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Libro del Caos


Bakari
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Ese era justamente el problema que tenía con los guerreros Uzza, todo lo relacionaban con el poder, absolutamente todo, y a pesar de que mis intenciones eran el conocimiento y el manejo de magia en beneficio de los demás, para ellos seguiría siendo el alcanzar poder. No respondí ante su comentario, ni me mostré molesto, simplemente continué con el aprendizaje del libro en silencio mientras él, mi guía, continuaba con las enseñanzas.

 

- Ninguna.

 

Respondí justo cuando volví a la normalidad, dejando que mi forma física pudiera volver enfrente de Bakari cuando vi como una ninfa apareció detrás de él. Un señor del caos y en esta ocasión le había favorecido al maestro, tal vez porque era parte del entrenamiento, uno nunca podría adivinar lo que se tenía preparado.

 

Respiré profundamente antes de lanzar la invocación, resultando en el señor del caos, una entidad demoníaca que inicialmente jugaba a mi favor, pero mientras durara su invocación me tendría tentando a la suerte. Mis fuerzas físicas y mentales se vieron restauradas, un poco de fortuna dado que había utilizado poderes sin varita que requerían de mayor concentración mágica.

 

No era de sorprenderse que para el libro de hechizos que estaba aprendiendo comenzara con las fuerzas de los señores del caos, esperando que en los siguientes movimientos tuviera un poco más de "suerte" con el azar... con alguna rueda... Las instrucciones eran claras: él había hecho un movimiento y esperaba a que yo hiciera el mío. Listo.

 

¿Sería que me estaba probando con los conjuros uno por uno? Si eso era cierto, me esperaba una parte difícil del entrenamiento, sin algún tipo de ventaja más que la del conocimiento, de Bakari, mientras que yo debía de jugar a ser astuto y poder utilizar todo a mi favor, incluso lo que pareciera que estaba en contra. Paciencia.

Editado por Ishaya

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Y la suerte seguía jugando conmigo. El poder del Señor del Caos me obligada a utilizar hechizos defensivos, mostrando una sonrisa demoniaca en su rostro cuando mentalmente agradecía el poder brindado apra recuperar mis fuerzas, al parecer una forma de decir que no jugaba realmente para el lado de alguien, sino dependía de otro tipo de fuerzas que controlaban sus acciones en las batallas donde era convocado, como en aquella ocasión.

 

Esperé, entonces, a que pudiera realizar su siguiente movimiento el guerrero Uzza o, en su defecto, que dictara otro tipo de indicación en esos momentos, sobre todo porque no me podía adelantar a los deseos de aquellos guías de los poderes secretos de los libros, eso lo tenía bien aprendido desde el libro pasado donde tuve que realizar dos veces el conocimiento del libro por un error que no se me fue perdonado: el de pecar por inocente.

 

Lo único que tenía a mi favor en ese momento, al menos para mi, era el ser el único estudiante presente, al menos todas las indicaciones serían personales, cualquier reaccionar, cualquier acción, lo que hiciera Bakari sería referente a mi. Sacaría ventaja de eso, de alguna forma.

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—Parece que tienes lo que se necesita, jovencito, espero no desilusionarme cual doncella abandonada — comentó Bakari cuando vio a Ishaya invocando al señor del caos de manera casi perfecta, haciendo que la suerte empezara a estar de su parte desde su primera invocación. Esa había sido la primera prueba que debía superar, el concentrar el poder en las manos y no en la varita mágica era algo que pocos eran capaces de hacer sin tener resultados desastrozos.

 

—Ya no te necesitamos aquí, viejo loco —dijo entonces mirando al señor del caos, que hizo un gruñido de desaprobación por tener que desaparecer antes de tiempo, callándose unos cuantos improperios. Bakari siempre había tratado de esa forma a las invocaciones que surgían en las clases, aunque en las batallas les guardaba especial respeto a aquellos poderes que en todo ese tiempo lo habían ayudado a no perder ni una sola batalla.

