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Celebración 234 de la Revolución Francesa


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La mañana era totalmente soleada, caminaba de un lado al otro con calma mientras que mis zapatos de tacón alto resonaban por los adoquinados senderos de los extensos jardines del Palacio de Versailles, acomodaba una mesa con diferentes clases de quesos y carnes frías curadas para que los asistentes se deleitarán mientras que caminaban por los jardines disfrutando de los juegos y de las diferentes actividades. Al terminar de organizar tome un plato con algunos quesos, jamón serrano y jamón York y camine hacia otro sector del jardín. Comía bastante ahora, pero lo que más me gustaba comer era cosas dulces. Mi querida Lynnete, mi elfina personal, me tenía mimada haciéndome cantidades de dulces qué podía comer cada día, sobretodo en las noches en donde mis ansias de comer aumentaban. Por supuesto para mantener la línea había aumentado mi actividad física, además que me habían recomendado mucho caminar y había ya adoptado la costumbre de caminar por las calles de París o pasear por varios kilómetros alrededor del Chateau.

Tras acabar mi plato seguí hacia la entrada para recibir a quienes fueran arribando, observe a algunos de los fantasmas recientes en el Palacio entre ellos a mi tatatarabuela Maria Antonieta, quien se veía bastante emocionada por la celebración y llevaba un peinado bastante alto y un vestido muy voluminoso. Me reí de verla tan ataviada con sus vestiduras para recibir a la gente. Cerca del lugar de ingreso note a un joven que reconocería a kilómetros, no por nada eramos familia. Mi primo @ Matt Blackner caminaba solo sin saber que hacer, pase por enfrente de una de las mesas de postres y tome dos cupcakes adornados con una crema azul y dorada qué mostraban le fleur du lys como adorno. Le ofreci el pastelillo al legar a su lado.

- Bienvenido querido primo, que bueno ver que decidiste venir a la celebración.

Bese sus mejillas como dictaba la costumbre y lo invite a pasar, mientras probaba el pastelillo, camine a su lado mientras que esperaba guiarlo a donde estaban los juegos.

-¿Te animas a un juego de tiro al blanco? Apuesto que se disparar mejor que tú

Lo desafíe, jugaría un rato mientras que llegaba más gente para ir atendiéndolos .

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Eché un vistazo alrededor, mientras más invitados llegaban, aunque ninguno de ellos eran Sagitas y Jack. De reojo, en uno de los balcones, observé al fantasma de Maria Antonieta, rodeada de algunas de sus cortesanas, cuchicheando y observando el reguero de gente accediendo al palacio. Parecía preocupada, buscando a alguien...una de sus acompañantes señaló hacia mi, lo que me hizo girar. Estaban buscando a Jack...con suerte, se darían cuenta de que no era yo (difícil, cuando normalmente nos confundían....)

 

Un cupcake azul y dorado me distrajo. @ Ada Camille Dumbledore  lo sostenía frente a mi, asi qeu lo tomé mientras nos saludábamos. La seguí entre la gente, escuchándola.

- Te veo bien prima. - dije con una sonrisa, sin mencionar nada más, puesto que ella aun lo mantenía en secreto. Era cierto, la veía mucho mejor que la última vez qeu habíamos hablado, en ánimos y en aspecto. Probé el pequeño dulce, sacundiéndome las manos. - Ah, asi que crees qeu lanzas mejor que un cazador experto? - reí - está bien, intentaré ganarte sin dejarte demasiado en ridículo. 

 

Observé la zona donde se encontraba el juego de tiro al blanco

- Qué apostamos?

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A escondidas...

Bueno, sí, he de reconocer que no era la forma más tradicional de presentarse a una fiesta conmemorativa de una batalla entre clases, la caída de la Bastilla. Pero yo tenía mis razones. Sean cierta o meras elucubraciones mentales algo alocadas, de alguien que se ha pasado días y días escondida en su mansión, mascullando palabras ocultas y planeando ataques a cientos de personas para encontrar el paradero de uno sólo, ese amigo de @ Sean -Ojo Loco- Linmer , Dermont, quien hacía ya meses que había secuestrado al benjamín de la familia.

¿Es posible entender que una madre se vuelva loca por el secuestro de su hijo? (Por segunda vez, por cierto) Supongo que sí, aunque no sé bien cuándo empezó mi locura y empecé a dudar de todo y de todos. En realidad, pocos compañeros de bando se libraban de aquellos pensamientos nefastos y en pocos confiaba tanto como en Ada. Ella era fiel. Ella era alguien de quien fiarse. Y es por eso que Jack y yo (mejor dicho, yo, él me seguía a todas partes) decidimos que estaría bien ir a aquella celebración y relajar nuestras mentes (bueno, la mía) de tormentosas visiones y de ideas que me hacían más mal que bien.

