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- Hell MooN - (MM B: 110639)


Malum Luxure
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El callejón había cambiado mucho desde su última visita, años habían pasado desde que el joven Don paseaba por allí, o acudía al sitio para comprar materiales escolares. Esta vez, la falta de pergamino lo obligo a dejar algo de dinero por allí, ahora con sus tareas completas, se disponía a buscar un lugar tranquilo donde tomar algo. Era por la tarde, el sol aún se alzaba en un punto medio, amenazando con abandonarlos pronto, dando paso a la oscura noche. 

Sus cabellos blancos se agitaron un poco al doblar una esquina, llevaba calzado cómodo de color blanco, pantalones negros y holgados, su camiseta era blanca, y sobre la misma una fina campera deportiva de color negra. Llevaba ambas manos refugiadas en sus bolsillos, una mochila colgaba vagamente sobre su hombro izquierdo. El muchacho levantó su mirada para ver los letreros de aquella calle, hasta que uno llamó su atención.  "Hell Moon", rezaba el letrero, de lo que parecía ser un siniestro y elegante bar. No lo pensó dos veces y se encaminó hacia allí. Un breve vistazo a su exterior le bastó para terminar de convencerse.

Ingresó al sitio sin mediar palabras con nadie, buscando un lugar apartado de la barra. Unas mesas de sillones rojos  al final del lugar, tranquilo y apartado. Con pasos cortos y perezosos se dirigió al lugar, esquivando algunas mesas y sillas, e ignorando a todo aquel que se cruzaba. Don tomó asiento dejando su mochila a un costado. Sacó su móvil y reviso la hora. 

Revisó su mochila rápidamente y cotejo una lista que llevaba en uno de sus bolsillos, cotejando que tuviera todo lo que necesitaba. A veces se pregunta por qué en vez de usar tanto pergamino y pluma no solo se limitaba a hacer las notas en su teléfono. - ¿Una cerveza?  - Lo interrumpió una voz poco antes de llegar a su posición, Don asintió con la cabeza y volvió a su pergamino. 

Editado por DonTau

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Unas botas marrones algo raídas y llenas de barro zapateaban el suelo adoquinado del callejón Diagón mientras la mujer que las llevaba caminaba más rápido de lo normal. En su casi carrera se esforzaba por no chocarse con los otros visitantes del callejón comercial mientras que, apretando los brazos contra su propio cuerpo, sostenía varios rollos de pergamino con casi tan mal aspecto como su calzado. De vez en cuando volvía la cabeza como si alguien la estuviera siguiendo hasta que finalmente entró en el primer local que le inspiró la suficiente confianza.

La puerta por la que había entrado era de un cristal completamente negro y la penumbra detrás de él se la tragó casi al instante, oscuridad en la que se quedó envuelta durante unos minutos que aprovechó para comprobar que nadie la hubiera seguido. Soltó un profundo suspiro, casi resoplando, y cerró los ojos dejando caer un segundo la cabeza hacia atrás. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que estaba totalmente exhausta y de que le dolían partes de su cuerpo que casi ni recordaba que existían.

Entonces se giró sobre si misma y se encaminó hacia el interior del local desde donde provenía una atractiva y sutil iluminación. Las paredes de mármol blanco le dieron la bienvenida aunque lo cierto fue que no se fijó demasiado en la decoración. Vislumbró las dos barras del local y se encaminó hacia la que estaba más vacía, buscando más allá el lugar más apartado. Mientras caminaba su mirada se posó sobre la imagen que le devolvía el gran espero en la pared, donde sus propios ojos verdes le devolvían la mirada con aspecto cansado.

Durante la distracción se topó con un bulto inesperado que la hizo tropezar y de nada le sirvió abrazar el montón de pergaminos que sostenía, porque el acto reflejo de protegerse la hizo poner las manos al caer de bruces.

El estruendo se escuchó incluso por encima del hilo musical. Al caer se había apoyado en varias sillas y estas se habían deslizado por el suelo haciendo resonar el chirrido característico de la madera sobre este. Los pergaminos habían acabado esparcidos por todo su alrededor y el labio le sangraba al haberse golpeado con uno de los asientos. Tardó apenas medio segundo en levantarse e, ignorando todo el sentido del ridículo, empezó a recoger los rollos velozmente mientras protestaba entre dientes sin notar la cercanía de alguien más.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Se encontraba tan perdido en sus pensamientos, que no se percató que alguien se aproximaba, mucho menos que venía lo suficientemente distraída para caer de manera. Don no tuvo tiempo de reacción, pues no fue hasta que la mujer posaba sus manos en el suelo que se dio cuenta, que no había sido una imprudencia de ella, sino de él. Junto a una de las botas de la dama, su mochila, interrumpía el paso de cualquiera que intentara cruzar por allí. 

