Ottery Fitness (MM B: 111388)

[That is not my name]

¿Regresar por un cuerpo sin vida a ese negocio? Muy bien, tenía que hacer caso a Zack ya que él era el comandante de aquella travesía por lo que decidí dejarme mi máscara plateada puesta, mis ropas negras y mi aspecto modificado por la metamorfomagia, tenía que mantener las apariencias aunque estuviese mi identidad bien oculta. Aparecimos en el callejón diagon y caminos de regreso al negocio Ottery Fitness donde veía la corazonada que tenía.

 

- Oh, ya veo, una rata ha salido de las alcantarillas y vamos a exterminarla.

 

Sonreí ampliamente al acerca a la piscina del lugar donde vi a Bel Evans McGonagall quien tenía mucha labia, en eso no podía recriminarle nada, pero era de esas brujas cobardes que jamás hacia nada. Al parecer había dejado colgada a la bruja de la entrada y simplemente "disfrutaba del día". Que... buena conciudadana.

 

Sonreí tranquilamente sin esperar a que alguien lo notara, por la máscara, mientras mi varita se alzaba frente a mi lista para lanzar el siguiente hechizo que dejara tumbada a dicha mujer. Qué lástima, de verdad, desperdicio de lengua.

[Zack Ivashkov]

La tensión acabaría por consumirlo si no averiguaba qué sucedía en ese lugar. Antes de iniciar su exploración dio un largo suspiro procurando paz interior. Le echó un vistazo rápido al cadáver de Fiamma colgando y su rostro se desfiguró con una expresión de asco. Sí, habían pasado minutos desde que la vio consumida por las llamas y sus restos ahora resultaban simplemente desagradables a la vista. Y al olfato. El olor fétido inundó toda la recepción.

 

Con intriga comenzó a caminar por el corredor que conectaba con la recepción. No tuvo que caminar mucho para dar con la piscina, y con una agradable reunión... familiar? Quizás. Entre los presentes destacaba una mujer a quien ya había visto antes. ¿Cómo no? ¿Cuántas veces no sufrió sus ataques?

 

- Vaya, qué lastima no haberme dado cuenta de esto antes - comentó mientras examinaba a la bruja. Sus ojos se fijaron en su vientre, uno curiosamente... abultado - Qué desfachatez traer a más sangre sucias a este mundo - escupió con desprecio casi escuchando los latidos del corazón de la criatura. En serio, tenían que parar de plagar al mundo con tanta porquería. Y él siempre estaba dispuesto a colaborar con eso.

 

- Miren esto chicos - dijo en cuanto notó la presencia de sus compañeros. Poco antes había invocado su katana en la diestra y ahora señalaba a la mujer con el filo de la hoja -¿No les parece una tontería?- bufó -Ese niño tiene que saber, desde ya, que este mundo no es como sus padres lo pintan- agregó con malicia elevando su arma de plata y bajándola en un movimiento diagonal. El aire pareció dividirse en dos y un segundo más tarde, Bel tenía una profunda herida en sus pechos

 

-¿Cómo vas a alimentar a esa criatura, cuéntame?

[That is not my name]

- Celerus...

 

comencé mi ataque justo al tiempo que mis compañeros para que, junto con mi primer hechizo, saliera un confundus para que Bel quedara perdida en su mente y en su mundo feliz de luces y colores, no queria que fuera testigo de la tortura a la que se le vería, no me gustaba que sufrieran mujeres embarazadas.

 

Suspiré tranquilamente mientras esperaba a que alguno de sus amigos o familiares decidiera venir al rescate por ella aunque ya sabía que eso era albergar esperanzas infundadas, nadie le hacia frente a los mortífagos desde hacia un par de años. Por ello seguí con otro confundus directamente hacia la mujer, hacia la pobrecita de Bel, me gustaba esa mirada que tenia en la nada, seguramente se imaginaba sacando su varita y defendiéndose. Dejémosla con esa idea.

 

- ¡Fuego maldito! - Por último dejé que salieran dos hermosas llamaradas de cuervos que volaban en diferentes lados para impactarle por su izquierda y por su derecha de inmediato, esperando dejar algunas marcas y cicatrices en el abdomen, digo, por si tenía a luz le recordara el trabajo tan interesante que le causó tener a su criaturita.

 

Uno más uno... dos sangre sucias muertos en el lugar... Sigamos contando.

[Arya Macnair]

—Entre nos, me debes horas extras.