Así se lo comunicamos a @ Matt Blackner , quien también dijo que iría a la fiesta. Él, por supuesto, se adelantó a nosotros y Jack quiso aprovechar la soledad de la mansión para... bueno, para cosas que a ninguno de vosotros os interesa, son cosas de matrimonio. Por supuesto, el amor que sentía por mi marido no decrecía. Más bien, creo que cada día lo amaba más. Por él había hecho locuras, por él había pactado con fuerzas oscuras aún antes de liderar el bando mortífago, por él movería cielo y tierra si fuera preciso para gozar de su figura cinco minutos más... Por supuesto que tardamos en llegar a Francia, pero de eso tampoco se puede culpar a nadie; nos amábamos demasiado para desaprovechar las ocasiones en las que nos sentíamos libres y sin que mis dolores de cabeza se interpusieran entre nosotros.

No duró mucho.

A la vista de los jardines de Versalles, Jack hermosamente vestido (aunque con la corbata algo torcida, siempre se le escapaba el nudo hacia un lado), yo envuelta en un sencillo vestido de flores, sentí que la situación se me escapaba de nuevo. Ante la multitud de gente que había acudido a la fiesta y se movía por los alrededores, sentí la agitación en mi pecho y la sensación de que algo o alguien me vigilaba. No era nuevo. Sabía de los movimientos para sustituirme en el bando y no sabía cómo tomármelo. Cierto es que tuve que luchar con la idea de matar a medio bando por su posible traición a mi persona. Por otro lado, el hecho que se nombre a un líder entre todos los miembros era bueno, tal vez una de las pocas maneras de conseguir que los mortífagos se unieran en la decisión de la elección de quien les debía dirigir. Además, siendo sinceros, si dejaba el liderazgo me sentiría libre para poder buscar a mi hijo sin tener que pensar en el grupo y sus necesidades.

Aún sabiendo que era un mal necesario, la tensión me podía y volvía mi mirada a mi alrededor, como si algo malo fuera a pasar. ¡Malditas visiones y profecías! ¡Maldecía el día que adquirí el poder de ver más allá y que el Arcano Sajag me permitió entrenar más mi habilidad de la Videncia! Era una maldición más que un poder y odiaba sentir que mi cabeza se abría a situaciones futuras que podrían o no existir, pero que me estropeaban el presente y no me permitía vivir en paz.

Es por eso que le dije a Jack que buscara a @ Ada Camille Dumbledore  mientras yo me sentaba allá, en el suelo, junto a aquel parterre, al lado del canal, esperando que me trajera una tila (o un bourbon cargadito). Mi marido es maravilloso, pues acudió enseguida por ayuda para atender mi petición, dejándome allá sola.

Aunque eso también me hizo sentir mal. Mi cabeza ya bailaba sola y, entre destellos descoloridos, veía a mi marido hablando (¿sólo hablando?) con la coqueta de Maria Antonieta, cuyos rubios rizos y el collar grueso de perlas camuflaban el filo donde la guillotina había separado la cabeza de su cuerpo. Hice temblar la barbilla de tanto apretar los dientes, de la rabia y de, ¿por qué no decirlo?, de los celos. Es normal, ¿quién no tiene miedo de perder a un hombre tan bueno, en todos los aspectos, como era mi marido?

Sí, por eso caminaba ahora, tras dejar atrás el lugar donde me había dejado él, a escondidas, con los zapatos de tacón alto en una mano y con la mano derecha libre, presta a invocar la varita si lo pillaba coqueteando con alguna de las fantasmichuelas que abundaban en aquel palacio.

-- <<Basta, Sagitas, piensa en lo que haces. No ves la verdad, ves lo que tu mente febril te enseña>> -- me dije, intentando refrenar aquel caminar sigiloso entre las personas y los sirvientes que repartían bebidas.

Pero no me hice caso. ¿Quién se hace caso a sí mismo? Yo, pocas veces. Estaría cuerda si lo hiciera

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Llegábamos no solo tarde, sino además, a escondidas del resto de invitados. Me importaba? Ni lo más mínimo.

