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Detective Mágico Consultor (B: 106711)


Hessenordwood Crouch
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Probablemente por causa de la forma temeraria de conducción de Yanna, he sentido el viaje bastante corto. Y la situación no hace más que empeorar, tras el aterrizaje brutal que da con el auto. Únicamente el mareo generado por aquellos giros, me impedía lanzar alguna maldición sobre la mujer.

 

Demoré unos cuantos segundos en acostumbrar la vista a la penumbra. A diferencia de mi bienamada Londres, ningún nubarrón se distinguía en aquel cielo diáfano que en esos momentos mostraba la luna llena en todo su esplendor, llevándome de inmediato a pensar en Garry...y Grelliam ¿estaría él ahora, en medio de los terrenos de la heredad perpetuando las cicatrices, llevando a la extenuación a ese cuerpo cargado con más peso del que debería tener a sus años?

 

Vagamente escuché lo que Yanna comentaba. Así que estábamos en Atenas. La mención del lugar me llevó a recordar a Rouvás, que sabía que era de allí, pero luego de eso, la mente se ponía en blanco, o se llenaba de datos más bien inútiles para el mundo mágico, de extintas culturas muggles que habían florecido en su seno. Sabía que al retornar posiblemente Grecia pasaría a estar asociada a muchos recuerdos, mas por ahora, excepto por la calidez del clima, nada de diferente encontraba en aquel lugar.

 

Si insistió debió ser por algo ¿de quién es esa mansión?.

 

La infraestructura se alzaba en lo alto, y la imponencia de su fachada se dejaba notar pese a la oscuridad. Sin embargo, una mirada más a profundidad permitía notar en la pintura descascarada, y algunos ventanales rotos y tapiados con madera, el abandono en que se encontraba. Al subir al auto del nuevo, dejando la ventana abierta para sacar la cabeza por ella, la imagen que me había dado no hacía sino reforzarse.

 

Al cruzar las puertas "del modo muggle" como tan alegremente había mencionado Smith. mis sospechas sobre el lugar se confirmaron. No podía asegurarlo, pero la quietud del lugar era tal que me convencí que éramos las únicas visitantes en el lugar. Una vez apagado el ruido del motor, todavía sin descender del auto, comencé a anotar algunas de esas primeras impresiones en la libreta que siempre cargaba conmigo. Detalles menores como la duración del viaje, la distancia recorrida para llegar a la residencia, y las condiciones climáticas.

 

― ¿Podemos ir por algo de comer?- pregunté a la mujer saliendo por fin del auto y echándole una última mirada al interior del mismo para corroborar que no dejaba nada- quedan todavía unas cuantas horas antes que amanezca así que creo que podemos matar algo de tiempo en eso y en un recorrido a toda esta edificación ¿o se te ocurre algo mejor?

 

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Editado por Bel Evans McGonagall

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Yanna K. R. Smith

Mansión del Sr y la Sra. Stapleton

 

Yanna negó con la cabeza tras la pregunta sobre la comida, al mismo tiempo que hace el típico gesto de guardar silencio, con un largo dedo índice tocando apenas el final de su nariz. Los ojos de Smith parecían tener un extraño efecto de luz cuando se adentraban a la oscuridad, casi se podía decir que de ellos se emanaba un apenas perceptible brillo que incluso resaltaba su rostro moreno en la penumbra. Ella, de no ser por la fea sonrisa que por ahora esta aplacada, pudiera ser una representación de la belleza en la oscuridad.

 

Con ella lleva cargando, con su mano libre, la maleta de Evans y de su hombro su propia bolsa de viaje, una clara señal de que al menos pasarán más de una noche ahí, espera que Bel entienda el porqué de eso, porque, aunque se lo ha querido sacar a Ollivander, ella aún sigue un tanto confundida al respecto. Sin embargo, es buena para disimularlo y con lentos pasos sus tacones hacen un ruido seco y sordo en el suelo de madera mientras se adentra en aquel viejo recibidor. Smith, aunque parece que sabe lo que hace, se mueve de manera como si sospechara de aquella oscuridad.

 

Ahí-, levantando el mentón, le indica a Bel que debe observar el punto más oscuro de aquel pasillo frente a ellas, que a diferencia de la gran escalera que tienen de junto, pareciera como si esta se tratara de un agujero que se lo tragara todo. La sonrisa en la mujer vuelve poco a poco mostrando los filosos caninos antes de hacer un ruido parecido a un ladrido rasposo. ―Mi querida señora Stapleton-, teatralmente Yanna hizo una reverencia como si tuviese sombrero de copa. ―No hace falta tanta emoción de su parte.-, solto con una risa burlona.

