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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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El silencio una vez más reinaba entre las dos y en esta ocasión no era como en tantas otras que lo disfrutaba y se dedicaba solo a observar a su hermosa novia sonreír mientras caminaban, este no era uno de esos silencios tranquilos y llenos de calma, por el contrario ese silencio era el preludio a algo que sabía estaba afectando a Zoe por como se estaba comportando.

 

Al fin las palabras de su novia se hicieron presentes pero el tono de voz de la misma la preocupaba, sintió el roce de sus palabras sobre sus labios mientras le quitaba la venda de sus ojos, lo primero en que se enfoco su vista fue en el rostro de la ojigris, se veía abatida y a la vez ilusionada por lo que había organizado así que tratando de guardar la compostura observo alrededor, la decoración era hermosa y lo mejor es que estaba con Zoe, ya encontraría la forma de saber que sucedía. Acaricio su rostro y tomándolo entre sus manos le dio un beso largo y lento. — Es simplemente perfecto — le dijo de la manera mas sincera posible.

 

Ya sentada en su lugar vio como la bruja se dirigía a la tienda a buscar la cena, la cabeza de la rubia era un manojo de pensamientos tratando de entender que era lo que pasaba pero no quería dañar el momento que con tanto esmero había preparado la Triviani. Cuando llegó con las bandejas diciendo un poco apenada que ella misma había preparado la cena no pudo evitar morir de ternura.

 

— Amor, sándwich de pollo es mi platillo favorito en el mundo — dijo con una sonrisa tomando la mano de su novia para besarla antes de que destapara las bebidas. No tenía mucho apetito debido a la angustia que tenía pero sin embargo hizo lo posible por disfrutar de la cena mientras conversaban de temas al azar. Cuando terminaron le regalo una sonrisa a la ojigris — Estuvo delicioso, el mejor que he comido en mi vida — dijo de manera tierna.

 

Acto seguido la invito al interior de la tienda ya que en el exterior la noche había caído y con ella el frió se hacia presente en el lugar, en el interior de la tienda tomo asiento donde le indico, la Triviani regreso con una manta para cubrirla y luego tomo lugar junto a ella, lo que fuera que estaba sucediendo y de lo que ella quería hablar ahora era el momento.

 

La Delacour sentía miedo, era la primera vez que veía a a Zoe tan nerviosa y eso la hacía preocuparse en exceso, todo lo que la ojiazul quería para su novia era verla feliz y verla en ese estado le rompía el alma, solo esperaba poder ayudarla en lo que fuera que estuviera causándole esa ansiedad y nerviosismo. Solo quería ver sonreír a su amor.

 

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Gatiux apretó el cinturón de su albornoz tras cerrar el armario que comunicaba la Yaxley con su vieja habitación de la Mansión Malfoy. Lo que les prometieron que sería un par de días a bordo de un lujoso crucero con todas las comodidades posibles, había resultado ser una expedición de una semana y pico caminando por el desierto del Sáhara, acampando con lo justo y luchando por sobrevivir contra criaturas de todo tipo. Acababa de volver de su jacuzzi tipo piscina al que había vertido todo tipo de sales relajantes y espumosos geles de olor. Estuvo allí hasta que los dedos de las manos se convirtieron en uvas pasas y sólo entonces volvió a la Yaxley.

Se sentó en la cama para embadurnarse de crema de arriba a abajo. Entre dientes tarareaba una canción animada mientras extendía la hidratante. El viaje en el desierto no había estado tan mal, llegaron al final venciendo los peligros y Gatiux se pudo traer un hermoso vestido blanco que le regalaron unas Diosas con un sentido del humor un tanto cruel, aparte de una llave dorada que robó antes de entrar al preciado jardín que dichas deidades crearon para el disfrute de los humanos que lograran superar las pruebas que impusieron.

Los ojos amarillos de la banshee se deslizaron hasta el armario donde guardaba pensamientos en frascos. Los nuevos habían sido vertidos en nuevos recipientes y etiquetados el mismo día que acabó la expedición. Recuerdos dolorosos, recuerdos alegres, y recuerdos sobre la aventura en sí.

Crack

- Señorita Malfoy. Bienvenida de nuevo.

- Gracias. Cuéntame las novedades, Arthur.

- Su cancerbero se comió las nuevas flores que plantó en la parte delantera de la Manor. Parece que no importa el lugar. -decía el elfo- Su hija Bianca llegó hace un par de días y se quedó dormida en el sofá. Fue trasladada a su habitación. Y ha recibido esto...

