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Fanatismo en las gradas


Mentita
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Estación de radio: La Snitch Dorada
Móvil directo desde El Coliseo, en el Partido de Exhibición de Quidditch.

Aunque el puesto destinado para el móvil estaba ya armado, Oliver, un chico enjuto y de cabello negro azabache que sostenía un micrófono, y que estaba allí en representación de la empresa en la cual hacía locución, se encontraba dando vueltas por todos los pasillos de los palcos donde pudiera encontrarse fanáticos a los que entrevistar para la previa.

― ¡Todo listo para este primer partido! ¡Se puede sentir la emoción, las expectativas y las ansias que nos comen por ver cómo va a ser la actuación de los equipos el día de hoy! Dígame, señor… ―se acercó al primer hombre con el que se topó.

¡Señor! ―un mago regordete, que llevaba un sombrero con los colores del equipo de VV, mostraba su entusiasmo dando ligeros golpes en el hombro de Oliver.

Je, je. Para La Snicth Dorada, cuéntenos ¿qué opina o qué espera de este, tan esperado, regreso del Quidditch? ―acercó el micrófono al hombre.

¡Una maravilla, sí señor! Es la primera vez, en muchos años, que puedo asistir a un evento de esta magnitud. No pude estar presente en ninguno de los partidos del Mundial de Quidditch porque las restricciones políticas y la inseguridad era demasiado alta...

Pero, seguimos con la inseguridad... ―lo interrumpió Oliver.

Bueno, muchacho, ¡pero tenemos un poco más de libertad!

El locutor sonrió junto con el mago y lo vio alejarse entre los asientos.

Una muchacha, muy bonita por cierto, subía por las escaleras vendiendo bebidas y refrigerios; además de souvenirs del partido: Insignias de ambos equipos, banderines para alentar a los jugadores, silbatos, cornetas, sombreros graciosos, bombas de colores y un sinfín de cosas de cotillón.

Los cargos más gordos aún no han ocupado sus lugares en el palco principal, Ollie, parece que quieren generarnos más ansiedad con el inicio de este partido... ―la pelirroja Chloe, colega de Oliver, emitía desde el puesto de la radio en el estadio.

¡Es emocionante, Chloe! ¿Tú qué crees que pase hoy? ―Oliver había llegado hasta el puesto mediante la Aparición.

Uff... Díficil predecir, eh. Ninguno de los jugadores juega profesionalmente al Quidditch, pero es que tampoco hay que ser súper expertos; al fin y al cabo, todos nacemos con una escoba abajo del brazo y, con el tiempo, ésta se convierte en una extensión nuestra, una parte más que es imposible de que nos la quiten.... Así que sí, yo espero maravillas Je, je.

El Coliseo empezó a llenarse poco a poco con los espectadores, el palco principal mantenía sus lugares vacíos, el bullicio era cada vez más fuerte. La figura del árbitro, un hombre de andar rústico, se hizo presente en medio del campo de juego, lo que dio pie a la bienvenida más fuerte -me parece que se perdieron un par de pulmones- al Quidditch, de la historia.

¡Ya casi empezamos con el primer partido que marcará un antes y un después en la historia del Quidditch. Un partido... Bueno, un partido antológico, ¿no? Un partido increíble. Jupiter Justice contra Venus Victory, dos equipos que podrían consagrarse como emblemáticos en este deporte!

Desde luego, Ollie. Y fíjate en la planilla de jugadores, eh, más de uno ha jugado alguna vez de forma profesional y, muy posiblemente, estén aquí desempolvando las escobas. ¡Que se viene un partidazo, señores!

En otros puntos estratégicos del estadio, muchas otras estaciones de radio daban la apertura a sus programas a la espera del evento más importante dentro de la Gala de San Valentín.

Editado por Martin N Roses

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~ Mosquito ~          Ianello 

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No sabia muy bien como era eso del Qudditch, lo mas cercano que había visto a eso era el futbol americano pero ahí no volaban con escobas aunque eran igual de rudos que ellos eso si. Sabía que era raro que una bruja no conociera ni fuera totalmente fan de un equipo de Quidditch pero simplemente no se daba el tiempo. Primero por su trabajo en el ministerio, después porque se la había pasado salvando gente para la orden o estudiando o huyendo del país para olvidar, primero a su primer esposo, después al tercero y ahora a su primo.

