Jump to content

El Día de la Ira


 Compartir

Publicaciones recomendadas

HASAM MALFOY

Hogwarts

 

Nadie me conocía, la verdad no sabía si eso era bueno o malo, al menos en aquel momento. La única persona que en su defecto podría reconocerme era Cissy Macnair y aun no la había encontrado. Mi sobrino me había enviado a ver si estaba bien. El sabia que de una u otra forma podía confiar en mí en caso de que él no pudiera cuidarla en algún instante, y yo obviamente lo haría. Recorrí los terrenos del colegio. Me había sido fácil acceder, quizás porque era un mago que había estudiado allí y no algún invasor. Conocía perfectamente los terrenos.

 

Me sorprendió ver el con horror lo que había quedado del castillo después del ataque, la majestuosidad de él ya no era absolutamente nada. Si bien, había partes que parecía que no habían sufrido daño había otras que simple y sencillamente habían sido destruidas en su totalidad. Recorrer aquellos metros se me antojo eterno, no por el horror que sentía, sino por la misión que llevaba. No podía permitirme fallar, debía encontrar a Cissy y ver que todo estuviera bien. Hades me lo agradecería, su cabeza estaba a punto de estallar con tantas cosas, imágenes, y problemas, al menos, saber que su prometida estaría bien eso le ayudaría.

 

Al ser un animago no registrado me pude mover mucho más rápido en mi forma animal. Recorrí los terrenos pronto y al entrar al castillo comencé a recorrer los pasillos. Era inmenso, pero después dl ataque, bueno, era mejor no pensar en ello. Pase un buen rato escondido entre las sombras, escuchando por si oía el apellido Macnair. Nada había pasado. Maldiciendo mi suerte me moví rápidamente hasta que al fin, gracias a la habilidad vampírica que me caracterizaba pude captar un aroma débil pero conocido. No era que me la pasara oliendo a Cissy, pero eso me ayudo a encontrarla.

 

Al volver a mi forma humana me acerque a ella escuchando lo que acababa de decir.

 

-¿Qué te parece si yo me los llevo? –pregunte sabiendo que debía tener cuidado, nadie me conocía, solo ella y que de una u otra forma podría lanzarme un hechizo a causa del susto que le acababa de dar.

 

@

Editado por Hades Ragnarok

vkDq3f1.png

 

kNTUx8c.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Junio de 2020

En algún punto de Nueva York, Estados Unidos

 

Nathan sintió un profundo alivio al escuchar que su amiga estaba tan, o quizá más, enojada que él. Quizá, como él, la Black Lestrange no podía entender cómo ante la situación que los estaba atravesando como sociedad actualmente, había alguien que en posición de liderazgo podía ser tan indiferente a las necesidades de un pueblo. Un pueblo que, para peor, no había hecho nada para merecer la crisis actual y, por más ridículo que sonase, se había limitado a seguir las pautas de la ley. Una ley que, eventualmente, había caído; derrocada por el gobierno de turno y sus propios intereses. Hacía ya tiempo que el Weasley había comenzado a reservarse sus opiniones políticas, no sólo por conveniencia, sino también porque cada vez era más y más evidente que eso no lo llevaría a ninguna parte.

 

- De verdad que no comprendo cuáles son los planes del Ministro. Se me ocurre, quizá, que su asesoría en términos de finanzas y las implicancias que puede tener su indiferencia ante la situación actual son, cuanto menos, erradas. - comentó el Weasley, dándole otro trago a su vaso de whiskey - ​Creo que quizá lo más razonable es ver esto no de la manera más lógica, sino teniendo en cuenta que hay intereses políticos y personales de por medio. - aseveró.

 

Miró a su amiga a los ojos, y sopesó cuidadosamente sus palabras. En este momento, se encontraba en una posición sumamente incómoda, y ahora la frase que tanto había escuchado: "no hagas negocios con amigos" cobraba máximo peso. Por un lado, sentía la obligación de responder al Ministro en cuanto a solventar la crisis financiera, no porque le importase lo que el ministro quisiera (eso lo traía sin cuidado) sino más bien por una cuestión de moralidad, de cumplir con su labor, y del cariño que le tenía a Gringotts. Pero por el otro, Mía era su amiga, una de las pocas amistades que había mantenido con el paso de los años incluso a pesar de sus largos períodos de ausencia y todos los defectos y dificultades que el Weasley tenía. Le generaba mucha culpa la sola idea de que su amiga invirtiese dinero en un proyecto que tenía muchas posibilidades de hundirse.