Se puso de pie de inmediato, se abalanzó sobre la joven, mientras pateaba su mochila a un lado. Intentando que se perdiera entre algunas de las mesas al otro lado. - ¿Te encuentras bien?- Preguntaría un tanto nervioso, esperando claro que aquella dama no arremetiera contra él. Se estremeció al ver el rostro de la mujer, sus ojos verdes un tanto desorientados y un labio roto. Aquello pintaba mal. Don sacó su varita y con un leve movimiento cerro el corte del labio de la dama. 

La ayudo a ponerse de pie, a la vez que le daba una servilleta de la mesa para que limpiara los restos de sangre de su labio. - Debes ser más cuidadosa, podrías haberte matado... - Diría intentando fingir que no tenía nada que ver con aquel asunto. Fue allí donde el camarero apareció con su cerveza, y en la otra mano, la mochila que momentos atrás había intentado extraviar. - Joven intente ser más cuidadoso de donde deja sus cosas... - Le regañaba el camarero, una vez vio que la dama se encontraba bien. Don no sabía donde meterse. 

@ Monica Malfoy Haughton

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Justo antes de alcanzar el ultimo rollo de pergamino sintió como unas manos desconocidas la ayudaban a levantarse. Sus ojos se pusieron como platos y se giró dramáticamente, empuñando la negra varita en su diestra mientras que con el brazo izquierdo abrazaba con fuerza el montón de papeles. No le dio tiempo a levantar el arma cuando ya había descubierto que el dueño de las manos solo pretendía ayudarla a ponerse en pie, por lo que sus hombros se relajaron súbitamente.

Posiblemente al levantarse tan rápido la sangre había recorrido su cuerpo demasiado deprisa, o algo similar, porque se tambaleó sutilmente nada más la había soltado. Se apoyó por un momento en una de las sillas que casi había tumbado y aceptó la servilleta que el aún desconocido mago le ofrecía; al limpiarse el labio vio la sangre, aunque ya no sentía la pequeña punzada que hacía un momento sí.

- Muchas gracias – dijo. Finalmente levantó la vista y observó a su interlocutor. La larga melena cobriza le bailó sobre la espalda, escapándose de esta varios mechones que le cruzaron el rostro.

De pronto sintió la vergüenza dada la situación, sobre todo cuando el chico de pelo blanco le dijo que se podría haber matado.

- No sé que me ha pasado, ciertamente – se pasó las manos por su ropa, limpiando algo que no existía porque todo en aquel local estaba más limpio que ella misma. Llevaba unos pantalones ajustados de color verde oscuro y una blusa blanca abotonada que se ocultaba bajo un chaleco de colores ocres que dejaba ver parte de su escote. Este ultimo tenía manchas de ceniza y barro en algunos sitios y pretendió ocultar con los pergaminos-, creo haberme tropezado con algo.

De pronto el camarero apareció con la bebida que le parecían haber ordenado y en la otra mano una mochila que por las dimensiones que tenía se le antojaba parecida al motivo de su tropiezo. Levantó las cejas, sorprendida, cuando se dirigía al mago que un momento antes la reprendía amablemente por su despiste.

- Vaya – murmuró entre dientes. De pronto el gesto le cambio y su mirada bien podría haberlo atravesado-. Veo que más bien podrías haber hecho tú que me matara.

De pronto había pasado de estar abochornada a tomar un comportamiento altivo. Parecía que no había podido ocultar durante mucho tiempo aquel carácter que tenía.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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- mi**...- Anularía la palabra en el instante que tragaba un molesto nudo en su garganta, que luego se frenaría en su pecho haciéndolo sentir no solo incómodo, sino también avergonzado. Sus azules ojos se fundieron con el suelo y como si de un niño pequeño se tratase llevaría su diestra rápidamente a su cabeza, rascándola mientras soltaba una incómoda risa. - Muy bien soy culpable... - Agregaría, para luego mirar al camarero un tanto molesto y tomar la mochila, pero esta vez la dejaría sobre una de las sillas a un costado, en su propia mesa. 

