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Robo de fragmento desconocido del Libro de Thot


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Y he ahi que Hayame comenzaba a soltar verdades por todos lados. En esencia esa eran las implicaciones que conllevaba el que existiera la posibilidad de que alguien se hiciese con el poder de ese libro. Asi ya que todos estabamos al tanto de esto mejor comenzar a hacer algo, y ya que hayame no puso peros pues entonces era evidente que mi idea era buena. Claro ese ultimo aspecto que señalaba era algo peliagudo....pero no por eso dejaba de tener todo el sentido del mundo. Quien sabe despues de verla algo racional y menos violenta podria tenerle algo de estima a la siempre trabajadora Hayame. pero que conste en las categorias de estima aun iba por debajo de Harpo.

 

-No teniamos a un conocido en el anterior departamento de Misterios....un tal Anton???- dije mientras comenzaba a hacer memoria- Tal vez el sepa mas detalle sobre este libro, porque en lo que yo se....basicamente esa idea de Hayame podria funcionar. -Si creia recordar que Derhorm cuando habia hecho una busqueda de estos fragmentos para regresar a lo que el llamaba su "dimension"..habia desistido porque el poder real del libro solo se manifestaba con todas las piezas en su lugar. -Claro a saber que nivel de poder magico hara falta para destruir un fragmento.

 

Y esta ultima preocupacion era sumamente importante porque dada las implicaciones y poder del libro porque a nadie en el paado se le habia ocurrido esa idea. De todos es sabido que el poder corrompe...y algo tan poderoso como el Libro de Thot...era una gran fuete de poder.

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Mansión Potter Blue

Hayame


La bruja se quedó pensativa y por unos momentos meditó en lo que el ladrón estaba diciendo acerca de la posibilidad de destruír uno de los fragmentos de aquel libro; era algo con sentido, si se trataba de un objeto mágico legendario y tan poderoso, sus páginas tenían que estar protegidas con un gran poder que impidiese su daño o al menos, su fácil destrucción puesto que sus dueños querrían asegurarse de tener seguros sus conocimientos

Aunque a veces los magos se confiaban tanto, que...

-Bueno...

Comenzó a decir la Snape finalmente, enderezándose en el sillón mientras le hacía una seña a su elfo doméstico que alzó ambas orejas, con los ojos abiertos en algo de sorpresa y luego, este se desaparecía para continuar su misión y búsqueda; mientras ellos hacían lo suyo, lo mejor sería que Czésar continuase con el trabajo que se le había dado en caso de que pudiese dar que encontrase algo más o sin querer, quizás hasta información nueva

-Sé que el Ministerio de Magia tiene varias bibliotecas especiales esparcidas en unos cuántos pisos, no todas de ellas accesibles por completo sin embargo... -a esto sonrió haciendo una mueca que era entre resignada por lo que iba a decir y bastante divertida por lo que implicaba al respecto de la familia -Amya. Amya siempre fué una personita especial y no porque le encantase ir a la biblioteca sino que muchos de sus viejos túneles de escape del Departamento, sus túneles trampa y demás se extendían lo suficiente para llegar a muchas partes

Cerró los ojos y entrelazó las manos apoyándose hacia atrás en el sillón

-Y eso incluía algunas de las bibliotecas restringidas porque claro, eran restringidas lo que significaba una posibilidad casi nula de que alguien pudiera ir a buscarte ahí para obligarte a trabajar -rió entre dientes -yo podría ir al Ministerio y entrar en el viejo piso donde estaban las oficinas de Accidentes para usar uno de esos túneles y llegar a las bibliotecas y de paso, desviarlos hacia las nuevas oficinas en caso de que las viejas sean ocupadas por personas que no nos gustaría que encontraran todos los pequeños secretos de Amya

Dijo mirándoles a los tres presentes

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Derhom, Roma Italia.

 

Dejar Viena con una nueva pieza del libro bajo el brazo fue toda una alegria para Derhorm. No habia sido nada llamativo ni que saliera en los periodicos, ya bastante jeleo habia formado y dar mas informacion a la prensa aumentaria el volumen de interesados. Casi tenia la mitad en su poder, pero aun le chirriaba los sucesos de florencia y la actitud de Piero. Asi que pospuso por un momento la jugada maestra para atar cabos sueltos y regresar a Italia. Claro ahora que el albino lo pensaba esto que haria aderezaria la jugada que tenia en mente, eso si el peligo y las chances de que salieran mal serian inmensas.