 

Del fondo del pasillo puede verse apenas, una luz tenue y vacilante que hace sombras deformes en los muros done se puede ver mejor el estampado del viejo tapiz descolorido, aunque bien cuidado. Cuando la lumbre de la vela revela el rostro esquelético de una silenciosa mujer mayor, Smith ha dejado de comportarse misteriosamente, y como si fuera su casa, deja caer al suelo las maletas antes de encaminarse hasta donde la anciana y dar un par de palmadas suaves sobre su espalda.

 

Acabamos de llegar apenas, dejé el auto afuera. ¡¿Cree usted que el señor Stapleton pueda estacionarlo en el garaje?!-, había subido tres o cuatro peldaños de la escalera, vociferando en voz alta con la mano en forma de altavoz, como si quisiera que alguien le escuchara en planta alta. De un salto se planta nuevamente entre la mujer y Evans. ― ¿Hay algo de comer?! Estamos que morimos de hambre. -, decía la Smith, mientras tranquilamente hace un ademán a Bel para que siga ambas mujeres al interior de aquel pasillo oscuro.

 

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Por alguna razón no podia sacarme de encima, mientras avanzábamos en la oscuridad, la sensación de estar invadiendo una prioridad. Es debido a eso, que cuando finalmente Yanna señaló un punto en la penumbra donde se encontraba la dueña de casa, entorné los ojos con la intención de leer lo mejor posible, en los gestos de la mujer, su disposición para con nosotras.

 

Lamentablemente , todo en ella hacía suponer que no conseguiriamos ayuda de su parte, especialmente el agarre de su bolso que aferraba a su pecho y las palabras altisonantes con que respondía ahora la propuesta un tanto burlona de Smith.

 

― Entendemos si no quiere colaborar. Pero no veo necesaria la vulgaridad- murmuré a la mujer, que apenas rió y miró hacia un costado negando con la cabeza.

 

Solté un suspiro cansado. La verdad es qie solo tenía ganas de comer y dormir, y ahora me veía en la posición de tener que persuadir a aquella anciana y su esposo (que todavía no conocía) de hacer de buena gana algo que estaba claro,solo lo hacían para pagar algún favor en el pasado.

 

- Yo no sé que clase de deuda podía tener ud con la familia de mi marido, pero quiero dejarle claro que él no es como su padre. De ser así jamás me hubiera casado yo con él, así que le pido que trate de dejar cualquier rencilla atrás y actúe con nosotras de forma justa .

 

Yanna,ahora de espaldas a la mujer hacia toda clase de gestos burlones que me esforcé por ignorar para no estallar en carcajadas cuando lo que necesitaba era mostrarme compungida.

 

- Si mi gentil cuñada pudo agraviarla con su comportamiento le pido la disculpe. La falta de comida puede hacer que olvide las buenas maneras,pero yo le garantizo que es una persona íntegra y respetuosa normalmente- esta vez incluso a mi misma me costaba mantener la compostura ante semejantes mentiras pero viendo como Mrs. Stapleton comenzaba a rebuscar en su bolso su llavero me convencí de hacer un último esfuerzo- oh querida señora, tenga por seguro que su muestra de gentileza no voy a olvidarla y la recompensaré generosamente por ella.

 

" Compensación" una sola palabrita para aludir a dinero y los ojos de la mujer habían brillado mientras con la cabeza asentía y por su propia iniciativa comenzó a camimar guiandonos hasta una habitación en cuyo interior dos camas identicas se encontraban, separadas por sendas mesitas de noche.

 

Al verla salir indicando que avisaría a su marido para ver lo del auto aproveché de por vez primera hablarle a la Smith.

 

- Funcionó mejor de lo esperado ¿no? Es algo desagradable claro está ,que la gente se mueva tan dócilmente por un puñado de galeones pero - sonreí divertida recostandome al borde de la cama- hoy no nos podemos permitir retrasos pro cuestiones morales ¿verdad?

 

Al poco rato, una bandeja fue dejada sobre la cómoda de la habitación,conteniendo una variedad de frutas ,una cazuela caliente y bocadillos para picar. Con la llegada de una botella de vino y un par de copas casi que teníamos un festín.

 

Tumbándome boca arriba, pensé nuevamente en Garry y como estaría.

 

- Deberíamos guardar comida también para él. Llegará con hambre.

 

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¿Estás de broma? -, Smith se lanzó sobre las charolas de comida y basta con olfatear un poco antes de comerse un trozo grande de pan mientras despreciaba la fruta. ―Él no vendrá hasta mañana en la tarde si bien le va-, habla con la comida a medio masticar y forzándose a meter más en su boca. ―Además, él no come nada de esto…-, levanta la vista por lo alto para ojear el plato de Evans, quien sabe quizá pudiera cambiarle su tonta fruta por el guisado de ella. ―Ya deberías saberlo…-, se burla, esas bromas del matrimonio fallido de su hermano no saben tan bien sin la risilla de Nasha de fondo.