- ¿Podrías traer algo de beber a la señorita...? Yo invito... - Lanzaría hacia el metiche del camarero, para luego tomar asiento frente a la dama, esperando no ser asesinado por esta, que parecía ahora estar bastante molesta. Don posaría ambos codos sobre la mesa dejando a un lado la cerveza. Espero que la chica aceptara la bebida y le diera indicaciones la metiche para que se largara. Luego lo más complicado, al menos para él, pedir disculpas. 

- Lo lamento, no lo hice apropósito, si lo de mentir claro, eso fue totalmente intencional... - Comenzaría, era extraño, iniciaba con una mentira, pero ahora parecía ser totalmente franco. - Me llamo DonTau Dumbledore... - Se presentaría adelantando su mano, intentando darle una cordial presentación, esperando que también la joven cambiara su expresión de joven asesina. 

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- Mónica Malfoy – se presentó justo después de que la invitara a algo de beber. Había obviado el apellido de su padre por el momento, pues si este y los documentos que llevaba consigo caían en las manos equivocadas, podría tener mucho más que problemas y al fin y al cabo aún no sabía con quien estaba tratando-. ¿Tu nombre es...?

Antes de decir su nombre, Dontau se excusó por su actuación. Posteriormente se presentó, provocando que Mónica tuviera un acto reflejo abocado por una vida anterior y arrugara sutilmente la nariz en forma de rechazo. La familia Dumbledore le traía demasiados recuerdos, algunos de ellos le erizaban los vellos de la nuca cuando la imagen de Lucas le cruzaba la mente, pero la mayoría solo le recordaban gritos y sangre.

- Así que Dumbledore – murmuró entre dientes-, ahora entiendo muchas cosas. La próxima vez será mejor dar un paso al frente, ya sabe… ser algo más valiente en vez de intentar evitar la responsabilidad de sus actos.

Mientras hablaban el camarero se había quedado de pie junto a ellos y los había estado observando como si fuera un partido de tenis. Sus ojos cambiaban de uno a otro, aunque finalmente se detuvieron en la bruja de pelo rojo esperando a que esta de une vez le dijera que deseaba tomar. Ella, por su parte se tomó unos segundos más para terminar de decidir.

- ¿Tienen vinos en la carta? - un leve asentimiento se lo confirmó-. ¿Pinot noir? - A eso no le respondió, simplemente se giró sobre sus talones y se alejó de la mesa. Mientras regresaba, Mónica se volvió a dirigir a quien ya estaba sentado frente a ella, después de dejar los pergaminos sobre su propio regazo.

- Creo que nunca le había visto antes por aquí – anunció finalmente, escudriñando los azules ojos del mago-. ¿Quién eres? - aunque ya se hubiera presentado, aquella pregunta iba más allá del simple nombre.

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Su apellido poco le dijo, pues no era de codearse con las familias mágicas fuera de la suya, menos aún que no participaba en las actividades del ministerio, por lo que tranquilamente aquella mujer de mal carácter podía ser un enemigo de la familia tranquilamente. El simple hecho de haber escuchado su apellido provoco en ella una expresión similar a la de alguien que pisa excremento, aquello le hizo sentir aún más incómodo, cruzó los brazos sobre la mesa y se limitó a observarla, ahora inexpresivo. 

Fue hasta que ella volvió a hablar, que Don sintió como algo le subía por la espalda, hasta llegar a su nuca, una especie de presión que no estaba acostumbrado a sentir. - ¿Piensas atacarme todo el día? - Pregunto ahora con un tono no tan amistoso, se había arrepentido de haberse disculpado, solo la observaba, a tal punto que su cerveza había quedado olvidada a un costado no muy lejano de su brazo izquierdo. - La próxima vez procura ver donde pisas... - retruco ya un tanto molesto.

Dejo de verla ya demasiado molesto, arrepentido por la invitación, para observar como el camarero sin media palabra se alejaba en busca de su pedido. El tono de la dama parecía cambiar ahora, aunque con un poco más de tacto, intentaba iniciar una conversación un tanto más armónica. - Es la primera vez que vengo... Y la última creo yo... - Diría  para ignorar la última pregunta de la chica, la cual, sintió la necesidad de no contestar. 

@ Monica Malfoy Haughton

 

 

 

 

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MICKHAIL SERGEI GREYBACK

Aun no podía creer lo que había pasado con  su invitada pero aún así no cambiaría nada de lo que había pasado, casi sin darse cuenta acariciaba suavemente el cabello de la peliverde  sintiendo el sutil y ligero aroma que este desprendía al aire. 

