Jump to content

Azkaban


 Compartir

Publicaciones recomendadas

Maida parecía haber hecho uso de su anillo de intagilibilidad, básicamente se había hecho uno con la pared de la oficina del Ministro y sus pasos hacia la puerta habían sido silenciados. Si en algo había tenido razón Lucrezia era en que la seguridad del Ministerio era una broma, se había cruzado de brazos y mientras oía de rato en rato a la Médici como a la Black Lestrange, se tuvo que recordar varias veces que no estaba en medio de los pasillos de la Manor o en la sala del castillo Black, así que no podía gritarle justo como quería al ahora "Ministro", ¿por qué tenía que tener ese carácter y no ver más allá de sus narices? Jamás lo había tomado por un hombre tonto y fácil de llevar, pero las actitudes de los últimos días la estaban haciendo dudar. Eres no era ni el Aaron Black Yaxley que conocía, ni era el que quería conocer, pero claro, estaba estacada en el sitio que le correspondía y sin la voluntad de irse a esconder, aunque fuera lo más sensato.

 

Cualquier decisión que tomes, será colocada a luz y vista de todos... —se limitó a decir, esperaba que entendiera que aunque quizá Lucrezia tuviera las mejores intenciones, seguía siendo ayuda extranjera en un momento diplomático muy delicado y cuando paso en falso terminaría en contra de él—, por cierto, Ashura, necesito que firmes esto.

 

Se acercó a la muchacha, mostrándole sólo los pies de página de un asunto que Ashura conocía a la perfección, con esas firmas, desaparecerían todos sus documentos que la señalaban como extranjera en Londres, un artilugio y pedido expreso del Ministro sólo para personas contadas con los dedos de una mano. Le extendió la pluma que siempre cargaba entre los pliegues de su túnica y su oído le indicó el sonido lejano del ascensor llegando a la primera planta. ¿Más visita? Con que no fuera un de sus sobrinos Triviani se sentía con amabilidad de tratar aún más. La Yaxley sabía que en ese mismo momento Azkaban estaba siendo abierta, sin que los papeles estuvieran del todo al corriente, era algo que estaba entre ceja y ceja del ministro desde hacía un tiempo, lidiar con dementores sería de mucha utilidad en medio de una guerra, eso, se lo concedía... ¿de dónde había visto a Lucrezia antes? Habían nuevos ingresos y regresos en la Marca tenebrosa, pero ella siempre lucía distraída, ¿podría ser?

 

Compartiendo un tatuaje le ganaba puntos, aunque no demasiados.

 

Tomó posición nuevamente en el borde de la puerta, expectante de quien quisiera entrar a tan amena reunión.

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici @ @ y Ashu, que no está en esta página xDDD

T7GHFlv.gifUseiaum.gif

c2ixJhD.jpg

oPH1dye.gif- kBtusEd.gif-

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Ministerio de Magia

::::::::::::::::::

La bruja sabía que aquellos dos no iban a estar precisamente de acuerdo del todo en lo que tenía pensado pero al menos ella pensaba protegerse de cualquier tonteria que se estuviera planeando en los altos mandos; ya había pasado de esa época donde hubiera tenido que soportar el que la persiguieran por sus ideales cuando estos chocaban con los del grupo que quería apoyar, siendo que la mayoría seguían creyendo que su fidelidad al fundador era por lo menos que una tontería

Y eso era porque ninguno había conseguido captar la esencia de lo que quien les había creado buscaba, lo que anhelaba por el bien de todos por encima incluso de su propia cordura y bienestar...

Pero que panda de malagradecidos que eran!

Y eso de las cárceles era por lo menos, una expusa política de lo más barata que le recordaba a lo que solían aprovechar los Malfoy, escudándose en las supuestas creencias que perseguían; y todo para después dejar más que en claro que lo único que perseguían con cualquiera de sus decisiones era la de enfundarse en tantos galeones como pudieran porque desde su punto de vista, eso era lo que movía al mundo mágico al parecer

Pobres ingenuos crédulos... si tan solo pudieran abrir los ojos a la verdad!

-Estaré buscando una ganzúa para ver si me puedo colar en los demás departamentos y encontrar algo interesante -les advirtió a Lisette y al otro muchacho mientras que finalmente, abría la puerta y se retiraba a paso decidido, llevándose dos carpetas con contenido por lo menos cuestionable y que dejaría primero en el departamento de accidentes antes de seguir buscando información con la que patear al Ministro de sus laureles

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

B9rYupA.png



http://i.imgur.com/7WhajUW.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Había acertado, sí era Felicity.

 

Y su reacción le sorprendido muchísimo más.

 

Browsler también sonrió. Ya se sentía menos solo en aquel Ministerio de Magia, que años atrás había estado lleno de amigos y conocidos. ¿Qué hacía la Weasley allí? Pero no hizo esa pregunta, pues era imprudente soltarla de una vez. Por el contrario, dedicó una genuina sonrisa luego del saludo tan formal que había empleado, tanto que había ruborizado las mejillas de Felicity, y luego su cabeza se llenó de recuerdos de viejos tiempos. ¿Cuánto hacía que no sabía del paradero de Goderic, Unde, Mey y Hedwing? Y con todo ello, también le vino a la cabeza la muerte de Lucas. A pesar de que ya habían pasado años desde entonces, aún le dolía.

