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Oclumancia


Aailyah Sauda
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- No lo puedo creer - Dijo, en ese momento daba igual si pensaba o hablaba porque la arcana había decidido ingresar a su mente y no sabía lo mucho que odiaba que eso ocurriera. Sin duda esa era una de las razones por las cuales había decidido aprender a dominar dicha habilidad, tenía una necesidad muy grande por proteger su mente y evitar que personas ajenas entraran a su mente y tuvieran acceso a sus más grandes secretos.

 

- Creo que no será difícil - El Tonks también odiaba atacar, por eso nunca iba a los enfrentamientos contra los miembros del bando enemigo. Siempre había creído en la diplomacia y en que el diálogo era la mejor herramienta para solucionar los conflictos, aunque dichas cosas no parecían ser las más importantes para sus compañeros de bando y para los del opuesto. No obstante, sabía que muchas personas en el mundo tenía su mismo pensamiento y estaba muy feliz al saber que la arcana era una de ellas.

 

- Entendido - El Tonks había escuchado con mucha atención las instrucciones de la nueva arcana, ya era la tercera mujer con la que tenía clase. Al parecer el Tonks deseaba conocer primero a todas las arcanas antes de tomar clase con los hombres, sus clases le parecían mucho más interesantes. Sabía que en algún momento tendría que tomar las otras habilidades, aunque seguramente no tomaría Nigromancia, no soportaba lo que podían realizar los magos capaces de controlar dicha habilidad.

 

- Seguro va a ser un paseo divertido - Pensó el Tonks, aunque no sabía que la arcana intentaría confundirlo en el camino y que haría que el viaje no fuera divertido y terminara siendo una actividad demasiado difícil y compleja de realizar. El Warlock comenzó a caminar en línea recta tal como le había indicado la mujer, sabía que un pequeño error le haría cambiar por completo de dirección y que probablemente nunca llegaría al lugar correcto. Tampoco deseaba salir en las noticias del periódico como el Warlock perdido durante una clase de habilidades.

 

El paisaje era muy bello, le gustaría estar en el cielo pero sabía que nunca lo podría hacer ni siquiera en su forma animal - En estos momentos sería bueno poder volar como Suluk - La arcana de la Animagia había marcado mucho al Warlock durante su clase, tanto que lo había motivado a aprender sobre Meteorología aunque su clase no había salido como esperaba. De repente apareció el roble de hojas azuladas que Sauda había mencionado en sus instrucciones, su cara de sorpresa fue evidente, no podría creer que existiese un roble de dicho color.

 

Justo en ese momento intentó recordar la dirección hacia la cual debía mirar pero la mujer ingresó nuevamente en su mente para intentar confundirlo - Es al oeste, no me gusta que jueguen con mi mente - Respondió el Tonks un poco molesto, Sauda indicaba que era hacia el sur, pero esas no habían sido sus palabras en principio y quería creer que no estaba enfrentando a una arcana mentirosa. El Warlock no sabía en qué creer y qué dirección tomar, aunque estaba seguro de lo que había escuchado.

 

- Quiero que te salgas de mi mente, esto no me está gustando ni un poco - El Knight estaba molesto por lo que estaba ocurriendo pero no sabía cómo hacer para expulsarla y evitar que siguiera intentando engañarlo - Oclumens - Intentó, había escuchado que esa era la forma de protegerse pero no estaba seguro si funcionaría. No obstante, al ser su primera vez, no logró sacar a la mujer y siguió indicando que esa no era la dirección adecuada.

 

- No te creo, eres una mentirosa - Sus principios le indicaba que la palabra era muy importante y prefería seguir por el camino que había indicado en primer momento aunque probablemente no sería el correcto, pero no aceptaría el cambio. En dado caso, se encargaría de solicitar formalmente a través del Ministro una disculpa por la falta de seriedad y engaño - Debo confiar en mí - Su corazón le indicaba que lo mejor era seguir por el oeste y que todo se trataba de un engaño de parte de la arcana para ponerlo a prueba y no de una mentira desde el principio.

 

El Tonks se ubicó y comenzó a caminar nuevamente en línea recta hasta lograr llegar al río - ¿Lo he logrado? - No había personas en el lugar o al menos no en la parte del río a la que había llegado, esperaba que la arcana se contactara de nuevo para indicarle si estaba o no el lugar correcto y si había tomado una buena decisión ante el cambio de dirección anunciado por Sauda.

