Robo de fragmento desconocido del Libro de Thot

[Zoella Triviani]

Búnker Burlington in England.

Utilizado para reuniones clandestinas.

Y bajo la atenta mirada de ambos hermanos cerré la tapa de la caja, donde aguardaba uno de los fragmentos del libro de Thot. Había sido difícil Sonreí ante sus preguntas. Levantó su varita al mayor de los Triviani y y con mirada amenazante - Quieto, ni se te ocurra dar otro paso o tendré que detenerte yo - Solté para darle una señal con mi varita que aún estaba en alto de que se sentara, otra vez. Conseguir dicho fragmento había costado, me tocó descobrar algunos favores y pedir otros, además de volver a retomar antiguos lazos que había abandonado.

 

La mafia Italiana no se iba por las ramas, y cada Triviani tenía su arsenal de contactos. Me estiré hasta los vasos y tomando una de las botellas de Whiskey, empecé a hablar nuevamente sirviéndome en el vaso - A ver, aún falta alguien en esta reunión pero seguro no tarda en llegar. Debemos buscar los demás fragmentos del libro, no fue fácil conseguir este así que los demás nos llevará su trabajo - tomé un trago y giré la mirada al rubio - Serás parte importante de esto, escuché que hay un fragmento en Gringotts y debemos ir por él. De ser necesario, usaré esa bóveda que tengo a nombre de un testaferro para pagar a quien sea - acoté, a la par que uno de los elfos asomaba su cabeza por la puerta, anunciando de la llegada de quien faltaba - Hazlo pasar - Le solté, para que minutos después llegara.

 

Hice aparecer otra silla, en medio de ambos magos, y al sentir como tocaban la puerta indiqué que pasara. Sean Linmer, quien era uno de los pocos magos que sabía todo o casi todo sobre estos fragmentos, le había llamado para entre los cuatro obtener todos y completar el libro de Thot, Con un gesto le hice invitación a sentarse y me dispuse a presentarlo - Bienvenido Sean Linmer, nosotros somos los tres hijos de Candela Triviani. Jeremy es el rubio aquí presente, el castaño es Matthew y yo, Zoella - inicié mientras le colocaba un vas frente a donde estaba y vertía un poco del mismo whiskey que estaba tomando - Los cité para hablar de negocios, y supongo que ya te enteraste Sean que conseguí uno de los fragmentos perdidos, y por ello te necesito, para obtener los demás fragmentos bajo mi poder... nuestro poder - objeté para silenciarme, esperando a que alguno tomara la palabra.

 

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[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Sean Linmer....con los Triviani.

 

El arte de esperar era uno que se aprendia como parte del negocio, a fin de cuenta mucho del trabajo investigativo ante de cometer un atraco o simplemente para encontrar el hueco exacto en la maquinaria donde descargar mercancias ilegales. Si en este negocio la paciencia se traducia en oro. Dicho esto, esperar en un comodo sofa observando el exquisito decorado italiano de las paredes no estaba mal, de hecho era entretenido buscar en los diferentes cuadros expuestos esos detalles que hacian de estos una pieza maestra de falsificacion. Asi transcurrio un intervalo de tiempo, corto he de decir, hasta que un elfo se presento a mi lado mostrandome su brazo hacia la puerta como señal de que me esperaban. Me levante despacio y me dirigi al lugar con paso seguro.

 

Que sabia antes de entrar, solo rumores de lo que podian tener los Triviani, tal vez verdaderos, tal vez intentando cazar incautos o conocedores de tema....interesandos en un aumento de poder o tal vez afiliados a algun bando en esta guerra en ciernes. Yo...pues tenia de todo un poco en cada apartado. Sabia que me podia meter en un buen berenjenal accione el picaporte de la puerta mientras exalaba con calma. Ya adentro mi mirada recorrio a las tres personas que tenia enfrente. Que la chica Zoella los presentaras ya confirmando mi nombre me daba la idea de que muy seguramente tenian idea de porque estaba ahi. De hecho creo que a algunos los habia visto, tal vez del asunto con la Logia en los Puertos de Liverpool. Si, tal vez fuesen colegas de Cissy, lo que era bueno y malo a la misma vez.

 

-Mucho gusto en conocerlos-dije inclinando la cabeza hacia el grupo.