 

Por el camino de regreso Derhorm estudio todo lo conserniente al Gabinete de Piero y no tardo demasiado en encontrar lo que podria definirse como un eslabon debil. Alguien joven como Antonio Pazzi era mas propenso a caer en los deslices propio de su edad.

 

1- Ambicion: de eso no cabia duda, al verlo en cada foto cerca del primer Ministro no dudaba de que seria de su confianza, al parecer Piero habia aprendido la gran verdad de tener controlada las comunicaciones y saber jugar con estas. Y en esto Antponio habia sido de mucha ayuda

 

2- Sexo: si, estaba soltero. Poder y adrenalina sin sexo era como un buen vino en un tonel de calidad que se prueba antes de tiempo...ergo, basura. Claro al parecer se cuidaba mucho de iniciar un escandalo lo que lo hacia mas sospechoso.

 

3- Confianza: Evidentemente siendo tan cuidadoso como lo era hasta el momento, sin lugar a dudas su principal error seria confiar en ese sentido de seguridad que se habia ganado, creyendo controlada la situacion.

 

Y eran esos tres puntos los que debia atacar. Asi que comencer a tejer la telaraña de un plan que comence a ejecutar al llegar a Roma y que culmino en este punto. La alcoba 69 de Gran Hotel Ritz de Roma, que ahora mismo albergaba entre gemidos de placer a dos adonis sobre una cama, que no se percataron de una presencia que los miraba desde una silla. Como habia burlado la seguridad seria la interrogante del dia, pero al menos Derhorm no dejaria escapar la presa tan facilmente.

 

-Espero no ser inoportuno Antonio -dijo Derhorm en perfecto italiano mientras que con un toque de su baculo al suelo la figura del acompañante del joven de ascendiencia española se alzaba desnudo por el uso de las cortinas de la cama que se enroscaban en su anatomia....hasta quedar desnudo y casi asfixiado en el techo de la cama. -Por favor no intente nada o me vere en la necesidad de dejar sin su experto en comunicacion al Ministro Piero, a fin de cuentas solo quiero charlar, en privado -y dicho esto las cortinas se enroscaron mas fuerte en el cuello del acompañante hasta que se desmayo.

 

-No se preocupe aun esta vivo...no queremos un escandalo que lo vincule a un fallecido no???..hay que cuidar su reputacion. Entonces...charlamos??? -Era una propuesta tranquila y si tod salia bien nadie saldria perjudicado, de hecho incluso hasta ambos saldrian ganando.

 

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Editado por Sean di Spinneto IV

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Antonio Pazzi.

Director de Comunicación de Piero Azzinari.

 

Las blancas e impolutas sábanas, completamente desprendidas de la parte inferior del colchón, ocultaban dificultosamente la desnudez de sus cuerpos, enroscándose en toda su extensión como una serpiente con su presa. Algunas zonas quedaban a la vista de quien los espiase en aquella habitación de hotel. La atmósfera que allí se respiraba delataba el pecaminoso acto en donde segundos atrás se habían cruzado suspiros y gemidos de profundo placer. El calor que emanaban sus viriles figuras.

 

Acarició con la yema de su dedo índice la curva de su cintura, deslizándolo con placentera lentitud. Su piel era suave y transmitía por sus poros la calidez ganada en aquel acto; de vez en cuando, se encontraba con una que otra gota de sudor. Por un momento atravesó su mente el deseo de saborear con la punta de su lengua aquel húmedo resultado del roce de sus cuerpos. Notó como la agitación de su acompañante se iba apaciguando y recuperaba el ritmo cardíaco normal, mientras tranquiliza su mente con las nocturnas vistas que regalaba la ventana de la habitación.

 

Antonio ya se había colocado nuevamente sus anteojos de marco cobrizo para aclarar su vista, víctima de la miopía. Clavó sus azulados ojos en el perfil del hombre recostado a su lado cuyos brazos había colado detrás de su cabeza para elevar su posición. Recorrió el contorno de su respingada nariz, el rojo intenso de sus labios carnosos y su marcada nuez de adán rodeada de pequeños hematomas; evitó detenerse en su negra mirada porque sabía que no se la devolvía. Con sopesada lentitud, casi como si quisiera estirar ese momento para siempre, comenzó a ascender por la planitud de su abdomen arrastrando la punta de su uña.