Miro fugazmente a los seres inferiores que los rodeaban como si estubiera viendo insectos, para luego volver su mirada a la vampira mirándola con ternura, aun no entendía que le estaba pasando con ella y estaba dispuesto a averiguarlo . 

-me haría el honor de salir a caminar conmigo? Aquí hay muchas miradas indiscretas- le dedicó una suave sonrisa- si es que no le molesta un poco de nieve - señalo a la salvaje tormenta que castigaba con furia a la ventana. 

@ Agatha Andrómeda Abbott

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“¿Piensas atacarme todo el día?” Escuchó la pregunta de manera lejana, pero no respondió. DonTau siguió hablando en respuesta a lo que ella le había preguntado un momento antes pero Mónica, en vez de mirarlo a él, tenía la vista fija en la figura que acababa de entrar en la sala. El mago estaba de espaldas a la entrada por lo que Mónica quedaba de frente a la misma pero cubierta parcialmente por el cuerpo de su interlocutor.

Apretó las manos contra su propio regazo, asegurándose de que allí estaban todos los pergaminos con los que había llegado.

- No, te prometo que no te seguiré atacando – respondió finalmente mientras se inclinaba sobre su asiento intentándose ocultar con cierto nerviosismo-. Se que esto te parecerá rarisimo, pero necesito un favor. No creas que suelo pedirle favores a cualquiera, pero es cuestión de vida o muerte.

Había sacado la varita y tras un leve susurro, un débil haz de luz blanco salió de esta y envolvió los cinco rollos de pergamino, desapareciendo tras unos cortos segundos. Miró a quien hasta hacía media hora era un total desconocido y teniendo la esperanza de que hacer eso no provocaría una nueva guerra entre ellos, tomó la mochila con la que un momento antes había tropezado y guardó los pergaminos en el interior.

- Necesito que me guardes esto – cerró la mochila sin enseñarle lo que acababa de ocultar y la dejó en el asiento en el que antes la había dejado su propietario como si en ella no hubiera nada importante. Guardando la educación que podía, no miró siquiera en el interior puesto que de otro modo hubiera sido invadir mucho más la privacidad del Dumbledore-. Los acabo de proteger para que nadie pueda ver el contenido escrito en ellos, por lo que si alguien los encuentra no sabrá lo que es y no correrás peligro alguno.

Después de decir eso sacó del bolsillo del pantalón varias monedas y la puso sobre la mesa, junto a la mano de Dontau, las cuales serian suficiente para pagar lo que había pedido e incluso sobraría. De pronto se puso en pie, atrayendo la mirada del recién llegado que hasta ese momento no la había visto, yque se detuvo en seco cuando la reconoció. La cara del hombre, cruzada de lado a lado por una cicatriz que por su aspecto parecía reciente, hizo que la bruja de rojo cabello se estremeciera.

- Perdona mis modales de hoy – sonrió levemente sin mirar al peliblanco-. Nos volveremos a ver.

Justo tras decir eso se encaminó con paso veloz hacia la puerta seguida de cerca por quien claramente solo había llegado buscándola y estando segura de que dejaba tras de sí un mar de dudas. 

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¡Oh no! Me encanta la nieve. Será un paseo agradable. - Añadió en un tono tranquilo, deslizándose de las piernas de este al suelo para ponerse de pie. En el camino pasó rozando su nariz con la propia en un sutil coqueteo y una sonrisita pícara, antes de levantarse del todo para buscar su chaqueta. Al agacharse hacia la silla, mostrando primer plano de las caderas, volteó a verlo y al notar su mirada, sonrió un tanto divertida y coqueta - 

Cariño ¿Es que piensas quedarte allí sentado todavía? - Se irguió despacio, realzando la curvatura suave de la espalda, la redondez de las caderas y la pequeñez de los hombros. Se colocó encima la chaqueta, ajustando otros detalles y finalmente, cubriendo su cabeza. Miró a un mesero y alzó su mano para pedir la cuenta. - Con una condición, dejarás que pueda mimarte transformado en lobo...- Se inclinó despacio hacia el y le tomó del mentón susurrando suavemente - En privado, claro. 

Sin decir nada mas, se apartó para encargarse de la cuenta, dejando en el ambiente un tenue aroma a rosas frescas y menta. 

@ taison logan greyback

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