 

Austria. Seguro Felicity tendría muchísimas historias interesantes que contarle y tal vez luego de aquella reunión podrían irse a tomar algo en alguna taberna del Callejón Diagón.

 

— Japón, un par de meses —respondió—. Y luego en Gales, mi país natal, resolviendo algunos asuntos reales.

 

No sabía como poder introducir aquel tema de manera casual, porque definitivamente no era al casual. Al acentuar aquella palabra al hablar, se refería a la realeza como tal y no a la realidad. Pero ese momento se vio obnubilado por el siguiente tema que la bruja había saco a colación.

 

— ¿Dementores? ¿No se supone que eso es ilegal ya? —respondió. Si mal no recordaba, en el gobierno de Granger eso se había prohibido como tal, y Malfoy había mantenido esa posición. Sin embargo, no sabía que se traía Black entre manos. Por toda la comunidad mágica se comenzaba a rumorear la inclinación grindelwalista del nuestro ministro—. Supongo que eso es de lo que vienes a hablar con el ministro.

 

Notó la mirada incómoda de Felicity mientras se rascaba uno de sus brazos. ¿Había algo que no le estaba diciendo? Pero la voz mecánica del ascensor indicó su destino.

 

— Sí, aquí me bajo también.

 

"Mientras esperamos me puedes contar qué ha sido de ti y si aun sigues activo en… ya sabes."

 

— ¿El equipo de quidditch nacional? No, ya me jubilé. Ahora soy presidente de la Asociación Internacional de Quidditch. Estoy organizando la próxima Copa de la Liga de Gran Bretaña e Irlanda. Será el próximo mes —atajó a la Weasley. Por supuesto que sabía dé que estaba hablando Felicity, de la Orden del Fénix, pero no era un tema que quería tocar aún. Especialmente porque no sabía de las andanzas de Felicity en los últimos años, desde que había decidido dejar el bando. Claro, uno no necesariamente se sale de un bando para ingresar al otro. Y menos en aquellos tiempos cuando nuevos bandos comenzaban a salir a la luz—. Y mira, no hace falta esperar. La puerta está abierta. Seguro nos están esperando.

 

Había una bruja en la puerta, que no conocía en absoluto, pero no obstaculizaba el paso.

 

Al entrar por el umbral se escuchó un "crack" y un elfo doméstico apareció de la nada.

 

— Su alteza real Edmund Brian George Arthur, Príncipe de Gales, Gran Senescal de Escocia, Duque de Cornualles y de Rothesay, Conde de Chester y de Carrick, Barón de Renfrew y Señor de las Islas.

 

Era Andrew. Vaya entrada le había dado. Al parecer las especificaciones que él le había dado no habían sido lo suficientemente altas. Desde el nombramiento, había hecho eso en todas ocasiones, hasta cuando una vez entró en las tres escobas. Fue muy vergonzoso. Después de todo, podían ser títulos muy importantes en el mundo muggle pero no en el mundo mágico. O por lo menos no para todo el mundo.

 

— Gracias, Andrew, pero no era necesario —replicó Edmund mientras ingresaba a la estancia, seguido de Felicity, ¿qué opinaría esta última al respecto?—. Después de todo, si a alguien le interesara, lo hubiese visto en las noticias muggles.

 

Y sin más, el elfo desapareció.

 

Edmund vestía un traje formal muggle de alta costura. Generalemente vestía de esa manera, porque contaba con mucho dinero y poder muggle, pero no mágico. De hecho, sus prendas de vestir de mago las podía contar casi que con una sola mano.

 

— Lamento la interrupción, ministro, creo que llegué un poco temprano a nuestra reunión —comentó mientras observaba a su alrededor. Además del Black, también estaba una bruja que parecía ser extranjera por su indumentaria y sus facciones, y un par de brujas más que desconocía. Browsler mentía, en realidad no había pautado ninguna reunión con el ministro—. No sé si recibió mi lechuza, o si se habrá perdido en el camino..., en estos tiempos ya no se puede contar con ese medio de comunicación. Además, también está mi amiga Felicity, quién también viene a hablarle de un tema importante. ¿Deberíamos esperarle afuera o no está mal que nos quedemos en esta amena reunión?

 

 

@

@

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

@

@@Ashura Lestrange

 

BA 4GfTlba.gif TT


s5GyAv7.jpg


http://i.imgur.com/uqzq7Rd.gifhttp://i.imgur.com/6uQOEDh.gifhttp://i.imgur.com/IoFtBOl.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

E25wHuT.gif

En el Ministerio. Cambio de escena, de la oficina al banquete.

Sí, los pjs también deben comer no? xD


Ashura había guardado silencio, o más bien la despampanante mujer no le había cedido el lugar para volver a hincar presuntuosamente sus ansias de confiabilidad, de hecho y mayor fue la sorpresa cuando mencionó a Anne ¡nuestra líder! y tal vez futura nuera, pues ya hace poco me había enterado que tenía un tercer hijo. El poder es como un faro en el mar tormentoso; me lo había enseñado mi ¿madre, padre?, ¡ninguno!, lo había escuchado por ahí.