 

Comenzaba a creer que le traía mala suerte a las personas y esperaba que Ernest no terminara muerto por su culpa un día de esos. No eran una pareja formal pero había aceptado salir con el para ir juntos a la gala y no estaba segura si eso era suficiente para traerle la mala suerte. Y si pasaba lo mismo si apoyaba a un equipo en aquel partido? Ahora se estaba arrepintiendo de estar en esas gradas. No, seguramente eso solo pasaba en sus relaciones con otras personas y ser porrista de un equipo no contaba como una relación. Lo mejor era calmarse y esperar a que iniciara el partido

 

 

Flechas de Oro

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Organizador y Director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos de Inglaterra.

 

La estadía en Roma estaba siendo una maravilla desde todo punto de vista. Desde la organización, los templos, la vestimenta y también desde el amor, todo lo que brillaba era oro para Black. Pero un día después de la gran celebración de San Valentín, el mago de cabellos negros había dejado a un lado la toga de colores acordes a su mirada grisácea y había optado por un traje de tela negra y camisa gris con algunos detalles especiales para encabezar un evento deportivo poco común para los tiempos que estaban viviendo: un partido de exhibición de quidditch.

 

Como director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos, había logrado el contacto con varias personalidades del mundo del quidditch y también de fuera. El resultado, luego de muchos viajes y reuniones, era ese que estaba por vivir: un enfrentamiento de catorce jugadores, volando en escobas dentro de El Coliseo de Roma. El Coliseo había sido adecuado con gradas mediante magia para que la comunidad presente en los templos pudiese asistir con suma comodidad. Miembros de todas partes del mundo habían aunado esfuerzos para estar presentes, ya sea como espectadores o incluso como protagonistas dentro de la cancha.

 

Satisfecho y feliz por todo el apoyo, Black ascendía por una de las escaleras de color cobre del improvisado escenario. Se dirigía al centro de la tribuna principal, donde podría contemplar la acción desde su palco, a una altura perfecta para vivir el quidditch en estado puro. La emoción lo invadía en dos direcciones. Por un lado, era el encargado y responsable de que todo saliera según lo planeado. Por el otro, una de las participantes sería su pareja, Mica Gryffindor, que jugaría aquel partido como cazadora de Júpiter Justice.

 

—En unos diez minutos deberán salir los equipos a la cancha. —La voz en tono grave fue dirigida por parte de Black hacia uno de sus empleados del departamento que lo había acompañado. De inmediato, el otro hombre bajó corriendo las escaleras en dirección a la sala de los árbitros.

 

El partido sería de exhibición y muchas de las personalidades presentes dentro del campo no serían jugadores profesionales. Ese no era el punto y nunca lo había sido. Black no buscaba tener un partido de catorce profesionales, lo que en realidad buscaba era mostrarle al mundo en general y a la Ministra de la Magia en particular que el quidditch estaba por encima de cualquier tipo de guerra mágica causada por caprichos de los políticos.

 

Era bajo esa premisa que en pocos minutos Júpiter Justice y Venus Victory saltarían al campo en las estupendas saetas de fuego. Vestirían tonalidades celestes y rosas, respectivamente, con los números y los nombres en la espalda de forma llamativa, para que cualquier espectador pudiera identificar a todos los participantes.

 

Sean bienvenidos a un nuevo partido de Quidditch. Posiblemente el primero de muchos en esta nueva temporada. —Utilizando el poder de la magia, Black podía hablar más alto de lo normal, sin necesidad de un micrófono como los que usaban los muggles. Todo el estadio escuchaba su voz—. Es momento de presentar a los equipos y cada uno de los participantes. Los dejo con su relator estrella…

 

Acto seguido Black desactivó el encantamiento y se dispuso a ocupar el asiento que tenía a apenas un par de pasos a su espalda. Las gradas a aquellas alturas estaban llenas a rebosar de magos y brujas, y no pudo dejar de pensar que la organización había dado sus frutos. Entonces fue el momento para que una estridente y característica voz reinara en el estadio. La conocida voz que solían escuchar los magos y brujas británicos cuando se encontraban en sus casas sintonizando la radio, disfrutando junto a la familia de un nuevo partido de quidditch...

