Azkaban

[Hayame Snape Potter Black]

Ministerio de Magia

Hayame

::::::::::::::::::

-Demonios, hasta pareciera que tuvieramos al enemigo en casa todo el tiempo y nadie se hubiera dado cuenta de nada -la bruja comenzó a sacar papeles y más papeles donde los sellos y permisos parecían falsificados; casi le parecía que si incluso se ponía a revisar las boletas de las elecciones se toparía con votaciones dobles o también falsificadas -de dónde ha salido todo esto?

 

-Todo falsificado!- el amigo de la Snape se pasó una mano por el rostro y negó varias veces con la cabeza, decepcionado y bastante estresado- Todo el tiempo pensé que yo estaba haciendo mal mi trabajo cuando ha resultado que todo ha sido por cuestiones burocráticas y de política, porqué no me di cuenta a tiempo...?

 

-Ya no te culpes a tí mismo, no eres el único empleado del Ministerio aquí y si tantos se lo han saltado es que no pocos estan de acuerdo con los tejemanes que se hacen en la mayoría de los puestos altos- dijo rápidamente la mujer mientras que se acomodaba mejor en la silla- no hay mucho que pueda decir, yo misma alguna vez tuve que echar mano de eso para conseguir permisos de actuar que no teníamos a disposición- sintió la mirada fría y decepcionada del muchacho y levantó la mirada- lyo lo hacía para salvar vidas!! no siempre teníamos el tiempo de nuestro lado y era actuar o dejar a muchas personas morir, dime tú si no harías lo mismo estando en mi lugar...

 

El muchacho pareció mirarla por unos momentos y sacudió la cabeza en pequeños espasmos

 

-No estoy seguro si soy sincero -confesó y arrojó mas papeles por delante, antes de tallarse los ojos por debajo de sus gafas con gesto cansado -que hasta tú estés coludida en esto de la corrupción... hasta tú merecerías que te encerraran en Azkaban solo por lo que me acabas de contar y a mí por ser cómplice ayudándote a revisar tantos papeles que no deberías siquiera de estar mirando...

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

[Felicity]

Felicity giró sobre la escoba bruscamente y puso rumbo al ministerio de magia. Desde luego, volver a confiar en los dementores para custodiar Azkaban había sido un error y la Malfoy pensaba hacérselo saber al ministro en persona. No sabía qué estaba pasando exactamente en aquella isla en medio del mar negro pero tampoco pensaba quedarse para averiguarlo. Solo sintió frío, muchísimo y se reguardó como pudo en la capa impermeable con la única idea de solicitar refuerzos.

 

- Tener estos problemas con la que está cayendo en Londres...¡menuda idea!

 

Minutos después la bruja entraba al ministerio a través de la cabina telefónica con la nimbus 3000 colgada del hombro. Estaba empapada , dejando completamente mojado el sueño que pisaba.

 

- Señora, haga el favor de secarse, está dejando el suel...

 

- Cállese, tengo que ver al ministro.

 

- Pero el suel...

 

- ¡He dicho que se calle! - espetó a la bruja de pelirrojos cabellos con el ceño fruncido a la vez que sacaba la varita mágica amenazándola. Seguidamente se dirigió al elevador y puso rumbo a la primera planta, a la oficina del ministro - espero que no me hagan pasar por controles o tendré que lanzar maldiciones - murmuró malhumorada por lo bajo.

[Hayame Snape Potter Black]

Ministerio de Magia

::::::::::::::::::

-Oye, eso es ofensivo! -exclamó la pelirroja mirando al muchacho que tenía delante y que se veía realmente agotado por lo que estaba pasando; la bruja se encogió entre sus hombros y comenzó a refunfuñar de mala gana mirando en otra dirección mientras que se cruzaba de brazos -a veces una tiene que hacer cosas que no le gustan, sabes?

 

El muchacho se inclinó hacia atrás mirándo con incredulidad a la mujer como si fuera la primera vez que la viera, bastante incredulo

 

-No quisiera pensar que es verdad lo que me estás diciendo- comentó el hombre para luego, comenzar a revisar los papeles para los que tenía la mano y empezó a verlos uno por uno; parecía que estaba intentando buscar algo para excusar a la amiga que tenía delante pero no había nada -cuando me dices que son cosas necesarias... es justamente aquello de lo que se supone que estamos en contra...