-Espero que lo que usted declara como un "jueguito", no le juegue en contra. ¿Paradójico, no lo cree?- sostuve con firmeza en tanto daba un toque a la copa con mi varita para que la misma se transformara en una fina aguja de cristal que se posicionó velozmente en el cuello de Lucrezia- no quiero ser yo mismo el que se de cuenta de sus errores ¡odio eso!...- finalicé con un ademán al resto, entre ellos Maida, mi prima.

La bruja podría ser italiana, podría no conocerla, pero si había algo a lo que sí debía cierta fidelidad era a la casta mortífaga, no por sus integrantes sino por el lema que proclamaban- "Semper Fidelis", decían- esperaba que lo mismo se aplicase a la genuina sangre mágica, sino, ¡¿qué ideales proclamaban?!.

-Anne confía en ella, Maida. Fin del asunto...- le repliqué a la Yaxley, mientras y sentado en el borde de mi escritorio, frente a frente a Di Medici, aferraba una mano al borde con cierta impotencia. ¿Debía confiar en mi nuera?, ¡grandes imperios habían caído por culpa de una mujer! pero a su vez, grandes guerras habían sido desperdiciadas en manos de los hombres. La aguja seguía atentando contra la italiana a quien observé nuevamente, encogiéndome de hombros con cierta indiferencia cargada de ironía- lo siento...-y quizás creyó que le daría una respuesta negativa- ... me considero un tanto temperamental...- dicho tal la aguja de cristal se volvió polvo que se apegó en parte a las prendas de la mujer- ... el ministerio acepta la oferta, sin embargo, no crea que no la tendré al cuidado madame. Maida se encargará de acompañarla a Azkaban de ser necesario puesto que Ashura y yo tenemos una conversación pendiente...

En eso un elfo presentaba a un nobiliario tipo con más títulos que nombres del distinguido Albus, enarqué una ceja y envainé la varita con una seriedad que buscaba escapar en media sonrisa tras ver a Felicity tras el mago, y es que ¿no se había ido hacía tan solo un par de horas?, ¡quizás menos!.

-Adelante Edmund...-le invité a pasar- Aaron Black Yaxley, Ministro de Magia...-alterné miradas con Ashura y Maida, ellas comprenderían a rajatabla- que pase también su amiga Felicity, ¿Malfoy, no?- cuestioné en tanto la bruja cruzaba el umbral tras el príncipe. No volví a mi puesto, sino más bien les invité a seguirme a un salón aledaño- señorita Di Medici, si gusta puede venir también...- de camino, entre pasillos decorosos y un sin fin de inquisidores paseando de arriba a abajo, con cierto temor de haber dejado entrar a tanta gente y una mirada asesina que les regalaba, me acerqué para caminar junto al recién llegado- creo que no, no recibí ninguna lechuza ¡¿no Maida?!- elevé la voz en la cuestión pues mi prima seguro iba unos pasos más atrás. Atendida la respuesta, aunque ya la sabía, les convidé a entrar en un salón muy victoriano, con una larga mesa repleta de manjares culinarios- es la hora del almuerzo, espero me acompañen...

@ @@Edmund Browsler @@Lucrezia Di Medici Di Médici Di Médici @ @@Ashura Lestrange

ISh3z7l.gif

1yVXGup.png
xV0xd.gifmdbNxIw.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

KZ2rC65.gif

En el ministerio.

Arqueó una ceja en señal de respuesta ante la petición de la Medici sin dejar salir un solo sonido de su garganta. La italiana ya sabía que hasta el momento no le agradaba en lo absoluto, pero si tenía que lidiar con ella por cuestiones laborales, ni hablar. En un intento de controlar su temperamento y mantener su compostura ante el ministro se irguió lo más que pudo ante tal escena.

 

— Creeme querida, que no me produce ningún placer tenerte ante mi vista — Esbozó una pequeña sonrisa mientras que ya había otras personas irrumpiendo aquel cómico escenario, digno de un par de carcajadas.

 

— En fin, yo solo le diré, señor ministro que no baje la guardia ante la visita que tenemos el día de hoy, yo ya le indicaré mis motivos en privado, no tengo porqué exponerlos a la luz y mucho menos ante la presencia de el público presente — Se limitó a decir mientras tomaba el papel que le había proporcionado Maida para revisarlo minuciosamente mientras escuchaba a los demás presentes.

 

Al parecer, aquello ya se había transformado en una especie de junta sin haber sido planeada ante la aparición de Edmund, no tenía aún el placer de conocer al joven que se había hecho presente ante el ministro, pero por lo visto ya tenía un cierto tiempo de onocerlo, le dedicó una pequeña reverencia al visitante antes de dirigirse a Aaron de nuevo.