 

Flecha de oro.

Editado por Martin N Roses

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Estaba sentado en uno de los asientos de la grada, observando el estadio completamente concentrado. Se había colocado ahí para tomar el aire y despejar su mente. El partido pronto comenzaría y estaba realmente emocionado. Todos sus sentidos y todos sus pensamientos tenían que estar únicamente puestos en lo que iba a comenzar después.

 

¿Por qué tenía esa clase de sensaciones? Era obvio.

 

Había pasado mucho tiempo desde que había jugado por última vez al Quidditch. Se había retirado para dedicarse única y exclusivamente a la política, pero en el momento que tuvo la oportunidad para jugar un partido de exhibición no dudó en anotarse. El gusanillo por el deporte nunca desaparecía, el amor por el deporte mágico más famoso y seguido en el mundo era algo que no desaparecía de un día para otro. Estaba con ganas de demostrar su gran juego.

 

Había podido anotarse a cualquiera de las posiciones, pero había decidido decantarse por la posición de cazador pues era su posición favorita dentro del terreno de juego. Confiaba en hacer un gran partido y acabar siendo el MVP del partido. Claro, sabía que eso era muy complicado pero su seguridad en sí mismo le hacían creer que por lo menos no era imposible. Tenía muchísimas ganas de que comenzar el juego, se moría de ganas.

 

Por si volver a jugar no fuese de por sí muy emocionante, había una cosa que lo hacía todavía más genial. Su pareja jugaría en el equipo rival y por lo que había visto en los papeles de la inscripción de los jugadores, su pareja se encargaría de ser la guardiana. ¿Qué quería decir eso? Que cada vez que el australiano tuviese oportunidad de lanzar a los aros, sería la Hasani la encargada de intentar pararle el disparo.

 

Como se puede entender, aquello era absolutamente fantástico. A la pareja le encantaba competir entre ellos y tenían una manera más de poder enfrentarse. Daba igual quién ganase, ambos eran unos ganadores por poder tener una relación lo suficientemente sana como para competir y mantener rivalidades sin miedo a que uno de los dos se enfadase por perder.

 

Miró hacia el lugar de los vestuarios. Quizá fuese el momento de ir a dirigirse hasta allí para hablar de las últimas cosas, de las últimas estrategias que su equipo quería realizar. Por otro lado, esperaba poder tener la oportunidad de desearle suerte a la rubia. Nunca la había visto jugar al Quidditch, pero como con todo, seguro que ella también lo hacía muy bien. Una anécdota más que ambos podrían contar más adelante: El día en el que se enfrentaron en un partido.

 

¡A jugar!

 

 

******

 

Vamos a intentarlo (?): Capturado Martin N Roses

 

Flechas de Oro

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Estaba muy nerviosa. Había llegado el día del partido, de hecho, faltaban apenas 30 minutos y ya no pudo con su ansiedad. El estar encerrada en los vestuarios solo la hacía sentirse un poco agobiada. No quería defraudar a toda la gente que había confiado en ella, dándole sitio en el equipo y hasta en una posición diferente a la habitual, en la que quería probar suerte. Los entrenamientos habían salido bien, pero había recibido información de que el equipo rival era muy fuerte.
Por ello, salió a caminar un poco, recorriendo el estadio y luego las gradas. Escogió un asiento alejado, en lo alto, y se sentó ahí unos minutos. Podía ver perfectamente todo el campo de juego desde allí… Habían armado un sitio perfecto para el quidditch dentro del mismísimo Coliseo, era impactante. En un principio, todo estaba vacío, pero poco a poco empezó a ver circulación de gente, fanáticos y vendedores, y oír la transmisión previa al partido, lo cual le indicó que era el momento de regresar con el equipo.
En su camino de regreso, notó que su prima ya estaba allí. Se acercó enseguida a Sophie para saludarla.
-¡Hola! -la saludó animadamente, si bien estaba temblando de nervios intentó que no se notara -¡Qué bueno que hayas venido! Me imagino que será a apoyarme a mí… -dijo con ironía, sabiendo que la pareja de su prima también estaría jugando.
Dio un abrazo a su prima y luego giró a ver a las demás personas que se hallaban en el lugar. Sabía a quién buscaba realmente y no tardó en encontrarlo, a pocos metros de distancia. Seguramente él estaría tan ansioso o más que ella, por lo que un poco de ánimo no le vendría mal.
-Sígueme, te diré dónde sentarte -murmuró a su prima, antes de dirigirse al sitio en que el mago de cabellos negros y mirada perlada se estaba acomodando. Si bien sus pasos no fueron del todo silenciosos, el barullo del estadio era tal que sabía que no la descubriría.
Al llegar a la fila detrás de la de Martin, se sentó y le tapó delicadamente los ojos con ambas manos, se acercó a su oído para susurrarle “Hola, guapo”.