El elfo dejó sobre la cama un sobre a nombre de Gatiux, sin remitente, apenas pesaba. La banshee lo tanteó con los dedos antes de abrirlo. Al mirar dentro encontró lo que se esperaba, un trozo de uña amarillenta. La señal. Gatiux lo devolvió al elfo.

- Está bien. Quema el sobre y su contenido. Luego busca en los terrenos del bosque a Azucarillo, cuando lo encuentres vuelve aquí y llévame con él.

El elfo desapareció tras una reverencia. Gatiux aprovechó para ponerse ropa interior, un vestido largo de color verde con dibujos cuadrados y otras líneas recorriendolo de forma asimétrica y unos botines altos de color negro. Secó su larga melena violeta para dejarla suelta y lisa. De un cajón con múltiples artefactos sacó un vial transparente vacío y una jeringuilla desechable. Arthur volvía a aparecer minutos después al lado de Gatiux y la llevó hasta el claro del bosque.

- Hola Azucarillo bonito.

Un bonito unicornio blanco se aproximó a Gatiux. La banshee lo abrazó por el cuello y acarició sus crines, después hizo aparecer un cubo con alfalfa fresca y lo dejó sobre la hierba. Estuvo acariciando suavemente el cuello y lomo del unicornio mientras éste comía. Y con mucho cuidado extrajo un vial de sangre de unicornio sin que éste se percatara. Lo acarició un rato más hasta que acabó de comer, luego lo despidió para dirigirse al Manor.

 

Subió hasta su habitación para guardar todo lo relacionado con el vial a buen recaudo. Después bajó a la cocina y comenzó a trastear en los fogones. Café caliente, con canela y un poquito de leche. Tenía tanto en lo que pensar que un buen café despejaría las ideas...

Editado por Gatiux

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Viendo a sus azules ojos preocupados, supe que lo que le dijera ella lo comprendería aunque no sabia si la magnitud de alguna de ellas pudiera digerirlas. Tomé su rostro entre mis manos y sin decir nada la besé, lento y profundo. Queriendo que supiera a través de ese beso cuanto la amaba. Dejé mi frente recargada de la suya, sintiendo su calor y su aroma, aroma que me relajaba. Esperé unos segundos y comencé a hablar - Bueno, hoy quiero contarte mi historia - Susurré, para lamer mis labios - Contarte quien fue Zoella Triviani en el pasado, y quien es Zoella en el presente - Abrí mis ojos, observándola con ojos dulces.

 

- Todo empezó hace muchos años, con exactitud no recuerdo cuantos. Mi madre Candela se embarazo de mi. Su hija menor y por ciertas cosas de la vida no logró sacrificarme como a muchos de sus otros hijos - Comencé relatando, mientras bajaba la mirada - Quedando entonces abandonada en las frías calles Italianas. Mi padre, no se quien fue. Tengo leves sospechas pero Candela no me ha querido decir nada - Subí la mirada, y quedé callada unos segundos - Viví muchos años en la calle, bajo la "protección" de una mujer, dueña de un burdel. A mis pocos años de vida la maté - Cerré mis ojos, recordando el vivido momento en mi clase de Artes Oscuras con mi rubio hermano. Una lagrima cayó por mi mejilla - Luego de eso, su esposo termino de hacerse cargo de mi. Abusando de la pequeña muchacha durante años, y durante la adolescencia me introdujo en el mundo de la trata de blancas. Finalmente lo maté, haciéndome dueña de su negocio lamentablemente - Callé, y bajé la mirada, avergonzada - Dennis, no soy como cualquier persona, debes de saber que soy Vampira. Desde que nací, y a mis 9 años comencé a matar gente, inocente y no tanto - Sostuve sus manos, y callé, esperando su respuesta.

 

- Eso no es todo, aún falta por contar - Agregué, retirando lagrimas de mi rostro - Pero quiero ir contándote todo de a poco - Susurre, para esperar respuesta de su parte.

 

@@Dennis Delacour

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La Delacour mantenía fija su mirada en la bruja frente a ella, desde que habían llegado a los terrenos del hogar de su familia se había mostrado bastante ansiosa y preocupada y hasta la había sentido llorar a pesar de tener aquella venda en sus ojos, pero es que con el tiempo que ya habían compartido juntas había aprendido a conocer cada cambio en el tono de su voz y su respiración, a veces se sorprendía lo mucho que la conocía a tal punto de darse cuenta aún en los mensajes que le enviaba por lechuza cuando se sentía triste o preocupada, habían compartido tanto en tan poco y con tanta intensidad que a veces parecía que eran una sola persona.