 

— Yo estaré encantada de retomar esa conversación pendiente en cualquier momento, señor ministro, mientras se presenta la oportunidad, essperaré a que los nuevos invitados presenten sus motivos de su visita de manera paciente — Dijo sin más mientras tomaba asiento en una de las sillas más cercanas que pudo encontrar mientras observaba cómo iba cambiando de tono aquel simpático escenario.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Felicity sonrió. El Browsler estaba un tanto perdido de los últimos acontecimientos. Que el ministro había reabierto Azkabán poniendo terroríficas criaturas como lo eran los dementores para su custodia no era ningún secreto, sino una noticia que había retumbado no solo en la comunidad mágica londinense, sino por todo Europa, siendo sabida por todos los gobiernos mágicos que, por supuesto, habían puesto el grito en el cielo. Pero el gobierno del nuevo ministro no parecía dar su brazo a torcer. Felicity podía ser muchas cosas pero nunca (o al menos lo intentaba) perdía las buenas relaciones y tratándose de algo tan delicado, pensaba que el nuevo ministro debería de ser más prudente si no quería tener a toda Europa en su contra. Retirar los dementores podría ser un primer gesto, poniendo a personas altamente cualificadas aunque en aquellos días de guerra... dudaba que hubieran muchos voluntarios.

 

Seguidamente Browsler le explicó que había estado en Japón y que ya no jugaba al Quidditch, siendo ahora presidente de una asociación cuyo nombre olvidó solo este acabar de nombrarlo, era larguísimo... había sido listo en evadir su pregunta, la mortífaga no dudaba que Ed sabía perfectamente que se había referido a la Orden del Fénix y no a su vida como deportista en el mundo mágico.

 

- Desde luego, no has parado quieto. Yo no he hecho mucho - mentira, pero todo lo hecho había sido para la marca tenebrosa - digamos que el dinero ganado en el pasado me ha servido, y mucho, para mantenerme hasta ahora. Aunque este no es eterno y no tengo acceso a las bóvedas familiares. Así que, a partir de ahora, voy a tener que trabajar. Por eso estoy aquí, frecuentando tanto esta oficina. A ver que saco de las amistades...

 

La puerta del ministro estaba abierta y la "brujademasiadojoven" para su puesto la custodiaba. Ed pasó primero y Felicity lo siguió con decisión, preguntándose para sus adentros por qué este llevaba un traje muggle puesto y no la clásica túnica de rigor. Iba a preguntárselo, riéndose de él cuando un elfo apareció de repente, sobresaltándola, a lo que la mago oscuro sacó la varita del bolsillo de la mojada capa y lo apuntó sin miramientos, más no atacó.

 

- Su alteza real Edmund Brian George Arthur - anunció la enclenque criatura, pareciendo hinchar el pecho, muy orgulloso - Príncipe de Gales, Gran Senescal de Escocia, Duque de Cornualles y de Rothesay, Conde de Chester y de Carrick, Barón de Renfrew y Señor de las Islas.

 

-¿Cóoomo? - estalló Fee, aguantándose la risa - solo le faltaba añadir una reverencia hasta el mismo suelo... elfos... - negó con la cabeza divertida viendo al elfo desaparecer pero, por la expresión de Ed, adivinó que quizá aquella escenita no fuera una broma - Ed, ¿qué es esto?

 

El ministro los recibió y Felicity salió de detrás de Ed, poniéndose a su lado. Se deshizo de la capa impermeable de viaje depositándola sobre el primer perchero que vio, dejando a la vista una elegante túnica azul noche de mangas abullonadas y ribetes bronce a todo lo largo del delicado tejido bastante arrugada (algo impensable en ella), y sacudió las botas de piel de dragón sobre una moqueta. Se fijó en que la mujer italiana aun seguía retenida y que Ashura vigilaba todo los movimientos de la misma, sin perder detalle. Se notaba que no se fiaba de ella ¡normal! entrar así sin ser invitada no había sido una buena idea.

 

- Aaron, déjate de bromas y de almuerzos - La bruja alcanzó al ministro una vez en la estancia victoriana y lo miró con seriedad - y de hacer ver que no me conoces - le golpeó el hombro a su amigo - sé que soy un fastidio pero te dije que iría a visitar Azkaban de inmediato y eso he hecho. Has cometido un error... los dementores están fuera de control. No sé exactamente qué está pasando pero diría que las cosas no van bien en la isla. Deberías de hacer algo, ¿las personas que enviaste han vuelto? yo ni siquiera me atreví a poner un pie. Por cierto, ¿ a qué venías tú? - Felicity se dirigió a Ed, esperando que lo suyo no fuera más urgente que Azkabán. Se sirvió agua en un vaso y preguntó a Ashura qué tal estaba - ¿tú qué opinas de todo, nipona?

 

@@Ashura Lestrange
@

@Ed Browsler
@

Editado por Felicity Malfoy

Mortífaga retirada
http://i.imgur.com/07QuPGN.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Ojalá Edmund hubiese llegado a la oficina del ministro unos minutos antes. Le daba la impresión que cosas importantes o interesantes habían sucedido allí por el intercambio de miradas de los presentes. Y no, no quería cotillear al respecto, para eso hubiese utilizado su anillo de la escucha. Pero aquel ambiente le daba impresión de que había llegado tarde a la fiesta y se había perdido la presentación principal.

 

Aaron Black Yaxley. A pesar de que Edmund no era elitista, su segundo apellido le parecía demasiado corriente. Si él fuera Ministro de Magia, tan sólo se presentaría como Aaron Black.

