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Museo Mágico de Londres


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En el área de Bloomsbury, en una callejuela cerca del museo británico, se podía encontrar una descuidada tienda de antigüedades que parecía estar siempre cerrada. En la vidriera, en medio del despliegue de varios objetos que se apilaban ante la vista del público, podía verse una antigua muñeca de aspecto inquietante. Se encontraba posicionada a la altura de los ojos de una persona promedio, parecía mirar a los transeúntes con una intensidad sobrenatural y hasta algunos juraban que le habían visto siguiéndolos con la mirada. Cuando Alyssa se presentó frente a la tienda se posicionó ante la extraña muñeca devolviéndole la mirada, golpeó el vidrio tres veces con su varita a lo que la muñeca respondió guiñándole el ojo intencionalmente.

Recibiendo la señal que esperaba, la Triviani lanzó una rápida mirada a los lados para asegurarse de que no hubiera nadie más en aquella desolada callejuela, para luego atravesar el cristal como si de agua se tratase. Del otro lado apareció en un amplio salón circular de blanco inmaculado, con techo abovedado que reflejaba un cielo estrellado y pisos de mármol color marfil con irregulares líneas negras creando intrincados patrones. En medio de la habitación un amplio mostrador negro captaba la atención de los recién llegados, y en el frente de éste podía leerse en grandes letras doradas “Museo Mágico de Londres”. Alyssa se acercó al tiempo en que se quitaba de los hombros la capa de viaje que usaba para pasar desapercibida en las calles de la ciudad, bajo la misma lucía un fino vestido de seda verde esmeralda que dejaba su espalda descubierta y se adhería a su figura con casual elegancia. 

- Buenas noches – saludó a la muchacha que se sentaba del otro lado del mostrador – Mi nombre es Alyssa, creo que el señor Jones me está esperando.

- Claro que sí, señorita Triviani, por favor sígame – replicó la muchacha poniéndose de pie para guiar a la Black a través de uno de los arcos que se abría a la derecha del salón circular.

El señor Jones era el Director de este museo, lugar donde se llevaría a cabo por primera vez una muestra que exhibiría valiosos objetos característicos de antiguas épocas en las cuales habían reinado poderosas civilizaciones mágicas. Alyssa llevaba meses planeando este evento con el director del museo, puesto que una de las exhibiciones que se presentarían allí era patrocinada por el Ministerio de Magia Italiano, que entregaba a modo de préstamo estos valiosos objetos para ser expuestos en la institución inglesa. 

- ¡Señorita Triviani! Bienvenida – exclamó Jones al verla – Luce usted radiante, es un placer tenerla aquí al fin para el evento que tanto hemos planeado – agregó tomando la mano de la Black en un gesto afectuoso. Alyssa devolvió el apretón, pero mantuvo la distancia entre ellos. 

- Muchas gracias, señor Jones – replicó dedicándole una cándida sonrisa - ¿Está todo listo?

- Así es, todo se encuentra en orden, ya solo falta que lleguen los invitados para poder dar comienzo al evento – respondió el director irguiéndose con orgullo - ¿Será que contaremos con la presencia del Ministro Inglés para inaugurar la muestra? 

- Me encargué personalmente de extenderle una invitación – comentó la fenexiana – Esperemos que encuentre tiempo en su agenda para acudir, sino tendremos que proceder sin él lamentablemente. 

- Claro, por supuesto – replicó Jones.

Alyssa quitó su atención del mago para recorrer con la mirada el salón en el que se encontraba. Había un bar donde se preparaban cocteles y todo tipo de bebidas para los invitados, bandejas de canapés circulando por el lugar, una suave música ambiental de fondo y contra una de las paredes se lucía un cartel que rezaba “Poderosas Civilizaciones Mágicas del Pasado”. A un lado de la habitación se abría un arco que conducía hacia otro salón donde se podían ver los objetos de las tres exhibiciones que serían las protagonistas de aquella velada, al otro lado de la habitación se abría otro arco idéntico al anterior, pero éste conducía a un salón opuesto al otro donde se lucía una exhibición de cuadros que era más permanente en el Museo Mágico de Londres. 

