi, deja el paréntesis abierto, si Denis Delacour continúa aquel viaje, él tampoco se lo va a impedir. ―También vaya a descansar un poco Bel Evans. A las nueve de la noche en el andén, usted ya sabe cuál Bel, ahí nos encontraremos para partir.

 

Ollivander no dijo nada más y dejó que las mujeres dieran paso a lo que estaba por venir.

 

9:00p.m. Andén en “des-uso”, King Cross

Yanna K. R. Smith

 

La muchacha traía esta vez un uniforme (disfraz) bastante peculiar, como el de un chofer de microbuses, con un mostacho nada ostentoso pintado en su cara, aun asi, su rostro y figura era tan femenina que ni siquiera la fea sonrisa larga de su cara la hace ver mal, aunque quienes ya la conocen, dirían que basta con conocer la personalidad de la mujer para conocer su verdadera fealdad, y una vez después de eso, es difícil verle diferente.

 

Está fumando un puro que la hace humear casi hasta por las orejas, la gente que pasa no puede evitar distraerse con la llamativa mujer, con ese traje ajustado, la maraña de pelos blancos enredados sobre su cabeza y el ruidoso auto a sus espaldas que a todo volumen no deja de tocar “gimme tha power”.

 

¿Estás lista, pajarito? -, alza la mano cuando puede distinguir entre las pocas gentes que andan por ahí la forma de Bel Evans, no sabe si está sola, pero tampoco le importa. ―El auto está listo para partir, señora Evans-, con su asentó latino sonrió aún más si era posible, dejando mostrar esos filosos dientes puntiagudos mientras abría la puerta trasera de un auto volador para ella.

 

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Después de haber terminado de expresar lo que tenía guardado dentro de mi y por lo que creía que mi padre ya no estaba en este mundo pude notar la mirada incrédula de Garry, por lo poco que había escuchado en el cuartel auror a veces no era muy empático con algunas situaciones, así que supongo que mi relato sobre la conexión con el hombre que fue mi padre al menos por unos meses hizo que esa desconfianza minará su mente. Se que era algo difícil de entender pero así lo sentí y así lo viví en su respectivo momento.

 

Pero lo que si me causo un poco de sorpresa fue la reacción de Bel. Se que ella siempre ha sido muy sensible y amable conmigo, pero verla derramando lágrimas por todo lo que había contado me causo un poco de vergüenza, no había sido mi intención causarle un malestar o recordarle de pronto algo doloroso de su vida. Ella siempre era tan buena conmigo, lo último que quería era lastimarla de alguna forma. - Muchas gracias por el ánimo y el apoyo Bel, realmente lo aprecio bastante - le dije a la mujer dedicándole una sonrisa amable esperando que viera que todo estaba bien y no siguiera triste.

 

Lo que escuchó después sabía que vendría. La palabra viaje trajo consigo muchas cosas a su mente. Nunca había intentado ir porque era muy joven y no sabía lo que podía encontrar, pero ahora podía ser el momento justo para afrontar mis dudas y hacer ese viaje, ademas que no estaria sola y podría encontrar en Bel el apoyo necesario para lograrlo.

 

- Creo que seria bueno que fuera pero primero tengo que arreglar unos asuntos de la Universidad y el trabajo y un par de horas no me alcanzan, entonces propongo que se adelanten y cuando ya estén instalados me hagan llegar su ubicación para así poder reunirme con ustedes en Grecia - les dije a los presentes, esperando que esto no fuera un problema.

 

Me levanté de mi lugar dándole un abrazo a Bel y extendiendo mi mano para estrechar la de Garry. - Muchas gracias por su ayuda, en serio me da una luz de esperanza de que voy a poder cerrar este capitulo - les dije, - Los honorarios no se preocupen por eso, que el valor que digan lo cubriré. - Era claro que por mas amistad que tuviera con Bel no iba a estar pidiéndole que no me cobrara, este era su trabajo a fin de cuentas, pero me alegraba dejar esto en manos en las cuales confiaba.

