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Libro del Caos


Bakari
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El golpe seco que sus zapatos provocaron al chocar contra el suelo rocoso fue una clara advertencia de un cambio drástico de escenario, eso y el hecho de que el frío los golpeó con una fuerte ráfaga amenazando con congelarlos. Zack ignoró la advertencia de Bakari puesto que al ser un vampiro podía exponerse a muy bajas temperaturas, sin que eso representara una limitante en su desenvolvimiento con el ambiente. Pero quizás Anne sí tuviera problemas con ese entorno agresivo.

Mientras detallaba la isla rodeada por un río congelado se percató también de la presencia de su señor del caos. Pensó que al atravesar el portal se habría librado de él, una triste realidad que solo quedó en su mente. Rodó los ojos a sabiendas de que ahora su suerte vendría dada por aquél ente, y cualquier cosa que el Uzza les pidiera hacer podría o no verse perjudicada por el caos. No quiso hacer comentarios al respecto puesto que exponer sus intereses principales ya había causado cierto revuelo en el guerrero.

Las nuevas indicaciones que se les dieron no fueron de mucha ayuda para el vampiro, quien quedó a la espera de una orden directa. Intercambió miradas con su compañera de bando y luego con el hombre a cargo. El último pidió un trozo de hielo y Zack bufó con el ceño fruncido. No se había apuntado a la clase para recolectar hielo. Pero a la vez tenía muy claro que si ya estaba ahí lo mejor era seguir su aventura al pie de la letra.

—¡Fascinante! — dijo en un murmuro con marcada ironía. Dio un paso al frente y levantó una nube de polvo antecedida por el crujir de unos huesos, sí, había pisado un esqueleto. No quiso ni pensar en que Bakari podría dejarlos ahí con sus señores del caos a resolver el destino de sus vidas. Cuando se hubo alejado al menos diez metros del resto alcanzó a escuchar un llanto de sentimiento marcado, casi pudo imaginarse a la fémina frente a él consumida por el dolor de cual fuera su motivo. Sabía que el escenario provocaba ese tipo de impresiones, por lo que sólo sacó su varita y siguió caminando.

En cuanto su arma mágica de ébano estuvo en contacto con su nívea piel, los ojos rojizos del señor del caos que le acompañaba se enfocaron en ella, y Zack casi pudo jurar que con la simple mirada la coloreó del tono ámbar que ahora relucía. Ese simple acto bastó para hacer memoria del contenido teórico del libro y entender lo que sucedía. Sus poderes de Mortífago se habían minado por completo, tendría que cumplir con la orden de Bakari haciendo uso de hechizos de la Orden del Fénix.

Para cuando quiso lamentar el tener que rebajarse a usar hechizos de sangre sucia, ya se encontraba a la orilla de la isla justo donde el río congelado iniciaba, al pie del verdadero caos. La irritante calma del lugar tenía que esconder algún secreto, que no tardó mucho en revelarse. Frente a él aparecieron cinco inferis empapados, provenían de las profundidades del agua. Se lanzaron en su contra en un abrir y cerrar de ojos que apenas le dejó margen para pronunciar un contundente “Titempos”. Las criaturas se congelaron en el aire el tiempo suficiente para que él pudiera arrastrarse a un costado y librarse de sus esqueléticas extremidades.

—¡Incendia Din! — Exclamó con entusiasmo tocando con la punta de su varita el suelo. Al mismo instante que pronunció el hechizo, los inferis retomaron el movimiento, con la especialidad de que se encontraban rodeados por un aro de fuego azul con llamas de dos metros de altura que les impedía atravesarlas, pues el mismo calor los obligaba a mantenerse ahí dentro, ansiosos por escapar de su jaula ardiente. Zack se puso de pie con el corazón en la garganta y la frente reluciente por gotas de sudor que usaron sus mechones castaños como conducto.