Ambos salones estarían abiertos al público aquella noche, pero la entrada a la exhibición de Civilizaciones Antiguas se encontraba cerrada por una cinta decorativa que sería cortada durante la ceremonia de inauguración. Alyssa se acercó hasta la misma y contempló desde la distancia las tres exposiciones: una sobre la Antigua Roma, otra sobre los Toltecas en el lejano México y, por último, la tercera sobre las cuatro bestias sagradas que fueron veneradas en la cultura japonesa hace tantos siglos atrás. 
 

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Exhibición 1: Dioses Romanos

 

En los tiempos lejanos, nacer con habilidades mágicas, podría ser o bien un don, o una condena. Lejos del entendimiento de la magia como tal, quien nacía con ella, debía mantenerla en secreto. Aprender a usar su poder, con el entendimiento de sus predecesores, que poco sabían sobre su control. Pero hubo una familia que si supo hacer uso de ella. Y esto nos lleva a los tiempos de roma. Sin educación ni cultura mágica, en tiempos donde no existían las varitas, la canalización de la magia era tan escasa, que poco rastro o historias hay de ella. Salvo por Luuppiter según el latín, o Júpiter, como lo conocen y citan los muggles hoy en día. 

Saturno madre de Júpiter, instruyo no solo a él, sino también a sus hermanos, Plutón y Neptuno, enseñándoles a canalizar la magia mediante objetos. Los cuales juntos, destronaron a su padre de todo poder. Júpiter fue la máxima divinidad romana y como rey de los Dioses (Magos) repartió el universo entre él y sus hermanos; a sí mismo se reservó el cielo, a Neptuno le cedió el mar y Plutón se quedó con el mundo subterráneo.

Plutón (Hades)
A Plutón se le representa casi siempre con mirada severa y una barba espesa. Suele llevar un casco de piel de perro que, según la leyenda, le hacía invisible. 

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Neptuno, dios de los mares (Poseidón) 
En un principio, a Neptuno se le consideraba solo Dios de la lluvia y de las nubes, no obstante, en el año 399 a.C. se importó a tierras itálicas desde las colonias griegas el culto de Poseidón. Desde entonces, al anterior dios de la lluvia se le sumó el poder sobre las aguas y todo el reino acuático.

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Júpiter (Zeus) 
A Júpiter se lo suele representar con sus tres atributos: el águila, el cetro y el rayo. Es de especial relevancia el elemento del rayo, proviene de las raíces dyu -luz- y piter, es decir, padre. Así pues, el nombre de Júpiter no significa otra cosa que El padre de la luz.

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Hay historiadores, que asimilan, estos objetos, a la historia de los hermanos Peverrell y las reliquias de la muerte, sin bien no como objetos similares, sino como objetos necesarios, los tres, para poder gobernar el mundo. Se aventuraron a llamar al portador de estos 3 objetos legendarios, el Amo de la vida, o Amo de la luz. 

 

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Exhibición 2: Los Toltecas

Hace miles de años los Toltecas eran conocidos como “mujeres y hombres de conocimiento”. Los antropólogos muggles les han definido como científicos y una sociedad estudiosa que conservaba el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Pero la realidad es que este pueblo era un conglomerado de magos y brujas cuyos maestros, conocidos como naguales, habían levantado una de las primeras escuelas de magia de la historia en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides fuera de la hoy ciudad de México.

A lo largo de los milenios los naguales enseñaron las artes mágicas pero ante la conquista europea unida al surgimiento de fuerzas oscuras que hicieron mal uso del poder personal por parte de algunos aprendices hizo necesario esconder los conocimientos mágicos para que fueran utilizados con buen juicio, obligándolos a esconder su magia y mantenerla en secreto.

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Para los muggles la cosmogonía tolteca dotaba de significado a elementos de la naturaleza, como las fieras a las que representaban con características humanas, en tanto el hombre “adquiría” propiedades de los felinos, como la ferocidad, la valentía, el coraje y la eficacia para matar. En esta representación de un animago que se convertía en coyote encontramos tallada en su base los hechizos necesarios para aprender el arte de la animagia.

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La vasija cuauhxicalli o “vaso de las águilas”  era para los muggles el recipientes en los que se colocaban los corazones de los sacrificados pero la realidad es que es un antiguo recipiente para prácticas de alquimia y pociones, el material y la forma permitía una mejor calidad de las mezclas y conducía mejor la magia aplicada a los mismos.