 

Miró a Zack frunciendo un poco el ceño, cosa que éste no podría apreciar y colocó un puchero infantil en sus labios. Pero la respuesta del Mortífago no fue exactamente la deseada pues dejó en evidencia que a quien habían ido a buscar valía —como bien hacía dicho ella segundos atrás— por dos. Se sintió un poco extraña puesto que ella había estado otra vez en una situación semejante hace años ¿más alguien se lo había perdonado? no, pues entonces era su turno devolver el favor, aunque sea con un poco de delicadeza. Dicho ésto, sin separar sus labios y casi apuntando sin apuntar a Bel Evans, pensó un Levicorpus que dejó a la mujer cabeza para abajo entre el primer y el segundo confundus de Ishaya, cosa que le daría un blanco perfecto al Fuego Maldito siguiente.

 

—Séneca

 

Agregó, en sí no había tocado demasiado a la mujer. Ahora lo que sucedería con Bel se resumiría en su garganta, sería incapaz de hablar por un tiempo favorecedor para los Mortífagos y quizás para el resto de los presentes debido a sus palabras sin sentido. Pensó entonces, sin hablar de hechizos, que no era la primera vez o la primera persona a la que oía decir palabras vacías, argumentos inflados que a la hora de exponer no tenían demasiado sentido.

 

—¿Al menos un adelantito?— Caminó hasta Zack y le guiñó un ojo, pero el Ángel Caído tampoco vería aquello, aunque quizás lo imaginaba. Los tres parecían encajar a la perfección, aunque el vacío de Mía no se llenaba fácilmente.

[That is not my name]

El cuerpo levantado de la joven bruja me dejó con un buen sabor de boca, era interesante el regalo que les dejaríamos a las próximas visitas del lugar con una sorpresa en la entrada y otra directamente en el camino a la piscina, eso sin contar con la recepción destruida por mi hipogrifo de sombras que había dejado hacia unos minutos antes, en nuestra primera visita obligada a los lugares que tenían plaga.

 

- Fuego negro...

 

No esperé a que mis compañeros hicieran otro movimiento, debía de crear las bolas de energía oscura encima de nosotros para recibir al siguiente mago o bruja con una hermosa bienvenida, como debía de ser, sino luego dirían que los mortífagos estaban siendo mal educados y eso jamás.

 

- Fuego negro...

 

Repetí el conjuro para que no quedara sola la bola de energía, de cualquier manera nuestro objetivo seguía colgado de cabeza y chamuscado, no tendría a donde ir. Aproveché ese tiempo muerto para mirar por el lugar y encontrarme con la sorpresa de que hasta hace unos momentos habían magos y brujas, ¿dónde estaban ahora que venían las verdaderas visitas? Lamentable situación, pero jamás los culparía de huir.

 

- Detritus. - Terminé con mis movimientos creando una capa de niebla de inmediato sobre mi cuerpo y el de Arya, claro, porque en el anterior enfrentamiento (a la nada) había elegido el cuerpo de mi amante comandante, debía de proteger a la única mujer, obviamente.

[Sagitas E. Potter Blue]

No sé cómo llegué a enterarme de lo que sucedía en aquel lugar. En realidad, creo que ni lo supe hasta que sentí una vibración extraña en el cuerpo. Era algo que sólo me pasaba con mis familiares. Cye, Matt, Ithilion, Haya, Xell... Cualquiera de mis hijos, sobrinos, hermanos, familia en general, provocaba esa sensación de desasosiego. Ser sacerdotisa me ayudaba, a veces, para detectar el peligro (eso y el amuleto que siempre llevaba encima y que ahora brillaba en uno de mis dedos).

 

No sé, entonces, qué fue lo que me atrajo al Ottery Fitness, un negocio que no conocía para nada. No era de la familia. Entonces... Me quedé mirando la entrada y fruncí el ceño. No sabía qué era lo que me atraía hasta que...

 

Fiamma...

 

Mi hija acababa de regresar al pueblo y, aunque no la había visto mucho (casi nada), su esencia había quedado grabada en mi cabecita. Y allá dentro sentía que estaba ella y que algo había pasado. Miré mi atuendo, unos tejanos gastados y las bambas violeta con cordones amarillos, junto a una blusa blanca de seda cubierta con una chaquetita azul pastel de punto... Nada práctico para ir a un fitness. Sin embargo, entré.

 

El lugar estaba desierto, parecía que la gente había desaparecido. Pasé con cuidado y avancé por diferentes espacios hasta que sentí ruidos. Gemidos. Palabras vanas y... hechizos.

 

No sé qué pasó por mi cabeza. En vez de huir, avancé. Seguro que era una mal decisión pero aún sentía, de alguna manera, la presencia de Fiamma en aquel lugar. Avancé y, sin darme cuenta, encontré una piscina y mucha gente, demasiada, con máscaras en la cara, atacando a alguien.

