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Shadowhunters (MM B: 108774)


Akiza Ravenclaw H.
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-Oh, gracias.

 

La pelirroja se sorprendió ante la aparición de su novio y al instante de un hombre que se hizo con la botella para ponerla en un sitio adecuado, posiblemente rodeada de hielo, para más entrada la noche, cuando la recién juntada pareja quisiese festejar. Y aunque el recibimiento fue un poco confuso, sonrió ampliamente y se aferró a las manos de Aries como la muchacha enamorada en que se había convertido; solía ser una vil serpiente con quienes la rodeaban, pero su disfraz tornaba dramáticamente al estar junto a él, era como un dulce cordero.

 

-Tú, claramente ¿Qué mejor motivo?

 

Lo siguiente fue un impulso, una reacción casi fisiológica guiada por sus palabras. Soltó las manos del mago y deslizó los brazos sobre sus hombros para entrelazarlos al final, no quería que escapara, deseaba saborear sus facciones, sus ojos pícaros e impregnarse con su aroma antes de besarlo.

 

Y por lo que pareció una eternidad, un abismo entre su boca y la suya lo consiguió. Sintió la suavidad de sus labios, de sus mejillas al rozarlas y fue presa de un repentino calor que encendió sus pómulos como luces de Navidad en medio de una sala exageradamente decorada para la ocasión.

 

-Todo tú, completo.

 

Exhaló las palabras con aliento a menta y a regañadientes dejó ir el dulce néctar e su boca para abrazarlo y recobrar compostura, no quería montar una escena melosa allí donde el muchacho era más que conocido pero ante el efímero contacto y el creciente alejamiento su corazón comenzó a latir con suma rapidez, anhelando más de él.

 

-Pero es increíble que tenga que venir hasta aquí para verte- Finalizó, colocando los brazos en jarra y alzando una ceja.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Mientras veo a Kaytleen cruzar las piernas de reojo, porque tengo mis ojos fijos en los de ella, se ven extraños, como si quisieran cambiar de color, como si esta mujer fuera algo más que una humana, pero eso lejos de alejarme, me da más curiosidad y se siente como una cocina de gas y esta mujer está abriendo la válvula del metano y este momento cualquier chispa ligera volaría este lugar hasta la luna.

 

-Mucho gusto Kaytleen, mi nombre es Eragon – se lo dije como un reto, sin despegarle la mirada de esos ojos, casi pareciera como que me ponen en un trance.

 

Mientras esto pasa el bar parece más vivo que nunca, varios tipos de música vienen de todas direcciones, no se puede escuchar una canción claramente, pero aun con ese ruido alrededor, siento como que esta mujer, esta mujer… Va a estar relacionada conmigo, y va a llevarme a lugares oscuros, y muy divertidos.

 

- Kaytleen, es un placer hablar con usted, perdona mi atrevimiento, pero muy pocas mujeres tienen un gusto tan exquisito, en licor, y da la casualidad que la bebida que acabas de pedir es mi favorita… -

Editado por sejo1995
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Su hermano mayor había llegado, con un rostro que de seguro catalogarían como alto peligro. Tomó la atención de sus ojos en cuanto llegó y las palabras que le dedico tenían mucha verdad. No se conocían de nada y las circunstancias en las que se encontraban los obligaban a quererse como hermanos, estaba pensado en ser flexible, flexible por su madre y su hermana. Además, Matt tenía la mentalidad que le agradaba, esa que al parecer teníamos todos de herencia.

 

—Hoy no pienso ser tan terca, después de todo, eres mi hermano mayor y no puedo luchar contra la sangre. —Y en un impulsó tomó toda su bebida y se cruzo de piernas.

 

Solró una risa floja en cuento su hermana se les acercó y dio un respingo por el pellizco, bueno, era lo menos que merecía— ¿Estás de buen humor? ¿Alguien te puso feliz?

 

Indagó con sorna y miró a su hermano pedir un trago fuerte. Dio dos golpes en la barra con su debo para pedir lo mismo, tenía que conocer sus gustos, así sabría que nivel está el licantropo. Miró la conexión entre su hermana y el chico de la guitarra, casi sintió orgullo cuando Matt le habló de esa manera, tenía el mal carácter familiar.