 

- Edmund Browsler -respondió, devolviendo el saludo-. Y claro que puede llamarme Edmund .-Mentiras, prefería que las personas que no conocía se refirieran a él como «señor Browsler» y más en ocasiones como aquella-. Soy miembro del Wizengamot y venía a ponerme a sus órdenes como nuestra nueva autoridad. Después de todo, ya no quedamos muchos... ¿A ti no te gustaría, Felicity? Creo que el puesto te quedaría excelente.

 

Y entonces el interior de Edmund explotó, aunque por fuera tan sólo mostraba una serena sonrisa.

 

¿Malfoy?

 

¡¿Felicity Malfoy?!

 

«Mantén la serenidad, este tema puede ser tratado luego» se dijo.

 

— Desearía que fuese una broma —respondió Edmund y se ruborizó un poco —. Pero no es así. Como le mencioné a Andrew, son formalidades del mundo muggle únicamente, no del mágico. —Edmund iba a seguir hablando al respecto pero el ministro se dirigió entonces a la señorita de apariencia extranjera, por lo que tuvo una gran oportunidad para detallarla un poco más sin que pareciera una indiscreción—. ¿Di Médici? Ese apellido me resulta conocido, señorita. ¿Acaso nos hemos visto o conocido antes? Me da cierta impresión...—Y le tomó la mano y posó un suave beso en el dorso—. En fin, si estoy equivocado, entonces debo decir que es un placer conocerle, bella dama.

 

El ministro los guió a una sala que se encontraba un par de puertas alejada de la oficina del ministro, bajando por el pasillo. Black se acercó a Edmund e inició una conversación trivial sobre la lechuza.

 

— Es una pena que no la recibiera y, de nuevo, lamento mucho la intromisión de esta manera. No era mi intención...—comenzó Browsler con cara de pesar y una leve sonrisa. Por supuesto que había sido su intención, aunque aún no sabía con certeza que era lo buscaba—. Debo decir que no tengo mucho apetito, pero por supuesto que les acompaño, seguro habrá algo que me interese.

 

Y miró a Aaron directamente a los ojos antes de ingresar a la sala victoriana, pero desvió la mirada en cuanto escuchó la voz de la ¿Malfoy? y la forma en la que se dirigía al ministro, como si se tratara de su mejor amigo. Definitivamente se había perdido de mucho en sus viajes a Asia y el tiempo que había pasado en Gales. Ahora viviendo en la Casa Clarence, en Londres, estaba mucho más cerca de los sitios que frecuentaba tiempo atrás. "Y de actuar como si no me conocieras..." Había dicho la bruja, y sí, Edmund se estaba perdiendo de algo. ¿En qué círculos ahora se movía Felicity? Browsler salió de su ensimismamiento al escuchar el tema de Azkaban.

 

— ¿Dementores? ¿Es que acaso eso no era ilegal, ministro? —comentó de manera casual—. ¿Que seguirá en la comunidad mágica británica? ¿La remoción del Estatuto Internacional del Secreto? —Y rió, haciendo ver que era una broma, pero en realidad había dado en clavo. Entonces Felicity se dirigió a él. Lo cierto es que no esperaba tener que hablar sobre aquellos temas frente a una comunidad entera. Frente a la Malfoy estaba bien pero no conocía del todo a las otras brujas—. Vengo de parte del primer ministro muggle, Boris Johnson, para organizar los canales de comunicación del Ministerio de Magia con el Gobierno Inglés y poder pautar fecha de su primera visita. En el palacio esperan conocerle con ansias.

 

» Pero no quiero desviar el tema, es algo que el ministro de magia y yo podemos tratar un poco más. Así no les aburrimos con estos temas de política. Buen provecho a todos. Con respecto a Azkaban, escuché que ya las mazmorras del ministerio de no dan abasto, o algo así leí en una noticia de un diario un tanto amarillista que no era El Profeta... ¿Cómo era que se llamaba? ¿Vuelapluma? No recuerdo bien, no me hagan caso, de pronto tenía otro nombre. Pero ministro, ¿dementores como guardianes? ¿Y se envió un grupo de incursión a la isla?

BA 4GfTlba.gif TT


s5GyAv7.jpg


http://i.imgur.com/uqzq7Rd.gifhttp://i.imgur.com/6uQOEDh.gifhttp://i.imgur.com/IoFtBOl.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Ministerio de Magia

::::::::::::::::::

Tal cuál y lo había dicho se había pasado por el nuevo departamento de accidentes a dejar las formas de carpetas que se había "tomado" de la oficina de su amigo y que podrían tener un poco de información de como se había conseguido esos malos permisos de apertura el nuevo ministro; seguía causándole desasosiego el que se pudiera conseguir tan fácil el abrir un sitio que ni siquiera era de beneficio para los propios seguidores del señor tenebroso con todo el historial que tenía por detrás

Aunque por un tiempo había sido el monumento a un orgullo por la victoria obtenida, también llevaba los ecos en sus muros de aquellos que lo habían dado todo por el señor oscuro y habían sufrido como martires por tantos años, en espera de una absolución

Una que no llegó lo suficientemente temprano para darles libertad pero lo suficientemente tarde, para acortar sus vidas

Ni las memorias más felices valían la pena con el catastrófico final

El nuevo departamento de accidentes seguía siendo incómodo para todos ellos y tenía que admitirlo, era un fastidio entrar y sentir que les habían quemado la casa; literalmente, era haberse mudado arrastrado por los padres y todavía sentir que no podía llamarlo un hogar como tal, en especial porque hasta ahora solo se habían pasado unos pocos empleados. Era horrible

Se detuvo enfrente de la oficina de Matt y maldijo antes de entrar y meter aquellos papeles entre los archiveros de casos resueltos, mezclandolo todo.