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-Hola Saka... si, es solo que esto es más dificil de lo que pensé- sonrió de lado poniéndose de pie con dificultad con la ayuda de su compañera - tu... no eres solo una compañera ¿verdad? Los otros no se dieron cuenta de lo que paso, sin embargo tu... si lo has hecho.

 

La siguió hasta el rió, aun sospechando un poco de su compañera, bebió del cuenco que esta le ofrecía justo en el momento que volvía a escuchar la voz de la arcana dentro de ella. Sonrió intentando calmarse, puesto que si se le estaba complicando más de la cuenta.

 

-​Se que no me darán un respiro, pero mi familia... es lo más sagrado e importante que tengo, no quiero que nadie lo sepa o podrían controlarme de una, no temo por mi sino por ellos, que les hagan algo ¿como hago para controlar mis emociones entorno a ellos? Se que sera lo primero que ellos buscaran para molestarme.

 

Sus emociones, su entorno, siempre había sido oscuro matizado con dolor y sufrimiento, su vida no había sido nada fácil pero debía de tener en cuenta que la vida sigue y al menos estaba viva para seguir luchando. Dio un sorbo más y se puso de pie, de frente a Saka, aunque ella en ese momento le daba la espalda.

 

-Estoy lista... Saka - había un brillo de determinación en sus grises ojos que le daba plena seguridad a la joven bruja de que: una, la chica Saka era la profesora y dos, esta vez podría lograrlo.

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Para mi sorpresa, una vez que llegué al lugar, pude encontrar a varios magos y brujas ya en pleno entrenamiento de la habilidad, por lo que me mantuve en silencio a un lado de todos ellos en lo que la arcana se fijaba en mi persona para poder incluirme en lo que fuese que estuviese haciendo.

 

Sonreí ampliamente mientras observaba con detenimiento lo que estaba sucediendo, como se expresaban los alumnos de las habilidades de la arcana y el trabajo que constaba. Obviamente antes de asistir a ese lugar ya me había puesto con una investigación previa sobre el cómo funcionaba, qué debía de hacer y todo el antecedente histórico, dentro de lo posible, para el manejo de la misma, pero siempre era diferente la teoría a la práctica.

 

Sabía que en mi mente se escondían muchas cosas, pero no podía entender o encontrar una razón lo suficientemente fuerte como para que pudiera señalar a alguien para que quisiera descubrir los secretos de mi mente, ni siquiera los mortífagos al tener varias identidades reveladas este año. Tampoco como director de El Profeta, debido a que mi manera de moverme actualmente por la sociedad mágica era bastante tranquila, en lo que agarraba el ritmo.

 

Esperé, esperé mientras hacia consciente la forma en que debía de defenderme de aquellos ataques que en su moment me tocarían de la arcana.

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Una voz resonó en su mente con una fuerza que no se esperaba, tanto que dio un respingo visible. Miró a su alrededor aunque sospechaba que no serviría de nada, pues la voz provenía de su cabeza. Comprendió entonces, incluso aunque no prestaba atención totalmente a lo que decía la arcana, que aquella anciana no solo era experta en Oclumancia, sino que lo era también en Legilimancia. Tendría que tener cuidado con ella. Aquel temor que había vivido en ella durante su clase con Rosália parecía multiplicarse por dos en aquella ocasión, pues había esperado poder relajarse un poco más en aquella nueva clase de habilidad. ¿Acaso siempre sería igual con aquellos maestros ancianos? Frunció el ceño, intentando concentrarse en las palabras de Sauda.

 

Vio que Niko pasaba no lejos de donde ella se encontraba, parecía seguir las indicaciones de la arcana. ¿Acaso sería las mismas que para ella? ¿O sería distintas? Frunció el ceño un poco más, si eso era posible. ¿No se dirigirían al mismo sitio? Unos pasos tras ella le hicieron comprender que no estaba sola, y se giró pensando que se encontraría con la arcana. Su sorpresa fue mayúscula al ver que se trataba de Ishaya Tonks.

 

¡Hola! Señor director de El Profeta —le saludó, aunque de forma extraña. No le dijo nada más, sino que alzó una mano en su dirección y partió rumbo al lugar indicado por Sauda, justo al norte de donde se encontraba. Parecía un trayecto fácil, sobre todo porque le había dicho que debía caminar simplemente en línea recta. ¿Qué complicación podría haber en eso?