 

En el poco rato que llevan ahí dentro, Yanna ya ha esculcado los cajones, revisado el cuarto de baño, abierto una ventana (que por cierto se soltó de una de las bisagras), se ha quitado parte de su disfraz de chofer, dejándose solo el pantalón y andando por ahí con una blusa blanca, sin zapatos e incluso el sombrero y el chongo sobre su cabeza ya no están, y el largo cabello se ondula con la briza nocturna que ha entrado por la ventana rota. En cuanto a la cama, por que ella ya ha escogido una, está hecha un caos, con parte del interior de su maleta sobre ella, el suelo y parte de lo que se ha desvestido hasta por encima de la mesa que separa las camas.

 

Entonces Yanna está ahí, sentada sobre el suelo comiendo del plato que ha puesto sobre su cama. haciendo demasiado ruido mientras come, se ha puesto a pensar en lo de antes, en el comportamiento de Evans con la señora y en el que tiene ahora. No puede evitar querer contestar de un modo aún más desagradable a lo que ella hace o dice, pero teniendo en cuenta que compartirán algunos días en compañía, hasta ella prefiere mantenerla callada. Aun asi, algo de todo el balbuceo que ha soltado en planta baja encuentra inquietante.

 

Por cierto, ¿Qué fue todo eso que dijiste ahí abajo? -, aun mastica, aunque ahora lo hace más lento, no mira a Bel cuando le habla, concentrada en su plato como si decidiera qué será lo siguiente en comer después del bocado en su boca. ― ¿Conociste a Ollivander cuando aún vivía? -, la última pregunta sale apenas, como no sabiendo formularla correctamente.

 

Smith tiene un viejo recuerdo del hombre, solo eso a pesar de haber vivido tanto tiempo con ellos, ella no puede más que recordar la forma del hombre, ni el cómo era, o que hacía, o cual era su aroma. Nada, y algunas veces se pregunta si Grelliam puede hacerlo. A Yanna poco le importa en realidad lo que el hombre hiciera, según la versión de la historia que ella sabe, el hombre fue un tío listo, no precisamente ortodoxo, pero siempre supo lo que quería y buscó el camino para conseguirlo, para Yanna Smith, eso cuenta.

 

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― No bromeaba pero supongo que llevas razón- contesté algo ida.

 

La mecánica de la mente suele ser algo retorcida. No podía recordar cuándo era que lo había escuchado de boca de Garry, pero posiblemente debía haber sido alguna aburrida tarde en Baker, cuando sin casos por examinar, se le daba por divagar en demasía.

 

Lo cierto es que solo después de la burla de Yanna respecto al asunto caí en cuenta de dónde era que llevaba aquella idea. La imagen entonces de mi padre, llegando magullado de golpes de un enfrentamiento con mortífagos acudió a mi mente. En ese entonces, recién llegada a Ottery, dividía mis días entre la academia y la atención a mi padre, que cansado de los asesinatos frecuentes a la planta de servicios élfica, en una controversial decisión, había enviado a todos al local de un amigo suyo, solo hasta que las cosas "mejorasen un poco".

 

Con el castillo de paredes ennegrecidas por las llamaradas de fuego maldito, y la escasa comida era normal que antes de regresar a la Academia "escapando" en cierto sentido de mis deberes, dejara bandejas con frutas y alimentos no perecibles a mi padre, en los escondrijos de la casa que él conocía. A veces podía tardar más de un día en volver, a veces no coincidiamos por largos periodos en casa, pero aquella era una suerte de comunicación secreta que me iba conciliando con él y menguando el sentimiento de rencor que sentía por causa de que me hubiese apartado de su lado.

 

― Puedes comerte el guiso si lo deseas. No tengo mucha hambre y no suelo comer pesado entrada la noche- apenas con una manzana entre las manos que fui comiendo poco a poco asistí al vendaval de movimiento y estropicio que Smith desencadenaba en la habitación hasta dejarla irreconocible respecto a como nos había sido entregada minutos atrás.

 

La verdad es que no sabía cual era la comida predilecta de Garry y creía haberlo escuchado decir que el rojo era su color favorito pero tampoco podía asegurarlo. En cierta medida poco conocia de las "cosas normales" que las parejas sabían del otro, y en su lugar podía dar descripciones precisas de su rutina, o de las dosis de cocaína que consumía.