Al menos si alguien entraba a robar, no los encontraría tan fácil sobre todo porque la oficina ahora la utilizaba Hayame hasta el regreso de Matt; si es que en algún momento lo hacía y eso la frustraba enormemente.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

B9rYupA.png



http://i.imgur.com/7WhajUW.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La voz de Maida a sus espaldas apenas sobresaltó la cómoda postura que había tomado en aquel asiento frente al Ministro, en quien aún fijaba su fría mirada. Si algo le tenía que conceder a la Yaxley, dentro de todas las consideraciones que había recopilado sobre aquella ordinaria bruja, era la elocuencia. No hubo un ápice de mentira o mal intención en sus palabras, sino una atinada muestra de precaución. Aunque aquello fuera un obstáculo para la concreción de sus planes, Lucrezia valoraba a las personas que cumplían bien con su trabajo. Decidió romper con el monopolio de su atención que ahora poseía Aaron y siguió a la secretaria hasta que ésta le entregó unos papeles a Ashura.

 

- Coincido con ella, sin dudas. Será colocada a la vista de todos y agradecerán que el Ministro fuera lo suficientemente sabio para no gastar fortunas en las reformas de una prisión mientras lo peor de la guerra se avecina.- el tono de su voz era mesurado con el fin de mostrarse convincente- Además, infiero, va a ser visto como un alivio en la escalada de tensiones bélicas. No tiene muchos aliados, por el momento.

 

La mención a la líder mortífaga, a quien había conocido tiempo atrás, caló en la mente de Aaron tal cual la blonda italiana había previsto al elucubrarlo en su cabeza. Era muy simple, casi obvio, percibir como la tónica de aquel tenso intercambio se había transformado con la mera pronunciación de “Anne Gaunt”. La consideración del Ministro hacia aquella extraña aristócrata extranjera que se sentaba en frente, que denotaba en cada mínimo gesto una personalidad ególatra y vestía de forma extravagante, sería otra. Lucrezia era por demás consciente de la desconfianza que generaba su impronta anacrónica y su desconocimiento por gran parte de la comunidad mágica inglesa pero sabía que herramientas utilizar en el momento pertinente. La autoridad que la ausente líder tenía sobre los miembros de su bando, entre ellos el Yaxley, y las consecuencias mortales de una potencial traición eran suficientes para impulsar el trato que Di Médici buscaba cerrar.

 

Era tanto lo que la aristócrata sopesaba en su mente en ese momento que tardó en notar la afilada aguja que rozaba la virginal piel de su cuello, atentando contra su vida. No dejó escapar reacción alguna ni adoptó ninguna expresión que delatara temor o sometimiento a aquel cabeza de gobierno. Simplemente tragó saliva y sostuvo su fría mirada, clavada en la de su interlocutor. La impertinencia de tal amenaza a su vida, que Lucrezia no ignoraba, no la tomó por sorpresa ni la alteró como hubiese sido en cualquier otra ocasión. No solo tenía un vínculo de pertenencia al mismo bando sino que Di Médici contaba con el apoyo del Ministro italiano, Piero Azzinari. El hombre que osaba sostener una cristalina aguja a unos centímetros de su cuello pronto caería y la italiana daba por seguro que allí estaría para disfrutarlo. Serenidad para hoy; satisfacción para mañana.

 

- Puedes decirme Lucrezia, Yaxley.- respondió ante el pedido de disculpas del Ministro adaptando un tono amable mientras paralelamente deseaba verlo sin un ápice de poder- Si algo decido obviar de mi formación diplomática es el poco funcional uso de “madame” o expresiones parecidas.

 

Cuando la aguja de cristal se disolvió a polvo, como si aquello nunca hubiese sucedido, Lucrezia apoyó ambas manos en los brazos de la silla y se levantó. Todos los movimientos que llevaba a cabo la mujer delataban una fluidez especial y estética que resaltaban con perfección su elegancia; difícil era no admirarla. Se arrimó al escritorio del Ministro con la intención de estrechar su mano como una prueba física del cierre del cuerdo, mientras en su mente ya proyectaba la imagen de la lustrosa placa de agradecimiento al Banco Médici colocada en la entrada de Azkaban por su aporte a la reconstrucción de tan afamada prisión. Aaron había caído ante su ineludible encanto ¿A qué más podía aspirar?¿Engatusarlo con su italiana belleza, quizás?