Volteó para mirar a Bakari, pero no encontró mucho más que un rostro inexpresivo. A diferencia de él, que parecía haberse enfrentado a cientos de Dementores. Definitivamente necesitaba retomar las batallas, estaba oxidándose.

—Ten — dijo luego de recoger el trozo de hielo del río. Entregó el bloque helado a su guerrero vigilante y se quedó a la espera. Todavía Anne tenía que enfrentarse a las sorpresas que el agua le tendría preparadas.

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Anne estaba tomándose su tiempo al momento de atravesar la primera prueba que Bakari puso, la más sencilla de todas. Ignoraba si a ella le afectaría o no el frío, o tendría una ventaja debido a su raza, como sucedió con Zack. Bakari no sabía cómo reaccionar ante aquel mago, pues su actitud algo altiva empezaba a molestarle. Y cuando algo empezaba a molestarle a Bakari, sería muy difícil que cambiara su opinión al respecto.

 

Sin embargo, debía admitir que el Señor del Caos estaban encargándose de tomarse una pequeña venganza. Evidentemente el joven no era muy partidario de la magia blanca; pero su buen manejo de la misma dejó ligeramente satisfecho al Uzza y el ‹‹patético›› que cruzó por su mente mucho antes de verlo enfrentarse a los inferis no logró salir nunca de su boca.

 

Se aseguró que Anne estuviera lejos cuando hizo una pregunta que para Bakari era muy importante. No se la había hecho a Crouchs y la otra Ivashkov cuando estuvieron juntas, pues era muy obvia su forma de apoyarse la una a la otra y el Uzza intuía la respuesta de ambas. Lyra estuvo sola todo el tiempo y su forma de actuar le dejaban las cosas claras. Pero el par de estudiantes que tenía entonces eran muy distintos a los otros y Zack sería el primero en ser cuestionado al respecto.

 

—Si te digo que para avanzar en tu enseñanza y el control del caos, debes dejar atrás a tu compañera ¿lo harías? — preguntó Bakari, con un tono bastante neutro —¿por qué?

 

Dejar atrás era una comparación válida con dejar morir en una batalla, en pro del bien individual. El Uzza había visto hecho muchísimas veces; muchos guerreros de respeto habían conseguido victorias de esa forma. Cuestionable o no, servía. Bakari no juzgaría ninguna respuesta que Zack dijera, quien juzgaría era el pedazo de hielo que el muchacho tenía en su mano.

 

Cuando Ivashkov quiso entregarle el pedazo de hielo del río, Bakari lo rechazó, haciéndole una seña para que la mantuviera él. Aquel, en apariencia, inútil trozo de hielo provenía del río de las lamentaciones. Como tal, cuando alguien mentía, su color cristalino cambiaba a negro. Si alguien callaba, quedaba del mismo color. Si alguien decía la verdad, el cristal desaparecía de sus manos.

 

Había tomado esa precaución en caso de que alguno de ellos dijeran lo que creían que él quería escuchar, en lugar de la verdad. Bakari esperó la respuesta, mirando como Anne se desenvolvía en su propia prueba y enfrentaba sus propias criaturas, y esperando la respuesta de Zack. Luego sería ella la que debería responder aquella misma interrogante; y según eso, Bakari procedería con la siguiente etapa de su entrenamiento.

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Bakari despreció de manera educada el ofrecimiento de Zack respecto al trozo del hielo, algo remarcable dado que este último no se había dirigido al guerrero de la mejor manera. Él prefirió que lo conservara mientras soltaba dos preguntas que lucían como conchas de mango. El aprendiz asumió que algo raro debía haber en ellas, y que lo único que se pretendía era que cayera dando una respuesta digna de reproche. Lo curioso es que él no tenía que pensar mucho para responder con sinceridad. Quizás quienes estaban muy llenos de luz se debatirían entre lo correcto y lo que realmente querían decir, pero él no.


