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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Sauda aún no le había respondido a su comentario cuando Leah se movió a su lado. En consecuencia, la líder mortífaga giró la cabeza y enfrentó una mirada que no reconocía. Siempre había recibido miradas cargadas de aprecio por parte de la rubia y esa era una que no le pertenecía, parecía querer saltar a su yugular como un predador; había visto expresión otras veces, en el odio que tenía a los fenixianos o a los traidores. Pero, ¿a ella? Su propia pregunta empezó a rondarle la cabeza y se dio cuenta de que, en realidad, no había muchas formas de ayudarla.

Quizás podría hablarle y hacer que su parte consciente cayera en cuenta de que estaba bajo la influencia de la Arcana. ¿Cómo haría eso en otras circunstancias? Ella misma podría creer que su novia había caído en una pequeña locura, proveniente de su naturaleza demoníaca tal vez y no pensaría jamás que estaba siendo manipulada por alguien más. Ahora podría que sí, debido a que lo estaban aprendiendo y podrían saber cuándo una persona era víctima de una intromisión así. Pero en otros casos no.

Por un minuto bastante cargado de tensión, pensó que Leah no lo lograría. Porque no se movía, aunque tampoco parecía estar batallando en su cabeza. Era difícil decirlo cuando estaba pasando en su cerebro. Pero entonces dejó de mirarla y lentamente su cara retornó a lo que conocía, una paz tan clara definida en sus facciones que sólo ella era capaz de compartirla. Se atrevió a tocarla, estando ya ambas fuera de peligro, y deslizó la palma de la mano por su pierna mientras compartían una mirada larga y llena de significado.

—Porque son tontos. Quien cuestione la magia sin saber manejarla, es igual al que llama ignorante a alguien sin saber de qué habla. Es una pena, pero es un arte que no todos pueden manejar.

Sabía que la Arcana las observaba y sabía que ya habían roto un poco el teatro que habían armado, pero ya era suficiente. Habían aprendido a hacer el muro mental y ya no tenían que preocuparse porque la mujer viera más de lo debido. Buscó la mano de su novia y entrelazó los dedos con los suyos, notando al instante que algo faltaba.

—Deberías ponértelo otra vez, creo que sabe —murmuró, esbozando una ligera sonrisa a la bolita que estaba pegada a ella—. ¿Estás bien? ¿Quieres un poco más de agua?

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—Oh, sí, debería.

 

Sonrió de medio lado, lanzando primero una mirada a la Arcana y luego a su novia y se enderezó en su improvisado asiento natural, buscando en sus bolsillos hasta que sintió el ligero peso del metal. Al tocarlo, sintió cómo se había puesto frío en la soledad de su túnica y sintió algo de tristeza. Sería la primera y la última vez que se lo quitara, hasta que lo reemplazara por el anillo de bodas. Lo sacó con sumo cuidado y posteriormente lo deslizó por su dedo anular en la mano izquierda, observando cómo la plata se acoplaba a la forma de su falange sin ningún inconveniente.

 

Era un anillo bonito, si se dejaba ir por la modestia de haberlo elegido ella en su momento, así que se permitió observarlo por unos cuantos segundos hasta que Tauro volvió a llamar su atención. Realmente debería parecer cansada, puesto que la mujer pocas veces solía hacer comentarios con respecto a su estado. Asintió y recibió el cuenco que la peli-azul le tendía, además de darle una rápida mordida a su fruto antes de beber. Era necia y algo terca, lo que la llevaba a sus límites en muchas ocasiones, pero agradecía tener a alguien como ella para que le pusiera los pies en la tierra. Tragó todo de forma obediente y sonrió.

 

—Ya está, gracias —le plantó un beso en la mejilla, lo bastante cerca de la comisura como para jugar con la paciencia de la mujer y se dispuso a hacer algo con los huecos que había dejado en la tierra cuando Sauda se había metido a su cabeza la primera vez—. ¿Me permites tu semilla?

