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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Una voz en su cabeza la hizo detenerse por completo en el lugar donde estaba. Ya una vez había tenido esa sensación en el pasado y no le había gustado en lo absoluto. Trato de serenarse, no pensar en nada y alejar toda emoción de su sistema pero aun así la voz seguía en su cabeza. Decidió prestar atención a lo que decía.

 

-Dígame Jess, solamente y si no quiere que dañemos a los seres vivos que nos rodean ¿como espera que llegue hasta usted sin pisar el césped?- pensó Jessie con sarcasmo al escuchar lo que decía su profesora.

 

Caminar en linea recta y luego girar a la derecha, ella tenía un serio problema con la orientación, así que esperaba que la profesora la ayudara a encontrar el camino indicado. Comenzó a caminar sin tiempo que perder. Se quitó los zapatos para evitar dañar demasiado el pasto que pisaría. camino con paso lento observando todo a su alrededor, buscando la roca color blanco y un árbol con hojas rosas a su lado pero no lograba ver nada así.

 

Suspiro cansada cuando ya tenía varias horas caminando por aquel bosque. Se sentó en una roca de color blanquecina que encontró en su camino, cerró los ojos y llevó sus piernas a su pecho, pensando en que estaba haciendo mal, pero no lograba verlo. Soltó el aire lentamente mientras vaciaba su mente y alejaba las emociones que amenazaban por desbordarla, puesto que siempre que estaba sola recuerdos horribles y dolorosos llegaban a su mente.

 

Era una tarde tranquila a las afueras de la antigua Italia, Jessie regresaba a casa despues de un largo día en la universidad. Un feo presentimiento se apoderaba de su corazón cortandole el aire a cada paso que daba en dirección a casa. Al llegar una imagen desoladora la recibió, la puerta de entrada derrumbada hacía el interior con varios cortes, sangre esparcida por todos lados en el interior de la casa, vidrios rotos y muebles quemados. Sus padres atados y amordazados en la cocina quemándose lentamente ya muertos.

 

Corrió escaleras arriba buscando a su hermano mellizo pero no lo encontró por ningún lado, solo un pedazo de hoja arrugado y manchado de sangre junto a una foto de ambos igualmente manchada en sangre. Cayo de rodillas con los dos objetos en sus manos, llorando amargamente por la perdida de su familia y de su mejor amigo, su hermano. Ya nada volvería a ser lo mismo.

 

Abrió los ojos pero seguía viendo aquellas horribles imágenes en su cabeza, movió la cabeza de un lado a otro tratando de alejarlas pero no podía. Se puso de pie y tropezó con los mismos al intentar dar un paso, cayendo de rodillas sobre la hierba húmeda. Se agarró la cabeza con ambas manos y cerró los ojos.

 

-¡YA BASTA!- grito desesperada a la nada concentrándose en bloquear esas imágenes de su cabeza sin poder ponerse en pie.

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A diferencia de habilidades como la metamorfomagia, que la gente supiera de sus conocimientos en el área de la oclumancia no le preocupaba. O dicho de forma más exacta, que la gente supiera de conocimientos que él iba a adquirir en el estudio de la oclumancia no era problema alguno. Al contrario, podía llegar a resultar beneficioso.

 

Bastian se considera un espía hábil y de los mejores en la agencia para la cual trabaja. Puede soportar cualquier tipo de tortura tanto mundana como mágica. Se ha entrenado para eso, nadie puede sacarle ninguna palabra que él no quiera decir. Pero cuando se trata de magia no hace falta torturar a nadie para obtener información. Él necesita terminar su entrenamiento adquiriendo la capacidad de cerrar su mente y de suprimir recuerdos.

 

La universidad, de por si, era un sitio fascinante. ¿Cómo sería en Egipto? Era difícil imaginarlo. Ahora se mezclaban dos culturas la extensión de ella. Eso, por su puesto, tomando como cultura todo aquel asunto mágico que de alguna forma relacionaba a los Arcanos (que en realidad eran magos de todo el mundo) y como otra al ancestral pueblo de los Guerreros.