 

- He hablado con uno de los duendes justo después de la reunión. No están dispuestos a dejar ir sus pertenencias, insistieron en que son un préstamo y no un legado a la comunidad de magos. Ya sabes cómo son. - Mía había tenido que lidiar con ellos mucho más que Nathan durante su tiempo como directora en el banco - Sin embargo, de camino a Nueva York tuve una idea, a ver que te parece. Con la situación actual, y la fuga masiva de activos líquidos, las reservas de Gringotts quedan limitadas a los depósitos de los funcionarios que no quieren sacar sus fondos y a los bienes, que si bien contribuyen al patrimonio del banco son propiedad de los duendes. En este contexto, sólo se me ocurren cuatro opciones, ninguna de las cuales es buena.

 

Nathan hizo una pausa, meditando el calibre de sus palabras consciente del peso que tendrían sobre la mujer.

 

- La primera sería impedir que la gente haga más extracciones de fondos. - dijo el Weasley, avergonzado por siquiera mencionar tal alternativa - Gringotts nunca ha hecho demasiadas inversiones, por lo que los galeones que los magos depositan son los galeones que verdaderamente están en las bóvedas. El hacer eso, sin embargo, conllevaría un avasallamiento absoluto de la propiedad individual y de los derechos de los magos, por no mencionar que destruiría cualquier tipo de credibilidad a futuro si esta situación se revierte en algún momento. - agregó.

 

Era la verdad. La ley mágica no permitía que Gringotts participase en el mercado de acciones mágico de Londres. De hecho, cuando se trataba de créditos y préstamos, los porcentajes de interés que utilizaban eran estrictamente vigilados por el Ministerio de Magia. Todo esto era porque el objetivo principal de la institución no era generar ganancias, sino crear un sistema bancario que funcionase y fuese de utilidad a la comunidad mágica londinense. Nathan, sin embargo, no estaba dispuesto a siquiera considerar aquella alternativa remotamente. Era, lisa y llanamente, el último de los últimos recursos.

 

- La segunda es declarar la quiebra, y llamar a reorganización por concurso de acreedores. En ese momento, el FMI podría adquirir una parte de las acciones del banco. - declaró, imaginándose por unos segundos el estrés que toda aquella situación acarrearía - La tercera, y probablemente lo que quiere el ministro, es pretender que no pasa nada y pedir un "préstamo", - gestualizó con sus dedos unas comillas, para acentuar su punto - ​aunque dudo que ese préstamo alguna vez se pague. ​Y la última, es dejar que el sistema colapse. El banco se queda sin activos líquidos; los bienes se devuelven a los duendes, y Gringotts quiebra y cierra sus puertas indefinidamente, hasta que venga algún gobierno que tenga interés en invertir en el sistema.

 

Nathan, de repente, se sintió muy cansado. No sólo por el viaje internacional de los últimos días, sino porque las implicancias que todas y cada una de las alternativas que había propuesto tendrían consecuencias nefastas sobre la sociedad mágica y sobre su vida. Cuando había sido nombrado Embajador del FMI por Gran Bretaña, nunca imaginó que tendría que lidiar con una situación como esta. Se recostó en el respaldo del asiento y suspiró audiblemente.

 

- Te dije que no eran buenas noticias. - finalizó, con una media sonrisa.

iByhMRF.giftA4DkbA.gif

nathan firma 1.png

trFd9O9.gif6UufUc5.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

con @@Eobard Thawne y @ (Panda)

 

 

Planificábamos precisamente una distracción cuando Panda mandó a sus soldados a capturar al grupo que se visualizaba a unos metros de distancia. Allí fue cuando pude visualizar a mi padre y a Zahil, tal como sospechaba.
No me sorprendió ver a los soldados desarmados en cuestión de segundos pero Eobard tenía razón, debíamos aprovechar la situación y entrar por el patio trasero. Tomé una mochila y me coloqué el chaleco anti-balas muggles que nos había dado la oficial, no podía cambiar mi aspecto como mi compañero pero podía utilizar un hechizo que desfigurara mi rostro de ser necesario.
Observé el portal que Eobard había abierto y me preparé para ingresar.
-Tu idea está bien, no hay tiempo para analizarla y esto- dije palpando el grueso chaleco de tela oscura- nos será de mucha ayuda. Vamos, el otro equipo encontrará la forma de ingresar, el objetivo es el mismo: rescatar a los bebés.

Puse un pié dentro del porta lista para desaparecer a donde Eobard lo condujera. En ello vi que otra mujer junto a Elvis desaparecía sola tras un portal similar al nuestro ¿Acaso pensaba ir sola con tantos bebés y una seguridad que quien sabe de qué se trate?

-¡Rápido!- dije avanzando por el portal hasta desaparecer.