 

Sus pasos no eran precisamente rápidos, aunque tampoco podía decirse que fuera caminando lentamente. Llevaba la varita en el bolsillo izquierdo del pantalón, pues ya Rosália les había enseñado que las magias relacionadas con el poder de la mente poco tenían que ver con movimientos de varita. No estaba segura de si Oclumancia sería igual, pero sospechaba que así sería. ¿Y dónde estaría Niko? Supuestamente, ambos irían al mismo punto... a no ser que la arcana les enseñara individualmente aquel arte. Pero... ¿cómo podía estar en varios puntos a la vez?

 

Anne se sentía cada vez más confundida con aquello, pero de repente otra idea empezó a asaltar su mente nublando todo lo demás. El estómago le rugió con tanta fuerza que estaba segura de que Ishaya, allí atrás, podía haberlo escuchado a pesar de que ya había al menos medio centenar de metros de distancia entre ambos. Se llevó una mano a la barriga y sintió una sensación de angustia muy poco agradable. ¿Qué le pasaba? Recordaba haber comido bien antes de salir del Castillo Gaunt. ¿Por qué, de repente, se sentía famélica?

 

Un aleteo por encima de su cabeza la hizo mirar hacia arriba, donde un pajaro de plumas blanquecinas la observaba con curiosidad. La boca se le hizo agua. ¿Y si lo caz...?

 

Las palabras de Sauda resonaron en su cabeza. "Quiero que sepas que soy una defensora a ultranza de la naturaleza, y todo aquel que se atreva a atentar contra una vida, sea del tipo que sea, en mi presencia perderá mi favor y quedará vetado en mi clase...". ¿Ni siquiera podría saltarse aquella norma en un caos de inanición como el suyo? Se sentía débil, hambrienta, casi mareada a causa de la falta de alimento. El pájaro removió las alas recordándole su presencia y Anne, inconscientemente, extrajo su varita del bolsillo y lo apuntó sin pensárselo dos veces. "[...]aquel que se atreva a atentar contra una vida, sea del tipo que sea, en mi presencia perderá mi favor y quedará vetado en mi clase". Parpadeó dos veces y dejó la varita caer. ¿Qué estaba haciendo?

 

— ¡m****...! ¿Qué pasa aquí? —exclamó, casi gritando. Se agachó bruscamente para recoger la varita y se quedó así, mientras una sensación de mareo se apoderaba de ella y la hacía volver a sentarse en el suelo. Vio una ardilla pasar corriendo junto a sus pies y, automáticamente y sin pensar en su acción, movió un pie con brusquedad para golpearla y frenar su avance. El animalito emitió una especie de chillido ante el impacto y salió despedida contra un árbol, quedando después inerte en el suelo.

 

La Gaunt se quedó petrificada observando lo que acababa de hacer. Lentamente, se llevó ambas manos a la cara y, tras recoger la varita del suelo, se acercó lentamente al animal, que yacía sin dar señales de vida. Sintió que se le formaba un nudo en la garganta y los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Qué acababa de hacer?

 

— Lo siento... —musitó, con la voz desgarrada—. Lo siento mucho, yo... yo... no quería... por favor, dime que sigues con vida...

 

Palpó el cuerpo del animal con suavidad, sintiendo cómo el pelaje aún estaba cálido. De repente, sintió algo que parecía el débil latido de un corazoncito que seguía luchando por vivir. Se secó las lágrimas con un gesto brusco y se agachó junto a la ardilla. Llevaba varios amuletos y anillos en el cuello y manos, respectivamente, fruto de las clases que había impartido con los guerreros Uzza allí, en el Ateneo. Conocía la rivalidad entre estos y los arcanos, pero estaba segura de que aquel caso era una excepción más que justificada para usar uno de aquellos poderes. Impuso las manos sobre el animal, concentrándose en el amuleto de curación. Lentamente, el pecho de la ardilla comenzó a subir y a bajar con más intensidad y velocidad, cosa que Anne no recordaba que pasara antes. Abrió los ojos y, aunque al principio siguió inerte en el suelo, de repente se levantó y salió corriendo enre los arbustos, dejando a Anne con las manos estiradas en el aire y observando el lugar donde unos segundos antes había estado la ardilla.