 

No era prudente deambular por aquel lugar con su apariencia animal pues solo un puñado de personas la conocían y podría resultar revelador. Por lo que aquel día caminaba con varita en mano y vestido de la forma más mágica que el clima se lo permitía. Comenzaba a hacer fresco, si, más el calor aún le parecía demasiado para soportarlo vestido con ropajes abultados. Eligió un pantalón negro y una camiseta blanca. En la espalda colgaba una vaina con una espada cuya empuñadura tenía la forma de una calavera.

 

Llegó al sitio que le habían indicado. Una especie de bosque. Sintió algo raro más no supo que era. Se relajó un poco y comenzó a olvidar cosas superfluas. Problemas que en ese momento no eran relevantes y que realmente no representaban un problema real.

 

—¿Hay alguien cerca? —preguntó yendo en contra de todos sus instintos. ¿Porqué mostrarse sin siquiera haber realizar un reconocimiento del lugar? Más importante ¿Porqué no realizó un reconocimiento de lugar tal cual como solía hacer cuando llegaba a un lugar desconocido?

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Lyra encajó bien la noticia del engaño de Sauda, por lo que la arcana no pudo más que sonreir y verla demostrarle lo mucho que había progresado en su habilidad. Y lo demostró con creces, pues Sauda prácticamente no pudo vislumbrar nada de lo que buscó en la mente de la Selwyn. Se quedó quieta durante unos instantes, retirándose de la mente de su alumna y luego, lentamente, esbozó una sonrisa cargada de cariño mientras veía en su mente cómo Jessie comenzaba su camino por el bosque en busca del lugar que le había indicado la anciana.

 

Maravilloso, querida, has hecho un buen trabajo. Tanto que intuyo que tengo poco más que enseñarte. Lo que te queda ahora es cuestión de práctica... pues uno nunca sabe suficiente sobre nada, siempre hay algo nuevo que aprender —murmuró, con voz soñadora mientras sus oscuros ojos se desviaban hacia las copas de los árboles que las rodeaban. Tras unos instantes de reflexión personal, miró de nuevo a la mujer—. Katara, ¿te sientes preparada para realizar la prueba del Portal? ¿Crees que estás lista para enfrentarte a su poder y adquirir así tu anillo de habilidad? Tómate tu tiempo antes de darme respuesta, no hay prisa. Mientras tanto, voy a ver qué tal le va a la nueva chica... y al que se acerca al bosque, ahora que me fijo —añadió, más como un pensamiento en voz alta que otra cosa.

 

El continuar en una u otra dirección dependía solo de Lyra, por lo que Sauda le dejó su espacio para poder pensar. Mientras tanto, se fijó en cómo iba progresando Jessie y decidió ignorar el comentario sarcástico que le dirigía sobre la hierba que iba pisando. Al fin y al cabo, eran humanos y debían desplazarse andando, no podían volar. No le agradaba que trataran sus creencias y pensamientos de esa forma. A pesar de ello, no era aquella cuestión la que la empezó a preocupar sino el hecho de que Jessie no encontrara el camino y, sobre todo, lo que vio en su mente. Sauda se llevó una mano a la cara, horrorizada, al ver lo que la Stabolito tenía en sus recuerdos y, cuando la vio gritar con desesperación sin saber cómo continuar su camino, la anciana se sintió conmovida.

 

«Tranquila, jovencita, aleja esos pensamientos de tu mente y sigue mi voz. Estás aquí para aprender a defenderte de las intrusiones en tu mente, por lo que lo primero que debes saber es que tienes que intentar no mostrarme lo que yo desee ver con tanta facilidad. Si sientes que un recuerdo malo, o uno bueno, aparecen en tu mente de repente procura olvidarlo y no centrar tu atención en ellos porque muy probablemente sea por mi culpa, que intento echarles un ojo sin tu permiso. ¿Entendido? Y ahora, camina recto desde donde estás y no pares de andar hasta que llegues al río. Ese conejito de pelaje blanco te guiará, solo síguele. Te espero...», le indicó. Mientras lo decía, un conejo blanco se colocó junto al pie de la mujer y la olisqueó con cuidado para luego dar unos saltitos hacia delante, indicándole la dirección. Pero Sauda intentaría truncar el avance de Jessie intentando convencerla de andar en dirección contraria a la indicada por el conejo, para ver si podía vencer aquella presión para obedecer las indicaciones principales que le habia dado la arcana.