 

- ¿Sabes? Extrañaba esto. Extrañaba escapar del trabajo y venir a verte.- le susurró sin poder contener en su mente las palabras e implorando que su hilo de voz no fuera audible.

 

Recorrió el espacio formado entre sus fornidos pectorales, deslizando su dedo de arriba a abajo repetidas veces. Había experimentado la satisfacción de aquel acto tantas veces que no dudó en que lo complacería también. Podía sentir la dureza de los huesos bajo su fina capa de piel, y bajo estos el cada vez más regular latido del corazón. Sentía que quería arrancárselo y comerlo a besos. Sentía que quería besarlo, a él, a cada centímetro de su anatomía. Sin embargo, retuvo aquel deseo, aquel instinto que lo convertía en humano; era consciente que aquello era algo casual y de que cualquier muestra de cariño o apego sería recibido con cierta reticencia.

 

El ventilador sobre sus cabezas giraba con extrema lentitud, apenas generando algo de alivio al calor que emanaban sus pieles. Consciente de la situación mientras el sudor comenzaba a deslizarse por su frente atinó a tomar su varita, que hasta el momento reposaba sobre la moderna mesa de luz junto a la cama matrimonial que los dos hombres compartían; palpó la superficie repetidas veces con su mano y sus dedos rozaron varias cosas pero no su varita. Sin embargo, abandonó la búsqueda cuando un extraño sonido interrumpió el silencio de la noche ¿Había sido un quejido? Giró sobre si mismo, presa del sobresalto, y tuvo que acomodar sus anteojos para asimilar la crudeza de la escena.

 

- ¡Julio!- exclamó con palpable horror en su voz, sucumbido ante el pánico.- ¿Pero qué ca...?

 

Había un tercer hombre en la habitación sentada cómodamente en el sillón cuya identidad se ocultaba bajo la oscuridad que se cernía sobre la habitación, dada la falta de iluminación que habían consensuado con su pareja aquella noche...la misma persona que comenzaba a perder los últimos restos de oxígeno de sus pulmones. Notó aun anonadado como su ojos cristalinos desprendían lágrimas de desesperación, las articulaciones de toda su cuerpo se tensaban notablemente contra su piel y como la fuerza de las sábanas ahogaban sus intentos de gritar.

 

Antonio, un español acostumbrado a tratar con los más grandes medios ansiosos por escarbar en los más ocultos secretos del gobierno Italiano, había perdido inesperadamente el control de la situación. Volteó bruscamente su rostro hacia la mesita de noche para hallar su varita pero advirtió, en un segundo, que ésta había caído al suelo y ahora giraba sobre sus propio eje, alejándose cada vez más de su posición hasta chocar contra la pared. Volvió su mirada a la ensombrecida figura mientras recogía una esquina de la sábana con el fin de tapar la parte baja de su abdomen. Julio cayó a su lado, inconsciente.

 

- ¿Quién eres y qué quieres? No sé nada del Ministro que puedas usar en su contra.- sentenció, tratando de disimular el invasivo miedo mediante la firmeza de su voz- Será mejor que te vayas antes de que venga la seguridad.

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Derhorm, Roma.

 

Derhorm habia obtenido lo que queria. Toda la atencion de Antonio. La situacion era incomoda, al menos para Antonio y si fuera por el visitante de seguro hubiera preferido un ambiente mas ecuanime y con mas ropa. Pero uno tiene lo que tiene y la virtud es saber jugar con las cartas que el destino y la casualidad te otorgan. El viejo brujo miro al imberbe muchacho mientras intentaba buscar su varita, algo que habia tenido el buen tino de alejarle, y sonrio al velto taparse con una sabana. Realmente nunca habia entendido esas futilierias del sexo. Pero volviendo al meollo de la cuestion mejor no demorar en "satisfacer" la curiosidad del Director de Director de Comunicaciones del Ministerio Italiano.

 

-Quien soy no importa mucho y lo que quiero....-sonrio- pues es simple, necesito de su ayuda a cambio de la mia. -y no contra cuerpo de seguridad que podria custodiarlo, no. Ya ese no importunaria.