 

Me encaminé rumbo a la salida y antes de cruzar la puerta me gire y dije - Estare esperando su lechuza para alcanzarlos en Grecia, hasta muy pronto - me despedí y empecé a descender las escaleras, definitivamente había sido algo difícil, pero al menos era gente en la cual podía confiar y sabía que Bel me apoyara en cumplir esta tarea.

 

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Pero que responsable podía ser Dennis Delacour, pensando en la universidad y el trabajo, aun cuando el caso que la ha traído hasta el consultorio es bastante delicado. Era irónico entonces, verla manifestar tan decididamente que necesitaba ordenar esos asuntos, cuando yo en su lugar estaba abandonando feliz mis obligaciones con el Ministerio de Magia.


― Ordena todos tus pendientes- musité correspondiendo a su abrazo gentil, que transmitía un extraño confort pero también incertidumbre- nosotros te mantendremos al tanto.


a vi despedirse de Garry, y tras unos cuantas palabras más, salir del local. Y cuando ella hubo partido, no pude evitar echar una carcajada.


Creo que es la primera que espontáneamente ha pensado en darnos dinero por este trabajo- comenté mientras recogía las tazas de té y las llevaba al lavadero- si supiera que en realidad eso es lo último que buscamos...


Garry estaba en el sillón, y sabía lo que vendría entonces. Tampoco había pasado por alto su consejo sobre que descansara, pero lo cierto es que tenía la mente saturada de pensamientos que difícilmente hacían que el sueño acudiera. Así que en cuanto terminé de lavar las tazas, colocándome el abrigo y la ushanka, me dirigí hacia la puerta, y antes de descender por las escaleras, me animé a comentar no muy segura de que pudiera oírme.


― Saldré también. Nos vemos luego.


Afuera, el viento frío de la noche londinense golpeó con intensidad mis mejillas. De forma despreocupada, rebusqué entonces en mis bolsillos la cajetilla de cigarro y con cuidado sostuve uno entre mis dedos y lo encendí. Sabía que de haberme visto, P-ko se sentiría profundamente traicionada de que hubiera recaído en ese viejo hábito que había dejado cuando...cuando ella...había muerto.


¿Quién ella?


Nuevamente mi cabeza parecía tener lagunas mentales. El llanto de minutos atrás y ahora la incapacidad de recordar, y la sensación de que me había sido arrancada de las memorias alguien importante. Echándome a andar calle abajo, y observando el ir y venir incesante de personas, no tardé en abandonar a mis intentos por saber que era eso que comenzaba a olvidar. En el fondo, no era tanto la persona que había olvidado, como el olvido en sí, lo que me aterraba.


Acabada la cajetilla y con un leve temblor en los dedos, aparecí en el abandonado andén, donde la hermanastra de Garry con sus (in)usuales trajes me esperaba ya. Como siempre, aunque extravagante había una nota ciertamente única en su atuendo. Y quizá fuera por el exceso de cigarros consumidos, pero la tensión parecía haberse esfumado, de modo que esta vez, ni siquiera las insinuaciones de Yanna conseguían perturbarme.



Comienzo a creer que es un verdadero arte lucir trajes tan ajustados ¿sabes? - sin preguntar más me monté al auto mientras la observaba cerrar la puerta ― supongo que Garry nos espera en el punto de destino ¿verdad?


No era como si realmente se echara en falta su presencia durante el recorrido. Tenerlo al lado previo a un caso, era casi como no tenerlo, sumido como estaba en teorías cuidadosamente armadas en su cabeza que luego se encargaba de corroborar en campo. Por contraste, el viaje que tenía en ese momento era bastante diferente, mitad por la música estridente de Yanna y sus comentarios entre vulgares e incultos, y mitad porque aquella mujer conducía como un verdadero demonio el auto, haciendo que me cuestionara si llegaría íntegra a mi destino.


Solo una vez estuve por Grecia, un viejo bastante anodino a decir verdad- comenté distraída mirando por el espejo hacia la ciudad que se veía como puntitos luminosos desde esa altura- y yo sé que a Garry poco va importarle eso, pero me pregunto si para él significará algo su tierra natal.


Ese "algo" podían ser muchas cosas, buenas o malas. Pero tras soltar el pensamiento en voz alta, callé, consciente que Smith debía ser la última persona que se dignaría a comentar de eso. Porque, aun diferentes, poco a poco empezaba a notar que en cosas como esas salían a relucir los vínculos casi siempre invisibles, entre ambos hermanastros.