 

Mientras tanto, centró su atención en la nueva figura que se acercaba hasta su bosque. Era un hombre, bastante poderoso y con muchos pensamientos en su cabeza. Sauda sonrió ante su pregunta, aunque sabía que no la podría ver. Ni tampoco tenía intención de ellos.

 

«Hay muchos "alguienes" aquí, unos más cerca que otros», le respondió, con simpleza. «Soy Aailyah Sauda, la arcana de Oclumancia, y seré yo quien te enseñe el noble arte de la oclumancia, con la que podrás guardar tu mente de cualquier ataque. En primer lugar, quiero que sepas que la clase la daremos así, desde tu propia mente, hasta que yo decida que estás preparado para pasar a la siguiente fase. Por otra parte, te advierto de que no hay nada más sagrado para mi que la naturaleza. Por tanto, cualquiera que se atreva a atentar contra la vida de otro ser vivo en mi presencia perderá mi simpatía y confianza, y no me lo pensaré dos veces si decido que no eres digno de aprender algo de mí», guardó un misterioso silencio entonces, tal y como solía hacer. Hasta ahora no se había encontrado con problemas por aquel tema, ni siquiera con aquella pareja de chicas que habían matado a un trol creado mágicamente por ella misma. Al fin y al cabo, ni siquiera a ella le agradaban aquellas criaturas aunque respetase su existencia. «Quiero que te reúnas con el resto de alumnos cerca del río, no está lejos de donde te encuentras actualmente, Bastian Karkarov. Sólo tienes que meterte en el bosque y buscar un árbol con las hojas doradas. Luego, mira hacia el oeste y camina en linea recta desde ahí hasta que encuentres el río. Es fácil de alcanzar, no tiene pérdida».

 

Guardó entonces silencio de nuevo, no tenía más que decirle hasta que no iniciara su andanza por el bosque. Tal y como hacía con todos los recién llegados, Bastian tendría que seguir sus instrucciones mientras ella se afanaba en meterle en la cabeza la idea de caminar hacia el este cuando le había indicado claramente que debía tomar el sendero del oeste. Era la mejor forma que tenía de ver cómo reaccionaban sus alumnos y en qué grado eran receptivos al aprendizaje de la Oclumancia.

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Me quede sorprendida con las palabras de la arcana, tanto que por unos segundos mi mente se quedo en blanco por unos cuantos segundos o al menos eso pensaba. Pronto reaccioné asintiendo alas indicaciones de la arcana.

 

Estaba segura que quería enfrentarme a la prueba. No había llegado tan lejos como para renunciar a la habilidad, sabiendo que era muy necesario, no solo en una situación de peligro, sino en situaciones normales como en el trabajo donde las personas a veces querían llenar la cabeza de uno con malos pensamientos. Era necesario aprender esa habilidad, con ella me sentiría más segura.

 

-Tal vez descubra que paso con esa familia que crei haber fundado.- Pensé.

 

Según lo que había descubierto, los que creia que eran mis hijos enrealidad solo eran demonios mandados por mi padre, ya que para la misión que debía cumplir en ese entonces necesitaba tener una familia.

 

Pensé en sus nacimientos, su infancia, en todo lo que recordaba de ellos, ¿acaso mi padre había implantado en mi esos recuerdos? Desee saber que habría pasado si no lo lograba. Los demonios con quienes viví seguirían ahi, cada quien con su vida, pero no serian nada mio.

 

Sonrei, esperando que el portal me llevará a esa parte para poner en práctica la oclumancia, aunque en realidad, cualquier prueba dada por el mismo sabía que la superaria.

 

Miré a la arcana, quien parecía estar concentrada en ese momento con sus nuevos alumnos, por lo que espere a que se desocupara. Sin embargo, unas palabras pasaron por mi mente, las mismas que le diría en voz alta cuando pudiera volver su atención a mi.

 

-Estoy lista. Deseo hacer la prueba para tener el anillo de oclumancia.- Pensé.