 

Claro, evidentemente alguien de su posicion de seguro penso que el objetivo era el Ministro, pero no. Piero era aburrido, demasiado cauteloso, para bien y para mal. Lentamente Derhorm se inccorpore y mientras aun le apuntaba con su baculo haciendo por momento brillar las runas talladas en este. Como iniciar esta conversacion de forma normal, como mostrarle que podria ser una reunion mutuamente beneficiosa para ambos, si una declaracion de buena fe podria servir, acaso con eso no era con lo que empezaban todos los manuales contra secuestradores y asaltantes de bancos???.

 

-Se que no empece con buen pie, interrumpiendo su intimidad pero no me quedo de otra- dijo mientras se apoyabayaba en su baculo a distancia prudencial pero dejando ver los rasgos de su envejecido y fantasmagorico rostro- una entrevista con usted es casi imposible en estos dias.- se detuvo un momento y continuo- En fin que le tengo informacion referente a los sucesos ocurridos en cierto Museo de Florencia. Informacion que a lo mejor Piero agradeceria que le entregaras.

 

Mejor dar que recibir???. No??? Ahora mismo pese a lo fantasmagorico de su cuerpo Derhorm podria pasar por un anciano bonachon. Claro si se tenia en cuenta como habia despachado a los que custodiaban a Antonio y como se habia presentado...pues ya no tanto. Ahora solo faltaba ver que tan metido en el asunto estaba el sujeto que se encontraba frente a el.

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

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En la "Ojo Loco" Potter Blue:

 

Más pronto pensé en Sean, más pronto llegó él.

 

-- ¡Demonios, soy una gran bruja! -- murmuré al ver entrar al muchacho, con esa media sonrisa que le caracterizaba, en la sala de la Chimenea. La alegría de verle se diluyó enseguida, en cuanto oí lo que decía. -- ¿Cómo que se mueven fuerzas para hacerse con el libro? Sólo es un LIBRO.

 

Sí, era algo excéptica en cuanto a los poderes que un libro antiguo podía tener. Aunque mi experiencia que la consecución de los libros de los Uzza era que ampliaban el conocimiento de la guerra y de las armas a tomar, me parecía tan dudoso que algún hechizo de aquel libro de Totus Thot, o algo parecido, pudiera inclinar la guerra hacia uno de los dos bandos conformados.

 

Aún así, dudé y me dediqué unos segundos a reflexionar. Si todos los beligerantes de uno de los países en contienda lucharan con los hechizos del último libro Uzza conocido, los otros países no tenían nada que hacer. Si los Uzza Bakari, Badru o Ruhinura eran tan poderosos, ¿cómo serían miles como ellos luchando a favor de Bulgaria? ¿O de Londres...?

 

Tal vez aquel libro extraño fuera uno de los que los Uzza guardaban tan celosamente con mil conocimientos. Ahora entendía que hubieran fuerzas que quisieran encontrarlo y estudiarlo.

 

-- Y no me gustaría tener a los Uzza persiguiéndome también, si creen que me he quedado un trozo de su libro -- ya daba por hecho que aquel fragmento robado debía estar relacionado con ellos. Al fin y al cabo, el libro tenía su origen en Egipto y ellos también, ¿no? No estaba muy ducha sobre los orígenes de los Uzza y los Arcanos. Me di cuenta de la expectación que habían creado mis palabras, ¿o habían sido las de Sean?, con lo que continué lo más rápido posible: -- ¿Un robo en Yale? ¿Dónde demonios quedaba eso, en la campiña? ¿Un ataque en el museo de Florencia...?

 

Arrugué el ceño porque soy buena encajando piezas y algo, junto a la pregunta de Sean, me había encendido una lucecita, aún una pequeña brasa... Si pudiera pararme a reflexionar más, seguro que lo encontraría.

 

-- No, no conozco ahora mismo a nadie de confianza en el Ministerio. Al ganar @ las elecciones, muchos fueron despedidos, algunos desaparecieron directamente, quiero creer que para ponerse a salvo de su nueva política de inmigración, aunque las malas lenguas dices que no es precisamente ese el motivo por el que no aparecen...

 

Había cierta angustia en esa frase. Algunas personas con las que me había codeado en mi época de Warlock eran imposibles de encontrar. Sólo esperaba que no fueran ciertos los rumores que las mazmorras de la planta más baja y más oculta del Ministerio se encontraban llenas de prisioneros, antes de ser llevados a Azkaban. Tendría que buscar más información de eso, pero sería cuando yo misma no estuviera en peligro para ser llamada a declarar sobre la denuncia de los Zabini. Ahora tenía que salvar mi pellejo y la de mi familia.