 

 

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Exhibicion 3: La Cultura Japonesa

 

Durante siglos, la cultura japonesa ha adorado a 4 bestias sagradas, que la cultura muggle considero como dioses guardianes de los puntos cardinales, estas bestias en realidad son criaturas magicas, cuyo cuidado es llevado por magos japoneses quienes mantienen sus templos con protecciones magicas. A lo largo de los años se han hecho hermosas estatuas de esos seres, para seguirlos venerando hoy en día, lo cual ha sido permitido por la comunidad magica nipona para desviar la atención de los muggles lejos de las criaturas

 

Suzaku - Ave Fénix

El ave fenix que protege Kioto desde el sur, la mayoria de las veces aparece como un pajaro magenta envuelto en llamas

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Genbu - Cangrejo de fuego y Serpiente cornuda

Guardian del norte, representado por una serpiente enroscada en una tortuga

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Byakko - Kneazle

Guardian del oeste, representado por un tigre blanco

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Seiryu - Dragón

Guardian del este, presentado por un dragon azul

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A un lado de cada exhibición se había abierto un portal que transportaría a los invitados a la tierra de origen de dichas civilizaciones, donde podrían recorrer ruinas y templos del pasado relacionados a la historia que se relataba en dicha muestra. Uno de ellos los llevaría al Coliseo Romano, otro a las pirámides de Teotihuacán, y por último el tercero les llevaría a un antiguo templo Japonés. 

Ya todo estaba listo, solo faltaba la llegada de los invitados. 

Editado por Alyssa Black Triviani
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 No temas, Taylor. Te aseguro que nadie lo descubrirá nunca —comentó Smith a su compañero en un susurro casi imperceptible —. El encantamiento que he puesto sobre ellos es imposible de romper.

Taylor, el descuidado velador del museo, no estaba tan seguro de eso. Aún cuando era un Squib sabía bien que ningún encantamiento era imposible de romper y luego estaba el que, por lo menos desde su percepción, la magia solo ser algunas veces demasiado inestable. ¿Pero que otra cosa podía hacer más que creerle? Para ese momento estaba ya demasiado involucrado en todo eso como para echarse para atrás. Taylor le permitió la entrada a Smith al museo una vez que este cerrara sus puertas al público y a su vez también le ayudó a burlar todos los mecanismos de seguridad para que pudiera intercambiar los cuadros sin que quedara ni una sola evidencia de ello.

Creo que lo mejor será que me des el doble de la cantidad que me prometiste —Taylor sintió el sudor recorriendo su frente, temía que alguien los estuviese observando justo en ese momento —. Me he arriesgado demasiado… Y sabes bien que solo una de esas pinturas vale más que lo que me prometiste.

Smith dejó escapar una sonrisa burlona, no perdía nada en darle a Taylor lo que pedía. Al dejar de observar aquellas paredes llenas ahora de cuadros falsos, rebuscó en su monedero los galeones que serían el pago a cambio de su colaboración. Lo siguiente sería lo más sencillo de toda aquella operación, Taylor solo tendría que acompañarlo hasta la salida del museo y después permitir que Smith utilizara un encantamiento desmemorizante sobre el para que no quedará así prueba alguna de lo que había pasado aquella noche. 

El cambio de los cuadros tuvo lugar solo un par de días antes de la inauguración de la nueva exhibición del museo. Aquel día Taylor afinaba los últimos detalles para que el lugar estuviera impecable cuando notó algo rato, uno de los cuadros no era del todo tal como lo recordaba. ¿Qué había pasado en aquel lugar? Dejó escapar un suspiro, seguro que no eran más que imaginaciones suyas, era casi imposible que alguien los hubiera cambiado al igual que era casi imposible que el encantamiento que Smith había puesto sobre los cuadros falsos se rompiera.

Pero lo único cierto es que nada en la vida es imposible.

