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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Me senté un momento en una enorme piedra que se veía bastante cómoda, esperando a recibir las siguientes instrucciones por parte de la arcana mientras observaba de lejos a mis compañeros... e inclusive utilizando un haz de la noche para crear pequeños portales cerca de mi y verlos más de cerca. No tenía otra intención más que la de poder verificar el avance que tenían, las palabras que lograban articular o, inclusive, los peligros a los que se enfrentaban, uno aprendía mucho más cuando mezclaba todos sus sentidos y veía al otro desarrollarse.

 

Simplemente por mi entrenamiento como paladín podía sentir las intromisiones de la bruja en mi mente, solo necesitaba poder aprender a utilizar la oclumancia a la perfección para que pudiera encerrar mi mente con cuidado e, inclusive, jugar con el intruso con falsos recuerdos, esa era la verdadera utilidad de aquella habilidad.

 

Oclumens, un conjuro tan sencillo de pronunciar pero que costaba un enorme esfuerzo las primeras veces que se utilizaban, por ello me había sentado, necesitaba recuperar la energía perdida con un poco de meditación y movimientos de la Orden de la Mano de Plata antes de continuar con lo que tenía preparada Aailyah, sobre todo porque había detalles de mi pasado que no eran convenientes tener que estar siendo revelados, al menos no por el momento.

 

Siempre había sido un dilema el ser la combinación de dos almas, una tan pura como la de Adriano Wallace y otra llena de oscuridad como la de Mirshka Dupont. El primer hombre estaba relacionado con dos ex líderes, brujas poderosas que me habían enseñado los caminos de la magia y sus terribles consecuencias, mientras que el segundo fue maldecido por las consecuencias del destino, la risa del mismo azar.

 

Oclumens, el conjuro que me ayudaría a evitar que mis secretos fuesen revelados.

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Si bien se esperaba la reprimenda de la arcana, ésta llegó un poco más tarde de lo que había previsto... y mucho más severa. Inconscientemente, se había encogido ligeramente sobre sí misma mientras escuchaba aquellas palabras en su mente, en un tono muy distinto al que había empleado en la presentación inicial, cuando aún no se había internado en el bosque. Llevaba razón, había sido una estupidez dejarse llevar por el hambre pero... ¿no había sido ella quien la había intentando confundir? Decidió no usarlo como defensa, pues probablemente el golpe de vuelta triplicara la fuerza del inicial. Aguardó hasta que la voz de Sauda desapareció y entonces recobró la compostura, si bien aún se sentía bastante inquieta.

 

«Al menos no me ha vetado en clase, es un punto a mi favor», pensó, aunque sin estar segura de si verdaderamente contaría con la aprobación de la arcana una vez llegara adonde ésta se encontraba. Decidió no perder mucho rato en pensar qué pasaría cuando llegase: lo importante era llegar. Tenía que caminar hacia el norte, así que volvió a usar la varita como brújula y esta vez sí funcionó. Su arma mágica apuntó con decisión en una dirección y Anne la tomó sin dudarlo, a paso algo más ligero que en su primer intento.

 

No había avanzado ni diez metros cuando sintió que no entendía qué estaba haciendo allí. ¿Por qué tanto atemorizarse por aquella anciana que, supuestamente, era capaz de proteger su mente mejor que nadie en el mundo? ¿Acaso iba a enseñarle algo de su poder? No lo tenía tan claro como al principio, por lo que se detuvo y se cruzó de brazos, inquieta ante aquella repentina reflexión. ¿De verdad quería aprender Oclumancia? Es más... ¿de verdad resultaba tan importante aquella habilidad como para anteponerla a otras tan interesantes como la nigromancia o la animagia? Tragó saliva y dio un paso atrás. No, no le resultaba tan llamativa como para dejar de lado otras enseñanzas que podrías resultar mucho más atractivas.

 

Giró sobre sus talones y caminó varios metros en dirección contraria, completamente segura de que en aquel momento estaba tomando la decisión correcta. De repente, recordó lo vulnerable que se había sentido en el Portal mientras realizaba su Prueba de Legilimancia y se quedó clavada en el suelo, con los ojos muy abiertos. ¿Qué demonios ocurría? ¡Necesitaba aprender Oclumancia para poder contrarrestar el poder que ella misma dominaba! Volvió a girar y dio dos pasos hacia el norte, aunque volvió a detenerse casi inmediatamente. Ahora no sabía qué hacer. Deseó con todas sus fuerzas que su padre estuviera con ella, pues era a quien siempre acudía cuando no tenía claro qué dirección tomar en cualquier momento de su vida. Probablemente le habría aclarado la situación con una simple sonrisa. Pero no estaba allí, y tenía que lidiar sola contra sus propios sentimientos.