 

Hasta aquel momento, no había sido consciente de que había estado guardando la respiración a causa del miedo. Pero la ardilla estaba viva, así que todo había salido bien. O casi. O eso pensaba ella. Se puso en pie lentamente y miró a su alrededor. ¿Dónde quedaba el norte? No recordaba qué dirección había seguido antes de todo aquello. Y la sensación de hambre, misteriosamente, había desaparecido. Torció el gesto y usó su varita como brújula, pero ésta parecía confusa. ¿Acaso Sauda estaba manipulando aquel espacio? No sabía cómo continuar.

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Intercambié el saludo con Anne, directora de la universidad, sorprendiéndome del modo en que se dirigía a mi. Sí, era cierto que me habían asignado la dirección de El Profeta, pero poco se había dicho acerca del asunto en los últimos días y hasta ese punto inclusive se podría tomar como algo pasajero, a pesar de la noticia que una de mis compañeras de trabajo había publicado hasta ese momento.

 

Noté como comenzaban a moverse por el lugar tras escuchar las órdenes de la arcana y yo, yo simplemente me quedé sentado en el sitio esperando a que Aailyah pudiera darme indicaciones... esperando que esta habilidad no tardara demasiado como las demás o que al menos no fuese ignorado olímpicamente por la arcana, ambas situaciones experimentadas con las tres habilidades que ya había cursado y que a la dirección de aquel lugar no le importaba en lo más mínimo escuchar las exigencias de los magos y brujas que se quejaban del modo de accionar de los arcanos.

 

Oclumens, era el conjuro que debía de estar consciente durante todo el entrenamiento según lo que había estado investigando acerca de la habilidad, esperando la oportunidad por practicar el modo en el que podía defenderme de la intromisión de otros a mi mente con el uso de la legeremancia.

 

Intentaría desde el primer momento que tuviera contacto con la arcana la realización del conjuro porque, bueno, venía justamente a desarrollar la habilidad conforme a todo el conjunto de conocimientos ganados hasta ese momento, así que no sería un camino en vano mi presencia en ese sitio, de eso estaba seguro. Además, había bastantes magos y brujas presentes en el lugar, no se´ria el primero en que se le negara la posibilidad de hacer la prueba.

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Bastian se sumió en la difícil tarea de defenderse, si bien demostrando que algún día sería un buen oclumante. Sauda husmeó por su mente intentando no ser demasiado agresiva, al fin y al cabo solo lo hacía para enseñarle a repeler aquellos ataques. Vislumbró el rostro de la madre del hombre, que parecía querer ocultar. También el de su esposa, e hijos... su padre... y de repente, chocó contra algo invisible que se interpuso entre ella y algo muy preciado para el Karkarov. ¿Podría tirar aquella defensa? Sí, por supuesto que sí. Pero no sería justo para el joven mago, que acababa de hacer una demostración de poder digna de admiración.

 

Salió con la misma delicadeza con la que había entrado, a pesar de lo repentino, de la mente de Bastian. «Excelente, buen trabajo. Veo que le vas tomando el truco al asunto. ¿Te ha costado mucho hacerlo? ¿Crees que hay algo que te impide crear una defensa? En principio, te veo bastante capaz... pero creo que aún te queda mucho por aprender», realizó una dramática pausa con la intención de dejar unos instantes al Karkarov para reflexionar. «En cualquier caso, quiero que volvamos a practicar pero de una forma distinta. ¿Ves las flores de color amarillo que crecen junto al río? Recoge solo las que tienen siete pétalos... mientras piensas en lo que más te atemoriza. ¿Crees que serás capaz? No dudo de ti, así que prepárate porque empezamos enseguida. Haz lo que te he dicho, y estate preparado para cuando yo decida entrar en tu mente para explorar sobre tus miedos. No te avisaré esta vez, así comprobaremos cuánto tardas en reaccionar y cómo consigues armar tu defensa mientras tu mente se encuentra dividida en varios pensamientos.

 

Y esperó un poco a que Bastian cumpliera con su parte para, cuando lo hizo, entrar en su cabeza con la intención de averiguar qué atemorizaba al apuesto warlock del Ministerio.