 

Tal vez, cuando lo viera de nuevo le preguntaría esas cosas o le contaría con tono despreocupado como en mi cabeza se habia asociado su apariencia post luna llena con la de mi padre tras un enfrentamiento. A las finales ambos salian de batallar ¿no?

 

Terminada la manzana, y esquivando el sombrero y algo que parece ropa interior de encaje que ni siquiera quiere averiguar porqué (o para quién) ha traido Yanna, intenté reparar la ventana rota. Pero la forma ruidosa en que Smith comía sentada en el suelo era demasiado distractora.

 

― ¿Es que acaso te estás tragando hasta el plato? ¿no puedes comer de forma silenciosa cómo todo mundo?- cuestioné fastidiada por ella y la maldita bisagra que se negaba a componerse- argh...esto no tiene arreglo- suspiré, dejando escapar la frustración- Pero esto si.

 

Con un movimiento de varita quité las ropas que la descuidada mujer había colocado sobre mi mesita de noche. Acto seguido, con nuevos movimientos levanté la tapa de mi maleta y comencé a meter mi ropa en los cajones del closet empotrado de la pared.

 

La tarea la iba desarrollando sin dificultad y eso mejoró mi animo notablemente. Hasta parecía que Yanna habia hecho algun caso de mis palabras pues su masticar era pausado ahora

"Saboreando por fin la comida" había pensado. Hasta que su pregunta volvió a generar que le prestase atención.

 

― Ollivander...¿te refieres al padre de Garry? - comenté deteniendo la labor un momento para observar a Yanna antes de continuar ordenando la ropa- no lo conocí personalmente. Ni siquiera vivía por Ottery en ese entonces y bueno después...

 

No estaba muy convencida de querer contarle a Yanna el derrotero de mi vida. ¿Si luego solo lo usaba para burlarse más de mí en compañía de Montpellier?

 

- Lo trascendente es que Ottery es un pueblo pequeño. El número de familias reducido así que muchas historias han llegado a mis oídos, mas desde que me casé con tu hermanastro y comencé a asistir a esas insufribles reuniones sociales - el recuerdo de aquellas veladas hipócritas me escarapeló el cuerpo- no soy particularmente adepta a los chismorreos pero habiendo tantos testimonios,ya no lo sé. Bien dicen que si el río suena es porque piedras trae ¿no? - dudé si la mujer entendería la frase pero ya estaba dicha- ¿tú...lo recuerdas? ¿realmente él nunca se compadeció de lo ocurrido con Garry?

 

Esa. La crueldad de su actuar con su propio hijo era la más famosa de las historias que circulaba por los salones. Yo no estaba tan convencida de que hubiese sido un monstruo desalmado pero de allí a encerrar a su propio hijo el trecho se reducía considerablemente.

 

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Yanna K. R. Smith

Mansión del Sr y la Sra. Stapleton

 

Smith rodó los ojos, ¿Pero que no Bel había sido la de la idea de comer? Yanna no hiso más caso y en cambio, quiere decirle a ella lo mismo, pero sobre su modo de siempre hablar, como si los demás estuvieran sordos o algo así, sin embargo, el puñado de comida en la boca le imposibilita hablar ante la queja de ella y del comer que tiene. Tks, tan ruidosa ella cuando habla, no entiende la calma de Ollivander después de pasar horas en su compañía. "¿Es que no puedes ser menos fisgona?", quiere decirle, pero solo puede gesticular muecas.

 

El resto de lo que dice y hace Bel no tiene más su atención, y se está pensando seriamente en botarla del cuarto y dejarla en busca de la o el señor Stapleton, para que le den otra habitación o algunas sábanas para dormir en la oscura sala de planta baja. Si, eso estuviese bien. Lo piensa, pero antes de pasarse el bocado, la Evans ya ha ordenado sus maletas en los cajones. Ante eso Yanna solo da un resoplido antes de volver a su comida.

 

“Grelliam”, corrige en su mente cuando ella habla, no sabe cómo o desde cuando se llama Garry, pero le sorprende que incluso él lleva puesto el mote como si renegara del otro.

 

Yanna es naturalmente desconfiada, pero gusta de disimularlo, por lo que de todo lo que la esposa de Grelliam ha dicho hasta ahora, se cree menos de la mitad y su atención en ella es más vaga cuando la escucha decir: "insufribles reuniones sociales", automáticamente cree que no puede tomarla enserio, sin embargo, por alguna razón escucha lo que termina por decir.

 

Sonríe largamente cuando ella termina con una pregunta para Smith, el macabro rostro que tiene la mirada sobre ella dice tantas cosas en el pronunciado silencio que se interpone entre ellas. Ella no lo dirá solo así porque Evans lo ha preguntado, no le dirá algo que no le ve importancia, no demasiada, pero que para la mujer pareciera que sí, no sin sacar provecho de esa aburrida manía de Bel por escarbar en los recuerdos del pasado. Por lo tanto, el precio de esa información, es alto.