 

Una vez que la tuvo en sus manos, plantó primero una y luego la otra, cubriendo la zona con la misma tierra y los pocos de césped aplastado que sus manos se habían encargado de separar hacía minutos largos. Cuando acabó, pequeños montículos habían sustituido la falta de vegetación y su interior se sentía un poco mejor.

 

—Sé que no repara el daño pero creo que lo compensará con el paso del tiempo —dijo a la Arcana, sonriendo—. Poco sé de botánica, pero me gusta la idea de que crezcan el uno junto al otro. Le recordarán nuestra clase por mucho tiempo.

 

Limpió sus manos y se puso en pie, cansada de estar sentada.

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  • 2 semanas más tarde...

Nunca me había dado cuenta de lo grande que era la Universidad hasta que emepcé a tomar las clases de las habilidades y las magias guerreras. Cada profesor tenía su propio espacio, ya fuera en los edificios o fuera de estos. El clima era muy variado.

 

Las clases solían empezar en la vivienda de los arcanos, por lo que al no recibir una nota que indicará lo contrario, busque la vivienda de Aailyah Sauda. Estaba vestida para lo que pudiera suceder en la clase, con tennis, ropa informal de lino misma que consistía en un pantalón color gris plomo que hacia juego con una chamarra delgada pero caliente del mismo material y color. Llevaba puesta debajo de la chamarra una playera de mangas cortas, de color zinnwaldita

 

Evitaba el color marrón en mi ropa desde la advertencia dada por el arcano Sajag cuando iba a comenzar la prueba de la videncia, aunque nunca supe que pasaría si me ponía ese traje. En la mano derecha llevaba mi varita y en el cuello todos los amuletos y anillos que me había ganado en los libros de hechizos, estando los anillos colgados en las cadenas de los colgantes que correspondían al libro, aunque sabia que en algún momento me tendría que separar de ellos, pero no podía evitar usarlos.

 

En la mano derecha llevaba los tres anillos correspondientes a las habilidades que ya tenía ganadas, dejando esta vez el monedero de piel de moke. Solamente estorbaría y en un momento dado siempre podía llevarlo solamente para la prueba. Había aprendido que algunos arcanos preferían que no usarámos la magia para todo en la clase y por lo general ellos nos proporcionaban siempre el material necesario.

 

En mi antebrazo izquierdo, el tatuaje del gato persa blanco que tenía estaba dormido. Había estado asi antes de ponerme la chamarra para salir. Suspiré, me había perdido un poco encontrando la vivienda, cuando hubiera podido utilizar el haz de la noche, pero imagine que a la arcana no le gustaría que llegara de ese modo.

 

De todas formas, era bueno disfrutar del paisaje y hacer un poco de ejercicio. El lugar estaba lleno de vegetación cosa que me agradaba, además de que estaba lejos de la gente.

 

-Buena elección.- Pensé.

 

Había muchos animales cursiosos, si bien la mayoría se escondían, pero pronto me di cuenta que un conejo café por completo, me seguia.Sonreí al verlo y lo acaricie, para mi sorpresa se dejo acariciar, quizás gracias a que los animagos nos comunicábamos mejor con los animales.

 

-Cuando salga de mi clase jugamos, lo prometo.- Le dije al animal, quien pareció asentir con un gesto de cabeza.

 

Llegué por fin a la casa de piedras y techo de paja. Sin dudarlo, toque a la puerta de la casa y espere. No era educado entrar sin invitación, por más que supiera uno que la arcana estaba avisada de nuestra visita.

 

-Arcana Sauda, soy Lyra Katara Selwyn, su nueva estudiante.- Comenté.

 

Esperé la respuesta de la arcana, deseando comenzar la clase.

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Sauda escuchó las preguntas de Tauro, pero no dio respuesta al principio. Por el contrario, estaba centrada en manipular a Leah con fuerza para que éstsa actuara a su voluntad obligándola así a concentrarse al máximo en su poder. Al cabo de unos instantes, miró de reojo a la Crouch sin dejar de ejercer su presión sobre la mente de la Ivashkov.