Cillian se encontró con Alyssa, su compañera de bando, y el Director del museo a la hora acordada. Había estado involucrado en aquel evento desde los inicios de este al igual que otros tantos miembros de la Orden del Fénix que estaba casi seguro de que no tardarían en aparecer por ahí. Estaba bastante nervioso, no estaba del todo acostumbrado a tener parte de responsabilidad sobre algo tan importante pero ahí estaba, dispuesto a sacar todo aquello adelante. Taylor salió del salón en el que se exhibían los cuadros justo en el momento en que Cillian estrechaba la mano de Jones.

Espero no haber llegado tarde, sé que aún hay algunas cosas por hacer antes de la inauguración.

 

Spoiler

Exhibición permanente de cuadros
 

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Titulo de la obra original: El nacimiento de Venus
Autor: Sandro Botticelli

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Título de la obra original: Ajisai Sōkeizu
Autor: Itō Jakuchū

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Título de la obra original: Las meninas
Autor: Diego Velázquez

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Título de la obra original: La ronda de noche
Autor: Rembrandt van Rijn

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Título de la obra original: Los cazadores en la nieve
Autor: Pieter Brueghel el Viejo

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Título de la obra original: Verano
Autor: Giuseppe Arcimboldo
 

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Título de la obra original: El niño azul
Autor: Thomas Gainsborough

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Falsificación

Título de la obra original: La Mona Lisa
Autor: Leonardo da Vinci

 

 

Editado por Alyssa Black Triviani
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Beatrix Pinzón
 

Beatrix había pasado mucho tiempo trabajando en aquella oficina del hospital de la inocencia, lugar en el que casi pierde la vida por el virus mágico que había afectado a toda la población italiana, durante su estancia hospitalaria había visto pasar toda su vida en cuestión de segundos y la manera en que había cometido grandes errores por miedos e inseguridades. Gracias a la atención recibida pudo salir adelante y sobrevivir, incluso su sangre ayudaría para salvar a más gente infectada pero no podía permitir estar otro segundo en aquel nosocomio por lo que renunció al hospital y decidió emprender una vida diferente.

Uno de sus mayores cambios fue mudarse finalmente a Londres, una ciudad que solo conocía por libros e historias, y sin embargo nunca se había atrevido a ir, tenia tantas responsabilidades en su mente que jamás se le había ocurrido si quiera tomar vacaciones y cuando llegó a aquella ciudad quedó totalmente maravillada por el cambio que había dado. En muchos sentidos era parecida pero había algo que la hacía sentir libre y sobre todo, viva. 

Estuvo rentando en un pequeño hostal durante dos semanas gastando y conociendo cada rincón, desde los escondites mágicos más tenebrosos hasta el área muggle más popular, todo era un sueño para ella y como tal había llegado el momento de despertar, comprendía que no podía vivir así para siempre y decidió buscar trabajo con uno de los contactos que su jefe Ludwig Malfoy le había hecho favor de proporcionar, la viceministra Alyssa Black Triviani una de las organizadoras de la exhibición que se llevaba a cabo.

Caminó por el area intentando buscar un majestuoso museo y estuvo a punto de rendirse pues no encontraba nada en realidad más que una tienda de antigüedades que no llamaba mucho la atención, la mujer no tenía idea de donde estaba pero la tarjeta que tenía la llevaba directamente a esa dirección y con la indicación de tocar la puerta con la varita tres veces y así lo hizo.  Acto seguido descubrió la entrada al lugar siendo recibida por la muñeca vieja que estaba en el aparador.

La puerta se abrió de par en par y pudo ver que en su interior no se encontraba ninguna tienda si no el museo en su esplendor, caminó por la estructura haciendo que sus zapatos de tacón hicieran eco a cada paso que daba, estar ahí la hacía sentirse tan pequeña pero a la vez tan maravillada por lo que decidió aprovechar cada segundo para mirar al menos el recibidor en que se encontraba para finalmente colocarse en el mostrador y saludar al joven que lo atendía - buenos días, me llamó Beatrix Pinzón, tengo una carta de recomendación de Ludwig Malfoy y quisiera ser entrevistada para obtener un trabajo aquí - dijo mientras sacaba la carta y la mostraba al joven que atendía.


 

 

Estimada Alyssa:

Muchas felicidades por la exposición lamento no poder estar acompañándote pero los casos de neumonía férrica aún no se pueden contener, en su lugar espero que mi secretaria pueda ser de utilidad, no te confíes por su apariencia agradable, en realidad está loca y es muy obsesiva con su empleo.

