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Crónicas de luces y sombras I


Mael Blackfyre
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“Dirección de Educación Mágica” ¿Cómo Mael había accedido a aquel cargo? Ella había trabajado bastante en lo referido a educación y la Ministra anterior había supuesto que ella quería acceder a ese cargo… sin embargo, Mael se había postulado entonces pero ¿con qué méritos para que se lo dieran?

No era momento para cuestionarlo, a fin de cuentas, seguramente llevaba desde entonces en el cargo y ella se había alejado del suyo como profesora. ¿Qué diferencia habría?  No estaban allí por eso… ya habría tiempo de enterarse, si es que el muchacho se lo quería confiar.

Sonrió cuando él le indicó que se podía servir té o café y dónde, excusándose de no ser buen anfitrión. Sin decir nada, se dirigió hacia la zona que él le había indicado que podía disponer de las infusiones. Preparó café para ambos y se dirigió a la zona de los sillones, dejando el de Mael en la mesa central, frente a él, antes de tomar asiento.

-¿Te encuentras bien?- soltó al observarlo, notándolo algo cansado. No sabía qué pensaba respecto al patriarca Gryffindor, pero le preocupaba notarlo así. Sabía, de todos modos, que no se abriría a contarle nada.

Bebió de su taza y se estiró para dejarla sobre la mesa, antes de relajar su espalda en el sillón. Estaba muy intrigada por lo que pudiese tener para contarle.

@ Mael Blackfyre

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No estaba seguro desde cuándo Mica se había vuelto una compañía segura y en confianza. La presencia de la muchacha en mi despacho cambiaba las cosas drásticamente y podía sentirme muy cómodo junto a ella. De una manera amable, se dispuso a preparar algo de café, mientras me sentaba en uno de los sillones, me apoyaba sobre el respaldo con los ojos cerrados y estiraba los brazos hacia atrás, lo más que podía. Cuando terminé de desperezarme, pude ver que Mica apoyaba la taza sobre la mesa.

Gracias… —murmuré, agradándome su postura ante que ella me sirviera a mí. Jamás lo habían hecho, no al menos desde cuando era pequeño con mis padres. Mis padres. No me gustaba acordarme demasiado de mi pasado. Agradecía que manejaba el arte de cerrar mi mente, porque muchos recuerdos se encontraban escondidos y sellados, sin poder decirlos aunque quisiera. Me estiré para agarrar la bebida y darle unos cuántos sorbos. Mucho. Casi la mitad, podía calcular—. Estoy un poco cansado. Hace varios días que no duermo bien.

Le expresé a Mica, dejando la taza a mitad de terminar. El Ministerio de Magia estaba muy tranquilo. A pesar de los encantamientos que protegían cualquier ruido al exterior, estaba seguro que no había casi nadie en el mismo piso. Saboreé mi boca, sintiendo un pequeño cosquilleo. ¿Tenía hambre? Tal vez, tampoco recordaba la última vez que había ingerido algo. Me recosté sobre el respaldo de mi sillón, queriendo entablar una conversación un poco más profunda con Mica, sentía que se la debía.

Disculpa que te he mandado esas cartas, parecía un poco desesperado. Pero han estado ocurriendo algunas cosas extrañas y no sabía cómo manejarlas —realmente no sabía cómo empezar con aquella conversación—. Primero la destrucción de algunos sitios, seguidos del plan contra la mansión Burke, luego aquel ataque contra Illidan, la varita, parecen medidas desesperadas, ¿No? Como mensajes… —en algún rincón de mi mente, había empezado a farfullar ideas, tal vez algunas divagaciones. Por un segundo me distraje y sería un GRAN error—. Realmente costó mucho trabajo hacerlo, con mucha precaución, pero estoy seguro que va a funcionar.

Y de golpe, como si me hubieran succionado y arrancado la lengua con magia, me frené en seco de lo que estaba diciendo. Mis ojos se abrieron lo más grandes que pudieron y me llevé ambas manos a la boca. ¿Qué? No podía ser. Me subió un  escalofrío y un calor de golpe hacia el pecho y la garganta. Y miles de pensamientos, sin saber qué hacer. Miré a Mica, luego alrededor hasta que di con la taza. ¡La maldita taza! Mis ojos empezaron a titilar, claramente sintiéndolo solamente yo, como si vibraran, mi respiración se entrecortaba y sentía que algunas emociones desbordaban, como aquellas palabras que solamente había pensado. Pero habían salido en voz alta. Miré a la taza una vez más y a Mica.