—¿Por qué la esperaría? — la sonrisa burlona que se reflejó en su rostro debió molestar a Bakari, quien se mantuvo con el rostro inexpresivo. Tomando en cuenta eso y el hecho de haber respondido con otra interrogante, reparó en que sería necesario confirmarlo de manera más educada —. Perdón. Sí, claro que decidiría avanzar — no es que tuviera algo en contra de Anne, al contrario, pues la creía lo suficientemente apta como para que pudiera resolver cualquier traba individual que el Uzza dispusiera. La realidad era que él no retrasaba ni detenía sus objetivos por terceras personas, su enfoque era demasiado marcado como para resbalar queriendo la compañía de alguien más.


—Porque no creo necesitarla — se encogió de hombros con una sonrisa tímida de autosuficiencia —, no hay dudas en que pueda serme de mucha utilidad frente a una situación extrema que escape de mis manos. Pero sinceramente vine por un conocimiento individual, y por lo tanto las experiencias individuales son las que me permitirán obtenerlo — eso debía bastar para que no retrasara su progreso por cualquiera que fuera el motivo de su pregunta. Zack echó un vistazo a lo que Anne hacía y asintió en señal de aprobación. Era mortífaga, y como tal estaba capacitada para superar una cantidad inimaginable de pruebas en comparación a cualquier otra bruja.


Si bien el compañerismo era primordial en el bando, aquella no era una actividad planteada por las líderes, al contrario. Tanto el Ángel Caído como la Nigromante estaban ahí por decisión y gusto propio. Más adelante podrían servir a las filas tenebrosas con esos dotes adquiridos en el entrenamiento.


—¿Y esto qué? — cuestionó haciendo referencia al trozo de hielo, lo había sostenido todo ese tiempo, al cabo de quince minutos en contacto directo con su piel ocasionaría una quemadura de segundo grado, tendría que deshacerse del mismo. Pero antes de pensar en algo est****o como lanzarlo por la cabeza a Bakari sin ningún motivo particular, el objeto comenzó a evaporarse sin siquiera pasar por el estado líquido.

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Anne aguardó a la respuesta de Bakari ante su acción, que se hizo un poco de rogar. Parecía esperar a que Zack cumpliera también con su parte de la tarea, y resultó que consiguió invocar al mismo señor del caos que la Gaunt. Ésta le sonrió al Ivashkov cuando bromeó sobre haberla copiado, aunque luego volvió a la seriedad anterior para esperar la respuesta del guerrero, que ahora sí se pronunció. Y resultó bastante ambiguo para el gusto de la Gaunt.

 

Cuando les advirtió que se preparasen para combatir el frío, Anne arrugó el ceño. ¿Qué significaba aquello? Y la respuesta le llegó casi inmediatamente cuando Bakari creó un portal, el mismo que les indicó que debían cruzar. Zack se le adelantó en aquella ocasión y desapareció de su vista, y el guerrero uzza hizo lo propio también, siguiendo al Ivashkov. Tras titubear durante un instante, Anne engordó mágicamente su ropa para protegerse del frío y luego atravesó el portal que había creado su maestro.

 

Se estremeció nada más aparecer al otro lado. Era un ambiente helado y bastante tétrico, aunque tampoco afectaba a los nervios de Anne. Era bastante tranquila en ese aspecto. Se fijó en que su compañero ya estaba inmerso en la tarea que Bakari les había encomendado, que era conseguir hielo del lago. ¿Por qué demonios no iba él mismo a buscarlo? Se mordió la lengua para no comentar aquello en voz alta. El señor del Caos que había invocado anteriormente la había acompañado hasta allí, igual que lo había hecho el invocado por Zack, que ahora parecía usar sus poderes para conseguir el hielo que les había pedido el uzza. Ella debía hacer lo propio.