Editado por Shelle Dumbledore B.L

672440170_firmadana.png.e290dcafe4b6fce4606f7d9799883adb.png

 

7hdosh8.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La Malfoy se dio cuenta que eran espiados por alguien con camara y enseguida hizo lo propio para evitar ser expuestos. Como si no fuese suficiente con aquellos muggles que habían intentado detenerlos, no necesitaban que mas civiles intervinieran. A lo lejos pudo ver otros magos abrir un portal a la vez que lo hacía Mackenzie y un grupo de magos, fácilmente unos 100 salían al parecer a atacar a un grupo muy reducido de magos. Debían considerarlos realmente peligrosos para que salieran todos. Aquello solo lo hacía mas fácil, no tenia que decidir si entrar o no, si atacar o no. Por lo que sabían de los redentis, no había manera de razonar con ellos así que debía detenerlos como fuera.

 

- yo los distraigo - dijo la rubia mientras miraba con una sonrisa sardonica a la par que se concentraba para atacar

 

- phantom - susurro mientras corría a velocidad extraordinaria, con una rapidez que aquellos traidores no esperaban, toco a varios en el hombro y les aplicaba otro hechizo que disfrutaba bastante. - Obedire, -dijo, dejandoles una marca que hacia que por un instante hicieran lo que ella queria

 

- ataquen a sus compañeros Redentis - ordeno mientras miraba a otros magos para usar en ellos mas magia oscura

 

No podia con los 100, eso lo sabia pero lo que habia hecho haria que desviaran su atención del grupo y tuvieran que detener a los suyos.

c3cuSMA.gif4dV4RuU.gif

adUnqJb.png

8qIYq5A.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

3BwGDhc.png

Hospital Hindenburg

Joan frunce el ceño, pero se queda en silencio. Dios sabe nunca ha tenido muchos problemas en hacer lo que es necesario. Antes de unirse a la Orden del Fénix, rastreó y confrontó por su cuenta a los miembros de la Alianza que comenzaron a crear disturbios en los Estados Unidos de América; en algunos casos, tuvo que hacer lo necesario para impedir que hicieran más daño. Ella sabe que muchas veces es necesario tomar decisiones difíciles y cuestionables, por el bien común. Al igual que los demás, se siente indignada por todo lo que ha sucedido en la Comunidad Mágica Internacional y quiere rescatar a los bebés raptados y regresarlos a su familia, pero no puede matar a todas las personas que se le crucen al frente par ello, no cuando está la posibilidad de que no todos sean culpables de aquel crimen. ¿Cuando iban los magos a entender que no se trata de una guerra entre ellos y los muggles? Quiénes están en la cima moviendo las piezas del juego, quieren enfrentarlos para asegurar su dominio. Y si ceden a ello, no serían mejores que las personas que siguen las indicaciones del Inquisidor sin saber qué retorcido plan tendrá.

 

—Mi prioridad son las personas inocentes, atrapadas en esta mier** —espeta Joan, empuñando con fuerza su varita de fresno—. No me importa si son magos, sangres sucias, squibs o muggles. Y no me quedaré aquí sin hacer nada.

 

Frente a ellos, Elvis levanta un cerco de materia luminosa, protegiéndolos momentáneamente de los ataques de aquellos muggles. Los fuertes sonidos a su alrededor le recuerdan que los animales creados mediante magia están trabajando para ellos; hay un gorila abriendo un boquete en un muro del hospital, mientras una gran jirafa mantiene entretenido a media docena de guardias, aparentemente muggles. Sus uniformes le indican que son simples empleados del hospital. Joan no puede evitar sentirse culpable por usar tanta fuerza con quiénes no pueden defenderse de la misma forma y espera que se esté midiendo la violencia aplicada. De nada les serviría rescatar a los bebés secuestrados, si dejaban tras ellos un rastro de personas inocentes muertas. ¿De qué los iba a diferenciar de sus enemigos?

 

Cerca de ella, escucha a Mackenzie anunciar que entrará al hospital usando unos portales. Joan se pregunta por qué no entraría directamente, hasta que ve cómo los guardias muggles que salen del edificio bajo ataque se hunden en lo que parecen ser arenas movedizas. No conoce qué clase de magia es aquella, pero tampoco desea averiguarlo. Sin embargo, se distrae al observar que aparentemente las noticias han llegado al lugar y los están grabando. Joan se echa la capucha por encima de la cabeza, aunque casi de inmediato Mackenzie se ocupa del asunto. No es que comprenda qué es lo que ha sucedido, pero parece bastante conforme con el encantamiento que haya arrojado sobre la cámara.