 

Si no estás dispuesta a pagar el precio que equivale esa información, será mejor que duermas ya-, Yanna se pone nuevamente de pie y se estira, mostrándose aún más alta de lo usual. Después de un largo bostezo patea su charola vacía al suelo y pisotea su cama como si la tratara de ablandar. ―Tira eso o el cuarto se apestará-, señala la charola aun con comida que era para Bel. ―Mañana saldremos temprano, asi que espero que no hagas ruido por la noche o terminarás ocupando un lugar entre el matrimonio Stapleton-, cuando Yanna se deja caer en su cama, hace un ruido de haber recordado algo y con un gesto de burla en el rostro busca a Evans. ―Por cierto, la gente aquí habla griego-, dice entre risas después de apagar la luz y conseguir una profunda oscuridad.

 

Apenas las risas de Smith han cesado, y la muchacha ya se encuentra en un profundo sueño.

 

-----

 

¡Oye! ¡Evans!-, los gritos vienen desde afuera de la casa, es tan demasiado temprano que apenas el cielo quiere animarse a cambiar de color. Sin embargo, Yanna, a diferencia de sus días en la heredad en los que no se sabe a ciencia cierta a qué horas duerme y a qué hora despierta, ya tiene al menos una hora de pie, aunque la cama en su cuarto sigue siendo un relajo. ― ¡Leeevaaantaaateee holgazanaaa!-, ha comenzado a lanzar mazorcas de maíz hasta la ventana de su piso para conseguir una respuesta por parte de la sanadora.

 

Abajo, Smith trae puesto un disfraz de granjero, un overol de mezclilla y una camisa de cuadros, arremangada por los brazos y un gigantesco sombrero de paja donde guarda todo su cabello dentro. De la mano, sigue lanzando maíz al cuarto de Evans hasta que el viejo hombre que ha llegado sobre un tractor le distrae en lo que parecen indicaciones de que deje de arrojar el maíz. En su otra mano, de una cuerda trae consigo una vaca grande. En realidad, esta poco segura de que la sanadora sigua durmiendo, pero igual pretende fastidiar incluso si ella se encuentra a mitad de su baño.

 

¡Iré a ordeñar esta vaca para el desayuno! -, su vos es demasiado áspera para gritar de aquel modo, cualquiera pudiera pensar que su garganta sangraría después de esto. ―Levántate a ayudar a la señora Stapleton! Y recuerda ¡No hables! -, es difícil decir lo último entre risas mientras la vaca ha comenzado a caminar arrastrando a Smith hasta otro lugar.

 

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  • 2 semanas más tarde...

El silencio se extendió en la habitación, y todo lo que podía ver eran los ojos de Yanna, cargados de malicia, y su típica sonrisa de autosuficiencia. Lo supe entonces. Que aunque pudiera saber algo, no diría nada.

 

Y que se burlaría.

 

Así que no le respondí cuando finalmente abrió la boca para hacerme una sutil amenaza y una abierta burla de mi contacto con la Sra. Stapleton y apenas con desagrado la vi aplastar su cama como solo lo habia visto hacer a los perros.

 

- ¿Qué sabes tu de mi disposición? ¿De cuánto no he pagado ya?

 

Las palabras salieron apenas en un hilillo de voz, ahogado por sus risas que se prolongaron como una suerte de ***ido fondo musical mientras me deshacía de la charola. La vergüenza por el ridículo hecho con la Señora Stapleton aumentaba y a medida que lo hacía parecía espantar el sueño.

 

Sentí ganas de llorar entonces. De maldecir a todos empezando por Yanna y de regresarme a Londres donde sabía que todos podían entender lo que decía. Sentí ganas de una taza de té de jazmín y el abrazo de mi madre, que me calmaba en la oscuridad cuando las pesadillas aparecían.

 

¿Realmente valía la pena? Secándome las lágrimas que habían discurrido silenciosamente por mis mejillas recordé el rostro de tristeza infinito de Dennis Delacour, y respirando hondo, conseguí reponerme. Frente al hecho de ayudarla de repente parecía capaz de aguantar todas las burlas y malos entendidos con todos los griegos que hiciesen falta.

 

¿No había sido en el fondo lo mismo conmigo una y otra vez? Ser capaz de encontrar la fortaleza que no encontraba para mí misma en la posiblidad de ayudar a los otros.

 

A la mañana siguiente fueron los gritos de Smith lo primero de mi día, acompañados de un golpe seco en la ventana. Todavía soñolienta alcancé a abrir la ventana solo para recibir de lleno un "mazorcazo" en la frente.