 

—Bien, Ishaya, empezaremos de cero para poner todas estos poderes en práctica ¿de acuerdo? Si puedes invocar al señor del caos, puedes invocar las ruedas que requieren mucho menos poder. Úsalas cuando creas necesario.

 

Para él debía ser un alivio no verse limitado según la voluntad del señor del caos, por supuesto el que la invocación desapareciera antes de tiempo era algo que pasaba únicamente en la clase, por efectos didácticos. Esperó a que Ishaya asintiera o se mostrara reacio a continuar durante unos segundos. Los guerreros debían tomar decisiones en el menor tiempo posible, y hacerlo de forma satisfactoria. Cuando creyó que había pasado lo suficiente para contestar cualquier cosa que molestara al muchacho, abrió un portal, haciendo un ademán para que su estudiante pasara antes que él.

 

Se trasladaron a una que se desarrollaba en el lago de las lamentaciones. Había ido allí con sus estudiantes anteriores y ambos tenían una misión fácil pero especial. En este caso, las cosas estaban un poco más fuera de control. El ambiente, sin embargo, seguía igual. Se escuchaban susurros que pedían auxilio y sollozos que parecían salir de miles de voces al mismo tiempo.

 

De un lado de esa pequeña guerra, había criaturas del tamaño promedio de un humano adulto, inferis con mayor habilidad y fuerza que los normales. Por otro lado, se encontraba versiones más pequeñas de Ammyt, una criatura con cabeza de cocodrilo, cuerpo mitad león mitad hipopótamo. Eran, quizás, dos docenas de ellos por cada bando. Y tanto Bakari como Ishaya debían empezar a parar aquella pelea sin sentido. Por supuesto, no sería muy fácil pues, cuando notaran su presencia, tanto inferis como ammyts empezarían a atacar, a Ishaya principalmente.

 

—Vamos a tener que separarlos, pero el mayor trabajo te lo llevas tu, los mayores nos cansamos rápido.

 

Ladeó la cabeza escogiendo el mejor lugar para empezar a atacar (si es que se decidía a hacerlo), con la varita de cristal en la mano y los poderes del caos como su arma secreta.

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De inmediato me sorprendí al ver como Bakari disipaba al señor del caos como si fuese un conjuro cualquiera, aunque el asombro duró poco, era obvio que los guerrero Uzza tenían un control supremo en el manejo de todos los hechizos de los libros y por esa misma razón el gobierno británico había casi esclavizado a su pueblo, por ponerlo de alguna forma, para que compartiera sus secretos. Aún seguía preguntándome el cómo habría sido el llegar ante ellos en otras circunstancias, que me pudieran conocer completamente hambriento por aprender, tal vez las cosas serían distintas. Tal vez no.

Asentí ante las indicaciones de mi guía y maestro sin pronunciar palabra alguna ya que no quería verme irrespetuoso o que considerará que estaba teniendo algún tipo de actitud negativa. Se creó un portal que ambos atravesamos sin ningún problema, asombrándome por llegar hasta los alrededores de un lago donde se podían escuchar diferentes tipos de ruidos, como gritos y sollozos, lo que significaba que estaba preparándome justamente para la parte del enfrentamiento uno contra uno sin llegar todavía a ese punto en específico.

Así que la lección era separar a los dos clanes de criaturas mágicas que estaban enfrentándose en ese momento utilizando todas las ruedas que contenía el libro del caos, así que simplemente asentí y me moví de manera cautelosa, utilizando la rueda del caos por los posibles efectos que podía tener contra todos los seres que se me vendrían encima.

 

La rueda había sido activada, manteniéndome con mis poderes normales... al parecer una medida del azar para mantenerme con un cierto control al perder los efectos del señor del caos que se había esfumado. Por ello pensé en una proyección mágica para aventar una enorme roca del tamaño de un vehículo para interponerse entre los dos grupos en conflicto, llamando su atención de forma inmediata, a lo que debería de responder casi en automático. Esto había comenzado apenas.