 

Al contrario que en las últimas celebraciones, donde Sagitas había llegado puntual, con carruaje y anunciándose con toda la pompa que ofrecía la ocasión, este año habíamos optado por una entrada no solo tardía, sino también discreta. Aunque claro, pocas veces teníamos disponible la Potter Black para nosotros solos y un cuerpo totalmente sano que aprovechar juntos (de formas qeu a nadie más le importaba fuera de la intimidad de nuestra habitación)

 

Aunqeu ahora, mientras nos mezclábamos con el resto de invitados, noté qeu se aferraba a mi brazo con nerviosismo. Ella llevaba un vestido de flores sencillo, y yo había optado por un traje negro y corbata morada, con flores similares a las de su falda...aunqeu algo torcida. Se me daba mal qeu el nudo quedara derecho, y a la vista de los recientes acontecimientos, era a lo que menos le había prestado atención. Teníamos demasiados problemas en la cabeza: al fin teníamos una pista semifiable para encontrar a Ithilion, pero a cambio Matt había perdido la cabeza y estuvo a punto de terminar en desgracia. Teníamos que tener vigilado al chico.  Y en el bando las cosas no parecían ir mejor para Sagitas. Asi qeu tendríamos que tener mil ojos en todas partes.

 

Pasamos junto a un banco, donde Sagitas aprovechó para sentarse, a la espera de que le buscara algo de beber. Esta vez me mezclé entre la multitud sin ella, notando miradas y cuchicheos. Por las miradas, entendí qeu aquellas personas ya me "habían visto", o mejor dicho, habían visto a nuestro hijo mayor. Llegué hasta la zona de bebidas, donde hice un gesto a uno de los camareros para que me sirviera un par de bebidas. Esperaba con las manos en los bolsillos hasta que la sensación de atravesar una cascada me recorrió la espina dorsal. Nervioso, giré, encontrándome la fantasma de Maria Antonieta justo a mi lado. Apreté al mandíbula sorprendido. Esperaba que me hubiera olvidado desde la última vez, pero ahí estaba, con su fantasmal figura arreglada y un exagerado peinado de rizos , sonriente.

- Bonsoir monsier....

- Hola. - contesté, nervioso, notando que varias de sus damas de compañía levitaban por detrás de nosotros.

- Yo no...espegaba encontragle tan...vivant. - dijo.

- Ya, eh... - giré, tomando el par de bebidas qeu me tendía el camarero, encontrando a Sagitas entre unos arbustos. - Si me disculpa, debo volver con mi mujer. - dije, alzando la mano donde el anillo de casado brillaba, bien visible, antes de acelerar el paso hasta Sagitas.

 

- Por favor, líbrame de ellas - supliqué, mientras le tendía el cóctel - El chico está por aquí, en algún lado. Por lo qeu escuché, con Ada.

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Había hecho bien en ir casi de puntillas en el último tramo, hasta llegar hacia la zona donde estaba la zona de bebidas. No muy lejos, mi marido tomaba en sus manos un par de vasos con una bebida atractiva que me apetecía probar cuanto antes. Pero a su lado, con ese abanico elegante, María Antonieta se regodeaba de su físico delgaducho y sus pestañas enormes, intentando hacer flaquear a mi marido. Mi mirada se puso turbia y cierta rabia ascendió por la boca del estómago hasta la laringe, luchando por pasar por las cuerdas vocales y salir disparada hacia ellos.

No hizo falta. Jack fue cortés, eso no se lo puedo negar, siempre lo es, y la rechazó. El brillo de su anillo de bodas me tranquilizo, curiosamente, pues concluyó cualquier relación con ella en cuanto se lo mostró. Me erguí como si fuera más alta que nunca; creo que, instintivamente, mi facilidad con la metamorfomagia me hizo crecer unos centímetros sin darme cuenta que la usaba. Caminé con paso decidido hasta él y le planté un beso en la boca que sonó casi como un tapón de champagne (o, tal vez, alguien había destapado una botella justo en aquel momento). Después elevé la barbilla e ignoré la mirada de aquella fantasmiko. (¡Mentira! La miré de reojo de arriba a abajo y no le saqué la lengua porque una bruja que vestía de azul parecía mirarme fijamente).

Caminé casi arrastrando a Jack y poniendo en peligro el equilibrio de aquella bebida en las copas. Tomé la mía y la medié de un trago. ¡A la porra la clase y la dignidad, me importaba un pimiento que me llamaran borracha!

-- Te voy a librar de ellas con un conjuro de Nigromancia que las ate a una bandera, como se acerquen un poco más, querido. -- Lo dije en voz alta para que ella y sus doncellas lo oyeran.

Por supuesto, a él no le echaba la culpa; no tenía la culpa de ser tan apetecible. Y María Antonieta tenía la fama de ligona empedernida desde hacía dos siglos largos.

-- Sí, mejor busquemos a Matt, no vaya a ser que le pase algo. ¿Crees que recordará lo que le sucedió días atrás?