 

Por suerte Zoella era alguien practica y enseguida entro en negocios. Si, los rumores de que tenia un fragmento me habian atraido como oso a la miel, eso no podia negarselo, y lo de ayuda, pues en lo que hiciera falta. Claro, esa equivocacion tal vez premeditada me llamo la atencion, no habia duda de que estos fragmentos estaban por iniciar una exelente caceria.

 

-Bien ya que vamos directamente al asunto y que estamos oficialmente presentados- dije mientras sacaba lentamente de mi bolsillo dos ejemplares del profeta.-Supongo que con el fragmento que tienes en tu poder somos ya unos de los grupos que van detras de estos. Un robo de un fragmento en EE.UU, un extraño suceso en el Museo de Florencia donde casualmente habia otro (que conste que no creo en casualidades) y claro -y esta noticia si no habi salido en el Profeta- la perdida de un fragmento aqui mismo...en Inglaterra.

 

Y porque no se sabia? Pues porque me la habian jugado a mi. Sin ningun roce institucional.

 

-Como ven, no parece que seamos los unicos en esta carrera- dije mientras me rascaba la cabeza.- Quienes serian los demas, pues con este ambiente de guerra cualquiera. Sin embargo tenemos en este ambiente una singularidad. -Me detuve y lance una foto de un hombre palido de cabello negro azabache y ojos rojos. -Su nombre es Derhorm, el siempre tuvo interes en estos fragmentos y lo curioso es que el Simposio de los Ladrones pone por el 5 000 galeones por informacion, 100 000 por su captura. Otra coincidencia???. Me da que no. En fin, se unen a la caza???

 

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[Lucrezia Di Medici]

Piero Azzinari, Ministro de Magia de Italia.

 

- ¿Ministro, puede detallarnos qué ha pasado?

 

- ¿Qué le ha pasado a Antonio?¿Se está recuperando?

 

- Ministro ¿Ha vuelto a ser Gran Bretaña la culpable de este atentado con la vida del señor Pazzi?

 

Los flashes volvían a golpear con fuerza sus pupilas, dilatándolas y acercándolo cada vez más a la momentánea ceguera. El vocerío se volvía por momentos inentendible entre capas y capas de preguntas de periodistas que se superponían unas con otras. Los gritos y los incesantes intentos frustrados de los reporteros por acercarse lo más posible a él lo obnubilaban, mientras resguardaba su seguridad protegido por un cordón de custodios que no temían elevar la voz para mantener a raya a los preguntadores seriales. La expresión en su rostro permanecía serena para mantener lo indescifrable de su pensamiento. La comisura de sus labios comenzaban a tensarse de ahogar una punzante respuesta a los periodistas que lo acosaban con sus cámaras y sus cuestionarios.

 

- No haré mayores declaraciones. Antonio Pazzi se está recuperando favorablemente en el hospital central de Roma. Les agradezco su preocupación por la salud de nuestro equipo de trabajo. No hay nada más que comentar.

 

La voz de Piero había fluido clara, con las palabras premeditadas y con un tono protocolar. Solo tuvo que dar tres pasos más hacia una de las pretenciosas y estilizadas columnas blancas que franqueban la Plaza de San Pedro para que su figura atravesara el mármol traverino que la conformaba. De un segundo para el otro el inquietante bullicio se apagó y sus oídos fueron endulzados con el tranquilizador silencio de aquel pasillo del Ministerio de Magia italiano. Paz, por fin. Su secretaria personal lo esperaba hacía minutos junto al pasadizo mágico pero ésta prefirió esperar unos segundos a que Piero calmara el vértigo generado por la exposición a la marea de la insaciable prensa. El Ministro de Magia se tomó unos momentos para detenerse allí, en medio de aquel angosto pasillo de rectangulares cerámicas negras azabache, y suspiró.

 

- Me pareció ver a un periodista de El Profeta. Los quiero lejos hasta que emita la proclamación de guerra.- le indicó a la mujer que lo acompañaba, cuya vuelapluma se apresuró a grabar en un pergamino levitante la orden de Azzinari.

 

Al final de aquel camino, perteneciente a las dependencias del Ministerio designadas para uso de Piero y de su círculo más influyente de asesores, se encontraba una comitiva de funcionarios de seguridad que él mismo se había encargado de convocar mediante un memo de necesidad y urgencia. Era fácil notar como aquella era la primera ocasión de muchos trabajadores base en aquella apartada división del subterráneo edificio gubernamental, poco accesible para quien no cumpliera con la autorización o los requisitos de Azzinari. Él mismo, cuando solo era un funcionario judicial de su antecesor, nunca había puesto un pie en aquellos pasillos intrincadamente interconectados. Dibujó en su tosco rostro una sonrisa de expresa añoranza, deseando revivir aquella época donde no tenía en sus manos la vida y el destino de la comunidad mágica italiana.