 

—El cuartel general del Inquisidor se encuentra en Alaska —escucha murmurar a Mackenzie.

 

—¿Qué...? —no tiene la menor idea de cómo puede saber eso, pero aprieta la varita mágica con fuerza. «Debo informarle a Ellie. Que reciba esta información, en caso de que nosotros...».

 

Pero en ese momento, el verdadero infierno se desata.

 

Un centenar de personas salen del hospital, levantando varitas mágicas contra ellos. Joan se queda boquiabierta. Sí, aquella era una idea que había considerado pero en el fondo deseaba no tener razón. Lentamente, levanta su arma contra ellos, sin apartar la mirada; es entonces cuando lo nota. Una mirada intensa, llena de ira, pero vacía. No hay una luz en ellos más que una furia desenfrenada. No le gusta aquel escenario, pero se consuela pensando que el hospital debería estar más despejado que el exterior; la cuestión ahora, sería encontrar la forma de infiltrarse al edificio y seguir distrayendo a los magos afuera. Joan se da cuenta de que tendrá que colaborar. Ahora, sabiendo que hay magos de su lado, sabe que es necesario usar más fuerza.

 

Con los ojos cerrados, levanta su varita de fresno con determinación y exclama:

 

¡Corpus patronus!

 

Cientos de fibras plateadas salen de su varita mágica y a una velocidad rápida comienzan a tejer una gran criatura alada, un ave legendaria en los Estados Unidos. Con un grave alarido, se manifiesta una majestuosa ave del trueno justo encima del hospital. Con el mover de sus alas, el cielo comienza a volverse turbio y la atmósfera se torna densa. Joan lo sabe: dentro de poco, habrá una tormenta. De inmediato cientos de varitas se levantan contra el ave del trueno, pero confía en que podrá resistir y que la tormenta los distraerá lo suficiente como para dejarles un margen de acción.

 

Unos momentos después una luz azulada ilumina la escena, pero Joan sabe que aquello no es obra de su patronus. Sin embargo, no puede ver qué sucede porque Mackenzie se apresura a abrir un portal.

 

—Es el momento de entrar en el hospital. El que quiera venir a rescatar a los bebés que se de prisa.
Joan asiente y lo atraviesa con los ojos cerrados, sin ver atrás.
—¿Qué demonios pasó aquí? —susurra Joan, arrugando la nariz por el olor a quemado y observando la destrozada estancia. Sin embargo, sabe que nadie le responderá, pues no hay tiempo para eso. El llanto de muchísimos bebés los alienta a moverse.

NHCeJlw.png
iB5wHYG.gif
T7t3MEE.png
sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Hospital Hindenburg

Miré a Zahil y asentí. Era cierto, nos estábamos retrasando. No tanto por el grupo de soldados muggles que habían aparecido porque ahora se encontraban desarmados. Y mi barrera los mantendría lejos. Eso sin decir que tanto Mackenzie como Zahil también habían preparado algunas distracciones.

Si de algo estaba seguro, era que aquella prohibición de la ONU no había servido para nada. Reprimir a los magos de ésa manera era peor. Era como si a los muggles los hubieran obligado a mantener la paz, ya todos sabíamos que era algo imposible, Mackenzie empezó a modificar también su entorno. Aquellos cangrejos de fuego eran hermosos. Y ni hablar de la obra de arte que había hecho al mandar a sus clones a través del portal Uzza.

— Yo…

Pero hubo dos explosiones. La primera mucho más suave, se trataba de un gran Ave de Trueno invocado por nuestra nueva compañera americana. Era una distracción hermosa y había obligado a levantar varias miradas al cielo. Pero la mia descendió en picada para ver dos sucesos: el primero era ese estruendo que hizo rebotar casi toda la edificación. Algo había pasado dentro del hospital, Mackenzie parecía contento con eso. Nos dijo que podíamos ir y desapareció, seguida de Joan.

Pero lo otro que estaba ocurriendo me hizo quedar con los pies sobre el suelo. No solo que habían salido cientos de Redentis ante nuestro encuentro, sino que Zahil ya se había puesto a trabajar. Los bebés eran importantes, si. ¿Pero no habían visto hacer magia a Mackenzie? Estaba seguro que acababa de hacer algo espectacular allí dentro del Hospital Hindenburg. Podría alcanzarla luego. Ahora tenía que darle una mano a mi prima, era mi familia, no pensaba dejarla sola en ése momento.