 

¿O no eran tan suyos? De repente, mientras todas aquellas reflexiones se agolpaban en su mente, sintió que algo volvía a hacerla pensar en abandonar el lugar.

 

¡Es la arcana, maldita sea! —exclamó casi gritando, al darse cuenta de que la estaba manipulando. Infantilmente, se llevó una mano a la cabeza y la sacudió con fuerza, como quien aparta una mosca que se le acaba de detener en la frente, aunque aquello no era suficiente como para repeler a alguien tan poderoso como aquella anciana—. Así que también usa la legilimancia... vaya, parece que ninguna de estas clases pueden ser tranquilas —comentó, aunque en el fondo se lo había esperado desde que había llegado.

 

Esta vez sí tomó la dirección norte sin dudar, aunque algún pensamiento contrario seguía rondándole la cabeza eventualmente. Decidió que no podía ceder ante aquel poder, pues verdaderamente estaba convencida de que debía aprender a defenderse de semejante manipulación. Como la mente de la arcana seguía paseando por la suya propia, Anne decidió que intentaría hacer lo mismo con ella.

 

Su incursión no duró ni medio instante, la mente de Sauda era una especie de búnker a prueba de cualquier cosa que pretendiera invadirlo. ¿Sería ella capaz de forjar en su cabeza una defensa de ese tipo algún día?

 

Como una respuesta a su muda pregunta, un claro apareció ante ella y escuchó de repente el sonido del río, así como voces de personas. Se topó con varias conocidas... casi todas, realmente. Jessie estaba sentada con otra chica, tomadas ambas de las manos, y Bastian parecía inmerso en alguna tarea que Anne no alcanzaba a comprender. Abrió mucho los ojos y sonrió: no esperaba encontrar a su hermano allí. Pero también se percató de un detalle: la arcana no parecía estar en el lugar.

 

Esto... ¿hola? ¿Dónde está la arcana? Pensaba que me había dicho que nos reuniríamos aquí —murmuró, confusa. Quizás alguno de sus compañeros podrían orientarla... o quizás Sauda aparecería de repente en el lugar, sobresaltándola.

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Sus sospechas eran ciertas y Saka y Sauda eran la misma persona. No podía evitar sentirse satisfecha con eso ya que le gustaba saber que aun podía descifrar ciertos acertijos. Tenía tiempo sin sentirse de esa forma, lo suficientemente preparada como para poder averiguar nuevas cosas y eso le había ayudado a tranquilizarse.

 

Asentía ante las palabras de Sauda, siempre le había costado mantener sus emociones a raya y más con todo lo que le había pasado en la vida. Se sentó frente a Saka y tomo las manos de la chica no muy segura de lo que quería hacer la arcana más cuando menciono que se enfocara en su recuerdo más feliz su hermano mellizo vino a su mente, sus sobrinos, sus hermanos y su madre, todos en aquella extraña reunión improvisad. Sus ojos se llenaron de un brillo especial, si lo que necesitaba para poder tener control sobre el nuevo poder que quería aprender era recordar cosas que la hacían feliz... sería demasiado sencillo.

 

-Si... estoy lista- exclamó convencida de ello, con el recuerdo rugiendo con fuerza en su cerebro y en su corazón llenandola de alegría.

 

Lograba notar lo que quería hacer Sauda y gracias al recuerdo podía mantener sus temores a raya. Sonreía satisfecha aunque era algo cansado, lograba ver el truco a aquella habilidad y poco a poco comprendía a manejarla pero sabía que aun le faltaba bastante para llegar a manejar esa habilidad con facilidad pero con tomarle el truco de momento era más que feliz.

 

Podía ver a través de su recuerdo feliz los recuerdos que Saka había elegido y aunque eran recuerdos duros, recuerdos que podían dejarla llorando por horas así que agradecía el poder aferrarse a su familia para poder soportar aquello. Finalmente cerró sus ojos y ordeno a su mente alejar lo más posible aquellos recuerdos que amenazaban con des equilibrarla, levantando uno tras otro recuerdo que la hacían demasiado feliz, hasta llegar al momento del re-encuentro con su hermano, su alegría fue tan grande que sintió como la intromisión en su cerebro se debilitaba a gran medida, dejando salir una carcajada enorme de sus labios color carmín.