 

-- ¡Basta! -- ¿Basta? ¿Así iba a detener a aquel grupo de mortífagos? Irrisorio. Me quedé quieta, a unos diez metros del más cercano, con la varita levantada, buscando con la mirada a quien estaban atacando y esperando que no fuera mi hija.

[Arya Macnair]

-Celerus necrohands

 

Protegida por su compañero Macnair actuó. Le resultaba casi inconcebible el hecho de que nadie se presentase por segunda vez a la escena y mucho menos cuando el nuevo objetivo venía con sorpresa. Así que sin más hizo aparecer dos manos fantasmales desde sus pies, las cuales se ofuscaron casi de inmediato para aparecer a medio metro de Bel y comenzar a abofetearla, no muy fuerte, porque pobre, pero si consecutivamente hasta que le doliera la cabeza, era evidente que la camaradería no existía en esos tiempos y bien agradecía estar rodeada de buenos compañeros, de qué Zack velara por los dos e Ishaya le cubriera las espaldas, de verdad que si.

 

[b-Morphos[/b]

 

Ignorando todo a su alrededor, volvió a conjurar. Apuntó con su varita el calzado derecho de Bel Evans y éste muto de inmediato en una pequeña araña de rincón con la parte trasera azul, peligrosa, letal, la cual inyectó su ponzoña en el torrente sanguíneo de la bruja al instante de picarle la zona suave del pie, allí en el costado, donde dan cosquillas.

 

-Fuego Maldito

 

Agregó. Dos magníficos hipogrifos adultos extendieron sus alas y comenzaron a incendiar la recepción a sus espaldas como la parte trasera de la piscina, motivo por el cual, atraparia a cualquier persona dentro, incluyendolos. Si ella no podía pasarla bien con aquel par de hombres, le pondría las cosas difícil a Bel y quien fuera.

 

Cambio y fuera.

[That is not my name]

- La caballería ha llegado, señores...

 

Sonreí ampliamente debajo de mi máscara plateada mientras me giraba y notaba la presencia de Sagitas en aquel lugar, definitivamente no le quería hacer daño a mi hermana pero si decidía defender a nuestra víctima... tendría que dejarla fuera de combate, porque el cariño que le tenía era más grande que las ganas de dejar un tercer recuerdo en ese negocio repleto de ratas (y de las cuales volveríamos a ver en cuanto nos fuéramos).

 

Mis dos fuego negros estaban bastante tranquilos, creciendo con el paso de los segundos y ansiosos por ser usados, sentía sus palpitaciones de energía cerca de mi, aguardando, acumulando poder. Decidí dejar un momento el cuerpo de Bel, al final de cuentas estaba ya demasiado masacrado como para añadirle algo más como detalle.

 

Pensé en un mis hermosas necrohands para que aparecieran detrás de la Warlock, de mi querida Sagitas, para evitar que saliera huyendo de aquella escena. Debía de retenerla.

 

- Es para nosotros un horror contar con su presencia.

 

Un poco de burla, por supuesto, no debía de dejar notar mi relación con ella sino ambos estaríamos en peligro dentro de las altas esferas del poder político en Inglaterra. Al instante transformé una piedra en una viuda negra con un morphos verbal que corrió a esconderse en el local para salir en el momento oportuno.

 

- ¿Gusta unirse a las dos señoritas que estaban aquí con nosotros? - Mencioné por última vez mientras le lanzaba un kaidán verbal, mirandola fijamente con ese brillo verdoso tan particular del conjuro, ¿se daría cuenta de lo que estaba ocurriendo a su alrededor o simplemente seguiría con la batuta de heroína? Algo peligroso, actuar sola.

[Sagitas E. Potter Blue]

No... Veía como atacaban a una mujer, por las formas, aunque no podía ver quien era, puesto que estaba en el suelo y atacada por manos gigantescas y otros hechizos flotando en el espacio sobre ella. Aún así, me irritó la forma de actuar de aquellos malditos mortífagos. Tanto tiempo sin saber de ellos...

 

Sentí un movimiento detrás de mí y noté que se habían materializados dos manos a mi espalda. Paso cerrado, ahora no quedaba más remedio que defencerme y defender a aquella mujer que yacía en el suelo.

 

-- Aura de la llama del Fénix -- conseguí murmurar, aunque empecé a temblar por dentro. De repente, sentía un miedo atroz, una desesperanza que me impedía pensar con claridad. Sin embargo, sabía que mi Aura conseguiría bajar un poco el grado de peligrosidad de aquellos tres seres. ¿O ahora eran dos? Bueno, ambos eran peligrosos, ¿se verían alcanzados por aquella merma de poder que había invocado con el aura? Esperaba que sí.