Había caído en su trampa.

De un manotazo tiré la taza contra la pared más cercana y me lancé con todas las fuerzas hacia atrás, golpeando contra el respaldo del sillón y volteando a éste por completo. Golpeé fuerte mi espalda contra la pared, haciendo caer un cuadro al piso. Apunté a Mica Gryffindor con mi varita, a punto de atacarla.

¿Qué has hecho, Mica? No me obligues a atacarte. Vete o no tendré alternativa —realmente no quería.

¿Se terminaría mi fachada en aquella comunidad mágica? (Otra vez)

@ Mica Burke

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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  • 3 semanas más tarde...

Luego destruir la poca reputación de Elvis F Gryffinor, este mago se marcha rápidamente a rumbos desconocidos. 

 

Unas horas más tarde 

Mansión Luxure 

 

Llegando a su hogar con la apariencia de Uriel Luxure, este nigromante da alerta a sus criaturas. Aunque, cuando llega sale a su encuentro Tonks, ese mago amigo íntimo de Demian Luxure. Y viéndole fijamente al rostro, muestra su cara de preocupación. 

 

-Luxure. - Agrega Tonks mientras se acerca. - Los rumores de las personas anuncian que existe una rata en medio de los ideales de tu sabes quien. - Este cayó ante la expresión de la persona que llegaba por los jardines. Y estando Tonks en su balcón de la habitación añade. - Es mejor que hablemos y busquemos a @ Malum Luxure -

 

Uriel se encontraba incomodo por lo que ocurría, por eso simplemente responde con una seña de su mano. Sin embargo, algo debería admitir con Tonks y era su lealtad, pero si era verdad que existía una traición era seguro por parte de ese Gryffindor, era una lástima que creciera de pruebas pero solo al ser parte de alguien de los sangre sucia eso era suficiente para ser. considerado como traición. 

 

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  • 4 semanas más tarde...

Lo observó mientras bebía su café, algo sorprendida pues pensó que lo rechazaría. Sintió pánico unos segundos, arrepintiéndose de lo que acababa de hacer. Apreciaba mucho a Mael, sabía que contaba con él “a su modo”, pero sabía que había demasiadas cosas que él le ocultaba. Sentía mucha contrariedad ante su imagen, pues en los momentos en que lo había necesitado había sido una mano firme de la cual tomarse, pero luego se tornaba nuevamente tan frío y extraño, como si le molestase todo de ella. Era tanto lo que la intrigaba, tanto…

La voz de Mael la hizo regresar a la realidad, admitiendo que estaba cansado y durmiendo poco.

-¿Preocupado por algo? -quiso saber. No era un misterio todo lo que había sucedido, definitivamente no lo era. De hecho, si estaban ahí era gracias a la información que él había podido transmitirle.

No tardó en mencionar todo lo que estaba sucediendo, aunque siguiendo un hilo algo extraño pues, para la castaña, los hechos no tenían una conexión tan marcada como la que él estaba sosteniendo. Su última frase no logró encajar del todo con lo dicho “estoy seguro de que va a funcionar”, esas palabras resonaron en su mente, una y otra vez, como intentando acomodarse en una conversación que no les pertenecía.

La reacción de Mael fue más que obvia, había hablado de más gracias a la bebida. Él pareció darse cuenta y, en medio de todo un alboroto, lanzó la taza contra la pared y se lanzó hacia atrás, antes de levantar la varita dispuesto a atacarla.

Negó con la cabeza ante su advertencia, se negaba a pensar que Mael iba a atacarla realmente, no quería pensar siquiera que eso podría suceder. A pesar de todo, confiaba en él y su mundo se destruiría si se veía obligada a un enfrentamiento de ese tipo.

-Tu me invitaste para hablar, así que quiero que hablemos -dijo con firmeza, aún en su asiento- nada de lo que me digas saldrá de tu despacho si no quieres, pero necesito que te quites de una vez esa coraza conmigo- lo veía borroso, sus ojos se estaban empezando a empañar ante la postura de él.

@ Mael Blackfyre

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Mansión Luxure.