 

Podrías ayudarla... pero sólo parcialmente. La defensa de la mente es algo muy íntimo, nadie puede defenderla por ti mejor que tú misma. Sin embargo, si vieras que alguien ataca a tu amada o cualquier otro ser querido que esté cerca de ti puedes intentar ayudarle a ver que alguien le manipula o intenta vulnerar sus recuerdos, claro. Pero no mucho más de eso —le explicó, mirando de hito en hito a la compañera de la peliazul y sonriendo con un toque de picardía al pronunciar la palabra "amada". Justo en ese momento, sintió como un muro prácticamente perfecto la expulsaba de la mente de su pupila y parpadeó varias veces, sorprendida. Luego sonrió aún más ampliamente. Asintió con la cabeza ante sus palabras y luego la señaló con un gesto espontáneo de su alargado brazo como para apostillar las palabras de la chica y la respuesta de su novia—. Exacto, ése es el punto que yo considero que debéis alcanzar en mi clase antes de dar el siguiente paso. Enhorabuena, queridas.

 

Guardó silencio entonces y caminó un par de pasos de espaldas a las dos mujeres, que ahora hablaban entre sí e incluso Tauro atendía a su chica mientras ésta se recomponía tras el enorme esfuerzo que había tenido que hacer en el último ejercicio. Una oleada de ternura invadió a la arcana, que era consciente de que no podía borrar el rastro de una sonrisa en la comisura de sus labios por mucho que lo intentara. Eran realmente maravillosas. Su pensamiento sobre ellas se vio impulsado positivamente aún más cuando, al girarse al escuchar la voz de Leah dirigiéndose a ella, comprobó que acababa de enterrar las semillas de los frutos que les había dado un poco antes.

 

Extraordinario, absolutamente extraordinario —murmuró, más para sí que para sus pupilas. Jamás olvidaba un detalle de sus clases, ni de los pensamientos e inquietudes de sus alumnos, pero desde luego aquella había sido una clase memorable en muchos aspectos. Poco más debía hacer con ellas, salvo ayudarlas a alcanzar la meta que ambas buscaban. Y lo merecían, por supuesto que sí. Por eso no iba a hacerlas esperar más—. Queridas mías, ha llegado el momento de que os pregunte lo que todos ansiáis escuchar desde el principio. ¿Os sentís preparadas para realizar la Prueba? Sé que ambas estáis listas para afrontar lo que eso supone, por supuesto, pero es mi deber preguntaros para saber que vosotras estáis tan convencidas como yo de dar este paso. Pensadlo tranquilamente, voy a guiar hasta aquí a una recién llegada... —su voz se perdió lentamente mientras sentía una nueva vida en aquel bosque que tanto parecía un hogar para ella. Se había acostumbrado a su clima, sus árboles, sus criaturas... y por eso era capaz de sentir cuando llegaba alguien extraño.

 

Su nueva pupila había llegado hasta el lugar que suponía su verdadero hogar en aquella Universidad Mágica. Acababa de tocar a la puerta esperando que saliera a recibirla. ¿Así trabajaban el resto de arcanos? Ella no recordaba haber recibido a ninguno de sus alumnos en aquel lugar, no invitaba a trabajar la mente como era debido. Por eso buscó introducirse en los pensamientos de Lyra para poderla guiar hasta el ya famoso bosque que había tras su choza.