 

Lo que sí logró sobresaltar la altiva postura que por tradición y por alcurnia siempre adoptaba Di Médici fue la aparición de aun más personas en la sala. Personas y seres. La bruja giró su torso para poder contemplar lo que sucedía en la puerta, colocando su desnuda mano sobre la fría madera del escritorio. Fue entonces que sus azules ojos, que habían perdido por unos segundos el brillo ambicioso que los exaltaban, se encontraron con un parlanchín elfo que enumeraba títulos con tono solemne y a Edmund; a este último lo reconoció al instante, aunque jamás se hubiesen encontrado. Bajo todo ese cúmulo de variopintos títulos nobiliarios, poco trascendentes para alguien como Lucrezia acostumbrada a rodearse de aristócratas, se encontraba una eminencia del Quidditch sobre el cual había leído reiteradas veces en el periódico. Le sonrió al recién llegado mago, consciente de su propio desinterés por los intrascendentes deportes mágicos pero interesada en su guapura.

 

- Encantada- respondió la mortífaga ante el ofrecimiento del Ministro de pasar al salón contiguo.- Pero creo que sus visitas vienen con otra intención.

 

No ignoró la presencia de Felicity Malfoy - ¿no había partido apenas minutos atrás? – ni su casual mención de dementores como renovados guardianes de la prisión mágica. Lucrezia tensó las facciones de su blanco rostro, bloqueando una sonrisa maliciosa que buscaba escapar a toda costa. Desde hacía tiempo la utilización de aquellas tétricas y peligrosas criaturas era ilegal, como era de público conocimiento por la comunidad mágica internacional ¿Estaba el recientemente electo Ministro inglés pasando por encima de las leyes apenas ungido en su puesto? No sería el primero, dada la desprolija y cuestionable ética de sus antecesores, pero la sola filtración de tal información beneficiaria a los enemigos de Gran Bretaña, entre ellos Italia como el principal socio en las operaciones del Banco Médici ¿Qué tendría El Profeta para decir al respecto? Dejó escapar el aire que contenía para censurar su repentina exaltación y recibió el suave beso de Edmund en el dorso de su mano.

 

- No creo que nos conozcamos personalmente, pero es un placer señor Browsler. Por supuesto que conoce mi apellido, como hacen todos aquí.- sonrió autocomplaciente, clavando su mirada en los azules ojos del hombre- El Banco Médici hizo un donativo a la Unión de Quidditch de la que usted es parte. Es un placer para nuestra institución fortalecer ligas que atraigan un público joven.

 

Lucrezia siguió al grupo con un caminar sereno y elevado, quedando adrede en la cola de aquel congreso de magos y brujas que se dirigía a un banquete; aquello poco de azaroso tenía, pues era la posición perfecta para analizar a sus distintos acompañantes. Aaron Yaxley parecía conocer a todos los presentes y estaba ante un potencial caos político en puerta mientras que el improvisado agente diplomático del ministro muggle se esforzaba por ocultar sus verdaderas intenciones ¿venía para diagramar una visita o para recavar información? La mujer Malfoy, cuyo papel Lucrezia aun no descifraba completamente, demostraba una confianza construida por años con el Browsler en cada uno de sus intercambios de palabras, pues su trato era notoriamente amigable. La sed de comprender hasta el más mínimo detalle de lo que pasaba a su alrededor impulsó a Di Médici a alzar su distintiva voz.

 

- Que bonito comenzar un negocio con un par de funcionarios ministeriales atacados por dementores. Sin duda no se me ocurre un mejor contexto para negociar.- si bien el tono que impregnaba el curso de sus palabras las hacía parecer parte de una broma, en realidad no lo era- Esperemos que no les haya pasado nada.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

E25wHuT.gif

En un salón para el Ministro y sus invitados.


"Señorita Malfoy:

Tenga el agrado de compartir un banquete en el palacio ministerial al medio día de hoy. Espero no sea tarde para contar con su presencia, pues y seguramente, tendremos el agrado de comunicar a algunos de los presentes, su arduo trabajo para devolverle la seguridad a la prisión mágica y con ello volver a establecer el orden de la comunidad inglesa de la magia.

Aaron Augustine Black Yaxley.
Ministro de Magia (garabato elegante(?) y timbre ministerial)"

Esa misma mañana, antes que de que iluminase el alba y el comando inquisidor se dirigiese a Azkaban, una lechuza gris de despampanante plumaje salió volando en dirección norte, donde encontraría a un viejo y casi olvidado contacto que de seguro estaría contenta de regresar y presidir la seguridad de la histórica prisión ¡y es que yo también jugaba con cartas bajo la manga! pues así era la sucia política, una ley de selvas donde la palabra mantenía un estatus superior como ya decía el famoso Albus en más de una reunión. Y es que por ser amante de la sangre mágica y ostentar ideales extremistas, no debía de obviarse la sabiduría de la contraria.

***

Antes de sentarme, aunque de todos modos esperaba que ellos lo hicieran primero, Felicity se acercó hasta mí con cierta inquietud. No había pasado en banda de ella, pero tampoco quería que los demás omitieran comentarios al demostrar que conocía a uno que otro personaje allí reunido. Esbocé una sonrisa desinteresada en cuanto sentí su puño en el hombro y le escuché con atención, indiferente pues ya sabía lo que ocurriría en Azkaban, pero con atención al fin y al cabo. Los comentarios no se dejaron esperar.

