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Libro del Caos


Bakari
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Las ruletas eran, simplemente, caóticas. Por la mente de Bakari, en cuanto les pidió que las utilizaran, pasaron cientos de recuerdos de batallas ganadas gracias a la ruleta del tiempo y del caos; impredecibles, sí, pero extremadamente poderosas cuando la suerte estaba de tu lado. Lo que no pasó con Zack. La carcajada que Bakari soltó al ver el resultado de Zack fue lo mejor que le pasó en el día.

 

Su humor había cambiado considerablemente luego de aquello, pues incluso las malas caras de ambos de sus estudiantes al mandarlos a buscar un simple pedazo de hielo lo tenían sin cuidado. Se miró las ennegrecidas uñas, como si no tuviera una clase que evaluar y seguir impartiendo. En el fondo, muy en el fondo, Bakari debía admitir que la gente que le mandaba la universidad no era inepta en lo absoluto.

 

Fijó su mirada en Anne. De Zack esperaba menos que de ella, por su fortuna. La habilidad de la bruja para enfrentarse a varias cosas a la vez lo dejó satisfecho. Tenía sus dubitaciones respecto a si ella tenía lo necesario para convivir con Anubis, debido a que se había tomado su tiempo antes de aventurarse por primera vez a tocar el agua del río, pero ahora, veía en ella una seguridad que antes no, al poder controlar un poder mayor al que hasta ese momento.

 

Parece que se están divirtiendo

 

Dijo con sorna mirando a un notoriamente cansado Zack y a una asombrada Anne cuando ambos regresaron a su lado. Se rascó la calva, como si estuviera ligeramente avergonzado por hacerlos luchar contra criaturas detestables y tener que ponerlos a luchar nuevamente. El Uzza enarboló su varita mágica, pero se detuvo, pues creía que la mejor forma de probarlos ahora era poniéndolos a competir entre ellos.

 

¿Alguno quiere hacer el honor de regresarnos a la universidad?

 

Era fácil y algo que no tenía por qué enseñar él, se suponía que uno de sus compañeros uzzas tendría que haberles indicado como utilizar el haz de la noche. Miró a los dos presentes y esperó a que alguno abriera el portal para poder regresar. No tenía ninguna intención de seguir utilizando magia para facilitarles las cosas.

 

En cuanto el portal estuvo abierto, el uzza esperó que los dos mortífagos pasaran y caminó tras ellos, dejando atrás el panorama de desolación y muerte que rodeaba el río de las lamentaciones y regresando al conocido y simple escenario que formaba el lago de la universidad y su pequeño hogar, donde se desarrollaría la prueba final.

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—Yo puedo — respondió de inmediato.


Indudablemente Zack era un tipo que le gustaba destacar en sus clases. Si bien muchas veces sus profesores no le encajaban muy bien, siempre quería estar al frente de cualquier actividad que lo hiciera figurar. Dejó su cansancio a un lado para ponerse frente a su compañera e instructor, necesitaba reunir la mayor cantidad de energía para el hechizo, pues se acumularía en él hasta dejarla salir toda de golpe y lograr el objetivo.


Con sus ojos cerrados y manos libres dio un largo suspiro sintiendo como una ligera ráfaga de viento desordenaba sus mechones de cabello, también pudo escuchar algunos lamentos, seguían en aquél río. Enfocado en lo que deseaba, en sus extremidades se sintió un cosquilleo significativo, su concentración estaba dando frutos. Cuando sintió que era el momento sólo tuvo que pensar en el Fulgura Nox y extender sus brazos. Junto a ellos apareció un agujero negro destellante de luces azul neón. Estas últimas parecían hilos resistiéndose al poder de absorción que al cabo de unos segundos terminó por atraer a los tres magos.


El viaje fue corto y rápido, casi ni se podía disfrutar la sensación de caer al vacío. El cambio de escenario fue considerablemente bueno. En las inmediaciones de la Universidad se podían sentir más a gusto, al menos ese era el caso de Zack. Miró al guerrero para buscar su aprobación pero nada llegó. El anciano parecía estar maquinando su siguiente actividad, y desde ese momento el Ángel Caído pudo intuir de cuál se trataba.