 

—Como verás. —Se dirigió al mago de la guitarra— La paz en estos tiempos no es gratis ¿Por qué no tocas algo bueno para mis hermanos y para mí? Ya que veo que eres muy cercano a Lady no le veo el problema.

 

Y con un guiño tomó su trago escoses llevándolo directamente a su garganta. Esa noche debía tener un final feliz para los Black Lestrange.

 

@ @@Matthew B. Triviani @taison_greyback

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Mire a mis hermanos con atención...por cuanto tiempo había deseando una familia así?, era un golpe de cariño un poco bajo pero tan necesario. Yo siempre valore puramente la familia es por que la soledad a sido por mucho tiempo mi aliada indeseada.

 

-Mejor que cante nuestro hermano-.Haciendo referencia a @@Matthew B. Triviani con una sonrisa burlona.-O solo sabe aullarle a la luna?-.Solté una risita divertida ante el licantropo.

 

Ya en la barra un vaso con whisky fue abrazado con alegría por mis finos dedos, mientras miraba a mi hermana...le había tomado cariño a @@Susan V. Goldstein realmente sin duda era la niña más pequeña de nosotros pero aun así alguien de cuidado.

 

-Yo siempre tengo quien me haga feliz...aun que mi felicidad no depende de alguien en si-.Reflexione un momento llevando el vaso a mis labios para beber su contenido en un solo movimiento.-Mi felicidad es hacer lo que me venga en gana sin ataduras sentimentales-.Sentencie pidiendo otro trago.

 

Estaba segura que beberia hasta terminar riendo por cualquier cosa junto con ellos...quizá torturar a su hermano era una buena idea después de todo eso hacemos los hermanos menores para luego fingir inocencia frente a nuestros adorados padres.

 

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  • 4 semanas más tarde...

Las palabras de Arya lo habían hecho emocionarse, no podía quitarle la mirada de encima y entre más minutos pasaban juntos él solo quería tener a la Macnair entre sus brazos y así fue. Los fornidos brazos de Black Lestrange rodearon el cuerpo de la pelirroja, mientras sus labios y los de ella se encontraban, sus manos acariciaban sus caderas hasta que la necesidad de respirar y conservar la compostura en aquel lugar se hizo presente. No se quería alejar ni un milímetro de ella, sus labios buscaban los de la mortifago y mientras la tenía entre sus brazos dejo varios besos en ella sin llegar a sus labios.

Varios minutos después cuando la fémina ponía los brazos en forma de haza dejando ver su estado de ánimo. Aries sonrió al ver que la Macnair estaba molesta por el hecho de que este parecía que se estaba escondiendo de ella y aunque no estaba tan lejos de la realidad, la verdad era que Aries era una persona muy complicada al momento de hacerse de algún tiempo en su ajetreada vida con sus responsabilidades como Mortifago.

Discúlpame, he estado un tanto ocupado, tenía negocios que ver. Pero ahora ya estamos juntos… —se acercó a ella y le atrajo a su cuerpo. —¿Quieres ir a otro lugar?

La música que sonaba de fondo cambio de algo movido a algo más lento y romántico, así que antes de que su mujer le respondiera la pregunta, le tomo de la mano y se la llevó a la pista de baile, sus pies se movieron al ritmo de la música, guiando con sus manos a la mujer que tenía frente a él.


@@Arya Macnair

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¿Cómo podía enojarse con él?

 

Eran algunos los años que les separaban pero aun así cuando lograba entablar una conversación con Aries podía encontrar a un hombre maduro y conocedor, no por nada era Ángel Caído. Cuando el silencio los embargaba, por el contrario, se perdía en sus ojos y embelesada se aferraba al niño del que se había enamorado, su niño, que aunque no fuese una cosa lo sentía enteramente suyo, como algo indispensable para el funcionamiento de su corazón. Ambas manos se tocaban detrás del cuello de Black Lestrange, apreciaba sus facciones mientras pensaba en aquello, en la composición de su mente y lo adorable de su alma, ese muchacho le había cautivado desde el primer momento en que lo vio y por ello al principio se mostró reticente, no tenía intenciones de enamorarse luego de la desaparición de Aziid y cuando sus miradas se cruzaron en la boda de Pik y Alyssa todas las alarmas se encendieron en su interior.