 

Un pensamiento ajeno a los que ya percibía en el bosque le llegó con suavidad, aunque rápidamente se transformó en algo brusco y de extrañas vibraciones. Frunció el ceño casi sin darse cuenta, pero rápidamente suavizó el gesto por si alguno de los presentes percibía su reacción. Seguía fingiendo físicamente ser una alumna más, no podía descuidar su tapadera ahora que había tantos aprendices en el lugar. También percibía a Niko combatiendo mentalmente para seguir las instrucciones que le había dado, aunque parecía lidiar bastante bien para ser su primera vez en la tarea. Se centró en las indicaciones de aquel hombre que aún aguardaba cerca de su hogar mientras Niko continuaba avanzando.

 

«Saludos, Ishaya Tonks. Soy Aailyah Sauda, la arcana de Oclumancia. Disculpa que haya tardado en detectar tu presencia cerca de mi hogar, pero hay varios alumnos más deambulando por el bosque inmensos en su aprendizaje del arte que domino... y tu cabeza anda demasiado dispersa en cuestiones que deberían preocuparte menos de lo que lo hacen», le saludó neutralmente. «Ante todo y como suelo hacer con todo los que llegan hasta aquí, quiero que sepas que soy una incondicional defensora de la vida, en cualquiera de sus expresiones. Así que cualquier atentado contra la naturaleza servirá para que quien se atreva a cometer semejante acto quede automáticamente vetado en mis dominios y, por tanto, de mis enseñanzas. Espero que lo tengas muy claro mientras dure tu estancia aquí. Dicho esto, te animo a que te unas al grupo de alumnos que se encuentran en las inmediaciones del río que cruza el bosque. Sólo tienes que adentrarte en él y caminar en dirección este hasta que encuentres un árbol de corteza blanca. Una vez lo alcances, colócate mirando hacia el oeste y camina en línea recta hasta que nos encuentres. No tiene pérdida, te estaremos esperando». Detuvo las explicaciones y dejó que el hombre asimilara sus palabras poco a poco.

 

Como siempre, la misión tenía truco. En cuanto Ishaya alcanzara el árbol blanco, sentiría un irrefrenable deseo de regresar a casa impuesto por la misma Sauda, que le intentaría hacer desistir de su empeño por aprender Oclumancia. ¿Sería capaz de resistirse y alcanzar su objetivo? Sólo él tenía la respuesta.

 

Mientras tanto, el avance de Niko había continuado hasta que había alcanzado el río, aunque no a la altura en que se encontraban los demás alumnos. A Sauda no le importó, aunque en algún momento le conduciría hasta el grupo. «Bien hecho, Niko, aunque estás lejos del resto de alumnos. No importa, puedes empezar tu aprendizaje ahí mismo. Quiero saber... ¿por qué Oclumancia y no cualquier otra habilidad? ¿Qué hay en ésta que te resulta más llamativa que cualquiera de las que imparten mis compañeros arcanos? Es un honor para mí recibir a cada alumno que se interesa por mi especialidad, por supuesto, pero al tratarse de una magia invisible... es de las menos populares. Así que siempre es grato ver que hay quienes se preocupan por esto. Respóndeme y continuaremos, pues además quiero saber qué conocimientos tienes sobre la materia. ¿Has intentado usar la oclumancia alguna vez? ¿Sabes cómo funciona? Veamos de dónde debemos partir».

 

Mientras esperaba a que Niko le diera una respuesta, se centró nuevamente en Jessie, quien ahora le respondía físicamente. Aquello la desconcertaba un poco, pues debía mantenerse firme para no descubrir su tapadera. De repente, la mujer pareció adquirir una confianza que no hay visto hasta entonces y la miró con tanta firmeza que Sauda se sintió casi desnuda ante su mirada. Lentamente, sonrió. Y luego se llevó un dedo a los labios, sabiendo que la había descubierto. No quería que revelara su secreto... por ahora.

 

«Muy aguda, Jessie. Sí, soy Saka. Y soy Sauda. Somos la misma persona. Así es como me conocían cuando era joven... aunque ésa es otra historia. Tus emociones son algo peligroso cuando se trata de oclumancia, tendrás que concentrarte mucho para que no te jueguen una mala pasada. Necesito que te concentres, que recuerdes que todo lo que hurguen en tu mente no es real, pues ya pasó o no puede hacerte daño si tú no lo permites previamente. La única persona que tiene pleno poder en tu mente eres tú misma, no lo olvides. Por mucho que alguien quiera sacar a relucir lo peor de ti, solo tú puedes bloquearle para esconder cada uno de tus pensamientos y secretos en ti misma. Así que concéntrate, porque vamos a hacer un ejercicio muy sencillo... pero que espero que sirva que aprendas a controlar todo eso. Siéntate, por favor, y extiende tus manos hacia... mí». Vaciló ante la última orden, pero no tenía motivos para seguir fingiendo ser quien no era ante ella.