—Supongo que ahora vendrá la parte más divertida, ¿no es así? — cuestionó ansioso con una media sonrisa. Quizás ya entrarían a la prueba y entonces podrían desatar el poder del caos con plenitud. Bakari debía estar acostumbrado a observar a sus alumnos siendo consumidos por las fuerzas oscuras que él mismo dominaba, aun así Zack planeaba dar un espectáculo sinigual.

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Anne estaba todavía tan asombrada con los efectos de su último ejercicio de clase que casi no escuchó las palabras de Bakari. Sin embargo, la respuesta y posterior acción de Zack le indicaron básicamente qué acababa de ocurrir, y se sorprendió aún más al ver que cambiarían de escenario. ¿Significaba aquello que seguirían practicando en otro sitio? ¿O que irían ya a hacer la prueba para demostrar que eran merecedores de aquellos poderes? En cualquier caso, Anne estaba deseosa de continuar, fuera cual fuese su destino.

 

Vio cómo éste se concentraba en el poder que le permitiría abrir un portal, tal y como había indicado el uzza según creía intuir. Examinó las acciones de su compañero, similares a cuando ella misma había practicado aquella invocación. Se abrió un portal que los atrajo a todos, incluidos el guerrero uzza, y los llevó hacia el siguiente objetivo, si bien Anne no tenía claro cuál sería exactamente. Pero no le importaba, porque estaba decidida a enfrentarlo fuera cuál fuese.

 

Aparecieron en otro lugar donde el clima era muy distinto del frío que hacía junto aquel río. Anne lo agradeció, si bien soportaba mejor las bajas temperaturas que las altas. Al parecer, les tocaba enfrentar la prueba. Miró de soslayo a Zack, no estaba segura de si podría hacer frente a alguien tan poderoso como él. Conocía perfectamente las habilidades y capacidades de su compañero, aunque ella también era poderosa. En cualquier caso, daría su mejor esfuerzo para poder conseguir aquellos poderes por los que ambos estaban allí, en compañía de un silencioso Bakari que dictaminaría si verdaderamente eran merecedores de ellos o no.

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Después de una serie de eventos inesperados con el libro del druida, al fin podría tener el siguiente entrenamiento de magias guerreras con el guerrero Uzza Bakari, quien ya se había presentado en la prueba del libro del equilibrio hace tanto tiempo ya que apenas y recordaba su rostro. La indicación de los directores había sido sencilla, presentarme cerca del lago, en la zona norte, por donde se encontraba su tienda, pero tenía completamente prohibido entrar a su lugar de descanso, él sabría cuando era mi momento de llegar.

 

Me alisté con una túnica sencilla color marrón de cuerpo completo, mangas largas y un cinturón grueso de cuero donde mantenía mi vairta, conmigo llevaba, además, mi monedero de piel de moke para traer todos los requerimentos necesarios para aquel nuevo camino de aprendizaje, incluyendo el libro del caos que tendría que aprender a utilizar, aunque ya le había dado un par de leídas para no llegar sin ningún tipo de preparación. Así mismo llevaba los anillos y amuletos de todos los libros anteriores, por si necesitaba ocuparlos en algún momento.

 

Sabía que la actitud de los Uzza era defensiva, dura, por lo que debería de tener cuidado al momento de estar en su presencia y evitar a toda costa el enfrentamiento verbal, por lo que me mantendría en silencio, asintiendo ante sus órdenes para que la tensión no aumentará en aquella ocasión, ya tendría tiempo de poder investigarlos más a fondo, por el gusto periodístico.

 

Cye, mi esposa, estaba orgullosa de que hubiera llegado a un nivel tan alto de aprendizaje, a pesar de su negativa sobre la forma en que utilizaría los conocimientos en pro de la defensa del mundo mágico, lo que conllevaba estar presente en varias batallas por parte de la Orden del Fénix donde, obviamente, ya se sabía mi postura dentro de la sociedad mágica... un modo de mantenerme a la vista de todos pero sin causar un daño, como mencionaba el Consejo de Warlocks.