 

Comenzó a caminar con paso firme, escoltado por su secretaria de cabello entrecano y columna ligeramente desviada. Se tomó aquel tramo que lo separaba de los funcionarios de seguridad para sopesar lo que le habían informado a primera hora de la madrugada aquel día, en una emergencia acuciante como nunca había experimentado en el uso del poder. Antonio Pazzi y su pareja habían sido atacados en la intimidad de la habitación de un hotel, donde Piero era consciente que llevaban a cabo sus encuentros sexuales; los cuerpos carentes de vida de dos custodios habían sido hallados horas después, ocultos de forma notablemente improvisada en el cuartillo de limpieza. Los investigadores ministeriales habían registrado allí la utilización de maleficios imperdonables y hechizos ofensivos contra su Director de Comunicaciones, mientras que su pareja había quedado al borde del shock cardíaco por la falta de oxígeno en sus pulmones. Infortunadamente ninguna pista sobre la identidad del atacante había sido encontrada, ni allí ni en las cercanías al hotel.

 

Todo giraba alrededor del libro de Thot. No lo presumía; lo sabía. El terrorista, pues así lo había catalogado el Ministro a sus funcionarios, había dejado sobre el pulcro escritorio de la perpetrada habitación un listado con las ubicaciones del resto de los fragmentos de aquel objeto antiguo de mítico poder e incalculable valor económico. Sin duda, pues eso le transmitían desde el Departamento de Misterios, el Libro de Thot sería una ventaja cuantiosa en la guerra abierta que se avecinaba en Europa pero ¿A qué precio? ¿Por qué el atacante, aun un enigma para su entendimiento, había dejado a su disposición la locación geográfica del resto de los fragmentos? Eso sin contar lo que ahora no podía ignorar, por más que su consciencia se lo exigiese: la bóveda donde guardaban una de las partes, otrora ubicado en Florencia, corría un irremediable peligro. Debía tomar medidas que jugaban al límite de la estrategia bélica que había diagramado con su equipo. Debía mostrar mano dura.

 

- Todos deben sumarse a la custodia de la bóveda trastero de Lucrezia Di Médici en Gringotts. La alerta es permanente. El futuro de nuestro país se juega en territorio enemigo. Nadie puede ser capaz de poner un dedo del pie en las inmediaciones de la bóveda. Utilicen todas las herramientas y los procedimientos que intuyan necesarios, no llamen la atención de los duendes al ingresar e informen cualquier actividad extraña al Ministerio. Di Médici se les unirá para extremar las medidas de seguridad. Los quiero allí en quince minutos.

 

La severidad de sus palabras era manifiesta y no tardó en despertar el sentido de autoridad de aquellos funcionarios de militar entrenamiento. El contingente de aquellas personas de rostro serio y respetable, cuyas miradas infundían justificado temor, se transformaron en seis volutas de oscura niebla que atravesaron el pasillo hasta desvanecerse rumbo al Callejón Diagon, donde se alzaba el imponente banco mágico Gringotts. Al desaparecer los funcionarios ministeriales Piero volvió a clavar su mirada café en las facciones avejentadas de su secretaria, quien le concedió un gesto de afirmación agachando ligeramente su cabeza. El Ministro le devolvió el gesto e ingresó en su despacho con el objetivo de monitorear las actividades que sus empleados cumplían en Gran Bretaña.

[Matthew Black Triviani]

Matthew Triviani

 

Búnker Burlington in England - Utilizado para reuniones clandestinas.

Matt aplaudió como desquiciado y dejo relucir una genuina sonrisa, tras la pequeña escena que había montado su hermana para el mayor de los Triviani, se emocionaba cuando se peleaban o cuando habían riñas en la familia, le resultaba divertido y un tanto entretenido. -Oh- volteo a ver al elfo que llegaba con una bandeja de plata y bebidas en ella -intento tocar la bandeja y sus manos ardieron- le gruño, por tener tal descaro frente al gitano y su hermana había tomado los vasos para llenar uno con aquel liquido color café.

 

Saco su propia petaca, que siempre viajaba en el ropaje del gitano y dio un sorbo de su contenido -Ginebra- sin despegar la mirada de ellos.