 

«Un gusto saludarte, Lyra Katara Selwyn, yo soy Aailyah Sauda y seré tu maestra. No me busques ahí, pues no me encontrarás. Mis clases no se dan sentados en un aula, ni tampoco necesitaremos teorías, amuletos ni nada por el estilo. Déjate guiar por mi voz, querida, e introdúcete en el bosque hasta que encuentres un árbol cuyas ramas están completamente desnudas, a pesar del sano color de su tronco. A su lado, verás una roca bastante grande y especialmente musgosa. Colócate a la derecha de ésta y camina de frente hasta que llegues al río. Quizás me encuentres allí... o quizás no», le indicó Sauda, con aquel tono neutro y misterioso que empleaba con los recién llegados. A pesar de todo, su característico toque dulce adornaba cada una de las palabras que pronunciaba. «Debes saber que soy una total protectora y amante de la naturaleza; no consentiré que nadie pise este bosque si no respeta, por encima de todo, la vida. Cualquier atentado contra ésta puede acarrear terribles consecuencias para quien se atreva a intentar dañarla, tenlo muy presente en todo momento. No daré clase a nadie que no respete esta sencilla norma. Una vez dicho esto, te espero, Lyra. No tardes...».

 

Dejó que las últimas palabras llegaran como si fuera un soplo de viento, aunque no salió de la mente de Lyra. La acompañaría en todo momento hasta que alcanzara la roca musgosa de la que le había hablado pues, en cuanto lo hiciera, intentaría obligarla a tomar el camino de la izquierda, a pesar de que le había indicado caminar recto desde el lado derecho de ésta.

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Escuché una voz en mi mente, lo que me recordaba la razón por la que quería tomar la clase de esa habilidad. De alguna forma enemigos habían leído mis pensamientos o sabían como hacer que pensará cosas que antes no estaban en mi mente y además insistían en el tema para lograr que me diera por vencida.

 

Sin embargo, me alegró saber que las clases no serían en un solo sitio y como imaginaba, no necesitaría los amuletos ni anillos, pero no me los quite, no lo había pedido. Solamente no los usaría. Esperé a que terminará para contestarle.

 

-Un gusto conocerla, arcana Sauda, bueno, a su voz. Lamentó haber invadido su hogar, pero no me dijeron en donde más podía encontrarla.- Dije en voz alta.-Aunque por otro lado, ¿cómo sé que es usted la que me guia y no alguien más?

 

Suponía que no había forma de darse cuenta de eso, además, era muy rara esa situación, si alguien me viera, seguramente pensaría que estaba loca por hablar aparentemente sola. La parte de respetar la vida era algo sencillo, no me gustaba maltratar a los árboles o a las criaturas.

 

¿Dónde estaría el conejito que había visto antes? Me hubiera hecho compañia mientas buscaba el árbol. ¿Habría salido la arcana de mi mente? No estaba segura, pero no me gustaba la idea de tener a alguien más en ella.

 

-Vamos, arcana. Si esta ahi, salga de mi mente, por favor.- Moví la cabeza negativamente al pedir esto.-Genial, además de loca estoy volviéndome paranoica.

 

Suspire. No supe cuanto tiempo estuve recorriendo el bosque, cuando vi un árbol que llamo mi atención. El tronco se veía sano, pero las ramas estaban completamente desnudas. No era porque fuera temporada en que sus hojas se caían, porque no había ningun hoja en el suelo.

 

-Vaya, ¿que tipo de árbol será este?- Pensé.

 

No lograba reconocerlo, me hubiera gustado tener un árbol de esos en el castillo Selwyn, pero no me podía enttetener con eso. Vi a la roca grande y musgosa, misma que si hubera estado muy cansada podría haber convetido en un sofá de una plaza bastante cómodo, aunque dudaba que a la arcana le gustara eso.

 

-A la derecha y de frente, hasta llegar al río. Al menos no me pidió seguir a un conejo blanco. Lo siento, era broma.- Me disculpe mentalmente, por si esa voz seguia en mi mente.

 

Al parecer ya se había ido, no la volví a escuchar mientras hacia el recorrido hasta el árbol, y seguia el camino indicado para encontrar el río, hubiera sido sencillo ver donde se encontraba, de no ser por la gran cantidad de árboles que me rodeaban.

 

Seguí el camino indicado hacia el río, manteniéndome alerta. ¿Sería capaz de diferenciar otros pensamientos que no fueran mios en mi mente?