¡Expelliarmus! ¡Expelliarmus! Desmaius —la verdad era que Zahil había recorrido unos cuantos metros casi sin que me diera cuenta. Se había hecho paso entre algunos Redentis, en vez de protegerse. Pero la Granger era asi y los Gryffindor compartíamos ésa misma adrenalina. Me sentía nuevamente de un joven de 20 años, con mi varita aferrada entre mis dedos. Las primeras seis personas que apunté fueron desarmadas. Y sus varitas salieron volando. Y las otras caian al suelo embestidas por mi otros encantamientos—. ¡Zahil! ¡Zahil! ¿Qué haces ahí, estás loca? Tenemos que ver como hacer para entrar también.

Le grité. Pude ver como algunos magos en vez de atacarla, quedaban pasmados algunos segundos y se volvían contra sus propios compañeros.

Ésta mujer me va a matar —murmuré, mientras levantaba mi varita. Ni siquiera nos habíamos encargado del total de un cuarto de aquellos Redentis. Murmuraba cada vez y hacia de escudo con mi varita y brazo. Cada hechizo que era neutralizado provocaba chispas en todas direcciones contra mi defensa—. ¡Defiendan a su amo!

Grité. Pero realmente no era necesario cuando la orden la dabas mental. Tanto el oso enorme que había hecho un agujero en la pared del hospital, como el águila observadora y como la jirafa que se había desquitado contra una docena de guardias, retomaban su camino y venían corriendo donde estaba yo, mientras que en el camino empujaban, chocaban y embestían a quien se cruzaran. Teníamos que de alguna manera sacarnos de encima a los Redentis para que no notaran que dos de nosotros se habían escapado.

Y esperaba que escaparan porque Mackenzie había descubierto el paradero del Inquisidor. ¡Paradero! ¡¿Dónde caraj0s íbamos a resguardar a todos esos bebés?! No sabía si estaba para pensar aquello. Aproveché a concentrarme en muchas Flechas de Fuego, que estas salieron directamente contra dos Redentis e incendiaron sus pechos. Eso debía doler.


@ @@Ellie Moody @@Mackenzie Malfoy

|| 1yqixEK.gif || Marca-1.gif.664cbd85ef4de2f10b959916cce5||
Chw3Ljs.png
GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Los redentis nos atacaban sin tregua, pero papá Elvis ya estaba defendiéndonos a todos, suspiré sin saber que hacer como tantas otras veces, de repente se me ocurrió pensar que no había espacio para los bebes y que no sabría donde los tendríamos ¿alguien había pensado en eso? parpadee asombrada, ¿nos estaban atacando y se me daba por pensar en donde los pondríamos? ¡¡¡por las barbas de merlín santo!!! tenía que hacer algo así que solo levanté la varita mágica e hice lo primero que se me ocurrió sin saber si aquello estaría bien o no.

 

- Morphos - Dije apuntando a una piedra y viendo como esta se transformaba en un perro grande -

 

- Protejanme para que nada malo me pasé a y protejan a Elvis también, así mismo ataquen a todo el que quiera lastimarnos - Le pedí viendo como el perro se ponía entre ambos defendiéndonos -

 

Sonreí feliz y alegré, aunque me di cuenta que quizás tendría que hacer algo más, ¿qué hacía? tenía que pensar rápido y es que estaba del todo confundida sobre que hacer a continuación, como tantas otras veces, solo me tiraba a la acción sin un plan, algo que solía traerme consecuencias, sin contar que los bebés nos esperaban, personas inocentes y buenas que nada tenían que ver con nuestra guerra, pensar eso me hacía dar escalofrió, contaban con nostros y teníamos que llegar cuanto antes mejor.

 

- Disparo de Flechas - Dije viendo como 12 flechas iban directas contra los Redentis, esperando que los lastimarán y no pudieran hacernos nada -

 

Estaba al lado de papá sonriendo feliz, me sentía viva de nuevo y contenta, había logrado defenderme y por si fuera poco había podido atacar, ¿algo más bueno podría pasarme hoy? sólo el saber que estábamos todos juntos en esa empresa me llenaba el pecho de orgullo, yo compartía los mismos ideales y pensamientos que todos mis familiares, que unidos podríamos salvarnos a todos y cuantos más seamos mejor, apreté mi varita mágica más aún esperando que todo me saliera bien y deseando salvar a los bebés, solo eso importaba, eso y seguir con vida luego de tamaña empresa.