 

Se sentó frente a Jessie con las piernas cruzadas y extendió las manos para que la chica pudiera poner sus palmas contra las suyas, quedando así ambas en contacto. «Ahora quiero que te concentres en el recuerdo más feliz que puedas encontrar en tu cabeza. Sea lo que sea, no tengas miedo. No voy a ir a modificarlo, ni siquiera a averiguar de qué se trata. Lo único que haré será intentar tapar ese recuerdo con otro que te atemorice mucho, de forma que quiero que intentes en todo momento que el recuerdo feliz prevalezca ante el que te infunde temor. Usa la oclumancia para ello, los muros no tienen porqué ser transparentes: pueden estar formados por lo que queramos: información distinta a la que se busca, engaños, o recuerdos poderosos que sirvan para derrotar el ataque. Bien, vamos a intentarlo, ¿estás lista? Tres, dos, uno... piensa y sé feliz, no te dejes vencer». Lo último estuvo a punto de decirlo en voz alta, pero consiguió apretar los labios en el último momento mientras buscaba hábilmente cualquier recuerdo que infundiera temor en Jessie. Esperaba que la joven entendiera la tarea y usara la felicidad para derrotarla. Si lo conseguía, significaría que estaba cerca de alcanzar el dominio de la oclumancia. Aunque aún le quedaban algunas cosas que aprender.

 

Un pinchazo en el pecho estuvo a punto de romper su concentración. Algo había sucedido en el bosque. Algo malo. Estaba tentada de levantarse para ir a ver qué había pasado, pero no podía dejar a Jessie en mitad de su práctica. Por el contrario, buscó mentalmente para ver de dónde procedía aquella alteración y notó que provenía de Anne, que sollozaba junto a un animal malherido. La sangre de Sauda se le heló en las venas y, a pesar del tono oscuro de su piel, casi parecía que palidecía. Acababa de faltar a la única norma verdadera que imponía a sus alumnos... era totalmente intolerable.

 

No le importaba quién era, se negaría a enseñarla. Y no consentiría que se escudara en la manipulación que ella misma había provocado en su mente, pues su presión había sido tan leve que no entendía cómo no había podido vencer aquella magia legilimántica que usaba con todos, fueran o no recién llegados. Sin embargo, los actos posteriores de la Gaunt la hicieron recapacitar. Hábilmente, usó los poderes de los uzza para salvar al animalito, que salió corriendo despavorido. Sauda suspiró aliviada, aunque todavía se sentía bastante enfadada con la co-directora de la Universidad.

 

«Tu apellido, cargo en el Ministerio y trabajo en la Universidad Mágica no te salvará de las consecuencias si vuelves a realizar un acto de ese tipo, Anne Gaunt», le dijo severamente, en un tono muy poco habitual en ella. «Tu aura es muy extraña: pareces sentir respeto por la naturaleza pero te has dejado vencer por el hambre con facilidad. ¿Qué significa eso? ¿Tan fácilmente dudas de ti misma? Espero que sepas dónde te estás metiendo... y si dudas, ya puedes buscar el camino de salida del bosque. No toleraré ni una falta más, es una advertencia», guardó silencio unos instantes, esperando a que la mujer recapacitara. Notaba su arrepentimiento, pero no le vendría mal asustarla un poco. «Camina hacia el norte... y esta vez, no pierdas el rumbo. ¿Crees que podrás hacerlo?».

 

Por supuesto, esperaba que así fuera. Pero en lugar de hambre, lo que notaría ahora Anne sería unas incontrolables ganas de abandonar el bosque, así como su empeño por aprender Oclumancia. Sauda estaba segura de que sería la única forma de saber si realmente la Gaunt estaba preparada para aprender aquel arte o si, por el contrario, se habría equivocado de habilidad.

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- Entendido.

 

La arcana había llegado hasta mi mente y estuve a una de intentar bloquearla, afortunadamente no lo hice porque me estaba dando las indicaciones para poder llegar hasta donde los demás se habían levantado a caminar, por lo que yo también emprendí el camino hacia ese sitio donde se hallaba el árbol de corteza blanco y caminar hacia el oeste hasta el río.