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El ambiente denso de un lugar tan tétrico como el lago de las lamentaciones ya no hacían nada sobre la mente del guerrero; contrario a eso, lo impulsaban a ser un poco más agresivo que normalmente. Por supuesto, eso era malo para él, que había decidido dejar atrás su vida de guerrero incansable al de un retirado uzza al que le gustaba la paz y la tranquilidad, o eso pretendía,

 

Enarcó una ceja de forma interrogativa al ver la primera opción de Ishaya, la rueda del caos, esa que lo había hecho ganar una gran cantidad de batallas en el pasado sin hacer el mayor esfuerzo. El recuerdo de sus días de luchas incansables hace que en su rostro lleno de cicatrices se forme una expresión entre nostalgia y enojo.

 

El Uzza debía admitir que el uso de la rueda del caos al inicio era una buena estrategia, peligrosa, pero buena, al momento de separar a las criaturas. Esperó el resultado y… lanzó un bufido que acentuó el enojo que empezaba a apoderarse de él. No había nada peor que cuando la rueda te obligaba a permanecer con los mismos poderes. Eso no le servía para nada.

 

Siguió observando el accionar de Ishaya, volviendo a un estado de tranquilidad, evaluando su forma de hacer estrategias, pero, cuando tiró la roca para separar ammyts de inferis no solo pensó que había perdido una buena oportunidad de pasar desapercibido, sino que debía tratarse de alguien muy osado para hacer algo como eso. Por lo menos, había logrado que los dos grupos se enfocaran en él en lugar de pelear entre ellos. ¿Qué tan bueno sería eso?

 

Contrario a lo que había pensado al inicio, Bakari no se involucraría en esa pelea, dejaría que su alumno se matara o saliera victorioso solo. Por algo había advertido que sus entrenamientos eran duros, y alguien que pretendía controlar el caos debía poder enfrentarse a un ejército tan pequeño como el que observaba desde lejos. Ya dependía de Anubis el resultado que obtendría Tonks.

 

Impulsivo —dijo el uzza con paciencia, rascándose parte de la calva, no lo decía como algo malo, él mismo había sido impulsivo muchísimas veces y había funcionado —¿Cuál es tu estrategia? ¿Tienes una?

 

Preguntó con la misma tranquilidad y seriedad que lo caracterizaban. Si bien no tenían demasiado tiempo para conversar y quizás Ishaya ni siquiera le alcanzara a responder debido a la proximidad de las criaturas enfurecidas, para él era importante saber si estaba actuando con la simple intuición o había elaborado algún plan en ese corto tiempo.

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  • 2 semanas más tarde...

Lo que había empezado como una curiosidad, casi locura, cuando empecé a estudiar el libro uno, había dejado paso a una curiosidad que después cambió a un deseo de tener conocimientos cada vez más vedados a la mayoría de los magos del pueblo. Es cierto que no ansiaba poder ni dinero ni me movía la pasión de la batalla ni el color de la sangre. Tal vez, unos años atrás, eso hubiera sido una motivación. Ahora no. Ahora me movía el Saber, el Conocer, la singularidad de aprender artes cada vez más difíciles que me hacían más poderosa, sí, pero también más sabia.

 

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Sabía eso; como sacerdotisa sabía lo duro que era subir en más conocimientos hasta dominar aspectos cada vez más oscuros de la magia; la obligación moral al adquirirlo hacía necesaria la sensatez de cómo utilizarlos. Tal vez aquello era lo que más me atraía de aprender, por encima de guerras mágicas entre grupos que solían atacar en el pueblo, el saberme capaz de defenderme y ser dueña de mi propio conocimiento y sobre cómo utilizarlo.

 

Suspiré cuando me dijeron que ya podía ir al encuentro del Uzza. Esta era la parte más dura para mí. Pocos conocían mi carácter serio en las circunstancias correctas. Sólo que no solía coincidir con las que los demás creían que eran las idóneas para mostrar una seriedad que disimulaba con bromas para aliviar las tensiones. Para mí, era más importante arrancar una sonrisa que borrarla por un hechizo de ataque, conseguir una carcajada que disfrutar con la sangre derramada. Tal vez porque me conocía y sabía lo que podía llegar a hacer...