 

-Perdona... pero es que mi familia... son lo mejor que tengo- se encogió de hombros tratando de disculparse con Saka por la ferocidad de su mente.

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Oclumens, seguía repitiendo. Oclumens, porque era lo único que sabía para la materia. Oclumens, comenzaba a sentir pánico. Oclumens, y no, mi conjuro funcionaba, no estaba siendo provocado por la arcana. Oclumens, debía de alejarla de mis pensamientos. Oclumens, aunque sabía que era tan fuerte que tal vez algo lograra leer...

 

<<Todos los arcanos pecan de soberbios, les importa poco el tiempo que se gasten en los aprendices y todavía menos importancia tienen si con unos son más justos que con otros. Todos son iguales. Ninguno se salva de esto.>>

 

Ya era mi cuarta vez cursando una habilidad con los arcanos y, a pesar de que llevaba la mitad del tiempo transcurrido de la duración de la enseñanza, solo había tenido un tipo de interacción con la bruja que se suponía que guiaría mi camino, justamente seguía el mismo camino que los tres arcanos anteriores que me habían dejado el triple de tiempo con ellos de lo que se debía; y el problema no era eso, o bueno, por lo menos no del todo, el problema es que conocía magos y brujas que habían terminado cercanos al tiempo que habían acordado los directores con los arcanos y el Ministerio de Magia: era injusto.

 

Oclumens...

 

Y había escogido ésta habilidad, ¡justamente esta que era para bloquear la lectura del pensamiento! Para ello Aailyah debía de conocer la legirimancia para que nosotros practiquemos la oclumancia, cosa que ya había comprobado, escuchando su voz en mi cabeza y si lgoraba saber lo que pensaba de ella, de los arcanos... conociéndolos... todos eran un grupo de personas orgullosas, fanfarronas, ninguno tenía la humildad para aceptar sus errores. Eran humanos, al final de cuentas, pero de una clase muy peligrosa: sabían que tenían poder.

 

Oclumens...

 

La suerte no estaba de mi lado, ni siquiera la posición social me podría salvar, nada de lo que representaba yo en aquel país me ayudaría en contra de los arcanos porque simplemente a nadie que debiera importarle este asunto le importaba, dejándome de lado con todas mis 'simples observaciones' que había realizado... ni siquiera porque existían más magos y brujas quejándose de la misma situación... nada podría ayudarnos hasta que los involucrados quisieran arreglar el problema. Y no lo querían hacer.

 

Oclumens.

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La muralla que formó pensando fuertemente en las palabras indicadas por la arcana comenzaba a desmoronarse conforme pasaban los segundos. Si se detenía, si dejaba que las cosas se quedaran paradas su mayor miedo sería revelado. Mientras tanto, sus ojos una minúscula parte de su concentración se dedicaba a localizar las flores que cumplían con las características dadas por Aailyah.

 

Decidió intentarlo, decidió tomar un camino diferente. En su cabeza habían muchos secretos más importantes que un simple miedo. ¿En realidad le importaba tanto? Si, pero le importaba por motivos egoístas. No era información sensible, no causaría daño a nadie más que a si mismo. ¿Acaso el pensar solo en su seguridad no había sido lo que en principio lo llevó por la oscuridad?

 

Así, aceptando que realmente proteger ese secreto no era importante, se concentró en moldear sus recuerdos. Se concentró en fortalecer su mente sin siquiera pensar en ello. Mencionar aquella palabra significaba una especie de vínculo que iba desde la varita mágica hasta el cerebro; o eso es lo que Bastian sentía cuando la mencionaba.

 

Pero cuando se concentró, cuando buscar las flores se convirtió en una acción mecánica con un mínimo de esfuerzo sintió que aquel era el camino correcto. Al principio apenas y logró reparar la muralla original, pero conforme mayor concentración le dedicaba más fuerte se volvía aquel muro.

 

Hasta que decidió olvidarse de él. Necesitaba hacerlo, necesitaba que su cabeza pudiera ocultar recuerdos de forma instintiva, que con apenas pensar en ello la muralla mental se formara. Buscó otro recuerdo, algo realmente crítico. Creó capa tras capa, metió recuerdos menos importantes en el medio como un método para crear distracción.