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Al inicio, cada que alguien se acercaba, sentía que sería una pérdida de tiempo. Llegaban magos y brujas uno a uno intentando dominar los poderes del Caos, sin saber lo difícil que era.A él, por supuesto, le tocaba hacer que practicaran lo suficiente hasta convencerse de que jamás van a saber a ciencia cierta lo que sucede cuando se juega con la suerte. Solo un uzza como él solía recibir buena fortuna la mayoría de las veces.

 

Bakari se sentía exhausto al terminar la prueba de Zack y Anne, que no había resultado tan mal después de todo, y hasta podía sentir que se encontraba satisfecho con el accionar de ambos. Regresó a su carpa en las afueras de la universidad mágica, donde había pasado sus días entre aburrido y exasperado.

 

Esperaba poder descansar all fin y que le dejaran el tiempo para meditar que le habían prometido cuando lo llevaron hasta ese lugar, pero no. Tenía que estar un estudiante allí, ansioso por molestarlo y ocupar su tiempo. Decidió darle una oportunidad antes de empezar a amargarse.

 

Este nuevo estudiante tenía un aura opuesta a la de los muchachitos anteriores, como si fueran de mundos distintos. Esperaba que aquello significara que tenía cosas nuevas por demostrarle. Lo que más le molestaba a Bakari era que sus alumnos no tomaran los riesgos necesarios para convencerlo a él, y a Anubis.

 

¿Quién eres? — preguntó el Uzza. Cuando alguien aparecía ante su puerta, lo hacían sin previo aviso. A Bakari le gustaba preguntar de esa forma, pues cada uno de los que se atrevían a responder decían cosas diferentes; algunos se limitaban a decir sus nombres y otros realmente se interesaban por darle una explicación hasta de sus propósitos. Aquello le permitía a Bakari saber con qué tipo de estudiante iba a tratar.

 

—¿Cuál es tu mayor temor? — dijo con voz tranquila, esperando una respuesta que no hubiera escuchado antes, o al menos, algo que lo sorprendiera al menos un poco.

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La voz del guerrero Uzza Bakari me hizo girarme para encontrarme cara a cara con él, dirigiéndole una reverencia con mi cabeza a modo de respeto debido a que en esos momentos yo solo era un simple aprendiz, no, un aspirante de aprendiz. Miré con atención su rostro recordando las facciones que alguna vez logré ver en la prueba del libro del equilibrio, donde todos los Uzza se habían presentado para observarnos detenidamente. ¿Se acordará de mi? Lo dudaba.

 

- Ishaya M. Tonks, - respondí de inmediato - antes conocido como Mirshka Dupont en mi natal Francia, paladin de la Orden de la Mano de Plata, guerrero de nacimiento y dispuesto a aprender los conocimientos del caos, si me lo permite.

 

Mi presentación era básica, como lo había hecho con Badru anteriormente, sobre todo porque entendía el resentimiento que podían sentir los guerrero Uzza conforme a nuestra presencia con ellos; me hubiera gustado estar en otras circunstancias, haber llegado ante ellos sin los trámites burocráticos y ganarme el entrenamiento de una forma más honorífica.

 

- Mi mayor temor es fallarle a mi familia, - continué con al segunda respuesta lo más honesto posible, siendo claro y directo - no poder protegerlos... No es miedo a la muerte debido a que todos venimos a este mundo de manera momentanea, sino el tener el poder de defenderlos y no hacerlo, a ese fallo le temo.

 

<<Por ello estoy aquí>>, pensé al final, evitando el decirlo en voz alta porque era algo que no me había preguntado Bakari y me limitaba la charla innecesaria para que la actitud de mi guía no se hiciera más áspera, como lo había logrado al aprender el libro del druida.

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Ishaya… nombre interesante. Pero más interesante era la mención de una orden de la mano de plata y, por sobre todo, que el hombre se llamara un guerrero de nacimiento. Aquella denominación para un Uzza no era cualquier cosa, significaba largas horas diarias de entrenamiento sin descanso, de pruebas extremadamente difícil, de despegarse de lo conocido, de hacerse fuerte física y mentalmente.