 

Las experiencias dadas por los portales - si bien algunas fueron tristes - me habían enseñado más acerca de mi, descubriendo algo diferente. Deseaba ver que me esperaba esta vez en el portal.

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Una voz tranquila se apodero de su mente, se concentró en ella tratando de tranquilizarse aunque le era bastante complicado. Tenía serios problemas tratando de bloquear esos pensamientos de su cabeza, intentar olvidarlo como le decía la profesora era algo muy difícil puesto que por años lo había intentado más había sido un esfuerzo sin ningún fruto.

 

-Lo he intentado mucho - pensó Jessie centrándose en una hoja que iba bajando en sintonía con el viento, siguiendo su movimiento - pero es muy difícil pensar en otra cosa y más cuando ellos llegan por si mismos.

 

Por sus ojos seguían saliendo lagrimas, no sabía como contenerlas pro lo mejor era dejarles libre, ya mucho tiempo las había guardado como para que ahora, que nadie la veía, las ocultara de nuevo. Sonrió divertida por la ocurrencia que venía a su mente, pero seguro su arcana también le encontraría gracia si es que sabía de los libros muggles que ella había leído de pequeña.

 

-Voy a parecerme a Alicia, siguiendo un conejo blanco, pero... prefiero eso a perderme de nueva cuenta - pensó divertida agachándose un poco mostrando su mano al conejo para que la oliera.

 

Comenzó a caminar siguiendo al conejo, a veces llegaban a su mente pensamientos de doblar a la derecha en ciertos lugares o seguir algunos senderos que aparecían en su camino. Despacho las ideas concentrándose en los saltos que daba el conejo, en su forma de moverse y como sus orejas parecían apuntar el camino. No supo con exactitud cuanto tiempo siguió al peludo animal, hasta que finalmente escucho algo un poco lejos, pero podía casi asegurar que era agua corriente.

 

-Ya casi llegamos amiguito - pensó Jessie centrándose en el pequeño animal frente a ella, aunque algo dentro suyo le gritaba con fuerzas que fuera para otro lado -Debo seguir al conejo, debo seguir al conejo - se repetía una y otra vez cuando esos deseos regresaban a su mente..

 

Finalmente llegaron al río, se maravillo de lo que veía a su alrededor, ahora solo restaba descubrir las siguientes indicaciones porque por lo que llevaba viendo hasta ahora, esta clase era todo un misterio y nada comparado con lo que hubiera visto antes.

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No había esperado otra respuesta por parte de Lyra, por supuesto. No pudo más que sonreírle con ternura cuando la escuchó hablar y luego, lentamente, asintió con la cabeza. Levantó uno de sus largos y finos brazos y apoyó su mano en el antebrazo de la Selwyn.

 

Conocía tu respuesta antes de hacer la pregunta, era lo que esperaba de ti. Así que vámonos, no tenemos tiempo que perder —le dijo. A continuación, hizo aparecer su vara de cristal y la movió ceremoniosamente ante sí. Al instante, se abrió una especie de brecha en el aire creando así un portal que las llevaría a otra parte—. Crucémoslo juntas, Katara. Estás a un paso de tu prueba final.

 

*****

El aprendizaje de las últimas alumnas había sido de lo más satisfactorio, y en la cabeza de Sauda no hacía más que rondar la idea de cómo serían sus dos nuevos alumnos, los que deambulaban por el bosque buscando el río, tal y como les había indicado. Había usado la magia para parecer joven, como solía hacer con todos los alumnos, y ahora esperaba sentada en la orilla del río, con sus coloridas ropas destacando entre el verdor del lugar, mientras vigilaba desde su mente los pasos de Jessie y Bastian. La muchacha era la que estaba más próxima al lugar y pronto escuchó sus pasos a su espalda. Volvería a interpretar por enésima vez su papel de estudiante de oclumancia, igualándose así a su alumna para que pensara que la arcana no quería mostrarse ante ellas. Encontraba de lo más apropiado aquel engaño, había comprobado infinidad de veces que los alumnos se mostraban mucho más receptivos de esa forma.