 

Ocultó los rostros de todas las personas de su nuevo familia. Ese era un secreto por el que se merecía llegar incluso a morir. Puso una brillante luz en sus recuerdos, difuminó cada uno de los rostros de la Orden del Fénix. Olvidó sus nombres de forma temporal, y detrás de todas aquellas protecciones construyó un muro inexpugnable. Un muro que se iba haciendo más grueso, más firme.

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Mr Pippi me había dado la señal de que mi solicitud para recurrir a las clases de Aailyah Sauda estaba aprobada. Todo me era conocido ya que todo el papelerio perteneciente a los Arcanos, pasaban por nuestras manos y Anne me había comunicado aquello. Asi que lo único que pudo hacer el recepcionista que nos ayudaba a recibir a los nuevos aspirantes a las habilidades, fue avisarle a la Arcana que estaba en camino. La carta que le había dejado era concisa y con pocas palabras.

"Estimada Sauda.
Le escribo con el motivo de comunicarle
que deseo encontrarme con usted para concurrir a sus clases.
Estoy en camino, espero encontrarla en su vivienda.
Elvis~"


Había dudado demasiado en terminar aquella carta con el cargo que portaba, pero ya había tenido experiencia con dos Arcanos y podía llegar a deducir que no les caíamos demasiado bien, más cuando intentábamos llamar la atención con nuestras propias habilidades y poderes. Por eso que había decidido avisarle para que ella me dirigiera a donde podía ir. Luego de enviarle la carta, caminaba por aquellos senderos directamente hacia la vivienda de Aailyah Sauda. Era parecida al resto del hogar de los Arcanos, asi que no me fue difícil encontrarla. Además, que tenía cierto privilegio como director, solo que me agradaba disimular un poco.

 

Me mantuve de todas maneras un poco alejado, a unos cincuenta metros. Allí los árboles eran frondosos y me recordaba a donde vivía Rosália Pereira. ¿Eran amigas o rivales? No entendía demasiado pero las habilidades si me parecían de aquella forma y era por eso que decidía realizarlo. Si yo podía leer la mente de cualquier persona, podían hacerlo contra mi y por eso decidía aprender a bloquear ésa posibilidad. Me crucé de brazos mientras miraba el cielo, mientras sentía la brisa recorrer mi rostro. ¿Cuánto tiempo pasaría para que me encontrara con la Arcana? ¿Habría otros alumnos?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Suspiré mientras me recostaba en la piedra... la arcana había desaparecido dejándome sin ningún tipo de instrucción a realizar, nada que hacer, anda que proteger... nada... nada.

 

Por un momento me imaginé que las cosas funcionaran en esa parte de la universidad, que los arcanos estuvieran por gusto en aquellos terrenos y de verdad quisieran compartir las habilidades mágicas con todos los que las estábamos solicitando, como un camino que se debía recorrer junto con el mago o la bruja que poseía el anillo que permitía abrir los portales; en vez de ello teníamos a un grupo de magos que les importaba poco si desarrollábamos su habilidad o la de alguien más o nos cayera un pilar encima, la falta de respeto era demasiado inmensa.

 

Comencé a cerrar mis ojos lentamente, la pesadez del aburrimiento estaba ganando en ese momento al ver que había pasado demasiado tiempo sin ningún tipo de intromisión de la arcana, todo había sido silencio después de que realicé los conjuros de oclumens una y otra vez, sin miedo por dejar el aprendizaje, sin miedo a nada, sin ningún tipo de tres de pensamiento... simplemente estaba aburrido.

 

en algún momento había pensado que la paciencia sería parte de la prueba, hasta que pude corroborar que en verdad había personas que terminaban sus cursos a tiempo, no con el triple como yo.

 

Bostecé con fuerza, todo indicaba que seguiría muchas horas sin la atención de @@Aailyah Sauda, por lo que agradecí que el clima en aquella ocasión estuviera a mi favor, podría echarme una siesta tranquilamente hasta que se le ocurriera a la bruja que tenía más alumnos, porque me habían aceptado para el mismo,¿no? Un último 'oclumens' pasó por mi mente para terminar de cerrarme ante cualquiera que intentara entrar mientras dormitaba.