 

Cuando tomo sus rostro entre sus manos y la beso se rindió ante ese beso y todo lo que encerraba en él, la beso con todo el amor en su corazón porque era lo menos que podía hacer cuando sentía como la Triviani entregaba todo en un beso. Juntaron sus frentes como tantas veces lo habían hecho, era como un pequeño idioma entre ellas en donde con ese simple gesto se decían lo mucho que se amaban así no pronunciaran palabra alguna.

 

Cuando se separó y comenzó a hablar no pudo más que dedicarle toda su atención aunque la preocupación estuviera invadiendo su alma en ese momento. Escuchó sus primeras palabras y su mente empezó a hacerse mil preguntas, sacrificar a sus hijos? que clase de madre podría hacer eso, abandonada en las calles, los ojos de la rubia empezaron a aguarse ante la rudeza de lo que escuchaba en aquel suave tono de voz que amaba y que en ese momento se escuchaba quebrado, totalmente roto y dolido y así empezaba a sentirse ella conforme Zoe continuaba hablando.

 

Un nudo en la garganta se le fue formando sintiendo que se quedaba sin aire para respirar y ante tales cosas que escuchaba ya no pudo contener las lágrimas en sus ojos que terminaron cubriendo sus mejillas como una cascada sin final. Cómo había podido ser su vida de esa manera, cómo había podido pasar por tal crueldad desde su nacimiento, que era una vampira, que había matado personas. Eran tantas las palabras dando vueltas en su mente que empezó a marearse sintiendo que en cualquier momento podría enfermar.

 

Soltó las manos del agarre de Zoella y se llevó una mano a su estómago porque sentía que en cualquier momento su cena encontraría el camino de regreso porque se sentía realmente mal, su otra mano la llevó a su cabeza que retumbaba ante cada cosa que le había dicho. Miro a la bruja frente a ella nuevamente con una expresión de duda y confusión, como era posible que su novia, la hermosa y tierna mujer que tenía enfrente hubiera pasado por todo eso y lo que es peor aún le estuviera confesando que había matado gente.

 

Su cabeza era un huracán, esa gente había sido terrible con ella y habían abusado de una inocente, se lo merecían, era lo que pensaba tratando de justificar los actos cometidos, tal vez ella en su posición hubiera hecho lo mismo, pero le había dicho que también había matado gente inocente, como podía tomar eso ella, la Delacour que había jurado defender a los necesitados, servir a unos ideales de protección en contra de quienes causan mal alguno y ahora mismo su novia le decia que habia causado muertes a otras personas.

 

Cerró los ojos cuando le dijo que faltaban cosas por contar, los cerró fuertemente queriendo que eso fuera solo una pesadilla y que cuando los abriera frente a ella tuviera a la persona de la cual se enamoró hablando de cualquier cosa menos de eso, pero sabía que ese dolor que estaba sintiendo no podía ser un sueño, era real mas de lo que deseaba. Abrió los ojos y miró a Zoella fijamente dándole pie a que continuara, no podía pronunciar palabra alguna aun, no se sentía capaz de hacerlo. Limpio las lágrimas con el dorso de su mano y quedo a la espera de lo que faltaba por venir.

 

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El cielo azul de la yaxley vaticinaba la llegada de la primavera, aún lejana pero imparable hacia los terrenos de la casona. La mañana había pasado tranquila en los jardines de la residencia y el atardecer sorprendió a algunos gnomos de jardin rehaciendo algún que otro hueco en el cesped que el patriarca Yaxley había mandado arreglar hacía solo unas semanas.

 

Lo cierto es que la casona era un cúmulo de cosas a medio terminar: el tejado parecía nivelado por un sastre ciego y evedhiel aún se sorprendía que los cimientos de la casa no se diesen por vencido mandando las diferentes plantas de la Manor hacia el suelo. El encanto de la Yaxley se focalizaba en la apariencia de pertenencia desde el primer palmo de la tierra hasta el último centímetro que colindaba con el valle cercano a Ottery. La calidez de la bienvenida residía en las personas que integraban la familia y en el hecho de que viniese quien viniese y llegase cuando llegase siempre había algo particular que hacía que quisieses quedarte. El tiempo solo dependía de las ganas de misterio que tuvieses.