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Captura a @@Mica Gryffindor

 

 

Se había entusiasmado demasiado con la idea de presenciar un juego de Quidditch después de tanto tiempo, por ello se había dirigido hacia el lugar en que le habían dicho estaría mejor para observar el evento. Demasiados años sin jugar le habían evitado el postularse a participar, algo que en cierta forma le daba pena.

 

Había dejado un mensaje a @@Danny Lestrange para que cuando la fortuna lo permitiera se juntaran en el lugar. Mientras subía las gradas agradeció los tajos de su vestido y poder enganchar los pliegues doblados a la cintura para no tropezar. La s tacos nada le preocupaban porque era una experta con cualquier calzado.

 

Observó a su alrededor y saludo con un gesto de su mano a alguno de los presentes mientras sentía vibrar uno de los anillos en su mano, observó hacia todos lados. ¿Cuál era el peligro del cual le advertía el anillo de protección contra enemigos? Sin duda debería estar más atenta de lo planeado y más luego de las advertencias de Enoc y su encuentro ¿casual? con Ernest.

 

Flechas de oro

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Terminaba de calzarse las hombreras y los guantes, ya el resto de su uniforme estaba en su sitio. No estaba para nada nerviosa, salvo por el detalle de que su pareja era el cazador del equipo contrario y los aros que ella protegería eran el blanco que el buscaba interceptar a toda costa. El reto era sencillo, no dejarse intimidar el uno por el otro y disfrutar esa competencia que sin lugar a dudas les daría una anécdota más que agregar a las ya vividas en tan corto tiempo.


— Lo importante es pasarlo bien—sonrió al ver lo guay que le quedaba ese color celeste. Resaltando el azul de sus ojos, contrastando con su nívea piel— Como en los viejos tiempos—recordaba sus años mozos como guardián del equipo oficial de Slytherin los entrenamientos, las idas y venidas entre clases, t.i.m.o.s y e.x.t.a.s.i.s. Pero todo sin duda alguna había valido la pena, ganándose el respeto de varios de los miembros que lograron graduarse con ella con altor honores. Las artes oscuras eran lo suyo, precisamente por eso llevaba de bajo de la túnica un par de escudos que sin duda le darían suerte en esa contienda.


Quién lo iba a decir, Sly y Gry juntos bajo la misma tela. Vaya ironías del destino, pero así solía jugar este con la vida de las personas. Echando un vistazo al vestidor, no daba con el resto de su equipo y esperaba que no se demorarán mucho en aparecer. El tiempo transcurría relativamente lento, no era mala idea ir a buscar a James para desearle suerte. No la necesitaba, pero no estaba demás avivar un poco la sana rivalidad que existía entre ambos. ¿Dónde podría estar?, no sería tan difícil pillarlo teniendo un aliado como el que llevaba plasmado en el pecho.


Dejaría que hiciera lo suyo y le condujera hacia donde estaba su pareja. Cubrirle los ojos sería una buena forma de sorprenderlo, pero le agradaba mejor hacer algo más divertido y que le sacará una sonrisa de los labios— Listo o no, aquí voy—se escabullía como un pequeño ratón. Era lo bueno de contar con un físico bien trabajado y flexible, ayudaba a pasar desapercibida al poder colarse entre los maderos que soportaban las gradas. Deslizándose por donde se acomodarían parte de la escuadra rival, le pillo perdido en sus pensamientos—¿Quién soy?—evitando que la viera se resguardo bajo la capucha de su túnica celeste.