 

-- ¿Crees que ese tal Derhorm puede tener algo que ver con nosotros, con la muerte en Yale, con...? -- Le presioné un poco por si él decía algo sobre el Composium ese al que pertenecía. Suspiré porque pillar a Sean es muy difícil; aunque sea de la familia, supongo que aún no tenía la confianza suficiente para incluirnos en sus pecados privados y hablarnos de ellos. -- Si te refieres a dónde están o estaban los fragmentos del libro, sí, están apuntados en el desván. Bueno... Es que he pasado unos días recluida por allá leyendo libros antiguos -- me excusé. -- Harpo, trae la libreta que hay en el desván, encima de un cajón lleno de material desechable de la antigua familia que ocupaba... Es igual, tráemelo, por favor. No quiero invocarlo yo por si le doy en la cabeza a Sean y piensa que lo hice adrede.

 

Ahora no iba a regirar la charla tan interesante que teníamos por la también muy interesante forma en que me hice matriarca de la familia. Quien quiera saberlo, había un registro donde se podía conocer todo sobre este origen, es decir, quien quiera saber cosas de la familia, que las buscara, yo no quería cambiar la atención ahora que estábamos teniendo una conversación tan amenas. Harpo no tardó en regresar, dándome el libro y dejando varios periódicos en la mesa. Sabía de mi pasión por leer la prensa matutina y verpertina; sobre todo desde que estábamos en guerra había decidido inscribirme a varios de ellos de diferentes países, para saber qué se cocía en el resto del mundo.

 

-- Lo que dices está bien, Hayame. No podemos dejar de preocuparnos por los fragmentos falsos porque eso indica que la voz se ha corrido tanto que hay interesados en ellos. Así que investigando a los falsos podemos llegar a averiguar quienes son los que quieren los verdaderos. Buena observación, ¿quién se encarga de eso?

 

Sí, lo sé, soy una mandona.

 

-- Por supuesto, elfito -- le contesté a Czesar. Tal vez otros sintieran molestias por la forma en que éstos se dirigían a la familia pero en mi casa todos tenían la opción de opinar, al menos hasta que me cabreaba y no dejaba hablar a nadie, pero eso no iba por razas o por criaturas sino por mi cabezonería de no ceder a según qué opiniones. -- Puedes encargarte de esa idea. Sean, no perdemos nada investigando a los que las quieren, así que dejaremos que él se ocupe. Sobre lo otro...

 

Me froté el mentón. Sin darme cuenta, mi habilidad de metamorfomagia hizo que me saliera una barba de chivo que me dediqué a peinar pensativa con los dedos. La idea anterior aún me estaba dando vueltas por la cabeza y no hay nada que más odie que tener ahí dentro algo que quiere llamarme la atención y no consigo atraparla. ¡Odio tener la respuesta a mano y no alcanzarla!

 

-- Pues sí que conozco a alguien de Internacional. Mi hermano @@Adrian Wild es de ese departamento aunque hace tanto tiempo que no nos vemos que no estoy segura siquiera si está en el pueblo o por algún otro país. Podría intentar contactar con él... ¿Ein? -- La pregunta de Hayame casi se me escapa. -- Pues... ¿tú crees que la destrucción del Libro de la Sangre de los Uzza puede dejar que haya magia Uzza en el pueblo? Eso depende en realidad de la gente que lo haya visto, fotografiado, guardado en un pensadero... -- Eso me recordaba que yo tenía entre los recuerdos guardados el momento en que pasaba el recipiente del libro. Tenía una prueba de que los Zabini tenían un resto si ellos lo negaran. -- Es decir, si es el original y nadie guarda ni un sólo recuerdo de él, pues podría pero mira. El trozo ese del Museo de Florencia, ha salido en mil fotos, tantos muggles como mágicas. Se puede perder ese fragmento pero siempre sabremos lo que dice. Es posible que el poder del libro esté en unir físicamente los fragmentos pero también puede estar sólo en su contenido. Ese se sabrá cuando lo recuperemos.