 

-Malum. - Agrega el egipcio con cierta malicia. -¿Donde estará esa bruja?- Indaga mientras que caminaba de un lado a otro, en eso le sale a su encuentro Tonks, o bien ya se encontraba con el mismo, ya había pasado tanto tiempo que el Regente pasará con esa apariencia, que no estaba seguro del todo, entonces su compañero de la infancia le cuestiona, y le apunta con la varita. -Lycan, ya se la verdad, es mejor que hablemos aparte o le diré a todos los Luxure tu verdadera identidad.- En eso el regente le clava la mirada. -Tonks.- Comienza a expresar el egipcio. -no te atrevas, y es mejor que hablemos en privado.-

 

En eso ambos magos se marchan, pero Lycan deja una nota o aviso a @ Malum Luxure  que desea verla pronto, ya era momento de actuar y evaluar lo ocurrido en la reunión mortifaga, era momento en tantear que hacer respecto a la Marca Tenebrosa y como hacer que la figura del titiritero tenga mejor reputación o confianza en esa filas tenebrosas, no obstante, el mago era consciente que esa trabajo no sería nada fácil, pero tampoco significaba que fuera imposible, pero ya luego de un tiempo de caminar por los pasillos, ambos magos se encontraban en la biblioteca.

 

-¿Por que fingiste tu muerte?- Indago Tonks.

 

-Era necesario.- Respondío Lycan.

 

-Pero eso no se alejará de la mente de los legeremantes.- Agrego el Tonks.

 

-Lo sé, por eso intento evitar la parte social, igual no es extraño.- Comenzó agregar Lycan. -Además, es cuestión de tiempo.- Pensó el mismo en voz alta. -de solucionar ello con oculmancia.-

 

-Según comprendo.- Agrego Tonks. -Tienes dificultad con esa habilidad.-

 

-Pero no es algo que solucione.- Refuto Lycan.

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Aún con la varita apuntando a Mica Burke, miraba aquellos ojos verdes con un tono incrédulo de lo que había hecho. Todos éstos meses había subestimado a la bruja y claramente la había tratado de manera contraria a como debería haber hecho. ¿Por qué me negaba todo el tiempo a la verdad? Desde aquel primer día, entre las bibliotecas llenas de libros, una mesa con tazas abandonadas de café y polvo alrededor, pude haberlo evitado. Pero no, me negaba a pensarlo, en a imaginación todo era un mundo color rosa.

¿Qué me quite la coraza? ¿Eso quieres? No verás nada que te agrade, Mica Gryffindor. Estoy seguro. ¿Qué quieres saber? ¿Qué casi asesino a tu marido porque estoy enamorado de ti? Claramente que soy un mejor mago y te mereces algo mejor—apreté mis dientes. Mi cuerpo se quería desaparecer de allí, quería hacer volar todo por los aires, pero el Veritaserum era mucho más fuerte, más si no lograbas evitarlo a tiempo—. Puedo darte muchas cosas más que ese despreciable Burke. Y tenemos la Gryffindor ¿Quieres que te lo demuestre? Solo debes decirme que si y venir conmigo. Y el resto me encargaré yo

Para ese entonces, había bajado la varita y había caminado algunos pasos, bordeando el sillón que había tirado y colocándome cerca de la mesita que nos separaba ante la bruja. Sabía que era una de las Gryffindor que podría habérmelo quitado todo. Sabía que se trataba de una fenixiana y lo había negado ante mis pensamientos, como ocultando su pertenencia a aquel bando rival. Sabia que a pesar de todo, no había logrado anular aquel matrimonio. Pero todo había sido como un balde de agua helada encima cuando la bruja decidió pasar de ser una Gryffindor a una Burke. Que desperdicio.

No me sentía mejor aún exponiéndole todo lo que había oprimido durante semanas. ¿Qué haría ahora? ¿Qué más quedaba?