 

Y aquel hombre se atrevía a llamarse guerrero.

 

Cerró los ojos en una clara señal de empezar a diluir el enojo que esa palabra había hecho florecer en su interior. No quería y no debía atacar a su aprendiz por esa ofensa que sin querer había hecho. Debía darle la oportunidad de demostrar que se merecía ese título. Eso lo entendía el Uzza. Por supuesto, Bakari no se caracterizaba por un especial buen humor, pero estaba haciendo el intento; un gigantesco intento.

 

Esbozó una sonrisa amenazadora enseñándole a Ishaya sus amarillentos dientes, mientras el hombre todavía seguía con su presentación. Su mayor temor ciertamente había sido diferente a las otras cosas que había escuchado, pero no por eso era menos ambiguo. A lo largo de su vida, había escuchado cosas tan superficiales que le daban risa y unas pocas dignas de ser escuchadas con atención. Tonks captó ligeramente su atención, aunque a Bakari le molestaba que no ahondara demasiado en el tema.

 

¿Cómo piensas que el caos, con su impredecible poder, te va a permitir protegerlos y no todo lo contrario? — preguntó con tranquilidad, como quien pregunta la hora.

 

Si Ishaya había sido precavido, debió leer desde antes el Libro que adquirió antes de presentarse ante él. Y allí debió ver que los poderes que Bakari dominaba tan bien no siempre resultaban ser favorables para el mago que lo invocaba. El curso de una guerra podía cambiar gracias a Anubis, que a veces era tan caprichoso que tomaba lo que quisiera a su paso.

 

Enséñame tu poder, sin utilizar tu varita — dijo poco después, cuando Ishaya respondió a su pregunta. Hacer magia sin varita era mucho más complicado y muchos magos y brujas se hacían dependientes de sus armas mágicas. La demostración podía ser con un hechizo simple, como hacer levitar una hoja, o algo extraordinario; el uzza solo quería saber qué tanto control mental tenía Ishaya sobre su magia.

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Un Uzza más que intentaba amenazarme, algo que ignoré por completo ante aquella sonrisa y, de nueva cuenta, proseguí a responderle ante los cuestionamientos del mismo.

 

- El libro es un requerimento para poderes más fuertes, - le comenté sin ningún tipo de emoción, con voz neutra y clara - las fuerzas del azar son impredecibles y se debe de estar seguro del poder a invocar, dependiendo de la batalla, no sirven las mismas ruedas para diferentes enfrentamientos...

 

Suspiré, ya se me había indicado que tenía que comportarme más adulador ante los guerrero Uzza, pero no podía hacerlo, me era imposible. Mantendría mi comportamiento con humildad y respeto, pero sería todo.

 

- La rueda de la fortuna sería el más "seguro" que podría utilizar cuando estuviera protegiendo a los miembros de mi familia, sin quedar en desventaja ante mi contrincante. En una batalla de grandes dimensiones, la rueda del tiempo y del poder podrían dar una buena ventaja y, si no me toca buena suerte, tengo a mis compañeros para librarme de los problemas causados.

 

Ni una sola vez había visto a mis enemigos utilizar los secretos del libro del caos, por lo que deducía que aún nadie había adquirido dichos conocimientos a pesar de que si habían pasado varios magos y brujas en frente de Bakari, tal vez simplemente se estaban esperando al momento indicado para hacerlo...

 

- El señor del caos resultaría mejor en un duelo individual, las consecuencias del azar en este tipo de enfrentamientos se pueden controlar de mejor forma.

 

Apenas terminé con mi explicación, se me pidió que realizara magia sin la varita por lo que, en seguida, transformé mi cuerpo para parecerme a Bakari gracias a la metamorfomagia. Una vez teniendo el mismo aspecto del Uzza, invoqué la daga del sacrificio para realizarme un pequeño corte en la palma de mi mano mientras pronunciaba las palabras Immolo oppugnare Bakari, de esta forma mi maestro también tendría dicho corte sencillo.