 

Vio que, al igual que el señor del caos de Zack, el suyo también tenía un destello ambarino en sus ojos y comprendió que, al parecer, ahora era ella la que copiaba a su compañero. Estuvo a punto de bromear al respecto, pero decidió concentrarse en el hielo. Ya bromearía después, o se quedaría atrás. Avanzó hacia el lago helado dispuesta a conseguir un trozo de hielo cuando algo le cortó el paso y se detuvo en seco. Un kelpie emergía de la superficie. ¿Cómo era posible, si supuestamente había una capa de hielo cubriendo la zona? Tampoco es que le fuera la vida en averiguarlo, le preocupaba bastante más la magia que aquella criatura podía ejercer sobre ella para atraerla a sus demonios y terminar devorándola. Dio un par de pasos en su dirección, casi sin pensarlo, y luego sacudió la cabeza. ¿Qué demonios le pasaba? «Concentración», pensó, sabiendo que era todo lo que necesitaba.

 

Conocía la forma de librarse de ese tipo de criaturas, aunque contaba con cierto hándicap a cargo del señor del caos.

 

— Strellatus —murmuró. Una luz brillante que provenía directamente de su energía mágica cegó momentáneamente al kelpie, que echó la cabeza hacia atrás a causa del ardor que sentía en los ojos. En ese momento, Anne hizo aparecer una brida y la lanzó hacia la cabeza del animal, asegurándola luego con un encantamiento de colocación. El kelpie se relajó rápidamente, Anne asintió para sí y luego se acercó hasta la orilla, a escasos metro y medio de la criatura—. Mucho mejor así. Veamos...

 

Tomó un trozo de hielo, y luego regresó adonde se encontraban Zack y Bakari. Miró a su compañero mortífago y luego al guerrero, a quien le mostró el hielo alzando la mano en su dirección.

 

Aquí tiene, maestro Bakari.

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Lanzó un bufido de cansancio en cuanto vio lo que el Señor del Caos hizo sobre Anne. Tenía una restricción de poderes igual a la de Zack. Algo raro estaba pasando con esos dos, o más bien los señores del caos se volvían cada vez más predecible o menos poderosos, como para empezar a copiarse uno del otro. Entonces recordó que, nuevamente, había olvidado que los aprendices debían hacer aquel tonto pacto.

 

Cada vez son más inútiles — espetó, refiriéndose al señor del caos. Éste solo lo miró con sus ojos amenazantes, quizás acostumbrado al trato de Bakari, a quien poco o nada le importaba que opinara nadie.

 

A pesar de la demora de la bruja en adentrarse a la tarea que le había dejado, parecía lo suficientemente lista para manejar poderes a los que no estaba acostumbrada. Podía decrise que no estaba tan asqueado de lo que veía, aunque la actitud de ambos seguía sacando su lado menos amable. Se fijó nuevamente en Zack quien le estaba dando una respuesta. A Bakari, más allá de sus palabras, lo que le importaba era lo que pasara con el trozo de hielo que tenía en las manos, que al final solo se disipó.

 

Ay, me vas a hacer llorar — dijo, sonriendo de medio lado y exponiendo la mitad de sus amarillentos dientes.

 

Cuando Anne regresó, al igual que con su compañero la hizo guardar el trozo de hielo, aunque muy seguramente se olvidara de hacerle alguna pregunta más adelante. El Uzza se sentó en el suelo lleno de pequeños huesos y separó las palmas de las manos unos centímetros del suelo. Delante de Zack y de Anne aparecieron sendos pergaminos de gran tamaño.

 

Firmen allí, pongan su nombre con sangre de la mano con la que sostienen la varita mágica—dijo abriendo los ojos lentamente, maldiciendo internamente por no tener tiempo para meditar respecto a los lamentos que todavía escuchaba en el ambiente— es un contrato que los vincula con Anubis, el dios del caos, y con todos los poderes del libro

 

El motivo por el que ambos estaban copiándose se debía muy seguramente a que no habían firmado ese contrato antes. Al menos los resultados no habían sido tan desastrosos, pues si hubiera sido Peeves, por ejemplo, todo sería muy diferente. Un ‹‹viejo senil›› se escuchó como un solo gruñido proviniendo de los señores del caos de Zack y Anne, justo antes que desaparecieran.