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Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Cerró los ojos. Respiraba profundamente. A pesar de ser un mero partido de exhibición, para el australiano era un partido muy importante. Había sido jugador profesional de Quidditch y tenía demostrar que su nivel estaba por encima de la media. No podía imaginarse qué pasaría en caso de que hiciese un mal partido. Por fortuna, confiaba en que la prensa de su país no estuviese muy pendiente del partido.

 

Antes de cada partido siempre le había gustado ir a la grada, pasear por el terreno de juego, visualizar las jugadas que podía llegar a hacer... Su mente en esos momentos trabajaba a toda velocidad. En su cabeza se imaginaba las mejores formas para conseguir marcar gol, pero también las formas más increíbles para hacerlo. No solamente se trataba de jugar y de ganar, también se trataba de hacer que el público se divirtiera.

 

Trataría de marcar algún gol que fuese bastante épico, por ejemplo, utilizando su pierna para anotar. Ya vería qué tal salía todo. No conocía demasiado a ninguno de sus compañeros por lo que desconocía que tanto talento tenían para el deporte. Por fortuna, había al menos otro jugador profesional de quidditch sobre el terreno de juego y estaba en su equipo. Si había más lo desconocía, pero viendo cómo jugaban lo iría descubriendo.

 

De pronto, algo le sacó de sus pensamientos. En su pecho comenzó a notar calor, cada vez más calor. Eso únicamente podía significar una cosa, Hasani estaba cerca y por lo que parecía, cada vez la distancia entre ambos sería menor. Abrió los ojos y miró a su derecha y a su izquierda, no vio nada. No entendía la razón por la que el tatuaje emitía ese calor tan intenso, ella no parecía estar lo suficientemente cerca hasta que...

 

Lo sabía, sabía que estabas por aquí... —admitió con una sonrisa. Si no hubiese sido por el tatuaje, no se había enterado de su presencia. Se movía con rapidez y agilidad, ya lo sabía. Seguramente eso le daba cierta ventaja como guardiana, pero podía prometer que no le pondría las cosas nada sencillas. Quería que ella hiciese un buen partido, claro, pero prefería que parase los disparos de sus compañeros y no de los suyos. En otras palabras, que lo parase todo menos lo que él le lanzase.

 

Se giró para verla sin dejar de sonreír, al igual que el hombre ya se encontraba perfectamente preparada para el encuentro. En ese momento, repentinamente, se le ocurrió una idea. Nunca había sido muy amigo de las apuestas, aunque tenía que reconocer que había hecho alguna a lo largo de su vida. Sin embargo, la clase de apuesta que haría con la Hasani no tendría galeones de por medio, de ella lo que menos le interesaba era su dinero.

 

¿Hacemos una apuesta? ¿Quién crees que ganará? ¿Cuántos goles crees que pararás? ¿Cuántos goles crees que te marcaré? —la llenó a preguntas mientras la miraba. No debería dejarse entretener justo antes de comenzar, pero era imposible no distraerse con la preciosidad que tenía al lado.

 

 

@@Juv Macnair Hasani

 

 

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Poco le duro el gustó a la Vidente, tras verse sorprendida por le tatuaje que ambos compartían. Como pudo olvidar ese nexo que les unía de una forma única y especial. Ella no podía jactarse de ser una jugadora profesional, pero sus pininos dentro del Quidditch no le dejaban del todo mal parada. El ser la mejor guardiana con la que contaba Sly, le daba ese plus que hacía que su ego se elevará un poco más de lo normal. Toparse con esa mirada que conocía tan bien, no podía sacarla de balance, no antes de aquel encuentro tan importante para ambos.


— ¿Seguro que deseas apostar, James?—le miraba enarcando una ceja. Rodeando su cuello con sus brazos lo tenia mucho más cerca— Apuesto a que me anotas el primer gol, pero luego de que ataje al segundo de los cazadores de tu equipo—bromeaba al responder. Ponerse al tú por tú, no hacia nada más que aumentar las ganas de verse dentro del campo de juego y dar rienda suelta a su rivalidad— No daré un número determinado, pero creo que me anotarás cuatro goles. Ganaremos nosotros y lo celebraré contigo—admitió mirándolo fijamente.


