Azkaban

[Jeremy Triviani]

-No puedo hacer un Patronus en este momento -Le respondió en voz baja apenas consciente de la cercanía de la bruja. Soltó su mano, cuando se dio cuenta que la tenía aun agarrada a él. Como si fuera un salvavidas que lo sacaría de ahí. Pero no. Zoella estaba muerta, y no habían podido ayudarla con nada, ninguno de los dos. Había llegado tarde. La revelación de esa verdad le dolió en el alma. Habían prometido estar siempre el uno para el otro. Y ahí estaban una vez más juntos… pero en su muerte. El vampiro se secó las lágrimas porque empezaba a sentir una furia enorme producto de la impunidad del destino. Asintió a la pregunta de la varita, que le hizo Tauro, aún podía y sabía usarla. ¿No?

 

-¿Ella volverá tal cual siempre lo fue? -Preguntó esperanzado, pero la siguiente frase de la Letra, ahogó todo el pequeño ánimo, que había empezado a tener. Todo de nuevo al suelo. Ni siquiera tenía fuerzas para pelear con ella o tirarle un comentario hiriente que la hiciera enojarse - Vamos a buscar su alma entonces. ¡Dejemos de perder el tiempo! -Protesto.

 

Camino los pasos que lo distanciaba de la varita de Zoella y la levantó del suelo para guardarla en el bolsillo del pantalón. No quiso mirar a Candela, no podía hacerlo, no estaba listo para los reproches que su madre le daría. Él había perdido a Zoella. La culpa estaba empezando aumentar. Se distrajo cuando unos dementores empezaron a encerrarlos y Tauro los ahuyento. Eran muchos. Azkaban era su hogar y además empezaba a hacer frío.

 

-¡Lumos solem! -Grito haciendo que una gran luz saliera de su varita y fuera a parar sobre los aspiradores de alegría. Dudaba que estuvieran comiendo a gusto entre tanta tristeza.

 

 

@ @ @@Candela Triviani

Editado 16 de Septiembre del 2019 por Jeremy Askar Triviani

[Tauro M.]

Tauro quiso decirle que el único que estaba perdiendo el tiempo era él, pero al menos verlo actuar un poco como lo solía hacer, le devolvía la esperanza de que poco a poco el vampiro se recuperaría. Ella ni quería pensar en lo que estaba viviendo Jeremy, no quería dar lugar a sentirse identificada con él ni que sus sentimientos empezaran a manifestarse, porque de hacerlo no sabía si iba a poder recuperarse. Tauro estaba intentando hacerse la fuerte con todas sus fuerzas, no por el mago, sino por ella misma. Perder a un ser querido era algo en lo que no quería detenerse a analizar y menos tratándose de un familiar como la hermana.

 

— Yo... —sintió su propia voz temblorosa. Ahora le costaba encontrar recuerdos felices a los qué aferrarse para poder conjurar un patronus. Sintió rabia, no podía dejar que ese pensamiento cobrara fuerza, ella estaba bien, en algún lugar, pero estaba bien —Necesito que me cubras las espaldas mientras abro el portal —. Reparó en Candela —Los muertos deberían quedarse donde pertenecen, sin embargo, no hay nada escrito que evite que se pueda hacer lo contrario —. La bruja se habría prometido no jugar con la Nigromancia para traer muertos a la vida, había visto de cerca lo que le sucedía a esas personas y lo cambiadas que volvían, como si fuesen otra, pero no le correspondía a ella juzgar lo que era correcto o no.

 

Tauro llevaba consigo el poder de todos los libros en un solo diminuto que colgaba de un collar casi invisible en su cuello. En cuando a las habilidades adquiridas de los Arcanos, poseía un anillo único que se transformaba dependiendo de la habilidad que utilizara, de esta manera evitaba ir por ahí como gitana con todas las joyas encima. Crear un portal no era problema, ya lo había hecho cientos de veces, ahora, ir más allá del mundo de los muertos era algo que solo había practicado una sola vez.

 

— Antes de hacer esto necesito saber si vendrás conmigo o te quedarás con tu madre y hermana —dijo en dirección a Jeremy.