 

-Entiendo lo que estás diciendo y supongo que siempre tenemos que existir los que tenemos que embarrarnos en pro de las demás personas, para que el resto pueda vivir en paz- hizo una mueca fastidiada- pero tal como lo dices, tampoco es como que sea la mejor excusa de nada, nunca hay justificante para hacer las cosas mal

 

Se talló un oído por un ruido atronador que retumbó en las paredes encima suyo

 

-Están atacando otra vez?

 

-No lo creo, son los de los equipos de defensa que no quieren que vuelva a meterse nadie en este sitio, aunque con las últimas revelaciones del Ministro no se me haría raro que tuvieramos todavía más personas involucradas que intentasen quemarlo todo... me sorprende que no lo estés haciendo tú

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

[Edmund Browsler]

Odiaba servir de lechuza, pero para eso era lo que básicamente servía su posición. Especialmente con lo tedioso que Boris podía comportarse la mayoría del tiempo.

 

Se había enterado de la reciente muerte de su abuela, la reina Isabel II y del ascenso de Orión a la corona, hijo de Isabell II y Fernando. Su padre, Charles de Gales, hubiese ascendido al trono directamente por ser el hijo mayor pero había muerto de un ataque cardíaco unos días antes de la muerte de la reina... curioso. Así era como él había ascendido, siendo ahora Edmund de Gales. Se esperaba que el príncipe pronto se casase, pero eso no le causaba mucha gracia.

 

Tampoco había sentido nada con las muertes de su padre y su abuela pues no los había conocido muy bien. Él había vivido su niñez en el Castillo Browsler y había querido a sus padres adoptivos más que a los padres naturales. Después de todo, ellos no le habían querido pues Edmund era 'anormal'. Y no fue hasta que vieron la oportunidad al enterarse que Edmund era un mago, que le comentaron que él era hijo de Charles y le invitaron a la Casa Clarence a vivir. Browsler lo aceptó por dos razones: primero, no tenía donde vivir, y segundo, era una buena ocasión para meter sus narices en la política británica y en las relaciones con el Ministerio de Magia.

 

Y allí se encontraba, en el atrio del Ministerio.

 

No conocía al ministro, por lo que debía presentarse y ponerse a la orden para comunicación con el primero ministro inglés, quién resultaba ser muy bien amigo suyo y de la familia. Tampoco conocía a Orión, el nuevo Rey de Inglaterra, pero estaba seguro que faltaba poco para ello.

 

Con todos aquellos pensamientos en su cabeza, Edmund se dirigió hacia el ascensor y se ubicó en la parte de atrás. Una bruja lo hizo luego de él, pero no pareció reparar en su presencia. "Espero que no me hagan pasar por controles o tendré que lanzar maldiciones" alcanzó a escuchar.

 

- ¿Fee? -preguntó, encorvando los ojos.

 

Sí, era Felicity. Mojada y con una escoba mágica. Edmund sonrió, le alcanzó la mano libre y le dio un suave beso en ella a modo de saludo. Seguro la Malfoy aún recordaba los modales de Browsler con claridad.

 

- Es un gusto verte, después de tanto tiempo... ¿Cómo has estado? ¿Qué haces por acá, si puedo preguntar? -saludó-. Además de lanzar maldiciones los de seguridad, claro.

 

@

[Hayame Snape Potter Black]

Ministerio de Magia

::::::::::::::::::

La pelirroja se veía esta vez levemente nerviosa y por unos segundos parecía ausente en su mente para después, observar a quien tenía delante; aquel era un trabajo muy largo y se puso de pie para acercarse a un archivero cercano y comenzó a revolver entre las carpetas con un gesto molesto

-No voy a ponerme a quemar pruebas que puedan comprometer a nuestro querido nuevo Ministro, aun así tenga que quemarme yo misma y ser encarcelada -gruñó de mala gana y entonces, miró por encima del hombro al muchacho que parecía tener una expresión asustada y sorprendida -te sorprende que sea capaz de entregarme si con eso podría meter a alguien más a la cárcel?

-Eres tú, sé que te gusta hacer cierto tipo de cosas y no salir involucrada pero que vayas tan lejos solo por esta situación...

Comentó el hombre acomodándose de nuevo las gafas. Se puso se pie despacio y miró a la chica con expresión seria como si supiese algo y estuviese esperando a por una órden; quería saber qué hacer a continuación pero su mente estaba algo en blanco y eso aumentó el nerviosismo del trabajador

-Realmente no te agrada el nuevo Ministro, cierto?