— Por cierto traigo puesto eso que me diste alguna vez, espero que recuerdes donde lo hiciste—jugaba un poco con los recuerdos que compartían— Es dorado y rojo, acompañado por algo verde y plateado—haciendo referencia al escudo de su casa en hogwarts. La gente comenzaba a llenar el estadio captando la atención de algunos de los organizadores. Pero ellos seguían en los suyo— Si gano yo, ¿Qué me darás como premio por la apuesta?—susurró cerca de sus labios sin besarlo— Porque acepto apostar sin duda, ya sabes que me encanta competir contigo en todo momento—le seguía el juego que estaba a nada de ponerse por demás interesante.


Quería desearle toda la suerte del mundo, pero esperaba que no ganará o le tocaría darle lo que el le pidiera sin chistar— Buena suerte, corazón—cerrando los ojos se atrevió a besarlo. Dejando de lado esa resistencia que mantuvo durante un mes completo, el roce era delicado y suave, dándole a entender que era un beso cargado de mucho amor y la buena fortuna que le daba por ser la runa que el había elegido dentro de un sitio muy especial para ambos. Sin despegarse de el, percibió un calor más intenso y abrazador en su pecho, llama que aumentaba de intensidad y quemaba todo a su paso.




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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Si alguien que lo viera en ese momento decia que no estaba nervioso, estaria mintiendo, pues los nervios de Macnair estaban a flor de tope, mas despues de la ultima vez que habia volado en escoba. puesto que esta habia terminado totalmente destruida.

 

Y el hechicero jamas se hubiera imaginado que en la gala de San Valentin estaria volando en una escoba que no habia siquiera probado.

 

Ya se encontraba con el uniforme de su equipo pero queria conocer el campo antes de que empezaran los juegos en el momento.

 

Ya se veia a varias personas en las gradas, varios fans y tambien compañeros de equipo o rivales, sin embargo el hechicero no tenia planeado examinar a cada persona ahi en las gradas, lo unico que necesitaba era encontrar a su pareja.

 

No tardo mucho en encontrarla puesto que estaba a unos cuantos espacios de Darla y de repente se le vino a la mente el dia en que le fue a pedir que la acompañara a la gala. Dio una pequeña sonrisa y siguiendo sus impulsos dejo su escoba nueva recargada sobre una de las gradas bajas y la salto. Tenia que llegar con ella antes de que se le pasara la valentia...

 

Habia pasado entre varias personas pisandole los pies sin importarle nada, solo le importaba llegar con ella.

 

No tardo mucho en estar frente a frente.

 

-SOFIA- dijo y no se dio cuenta que sin querer habia gritado y llamado la atencion- Quiero decirte varias cosas y hacer algo que no me he atrevido en ningun momento.- dijo el muchacho ruborizandose un poco en esos momentos. - Graciaa por haber aceptado el venir conmigo a esta gala, no podria haber escogido mejor pareja que tu para que me acompañara en este dia. Con nadie me podria haber divertido tanto. - dijo el chico bajando un poco la voz, jamas habia sido bueno expresando sentimientos tan fuertes y esa era una ocasion especial. - Y sobre todo....Gracias por estar aca, no te mentire, estoy bastante nervioso por el juego, pero el verte aca me ha dado fortaleza, porque la unica fuente con la que me puedo estrellar ya lo estoy. - dijo el esperando que ella entendiera la indirecta.

 

-Gracias por acompañarme en todo momento. y...- dijo el mago cerrando los ojos mordiendose los labios, estaba nervioso de nuevo, pero ahora no por el partido si no por lo que planeaba hacer.

 

El mago no lo penso mas y le dio un pequeño beso de piquito en los labios a Sofia y con la cara roja de pena salio corriendo de las gradas a esperar el partido en el vestidor, que obviamente tenia que ganar pues el partido iba dedicado a ella.

 

@@Sophia Elvira Mackenzie

 

Flechas de oro.

 

 

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