[Hayame Snape Potter Black]

Ministerio de Magia

Hayame

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-Por todos los augureys, cuántas personas pueden salirse de este Ministerio sin que alguien sepa a dónde se han largado?

-Para ser sincero amiga, parece que muchos de los empleados no se han sentido demasiado felices con las últimas declaraciones del Ministro y discretamente, o al menos a lo que intentan, están desvaneciéndose hacia el resto de países que están enemistados con Inglaterra

El hombre que se ocultaba del otro lado de una puerta apenas entreabierta cerró los ojos y dejó escapar un suspiro cansino, mientras que la Snape continuaba viéndole casi con sorpresa; un momento después, la chica entornó los ojos y estos brillaron rojizamente como si estuviesen meditando sobre lo que seguía y sentía algo de rabia y descorazonamiento, puesto que el lugar parecía irse derrumbando sobre sí mismo internamente, mientras que en el exterior todavía daban una imagen algo tambaleante de seguir moviéndose juntos

Ahora entendía porque todos habían sentido que aquella guerra ya era un punto crítico de donde ni siquiera los mejores videntes estaban seguros de si se levantarían algún día, si es que llegaba a suceder

Todo el panorama era tan oscuro...

-Ni siquiera han optado por países aliados, los pocos con los que conseguí hablar dicen que el enemigo está dispuesto a aceptarlos y protegerlos en cuanto cooperen y juren que en esta batalla, no lucharán por su país pero que tampoco se quedarán de parásitos y ayudaran de alguna manera u otra, aún así sea con trabajos de escritorio

El hombre volvió a suspirar y se acomodó las gafas

-No les importa ser traidores siempre y cuando estén a salvo...

-Pero con el Azkaban que el Ministro está abriendo otra vez, no se piensan que les van a arrastrar ahí en cuanto les puedan poner las manos encima?

Inquirió la pelirroja mirando a su compañero que miró a los alrededores antes de fruncir el ceño y hacerle espacio para que entrase; la pelirroja miró con discreción a los alrededores y entonces, entró con el hombre que se asomó apenas la nariz para asegurarse de que nadie la hubiera seguido en el pasillo o les hubiese visto hablar para después, cerrar la puerta y llenarla de maldiciones y encantamientos

Mejor prevenir que lamentar más tarde

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[Tauro M.]

No hubo tiempo para esperar una respuesta de Jeremy. Los dementores seguían acercándose y atacándolos, la muerte, la desolación era lo único que parecía reinar en ese pequeño espacio y todo rastro de esperanza respecto a la situación de la hermana del vampiro estaba siendo consumido y sirviendo de carnada para aquellas criaturas. Tauro veía la situación no como imposible, pero si como poco probable de mejorar en los próximos minutos. Ahora más que nunca estaba segura de que debía actuar con rapidez.

 

De repente, un nuevo viento helado que hizo su piel se erizara, poniéndole los pelos de puntas, le anunciaban a la bruja que ya no se trataba de un grupo de dementores. Si el demonio aun no había aparecido en parte era debido a ellos. Era egoísta, quería el festín únicamente para él y ante cualquier intento de beso por parte de las criaturas no dudaría en intervenir, pero por lo pronto parecía que le gustaba verlos así, débiles, convirtiéndose en presas fáciles.

 

—Jeremy, Candela... —murmuró bien bajo —Ninguno de nosotros se puede quedar, hemos esperado demasiado tiempo —No había tiempo para explicaciones, por lo que después de ahuyentar a cinco dementores más que la estaban dejando agotada, dejó todo en manos de ellos dos para entonces ella empezar a crear el portal. No había ninguna ciencia en eso, pero para el lugar que iban necesitaban un sacrificio. Por desgracia de los triviani el sacrificio ya estaba servido y siendo totalmente respetuosa mojó sus dedos en la sangre de Zoella derramada en el suelo y con ella dibujó una extraña figura en el dorso de la mano de los presentes, vivos o no, incluyéndose —¿Listos? —esperó a que al menos uno de ellos cargara el cuerpo de la bruja para atravesar el portal. Ella sería la última en cruzar, de lo contrario se rompería la conexión.