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Demasiado tiempo había acontecido desde la última vez que se había inscrito a la clase de una habilidad mágica; no sólo porque durante un tiempo no cumplía con los requisitos para tomar su tercera habilidad sino también dado que su última clase lo había dejado exhausto y había extenuado sus recursos mentales a tal forma que le tomó varias semanas volver a sentirse descansado y listo para volver al ruedo.

 

Con dicho propósito, se apareció días luego de haberse inscrito en los terrenos de la Universidad Mágica, particularmente en aquel lugar donde la Arcana de su próxima habilidad residía. Le habían advertido que estaba bastante alejada de los edificios principales de la institución, principalmente por deseos de la profesora, y era tal la distancia que apenas podía vislumbrar la silueta de la edificación cuando miraba hacia el horizonte.

 

Tuvo que caminar unos cuantos metros hasta que finalmente llegó a la pequeña edificación, una habitación que se destacaba más bien por su armónica simpleza. La estructura de piedra se mezclaba muy poco con el paisaje, siendo el lago anexo a la casa lo que más llamaba la atención al Weasley, quien seguía caminando en dirección a la puerta principal mientras miraba absorto la exuberante vegetación que había en el lugar.

 

Una vez se encontró frente a la puerta principal, golpeó la misma con sus nudillos y esperó. Siguió observando todo el paisaje mientras aguardaba ser atendido, hasta que finalmente vislumbró entre unos árboles, a unos cincuenta metros de él, a una persona que reconoció de inmediato. Elvis.

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Mi mente se quedó perdida en el mundo de los sueños, la arcana no volvió a aparecerse en mi mente para ese momento y me dejé descansar en lo que esperaba las indicaciones pertinentes y, claro, que no tomara como un reto el que durmiera un poco. Para muchos podría resultar extraño descansar sobre una piedra, pero mis tiempos de ermitaño en los bosques de la Europa del Este me habían dado la experiencia necesaria para que esto no fuese ningún problema.

 

Había elegido la oclumancia como protección a mi familia, amigos y compañeros de la Orden del Fénix que seguían ocultos ante los ojos de la sociedad, no todos habían decidido revelarse y los respetaba por completo, pero como buen miembro de aquella organización, tenía que pensar más allá de mi propia persona. El aprender esta habilidad significaba un paso más dentro de mi crecimiento como mago, como fenixiano, porque reforzaba el valor de respetar la vida, de respetar el camino que cada uno había elegido.

 

Desperté después de no sé cuanto tiempo, aunque no parecía mucho, el cielo se veía parecido a la última vez que lo había visto antes de perderme en mi cabeza, por lo que me senté sin problemas en lo que la arcana dirigía su atención conmigo. ¿Seguiría dispuesta a enseñarme?

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Aailyah se había sumido en los pensamientos de todos sus estudiantes al mismo tiempo, pero separándolos por orden de "relevancia". ¿Qué quería decir ésto? Por una parte, estaban aquellos a los que ya había puesto a prueba una o dos veces, los que tenían una tarea encomendada y estaban en pos de perseguirla. Por el otro, estaban los que recién comenzaban a presentarse ante ella y estaban ansiosos por recibir instrucciones. Así, pues, volvió una vez más la atención hacia Jessie, sin perder de vista al resto del grupo de alumnos, sobre todo al aburrido Ishaya y a dos nuevas mentes que se habían presentado en las inmediaciones: Elvis Gryffindor y Nathan Weasley.

 

<<Bien hecho, Jessie. Has progresado enormemente en tu labor y creo que podríamos estirarnos un poco más antes de saber si estarás lista para la prueba. No lamentes que tu familia sea lo mejor para tí, todos guardamos recuerdos felices de distintas cosas. Ahora, quiero que pienses en aquello que más feliz te ha hecho y lo escondas, en lo más profundo de tu mente. Tápalo con barreas, escudos, paredes y no me dejes acceder a ese recuerdo. Sabrás por qué>> la Arcana que se estaba haciendo pasar por una joven estudiante, se retiró de al lado de Jessie, dejando que las manos de su alumna volvieron a reposar sobre sus propias piernas y se encaminó hacia la espesura del bosque.