Seguimos caminando, alejándonos del bullicio, en busca de algo más de tranquilidad. Seguro que Matt habría hecho lo mismo. Le conocía bien. Mi hijo era algo solitario y le costaba encontrarse a gusto entre la gente.

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Sagitas me arrastró, lejos del alcance de Maria Antonieta y su séquito (al menos, temporalmente. Esperaba qeu el anillo le hubiera dejado claro que no pasaría nada). Si no la conociera, diría que parecía un par de centímetros más alta. Seguro que eran los zapatos, pensé dando un trago a la copa.

- Con que les quede claro a la única que quiero acercarme será suficiente - contesté, ofreciéndole el brazo como apoyo mientras caminábamos.

 

Miré alrededor, pero no encontré al chico. 

- Según dijo el camarero, lo vieron junto a las columnas, intentando esconderse en las sombras. Luego lo vieron pasar con Ada hacia la zona de juegos. - era lo que había escuchado de los trabajadores mientras me servían las bebidas. - Al principio les chocó que pidiera alcohol. Luego supieron que no era la misma persona.

 

Me encogí de hombros, mirando a nuestro alrededor.

- No, no recordará nada. O no gran cosa. - contesté. - cuando era pequeño y...pasaba aquello tenía lapsus de memoria. Recordaba lo sucedido justo antes, pero no sabía que había hecho o sucedido en ese tiempo. Dudo que eso haya cambiado con los años. A no ser...que la videncia le haga recordar con el tiempo. Es capaz de controlarla? - porque, de ser asi, entonces podría forzarse a recordar, pero no estaba seguro de que quisiera hacerlo.

 

Señalé los jardines, hacia el fondo. 

- El área de juegos está en esa zona. Tal vez el chico siga alli.

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Me aparecí frente a la puerta de mi amplia habitación en la Mansión Malfoy... es una ventaja de ser miembro de la familia, poder llegar directamente a mi habitación sin tener que pasar por el hall, la sala o la estancia... ¡me alegro tanto de usar la magia! Sin ánimos de toparme con nadie, me adentre a la habitación, con un movimiento de mi varita, se hizo la iluminación del lugar, al fin podría descansar... al menos eso creí, lo que por mala suerte no fue posible.

No tenía ni un minuto que me despoje de la capa y el saco, cuando un ppuff me hizo girar la cabeza y percatarme que ya Kristoff se encuentra a un lado del ventanal, corriendo las cortinas de terciopelo verde. -- Buenos días señor -- Dijo el elfo, yo lo veo como si fuese la primera vez que lo encuentro... y si, es algo nuevo verle esa sonrisa en su rostro. Él se gira y sin poder evitarlo, comenta lo que piensa -- Es una suerte que ya no volverá -- Yo quise ignorar su atrevimiento pero pregunte como es usual -- ¿A quién te refieres? -- A Kristoff se le escapa de la mano aquella misiva que sujetaba en su mano izquierda, su mirada me dice bastante, entonces deduzco que se refiere a mi padre, su antiguo dueño y a quien el elfo le teme sobre toda la tierra. 

Es verdad, mi padre me aseguro que ya no regresaría... así que Kristoff está alegre de no volver a verlo... seguramente en mi mirada mostré el enfado que me provoca su alegría, porque sus ojos huyeron y no volvió a mirarme, su voz temblaba y trato de parecer muy ocupado con la preparación de mi vestuario, el cual saco del guardarropa.

-- Será mejor que se apresure Señor, o llegará muy tarde a la Celebración -- Hizo levitar la misiva que minutos antes dejo caer sobre la mullida alfombra y la hizo cruzar la habitación hasta que llego a mi mano. La releí, si, @ Ada Camille Dumbledore  me había enviado aquella invitación con bastante antelación... ¡Oh, vaya! es verdad!... prometí que asistiría, pero entre tantas actividades y compromisos, lo había olvidado.   

Siento mis músculos de la espalda protestar, pero una poción alivia el malestar, una visita al cuarto de aseo y me alisto con el traje que Elian me adquirió en Francia, desde que Reacón me recibió en su mansión en esa nación, es el lugar que más me agrada visitar, así que me arreglo con esmero y salgo al sitio utilizando un portal mágico (unos minutos menos, no van a marcar la diferencia, pero al menos es mi deseo, cumplir con la promesa que le hice a mi gran amiga). 