[Felicity]

La mortífaga volaba directa a la prisión mágica de Azkaban sobre una nimbus 3000. Veloz, esquivando las aves que se iba encontrando a su paso bien ataviada como iba en una larga capa impermeable color negro de holgada capucha y unas altas botas de cordones color marrón y gruesa suela. Gracias a unas gafas de volar el viento no le molestaba y tuvo una vista perfecta solo empezar a verse la punta más alta de la construcción que volvía a estar abierta en medio del mar negro. Por supuesto, aquella pequeña isla en medio de aquel mar estaba salvaguardada de los indiscretos muggles mediante sortílegos y un potente hechizo que lo hacía inmarcable en cualquier mapa.

 

Cuando solo quedaba medio kilómetro para llegar a los terrenos y poder aterrizar, la mortífaga paró en seco, tambaleándose un tanto sobre la escoba. Desde años atrás la cárcel había estado abandonada pero desde que el primer ministro la volvió a dar por abierta, sabía de la existencia de dementores en la isla. Nunca había estado cerca de uno de ellos, pero incluso para un mortífago eran seres muy temibles. No se encontraba en los terrenos y ya sentía un aura como nunca lo había hecho antes. No era un aura oscuro, sino mucho peor... era un aura de muerte, de infelicidad extrema que te calaba hasta los mismísimos huesos.

 

- Buena la has hecho, Black - musitó Fee con el entrecejo fruncido, y se deshizo de la capucha dejando ver una larga y brillante melena ceniza caer sobre sus hombros. No estaba de acuerdo del todo con aquella decisión de dejar Azkaban en manos de aquellas horribles criaturas pero el Black era su amigo y lo seguiría y apoyaría en todo lo que pudiera. Sus motivos tendría para haber tomado aquella acción, aunque ella los desconocía. No estaría de más preguntarle en aquella cena que tenían pendiente.

 

Se acercó un poco más a la isla, sobrevolándola a una distancia prudencial cuando algo llamó su atención. Gritos agudos, demasiados, notándose un poder entre aquel aura de muerte. Creyó divisar unas figuras abajo, muy abajo, que era imposible que fueran dementores... ¿Quiénes eran? ¿qué clase de insensato atrevería a poner un pie en aquellos terrenos sin tener el cuidado necesario?

[Aaron Black Yaxley]

En el ministerio

 

¿Di Médici?, me cuestioné sin palabra alguna, enarcando las cejas al ver tan campante mujer cruzar el umbral. El apoyo que buscó en sus pares, féminas, brujas de gran prestigio para mí me hizo sonreír, una curvatura tal vez irónica al notar como aquella mujer embaucaba a los presentes, es decir, nosotros con un simple actuar, en un par de segundos, tiempo que bastó para que bajara la varita o más bien dejase de apuntarle; ¿mi temor? ¡temor!...¿sería italiana?

 

-Son mis hombres, madame...-respondí una vez se haya presentado por tercer vez y con un gesto le invité a tomar asiento para luego poner frente a ella una copa vacía-... sin embargo, agradezco el hecho de demostrarme que no valen nada como la seguridad que éste ministerio requiere. Recibirán su castigo por ello, pero no se ofenda ni se sienta culpable, no y al menos hasta que me diga si ha venido como amigo o enemigo pues conocerá que las relaciones de Inglaterra han sido mas bien elitistas, como debió ocurrir desde un principio- observé la copa que le había ofrecido y luego volví a fijarme en el azul profundo de su mirada- ¿ y bien?...

 

Habiendo respondido ya podríamos entrar a detallar sobre su intención de participar en la apertura de la prisión mágica, sin perjuicio de que prontamente debía constituir un consejo para sustentar los diversos proyectos que pudiesen dar vida a la conocida Azkaban, pues y como había comentado con Felicity hacía unos minutos atrás, requería por lo menos un Wizengamot para que el ministerio tuviese vida de uno u otra forma, ya si me tocaban contrabandistas o cuanto oficio ilegal entre los empleados, sería harina de otro costal.