 

Aquellos mortífagos eran poderosos y sabían usar hechizos muy peligrosos. Podría contrarrestarlos con algunos hechizos de la Orden pero fue cuando me di cuenta del error cometido. No me había cubierto la cara con la luz, así que no podría usarlos o me delataría. Y lo malo es que no sabía quienes eran, ya que ellos sí lucían sus máscaras. Me agarré el pecho, que se levantaba alterado por algún efecto que no conocía. Ese miedo era antinatural y no sabía cómo contrarrestarlo. Fue cuando, con la punta de los dedos, noté el frasquito de la Arena del hechicero. No es que me sintiera mejor pero al menos vi una posibilidad de atacar a aquel mortífago que me había dicho que era un honor contar con mi presencia (Ishaya!!) ¿O había dicho horror?

 

Lancé al aire la arena, en su dirección, y pensé en el hechizo necesario para que surgiera mi efecto y que aquella Arena del Hechicero le cegara y dejara de considerar un honor-horror el verme. Aunque, con el grado de incertidumbre y terror que sentía, era difícil saberlo; lo notaría en la puntería de sus hechizos posteriores.

[Zack Ivashkov]

Confundida, quemada y colgada. Además de sangrante, por supuesto. Parecía que el destino de las dos chicas aquella tarde iba a ser el mismo. Zack se encogió de hombros con fingido lamento desviando la mirada hacia sus compañeros.

 

-Bueno, esta tampoco me deja muchas esperanzas. Igual de muda que la anterior y ni hablar de lo vulnerable- comentó esta vez sí lamentando no poder tener un rival digno que lo pusiera en su lugar. ¿Hace cuánto que no lo derribaban en una batalla? Habrían pasado demasiados años para recordarlo. No podía negar que alguna vez con muy buenas estrategias lo enviaron a San Mungo o al LAIC. Todo parecía indicar que las nuevas generaciones de la Orden del Fénix no eran más que una desgracia para el bando. Incapaces de encarar a los Mortífagos. Había que tener mucho rostro para seguir por la vida dando vergüenza.

 

Un nuevo grito captó la atención del vampiro. Solo que esta vez era una voz demandante que les ordenaba detener el ataque. En un intentó fallido por contener la risa acabó expulsando carcajadas mientras se apoyaba en su katana. Claro que no resultó tan divertido en cuanto vio de quién se trataba. Después de tanto tiempo sin conocerse a sí mismo en asaltos, en ese tipo de situaciones de tensión, olvidó lo que se sentía apreciar el arribo de alguien a quien no esperaba. Y es que esa vez no se trataba de un fenixiano de rango mayor ni mucho menos, era mucho peor. O no.

Mientras Zack se debatía entre atacar a muerte a su colega o simplemente dejarla delirante mientras ellos se marchaban, Ishaya tomó la delantera. Colocó unas necrohands que le bloquearían la salida y luego la debilitó con un káidan. ¿Él qué haría? ¿Lanzarle un par de sectusempras, avadas y luego verle el rostro con total descaro y compartir opiniones en el Consejo de Warlocks? "Pues sí", diría Leah. "La Marca antes que nada". Y tendría razón.

-¡Celerus Fuego Maldito!- Su conjuro fue lo bastante claro para invocar dos caballos de fuego que galoparon en dirección a Sagitas.. La velocidad de la invocación junto con las potentes llamas asegurarían quemaduras de atención inmediata. Claro que al hombre no le quedó de otra que actuar de esa manera. Antes Mortífago que Warlock. Sin embargo, algo en su ataque no estaba bien. ¿Por qué habían salido solo dos caballos en llamas? Y entonces lo supo en cuanto terminó de erguirse el fénix. Su luminiscencia naranja le hizo saber al Mortífago que su poder había sido mermado.

-Confundus- pensó a continuación logrando que la mente de su compañera Warlock divagara unos instantes mientras él finalizaba sus movimientos. El aura lo había enfurecido. Jamás se había enfrentado a tal poder. Tuvo que cambiar en ese momento su estrategia, pues los ataques de mayor potencia no serían efectivos.

- Cinaede - murmuró provocando que Sagitas se viera envuelta en un gas verdozo que actuaría como un veneno mortal. Pronto sus vías respiratorias se verían congestionadas por el mismo y su sistema nervioso colapsaría de apoco. Si quería salir de aquello tendría que actuar pronto. Mientras tanto Zack observaría cómo sacaba a relucir los poderes aprendidos de los maestros Uzza, pues aquella mujer tenía amplios conocimientos en el tema. Y él nunca había luchado con magia de dicho nivel, así que le resultaría tanto instructivo como interesante.