 

Hale, allá metida de lleno en la aventura. A pesar de todo lo que tenía que perder, me sentía bien por lo trama de investigar todo aquello del libro. Amaba las aventuras. Pero meter a más familia...

 

-- Sí, claro, @, pero ahora es el embajador de Escocia y... Tal vez conserve aún recuerdos de su anterior trabajo, si es que en Misterios no le borraron la memoria antes de que abandonara su cargo... Y, como dice Haya, @@Amya An fue una gran devoradora de libros, no por libros en sí, no le gusta leer, sino por su afán de clasficadora archivística pero... Ahora está jubilada. ¿Y Toloveus? Ese hombre es un gran conservador de archivos, aunque no estoy segura de si sólo es en registros para elecciones o si todo pasa por sus manos... ¡hum....!

 

Volví a tocarme la barba de chivo y me levanté de golpe, desapareciendo y dejando de nuevo mi linda barbilla.

 

-- Bueno, tenemos trabajo que hacer. Sean... ¿Por donde empezamos?

 

Ya no estaba deprimida.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Antonio Pazzi.

Director de Comunicación de Piero Azzinari.

 

Volvió a acomodar el marco de sus lentes, más como una reacción al nerviosismo que lo invadía que para ajustarlos a la curva de su nariz. Julio yacía inconsciente a su lado, aun con las rojas manchas en su cuello que delataban la presión que las sábanas habían hecho al ahorcarlo de manera tan salvaje. Antonio se llevó la diestra a su rubia cabellera aun alborotada por la pasión consumada momentos atrás y se incorporó completamente. Rodeó su cintura con las blancas sábanas y efectuó un fuerte nudo. La blanca tela apretaba su piel ligeramente magullada.

 

Tenía frente a sus ojos a un animal, sin dudas. Cuando la luminaria que emitía el báculo que portaba en su mano le iluminó parte del rostro, Antonio descubrió en él un hombre de avanzada edad y de rasgos algo tétricos. Contempló las arrugas de su piel y sus ojos…una mirada que mezclaba frialdad y amenaza en un coctel perfecto. Sospechaba que su poder rúnico provenía de algún culto o clan extranjero con su historia, pues esos tipos de artefactos no eran nada comunes en la actualidad. Sabía algo de los Uzza y los Arcanos, pero aquella materia no era su especialidad ¿De dónde venía este invasor?

 

Al oír sus palabras recordó como el General le había informado en las horas previas que el fragmento real de aquella enigmática pieza mágica había sido enviado a una custodiada bóveda trastero en el Banco Gringotts perteneciente a una colaboradora del Ministro de larga data: Lucrezia Di Médici. Esta bruja, de cuna aristócrata, era una banquera de buena fama que había acrecentado su ya previamente abultada fortuna haciendo negocios con los distintos círculos de poder político global. Sin embargo Antonio nunca había tenido el placer de conocerla.

 

La idea, que Piero había sopesado en soledad antes del atentado en el museo, le había traído ciertas dudas al Director de Comunicación ¿Por qué esconder un bien tan preciado en territorio enemigo en el medio de una Guerra en que Italia pensaba introducirse abiertamente?¿No sería un acto mucho más prudente guardarlo en alguna bóveda romana? La respuesta de Piero, siempre con ese dejo convincente y lógico, las había contestado con una sola frase: “Hay que ocultar el objeto al alcance de todos, pero a la vista de nadie”.

 

- El…el robo. Si, el robo.- aclaró transmitiendo firmeza pese a la situación, haciendo uso de su habilidad como comunicador.- ¿Qué información tiene que podría servirle al Ministro? Del caso ya se están ocupando los miembros del Consejo de Seguridad. Son días difíciles pero podría haber esperado a entrevistarse conmigo en otras circunstancias ¿Qué gana usted con esto?

 

Antonio deslizó su mano disimuladamente por la cama hasta llegar a palpar con la punta de sus dedos la muñeca de Julio; aún tenía pulso. Antonio dejó escapar con un calmo suspiro el aire que llevaba contenido en su pecho desde la intervención de aquel extraño que pretendía chantajearlo. El joven funcionario saldría de esa situación tan airoso como lo había hecho en cada tarea para su jefe, El Ministro. Lo sabía.

Editado por Lucrezia Di Médici
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Derhorm, Roma.