 

Para Evedhiel, en aquel momento, el vislumbrar el tejado de la manor fue respirar certitud y seguridad. Mysha pareció no saber donde exactamente aterrizar en los terrenos de la Yaxley, y pese a las indicaciones de Evedhiel, y teniendo en cuenta que la ridgeback noruega y ella misma llevaban poco tiempo coniciendose el estruendo que causaron al aterrizar fue directamente proporcional al miedo de la chica ante el descubrimiento de los patriarcas de los daños causados por el aterrizaje forzoso.

 

-Mysha... mucho mejor, al menos esta vez no quemaste nada- dijo Evedhiel camuflando una sonrisa y apagando disimuladamente parte de su pelo en llamas.- Ahora..- dijo la chica acariciando a la dragona que no estaba muy contenta ante aquel gesto pero lo toleró- No creo que puedas quedarte aquí. Al menos no por ahora- lanzó una mirada a los destrozos del aterrizaje rezando para que la estatua del ciervo estuviese intacta- pero volveremos a vernos pronto vale? Quizás mañana podamos sobrevolar Ottery.

 

La dragona tenía sus propios planes y había alzado el vuelo, contenta de dejar a su dueña en tierra firme y poder volar libre siguiendo sus instintos. Se alejó de la Manor hasta que no fue más que un punto oscuro en el cielo de atardecer.

 

-Ahora...- dijo Evedhiel acercandose a la fuente. Su gesto entró en pánico al descubrir que parte de las fauces del dragoón habían dañado la cola de la estatua en forma de ciervo y buscó el trozo que faltaba entre los demas escombros entrando en pánico al no encontrarlo.- quizás... nunca se den cuenta. Al fin y al cabo quien va a mirar la retaguardia de un ciervo?- rió nerviosa.

 

La estatua en el centro de la fuente la miró con aires de enfado y atuzó la plataforma en el centro de la fuente como haciendo el amago de correr y empujar a Evedhiel hacia la pared. La bruja leyoó los signos de violencia de la estatua olvidando que aunque animada, no podía moverse del sitio y se apresuró a entrar en la manor cerrando la puerta tras de si.

 

-Ufff- respiró hondo, aliviada

 

El aroma de canela la guió hasta la cocina, y la visión de Gatiux sirviendose una taza del contenido de la tetera de donde procedía el olor la saludó.

 

-Pon otra para mi,gracias - dijo, usando su varita para mover una de las tazas y situarlas hasta donde una desprevenida Gatiux vaciaba el contenido en otra taza similar.- Que tal estas? - dijo animada.No veía a la bruja desde su aventura en el desierto y aunque breve, Evedhiel sentía que habían compartido tiempo preciado. Podría decirse que la había echado de menos, aunque no diría eso en voz alta por miedo a asustar a la bruja. - Espero que hayas podido quitarte toda la arena de encima...- añadió- yo aún encuentro retazos en mi pelo de cuando en cuando.

 

Se llevó la mano a uno de sus mechones de cabello cobrizo ilustrando lo que decía y se dió cuenta de que era el que acababa de chamuscar al aterrizar con Mysha, asi que lo ocultó con una carcajada nerviosa.

 

 

 

@Gatiux

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Como a todos, la invitación al Sahara había llegado en tiempos inoportunos, al menos para mí. Había decidido cursar el libro de la Sangre para fomentar los conocimientos tras la caída de una de las bandas criminales más temidas de todos los tiempos; la famosa casta tenebrosa ya no existía como tal, pareciese haberse difuminado por algo que no comprendía del todo, más sí sabía que en tiempos difíciles había que adquirir fortalezas y experiencias para sobrevivir, cuestión que desde niño no me había costado mucho. ¿Habría pasado igual con la Orden del Fénix?, lo desconocía.

 

Mi pasada por la India me había dejado un recuerdo que cruzaba finamente mi ceja izquierda hasta el pómulo, por suerte, sin haberme arrancado un ojo, como también el haber conocido a una hija de Orión que no había visto jamás hasta ese momento. Aún estaba sucio, las prendas con barro seco sobre todo en los botines más una que otra magulladura en los nudillos y partes expuestas a las rasgaduras de las prendas. El amuleto de curación hacía efecto lentamente, ¿estaría defectuoso?.