Tu casi cuñado: Ludwig Malfoy 

 

5xlZUQg.png reliquia encontrada por Malum

 

Editado por Kaori Moody
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Lo cierto es que ella no es la mejor persona para apreciar el arte. Muchas veces no entiende el mensaje que los artistas intentan transmitir con acordes de guitarra o con trazos en un lienzo, pero sabe que ése problema es suyo y no del artista ni de su obra. Es por eso que cuando su sobrina, que siempre se enteraba de los eventos de la comunidad mágica antes que ella, le comentó que se inauguraría un tal Museo Mágico de Londres, había decidido que aquel lugar no era de su interés. ¿Qué se supone que iría a hacer? ¿Fingir admirar obras que no entiende y elaborar interpretaciones cuando alguien le preguntara qué opinaba? Pero cuando Maeve mencionó que habría una exposición de artefactos de diferentes culturas, de repente la invitación le pareció más atractiva. Ella no es una persona artística, pero sí es una bruja práctica con una gran pasión por los objetos mágicos. Ellie está segura de que allí debe haber algo interesante de lo cual puede aprender, incluso con la limitación de no poder tocar nada.

Es así como se explica que ella esté allí, tomando una copa de vino tinto con un gafete en su túnica negra que indica que es una invitada a la exposición. Decidió no mencionar que trabaja en el Departamento de Misterios, pues no quería que su presencia se interpretara de forma errónea. Aunque, ¿de verdad alguien la miraría con malos ojos? Después de todo, luego de investigar acerca de la exposición, descubrió que había sido organizada nada más ni nada menos que por integrantes de la Orden del Fénix. A pesar de que ella no es la persona más social, siente curiosidad por entender los motivos que pudieran tener para aquel evento. ¿Es un statement a favor de la diversidad y el compartir, luego de que el año anterior Inglaterra rompiera relaciones con la Confederación Internacional Mágica y de que se impusieran leyes supremacistas? Incluso si no es así, Ellie decide mirar ese lado de la situación.

Observa los portales que prometen transportar a los invitados a lugares en específico, relacionados con los elementos de cada exposición, pero decide dejar eso para más tarde. Avanza con su copa de vino y comienza a leer en su folleto la introducción escrita para la exhibición de dioses romanos. 

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Viana de Roca Gris

Jessie no había querido ir a aquella exposición de arte de la cual había llegado invitación a la mansión de su madre. A decir verdad, Viana tampoco tenía muchos ánimos de asistir, ya que no sería divertido sin su gran amiga.

Pero la entendía, el volver a Londres aún menguaba su estado de ánimo y Viana no era quien para forzarla a asistir a eventos donde la chica se veía rodeada de personas ya que sus ánimos comenzaban a decaer.

 

Llegó a la exposición engalanada en un vestido entallado en color gris oscuro, una capa blanca aperlada cubría sus finos brazos, mientras su cabello rosa caía liso por su espalda.

 

Ni bien entró recordó las múltiples veces que había escuchado de aquellos lugares gracias a su captor. Sonrió de lado ya que finalmente podría ir a todos aquellos lugares sin miedo alguno, ya que Jessie se había encargado de que ella fuera libre.

 

Sonrió parada en la entrada de la galería, pensando seriamente a cual de ellas iría primero, ya que no sabía por dónde empezar. Si al menos su amiga llegará le ayudaría a elegir.

 

 

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Hace tanto tiempo que no se ve una exposición como esta en el Londres Mágico, por eso mismo cuando recibe la invitación no duda ni un minuto en ir, pesé a que por estos días no esta como para fiestas o mucha algarabía, aún así conocer las dinastías Romanas o Chinas de antaño le hace acordar a cuando era más joven y no paraba de leer un minuto y ahora que ya no tiene tanto tiempo, sufre porque no puede hacerlo como quisiera, pero entiende que los tiempos cambian y que al estar más grande tiene más responsabilidades que antes y es por eso que no lee tanto como le gustaría, aun así no cambia por nada todo lo que aprendió en esos años que tuvo, algunos buenos y otros malos, por eso no duda ni un minuto en ir, porque seguir enriqueciéndose es lo que la mantiene viva más que cualquier otra cosa. 