 

Invoquen la rueda del caos o la rueda del poder, de la misma forma en que invocaron al señor del caos antes, y regresen al lago para enfrentarse a los inferis, el kelpie y cualquier otra cosa que salga.

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Mientras la osada Anne se enfrentaba a un Kelpie, los dos hombres le miraban de reojos. Zack esperaba la respuesta de Bakari, alguna que le certificara que su manera de pensar respecto a seguir adelante era acertada. Sin embargo, recibió un golpe de ironía que casi devolvió con uno físico, pero no, debía respetar. Se limitó a rodar los ojos y frotar sus manos con la vestimenta, seguían heladas.

 

—Bien hecho — dijo a su compañera en cuanto se les unió. Un guiño acompañó sus palabras. Bakari se fue inclinando hasta quedar sentado sobre el suelo y soltar su siguiente orden. Debía ser muy aburrido pasar todo el día diciéndoles qué hacer a sus alumnos, tendría que encontrar la manera de involucrarse para hacer sus horas entretenidas, de lo contrario terminaría envejeciendo más. Zack observó el pergamino frente a él y aunque dudó, terminó por derramar unas gotas de su mano diestra gracias al filo de la daga del sacrificio, mágicamente se unieron para formar su nombre.

 

Podría estarse comprometiendo a ser ***ido el resto de la vida por los señores del caos que el libro presentaba, pero él en su inocencia y ansiedad por seguir avanzando ignoraba cualquier pensamiento negativo. No le quedaba de otra que confiar en aquél viejo y aventurarse en los nuevos retos del camino. A los pocos segundos la daga se desvaneció y la herida en la palma de la mano sanó gracias a su poder regenerativo, esa ventaja que todo vampiro tenía. Al igual que las representaciones del sacrificio, los dos señores del caos se esfumaron con una simple mirada del guerrero.

 

—Voy por la rueda del Poder — replicó inmediatamente luego de la siguiente orden de Bakari. Estaba ansioso por ver qué tan generosos eran los hechizos del caos con él. Se alejó hasta que el agua del río humedeciera nuevamente sus zapatos y procedió a enarbolar su varita. Tras varios movimientos complicados, todos reflejos de los que se indicaban en el libro, logró invocar una esfera de luz. Lo sorprendente de su resultado fue el color de la misma, rojo. Empuñó la diestra presionando con fuerza la varita hasta el punto que parecía querer romperla. Sabía lo que vendría a continuación.

 

Ni siquiera se atrevió a mirar al Uzza que posiblemente estaría revolcándose dominado por las carcajadas de burla. Sin embargo, el enojo lo distrajo tanto que no se dio cuenta que ya el agua cubría sus rodillas y al menos tres inferis se dirigían a su posición.

 

—¡Fuego Maldito! — Exclamó casi con desesperación invocando dos águilas en llamas que emprendieron vuelo para luego caer en picada sobre sus objetivos, cada una sobre un inferi. El contacto de las llamas con los cuerpos húmedos produjo un sonido similar al de chispas, y de hecho la escena se vio como tal. Sin embargo, eso no logró detener al tercer zombie que avanzaba con celeridad a pesar de la terquedad en sus movimientos por tener medio cuerpo sumergido en agua. Zack se giró sorprendido de verlo casi sobre él, casi tuvo que ahogar un grito de niño antes de invocar su siguiente hechizo.

 

—Fuego Negro — sin necesidad de utilizar su varita, una esfera ardiente apareció flotando a escasos centímetros del agua. Al concretar su formación avanzó como una bola de Billar hacia su objetivo, el tercer inferi. La criatura fue expulsada a varios metros de distancia por el fuerte impacto y su cuerpo terminó flotando en el agua. Mientras tanto, Zack aprovechó la oportunidad para regresar a la orilla nervioso de que algo más pudiera aparecer, pues el silencio se rompió junto con la figura de diferentes seres emergiendo de las profundidades.