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—Vaya —murmuró, algo sorprendida.

 

¿Ya?

 

Algo bien tenían que haber hecho, entonces, si ya podían afrontar la prueba. El nerviosismo nació en su interior y se desplazó a cada tramo de su anatomía con un silencioso escalofrío, pero no se manifestó a gran escala. Había pasado por cosas peores y sabía que debía enfrentar lo que Sauda preparara para ella para estar preparada. Solo tenía que inhalar, relajarse y exhalar lo que había aprendido hasta el momento, acompañándolo de una muralla mental más fuerte que su propia convicción por adquirir la habilidad. Se puso en pie, para quedar a la altura de la anciana y ayudó a su prometida a levantar, justo antes de dedicarle una inclinación respetuosa a la Arcana.

 

—Quisiera tomar la prueba, maestra —respondió con seguridad, mirándola inmediatamente después—. Estoy lista.

 

Era cierto, por más que una parte natural en ella respondiera de forma negativa. Los nervios activaban a la adrenalina y eso, junto al orgullo que movía cada fibra de su ser, era lo que necesitaba para pasar cualquier prueba que le impusieran. Ella y Tau representaban un pilar firme, no tenían nada de qué preocuparse en adelante. Y ahora que veía a la mujer un poco más de cerca, notó que extrañaría tomar clases con ella una vez que tuviera que decirle adiós, llevando consigo el anillo de oclumante. Sonrió con cierta tristeza.

 

Con ella había sentido un poco más de empatía que con Lawan, si los ponía en una balanza. El hombre había sido distante, correcto y algo sanguinario, ella había sido misteriosa en un principio y luego una verdadera maestra. Pasaba pocas veces. En las clases de los libros no era así y mucho menos con los Uzza, que parecían empeorar con el poder de sus conocimientos. Así que extrañaría a Sauda y sus ocurrencias naturistas que no comprendía del todo, lamentando no poder seguir un poco más bajo sus enseñanzas, pues parecía tener mucho más que ofrecer.

 

—Gracias por enseñarnos, sé que haremos un buen trabajo.

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Aquél punto le había interesado un poco más desde que había visto a Leah bajo los efectos de la manipulación de Sauda. No sabía si en otro momento estaría bajo la misma inclinación protectora, puesto que sólo por ella o, tal vez, su madre podría reaccionar así. Lo que sí tenía claro era que podía hacer algo, aunque fuera mínimo, si volvía a suceder. Era un alivio y algo que aprovecharía en caso de que estuviera presente en una situación similar, aunque tanto ella como su novia saldrían de ahí con todo aprendido, sin nada qué perder.

Y como si lo hubiera invocado, las palabras de Sauda hicieron que ambas prestaran atención una vez más y que en su rostro se formara una sonrisa. Ya era hora. Sus ojos primero estudiaron la expresión de la Arcana, cómo demostraba orgullo por sus alumnas y se sintió bien. Luego bajaron a lo que había hecho Leah con las semillas, sintiendo una unión mucho más grande con la naturaleza que las rodeaba.

Tenía ganas de enfrentar la prueba y sentirse una oclumante por primera vez, sentir que había logrado lo que se había propuesto. Colocó la mano sobre la mano de Leah para ayudarse y se puso en pie, imitando a la rubia en el momento de la reverencia con un infinito respeto hacia la bruja que las había enseñado. Sentía curiosidad por la nueva estudiante que se uniría a la clase y aún así estaba ansiosa por empezar con la prueba. Cuando su prometida acabó de hablar, ella tomó la palabra.

-Al igual que ella, estoy agradecida con usted, Arcana Sauda. También quisiera tomar la prueba, me siento preparada para enfrentarla.

Sonrió de forma auténtica e inhaló profundo, era tiempo.

-Vamos por ello.
Editado por Taurogirl Crouchs

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El camino hacia el río no fue tan fácil como pensaba, ya que había árboles que no permitían seguir el camino recto, pero tampoco desviaban demasiado, unos centímetros nada más, pero era algo normal en un bosque. A menos que fuera un parque muggle por ejemplo, se encontrarían los senderos despejados en su totalidad.