 

***

 

Ramsey Brown. Inquisidor.

En Azkaban

 

El Inquisidor que vagaba por los pasillos de la descuidada prisión había intentado seguir los gritos de auxilio, llamados que seguramente no eran más que lamentos y penurias de aquellas almas que vagaban sin un rumbo, atrapadas entre las mohosas y olvidadas paredes del castillo que imperaba en la tormentosa isla. No había señales del pelotón comandado por Akiza, no al menos hasta que Ramsey diera con uno, tropezando con su cuerpo inerte, estaba muerto y su cuerpo parecía haber sido disecado. El tipo se paró en menos de lo que se puede lanzar un confundus y siguiendo el camino, dando pasos de espalda y sin perder de vista a su colega, cayó por un conducto secreto que lo llevó resbalando hasta dar con otro salón desde donde pudo oír uno que otro murmullo...o más que eso, una luz intensa que atravesó las ranuras de los viejos ladrillos que edificaban la estancia.

 

No fue mucho tiempo en el que el inquisidor logró encontrar la salida del lugar para percatarse de que la humedad en las paredes comenzaban a cristalizarse y la temperatura descendía considerablemente, mal augurio que se materializó en una masa de dementores que levitaban rápidamente hacia él, ¡si parecía que a pesar de la larga distancia la energía ya se drenaba de su cuerpo!... corrió, chocando con mesas y cuanta basura de contrabandista, hasta que divisó un portal que se abría a lo lejos, justo donde unas siluetas de magos y brujas parecían ser una última esperanza, observó al cielo, pues y si no estaban en el patio parecía ser una estancia en ruinas, divisando a una persona en su escoba (no debió haber estado a mucha altura) la llovizna que acompañaba fuertes ráfagas humedeció su rostro y sin pensarlo dos veces, tomó el segundo aire para correr hacia el portal. Esperaba que quien anduviese montado en la escoba también lo hiciera, sino acabarían todos muertos allí...

 

OFF: Retomando, entrometido e inclusivo :V , disculpen la demora... ¿drama? jeje. saludos

[Ashley Peverell]

La hermosa bruja había estado en casa de su hermana, demasiado enferma y demasiado débil para reaccionar adecuadamente a las cosas que debería pero no tenía muchas opciones y comenzaba a quedarse sin tiempo, podía sentir como el único elfo que se había quedado con ella se le quedaba viendo como si se preguntara si en algún momento la Peverell se fuera a mover y fuera a alcanzar a Hayame y a Lisette en casa de su hermana mayor Sagitas, seguramente en aquellos instantes toda la familia ya se encontraba reunida y hablando acerca de lo que harían a continuación pero ella seguía sentada en los escalones de piedra del sótano de la casa de su hermana, demasiado pequeña, enferma y asustada como para reaccionar todavía

Su perro Merlín se acercó al aura acongojada y sufriente de la pobre bruja rubia que cerró los ojos y se abrazó las piernas en un intento leve por tomar fuerzas y entonces, respiró profundo y asintió ella sola, acariciando la cabeza de su perro que le dió unos cuantos ladridos de apoyo para que finalmente la rubia tuviera la entereza y el valor de los Gryffindor que orgullosamente representaba para hacerle frente a su malestar y encaminarse también a donde seguramente todos los demás la esperaban

-Muy bien, ¡vamos Merlín! no podemos perdernos de la reunión con la familia, ya deben de estar muy preocupados por nosotros

Dijo la hermosa niña parpadeando muy lentamente pero no por eso dejando de sonreírle a su perro y sosteniéndose como mejor podía de las paredes de piedra donde sus delicados y delgados dedos apenas y podían tomar las rocas con cuidado, comenzó a subir las escaleras con la intención de finalmente poderse ir a la casa de su hermana Sagitas y quizás ahí también sería atendida adecuadamente.

[Hayame Snape Potter Black]

Ministerio de Magia

Hayame

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-Deberiamos aprovechar de que ahorita no está Matt, ya sabes, eso podría ayudarnos para tratar de ver qué chucherías está haciendo el Ministro con Azkaban -Hayame fruncía el ceño, sentada en una silla por delante de aquel muchacho que la veía con impaciencia- ya sabes, hacerle ver que es una deshonra para él mismo y para su vaca!