- A ver...- sostuve parsimonioso, haciendo alarde con las manos para que los cotilleos aguardaran a la calma y pudiésemos tener un almuerzo en paz. Ya les traería una sorpresa, de hecho, observaba el reloj de bolsillo antes de otorgarles un par de simples explicaciones. Sonreí ante Edmund y rápidamente caí en la seriedad que me caracterizaba cuando mencionó al estatuto secreto- Señoritas, caballero...-observé al personal de la cocina a los cuales acompañaban dos elfos- pueden retirarse gracias...- volví a mis inoportunos invitados- ... Azkaban ha sido y seguirá siendo la prisión mágica por excelencia. Desde el gobierno de Hermione Granger ha sido inutilizada pues y como se creía hasta entonces, los bandos rebeldes no existían a diferencia de hoy ¡que renacen con un ideal y una proyección política! ¿o es que acaso cree que el hecho de ver la marca tenebrosa en el cielo, días atrás, no ha instado a los fenixianos para reorganizar sus filas?...-hice alarde de tomar el aroma del ambiente- ¡los huelo!... podrías ser tú, o tú- indiqué a un par, entre ellos Browsler- pero ¿qué más da?- bufé con ironía- o, ¿alguien se atreverá a asesinarme por conspirar con asuntos que importan para personas como yo? ¡Es conocida mi devoción por la pureza de la sangre! pero díganme ustedes, ¿me han visto increpando o tergiversando los derechos de aquellos inadaptados mágicos?, porque sí y digamos las cosas con la claridad que merecen...- volví a ceñir la gélida y gris mirada en el príncipe nobiliario- ... aquí es donde respondo a lo que ha mencionado antes, señor Browsler, sobre el famoso estatuto, digo. ¿Vive usted en paz con los muggles?, si su respuesta es sí, vaya a solucionar las ineptitudes de aquella raza inferior con nuestra magia, no crea que voy a detenerle por eso ¡es más!, sería la única forma en la que al fin pudiesen conocernos...-levanté el índice con ímpetu- pero ¿porqué no lo hacen?, ¿acaso su temor no sería expresado en una ardua guerra en nuestra contra?; ¡AH! sí, creo que ya ha sucedido antes cuando Gellert Grindelwald nos quiso enseñar lo peligrosos que podrían ser...-me detuve ante Lucrezia, luego de pasear la vista entre las demás brujas- ...¡son ellos los clasistas en contra de nuestra habilidad!, sino explíquense ustedes mismos cómo éste palacio gubernamental se encuentra ¡bajo sus pies!- golpeé la mesa; los cubiertos sonaron y las copas rebosantes de vino, agua y cuánto brebaje, se mecieron. Me erguí, tomé aire y ajusté los pliegues de mi túnica (creo que Maida era la única que conocía mis arrebatos). Continué con serenidad- quiero paz mis ladys, don Edmund, así que creo que la reunión a la que me ha invitado, me caerá de perilla- sostuve finalmente con una plácida y maliciosa sonrisa

>> Y respondiendo a tu pregunta, mi estimada amiga- dije a Malfoy al tiempo que tomaba asiento en una cabecera- me dejaré de bromas y te diré solo una cosa. Si el equipo de expedición no ha regresado, es porque la seguridad está funcionando de maravilla...- aludí a los dementores, observando luego a Lucrezia en son de responder a su último comentario, ¿qué mejor negocio?- no hay ilegalidades en un estado de sitio como en el que vivimos hoy en día; lo agradecerán luego...

La bruja a quién había enviado la lechuza debería de estar por llegar. Era ella la causante de atraer a las masas de espectros hasta la prisión mágica, pues y con su poder, aquello resultaba más fácil que para cualquiera de nosotros...¿el precio? ¡tal vez mi alma!, pero no, pues solo había ofrecido presidir la seguridad de los futuros encarcelados que diesen a parar a la famosa fortaleza en medio del mar tempestivo.

-Provecho...- me dirigí nuevamente a las brujas y el mago en tanto se destaparon las fuentes de comida- Maida, ¿me acercarías el vino?...- ofrecí una copa a Edmund. Dentro de nuestra educación era mala praxis usar la varita en la mesa- ¿Qué me decía que era usted aquí en el Ministerio?, pues que yo sepa, no tenemos Wizengamot- me incliné un tanto hacia Ashura que se encontraba en uno de mis costados- no tenemos ¿no?...- volví al resto- ¡es más!, quisiera conformar uno y que de paso sea de tradición cambiarla en los próximos gobiernos, así que si requiere el título, podríamos conversar de ello más tarde señor Browsler...

@

llegaste justo al almuerzo (?) xD

@ @@Edmund Browsler @@Lucrezia Di Medici Di Médici @ @@Ashura Lestrange

 

Siento la doble mención. Ideas que surgen en último momento xDD

Editado por Aaron Black Lestrange

ISh3z7l.gif

1yVXGup.png
xV0xd.gifmdbNxIw.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.