 

― ¡Como un demonio Smith! ¿no puedes ser normal? - solté dirigiendo mis pasos hacia el tocador para comprobar el feo moretón que se había formado tras el golpe- el cielo ni siquiera ha clareado del todo.

 

Era cierto que me había quedado dormida pero no se lo admitiría. Cuando volví a asomarme todo lo que pude ver y me arrancó una fue a la gorda vaca y a Yanna intentando controlarla.

 

Nuevamente estaría con la Señora Stapleton. Esa podía ser una segunda oportunidad para comenzar, olvidando el desastre del día anterior. Me alisté lo más rápido que pude entonces y cuando bajé toqué la puerta de la cocina antes de pasar a la estancia y con una venia saludar a la mujer que estaba dentro.

 

No era mi fuerte ser silenciosa pero tampoco era que no supiera serlo (como asumía Smith). Aparte existían muchas clases de silencio. Irónicamente era Garry una de las personas que me había enseñado aquello y en presencia de aquella señora se sentía de cierta manera como las tardes con él junto a la chimenea cuando se estiraba sobre el mueble de tres cuerpos, o improvisaba en el violín, en tanto yo me sumergía en alguna lectura ligera.

 

No tenía idea del tiempo transcurrido pero estaba segura que aquel periodo había sido el mejor en lo que llevaba en esa casa. Un aroma delicioso proveniente de la olla más grande puesta sobre el fogón me había abierto el apetito. Sabía que Yanna no tardaría en aparecer, pero me sentia con tanta paz que bien podía hacerle frente a lo que tuviera para decirme.

 

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Yanna K. R. Smith

 

Ella es la señora de Grelliam, ¿puede creerlo, señora Stapleton?-, Yanna entró de pronto haciendo demasiado ruido, la señora mayor que había estado en tanta calma hasta entonces, permaneció del mismo modo y solo giró apenas para echar un vistazo a Smith, a sus botas llenas de fango ensuciando su piso viejo y luego nuevamente al rostro de Yanna, cuando la mujer se encogió de hombros despreocupadamente, la anciana observó entonces a Bel, una larga mirada que es firme y observadora, pero blanda y cálida al mismo tiempo. Después volvió a su tarea con el desayuno.

 

Yanna sonrió divertida. ― ¿No te lo dije? La gente aquí habla griego sabes, pero los señores Stapleton nos entienden perfectamente-, despreocupadamente Yanna tomó un lugar en la mesa frente a Evans, se quitó el sombrero dejando caer su largo cabello y se relajó más visiblemente. Detrás de ella, con un andar muy sereno, llegó el señor Stapleton, un hombre bastante mayor que nadie sabía cómo era que aún se mantenía en pie, pero que siempre se le veía en acción, reparando algún mueble viejo de la casa, cosechando, o cuidando de los pocos animales que tenían. El matrimonio era un par bastante tranquilo, aunque Yanna cree que por las noches se les ve más despiertos.

 

Estuve hablando con la señora Stapleton al comienzo del día-, Yanna se inclinó hacia adelante para tomar un pan caliente que apenas la señora había puesto sobre la mesa junto al plato del desayuno para Bel, permaneció así, con la mirada amarilla sobre Evans, el señor Stapleton, quien ocupó un lugar junto a Bel, no parecía tomar en cuenta el comportamiento de la morena. ―Ella dijo que Grell le ha escrito con anterioridad, y le pidió al señor Stapleton información sobre Davelis, ¿has oído hablar de eso antes?, Gracias señora-, la muchacha retrocede, con una larga sonrisa cuando el plato está servido en su lugar.

 

Hoy iremos ahí, Grelliam quiere que busquemos algo en ese lugar, pero no se él que, Stapleton dice, que es mejor si vamos por el atardecer, seguro sabes alguno de esos trucos mágicos para pasar desapercibido a los guardias ¿No? -, ya era muy difícil entenderle cuando habla con esa áspera voz, asi que cuando su boca estaba llena de comida era aún más difícil. ―Ve con él cuando se termine el almuerzo-, con su cubierto apuntó al viejito que comía tranquilamente junto a Bel. ―Me ha dicho que tiene algunos libros que Grell sugirió que prepararan para ti.