 

Su traje violeta claro, su pantalón violeta y sus zapatos de tacón alto violetas, resuenan en las calles mientras se acerca a su destino final, toca tres veces la ventana y ve a una muñeca que le da la bienvenida, no le dice a nadie que odia las muñecas y que verla le da un escalofrió, tampoco dice nada cuando se ve adentro por fin, solo suspira aliviada y ve a buscar algo de tomar, su copa de chapagna la hace revivir y luego pasea por el área, viendo los cuadros de las Meninas, sonriendo y sintiéndose en casa al verlo, aun recuerda ese libro que le dieron cuando era pequeña con la historia del pintor y la princesa, hablando sobre Velásquez y su cuadro, por eso sonríe porque ese sitio es lo más parecido que tiene a estar en casa, se queda observando el cuadro más tiempo del estipulado, ni si quiera sabe cuando tiempo es, pero esta segura que ese sera un gran día y solo espera pasar una hermosa velada en tan mágico y lindo lugar.  

 

Los portales que me trasportan a ciertos lugares hacen que sonría, pero dejo eso para más tarde, aún me quedo allí mirando el cuadro, sintiéndome en casa y feliz, nada me pone más contenta que estar ahí y en ese momento es en el que se que hice bien en ir, si dudaba en algún momento, ahora viendo el cuadro de las meninas me siento feliz y se que hice bien en venir, me parece tonto pensar en que estaba reacia a saber que haría, mientras sigo pensando en que fuera una gran idea ir y diciéndome que disfrutaré de la velada, al fin y al cabo, es una lugar lleno de conocimiento y eso es algo que la Auror la hace sentir feliz y bien consigo misma, así que se queda allí revisando todo y esperando encontrar a alguien conocido por allí, alguien con quien hablar de todos los cuadros y pasar una estupenda velada. 

 

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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Mientras contemplaba la exposición de las Civilizaciones del Pasado, una presencia familiar se acercó por su espalda excusándose por la tardanza. Alyssa se giró dedicándole una cándida sonrisa a su compañero, el Haughton y la Triviani se habían vuelto buenos amigos desde que coincidieron en algunas de sus clases en las escuelas mágicas.

- No te preocupes – replicó la fenexiana acomodando distraídamente el traje de Cillian – Llegas justo a tiempo, y no queda más nada por hacer. Todo esta listo, solo falta que lleguen los invitados. 

Y como si hubieran tomado sus palabras como una señal, los concurrentes comenzaron a hacerse presentes en el salón paseándose con curiosidad entre las exhibiciones. En ese momento la recepcionista del museo se acercó a la Black acompañada de otra joven a quien no reconocía, al llegar le ofreció a la viceministra un pequeño rollo de pergamino que contenía un mensaje de su compañero, Ludwig. 

- Con que tu eres la secretaria de Ludwig ¿eh? – comentó la Triviani dirigiéndose a la desconocida – Soy Alyssa Black Triviani, un gusto conocerla y gracias por su colaboración en esta velada ¿Su nombre es…? – Esperó con paciencia la respuesta de la joven, mientras que Jones, Director del museo, se excusaba para retirarse con la recepcionista a atender otros asuntos – Beatrix, tu tarea esta noche será guiar a nuestros invitados a través de las exhibiciones, sobre todo la de Civilizaciones del Pasado, acompañándolos a través de los portales para que puedan visitar en persona estas tierras ancestrales. 

En ese momento la Black se gira para encarar el salón, buscando con ansiedad al resto de sus compañeros del Ministerio Italiano que tendrían que estar allí para apoyar la iniciativa. 
 

@ Ludwig Malfoy  @ Cillian Haughton  @ Illidan Black Lestrange  @ Thanatos L. Lestrange  @ Lord Cubias  @ Mica Gryffindor  @ Monica Malfoy Haughton  @ Ashley Emily Black Lestrange M.