-No lo conozco para que me agrade o me desagrade, pero abrir una cárcel de este tipo justo cuando acaba de ganar?... parece como si quisiera mandar un mensaje y no solamente a los grupos rivales

Dijo la pelirroja mirando con seriedad a quien la estaba ayudando en ese momento a buscar pruebas

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

[Aaron Black Yaxley]

 

-Madame...-respondí en tono parsimonioso al tiempo que levantaba una mano con mesura para que Ashura me dejase hablar- ¿Infiere usted que no debo confiar en lo que me aconseje la señorita Lestrange, o es que acaso me aconseja hacer oídos sordos de una mano derecha? - no eran opciones distintas, pero eran opciones al fin y al cabo. Observé la copa de vino entre sus dedos y alterné la mirada hacia la nipona- aunque a decir verdad, y sin prejuzgar el hecho de que "Lucrezia Di Medici" venga aquí a ofrecerme la banca de su familia, no le veo lo indecoroso...- El nombre lo había pronunciado con osadía, luego me levanté y en menos de lo que pudiesen darse cuenta los presentes, me esfumaba en una fina niebla, cuan estela, para volver a materializarme tras la italiana, tomando suavemente sus hombros, acercando mi rostro por un costado- ... mi duda es, ¿porqué?, si Italia está contra los intereses de nuestro gobierno...

 

Era conocido, que en posición de guerra, la cuna de la familia Di Medici no entablaría una amistad con nuestra gente, al igual que muchos otros como por ejemplo la engreída institución nortamericana "Macusa", que ya había dejado clara su postura sin apoyar a uno u otro, sino y como creía sin lugar a dudas, apostarle a lo que más caliente el sol. Así eran todos sus magos y brujas, como también sus famosos nomajs, ¡oportunistas!.

 

-Aparte, señorita Lucrezia...- bebí un poco de mi copa de agua en tanto me posicionaba nuevamente frente a ella- porqué no confiar en mi gente, que ellos mismos hagan un presupuesto y se lo entreguen en menos de tres días, comprenderá que la confianza es algo de mucho valor en éstos días, algo que sinceramente no quisiera apostar el día de hoy. Nada me dice que teniendo la nacionalidad que tiene, venda los planos de Azkaban a su gobierno para que luego, los detenidos de guerra puedan escapar...

 

Y tampoco es que la prisión mágica británica no tuviese fama de insegura, sino que no dejaría todo en vano.

 

-¿Qué opinas tú, Ashura?...

 

Ya hablaría con ella sobre la noticia que nos había traído hasta la reunión tergiversada en que nos habíamos convocado, su poder en Japón.

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici @@Ashura Lestrange

[Lisette Ryddleturn]

-Puedo ayudar?

La muchacha entró en aquel sitio con paso decidido y una mirada pensativa y se detuvo con las manos revolviendo en su propia bolsa mientras esperaba la reacción de las dos personas dentro de aquella habitación

Desde que hayame había dejado la mansión de Sagitas para intentar hacer una investigación más precisa, la Ryddleturn había tomado la decisión de hacer todo lo posible por ayudarlos

Primero había llegado al ministerio y les había preguntado a los contactos que tenía en el lugar si había alguna manera de que en verdad aquello estuviera sucediendo

Recordaba lo que había escuchado en la radio y aunque por un momento sabía que la mujer tenía razón cuando les había pedido a las chicas que se fueran de la casa para que estuvieran todas juntas y a salvo

El vacío de esa mansión empezó a ponerla muy nerviosa y aquel chico, Sean de Espinetto siempre le traía el sentimiento de que estaba más a salvo lejos de él que cerca

Ashley todavía no llegaba a la casa de los Potter Blue asi que, no quería quedarse como una persona inútil y se fué al ministerio sabiendo que Hayame había partido en aquella dirección también

-Qué tenemos que encontrar en todos estos papeles?

Les preguntó a esas dos personas tomando un grupo grande de aquellos documentos para tomar asiento al lado del escritorio y empezó a pasar las hojas buscando el nombre del ministro o de la prisión

[Hayame Snape Potter Black]

Ministerio de Magia

::::::::::::::::::

-Lisette!

La bruja de ojos rojos los abrió bastante sorprendida al ver la manera en la que su ex-pareja entraba en aquel recinto con un gesto bastante decidido y con toda la energía impuesta en ayudar en lo posible; la Snape no desagradecía el esfuerzo de la mujer, por el contrario, con tantos documentos que estaban intentando revisar para ver quiénes estaban involucrados dentro de los permisos que le otorgaban al actual Ministro el poder para abrir nuevamente esas cárceles... mientras más ojos mejor

-Señorita, no puede tomar esos papeles, eso está en contra de la ley! -interrumpió el contacto de Hayame al tiempo que se ponía de pie y trataba de arrebatarle el fajo de documentos a la muchacha rubia que acababa de llegar -son documentos clasificados y que de caer en las manos equivocadas... y si algo de la información que hay en estos sale de este lugar...