 

Sin embargo, algo curioso pasó en el camino, ya que empecé a escuchar una voz en mi mente.

 

-Ese camino esta mal, no sigas de frente por la derecha de la roca, tienes que ir por la izquierda.- Dijo.

 

Con tal cantidad de árboles bloqueando el camino, era imposible ver si realmente había diferencia entre uno y otro al final del sendero. Además, era distraída y a veces olvidaba las instrucciones demasiado rápido.

 

-No, voy por buen camino. La arcana dijo que me pusiera a la derecha de la roca y siguiera defrente, asi que calláte.- Contesté mentalmente.

 

-Te vas a arrepentir Katara. Con lo distraída que eres y lo fácil que olvidas todo por no prestar atención, confundes lo que te dijo la arcana. - Contestó la voz en mi mente.- El camino correcto es por la izquierda.

 

Movi al cabeza negativa. Esa voz no era la de mi conciencia definitivamente, era alguien más. ¿Sería la arcana u otra persona que estuviera observando?

 

-Sal de mi mente.- Ordene, al darme cuenta de que esos pensamientos no eran mios.

 

Obviamente esa voz seguiría insistiendo en que tomará el camino de la izquierda, lo peor era que había logrado hacer que dudará por unos segundo, pero en ningún momento desvie el camino. A la derecha de la roca y caminar de frente.

 

Demostraba lo débil que era mi mente, ya que aunque me esforzaba no lograba hacer que esa voz saliera de la misma.

 

-Sé que voy por el camino correcto. No me voy a desviar justo ahora.- Pensé, casi segura de que podría escuchar mis pensamientos la dueña de aquella voz.

 

Vi al conejito que me recibió en el bosque al llegar y lo acaricie, aunque no podía jugar mucho con él. Tenía que llegar al río.

 

-¿Me acompañas al río, pequeño? Al menos asi puedo hablar contigo en vez de tener que hablar sola para bloquear esa voz.. Susurré.

 

El conejo levanto sus orejas e hizo un movimiento curioso con la nariz. No sabia si eso quería decir que me acompañaría, pero continue lo que me faltaba. Por fin salí del bosque y llegue al río, con el conejo siguiéndome. La voz todavía parecía insistir, pero al menos con otra distracción pude hacer que se escuchará menos fuerte. Acaricie al pequeño conejo, mientras buscaba con la mirada a la arcana.

 

No me había desviado a la izquierda, después de todo.

 

-¿Arcana Sauda? ¿Ahroa si podré conocerla en persona?- Pregunté.

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Mientras indicaba a Lyra lo que debía de hacer para comenzar su clase y ponerla así en contacto con los poderes de la mente (aunque ella aún no sabría utilizarlos probablemente), suponía que Leah y Tauro habían meditado sobre sus palabras. Cuando regresó a prestarles atención, sin perder de vista la mente de la Selwyn, que comenzaba a recorrer su camino haciendo algunos comentarios que hicieron sonreir con suavidad a la arcana, ambas respondieron afirmativamente a su pregunta. Sauda sonrió ampliamente hacia ambas y asintió con la cabeza.

 

De acuerdo entonces, queridas. Tomad mi mano y... vayamos a la prueba final —les dijo a ambas, extendiendo sus alargadas extremidades superiores para que la tomaran. Al hacerlo, las tres desaparecieron del bosque.