Impasible Derhorm miro en el rostro del muchacho cada reaccion, cada detalle que pudiese denotar atisbo de preocupacion, nerviosismo. Queria saber si habia pisado terreno firme con esta accion que sin lugar a dudas podria granjearme la enemistad y futura persecusion del personal italiano. Lo bueno es que lo habia desorientado, si de algo se podria vanagloriar Derhorm era que no era la version clasica de un mago, ni aun de los denominados oscuros. En ese aspecto el baculo ayudaba mucho, unico vestigio del pasado que queria recuperar. Hasta ahi todo bien, pero no demoro mucho para que Antonio fuera recuperando la calma tratando de amoldarse a esta nueva situacion, el hecho de dedicarse tiempo a si mismo era una muestra evidente de ello. Supongo que tenia mucho que procesar....como le hecho de que si compañia aun respiraba por ejemplo.

-Supongo que no entiende la importancia del asunto -dijo en apenas un susurro -yo no tengo tiempo, si espero las posibilidades de dar con el ladron pues serian infimas -Derhorm le regreso la mirada mientras sonreia, una vez mas cara de anciano bondadoso.- supuse que ayuda extra del Ministerio italiano no estaria de mas, teniendo en cuenta que aun quedan cuatro cuidades donde se guardan fragmentos del Libro de Thot.

Decirlo ahora, decirlo despues una apuesta arriesgada y mas si no se podia controlar del todo. Los ojos rojos de Derhorm miraron a los de Antonio que seguia el curso de sus palabras.

-Yo te puedo dar el nombre del ladron y los proximos objetivos -Derhorm se detuvo un momento como meditando el paso que estaba dando. Teatro, pues todo en una apuesta lo era- y todo a cambio de un simple favor....que me consiga una cita con Aaron, el Ministro ingles.

Bien ya habia soltado todo, al menos lo conserniente al intercambio. ahora solo faltaba esperar la respuesta de Antonio. A vista de cualquiera era una propuesta razonable. El ganaba mucho y perdia poco, porque hablando la verdad y teniendo los sucesos de Florencia como marco de referencia, concertar una cita con Aaron (@)para aliviar la tensa relacion entre ambos Ministerios era algo que Antonio podria hacer desde su posicion y que era poco probable que Aaron lo rechazara, ahora era todo un politico, de seguro daria el paso para guardar las formas aunque se pasase los argumentos por lugares poco soleados.

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

Editado por Sean di Spinneto IV

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La bruja había alzado ambas cejas ante las palabras de su hermana y como de repente parecía haberse olvidado que estaba intentando esconder algo detrás de su espalda, para levantarse enérgica; había estado a punto de señalar algo, algo para picarla pero era consciente también de que aquel no era el momento adecuado para entrar en ese tipo de discusiones sin sentido

Por mucho que los ingleses sintieran el peso de su patriotismo, en esos instantes la guerra era una cuestión que se estaba volviendo demasiado mundial, había escuchado que el MACUSA comenzaba a interesarse también en los resultados de todo ello; y a la Snape en lo personal, comenzaba a volversele irritante aquella cancioncita con las prfecías que no dejaban de taladrarle la cabeza y que parecían anunciarle que algo muy malo sucedería, sin estar segura de si alguien terminaría por asesinar al nuevo y flamante primer Ministro que imprudentemente se había anunciado mortífago o si tendría que ver con el ataque de los búlgaros que aunque no había hecho un daño considerable en sí al menos en el aspecto físico si lo había hecho en el alma de los habitantes de la bretaña mágica de una manera u otra.

Por lo que añadir las consecuencias de lo que pudiese pasar gracias a unos poderes locos egipcios venidos de un libro antiguo, no era como que la tacita de té que la mujer hubiera preferido para esos instantes.

-Bueno, podrías empezar diciéndome que diablos está debajo del mantel de tu mesa, antes de que me vuelva loca intentando averiguarlo!