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Esta vez si que había ido bastante lejos en su broma. ¿Alguna clase de derecho de piso a pagar? Posiblemente eso fuera. Después de todo, aun cuando estaba convencida que exageraba en el puñado de historias que contaba, lo cierto era que Yanna Smith había viajado mucho, mucho más que yo a lo largo del mundo, y aunque sus modales seguían siendo toscos y su comportamiento grosero, sabía sacar todo el provecho posible a ese conocimiento.
Y en esa lógica ¿cómo desaprovechar todo ese saber para hacerme objeto de sus bromas mientras pudiera? En Londres el terreno estaba igualado, no, de hecho yo podía tomar ventaja cuando quisiera usando mis poderes, mi entorno o la comodidad de estar en mi ciudad para escapar e ignorar sus estupideces. Aquí por el contrario, e inteligentemente, ella mediaba mis relacionamientos con las personas e incluso con el espacio a mi alrededor.
Y yo había estado tan preocupada de no incordiar, de estar "a la altura de las circunstancias", que había sido capaz de creer en cada cosa que me decía solo por la seguridad con que lo expresaba. La lista, a esas alturas, de mis metidas de pata era considerable (sin que se hubiesen cumplido 24 horas de mi llegada) así que llevándome las manos a la cintura, resoplé con fuerza, con la firme resolución de ponerles un alto en ese instante.
Esa mañana junto a la Sra. Strapleton me había demostrado, después de todo, la enorme paciencia de la mujer. Y de todas formas ¿que tenía por perder a esas alturas, cuando ya la había insultado creyéndola interesada y luego inculta por no hablar inglés? Si tenía un pobre concepto de mí estaba segura que ya no podría empeorarlo.
Ya sabe que soy la esposa de Grelliam, aunque ciertamente la forma como se enteró no fue la mejor.
Ignoré el ardor en las orejas que me provocaba recordar el episodio nocturno y con un movimiento de mi varita limpié el piso de manera que quedara tan limpio como lo habíamos dejado antes de que las feas botas de Yanna lo estropearan. Al terminar de hacer aquello, fugazmente alcancé a notar los brillantes ojos de la señora Strapleton puestos en mí.
Tomé mi lugar en la mesa, y resuelta a ignorar las provocaciones de Smith, di una primera probada a la leche tibia recién ordeñada, saboreando la nata que flotaba por encima. Era deliciosa, y espesa, distinta a la leche procesada de Inglaterra, pero de una forma buena y que me hacía pensar en lo feliz que podría ser tomar una leche así todos los días.
¿Davelis dijiste?- cuestioné incrédula dejando la taza sobre el plato al escuchar las palabras de Yanna e incapaz de creerle- Claro que he oído de ese lugar, se lo menciona siempre en los libros de Artes Oscuras. Diría que he leído demasiado de él inclusive.
¿Entonces iríamos allí? Había olvidado por completo que la cueva quedaba en Grecia. Había sido por muchos años mi deseo ir a Davelis, deseo que luego había abandonado por causa de las ocupaciones del día a día, pero sobretodo por miedo a perderme del camino que me había trazado y prometido seguir. Sin embargo, ahora que las cosas habían cambiado ¿Podía ser esa una nueva oportunidad...?
Cogí el pedazo de pan que milagrosamente había sobrevivido a la glotonería de Smith, y observé al señor Strapleton, haciéndole una venia con la cabeza. Él por su parte seguía bastante más preocupado en terminar su desayuno que prestar atención al resto de la mesa.
Ayudaré con lo que haga falta a la señora Strapleton aquí en casa, y por la tarde veremos eso que dices- repuse finalmente.
Una vez que todos terminaron, tras voluntariamente lavar y secar toda la vajilla utilizada, y mientras apoyaba a la Sra. Strapleton en su recorrido por la casa para asearla, le fui comentando de los motivos que nos tenían allí. Sobre Dennis Delacour, el consultorio que tenía con Garry en Baker Street y como se había originado, e incluso como es que él y yo nos habíamos conocido. Mas allá de una que otra frase suelta, ella no decía mucho, pero tampoco parecía fastidiada con escuchar todo eso y movía la cabeza con gesto aprobatorio, como para corroborar que me escuchaba y no estaba yo hablando sola.
Estaba segura que incluso había querido reírse cuando le había contado de la vez que habíamos despertado los dos en un armario del Castillo Evans con la cabeza adolorida y lagunas mentales de porqué estábamos allí.
Al acompañarla terminamos de recorrer la casa por entero. No había en ella nada particularmente resaltante (excepto la escalera de excelente manufactura) y aunque aseada, era fácil notar aquí y allá, huellas del paso del tiempo y de la falta de ¿dinero? ¿recursos? para emprender reparaciones más profundas que dejaran el techo sin filtraciones, o una buena mano de pintura que reemplazara la que se estaba descascarando.
― Davelis es bastante fría al atardecer y el sendero es pedregoso, deberías cambiarte de ropa- dijo de repente, una vez habíamos terminado la labor.
Le agradecí el consejo, y me despedí de ella agitando la mano aunque en el fondo sintiera ganas de abrazarla. En el trayecto iba pensando de qué manera aprovechar lo más posible esa incursión, y pensaba también en qué clase de libros habría considerado Garry que podían ayudarme. La voz de Yanna me sacó de mis cavilaciones.
Grecia no está tan mala después de todo. ¿Vienes también para Davelis no? Hay un favor que quisiera pedirte- ¿qué me empujaba a confiar en Smith? no tenía respuesta a esa pregunta pero quizá era que fuera la única persona en ese momento que medianamente conocía- a cambio, te daré lo que quieras. Un cheque en blanco.
Dudaba que la mujer fuera ofenderse porque le ofreciera algo, pero quien supiera. Con la vista fija en ella, me llevé las manos a los bolsillos un instante y saqué un cigarrillo que encendí con cuidado antes de continuar. La primera calada apaciguó mi espíritu de inmediato.
― Buscaremos lo que Garry desea. Mas yo también necesito encontrar algo allí. Lo buscaré por mi cuenta pero necesito tu palabra que no le comentarás a él de esto ¿entendido? que este asunto quedará entre tu y yo.
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  • 3 semanas más tarde...