 

- No es que quiera ser inoportuna pero ¿alguno pensó en donde pondríamos a los bebes? quiero decir son muchos y bueno no se si podrían entrar en nuestra casa, no se si me explico - Dije con mi cantarina voz un poco más baja de lo habitual y frunciendo el entrecejo preocupada, esperando que alguno de mis familiares me contestará, deseando que todo nos saliera bien -

Luna-Gryffindor-Delacour.png.2b76e3b40e3

LGDdef.gifLEdef.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Junio de 2020

En algún punto de Nueva York, Estados Unidos


La Black Lestrange Tenía bastante claro que el sistema político actual del Reino Unido, estaba más que corrompido. Desde el inicio de la proclamación de Aaron como Ministro, este no había dado los resultados esperados, dejando en tela de juicio que la comunidad mágica hubiese votado por él, antes de por una persona con la suficiente preparación, conocimientos e influencias para asumir el cargo y conducir correctamente a la nación. Pero, poco o nada se podía hacer de momento con las deficiencias políticas que se tenían, de momento la prioridad era encontrar soluciones a la precaria situación económica que se vivía al otro lado del océano.

—Los intereses personales, siempre terminan ***iendo a los colectivos —soltó sin siquiera pensarlo, pero conociendo la veracidad de sus palabras, le regaló una sonrisa al Weasley—. Lo único, que podemos sacar en concreto del Ministerio de Magia, es que básicamente están dando los fondos de sus funcionarios para “salvar” Gringotts y que será la única aportación que harán, porque fuera de eso… están pidiendo intervención extranjera o dejar que el Banco se declare en banca rota y cierre sus puertas.

Sus últimas palabras, salieron con un deje de amargura. Porque, por más que ya no trabajara en la importante y respetable institución mágica como su directora o inclusive como una empleada más, le tenía cierto cariño y respeto a todos los que allí laboraban. Si, los guardaba a casi todos en su memoria con una sonrisa, allí había encontrado a amigos, compañeros y también a aquellos que se hacían pasar por lobos disfrazados de ovejas. Sin duda, el banco tenía de todo y comprendía lo difícil que podría llegar a negociar con sus cuidadores; los duendes. Pensando en eso, casi se quedó rememorando alguna que otra anécdota, pero recordando que se encontraba en una reunión de trabajo, negó lentamente y volvió a prestarle su total atención al castaño.

Tenía claro, que las negociaciones con los duendes serían casi imposibles, por lo que hizo una mueca porque podía casi escuchar palabra por palabra lo que le habían dicho a su amigo y no le agradó en absoluto. El banco, al parecer no tenía ni siquiera el respaldo de sus propios empleados, así que la situación era mucho más complicada de lo pensado inicialmente, así que de momento se dedicaría a analizar las palabras que escuchaba y comenzar a formular alguno que otro plan, para convinarlo con estas ideas que traía el embajador.

—Sabes que ninguna de las soluciones que propones es viable, ¿verdad? —colocándose de pie, llenó por tercera vez su vaso con el líquido de color ámbar— Es casi imposible decantarse por una de las soluciones que tienes pensadas, como amiga te digo que ninguna es viable, pero como directora de esta institución, te diré que tenemos que pensar en alguna solución, porque no puedes volver con las manos vacías, por más que ambos deseemos que así sea, la población en general, no lo merece.

 

En esos momentos, el lado más humano de la rubia estaba saliendo y le extraño un poco sentirlo. Porque, desde que había vuelvo a sus funciones, después del secuestro se había sentido en un limbo de emociones, todas casi siempre siendo negativas, pero en esos momentos sentía un poco de preocupación por alguien más que ella misma y por su amigo, la sentía por toda esa gente que tenía sin saberlo la fe puesta en ella.

—Todas las opciones que planteemos, de antemano es importante saber que no serán del agrado total de todos, porque van a perjudicar más o menos a algún sector. —soltó, bebiendo de fondo el trago, y sintiendo como en esos momentos se mareaba un poco, pero no le importó. Esa sensación la hacía sentir más viva.

Notando la tensión en el cuerpo de Nathan, negó y sin siquiera darse cuenta colocó sus manos sobre sus hombros y comenzó a masajearlos durante algunos segundos, hasta que se dio cuenta, de lo incorrecto de aquella muestra de cariño y confianza, que estaba teniendo, por más amigos que fuesen, así que negando lentamente, se giró y comenzó a caminar por su oficina. Pensando y eligiendo las palabras de la mejor manera posible.

—Creo que tengo una opción más para ti… —comenzó con tranquilidad— La quinta opción, es que como las pertenencias de los duendes son un “préstamo”a la comunidad mágica, podemos tomarlas como un pagaré de que nos van a regresar el dinero que el FMI, estaría invirtiendo dentro de las arcas del banco, siendo asesorados con inversiones.