 

—Salvio Hexia — murmuró poco antes de que otra criatura detectara su ubicación. Aprovechó la invisibilidad para terminar de salir del agua y regresar a un lado del guerrero, con el corazón en la boca. En otras épocas se habría enfrentado a un batallón completo de inferis, grindylows y kelpies, pero estaba oxidado aunque obviamente no lo admitía.

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La reacción de Bakari no fue nada del otro mundo, tampoco Anne lo había esperado. Zack la felicitó escuetamente y le dedicó un guiño, a lo que ella respondió con una amplia sonrisa. Luego, esperó las palabras del uzza. No hizo comentario alguno, sino que le indicó que lo guardase. Frunció el ceño, no podía creerlo. A pesar de ello, lo guardó y aguardó mientras el hombre se sentaba en el suelo. Ahora les hacía firmar unos contratos. ¿Por qué había esperado tanto, en lugar de hacerles firmar al principio? Vio cómo Zack tomaba la iniciativa nuevamente y ella le siguió. Invocó la daga del sacrificio y efectuó un corte en su mano izquierda, derramando después unas gotas de sangre en el pergamino que Bakari le había puesto delante. Su nombre se formó con el rojizo líquido y luego se llevó la mano a la cara para lamer el rastro de sangre que rápidamente se formaba en su piel. Tras eso, la herida cicatrizó gracias a un episkey.

Zack se dirigió hacia el lago manifestando que probaría el uso de la rueda del Poder. Ella asintió y decidió que haría lo propio, pero con la rueda del Caos. Se acercó al lago en la misma dirección que su compañero, aunque desviándose un poco para no interferir en sus acciones. Vio que los resultados del Ivashkov no eran los que hubieran esperado ninguno de los dos, y rezó para que a ella la suerte le fuera un poco más de cara. Buscó de nuevo reunir la magia en su interior para invocar las fuerzas del caos con el fin de que éste determinara si su poder mágico crecería temporalmente o, por el contrario, disminuiría. También cabía la posibilidad de que quedara en su nivel normal, pero prefería pensar que las cosas le saldrían bien.

De repente, vio cómo Zack comenzaba a luchar contra una serie de inferis que acudían hacia él a la vez que un grupo de las mismas criaturas emergían del lago para dirigirse hacia ella. Anne entornó los ojos, sabía cómo proceder para alejarlos de la zona. Y contaba con el poder de la rueda del caos. Apretó la varita con la mano izquierda.

 

Fuego Maldito —pronunció claramente. La invocación dio lugar a dos llamaradas con forma de lobo que corrieron por delante de ella y se lanzaron contra los inferis. Anne supuso que necesitaría algo más para poder acabar con aquel grupo de criaturas pero, para su sorpresa, su hechizo impactó llevándose por delante al grupo completo de inferis produciendo un extraño sonido al impactar sobre ellas y lanzándolos hacia atrás, dejando a la Gaunt pasmada en el lugar.

 

Sintió que algo se movía a su izquierda, también procedente del lago helado, y ni siquiera se tomó la molestia de mirar qué era hasta que se encontró demasiado cerca de ella. Era el mismo kelpie que había visto antes, o quizás otro, porque no tenía la brida que le había colocado. Sin embargo, en aquella ocasión no iba a perder el tiempo con aquel método, a pesar de que era de lo más efectivo. Decidió probar un poco más aquel poder aumentado que le había otorgado la rueda del Caos.

 

Káidan —susurró. No sabía si el kelpie había mantenido contacto visual con los orbes grisáceos de la mortífaga en algún momento, pero tenía claro que no era necesario para que aquel hechizo fuera efectivo. El kelpie detuvo su avance de golpe y, tras lanzar una especie de grito que pareció rajar el aire, retrocedió y volvió a sumergirse en las aguas del lago. Anne no podía salir de su asombro.

 

Tras unos segundos de reflexión, se volvió para regresar al lado de Bakari, que ya estaba acompañado por Zack.

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