@ Mica Burke

Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Sinceramente los trámites burocráticos ya estaban colmando la paciencia del Gryffindor, ya que no concebía que haber salido de Azkabán hace poco tiempo conllevaría a que tendría que reconstruir su identidad mágica en varios sitios importantes antes de retomar una vida nueva, que a ciencia cierta no sería para nada de fácil. Tras aventurarse en una batalla de palabras contra los duendes de Gringotts para encausar los pocos galeones que le quedaban a su nombre, y luego de ir a buscar su varita en un sitio que parecía ser una bodega de artefactos mágicos; Elros aprovechó de recorrer algunos pasillos del callejón Diagón, debido a que sus labios deseaban poder sentir el dulce sabor de una rana de chocolate y lo refrescante que era la cerveza de mantequilla recién servida en jarro. Pero verdaderamente estaba en la miseria, y todo le resultaba caro; su única opción era encontrar algún bar en el poco concurrido callejón Knockturn, donde su dinero cundiría con mayor seguridad. Fue así que decidió ingresar a un sitio oscuro que parecía ser un sótano, donde varios magos vestidos de azabache le quedaron mirando como si de su presa se tratase; lo que no intimidó a Elros en lo absoluto, pues su andar se detuvo frente al cantinero que le miró con rostro de "pocos amigos". -Sírvame lo que me alcance con esto- murmuró el rubio, extendiéndole la mano con un puñado de monedas. -Aún me queda ir al Ministerio de Magia a tratar con esa gente sangresucia- agregó, haciendo hincapié en la última como alguien no adepto a los buenos valores y la moral.

Debía mostrarse como un mago con actitud sombría, debido a que estar en ese lugar representaba una amenaza para cualquiera que no fuese adepto a las malas prácticas, la discriminación y la admiración a las artes oscuras. No era precisamente el mejor negocio, pero el Gryffindor ya no poseía gran poder adquisitivo como para regodearse. Los turnos manejando el Autobús Noctámbulo le estaban dando pequeñas ganancias, pero ya estaba en sus propósitos el poder invertir eso con tal de educarse para recuperar en parte lo perdido. El cantinero le sirvió a continuación un vaso con un líquido verde que sabía peor que el pipí de troll, pero que tenía el suficiente grado alcohólico que le daría la valentía para acudir al Ministerio para solucionar los últimos trámites sobre su identidad. -¿Esto es lo único que puede traer con los galeones que le di? ¿Piensa que yo soy ignorante?- gruñó tras lanzar la copa contra la pared del mostrador de la cantina, llamando la atención de todos los presentes. -Si no me trae algo mejor, le juro que lo próximo en chocar contra ese muro de piedra será su cabeza- 

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Se quedó petrificada, pegándose al respaldo del sillón, como buscando contención en algún sitio, asegurándose de que lo que sucedía era real y tangible. Las palabras de Mael no lo parecían, estaba pateando el tablero del modo menos esperado, cambiando las fichas de sitio, poniéndolo todo de cabeza. Había tanta información en esas breves frases que su mente parecía lenta a la hora de poder procesarla.

-Goldor… -murmuró, como si fuese algo que apenas estuviese encajando en su intento de comprender -tu no, no puedes haberme hecho eso -su voz se apagó ¿estaba respirando? Le faltaba el aire.

No podía quitarle los ojos de encima, apenas parpadeando. Entonces ¿había sido siempre él? ¿Él era el mortífago que había atacado a su esposo hasta casi matarlo? El hecho de encontrar la varita en el local de pronto tenía mayor sentido.

-¿Enamorado dices? ¿Y esa es tu forma de demostrarme tu amor? -no le importaban ya las lágrimas que rodaban por sus mejillas. Quería a Mael, lo quería mucho. Era una de las pocas personas en las que confiaba, con quienes se sentía segura. Había sido el primero en brindarle seguridad desde la muerte de su hermano… ¿todo había sido una mentira? ¿La había utilizado? ¿Engañado? -Claro que no me amas, es solo capricho porque sabes que estoy con alguien más…

No quiso sonar hiriente, pero estaba realmente herida. Con Illidan de viaje casi todo el tiempo, Sophie casi todo el tiempo en Estados Unidos, los pocos Gryffindor que quedaban tan alejados, Mael era tan importante para ella… ¿y ahora qué? ¿Debía castigarlo por lo que había hecho? ¿Declarar una guerra de la que, definitivamente, no quería ser parte?

Todo era tan confuso. Llevó ambas manos a su rostro y ya no pudo privarse de romper en llanto. Se sentía débil, vulnerable, tonta…