 

Su cuerpo seguía el ritmo de la música, curiosamente lenta para ellos dos, guiada por el danzar pausado de su novio cosa que le provocó deseos de recostar la frente sobre su hombro, nunca tenían momentos como aquel y sentía la necesidad de disfrutarlo hasta que acabase. Normalmente los convocaban para entrenar o cada quien debía encargarse de su trabajo personal y la intimidad se había ido reduciendo a segundos, casi nulidad. —Sí, quiero. Pero cuando termine ésta pieza por favor.

 

La canción duró tres minutos y medio, exacto, Macnair la cantó en su mente tan pegada al cuerpo de Aries como le fue posible. Lo había echado de menos y sentía que el aire se le escapaba de los pulmones al soltarlo. Quería sentir los latidos de su corazón al punto tal que el suyo propio los copiase y acabasen siendo solamente uno, había enloquecido y en algún punto se relajaría, pero no sería allí y en ese entonces, en ese momento perdería el control con total uso de sus facultades, consciente de lo que deseaba y en brazos de su amado.

 

Luego, el muchacho la guió hacia la parte trasera de la pista de baile, abrió una puerta y la volvió a cerrar haciendo que ambos se perdieran en la oscuridad de lo que parecía ser un sitio inmenso, frío y silencioso. Cuando la luminosidad acudió al rescate notó que no era tan atroz como creía, bastante sencillo y aunque cerca del lío las paredes resguardaban perfecto los ruidos, la música sonaba tenue, la luz se había ido amigando con sus ojos verdes y los muebles casi no existían, al parecer su novio dormía allí en lugar de con su familia o con ella aunque nunca le había ofrecido el mudarse, eran jóvenes, tamaños planes los espantarían a ambos por igual.

 

Arya quería ser feliz con él, pero a su tiempo, al tiempo de los dos. —¿Y eso?

 

Su índice señalaba una especie de tubo que se perdía en un hoyo en el suelo, similar a la bajada de un bombero en las películas muggle o quizás sería que el mago tenía gustos exóticos por los bailes de caño, cosa que tampoco le disgustaría demasiado ¿algún fetiche con la profesión? tal vez solo servía como un acceso directo y rápido a otro sitio, la verdad es que había cosas que aun no descubría de Aries y estaba encantada con el avance.

 

—Espero que no sea un medio de escape— Bromeó enarcando una ceja y conduciendo sus pasos hacia el único sitio donde fue posible tomar asiento, el borde de una cama a medio tender y se cruzó de piernas.

 

@Aries.

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El lugar al que la había llevado tras la pieza de baile no era otro que su lugar especial, aquel lugar en el que se escondía de todas las personas si no quería tener contacto con ellas. Aries era así, una persona taciturna y ermitaño que evitaba los lugares con aglomeración de personas que si bien no tenían nada en común con él. Amaba los momentos en los que podía escuchar sus propios pensamientos sin que nadie le interrumpiera. Pero desde que se había hecho novio de la Macnair las cosas en su vida habían cambiado. Ya no podía escuchar sus pensamientos, en su mente siempre estaba ella, su risa, su voz, las exclamaciones que realizaba cuando algo le molestaba o cuando el le daba un detalle que ella no esperaba.

El Ángel Caído estaba distraído acomodando el colchón que se encontraba en el suelo de aquella habitación que parecía más grande de lo que en verdad era, ya que sólo tenía un ropero de dimensiones pequeñas, 2 metros de alto 50 cm de ancho y 80 cm de largo y junto aquel ropero se encontraba una silla donde dejaba sus objetos personales. Con la silla, ya eran tres objetos para vivir cómodamente en un lugar en el que pasaba la mayor parte del día dormido que haciendo algo.

¿qué? —respondió a la pregunta que la pelirroja le había hecho en ese momento.

La verdad era que al estar de espaldas no sabía que era lo que le estaba enseñando aquella mujer, por lo que se permitió girar para ver el objeto que le enseñaba la Macnair y al ver lo que le mostraba le dedico una sonrisa. Levantó los hombros y le volvió a dar la espalda. La verdad es que no sabía que era aquello, no entendía el por qué estaba ahí aquel artefacto, así que se limitó a responder.

No tengo idea. Pero si tienes tanta curiosidad de lo que es… puedes ir a averiguar… Yo me quedaré aquí. —dijo mientras se comenzaba a quitar la corbata.