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Después del almuerzo, al igual que Bel, la Smith había dedicado la tarde en ayudar al señor Stapleton con las labores de la casa, reparar alguna puerta, cambiar algunas tejas y corretear al ganado. De esas actividades extrañamente desinteresadas de Yanna que hace más por diversión que por otra cosa. Estar en aquellas tierras en aquella mansión vieja, la tienen de un extraño buen humor, a pesar de que tiene que soportar a la parlanchina de Evans. Aun asi, tanta cooperación por parte de la Smith es de sospechar.

 

Si, sí, claro, quiero ver ese cheque primero-, habla distraídamente mientras prepara un montón de cosas en una mochila para su viaje. ― ¿Cres que con tu palabra me basta? -, se gira apenas para ver por encima de su hombro a Evans, quien parece demasiada ensimismada en consumir su tabaco. “tks”, a Yanna le importa nada las razones primeras por las que iban a Davelis, honestamente, le convence más el hecho de poder ir y con suerte poder robar algo de valor, fuera de eso ¿Por qué le importaría lo que Evans iba a buscar? Por supuesto que nada, aun asi, si ella sola se ha puesto en esa situación, entonces ¿Por qué no sacarle provecho?

 

Partiremos a Davelis en un par de horas-, dijo con esa voz áspera, Yanna ya no puede recordar como era su voz antes de convertirse en eso. ―Pero hazme caso-, dice haciendo una pausa a lo que hace, girándose completamente para observar a la mujer. ―Yo te recomendaría, Evans, que buscaras eso que quieres primero, seguramente Grelliam nos alcance en aquel lugar-, con largos pasos se encamina para poder ver mejor a través de una ventana, la noche de apoco se anuncia y ya casi era hora de partir.

 

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El camino a Davelis había sido bastante más largo y complicado de lo que Yanna habría imaginado, en auto han viajado la mayoría del trayecto, pero Stapleton les había recomendado continuar el resto del camino a pie, de ese modo era más sencillo enfrentarse ante las múltiples trabas que podrían encontrarse en el camino, que iban desde la terracería difícil, como las protecciones mágicas que tenía aquel lugar, todo con el objetivo de tener a los muggles lejos de todo eso y también de algún mago oscuro que pretenda aprovecharse del sitio.

 

Yanna ha caminado un par de metros delante de Evans todo este tiempo, corriendo de un lado a otro y dando vueltas por todas partes, con un disfraz de camuflaje verde, como el de un militar muggle, con un casco pesado lleno de ramas secas, a pesar de lo ruidosa que eran sus pisadas, las pesadas botas no dejaban rastro de donde pasaba, Smith era bastante buena para no dejar rastro si se lo proponía, años de allanar tierras ajenas. Por otro lado, Stapleton se había quedado atrás cuidando el coche para cuando estuvieran de regreso.

 

¿Tienes el mapa que nos dio Stapleton?-, preguntó, tratándose de trepar a un árbol. ―Un poco más allá terminará este feo bosque, y debe estar la colina hacia abajo, es ahí donde Stapleton dice que es fácil perdernos si no tenemos cuidado-, no sabía tampoco si Garry les alcanzaría pronto o si lo verían hasta terminar las cosas en Davelis, a pesar de que ya tiene unos cuantos meses viviendo con ellos, no sabe en verdad cuanto puede llevarle al menor sanarse de una noche de luna llena. ― ¡Mira allá! -, a lo lejos podía verse un extraño fenómeno, un montón de manchas en el verde suelo, parecido a sombras, se arrastraban por el piso en dirección donde Davelis quedaba.

 

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