 

¡Hola! —exclamó jovialmente al ver a Jessie aparecer. Se levantó con agilidad, a pesar de lo frágil que era realmente como centenaria que era, y se acercó a la muchacha estirando una de sus delgadas manos hacia ella—. Un placer saludarte, soy Saka. ¿Quién eres tú? ¿Eres una nueva alumna de Oclumancia?

 

Esperó entonces respuesta, bastante curiosa ante la actitud silenciosa de la joven. Decidió entonces hacer acto de presencia también como arcana, aunque lo haría mentalmente.

 

«Buen trabajo, Jessie. Por ahora, seguiré oculta y continuarás tu clase con Saka, otra alumna que está en igualdad de condiciones que tú. Pero antes de empezar cuéntame, ¿qué te trae a estudiar Oclumancia? ¿Qué sabes sobre este tipo de magia? ¿Has intentado usarla alguna vez por tu cuenta? ¿Por qué mi habilidad y no cualquier otra? No sois muchos los magos que os desplazáis hasta aquí buscando mi ayuda, la magia que yo domino no es tan llamativa o visible como otras y no todo el mundo sabe valorarla como verdaderamente lo merece. Así que quiero saber qué te ha traído hasta aquí antes de que empecemos realmente con las lecciones». Su voz había resonado en la mente de Jessie con fuerza, pero sin perder el tono amable y afectuoso que solía tener. Mientras tanto, físicamente había comenzado a caminar lentamente, como si Saka se mantuviera ocupada en otra actividad que la arcana le había encomendado un poco antes. Debía cuidar todos los detalles si quería que Jessie no la descubriera antes de tiempo.

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Se sorprendió por la forma en que los pensamientos de la Arcana abordaron su mente. Supo entonces que de naba hubiese servido acudir con otra apariencia, que su decisión inicial fue adecuada. Verse como lo que era, un mago político al que no le importaba que la gente lo viera en aprendizaje de algunas artes que incluso podían llegar a ser de utilidad en su trabajo, en esconder secretos.

 

Sauda se parecía, de cierta forma, a Bastian. Algunas personas estaban en contra de mantener una manada de tigres blancos en su propiedad alegando que era brutalidad animal, que estaba condenando a la especie a la extinción y cientos de etc. Pero en realidad aquel cautiverio era bueno. Los genes del tigre blanco no podían sobrevivir en la naturaleza, la evolución se había encargado de que generación tras generación este fuera desapareciendo. Por ese motivo él había emprendido esa misión desde muy joven. En su "colección" habían al menos diez grupos genéticos diferentes que tenía en gen blanco. Así el cruce no se limitaba a tigres de la misma familia y las crías no resultaban deterioradas. De alguna forma, aquel era su aporte con la naturaleza, con la diversidad de especie del mundo.

 

Caminó durante un par de minutos. Aunque, a decir verdad, no se fiaba ya de sus sentidos. Pasó de un momento a otro pero comprendió que si la Arcana podía transmitir sus pensamientos con tanta facilidad posiblemente podía jugar también con su cabeza. >

 

Al menos la orden inicial de la bruja estaba arraigada en su cabeza, lo que significaba que ella quería que Bastian llegara a ese lugar. Para bien o para mal decidió él también quería llegar a aquel sitio. Sonrió en el momento en que finalmente vislumbró aquellas hojas descritas por Sauda. Se acercó al árbol con dudas sobre el camino que debía tomar a continuación.

 

 

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Finalmente había llegado a su destino, el rió estaba más cerca de lo que parecía realmente y una chica ya estaba ahí. Seguro otra de sus compañeras para la clase y no se equivocaba cuando se presentó con ella. Sonrió con timidez, aun con los rasgos de lagrimas sobre sus mejillas.

 

-Jess - respondió con la voz ahogada - un placer.

 

Cerró los ojos y negó confundida. Escuchar una voz en su cabeza no le gustaba mucho que digamos, pero era la forma en que la profesora se comunicaba con ella y al parecer era igual o más tímida que la propia Jessie y eso ella lo entendía. Las preguntas que se formulaban en su mente iban una tras otra sin tiempo a que las procesara por eso respondió lo primero que le vino a la cabeza.