Sabía que necesitaba explicar su idea un poco más, así que cerró los ojos y comenzó a poner en orden todas sus ideas. Era algo fácil, ellos les darían el dinero, pero para asegurarse de que les devolverían los fondos, tomarían como “garantía”, algunas de los objetos creados y fabricados por y para los duendes. Sabía que con eso, la organización no pegaría el grito en el cielo, porque había algo que “asegurara” el reintegro del dinero.

—Nosotros, les diremos como y donde mover el dinero que se les dará. De esa manera, no tendrán que preocuparse por perderlo, sino por multiplicarlo… lo que significa que algún miembro del FMI, tendrá que entrar a supervisar el funcionamiento del banco, lo cual sé que quizás no les guste del todo. Pero, las otras opciones que planteas, no se ven muy viables que digamos y lo sabes.

En esos momentos, se giró y fijó sus ojos esmeralda en los de él. Intentando, transmitir mediante la legelimancia parte de sus pensamientos y emociones.

—La población más vulnerable y no tan acaudalada del mundo mágico, depende de las decisiones que tomemos en estos momentos… el Ministro es más que obvio, que no hará nada y no puedo, simplemente darles el dinero sin nada que sirva de garantía y la gente, no puede quedarse sin disponer de sus fondos con todo lo que esta pasando, la quiebra no es una opción y comprar inversiones y parte del banco, en estos momentos sería tentar y jugar con el diablo, porque es casi dinero a la basura. —completó, con molestia en la voz.

Respirando profundamente, intentó relajar nuevamente su cuerpo y prestar atención, a lo que fuese que su amigo tenía para decirle.

Editado por Alessia BL Crowley
5pBSVaz.jpeg

8kKbsCi.gif|| sgN2plD.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En el impass entre Grimmault Place y Polonia:

 

Estaba realmente enfadada aunque la presencia burda de aquellos dos hombres delante del Cuartel me dejó atónita, aunque no tanto que una mujer desconocida berreara el nombre de mi sobrina unas puertas más allá. Fruncí el ceño. Aquello se nos había ido de las manos hacía mucho tiempo. Que Babila y Sean estuvieran allá, sentandos en un banco y mirando hacia nuestro lugar seguro indicaba lo poco seguros que estábamos, no verían el Cuartel pero si podrían acercarse demasiado. Y después de lo que había sucedido con Hogwarts, aquello era un indicio más que todo podría caer de un momento a otro.

 

Y encima Xell gritándome por su maldito espejo roto.

 

Gruñí contra los dos hombres, alterada de nuevo, aunque no tanto como ver aquellos animales muggles en el lugar. Supe, tal vez por intuición o tal vez por ese sentido de las sacerdotisas que sentimos las auras de quienes nos rodean, que el autor era Elvis y, a su vez, que necesitaba una distracción para irse al Hospital a por los bebés. Y nosotras también. Aquellos dos nos estaban retrasando. Sean me abrazó y eso aún me irritó más.

 

-- No me abraces, sé que lo haces para evitar mi bronca. Te prohíbo que saques a Ithilion de la casa ni que le lleves a ningún lugar muggle. Está en peligro, ¿sabes? Y harías bien en cuidar de tu hijo. Están secuestrando niños. No podemos correr ningún riesgo.

 

Creo que en otro momento me hubiera reído de Babila, cargando con la motocicleta. Ahora, el negrito nos miraba de uno a otro como si no entendiera nada. Y es cierto, yo misma no entendía nada de lo que allá sucedía. Sean se aprovechaba para sobar a Xell y preguntar por el Padre.

 

-- Sí, Sean, tengo un trabajito para ti. Lo siento, nada de bragas ni de dulces y melosas chiquitas rubias -- le dije, empujándole para que se separara de mi sobrina y su prima. -- Necesito que busques al tal Padre Andrew de la Iglesia de... bueno, Xell te lo dice, y que seas muy amable con él. Pero muy amable. Es muggle pero parece buen persona y necesitamos contactos que nos apoyen en este mundo de locos. Irás y rescatarás un espejo que pertenece a Xell. Pero establece alguna manera de poner hablar entre nosotros si es posible sin que implique magia, para evitar problemas. Y después...

 

Los gritos en la plaza se hacían más fuertes, por algún motivo a los muggles no les gustaban los animales que Elvis había dejado en el lugar: un león, un lobo y un águila parecían atacar a ciertas personas con ropa oscura que intentaban acercarse a ellos. Me di cuenta entonces que los animales defendían la entrada de donde presumiblemente estaría la puerta del cuartel. Bien hecho, buenos guardianes. me volví hacia Sean.