 

-Siempre tienes que ser tan impulsiva?... sabes perfectamente bien que no debemos de hacer esas cosas so riesgo de que nosotros seamos los primeros inquilinos de Azkaban, cosa que seguro te gustaría- dijo el muchacho frunciendo el ceño mientras le dejaba ver su molestia a la bruja que alzó la mirada- Y eso si tenemos suerte de que no decidan matarnos ahí nada mas, lo que sería más barato que gastar dinero en mantenernos en una prisión de jaulas y fantasmas... y todavía eso sería algo bueno- dijo empezando a ver en otra dirección- yo si aprecio mi vida, muchas gracias

 

El muchacho que estaba ayudando a la bruja y esta negaron la cabeza al mismo tiempo como si esperasen tener paciencia con el otro, al menos hasta que el silencio se volvió lo suficientemente incómodo para que volviesen a revisar los papeles que la bruja se llevaría de "incógnito" al departamento de accidentes para revisarlos. De dónde había sacado el Ministro los permisos para regresar esa prisión a su vieja gloria, todavía era un misterio

 

-De inicio pensé que quizás sería buena idea que yo fuese a investigar personalmente…- dijo despacito con tono bajito mientras se rascaba la mejilla con un dedo y entonces, se quejó al sentir como el chico delante suyo le arrojaba encima una carpeta -oye!! eso me dolió!!

 

-Podrían verte, atraparte y no seré yo quien vaya a rescatarte! -le espetó

 

-Claro, porque yo me dejaría atrapar tan fácil, verdad? -reclamó Hayame y le arrojó de regreso aquellos papeles -no me conoces...

 

-Ni quisiera, pero debe de haber por ahí alguna otra solución...

 

-Me parece perfecto genio ahí me la dejarás saber cuando este sitio deje de convertirse en la ciudad fantasma de los magos si es que como bien dijiste, no terminamos todos con una bonita casa habitación en medio del océano, con dirección a Prisión de los Magos Tenebrosos -se mofó

 

Si tan solo Matt estuviera ahí...

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Editado 29 de Septiembre del 2019 por Hayame Snape Potter Black

[Ashura Lestrange]

EN EL MINISTERIO

Sin articular alguna palabra se despidió de Feelicity Malfoy con una pequeña reverencia antes de que la joven o al menos eso creía, se marchara. Ya tendría después la oportunidad de entablar una conversación con ella. Hasta que un estruendo atrajo su atención, como siempre era una figura que últimamente le había dado por aparecer en todos los lugares que ella recurría. Sin más, puso los ojos en blanco al notar la precencia de la Medici. Esto ya comenzaba a ser algo pesado para ella.

 

— De verdad, esta finura de ... — Se detuvo unos minutos a analizarla enfrente de Aaron y no le importaba mostrar poco recato ante él, había confianza entre ellos y sabía que a él no le importaría en lo absoluto.

 

— Dama... — Terminó con un tono de dificultad al articular la palabra.

 

— ¿Tiene que aparcerse por todos los lugares que frecuento? — Dijo mientras tomaba asiento y movía su varita con la intención de servirse un poco de vino para relajar la tensión de sus músculos que esperaba que no fuera notorio para la chica que acababa de aparcer en escena.

 

— Que no le sorprenda señor ministro, seguramente viene a hacerle alguna propocisión indecorosa o algo por el estilo — Dijo mientras le daba un sorbo a la copa.

 

— Por cierto, se que tenemos una charla pendiente con respecto a la noticia que acaban de darle — Sabía que seguramente los medios de comunicación ya se habrían encargado de darle la noticia de su nuevo cargo. Esperaba que aquello se lo hubiera tomado con calma.

 

@ @@Lucrezia Di Medici di Médici

[Lucrezia Di Medici]

- Ashura- saludó con un dejo de falsedad en su voz, midiéndola para no sonar indiscreta -…señora cuyo nombre desconozco.- se despidió de la mujer que se disponía a abandonar la oficina.