 

¿Quéee? pregunto, arrastrando la ultima silaba.

 

¿Jeremy nuevamente a Gringotts? si, tenia historia, luego de varios procesos él rubio había logrado infiltrarse en el, pero con el tiempo nuevos problemas fueron apareciendo, logrando que escapara de ahí para nunca más ser visto por los duendes. Claro, aún tenían contactos dentro, y podría entrar bajo alguna poción multijugos, haciéndose pasar por Candelita.

 

Un ademan con su mano, saludando al recién llegado, según Zoella, Sean Linmer.

 

¿Quienes otros grupos están detrás de los fragmentos? preguntó al recién llegado.

 

 

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[Hayame Snape Potter Black]

La bruja había alzado un poco la mirada escuchando a su hermana hablar sobre lo de Amya

-Nunca dije que Amya leyera o que estuviera en la biblioteca por las ganas de forrarse de libros... pero es que no me escuchas, mujer?

Bufó la vampiro de ojos rojos comenzando a talllarse los párpados

-He dicho que Amya tenía una salida de resguardo o tipo refugio para esconderse ahí, en las secciones a donde nadie dejan entrar... porque así no podían encontrarla! -puntualizó comenzando a mover una mano como si con eso pudiese reafirmar lo que acababa de decir -si no hay permiso de que la gente entre en esa zona, Amya podía esconderse del trabajo y planear sus locuras sin apurarse siquiera de que los guardias la encontraran puesto que a ninguno se le ocurriría pensar que hay más entrada aparte de la que ellos conocían

Frunció el ceño

-Solo que en estos momentos estás empecinada en distraerme de lo que te estoy preguntando, pues atiende a que no va a ser así, nos hemos involucrado hasta el fondo y realmente necesito saber porque necesito manipular las cosas en el trabajo, soy la única en Accidentes que se pasa por allá para cubrir lo necesario -se quejó

​Cerró los ojos y luego, miró a Sagitas con seriedad

-Puedo esconder lo que necesites esconder y ya sé que sitio es bueno para ello -comentó con lentitud y se pasó un dedo por los labios -a nadie se le ocurriría buscar ahí porque ni siquiera las personas que fueron a revisarme el lugar se tomaron el tiempo de revisar lo que hice para casos de emergencia... o de hecatombe mundial

Sonrió de lado y luego, la miró con seriedad a su hermana

-Confías en mi como para una misión así?

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[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Sean Linmer....con los Triviani.

 

Creo que bien resumido eso era todo. Esperaba tener la atencion de los tres porque sin lugar a duda lo que proponia era mas que un reto, era un desafio. Contagiar ese espiritu en sujetos sumamente recelosos era muy importante, no se me olvidaban que eran "La Mafia" y por tanto que aceptasen algo a su conveniencia que trajera alguien de afuera podria tomarse con pinzas. Y no me equivocaba en mi apreciacion, cuando el Triviani de cabellos color azabache tomo la palabra fue nada mas y nada menos que a la primera verdad que preferia mantener oculta. Si, ademas del supuesto ladron y del grupo que pretendiamos formar estaba el grupo de Sagitas, pero mejor era manterlo fuera del radar. Claro, tambien sabia el porque habia dejado esa pieza ahi, porque podria servir para unir la narrativa y eso hice al ligar al Simposio de los Ladrones en el asunto con esas "singularidad"

 

Si, no estaba yo para dar puntada sin hilo en un ambiente donde el menor desliz pudiera hacerme dormir con los peces del Tamesis. Asi que me valdria de cualquier noticia semiveridica para sacar conclusiones afines a mis intereses. Claro ahora era tiempo de entrar a jugar la baza de hacerme indispensable. A fin de cuentas lo malo de dar demasiada informacion y servirlo todo en bandeja era que podrias ser desechado.

 

-Ahhh otra cosa que se me olvidaba es que conozco las otras locaciones donde estan los demas fragmentos- dije sonriendo- de seguro de uno de ellas la señorita Zoella habra tomado el que tiene...asi que bien que se pudiera desechar y centrarnos en los que faltan....y rezar a Merlin porque no se nos hallan adelantado.