 

-- Aaron Black Lestrange ha secuestrado a Harpo. Necesito que investigues por tus bajos fondos a ver si encuentras algo, alguna noticia, por mínima que sea. Extiende el rumor que pagaré 25.000 Galeones a quien me dé alguna noticia de mi elfo. Y estoy dispuesta a subir a 50.000G si consigo recuperarlo vivo. Y si puedo cargarme a ese.... -- el insulto se quebró en mis labios al ver que aquel grupo de personas con ropa oscura parecían ser muy exactos en sus ataques. Parecían estar buscando algo.

 

Presentí el peligro.

 

-- Volver a casa, Babila cuidará de los niños. Hablar con el Padre Andrew y recuperar el espejo de Xell, establecer un contacto cordial con él y buscar a Harpo. ¿Ha quedado claro?

 

Sí, estaba siendo muy mandona pero es que tenía mucho que hacer, nos esperaban en una misión en la lejana Polonía y no podía perder más tiempo con esos dos.

 

-- Vamos, Xell, que tenemos que...

 

Di un manotazo al brazo porque me había picado un mosquito. El animal resultó ser un poco más grueso de lo habitual, con pelillos en el lomo. Bajé la mirada. Atónita, comprobé que lo que había tomado por un insecto era un dardo, como los de jugar en los bares muggles, aunque más finito. Levanté la vista hasta encontrarme con los ojos de Sean. Por cierto, nunca me había fijado en los ojos azules grisáceos de mi yerno; me quedé embelesada, perdida en ellos, hasta que me di cuenta que eso era por efecto de alguna sustancia que corría por mis venas.

 

-- ¡Huid!

 

Y me derrumbé en el suelo, intentando respirar y viendo, con los ojos entrecerrados , al grupo de soldados que se acercaba a nosotros. ¿Qué logotipo llevaban en el uniforme?

Editado por Sagitas Potter Blue

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Desde mi posición pude notar la salida del primo Elvis con una chica del bando y le vi hacer aquellos morphos disimulados. Surgieron tres animales que se pusieron a vigilar y a gruñir a quien se acercara. ¡Ah, no! La del rugido fue la tía Sagitas. Parecía bien enfadada al dirigirse hacia Babila y Sean y creo que mi mención del espejo tampoco le gustó.

 

El primo abrazó a la tía Sagis y después a mí. Estallé en risas al ver el enojo enorme que sentía ella pero no quise sacarle la lengua porque eso la enfadaría aún más.

 

- Yo también te extrañé, primo Sean, ¿dónde te habías metido? ¿No tienes más braguitas sexi que robar, desde que eres un hombre casado?

 

A punto de contestarle sobre de quién hablábamos sobre el "Padre" cuando Sagitas se puso a mandar, hablando muy rápido. Sonreí otra vez y me puse al lado del primo, hombro con hombro, escuchándola como si fuera una sargento. Aproveché un momento que se quedó sin aire para contestar sobre la dirección del Padre Andrew.

 

- Sí, es la Iglesia de Saint Bartholomew en la Cloth Fair Square, tiene una gran escalinata y la fachada es roja, al menos de noche - confesé con ello que sólo la había visto en horas muy intempestivas, las únicas en las que me atrevía a moverme por Londres. - Es muy majo, ya lo verás.

 

Entendía lo que quería hacer la tía Sagitas, abrir un puente entre las dos comunidades, la muggle y la mágica, de cooperación y convivencia, algo que me parecía muy bonito. Teníamos que afianzar nuestros lazos. de amistad. Vi que miraba a la puerta de donde debería estar el cuartel y recordé que la Orden estaba en una misión de rescate. Ahora entendía sus prisas, yo también las sentía.

 

- ¿Vas a pagar tanto dinero por Harpo? - me arrepentí enseguida porque yo no tenía ese dinero pero es que una vida no se paga con nada. - ¿Qué sucede?

 

La tía parecía nerviosa y aceleró aún sus palabras, dejando un resumen un tanto escueto a Sean y Babila sobre lo que tenían que hacer. Nosotras nos íbamos a aquel hospital de Polonia. Si dio un manotazo en el antebrazo y se puso rígida.

 

- ¿Tía? - Se quedó quieta como si estuviera petrificada. De repente, sólo dijo una palabra, "huir". En ese momento noté que se acercaban unos soldados con armas en la mano y en actitud muy belicosa. - ¡¡Tía!!

 

Moví la varita a la vista de todos, pronunciando un Evanesco que hizo desaparecer un dardo con plumillas rojas como el que le había alcanzado a ella.

 

- ¡¡Tía Sagitas!! - ¿Huir? ¿Y dejarla a ella allá tirada? - ¡¡SAGITAS!!

YyV85FY.jpg

7sfPjxW.gif NiqQIUZ.gifidFgtQA.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.