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  • 2 semanas más tarde...

Yanna K. R. Smith

Atenas, Grecia

 

Yanna sonrió largamente dejando ver la larga hilera de puntiagudos y amarillentos dientes y con la pinta de la varita señaló a Bel Evans el reloj de su pulsera, golpeteando un par de veces el cristal de la tapa ¿Es que olvidaba la fecha?, la alta muchacha soltó una risa divertida, Grelliam les acompañaría una vez que la luna llena hubiera terminado, quizá un poco después, para ser honestos Smith aún no se acostumbra a la transformaciones del licántropo, cuando eran menores apenas si llego a vivir con él cuando las mutaciones comenzaban en el menor, sin embargo, ahora que lo tiene más de cerca puede creer que el Ollivander, de no tener licantropía, seguro habría terminado con alguna otra maldición encima tarde o temprano. Posiblemente eso lo supo Yanna siempre.

 

A pesar de ser un camino relativamente largo, Smith supo mantener la boca callada la mayoría del camino, salvo por ese par de insultos a aves y aviones muggles que se cruzaban por su camino (por supuesto culpa de ella). Debió ser también parte de la ruidosa música lo que mantuvo entretenida a la mujer, pero apenas alcanzaron un alto vuelo la Smith apagó el esterero con la pura intención de crear un silencio incomodo, solo por fastidiar, aunque por lo que puede notar por el retrovisor, la intención de Smith no parece ser tomada encuentra por la pensativa esposa de su hermano.

 

Aun asi, prefiere mantener esa calma, la vida ruidosa de la mujer le permite algunas veces disfrutar de estas calmas, y el viaje se vuelve menos turbio cuando han alcanzado una altura considerable.

 

Después de varias horas, la voz de Evans la distrae de pronto, no quita la mirada del camino, pero se inclina apenas lo suficiente para escuchar mejor lo que ella dice. Y la sonrisa larga se pinta nuevamente partiendo en dos el bonito rostro de la mujer. Le inquietan un poco, en el fondo, esas ideas que la sanadora tiene de Grelliam, ¿Cómo llega ella a esas conclusiones? Era demasiado sentimental, quizá lo que a su hermano menor le hacía falta, y quizá era por eso por lo que funcionaban, quien sabe, algunas veces recuerda a su familia como persona que en lugar de corazón había una especie de agujero negro que absorba todo de las personas y nada se quedaba ahí con ellos.

 

―No deberías pensártelo tanto-, apenas contesta antes de dar un giro brusco y tierra de picada el vehículo, dando un par de giros sobre su propio eje mientras “aterrizaban”, poco antes de tocar el suelo Yanna ajusto el volante del auto y aterrizo con suavidad. ―Llegamos-, afuera, alrededor del a uno no había más que una oscuridad terrible, seguramente aún faltaban un par de horas para el amanecer, pero en el cielo se acentuaba sobre sus cabezas la luna llena con pretensión. Del modo más ruidoso posible, Smith se bajó del auto, casi dando una patada a la puerta y respiro profundo en olor de la naturaleza.

 

Definitivamente no estaban en Santorini, pero según las indicaciones de Grelliam, las mujeres esperarían ahí hasta que el mago apareciera, por supuesto que no perderían el tiempo, Bel Evans era después de todo una detective habilidosa, que seguro encontraría algo.

 

―Apenas estamos en Atenas, Grelliam insistió en pasar por aquí antes de llegar a Santorini-, la muchacha se quejó de un dolor en su brazo antes de girarse y buscar con la mirada ambarina a la mujer de menor estatura. ―Nos quedaremos ahí-, la muchacha señalo a espaldas de la sanadora, en lo alto de una pendiente pronunciada, después de un largo trecho, una mansión de aproximadamente un par de siglos de antigüedad, con un aspecto demasiado teatral y lúgubre. ―Ahora sube de nuevo al auto, aquí se entra a lo muggle-, Yanna volvió a reír y al arrancar el auto, las puertas de la entrada amurallada se abrieron de par en par.

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