 

-No se mucho de oclumancia, mi padrastro o futuro esposo de mi madre es legilimantico y le gusta molestarme leyendo mi mente cuando más vulnerable estoy. Quiero defenderme de él, no quiero ser... débil, me asusta, porque eso me ha llevado a perder... esta habilidad... pienso que la mente humana es un lugar privado y los pensamientos no es algo con lo que podamos jugar, así que... es eso, nada más. Mi mente puede ser peligrosa, no para otros, sino para mi. Una tortura personal si se llega a saber mis secretos.

 

Otra fina lagrima recorrió su mejilla derecha cuando abrió los ojos, notando como Saka caminaba sin rumbo fijo, seguro la profesora también hablaba con ella y Saka se sentía más cómoda caminando, así como Jessie cerrando los ojos.

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Decisiones. Su vida estaba llena de decisiones, algunas insignificantes y otras tantas de las cuales dependía más que su propia vida. Cerró los ojos para intentar salir de la confusión. Habían dos ideas en su cabeza, dos planteamientos que parecían muy lógicos y reales. ¿Este u Oeste? Su memoria recordaba a la Arcana decir que tomara el camino del oeste, pero también recordaba haber escuchado a Sauda sugerir la camino del este. ¿Se estaba volviendo loco? Sintió, aunque no lo vio, el parpadear de colores en su ojos izquierdo.

 

-Debí traerte

 

-Debiste

 

El vínculo con su tigre había llegado al punto en que podían comunicarse incluso a grandes distancias.

 

-¿Qué debería hacer?

 

-No tengo idea, tenemos los mismos recuerdos confusos

 

Cerró la conexión con Harimau y dio varios pasos hacia el este. Caminó medio metro, o quizá más. Aunque tomó una decisión previamente su cabeza siguió discutiendo interiormente en busca de lo que era realmente el camino director.

 

-No pienses en lo que yo estoy pensando. Obtén tu propia información...

 

-Ve hacia el oeste

 

Dio media vuelta con una sonrisa en sus labios. Cuando estaba ya seguro de que el camino correcto era el oeste su tigre le transmitió la forma en que pudo elegir el camino correcto. El recuerdo de ir hacia el oeste estaba en Bastian y por eso Harimau también lo sentía. En cambio, dirigirse al este, era un pensamiento intermitente que más que información era una orden que se repetía y que su cabeza captaba al momento. Cuando el tigre dejó de acceder a sus recuerdos fue cuando pudo discernir la verdad.

 

Observó el río, y se hubo en el lugar indicado. Habían dos personas más ya en la clase. No reconoció a ninguna.

 

—¿Hola? —dijo con algo de duda. ¿Y si aquello también era obra de su imaginación?

Editado por Bastian Karkarov Malfoy

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Ver a Bastian moverse por el bosque en busca de aquel extraño árbol divertía a Sauda tanto como lo hacían aquella primera prueba de cada uno de los pupilos que llegaban a su clase. Como todos los demás, sentían en algún momento del camino que entendían lo que ella hacía con sus mentes, aunque hasta mucho después no descubrirían sus verdaderas intenciones ni lo peligroso que eran aquellas incursiones mentales con las que ella les adiestraba. No obstante, el Karkarov pudo vislumbrar en su cabeza cuál era la dirección correcta y tomó el camino del oeste, tal y como le había indicado inicialmente la arcana.

 

Mientras el hombre se dirigía hacia el río, donde se encontraba ella con la recién llegada Jessie, decidió seguir interpretando su papel para no hacer sospechar a la joven. Además, ella ya respondía las preguntas que le había hecho un poco antes. Verla derramar una lágrima mientras expresaba sus motivos para estar allí la conmovió: ella sabía lo importante que era proteger la mente, mucho mejor que nadie en el mundo. Físicamente, en su papel de Saka, detuvo su caminar y la miró dividida entre la tristeza y la comprensión. Se permitió el lujo de caminar hacia ella y apoyar una de sus alargadas manos en el antebrazo de la chica.