 

Me aparecí entre medio de los árboles aledaños al terreno de los Yaxley, percatándome que un unicornio comía alfalfa y un dragón había emprendido el vuelo. Sacudí la guerrera de cuero y ordené un tanto mi cabello; una cabellera roja entraba por al cocina y antes de la ducha necesitaba tomar agua, mucha agua...

 

-¡Buen día!- sorprendí detenido bajo el umbral de salida que conectaba la cocina con el exterior- señoritas, me encantaría presentarme en mejor pinta, pero necesito un poco de agua antes de tomar un baño- dejé caer sobre la mesa el libro que llevaba bajo el brazo y con una floritura de la varita hice levitar una jarra para ponerla a rellenar. El agua salía a tirones y algo sucia- vah!... y a ésto qué le pasa... aguamenti- sostuve con indiferencia mientras vertía el agua sucia por el lavaplatos y rellenaba la jarra con agua limpia de mi varita- mmmm ... ah! -solté luego de un suspiro de satisfacción- debe ser porque la estatua del ciervo está averiada, quizás dañó las cañerías...- comenté indicando el traste de la estatua que se vislumbraba por la ventana- ¿lo vieron no?- pregunté con indiferencia, desconociendo que la criatura de Evedhiel hubiese sido la causante de ello- ¿hay algún elfo que pueda arreglarla? , no puedo tomar un baño a punta de aguamentis...- sonreí ligero tras beber otro gran sorbo.

 

>>Por cierto, conocí a una hija de Orión...- dije a Gatiux al cabo que dejaba la jarra vacía en el mesón y me apoyaba en el mismo borde- creo que su nombre era Valery, Valembi...Val...¡AH!, Valentina, sí... ¿es tu hija también?, ¡la chica es de armas tomar!

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El suelo se movió. La vibración hizo que Gatiux mirase primero hacia el suelo, y después hacia la ventana. Un rugido seguido de un aleteo le advirtió de la presencia de un dragón en las inmediaciones del hogar. Afinó el oído felino, quedando atenta hasta oir cómo se abría la puerta del Manor. Segundos después aparecía Evedhiel por la puerta de la cocina. La banshee de cabellos violetas sonrió.

 

- Marchando más café.

 

Evedhiel le había alcanzado otra taza desde lejos y ahora Gatiux servía dos tazas y las ponía en una pequeña bandeja donde también había un azucarero y una jarrita con leche. Fue hasta la mesa y la dejo allí sentándose junto a Evedhiel mientras situaba las tazas frente a cada una.

 

-Yo tampoco creía que la arena saldría. Pasé sumergida unas dos horas en un baño caliente. -Gatiux rió- Y luego le dejé el problema de la limpieza a otros. Así por lo menos les doy algo que hacer a los elfos de la Malfoy.

 

Puso leche en su café y luego una cucharada de azúcar. Mientras lo removía pensó en todo lo que tenía en los frascos cerca del pensadero, en los recuerdos del desierto que parecían lejanos como un sueño y que no estaba segura de que le pertenecieran. Tal vez pudiera ser una coincidencia sin más. No quiso decirle nada a la muchacha para no desestabilizarla mentalmente en el Sáhara y ahora se preguntaba cómo abordar el tema.

 

- ¿Qué tal tu Ridgeback? El mío se ha instalado cerca, en la montaña que se ve detrás del bosque. -preguntó Gatiux- Creo que no le gustó la idea de estar en una Reserva, y a mi me tranquiliza que esté suelto y no en ese sitio lúgubre.

 

Trasto había tenido que pasar unas semanas en aquel lugar por burocracia ministerial y Gatiux había sufrido durante todo ese tiempo hasta que los mandamases del Ministerio decidieron que todo estaba en orden. Aunque la Reserva era un sitio espacioso y cuidaban bien de los animales, Gatiux prefería que sus criaturas no pasaran por allí. Trasto había estado unos días gimoteando cuando volvió a casa. Se debió sentir solo en un lugar extraño.

 

Bebió un poco de café. La pregunta seguía ahí, como un fantasma apoyando las manos sobre los hombros de Gatiux. La banshee sabía que no se libraría de su eco si no lo pronunciaba en voz alta. Separó los labios un par de veces por la indecisión, sin llegar a decir palabra alguna. Tampoco quería ponerse seria sobre un tema que no tenía seguridad alguna.