 

Sabía que Niko andaba en el bosque, también había logrado ver a Bastian y a Anne, aunque más lejanos a mi así que podía entender que éramos cuatro alumnos presenciales si es que no había otros más adelantados con el aprendizaje; no me preocupaba, simplemente quería que mi proceso no durara como las otras tres habilidades: parecían tres meses en vez de un par de días. Veríamos si Oclumancia podría ser la buena excepción a la regla.

 

Llegué sin problemas hasta el árbol y suspiré, realmente quería comenzar con los conocimientos de la habilidad porque, bueno, era la primera que realmente quería aprender, las otras tres estaban en mis genes y solo era cosa de desarrollarlas, ésta era nueva. Claro que me daba un poco de miedo no estar a la altura del conocimiento, como en cualquier cosa, pero este miedo que comenzaba a sentir era un poco irracional, lo que nunca me había pasado.

 

Claro, la arcana.

 

Lo que ella no sabía de mi es que mi experiencia como miembro de la Orden de la Mano de Plata, durante años su comandante en jefe, me había dado la suficiente capacidad de sentir mis emociones como flujos de energía y este miedo, este pavor por aprender la habilidad era una energía completamente diferente a la mía. ¿Sería que aquí podría comenzar a luchar contra los poderes de la bruja y resistirme a su control? Mi primera defensa era convertirme en un cisne, por la animagia, para dificultarle el que ingresara a mi mente según lo que había leído de la habilidad, por lo que lo hice para llegar hasta el río en forma de cisne, aunque sabía que no tardaría en descubrir lo que había hecho.

 

Unos cuantos metros me dispuse a recorrer mi camino hasta que volví a sentir inseguridad en mi andar, mi guía en esos momentos volvía a meterse en mi mente y debía de enfrentarla de otro modo. Regresé a mi forma de humano, cuando podía ver el río frente a mi, a unos cien metros de distancia, y comencé a conjurar el hechizo de oclumens cada vez que sentía miedo de continuar caminando, de avanzar, de llegar a mi encuentro con la arcana.

 

De repente volteaba a ver mis manos, como se llenaban de plumas debido a la metamorfomagia, sobre todo porque me estaba costando un poco de trabajo bloquear a la bruja de mi mente, pero al menos me había dejado avanzar hasta el río sin mayores problemas, esperando lograr aprender a controlar dicha habilidad para poder defenderme en contra de los ataques de algún mago tenebroso.

 

- Aayliah Sauda... - murmuré el nombre de mi guía en aquel sitio - qué querrás de mi...

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—Claro que fue difícil, maestra

 

La situación lo estaba molestando. Se sentía demasiado vulnerable pese a que conforme pasaba el tiempo le parecía que las defensas eran más fuertes, que el muro de magia se formaba en su cabeza invirtiendo un poco menos de concentración. Pese a ello aún necesitaba centrarse, estar atento a la espera de los sonidos que le hacían palpitar las sienes. Aún la magia Uzza estaba activa, nadie más podía escucharlo hablar.

 

«¿Algo que me evite defenderme? Quizá lo poderosa de su mente, me cuesta mantenerla fuera —dijo sin tapujos.

 

Se acercó al lago con dudas. ¿Cómo sería capaz de concentrarse en dos cosas sin utilizar a Harimau? Se creó una barrera mágica alrededor de aquellos pensamientos, incluso cuando la Arcana decía no estar husmeando era prudente protegerse. Construyó una segunda protección, poco después se hizo presente el tercer muro que protegía la naturaleza que lo unía a su tigre.

 

Entonces comenzó a contar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. Ni uno solo más. Recoger flores le resultaba, cuanto menos, curioso. Pero no lo hizo, simplemente las localizaba; no dañar ninguna vida fue la primera orden de la Arcana. Mientras se concentraba en encontrar flores de siete pétalos también se esforzaba por esconder sus miedos.

 

Oclumens

 

Oclumens

 

Oclumens

 

Hace un tiempo atrás sus miedos estaban en sus hijos. El temor de perderlos era grande. Pero ya no. Comprendió que se encontraban en una guerra, entendió que lo peor en una guerra no eran los muertos, sino poder hacer algo y no hacerlo.