 

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[Hayame Snape Potter Black]

Potter Blue

Los elfos se miraron los unos a los otros, confundidos por algunos momentos acerca de lo que debían de hacer a continuación o cómo podrían ayudar a sus amos en una situación tan crítica; era un alivio ver que las hermanas ya estaban hablando entre ellas y que finalmente se había aclarado todo el misterio que cargaban a cuestas entre las dos pero no por eso significaba que todo lo que estaban haciendo fuera a ser del todo en vano

Czésar ya no quería perder más tiempo y más cuando ya le habían dado sus órdenes por lo que se inclinó otra vez hacia las hermanas

En su pensamiento, las guerras de los magos eran una cosa que nunca iba a entender

Los países se masacraban los unos a los otros, las personas gritaban y lloraban, mujeres eran arrastradas incluso cuando estas no hubiesen hecho nada, los niños de los magos y las brujas eran dejados huérfanos por personas que tendrían que haberlos protegido; todo siempre era un caos cuando se trataba de los humanos que parecían no tener la suficiente inteligencia como para lidiar políticamente en paz con sus diferencias y para todo querían meter las varitas

Porque claro, incluso esa guerra con sus elecciones y todo lo demás era solamente una oportunidad para medir quién tenía la varita más larga y grande de todas

Casi como el asunto del Señor Tenebroso pero con más gente metida y no en contra de un solo individuo en común

-Me retiro, buena suerte

Le susurró a la Snape inclinándose hacia ambas hermanas para luego partir a buscar más fragmentos falsos y quizá con la buena fortuna de los elfos hasta pudiera dar con uno verdadero qué llevarle a las mujeres

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[Ashley Peverell]

-¿Así que ustedes saben algo de lo que está pasando aquí?

La bruja tenía puesto en esos momentos una ropa muy cuidada, mas bien como una bata de dormir que se intentaba cambiar al menos tres veces al día con la ayuda de sus elfinas que no la dejaban en ningún momento porque sabían que en esos momentos la pobrecita estaba demasiado delicada de salud como para incluso cambiarse de ropa ella sola pero todos sabían que la Peverell estaba haciendo sus mejores esfuerzos para salir adelante, ella era Gryffindor y como todos ellos ella era valiente incluso en las peores situaciones donde su salud estaba comprometida y sabía que en esos momentos su familia necesitaba de toda la ayuda posible porque parecía que lo que tenían entre manos era un caso muy delicado donde los estaban involucrando a todos lo quisieran o no.

Y desde que el departamento de Accidentes se había desintegrado parecía que todos estaban viviendo en las casas de las familias, en todas las casas para permanecer juntos y siempre unidos como era el ejemplo digno y honorable de todos los que se considerasen hechiceros de buena moral, el poder no solamente residía en las venas que alimentaban sus varitas sino también en el alma que destilaban entre todos juntos, siendo por eso de los amigos y familias más fuertes que había y la rubia estaba muy orgullosa de formar parte de ellos también y de que le dieran su espacio.

Se dejó caer en un sillón y se abrazó a una almohada que estaba mucho más fresca que su cara y pareció que se iba a quedar dormida pero en lugar de eso se quedó mirando a Sagitas como si todas las respuestas del universo estuvieran en ella y solamente en ella.

-¿Es muy grave lo que está pasando?

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Derhorm, playa francesa....dirigiendose a Londres.

 

El viaje fue tranquilo, un poco de cambio en su fisico y Derhorm pasaba por ser solo otro vacacionista mas que recien llegaba a la playa. Lo que mas trabajo le habia costado era pasar la seguridad en los alpes italianos, de ahi en adelante todo habi sido paz. Paz productiva para pensar en sus proximos pasos. Por un lado no le hacia gracia dejar detras el Louvre en Paris....o mas lejos aun, el Reichstag aleman o incluso la estatua de la sirenita en Copenague, era un riesgo que corria pero tenia que disponer de algo mas que suerte para sus movimientos futuros. Quien sabe que resultados daria pero sin dudas lo de Gringotts requeria ayuda adicional. Eso si regresar a Londres tenia sus riesgos, para bien o para mal asentarse ahi despues de ser desprovisto a la fuerza de su propia dimension lo habia hecho asociarse a personas muy perspicases y al tener su red ahi, que no lo vieran resultaria complicado.

 

Como buen anciano se ajusto los lentes mirando las olas mientras con una mano sacaba un pedazo de pergamino de su bolsillo. Lo examino mientras sonreia y espero hasta que un buho castaño aterrizo en su hombro. Derhorm se apresuro a sacar un poco de alimento para aves de rapiña y le cedio un poco al buho mientras este se hubicaba en una rama cercana. Con paciencia ato el mensaje mientras repasaba los pasos. El primero concertar una cita con Aaron, de ahi el mensaje que le habia "robado" a Antonio.