 

Observó con el rabillo del ojo como Felicity desaparecía, sombrero en mano, al otro lado de la puerta que acababa de atravesar. Lo sospechoso de su actitud no pasó desapercibido para la rubia italiana que grabó instantáneamente aquel rostro en su cabeza para procurar no olvidarlo. Se ocuparía, sin ninguna duda, de descubrir quién era y qué ocultaba en su precipitada despedida ¿Qué era lo que no podía llegar a los oídos de una Médici? O más bien que pretendían que no se enterase, puesto que difícilmente los rumores no llegarían hasta una banquera hábil para desentrañar secretos.

 

- Verás Ashura…cuando eres nueva en un territorio y quieres construir relaciones es importante que te vean.- le contestó con mucha más mesura a la Lestrange, intentando ser elocuente- Debes mostrar tu presencia en todos lados y lograr que te conozcan. No importa que te anteceda un apellido o una empresa reconocida y exitosa, deben saber quién realmente eres tú. Debes demostrar tu valor.

 

Lucrezia dejó caer su carpetilla sobre el escritorio del Ministro, colocándola sobre los demás documentos y papeles acumulados que aguardaban la atención de Aaron. Con la cantidad de asuntos que debía atender en su recién adquirido puesto el Black Yaxley no tenía tiempo para repasar gráficos, números y detalles contractuales. Lucrezia lo sabía a la perfección, siendo también la cabeza de una institución importante, así que decidió darle un lugar prioritario a la llamativa carpetilla con el escudo Médici.

 

Habiendo el Ministro apaciguado su desconfianza frente a ella, la aristócrata tomó asiento en una de las cómodas sillas ubicadas en el despacho, guardando solo una pequeña distancia con él. Aceptó con una apenas detectable inclinación de cabeza la copa que Aaron le ofreció y apretó sus delgados dedos contra el vidrioso cáliz. El movimiento de sus labios fue imperceptible pero su consecuencia se hizo notar al instante: un vino rojizo comenzó a florecer desde la base hasta casi llenar el recipiente. Tantos años dedicados a la producción de la bebida tenía sus beneficios.

 

- Al grano.- sentenció- El Banco Médici se propone financiar a tasas blandas la reconstrucción de Azkaban y su remodelado en caso de que el Ministro requiera crear…nuevos espacios para presos.- la mujer enarcó una de sus rubias cejas, sin apartar la mirada de Aaron- Es un objetivo institucional entablar fuerte relaciones con el gobierno británico en una de las tierras donde más operaciones tenemos.

 

Inconscientemente había comenzado a deslizar la yema de su dedo por la boca de la copa, en un gesto que denotaba su interés; era la atmósfera de negociaciones con cuantiosos resultados para su familia la que despertaba el verdadero espíritu leonino de la aristócrata. Sus ojos hacían suyos el brillo de dos zafiros, deseosos de ser testigos de la firma de contratos y acuerdos que abultaran aún más el patrimonio de los Médici. A diferencia de los nuevos ricos, en un linaje tan antiguo como el suyo nunca había límite para absorber de las personas más y más dinero.

 

- Claro que para conocer en detalle el estado de la prisión y la intervención necesaria para ponerla en funcionamiento necesitaría su autorización para acceder a ella. Los detalles financieros pueden verse luego con su equipo, señor Ministro. Aconsejo que no escuche lo que la señorita Lestrange prejuzga de mí, aunque entienda su reparo con una mujer desconocida.

 

La blonda italiana cruzó sus piernas por debajo de la falda acampanada de su pomposo vestido, expectante de recibir respuesta. Se llevó a los labios la copa y bebió un pequeño sorbo para hidratar su garganta luego de hacer tanto uso de sus cuerdas vocales. El vino era frutado y la temperatura ambiente le daba un toque delicioso. Definitivamente tenía mano para la producción de vinos como la tenía para abrirle nuevos negocios a su familia. Además, una excursión a Azkaban le ayudaría a profundizar en las intenciones del Ministro a futuro, sabiendo que su colega italiano lo tenía en su punto de mira.

 

 

@@Ashura Lestrange @