 

Encerró en una muralla de tres capas la imagen de él mismo de pie junto a una pila de muertos de rostro desconocido y una multitud de personas con miradas acusadoras. Ojos que claramente decían >

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Me mantuve en el camino, luchando contra un pensamiento que no era miedo hasta que pude ver a la distancia a Niko, a mi derecha, pero hacia mi izquierda estaba Bastián y más allá vi un rostro también familiar, Jessie Stabolito, que se encontraba más lejos de todos, incluso de Anne Gaunt que estaba igual sobre mi visión del lado izquierdo, pero ¿esa era la arcana?

 

Vi al imagen de una mujer joven cerca del grupo de estudiantes, que bien podía pasar como una alumna más, pero era la única que no reconocía en el lugar y estaba seguro que cualquier nueva familia que llegara al país sería fácil de reconocer y no estaría dentro de las habilidades mágicas por el poder que se requería; inclusive los magos más poderosos de otros lugares del mundo tenían que empezar 'de cero' en la comunidad británica, así lo dictaban las leyes, esa era la norma.

 

Oclumens, seguía conjurando para evitar que mi maestro pudiera jugar con mis emociones basada en mis pensamientos ya que sabía el riesgo de dejar que alguien se mantuviera dentro de mi cabeza.

 

Suspiré tranquilamente cuando llegué a una distancia media de todos los alumnos presentes, no sabía cuál era el siguiente paso a seguir por lo que me detuve en un sitio bastante cómodo, aunque podía deducir que estaría con un paso bastante tranquilo en mi aprendizaje... solo esperaba, no, deseaba que no quedara atrapado en una habilidad durante el triple del tiempo establecido... esperaba que esta arcana fuese diferente: tuviera respeto.

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- ¿Lejos? ¿En mis conocimientos o en distancia? - El Tonks no había entendido el comentario de la nueva arcana, por ahora le resultaba la más distante y extraña de todas. Amara había sido mucho más cercana aunque muy rara debido a sus múltiples cambios físicos y Suluk había sido demasiado amable en su proceso de aprendizaje y una buena maestra. No obstante, esperaba aprender mucho sobre dicha habilidad tan desconocida para muchas personas pero tan necesaria en un mundo como el mágico, lleno de peligros y malas personas.

 

- Porque deseo proteger mi mente de los peligros que existen y más teniendo en cuenta que debo cuidar mis conocimientos sobre el funcionamiento del Ministerio como Warlock que soy - El Tonks no estaba hablando pero tampoco lo había notado, sabía que no necesitaba dar a conocer sus palabras porque la arcana lo escucharía de todas formas - Y considero que es una habilidad necesaria como magos, hasta el momento he tomado dos habilidades y creo que necesito un complemento muy importante. Solo conozco sobre transformaciones físicas pero no he tomado clases para controlar y proteger mi parte mental, así que es un buen momento para hacerlo - Después de haber aprobado Metamorfomagia y Animagia había decidido mejorar sus habilidades mentales a través de la Oclumancia.

 

- Y claro que me resulta llamativa, considero que poder proteger la mente es algo muy importante y me llama mucho la atención el poder tener dicha capacidad y dicho control sobre lo que pienso - Niko siempre había deseado poder controlar su mente, pero su falta de concentración siempre había sido un problema y por eso no se animaba a estudiar dicha habilidad. No obstante, la Animagia le había ayudado a controlar su mente un poco para concentrarse y se sentía preparado para tomar sus conocimientos en Oclumancia junto con la arcana.

 

- Es invisible pero eso la hace mucho más llamativa, la magia no siempre tiene que ser visible y me encanta aquella que no se puede observar. Es una magia muy interesante y los magos que lo controlan me agradan mucho, aunque debo decir que no conozco alguno o al menos ninguno de mis conocidos me ha informado de sus conocimientos en dicha habilidad - Las transformaciones eran muy físicas y evidentes, pero producir magia sin que se notara era un reto mucho mayor y sin duda hacía que el aprendizaje de la Oclumancia fuera mucho más interesante y llamativo.

 

- No, no tengo muchos conocimientos. Solo conozco un poco sobre las palabras que se deben pronunciar, aunque no sé para qué sirven ni su utilidad. Soy un estudiante sin muchos conocimientos, espero que eso no sea un problema - A diferencia de sus habilidades anteriores, el Tonks nunca antes había practicado la Oclumancia y se podía decir que su conocimiento era completamente nulo, quizás por eso estaba completamente dispuesto a aprender mucho de la arcana para lograr proteger su mente por completo.

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