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Muchas de las calles en la zona de Bloomsbury tenían un encanto particular, eran una mezcla de edificaciones antiguas y modernas, las zonas verdes también adornaban los espacios comunes y las personas transitaban por las aceras con total tranquilidad. Cubías incluso pensó que aquel no sería un mal lugar para vivir, aunque aquel pensamiento le llegaba a su cabeza quizá por el impulso de estar ahí por primera vez, de manera que a cada cosa que observaba mientras caminaba junto a las demás personas le encontraba un pequeño encanto. 

El ojinegro con el paso de los años había aprendido a apreciar las cosas que en otro tiempo le eran insignificantes, antes su mente se hubiera enfocado en cualquier otra cosa llena de perversidad y muy alejada de la simple apreciación de un árbol bajo el cual decidió posarse por un rato para simplemente detenerse a ver el fluir de los transeúntes.

Sin embargo, aquello de perder el tiempo no era una especie de relajación o retiro espiritual sin sentido, más bien el ojinegro estaba retrasando deliberadamente su llegada al nuevo museo mágico abierto cerca de la zona. Es que para Cubías la idea de acudir a un nuevo acto social le causaba una pesadumbre que por momentos no podía soportar, sabía muy bien que aquello era el precio que tenía que pagar por ser el Ministro italiano, entendían muy bien que parte de su labor era llegar, sonreír, saludar y fingir que la pasaba bien, cuando en realidad lo que pretendendía en cada situación similar era marcharse lo antes posible, nunca había sido un tipo particularmente sociable, aunque lo podía fingir muy bien, después de todo tenía madera de político; mentir se le daba bien.

A pesar de su contrariedad, Cubías también tenía un buen aliciente, y es que no podía desaprovechar la oportunidad de estar con Alyssa, de hecho, la única razón para acudir a la invitación era justamente acompañar a la pelirroja, no tenía mayores motivos, no le interesaba siquiera figurar entre la sociedad mágica, lo único realmente importante para él era atender la invitación de la Triviani y a lo mejor robarle algún momento de intimidad.

A sabiendas que ya había retrasado demasiado su llegada, el ojinegro se encaminó hacía el lugar señalado, y pese a no haber estado nunca en el sitio, supo de inmediato identificar la entrada al museo, era evidente para cualquier mago que la muñeca que estaba tras la vitrina de un viejo edificio era el “picaporte de entrada”. El Malfoy metió la mano en la solapa de su traje oscuro para extraer su varita, dio un par de toques al vidrio sabiendo que eso le permitiría pasar sin problema a través de él.

Al entrar se topó con un enorme salón en el que ya se encontraban varias personas, entre ellas Alyssa, su atención de hecho le hizo posar la mirada directamente en la chica, sin embargo, decidió no llegar como desesperado a saludar de inmediato, en cambio aguardó por un momento mimetizándose con el ambiente, esperando que fuera ella la que notara su llegada y así luego acercarse de manera más casual. 

 

@ Alyssa Black Triviani

 

 

 

 

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Bloomsbury era un lugar que le recordaba tiempos distantes, a pesar de las refacciones y las edificaciones de esta época, las antiguas le causaban algo de nostalgia. Se había aparecido a unas 5 calles del museo, con el único objetivo de caminar un poco, y despejar sus ideas antes de llegar a un evento más, lleno de personas, bullicio y ceremonial que creía innecesario. Para su suerte esta vez, no era su tarea encargarse de la seguridad de dicho lugar, ya había tenido demasiado con la última gala. 

Guardo ambas manos en los bolsillos de su esmoquin, buscando en cuál de ellos había dejado la cajetilla de cigarros. Se tocó el pecho, intentando encontrarlos, pero fue en vano, los había olvidado. Miro hacia los lados desde la esquina, buscando algún indicio de algún kiosco, no tarda mucho en encontrar uno. Lo miraron un tanto raro, por su forma de vestir. - Cigarrillos por favor... - Diría, buscando dinero muggle, pagaría y observaría su reflejo en un refrigerador, que le devolvía una imagen translúcida, pero clara.

Su esmoquin era negro, saco y pantalón, al igual que unos pulidos zapatos de cuero negro. Su camisa en esa ocasión era de color borgoña. Con una corbata de un rojo un tanto más claro. Pensando que estaba impecable volvió a las calles, y caminó, encendiendo unos de los cigarrillos, con su diestra libre ahora, oculta en el bolsillo de su pantalón, iniciaría la marcha, recorriendo las cuatro calles restantes. 