 

A quien corresponda:

 

Antonio Pazzi, Director de Comunicación del Sr. Ministro Piero Azzinari, solicita una reunión de suma urgencia con el Ministro de la Magia de Gran Bretaña dados los hechos recientes de público conocimiento. Se implora celeridad en la organización de la misma.

 

Dirección de Comunicación.

Ministerio de la Magia, Roma.

 

Con la utilizacion de este buho en especifico me aseguraria de que fuese directamente el mensaje a la oficina Ministerial. Ya ea a la secretaria @ como al propio Ministro @

[Xell Vladimir Potter Black]

En la "Ojo Loco" Potter Blue, con la familia:

 

Estaba tan sorprendida por lo que explicó la tía Sagitas que no pude articular sonido en un buen rato, con las dos manos en la boca, aturdida, sin saber qué pensar, que decir, qué hacer. Estábamos ante la búsqueda de un afamado tesoro de un libro que parecía diabólico, por los poderes que parecía contener en su interior.

 

- ¿Ese fragmento que estaba en Yale sólo lo protegían los muggles? ¿Están locos, los que sabían que era un libro mágico en un sencillo edificio sin magia? ¿Y dónde están los otros fragmentos? - dije, levantando las manos y volviendo a ponerlas sobre mi boca en cuanto hablé de nuevo.

 

Les escuchaba y más sentía en mi corazoncito que aquello era un error, que debíamos dejarlo, olvidarnos del libro de Thot. Era demasiado peligroso para todos. Aunque, ¿cuándo eso había parado a la Familia? Hayme, Sean, Sagis, todos opinando como si no de dieran cuenta que podríamos perder mucho más que la vida con aquella búsqueda.

 

Volví a quitarme las manos de la cara, algo enfadada con lo que sugería Sean pero, sobre todo, porque sabía que a los demás les iba a parecer una gran idea.

 

- ¿Quieres encontrar los otros fragmentos para robarlos? ¿Es qué te diste un golpe en la cabeza? Ahora mismo son lo más peligroso del mundo y no podemos arriesgarnos a tener más problemas en la familia, con los que ya tenemos encima.

 

Sabía que iba a ser una protesta sin sentido, sobre todo porque Sagis estaba evaluando la propuesta y la tía Hayame ponía su cerebro en busca de lugares donde encontrar información. ¡Si hasta querían molestar al primo Antoni para que nos ayudara! ¡Y sacar de la jubilación a la tía Amya, con lo a gustitio que estaba en su mansión con la paga de jubilada!

 

La tía Hayame insistía en ver lo que escondía la tía Sagitas debajo de aquel mantel, yo no estaba segura de querer verlo. Así no tendría que mentir sobre ello. Pero la tía dijo que era lo que le habían robado a los Zabini y que ella había conseguido rescatar. Suspiré y me acerqué a ella, con algo de pena en la mirada.

 

- Tía, estás en un jaleo horrible. Lo primero que tienes que hacer es avisar al patriarca de los Zabini que tienes todo ésto y buscar una manera de devolvérselo. Has de evitar a toda costa que el Ministerio te acose.

 

¿Debía decirle que sabía que el Gabinete del Primer Ministro iba a ir contra ella? Era una persona malvada que no olvidaría nunca que ella intentó detenerle hacía tiempo, en el inicio de esta etapa de guerras, cuando aún era Warlock. Se la tenía jurada y seguro que buscarían cualquier manera, legal o no, de hundirla. Sean dijo que fuera Harpo quien empaquetara y mandó a Sagitas y a Haya al Ministerio, para hablar con Antoni y con Adrian, si era posible.

 

- ¿Y yo qué hago, primo? - Con esta pregunta admití su rango para dar órdenes. Pero como se fue tan rápido, no me contestó, así que me volví hacia mis tías. - ¿Cómo ayudo? Podéis contar conmigo...

 

Esperaba que lo creyeran. El lapsus de hacía unos días sobre mis ideas había sido momentáneo. Había recapacitado y volvía a mi forma de ser de siempre, fiel a la familia. Me senté al lado de la tía Ash, quien se agarraba a un cojín. Estaba tan aturdida como ella con la salida de la tía Hayame sin saber cómo podía ayudarles.

 

 

OFF: Perdón por la ausencia, creo que me perdí entre tantos posteos. Si tengo algún fallo, me decís.