Aquello era la forma de darle un mensaje a la que esperaba que pronto fuera su esposa. No deseaba llegar a algo más allá que una noche juntos, llenas de besos y caricias. Ya que su primera vez juntos, debía ser la noche o momento más especial para ambos.

Macnair, ¿Cómo han sido tus otras relaciones? ¿En qué fallaste…? —se quedó callado unos minutos mientras pensaba que aquella pregunta hacía creer que ella era la responsable de que sus relaciones pasadas no llegaran a consolidarse, pero quizás ella no era responsable de nada así que antes de que pudiera herir la susceptibilidad de la nigromante agregó —o fallaron?

Quiero que sepas que no me afecta hablar de tu pasado, todos tenemos uno. —claro él hablaba del asunto de los celos, y es que Aries no tenía ese tipo de sentimientos tan banales. Él estaba seguro de todo lo que tenía consigo y de que en dado momento en que Arya decidiera engañarlo con alguien ella era la que más perdía. Pero hasta ese momento el Ivashkov estaba seguro que la fémina que se encontraba en aquel lugar cerca de él tenía sólo ojos para él, como él para ella.

 

@@Arya Macnair

Editado por Aries.

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Lo más divertido de su relación era la forma en que se trataban, podían pasar de la miel y los besos a la formalidad absoluta en tan solo un parpadeo. Guardar composturas delante de sus compañeros les había permitido mantener el asunto de su compromiso al margen para que cualquier persona ajena se abstuviese de interferir hasta que la base fuese completamente sólida y al parecer ambos consideraban que había llegado el momento. Pero existía un mundo de tacto y sensibilidad entre caminar paso a paso y saltar a la piscina a sabiendas de que hay poca agua o casi nada. Eso fue lo que sintió la pelirroja después de procesar la pregunta que su novio le hacía, un duro golpe en la cabeza.

 

Antes de responder pensó detenidamente. Imaginó las palabras en su cabeza, cómo sonarían, cómo se veían, los colores y los olores, algo bastante extraño en el ser humano pero que pocos cerebros tenían como cualidad. Los ojos azules de Emmet fueron los primeros en aparecer, fríos como la nieve con la que solían jugar en vacaciones de invierno corriendo por los terrenos Lockhart ¿Qué había fallado con él? posiblemente que Arya no era hombre; fue algo adolescente pero aun así su amistad había perdurado. Radamantys, el bendito y famoso Radamantys, el hombre que le sacudió por completo y la llenó de adrenalina, aquel que le prometió el cielo y las estrellas pero no su corazón ¿Eso había sido, era posible amar a alguien sin amarla? pensar en Slytherin le enfadaba, se sentía tonta y confiada.

 

Separó sus labios y un vaho de aroma a menta escapó de ellos más las palabras siguieron sin querer salir, los volvió a juntar un tanto decepcionada de ella misma y tras otros cuatro segundos de silencio buscó la dulce mirada que Aries solía dedicarle cuando estaban solos. Existía un único culpable allí o más bien dos, amores de un rato tenía todo mundo y ella no sería la última no se sentía menos azorada por el hecho de que el Ángel Caído previo aviso le hubiese expresado no le importaba hablar de su pasado, tenía las mejillas acaloradas y los ojos vidriosos. El padre de su hija y el maldito Evans, en eso había fallado todo, en amar demasiado.

 

—A veces nos sentimos demasiado cómodos con alguien y creemos que podemos entregarlo todo sin salir perjudicados— Murmuró, hablaba claro pero no gesticulaba como solía hacerlo, incluso había perdido cierta simpatía al contestar —Creo que fallé en amar demasiado a quien no podía amarme igual.... ¿Aries, tú me...— se detuvo, no no, no iba a arruinar el momento, no iba a arruinar esa relación, no ésta vez. Quería verle a los ojos y en ellos contemplar el reflejo de su futuro, aunque éste remontase a un millón de años, un futuro juntos.

 

—Ven aquí ¿Éste es el sitio donde escapas de tus obligaciones estresantes?

 

@Aries.

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  • 2 semanas más tarde...