 

- ¿Te puedo hacer una pregunta ahora que estamos solas? -sonrió y luego se mordió el labio- Verás, he visto el árbol y dónde estás conectada. Y me preguntaba... si es un lazo sanguíneo.

 

Evedhiel figuraba en el árbol genealógico como hija de Orión. Gatiux no había indagado demasiado en el tema, pero tenía cierta curiosidad. Imaginó al Yaxley acurrucado con una mujer sin rostro definido. No es que Orión no tuviera derecho a tener hijos por el mundo, estuvieron durante mucho tiempo separados, pero tenía cierto sentimiento de territorialidad. Como si la mujer de rostro indefinido se fuera a presentar en el Manor y a pedirle a Gatiux que le preparase la cena mientras le hacía carantoñas a su prometido.

 

Apretó los dientes inconscientemente preparándose para el golpe.

 

Los ojos amarillos de la banshee se desviaron de su acompañante hasta la puerta de la cocina, por donde entraba un hombre con pinta de haber pasado por alguna calamidad. Tras saludar a ambas anunció que la estatua del ciervo estaba rota y Gatiux se debatió entre preguntar indignada qué le había pasado a la estatua o chistarlo para que bajase la voz y Orión no se enterara de aquello. Luego Aarón pasó a preguntar si un elfo podía arreglarlo.

 

- Sí, claro que tenemos elfos. ¿Quien te crees que le da de comer a Trasto cuando yo no estoy? -contestó Gatiux- ¡Arthur!

 

Un pequeño elfo se materializó al lado de Gatiux. La criatura prefería no estar presente cuando su ama tenía acompañantes, sólo aparecía cuando ella lo llamaba. La criatura hizo una leve reverencia con la cabeza a modo de saludo.

 

- Dice Aaron que la estatua se ha roto...

 

- Arthur lo ha visto. Ha sido culpa del dragón de la señorita Evedhiel. -dijo el elfo a modo informativo- Pero puedo arreglarlo si lo desea, señora.

 

Gatiux asintió y el elfo desapareció.

 

- Hace poco que deshice el hechizo que impedía entrar a los elfos al Manor. Esto no lo saben todos los Yaxley. -la Malfoy sonrió con cierta malicia- Así les obligo a socializar. Además nadie se ha roto nunca una uña por preparar un sandwich o su propio té.

 

Bebió café y luego lo removió con la cucharilla. En muchas ocasiones la compañía de los elfos hacía que los humanos se recluyeran en sus propios dormitorios, huyendo del contacto humano. No quería que pasara algo así, por lo que Arthur tenía instrucciones muy concretas de informar a Gatiux si observaba que algo así sucedía en el Manor. Ayudaría con las tareas más pesadas, como las comidas o las cenas para todos así como la limpieza de los baños y alimentar a las mascotas de los Yaxley, pero nada de servir la comida o la cena en la habitación de nadie a menos que estuvieran enfermos.

 

Ante la mención de Valentina sonrió con orgullo.

 

- Valentina es hija mía también. Me alegra ver que ha sacado el espíritu de su madre. -Gatiux le guiñó un ojo- ¿Qué es lo que te ha pasado, Aaron? ¿Has salido a la lluvia a saltar sobre charcos de barro?

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Expresé una mueca de aprobación bastante sutil en cuanto oí lo de los elfos, pues al menos no tendría que mandar mi ropa al castillo de los Black para que la lavasen; era tedioso esperar y a veces mandaban los calcetines cambiados- Nius, mi fiel servidor, ya se había llevado varios rascapachos por lo mismo-o la mitad de las prendas. Sin embargo la bruja tenía razón, tener un elfo era como esas maquinitas que utilizaban los muggles para conectarse entre ellos, les hundía en la soledad. Por suerte había sido criado de manera distinta y más que necesitar de mi sirviente, intentaba alejarme de su excesivo cuidado.