-Lisette es de confianza, ella no va a estar esparciendo rumores o diciéndole a nadie acerca de lo que lea en estas cosas

Interrumpió la vampiro mirando a aquel hombre que por unos momentos pareció balbucear sin sentidos... al menos para después, alzar ambas manos como si se hubiera quemado y darles la espalda, dirigiéndose a otro rincón

-Ustedes dos van a meterme en problemas muy severos y el que va a pagar por todo esto, seré yo...

-Ya te dije que si alguien viene, me acusas a mí y ya -Hayame rodó los ojos fastidiada para después, mirar a la recién llegada y componer un gesto serio -me alegra que hayas venido a darme una mano y de hecho, el que estés aquí a mi me ayuda bastante porque necesito hacer unos cuántos mandados más -le dijo con tono severo -crees que puedas seguir revisando cualquier cosa que venga con el nombre de Aaron Black mientras yo voy a los archivos de los pisos inferiores en las bibliotecas privadas a ver si me encuentro algún tesoro escondido?

Le inquirió intentando no sonreír tanto como quería hacerlo

::::::::::::::::::::::::::::::::::::

[Felicity]

Felicity abrió mucho los ojos, incrédula.

 

-¿…Ed? – preguntó, confusa, entrecerrando los ojos - ¡Ed! – y una sincera sonrisa afloró de los labios de la bruja, muy morados por la fría lluvia que le había caído encima del vuelo de regreso desde Azkaban. Aun sentía el frío calarle los huesos pero aquello se debía a la presencia de los dementores de aquella isla de mala muerte. No había llegado a poner los pies en ella que había notado la terrorífica presencia de aquellas horribles criaturas encapuchadas envolver todo su ser – qué alegría verte – añadió.

 

Cualquiera que hubiera guardado relación con la Malfoy aquella última época se hubiera extrañado sobremanera de verla en aquel estado de repentina sorpresa y felicidad, pero la bruja no pudo evitarlo. Hacía años que no veía al Browsler. Muchísimos. Por un momento, se sintió algo avergonzada y un ligero rubor bañó sus pecosas mejillas. Pocas veces, por no decir ninguna, se había topado con gente de la Orden del Fénix de la misma época en la que estuvo ella. Por un instante recordó los momentos vividos no solo con Ed, sino con Undefined, Lucas, Mey, Hedwing, entre otras personas. Un nudo se formó en la garganta de la joven mortífaga, pero lo disimuló manteniendo la sonrisa, sobre todo cuando Ed posó un beso en la mano que tenía libre de varita y escoba provocando que se sonrojara más. Por lo general, no dejaba que la gente la tocara, ni siquiera para dar palmaditas en la espalda.

 

-Estoy bien, bastante bien de hecho, contenta de haber vuelto. Estuve un tiempo en Austria pero volví no hará mucho. Pensaba que no quedaba nadie de los antiguos tiempos por Londres, ya me entiendes, pero ya veo que me equivoco – explicó de una tirada y su sonrisa se desvaneció cuando explicó a qué venía al ministerio – iba de camino a ver al ministro, ya sabes, al Black. Ha abierto Azkaban y se le ha ocurrido la "magnífica" idea de recurrir a los dementores para su custodia.

 

Ignoraba si el Broswler sabía de su acercamiento a la marca tenebrosa y se rascó el antebrazo izquierdo, algo incómoda. La voz femenina del elevador la salvó.

 

“Primer piso: Ministro de Magia y Personal De Apoyo”

 

-¿Tu también te bajas aquí? – preguntó al mago, mirándolo a los ojos. Había olvidado lo atractivo que era – mientras esperamos me puedes contar qué ha sido de ti y si aun sigues activo en… ya sabes.

 

Era extraño pero aun tenía cariño a las cuatro personas con las que congenió en su pasado dentro de la Orden del Fénix. Muy a su pesar, claro.

 

@@Edmund Browsler

[Lucrezia Di Medici]

- Señor Ministro- interrumpió la blonda italiana, imitando el tono parsimonioso con que el hombre se había a ella pero infundiéndole una actitud de sorna- Lo único que digo es que la señorita Lestrange tiene un juicio nublado sobre mí, dada mi actitud en anteriores encuentro. Eso ha quedado en el pasado.