 

No te preocupes, la arcana Sauda te ayudará al igual que lo hace conmigo y lo ha hecho con otros muchos antes que nosotras. Ya lo verás —le aseguró, a viva voz y con una cálida sonrisa asomando en la comisura de sus labios. Acto seguido, continuó con su caminar como si volviera a sumergirse en algún extraño ejercicio del que Jessie no era partícipe.

 

«Saka tiene razón, yo te ayudaré a defenderte de todo eso que te incomoda y te hace sufrir. La mente es un arma muy peligrosa, así como el mejor almacén para todos los recuerdos a los que queremos permanecer unidos, ya sea porque nos hacen sentir bien o porque no queremos que nadie los conozca. Así que tu respuesta es de lo más honrada para mí y te hace merecedora de aprender a usar la habilidad que yo domino», le indicó entonces mentalmente, en su rol de arcana. Aguardó unos instantes como para dramatizar un poco el ambiente y luego decidió que era momento de comenzar con el aprendizaje de la mujer. «Bien, ahora comenzarás a saber qué es verdaderamente la oclumancia y para qué sirve realmente. No sólo te ayudará a guardar tus secretos y recuerdos, sino también a impedir que nadie pueda dominarte jamás, te enseñará a ser dueña de tus pensamientos y acciones si consigues reunir la suficiente concentración, claro está».

 

Esperó entonces un momento mientras intentaba pensar en cómo demostrarle a Jessie de qué le estaba hablando. Sin previo aviso, Saka dio una voltereta sencilla y quedó sentada en el suelo, parpadeando con torpeza. Dio un grito al caer para evitar que aquel movimiento pasara desapercibido para Jessie y, cuando sintió que su mirada se posaba en ella, intervino de nuevo mentalmente. «¿Has visto eso? Saka estaba distraída, así que le he ordenado hacer una voltereta a pesar de que ella jamás la hubiera hecho si hubiese dependido de ella», le mintió parcialmente, pues verdaderamente la había hecho adrede. Pero eso su alumna no debía saberlo hasta mucho después. «Con esto quiero que veas cómo se puede manipular a una persona, y así poderte explicar que todo lo que necesitas para poder defender es concentrarte al máximo en el hecho de que tú eres dueña de tus acciones y pensamientos, y solo pueden ser condicionados por otros si tú les permites hacerlo, ¿entiendes? Para que esa concentración se transforme en un muro defensivo que bloquee ese dominio o ataque, como lo prefieras llamar, solo debes decir o pensar en la palabra "oclumens" y concentrarte en crear tu defensa. ¿Ha quedado claro? Probaremos de forma sencilla, voy a entrar en tu mente para ver dónde y cuándo naciste, ¿de acuerdo? Tu tarea será intentar detenerme... concéntrate, vamos allá».

 

Esperó unos instantes y luego, sin previo aviso, entró en la cabeza de Jessie para investigar sobre sus orígenes. Ella debería concentrarse para evitar que supiera todo sobre su pasado, era la única que podía limitar cuánta información descubriría en su cabeza. Mientras tanto, vio cómo un chico llegaba a la orilla del río y les miraba desde lejos. En su papel de Saka, alzó una mano y le saludó.

 

¡Hola! ¿También eres nuevo? Soy Saka, un gusto saludarte —extendió la mano para estrechársela acompañando a sus palabras—. La arcana Sauda no está, pero se comunicará contigo... si es que no lo ha hecho ya.

 

Como en respuesta a aquel comentario, la tono de Sauda más grave y anciano que el fingido jovial que usaba físicamente irrumpió en la cabeza del Karkarov. «Bienvenido, Bastian, has superado el primer obstáculo con bastante soltura. Una vez has llegado hasta aquí, cuéntame... ¿qué te ha llevado a desplazarte hasta este lugar para aprender Oclumancia? ¿Qué sabes de este tipo de magia? ¿Estás seguro de que tienes lo que hay que tener para desarrollar esta habilidad? No pongo en duda tus capacidades, no me malinterpretes. Pero a menudo, la mayor parte de la comunidad mágica menosprecia las magias que no funcionan a través de una varita... ya sabes», concluyó, iniciando así aunque él quizás no lo notara su aprendizaje.

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