 

-Me gusta tu elfo es... práctico...-indiqué con el índice al punto donde se había esfumado mientras me acercaba y tomaba asiento cerca de ambas-... el mío me hubiese preguntado si quería tomar un té, prepararme la cena, la bañera...¿peinarme?- sostuve con cierta ironía- es tedioso. Y ahora que preguntas...- saqué un pan fresco de la panera y le quité un pedazo para echármelo a la boca; ir a clases con uso de varitas era toda una preparación para mí, por tanto siempre volvía con sed y hambre de troll; Tragué- vengo de terminar el curso con el Libro de la Sangre, allí conocí a vuestra hija. Tuvimos algunos altercados con una jauría de lobos que tenían el tamaño de un huargo adulto...- llevé el índice a la fina herida que cruzaba mi ceja izquierda hasta el pómulo, mientras el ojo gris se mantenía intacto- ...allí me hice ésto, pero bueno, gajes del oficio ¿no?- sonreí despreocupado, esperando que el amuleto de curación no tardase en hacer efecto- y luego debí enfrentarme a Valentina en el Taj Mahal, ¿no ha llegado aún?...

 

>>¿Cómo estás tú?- pregunté a Evedhiel quien parecía haber guardado un silencio avergonzado por el altercado en la pileta- con que el dragón que vi volar era tuyo eh... ¿cómo lo conseguiste?

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La Manor permanecía de la misma forma que cuando se fue... Nada había cambiado. Patricia tenia razón. O dejaban de hacerse los perezosos o acabarían muy mal. Bastante tenían con ocultar su aspecto como para encima ir pregonando a los cuatro vientos. Bueno, solamente se veía algo en ruinas la Manor, tampoco era el fin del mundo mágico... O si.

 

Bayzard movió su mano y en ella hizo aparecer un ramo de flores algo grandes, de un color blanco medio gris, cada una de las flores que tenia eran mágicas y al tacto con la persona que las recibía, se tornarían de su color favorito... Junto con una fragancia única y amena para quien la obtuviera.

 

Subio por los pequeños escalones de madera rotos que la entrada tenia y empujo la puerta sin más... Observo sus alrededores, no había nadie de momento por ahí, pero unos pequeños murmuros se oían provenientes de la cocina, por lo que obviamente el gitano se dirigió hasta allí con suma confianza.

 

Ahí, estaban sus... No, realmente no sabia muy bien la relación que tenia Matthew con las femeninos, por lo que solamente les regalo una sonrisa y les entrego una flor a cada una y un un saludo a su padre, con su característica seriedad reflejada en el rostro.

 

Hola. mantuvo en seco y se le antojo el Café que Gatiux preparaba.

 

@Gatiux @Aaron Black Lestrange @Evedhiel

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Los vapores del calor de la tetera con el agua hervida habían caldeado la cocina Yaxley haciendo que los cristales de las ventanas se tiznaran de condensación reflejando la luz del atardecer y creando colores violaceos en la estancia, dando un aspecto sereno a la cocina. Gatiux había servido la taza de Evedhiel que se apresuró a alcanzarla con ambas manos, inundando sus pulmones del aroma de la canela, cerrando los ojos ante el primer sorbo.

 

-¿Te puedo hacer una pregunta ahora que estamos solas? -dijo Gatiux- Verás, he visto el árbol y dónde estás conectada. Y me preguntaba... si es un lazo sanguíneo.-

 

Directa a la yugular- pensó Evedhiel mientras sentía como el calor del café se mezclaba con su propia ira inundando el pecho de la bruja. El tema de su procedencia era, a su parecer tabu. La manera del descubrimiento de su parentesco con Orión no había sido ideal, y desde aquel entonces la chica apenas había empezado a pactar con ella misma su nuevo apellido. Orión no había sacado el tema desde entonces, y Evedhiel, que en un principio decidió pensar que lo había imaginado, estaba ahora orgullosa de saber que al menos pertenecia a un lugar, aunque no sabía muy bien su pieza de aquel puzzle que era la Yaxley estaba completando al resto. Se tomó varios segundos para responder.

 

-Orión es mi padre biológico.- respondió finalmente, sorprendiendose a si misma hablando con certitud casi incuestionable. Miró a la banshee frunciendo un poco los ojos y después de varios segundos entendió el porqué de su pregunta. -Pero no se quién es mi madre.- añadió apresurada.- O si tengo.- dijo, intentando quitarle tensión al asunto se subió sobre uno de los mostradores de la cocina, acomodandose frente a la bruja y dijo: Conociendolo quizás me creó de runas. O de terapias alternativas... o de arcilla.-Se encogió de hombros y sonrió algo forzada.

 

Evedhiel no sabía como continuar esa conversación y por alguna extraña razón sabía que si alguien conocía bien a su padre y podía ayudarla a descubrir la otra mitad de ascendencia era Gatiux. Aunque no supiese muy bien si quería descubrirlo. Aunque no tuviese la certeza de que la banshee quisiese saberlo o contárselo. Se llevó la mano libre a su muñeca izquierda como cada vez que estaba nerviosa y entonces supo cómo continuar.