 

Lucrezia ahogó con ímpetu un respingo de sorpresa al sentir como repentinamente el Ministro tomaba posición detrás de ella, haciendo uso de su facilidad para aparecer y desaparecer dentro de su propio despacho. Percibió la inquebrantable serenidad de su respiración golpeando contra el lóbulo de su oreja y la seguridad con la que impregnaba cada una de las palabras que le decía a los oídos. No había lugar para dudas en cuanto a la particularidad de aquel mago, que había llegado al poder como una aplanadora enarbolando un discurso cargado de xenofobia y sentido profético. La mortífaga evitó voltearse y mantuvo estática su mirada clavada en algún punto de la pared y su mentón levemente elevado en actitud altiva.

 

No podía mal juzgar la posición de Aaron en cuanto a su visita, pues si algo destacaba de aquel hombre - además de su porte físico - era la elocuencia con la que teñía adrede su discurso. Calar una posición tan supinamente radical en la comunidad a la que representaba, incluso cuando ésta podía llevar a un endurecimiento total de la guerra, era un don que muy pocos tenían. Sin embargo, la prodigiosa habilidad de Lucrezia para conocer y analizar la historia reciente tanto mágica como muggle hacía inevitable llegar a una conclusión devastadora: los líderes totalitarios, aquellos que engatusaban al pueblo con banderas de odio y represión, encontraban un rápido escape a sus crímenes humanitarios en su muerte. Piero Azzinari, el Ministro italiano, era mucho más cauto por ese mismo motivo. Di Médici sonrió.

 

- Usted sabrá Aaron, si me permite llamarlo así, que no soy una funcionaria ministerial de Italia. El banco Médici opera en ambos países y no tomamos posición en algo tan delicado como la guerra, que solo trae crisis a las finanzas y pone en jaque la posibilidad de aumentar nuestro patrimonio.- la joven aristócrata siguió al Ministro con su azul mirada, que había adoptado una actitud fiera- No puedo negar mi relación con ambos gobiernos pero ¿No confía en una entidad que siempre fue amigable con sus pares ingleses? Los duendes de Gringotts no verán con buenos ojos poner dinero en las reformas de una prisión donde irá a parar cualquier persona según el humor con que se levante el Ministro. Es su forma de pensar, los conozco.

 

Había algo en el tono con el que fluía la voz de la blonda italiana, algo en su forma de hablar y de inyectar sus muy pensadas frases con sentido, que la hacían en extremo convincente. Era innegable que poseía un manejo de la palabra excelso, muy diagramado en su fuero interno. Tal vez los años de instrucción como diplomática, tal vez el forzoso proceso de adaptación a un territorio que le era desconocido como lo era el británico…la aristócrata era toda una versada maestra de la oratoria. Bebió el último sorbo de vino y lo apoyó con firmeza sobre el escritorio del Black Lestrange, haciendo gala de una seguridad que imprimía también en sus intervenciones. Reformuló en su cabeza lo que el Ministro le había dicho con anterioridad y relajó un poco su postura.

 

- Conmigo no funcionará el jueguito dialectico e ideológico de las nacionalidades y los orígenes. Eso déjelo a El Profeta o todos esos medios independientes que se mojan los pies para dejarlo a usted mal posicionado frente a su gente. Como no nos han presentado antes, es imperioso que sepa que Anne Gaunt confía plenamente tanto en ti como en mí.- aclaró haciendo una disimulada alusión a su pertenencia a La Marca Tenebrosa, dado que aún no poseía el reconocido símbolo mortífago grabado en la virgen piel de su brazo.

 

La idea de los planos que sugirió Aaron no había atravesado aun su mente, no de esa forma ¿Vender los planos cuando originalmente pensaba cederlos para afianzar aún más la relación de mutuo beneficio con el Ministro italiano? Increíble que aquella posibilidad no hubiese surgido de su propia cabeza, siempre ocupada en hallar los huecos vacíos donde pudiese meter su capitalista garra. Nunca se había figurado a si misma como una potencial reclusa de Azkaban, ni a ninguno de sus compatriotas. Sin embargo, su objetivo allí nunca había girado en torno a satisfacer las demandas de Piero Azzinari. Lucrezia solo buscaba, con la intervención del poderío financiero de su banco, ganarse la confianza del nuevo Ministro y colega mortífago. Su espíritu incorruptible no iba a permitir que nada la detuviera.

 

- Entonces Ashura...- le dirigió una complaciente mirada a la mujer, una actitud muy alejada de la desconfianza mutua que se tenían- Aaron…¿Me permitirán una visita guiada a la prisión?