 

Tal vez porque sabía a lo que podía llegar si soltaba mi carácter oscuro...

 

La vida está llena de decisiones y la mía había sido esa, aprender lo que fuera y estar preparada, pero elegir la fuerza del Amor y la Sonrisa antes de soltar la mala leche y el genio que siempre temía que despertara.

 

Tal vez por eso, me daba miedo el estudio de aquel libro. Libro del Caos... Mi vida era algo caótica sobre lo que quería y lo que debía hacer, sobre cómo me era fácil comportarme y cómo me gustaría comportarme... Caos... Decisiones tomadas por el pelo que, en realidad, en cualquier momento podrían girarse hacia un lado o hacia otro de la línea.

 

Sí. Sentía miedo al buscar al Uzza Bakari y dejar que me enseñara los hechizos y poderes del Libro del Caos.

 

Pero lo superaría. Ahora iría a su encuentro y después... Que los Dioses de los Sacerdotes decidieran el rumbo que tomaría mi vida después de conocerlo.

 

-- ¿Señor Bakari? ¿Uzza Bakari...?

 

No estaba segura de si había entendido bien las indicaciones para encontrarle...

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Su rostro de seriedad no había cambiado, a pesar de que se sentía impaciente. El entrecejo ligeramente fruncido, marcando algunas arrugas que ya llenaban su rostro, los labios apretados con fuerza y el puño encerrando su varita mágica tampoco habían variado. En sus ojos un ligero brillo extraño empezaba a asomarse y las ganas de acabar con todos los presentes luchaba por salir a flote.

 

¿Qué estaba esperando Ishaya para demostrarle que podía pasar a la prueba final? ¿acaso creía que el tiempo no era importante? Un guerrero debía reaccionar rápido... Hasta entonces, ninguno de sus alumnos había muerto aunque, obviamente, era posible que aquello sucediera. Ammyts e inferis corrían hacia Ishaya, estaban cada vez más cerca, más furiosos.

 

Bakari podía acabar con las bestias con un simple movimiento de su vara de cristal, pero esa no era la idea de su entrenamiento. Alzó la cabeza mirando desde arriba la expresión en el rostro de su alumno, buscando en él confianza o nerviosismo, evitando aun así usar la legilimancia. Le gustaba que lo sorprendieran.

 

—Espero que al volver hayas controlado este desastre — dijo, su voz ronca y profunda, sus labios apenas despegándose uno del otro. Era un aviso, Ishaya no quería ver a Bakari de mal humor.

 

Creó un portal de vuelta a la universidad mágica y lo traspasó con facilidad. El cambio de ambiente fue, en extremo, tranquilizadora para el Uzza. Ver su carpa nuevamente y las tranquilas aguas del lago no muy lejos lo obligaban a pensar en la meditación, en el trato que había hecho consigo mismo de olvidar su pasado lleno de muerte y avanzar a una vida llena de paz.

 

La voz de una mujer fue la que lo llevó hasta allí. Sonaba algo nerviosa, quizás sería la primera alumna que no mostraba aires de superioridad por haber llegado hasta ese momento en su preparación con los guerreros. O quizás no. Caminó hacia la bruja, esperando no llevarse ninguna decepción.

 

—¿Quién eres?

 

A diferencia de como se había dirigido a Ishaya, su voz era ahora más conciliadora, llena de curiosidad ante la persona que tenía al frente. A Bakari le interesaba saber con qué tipo de persona iba a tratar, le gustaba conocer sus miedos y sus ambiciones, pero, sobre todo, se anticipaba al poco o gran control que alguien podía llegar a tener sobre los poderes del caos.

 

—¿Cuál es tu mayor temor? ¿Y tu mayor deseo?— preguntó, esperando no recibir una respuesta superficial o una vil mentira.

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