 

A continuación pensé en una simple curación para cerrar la herida de mi mano, algo que se facilitaba gracias al amuleto respectivo. Lo siguiente fue un simple juramento de sangre donde prohibía desaparecernos en ese momento, amarrándonos a mi guía a mi ante dicho conjuro; saqué las semillas de hielo de entre mis ropas y eché un poco alrededor para cubrir el área en hielo. Ahora dibujaba un portal a mi lado, gracias al fulgura nox, combinado con la videncia podría mostrarle su siguiente curso a Bakari; cree en segundo portal de mi otro lado, juntando el conocimiento de historia de la magia para mostrarle su anterior clase al guerrero.

 

Para finalizar toda aquella presentación, concentré mis energías para realizar una proyección mágica y aventar con fuerza lejos de mi el libro del caos, a unos siete metros de distancia y regresarlo hasta mis manos, meintras hacía desaparecer los dos portales que había creado.

 

Me hubiera encantado hacerlo como un cisne, toda la presentación, pero aún no estaba certificado aunque me faltara relativamente poco para que la animagia también fuera parte de mis habilidades mágicas, así que terminé con una ligera reverencia mientras esperaba otro movimiento condescendiente de Bakari, algunas palabras más para demostrarse que él si era digno y yo no del libro o algo parecido, como hasta el momento. Solo restaba esperar a que continuara el aprendizaje hasta el siguiente libro de hechizos.

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—Entonces ambiciones más poder. Común.

 

Dijo, pensativo, no de manera despectiva. En realidad, no mostraba ninguna emoción en su voz, era algo repetitivo, incluso algo cansador la continua ambición que los magos en general mostraban y, casi siempre, su motivo escondido o no tan escondido para llegar hasta él era ese; ambición. Pero Ishaya había hecho bien sus tareas, sabía exactamente en qué momento era mejor utilizar cada poder que el caos le otorgaría en caso de mostrarse digno al momento de la prueba.

 

Por eso mismo se había ganado un poco de su respeto. Bakari debía admitir que tenía expectativas extremadamente bajas cada que alguien llegaba y era según sus respuestas que iba cambiando de parecer. Soltó una sonora carcajada cuando, gracias a la metamorfomagia, había un segundo Bakari en el lugar. Decidió tomar aquello como un homenaje en lugar de una burla. Ishaya tenía suerte, Bakari estaba de buen humor y eso no ocurría muy seguido.

 

—Tienes agallas, jovencito, bien encaminado podrías ser muy poderoso.

 

Llevó la mano hacia sus labios succionando la sangre que había brotado por el corte. Estaba tan acostumbrado al sabor de la sangre que la línea roja que había brotado en la palma de su mano no significaba absolutamente nada. No realizó la curación correspondiente para hacer que cierre la herida, no le importaba en lo absoluto mancharlo todo alrededor. Le interesaba más ver los portales que había abierto Ishaya, su futura clase parecía prometedora, incluso más que la actual.

 

—Comenzaremos ahora. Regresa a la normalidad y concéntrate. No necesitarás tu varita mágica para invocar los poderes del caos ¿tienes alguna duda antes de comenzar? — preguntó poniéndose serio, odiando en ese momento al joven por hacerlo hablar tanto.

 

Bakari se sentó en el suelo cerrando los ojos, como si fuera a meditar olvidándose de que estaba dando la clase. Al abrir los ojos y ver a Ishaya todavía de pie, le pidió que por favor estuviera atento a cada movimiento. Volvió a concentrarse en las atrocidades que había cometido durante toda su vida, defendiendo a su pueblo y masacrando a otros tantos. El uzza juntó sus manos como si fuera a brotar magia de sus palmas y, casi al instante, una nube oscura empezó a formarse.

 

La nube brotó hacia el frente, resultando en una bella doncella, imponente, extraordinaria. Una invocación a la que no había visto hacía mucho tiempo. La ninfa vio el pequeño corte que tenía en las manos y la curó por completo, casi canturreando con felicidad al poder ser útil, cumpliendo su siempre altruista objetivo de curar a quien la invocara.

 

—Ahora es tu turno.

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