 

***

Era grato el momento en el que veía a sus pupilos crecer en el dominio de la Oclumancia. Ver sus caras de satisfacción y sus gestos de tranquilidad al repeler sus ataques... no había nada más gratificante para alguien que amase aquel poder como lo hacía Sauda. Ahora tenía a una pupila más, una nueva por aquel lugar, paseando por el bosque en busca del río en el que Tauro había iniciado su prueba, precisamente. En lugar de ir hasta el claro con Lyra, lo que harían sería cambiar de escenario, probar cosas nuevas con aquella muchacha. Y tampoco se mostraría personalmente como arcana, sino que acudiría hasta ella fingiendo ser otra estudiante, tal y como había hecho en ocasiones anteriores. Se dirigió entonces hacia el río mientras Lyra luchaba por mantener el rumbo correcto. Sorprendentemente, se valió de un conejito para poder distraerse y dejar de hacer caso a la voz de Sauda en su mente, que la intentaba persuadir para que tomara un camino erróneo al que le había indicado al principio.

 

Llegó al río cuando Katara ya estaba allí. Tras asegurarse de que su magia funcionaba bien y su apariencia correspondía a la que había tenido cuando solo contaba con una veintena de años, salió de entre unos arbustos fingiendo haber tropezado y luego recompuso su postura, mirando al suelo como buscando el motivo de su traspiés.

 

¡Ay! Un poco más y llego al río de cabeza. ¿Y ahora qué...? ¡Uy, hola! —exclamó, en perfecto inglés. En su juventud no dominaba aquel idioma tan bien como en la actualidad, pero ni Lyra ni nadie de aquel país lo sabía, así que no le preocupaba aquel detalle. Se apartó un mechón de pelo negro que le caía sobre la frente y lo colocó tras su oreja, con un gesto ligeramente coqueto. Se acercó a la Selwyn y le sonrió, mostrando su perfecta dentadura que se veía aún más blanca de lo que era en contraste con su piel oscura—. ¿Eres alumna de Oclumancia? ¡Ay, dime que sí! La arcana me mandó buscar el río, y he estado dando vueltas un buen rato... me dijo que tenía que caminar hacia el norte, pero por algún extraño motivo mi cabeza me enviaba hacia el oeste. Qué miedo, ¿no crees? Ojalá aprenda a defenderme pronto, me atemoriza el hecho de que puedan manipularme de esa forma —comentó, gesticulando con las manos para acentuar sus palabras. Luego, fingiendo torpeza ante el hecho de haberse olvidado de presentarse, dio un bote donde se encontraba y extendió su mano derecha—. ¡Casi lo olvido! Soy Saka, ¿y tú eres...? Es un placer conocerte. ¿Crees que la arcana vendrá ahora?

 

Luego guardó silencio, como esperando la respuesta de Lyra. Pero en realidad, lo que iba era a responder ella misma desde su mente, tal y como se había comunicado con Lyra al principio. «No, no me veréis aún, queridas chicas. No creo que sea momento de ello, puesto que no necesitáis verme para aprender a defenderos. Habéis reaccionado bien ante la primera prueba, enhorabuena. Manipular una mente es tan fácil como descorchar una botella o hacer levitar un objeto, solo requiere los conocimientos y capacidades para ellos. Del mismo modo, defender la propia mente es igual de fácil, pero para ello hay que saber hacerlo. Por eso estáis aquí, y yo os ayudaré a aprenderlo. En prinicipio, quiero saber si alguna de las dos tenéis conocimiento previo de Oclumancia. ¿Alguien os ha hablado de este poder previamente? ¿Habéis intentado aprender por vuestra cuenta? ¿Qué os ha traído hasta aquí? No es muy usual que los magos se acuerden de que hay formas de magia que no requieren varita. Contadme, queridas, y así veremos por dónde empezar», dijo a través de su mente. Mientras hablaba de esa forma, había fingido sorpresa físicamente, abriendo la boca como si estuviera estupefacta ante aquella incorpórea "manifestación" y mirando a Lyra eventualmente, para compartir dicho sobresalto con su "compañera".

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Llegue al río y como todavía no había nadie esperándome, seguia jugando con el conejito, hasta que escuché ruido y vi como la alumna se presentaba, parecía haber tropezado. Deje que terminará de hablar para poder contestarle.