El mortifago se quedó mirando a Arya, parecía consternada, como si la pregunta que le había hecho le hubiese despertado todos sus demonios. Era en esos momentos donde se lamentaba no haber aprendido a leer la mente, o desarrollar la habilidad de la misma. Aries se le quedo mirando mientras escuchaba su respuesta, no iba a mentir, le hubiese encantado conocer el nombre de todos aquellos que habían estado antes que él en la vida de la Macnair. Pero no hizo comentario alguno, simplemente sonrió un poco y dejó que terminará de hablar.

¿Crees que el entregarte por completo es el problema…? No piensas que el hecho de que la otra persona no lo hizo, pudo haber ocasionado que su relación fracasara…

Las yemas de sus dedos acariciaban la sedosa piel de sus mejillas mientras le hablaba mirando a sus ojos, tenía ganas de decirle que sí, que le amaba más que nada en la vida, pero era un niño y temía a los compromisos, así que no dijo palabra alguna. Simplemente se quedó acariciando las mejillas de aquella mujer que lo hacía sentir tan feliz, tan alegre y tan completo.

No, es aquí donde vivo… Soy un ser independiente, un ente ajeno a mi familia. —susurro con sus labios sobre los de ella. Le besaba con calma, se estaba deleitando del sabor de aquel par de labios carnosos con los que contaba la nigromante. —Creo que deberíamos salir de este lugar antes de que pase algo más entre nosotros. —dijo y caminó hacia la parte visible del negocio.

Editado por Aries.

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  • 2 semanas más tarde...

—Es fácil culpar a la otra persona no haber o no haber hecho ciertas cosas, pero es más satisfactorio reconocer que diste lo mejor de ti, haya funcionado o no.

 

Sonrió con cierta melancolía fijando sus orbes esmeralda en Aries y ladeando ligeramente el rostro para poder besar con dulzura las manos que ahora le acariciaban la mejilla, en su rostro estaba impresa la clara imagen de aquel que hubiese abierto la caja de pandora curioso por lo que encontraría dentro pero poco contento con lo que encontrase dentro, aun así sostuvo su sonrisa porque todo lo que él significaba como persona era lo que la generaba junto con la felicidad que sentía por compartir después de tanto tiempo separados un rato juntos. Había tanto por descubrir aun, aquel joven mago eran tan reservado y misterioso que el día a día a su lado no podía ser en absoluto aburrido, no corría ni se apresuraba, no se lanzaba a ella como si fuese la última mujer sobre la tierra, le respetaba y tomaba de la mano para transitar sin presura alguna aquel sentimiento hermoso.

 

Más lo que le sorprendió fue saber que se encontraba —sin haberlo previsto— en la casa de Ivashkov. No había tenido intenciones desde un principio el pisar la Black Lestrange pues poco hablaba con su hermana y el hecho de hacer una visita solamente por su novio acarrearía millones de problemas y tampoco se le hubo cruzado por la mente el visitar el castillo de la familia Ivashkov puesto que la última vez que había compartido siquiera el mismo suelo con Zack por poco y se matan ambos, algún día deberían aprender a llevarse bien como compañeros de un mismo bando pero eso solamente sucedería cuando el hombre por fin confiase en la bruja.

 

Quiso hacerle mil preguntas entonces pero las yemas de sus dedos fueron suplantadas por los labios de Aries y jamás se hubiera negado a tal paraíso. Solo entonces y cuando sus cuerpos entraron en leve contacto cayó en cuenta de lo mucho que le hubo extrañado, aquel moment se sucedía en su mente con el breve juego a escondidas en la casa de los espejos hasta que se vieron interrumpidos y algún que otro festejo más encendiendo las mejillas de la pelirroja como carteles de neón en las vegas delatando su completa debilidad por el Ángel Caído. Rápidamente se cruzó de piernas, movimiento instintivo rozando a su vez una de él pero éste pareció incomodarse y un segundo después se encontraba besando el aire.

 

—¡P-pero!— Por poco y hace un prominente puchero pero su novio ya no estaba allí y la música invadía la habitación.

 

La Nigromante saltó de la cama y corrió detrás del blondo volviendo a cerrar la puerta por donde habían entrado momentos atrás para que nadie irrumpiera en la "casa" de Aries y sin que éste pudiese hacer nada al respecto le echó los brazos sobre el cuello por la espalda pegando una de sus tibias mejillas a las de él.

 

—¿Te estás escapando de mi Aries Ivashkov?

 

@Aries. :ninja:

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