Al llegar a la entrada pudo ver a Cubias, el cual se había adelantado hacia el interior del Museo para quedarse quieto. Parecía que no era el único en llegar tarde. Se plantó a su lado, volviendo a calar su cigarro. - Estoy harto de los eventos... - Diría en un susurro para su compañero. - Voy a buscar algo que beber nos vemos al rato... - Soltaría para lanzar el cigarro al suelo y pisarlo con la punta de su zapato.

Se perdió entre la gente, esquivando desconocidos hasta llegar a la barra. - Cerveza... - Diría para recibir en el acto una botella, la cual fue abierta delante de él. Dio un trago y apoyo su espalda en la misma barra, para observar entre el público si lograba divisar algún rostro conocido. Allí estaban Cillian y Alyssa, con una muchacha a la cual no conocía.  Un poco más alejada, pudo ver a Ellie Moody, la cual comenzaba a frecuentar desde su ingreso en la Orden, aun así nunca habia tenido la oportunidad de hablar con ella en privado. Levantó la botella en forma de saludo, en cuanto hubo contacto visual, y se mantuvo alli.

@ Lord Cubias  @ Cillian Haughton  @ Alyssa Black Triviani  @ Ellie Moody

 

 

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Lo cierto es la mitología no es su fuerte académico, así que no puede hacer más que leer el folleto mientras pasa la mirada por la exhibición de dioses romanos. No tiene otra alternativa más que confiar en la información resumida por los momentos; quizás, si se siente curiosa al llegar a casa, pueda revisar si en la biblioteca de las brujas Moody hay algo acerca del tema. De cualquier forma la analogía con respecto a las Reliquias de la Muerte es algo con lo que está más familiarizada. Hasta hace algunos años hablar de aquellos objetos era lo mismo que hablar de una fábula, pero en la actualidad su existencia suele considerarse una realidad. Hace algunos años, leyó en los registros de la Orden del Fénix la bitácora de una misión donde el enemigo era un grupo que intentaba reunir las reliquias: habían rastreado la Varita de Saúco hasta la entonces Ministra de Magia Mackenzie Malfoy, y la Piedra de la Resurrección a su padre. El paradero de la Capa de Invisibilidad era desconocido en aquel entonces. Luego, hace un par de años, ocurrió el incidente del Velo de la Muerte donde comenzaron a surgir réplicas de las reliquias por todos lados, y muchos magos y brujas de la comunidad mágica llegaron a manipularlos, incluso ella misma. 

De cualquier forma, a simple vista, no está convencida de que alguno de esos objetos de verdad tenga propiedades mágicas. Se pregunta si no son simplemente la forma que tenían los mitos hace tantos años, para explicar la magia de sus poseedores. «Y a decir verdad, dudo mucho que vayan a poner algo tan importante en una simple exposición», razona Ellie.

Poco a poco, a medida que más personas han llegado a la exposición, el bullicio general ha incrementado. Comienza a sentir deseos de retirarse, pues los lugares atestados de gente no son de su agrado, especialmente si no está acompañada de alguien conocido para aliviar la ansiedad. En situaciones como esa, el vino le ayuda a tranquilizarse; le da otro sorbo a su copa y se sorprende al ver que ya está vacía, pero por fortuna está cerca de la barra. Si alguien usó sus impuestos para poner una barra abierta, por supuesto que la aprovechará. Le pide por al bartender que rellene su copa, aunque internamente se dice que bajará la velocidad.

Se da cuenta de que hay un mago viéndola y, aunque al principio frunce el ceño, levanta la copa a modo de saludo cuando reconoce que es un integrante de la Orden del Fénix. Al pasar la mirada nuevamente por el lugar, se da cuenta de que más personas han llegado. Observa a una bruja de brillante cabello rosado, así como a una de las que eran compañeras de Madeleine en el Cuartel de Aurores, muy concentrada observando un cuadro. Y también hay un pequeño grupo de magos reunidos, que parecen estar tratando algún tema importante; Ellie se aventura a pensar que podrían ser organizadores, aunque supone que es algo que confirmará eventualmente.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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