 

<<Dejas entrever tus miedos, inquietudes y enojos fácilmente, Ishaya Tonks. Tiens que concentrarte mejor en lo que deseas ocultar. ¿Te has preguntado por qué los Arcanos nos tomamos nuestro tiempo para enseñar las habilidades? No las hemos aprendido en unas pocas horas, seguramente eso lo sabrás. Intenta pensar menos en el hechizo para ocultar tus pensamientos y empieza a visualizar las barreras. Me internaré en tu mente sin previo aviso y espero que estés listo para ello, porque daremos un paseo por tus miedos, tus anhelos y veré todo aquello que amas y que temes perder también>>. Parecía que se había quedado dormido en una piedra por lo que él había creído que eran horas, pero tan sólo habían pasado unos pocos minutos mientras desde que la Arcana le había pedido que pasara la primera prueba: la de su voluntad.

 

<<No te he vetado... aún, Anne>> dirigió entonces sus palabras a la mente de la directora de la Universidad. La observó, a través de sus pensamientos, alejarse, creyendo bajo su influencia de que lo que estaba haciendo era perfectamente correcto, hasta que una parte de la mente de la chica bloqueó lo que ella había plantado y comenzó a maldecir. La comisura del labio de la Arcana se curvó tan sutil y ligeramente que nadie pudo haberlo visto, aunque la hubieran estado observando directamente. <<Todos los Arcanos sabemos un poco de ésto y un poco de aquello. ¿Cómo iba a dominar a la perfección mi habilidad sin controla primero la que puede atacarme directamente?>> respondió a las dudas de su pupila. <<¿Crees saber cómo sacarme de tu cabeza? ¿Qué te ha parecido la idea de estar totalmente convencida de que eran tus propias decisiones las que te estaban llevando lejos?>>. Quería que ella pensara en eso, en la posibilidad de que alguien la manipulase a su antojo y cómo la afectaría, porque lo siguiente que haría Sauda sería incurrir en su mente de forma violenta. Todavía le duraba la pálida de haberla visto con el pequeño animalito.

 

La porción de su mente que estaba concentrada en Bastian notó al Warlock haciendo su propio trabajo mental. Levantando un muro tras otro, moldeando sus ideas, sus pensamientos, sus miedos y convirtiendo todo en un lejano susurro de su personalidad hasta ocultar lo que era. Desde luego, la Arcana podría derribar aquellos muros con un soplido, pero no era esa su intención. No torturaría nunca la mente de un alumno por placer o por conocimiento, pero no dejaría de empujar sus límites para convertirlo en un mejor Oclumante. <<Sigue así. Ahora que ya has convertido el contar pétalos de flor en algo de segundo plano, mecánico, concéntrate en hacer lo mismo con las cosas que creas más banales sobre sí. No los pensamientos importantes, los profundos, sino los que dejas ver cuando haces un gesto. Concéntrate en ocultar primero esos y luego pasaremos al resto>> lo alentó, sabiendo que él ya comprendía la mecánica de la habilidad.

 

<<Elvis Gryffindor y Nathan Weasley>> llamó la Arcana a los dos nuevos alumnos que tendría en la clase. <<No me encuentro en mi casa>> estaba compartiendo la información con ambos a la vez, esperando que les intrigara encontrarse con la voz de la Arcana en su mente. <<Para llegar hasta a mi quiero que caminen hacia el bosque que ven cerca de mi hogar. Adéntrense en él y caminen hacia el este, hasta encontrar un árbol de corteza blanca. Una vez frente a él, caminen en línea recta hacia el oeste y encontrarán al resto de alumnos con los que estoy en la clase>> como siempre, aquello tenía una trampa que no dejaba traslucir jamás: cuando llegaran al árbol, las ansias por volver y dejar la clase, la idea de que tenían que irse de allí, los haría regresar si no imponían su fuerza de voluntad.

 

Satisfecha y esperando a que los dos nuevos pupilos se unieran al grupo, Aailyah buscó con su mente a Niko, quien había llegado antes de Ishaya pero estaban ambos esperando por ella. <<Perfecto. Entonces podremos molder tu mente sin ideas preconcebidas sobre lo que es la Oclumancia. Podrás ver la raíz por tí mismo si eres lo suficientemente persistente para hundir tu mente en la tierra que tapa la esencia de la habilidad y darle forma, de manera de puedas utilizarla tan naturalmente como te resulta caminar día a día>> pero primero iba a tener que aprender a gatear, luego pararse sobre dos piernas y más tarde, podría correr.

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