Exclamó la pelirroja hacia su hermana, tendiendo ambas manos en su dirección como si fuera a apuntar de esa manera

-Luego de eso podría largarme a la biblioteca solo para ver si encuentro algo, ni siquiera habría pensado en Amya leyendo, yo había pensado en Amya escondiéndose para que nadie la molestase con hacer trabajo de oficina -reclamó rodando los ojos varias veces, solo de recordar a la mayor y más loca de las tres hermanas

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Editado por Hayame Snape Potter Black

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Territorio Escoces

 

Una grieta en el espacio-tiempo se abrió...la oscuridad se veía en aquel interior y en el centro se arremolinaba una luz verde esmeralda neón...el lugar era un sitio del territorio Escoces, Kaiser no había enviado nombre alguno en la misiva solo a una criatura bastante común: una liebre muy avispada que serviría de "guía" al matrimonio Ryvak. Soló debía Ryvak abrir un portal mágico pensando en su amigo inefable y la peculiar comunidad mágica en ese territorio.

 

A la bella castaña no le parecía prudente llevar al pequeño castaño, pero a la insistencia del inefable acudieron los tres a ese territorio cruzando el portal que el Ryvak abrió. La grieta se cerró tras unos minutos después de que la pequeña criatura atravesará junto con los Ryvak, el conejo se comportaba feliz y aliviado de encontrarse en aquel lugar y salto en feliz carrera para re-encontrarse con su amigo el capitán Kaiser (o ex-capitán según quiera verse).

 

La castaña hablaba enfadada, para ella era una locura haber regresado a ese sitio que por alguna razón, Aydin había abandonado, Antoni solo le repetía que observara al pequeño, quien no mostraba temor por caminar en aquellas tierras altas. El Ryvak mantenía el rumbo marcado por el conejo, pero también fijaba la vista en la flora del camino, el musgo en los árboles delataban el punto en que se encontraban: el norte, hadas y duendes se alejaban para no ser contactados por lo que debía mantener su varita a la mano, algo o alguien podría salirles al paso...

 

Y así ocurrió, muchos aldeanos celtas se agruparon para ir al encuentro de los Ryvak, la castaña levantó al pequeño castaño cuando se acercaron a toda carrera señalando al niño y llamandole a voces: ¡Aydin! Aydin...Aydin...La castaña no espero a estar a su alcance, miró al peliverde y después se transformó en una elemental de fuego para desaparecer con el pequeño.

 

Fue tan repentino, que Ryvak se quedo a solas con aquellos descendientes de celtas: los Pictos. Ryvak fue conducido hasta el gobernante de nombre Roberto, aquel mago se asombró al conocer al Ryvak, llamó al ojimiel --"Wallace..." --A penas le observó. Aquel apellido removió recuerdos pasados en el ojimiel...aquellos días en que buscaba respuestas sobre su pasado olvidado por el recorrer de los días, en una soledad inexplicable sin saber de su herencia mágica...

 

El nombre rememoraba historia antigua y aunque conversaron por largas horas, ambos magos acrecentaron sus dudas sobre lo acontecido, habría mucho que averiguar pero al igual que tiempos pasados Escocia enfrentaba amenazas bélicas por ser aliados de Inglaterra, ofensivas militares se organizaban para actuar intermitente en aquel conflicto donde los escoceses no creían tener razón de ser partidarios,al menos no por el momento.

 

Y ahí donde su vida se complicó aún más de lo que ya estaba...sin saber a ciencia cierta que debía realizar, Ryvak regresaba a Londres ahora como embajador de Escocia, para pugnar por salvaguardar la paz de ese pueblo...

 

El peliverde guardo entre sus ropas, fotografía del monumento de William Wallace y de varios manuscritos donde se describían acciones de los jacobitas y de la dinastía Estuardo para estudiarlos a detalle...era bastante su emoción...probablemente ahora si estaba sobre la pista real sobre sus padres sanguíneos...

 

 

Florencia

 

Los sucesos se estaban sucediendo con una rapidez vertiginosa...

 

Convencionalmente, el peliverde actuaba por impulsos, no llevaba ni un día en Londres, cuando fue contactado por un inefable Italiano, el mago compartía con el peliverde su inquietud sobre un asunto secreto, la existencia de un fragmento de un poderoso libro, que fue robado de su pedestal donde se resguardaba en un museo de Florencia. El inefable Pierre, confió al Ryvak, de que solo era una copia, pero temían de un segundo intento por sustraerlo, por ser una parte fundamental de aquel libro de magia poderosa, muchos sospechosos saltaban sobre la lista que tenían a la mira ¿Quienes serían los que iban tras el fragmento? Al momento podían ser muchos, aquellos que le veían como una forma de salir victoriosos de esa guerra...

                  Picsart-22-02-23-05-13-30-507.jpg  

 

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