 

-Lo único que se del día de mi nacimiento- dijo finalmente- es que mi madre me dió mi nombre y que el mismo día que nací, o esos decían las sacertotisas que me criaron- La marca perdió fuerza y como castigo me marcaron en una de mis muñecas.- alargó su mano izquierda enseñandole la cicatriz en forma estrellada- Recuerdo que la madre sacertodisa superiora solía usar esa excusa para infundirme odio hacia la magia oscura y usaba mi estado vulnerable e indefenso como bebe y el hecho de que me marcasen como ganado para incitar mi ira- rió dando un sorbo de nuevo al café- Ahora se que lo más seguro es que las propias sacerdotisas me marcasen de pequeña para tener una historia triste con la que sobornarme. No me extrañaría que hubiesen matado a mi madre- finalizó. No sabía si aquello tranquilizaría a Gatiux, ni si pondría paz a la pregunta, con quien la tuvo Orión pero era lo único que sabía de ella misma.

 

Dijo la última frase en un tono dubitativo, como intentando convencerse casi tanto a ella misma como a Gatiux. Se había repetido aquella historia tanto en los ultimos 24 años que estaba empezando a creersela.

 

La entrada de Aaron en la cocina sorprendió a las brujas. El mago parecía haber batallado con un golem de barro y su atuendo, normalmente pulcro y cuidado estaba mojado y desaliñado. Evedhiel no estaba segura de si estaba o no contenta de que su conversación con Gatiux se hubiese acabado de manera tan repentina pero prestó atención a lo que el nuevo acompañante les contó

 

 

-Como diablos...?- pensó la chica cuando Aaron señaló los desperfectos en la estatua e identificó a Mysha como causante-

 

Pero la bruja no tuvo tiempo de cuestionarse, pues el elfo doméstico de Gatiux se apareció en la sala y en menos de un segundo señaló a Evedhiel como la causante de los desperfectos, quien se tiño de un color rojo intenso odiandose por intentar ocultar aquello y sintiendose herida ante el chivatazo de la criatura y dedicandole una mirada de rencor cuando se urgía a arreglarlo.

 

-Yo.. iba a arreglarlo pero...no pense que fuese a causar tanto...- pero para entonces el elfo se había ido y Aaron le preguntó sobre su dragona.

 

-La ganamos- dijo llenandose de orgullo- El MM organizó juegos por SV y nuestro equipo- señaló con la mirada a Gatiux haciendola partícipe de aquello- ganó varios cientos de galeones y una criatura. Elegimos un dragón. La mia se llama Mysha y como has visto aún es joven por eso se deja cabalgar y no controla muy bien el vuelo. Espero enseñarla casi tanto como ella a mi...- dijo con algo de duda en sus palabras.

 

Un nuevo integrante de la Yaxley se apareció en la cocina. El tiempo que la chica llevaba viviendo allí parecīa que aquel lugar era el más indicado para las reuniones familiares y aquel momento no era una excepción.El mago le resultaba familiar, pero no estaba segura de haberlo visto antes.Saludó a los presentes y Evedhiel hizo unas florituras con su varita, acercando una taza hacia el chico.

 

-Té o café?- preguntó a modo de saludo sonriendole- Mi nombre es Evedhiel, encantada.- dijo.

 

Las palabras de recibimiento quedaron ocultas en los oidos de los presentes. Un estruendo con la fuerza de un seismo sacudió la cocina donde se encontraban a la par que un ruido seco, como el rugido de una bestia o grito de un trol se expandió alrededor de la cocina. Evedhiel miró a los Yaxley, sobresaltada. Aquel ruído parecía provenir de debajo de sus pies. Pero no estaba segura que la manor tuviese sótano, y las grutas cercanas a la estatua del ciervo no eran colindantes...

 

El sonido se repitió provocando otra onda que hizo temblar las tazas malorganizadas de porcelana, como callando cualquier pensamiento que los presentes hubiesen podido tener. Evedhiel alzó la voz para hacerse oir sobre el estruendo.

 

-Gatiux... qué hay bajo los cimientos de la Manor?- preguntó inquisitiva y preparandose para un tercer estruendo.

 

 

 

@ . @ . @Gatiux

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