 

-¿Estas bien?- Fue lo primero que le pregunté. No parecía tener heridas a simple vista, lo que me alegraba.-Mucho gusto, Saka encantada de conocerte también. Soy Lyra Katara y él es un conejito que debe quedar libre, ahora que lo pienso.

 

Deje al conejo en libertad, al menos por un rato. Parecía no querer irse y de inmediato pensé en adoptarlo cuando terminará la clase, si lo veía de nuevo.Le estreche la mano a Saka una vez que quedo libre.

 

-Ve a jugar, pequeño. Luego nos vemos.- Comenté.-Lo siento, me gustan los animales y me lo encontré en el camino. También soy alumna de oclumancia y ¿sabes? Empiezo a creer que alguien esta observando la clase, porque también quería desviarme del camino.

 

Hice una pausa mientras pensaba en sus comentarios. En verdad ese tipo de situaciones daba miedo, además de dolor de cabeza. No era muy bonito sentir que alguien más estaba en nuestra mente.

 

-Si, da algo de miedo pensar que nos pueden manipular tan fácilmente.- Mencioné.

 

En realidad, daba miedo la manipulación en si, la que se hacia en vivo y estando directamente con la persona sin necesidad de legeremancia, era más inquietante pensar que podían llenarte la cabeza de ideas para que dejaras algo que te gusto, como un empleo o una clase.

 

De nuevo, escuché la voz en mmi mente, pero ahora si reconocí a la arcana. Miré a Saka y me encontré con su mirada. Le sonreí para intentar calmarla.

 

-No te asustes, Saka. Supongo que tendremos que acostumbrarnos a esta forma de dar clases, pero supongo que es original? ¿Te importa si le contestó mentalmente a la arcana y luego lo repito en voz alta para que escuches mis respuestas. Si quieres, por su puesto.-Pregunté.

 

Todavía no estaba muy segura si la arcana podía escuchar nuestras conversaciones en voz alta o solo leer la mente. Al ser una minina vaga inmediatamente pensé en que era una lástima que no no se dieran los cursos de conocimiento de esa forma, para no tener que salir de casa sobre todo en los días con clima extremo. Recordé que mis pensamientos estaban siendo vigilados.

 

-Espero que no haya captado ese pensamiento, arcana Sauda.- Me disculpe, empezando la plática mental.-Contestando a sus preguntas, nunca he tenido conocimiento previo de la oclumancia. Tampoco he intentado aprender por mi misma. Lo que si, mucha gente me ha platicado de ella. Una prima estaba muy entusiasmada con la habilidad.

 

Hice una pausa para poder decir mi contestación en voz alta y que Saka escuchará, exceptuando la parte de los cursos de conocimiento a domicilio.No la quería dejar fuera de la conversación y no estaba segura si mi compañera tenía la habilidad de legilimancia.

 

-Lo que me ha traído hasta aqui es la necesidad de proteger mis pensamientos para que no se aprovechen de esas debilidades. O que intenten llenarme la mente con pensamientos e ideas que no son mias, también para que no pueda lograr mis metas, hacerme caer.- Agregué de nuevo mentalmente.-Hace poco tuve una mala experiencia en la que abandone cosas que quería, por hacerle caso a mis pensamientos. A veces sentía que no eran mios y a lo mejor solamente es paranoia, pero por eso he venido. Quiero aprender a reconocer cuales de esos pensamientos son mios o cuales son de alguien más, para poder bloquearlos y que no hagan daño.

 

No quise dar más detalles sobre las cosas perdidas por esos pensamientos, esperaba no tener que mostrarlos a alguien más, por eso necesitaba esa magia.

 

-Yo estoy muy acostumbrada a la magia con varita, pero no me cuesta trabajo aprender a manejar la magia en la que no necesitamos varita, sé que ayudan mucho.- Finalice.

 

Deje que Saka diera su respuesta, aunque no sabia si la había ddo al mismo tiempo que yo, ¿podría la arcana captar los dos pensamientos sin hacerse lios? Tenía curiosidad por saber como empezaría la clase.

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