@ Mael Blackfyre

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Una sonrisa maquiavélica se dibujó en el rostro del cantinero, quien comprendió que el Gryffindor debía ser uno de los suyos por su manera tan descortés de actuar, faltándole el respeto frente al resto de los sujetos que estaban ahí presentes con vestimentas igual de malogradas que la de Elros. Con un dejo de prisa, el viejo hombre no dudó en ofrecerle al muchacho otro de los mismos brebajes que le había servido en una primera instancia; realizando también un ademán forzado con el que trataba de comunicarle que ya no le alcanzaba para nada más con esa suma de escasos galeones que le había tendido. -Tenga en consideración que no puedo beber más... éste será el último trago- comentó el rubio mientras tomaba la copa y bebía "al seco" todo el contenido que en ella descansaba, sin dejar de cerrar sus ojos ante lo fuerte que se degustaba el alcohol en sí. En Azkabán se había acostumbrado a tomar brebajes que los mismos reos elaboraban a escondidas de los guardias, sin saber la procedencia de éstos ni menos los métodos poco convencionales de fermentación que debían de utilizar; pues si comparaba aquello con la comida que ahí dentro daban, el licor sin dudar era un néctar de dioses para sus labios. Elros tenía tantas cosas que hacer, muchos trámites que realizar durante un par de semanas antes de retomar con fuerza sus quehaceres; que evadirse con un par de tragos le era una oportunidad atrayente con tal de no pensar en su familia ni en la muerte desgarradora de su padre, Elvis.

Sus verdes orbes se nublaban de lágrimas con el hecho de memorar su increíble infancia, pero ese sentimiento se opacaba por la rabia que sentía hacia su persona por no haber sido de gran ayuda para continuar con el legado de su familia y ser así el actual pilar de los leones. Mael era quien ocupaba aquel lugar que tanto anheló en sus días de prisión, pero que ahora ya siendo un hombre libre no le era de interés, ya nada le valía la pena, ni siquiera la seguridad de sus parientes. ¿Qué será de mamá? ¿Dónde están mis tías y primos? ¿Arabella? ¿Mica? ¿Luna, Ley? Eran parte del repertorio de cuestionamientos que rondaban su consciencia todas las noches, desvelándose en pesadillas interminables que siempre culminaban con fiebre, tercianas y una opresión cruda y palpitante en su corazón. -¡Cantinero! Nos veremos en otra ocasión- se despidió con frialdad en su voz antes de cruzar el umbral de salida; orientando sus pasos hacia las inmediaciones del callejón Knockturn con tal de dirigirse hasta el Ministerio de Magia, sitio donde tenía entendido que trabajaba Blackfyre.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Y la fachada que tanto me había costado armar, se estaba derrumbando ante la primera y última persona que creía que iba a suceder. Siempre estando en solitario, me había encontrado con una bruja que se había ganado mi confianza casi sin pensarlo, por obligado, al decirlo de ésa manera. Los hilos se habían entretejido de tal manera que ahora todo se desataba y era un caos. Sus labios (hermosos labios) susurraban mi nombre entre las filas tenebrosas.

¿Qué más quedaba?

Me fijé en sus ojos verdes

— No es mentira. No te he utilizado ni engañado. De todos los Gryffindor. ¿Quién te mantuvo en la Gryffindor y en el local? Permití que estuvieras cerca de tu familia y así lo pagas —escupí el suelo. Pude sentir que los efectos del Veritaserum empezaban a romperse, como el cascarón de un huevo. Sus pequeños pedazos caía y las palabras ya eran conscientes. Salían de mi boca porque así lo quería. Me acerqué unos pasos más, la bruja empezaba a esconderse entre sus brazos—. No lo entenderás nunca, Mica. Tengo poder. Tengo libertad. ¿Qué sabes tú de eso? El Gran Auror lo pronosticaba y nadie le hizo caso a sus palabras. Porque estaba solo. Y ahora todos deciden irse de la Gryffindor.

Me alejé unos pasos más, pateando fuerte la mesita que nos había separado ante los primeros sorbos de aquella bebida. La madera golpeó contra la pared quebrándose y quedando revuelta en el suelo. Eso me había dolido, pero no me importaba. Pasé mi mano por mi cabello, llevándolo hacia atrás. Detestaba a ésa débil Mica.

No lo entiendes. Puedo ayudarte a quitarse ése dolor que llevas durante años. Podemos proteger la Gryffindor. Podemos ser más que simples magos. ¿Querías que me abriera contigo? Acá estoy. Tengo contactos. Me han elegido para comandar sus filas. ¿Por qué despreciar el poder? ¿Acaso me vas a decir que la Orden del Fénix es mejor? —reí con una carcajada. Las veces que habían querido meterse, les había salido mal—. ¿Vendrás conmigo o te interpones en mi camino?

Todas las decisiones tienen consecuencias” pensé, pero no lo dije.

@ Mica Burke

Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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