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Digamos que no sabía por que al final se había decidido a ir a Francia, más que nada por que nació en España y se sentía muy vinculada por esa tierra, además  era sabido que Españoles y Franceses a veces chocaban por temas históricos. Pero había recibido una notificación y ahora que era coordinadora de estudios internacionales de Dumstrang, por que no visitar aquel país y ya de paso quizás escribir a la directora de Beauxbatons  puesto que quizás tendrían algunos conocimientos o prácticas que podrían aplicar en Dumstrang o viceversa. Además tenía total libertad por que su padre Igor Karkarov la había dado toda su confianza tras pasarse con él trabajando cinco años de su vida.

Se puso un vestido negro con detalles blancos y marrones, acabando sus pies calzados por sandalias no muy altas puesto que parecía que iba a hacer bueno aquel día. No era de vestir mucho así, pero al menos seguía respetando los colores oscuros que siempre la gustaban vestir a la bruja. Lo bueno de asistir, que iba a estar en Versailles, un lugar que ella adoraba, ojala conseguir ese castillo para su familia, aunque en verdad ahora mismo familia tenía poca aunque alguna que otra visita si que recibía.

Cuando llegó al jardín un montón de desconocidos se encontraban allí, bueno, algún que otro conocido de vista o simplemente alguna persona que podría decirse que conocía. Pero parecían todos bastantes ajetreados en sus conversaciones, aunque tenía que destacar que estaba todo muy bien ambientado. Llegó hasta la carpa del bar donde apoyó un brazo en la barra y miraba a través de sus gafas negras todo a su alrededor, había que admitir que el ambiente era bastante agradable.

-¿Que desea señorita?-preguntó el camarero algo avergonzado a la Selwyn-Una hidromiel-respondió esta sin mirarle mientras intentaba buscar con quien tener una entretenida charla en aquel lugar tan lleno de gente pero que a la vez ella se encontraba tan sola. Aunque si era cierto que no la importaba la soledad, se estaba empezando a cansar de tener poca gente conocida en la que poder confiar.

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La celebración estaba realmente pasiva, muchos magos iban y venían por los jardines y saludaba a mandatarios de varias naciones mientras deambulaba por allí, pero no estaba muy sociable me había vuelto bastante huraña y me sentía cómoda solo con ciertas personas de la familia. No negaba qué tenía roto el corazón, pero en medio de todo había un ser que iluminaba mi vida sin conocerle y eso me daba ánimos para seguir. La compañía de los que apreciaba me hacían sentir feliz y este día debía aprovecharlo, todo cambiaría para mi pronto de muchas maneras y quería poder disfrutar así una vez más.

La conversación con mi primo siempre era agradable, yo era feliz de saber que en el tenia no solo un familiar sino un gran amigo en el que podía confiar. La competencia era algo siempre me había agradado pero últimamente estaba aún más competitiva y ya que habían juegos iba aprovechar el momento. Mi primo @ Matt Blackner me daba paso al desafío y eso me alegraba.

 

- Creo que se manejar armas mejor que tú, así que si creo que puedo ganarte y no te preocupes por dejarme en ridículo, se disparar muy bien.

 

Me reí descaradamente, mi entrenamiento en la gendarmería francesa había sido arduo pero lo que más había disfrutado siempre era el tiro al blanco porque gozaba de una excelente puntería. Cuando hablo de la apuesta mis ojos brillaron, de verdad quería entrar al desafío totalmente.

 

- Como estoy segura que te ganaré, podría pedirte saltar a la fuente desnudo para deleite de las damas del festival gritando “mi prima es la mejor” pero es exagerado y tu madre me mataría, así que seré benévola y creo que podríamos apostar galeones, es lo más sencillo y calmado. ¿Que cifra estimas justa para la apuesta?

 

Estábamos a menos de un metro del puesto de tiro al blanco y ya tenia las ganas de tener la pistola de chispa en la mano. Vi llegar a más personas, entre ellas a la tía @ Sagitas E. Potter Blue era una buena opción que ella y el su esposo fueran testigos de nuestra pequeña apuesta. Pero vi un caballero de vistoso cabello verde y por un momento se me detuvo el corazón, no había pensado si vendría o no acompañado y aunque lo anhelar, sabia bien qué el no vendría o estaría donde yo estuviera. Me agarre fuerte de la carpa al sentir un mareo leve, era mejor tratar de no emocionarme de más, debía mantener la calma el día de hoy.

@ Anthony R. Dracony M.  @ Eliah Ryddleturn

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El demonio se encontraba parado sobre el sitio mas alto de uno de sus castillos, concretamente en el castillo en donde se había encontrado con su hijo hace muchos años atras, el sitio se encontraba en completa calma, sin nada que pudiese amenazar con romper con aquella tranquilidad, mientras admiraba la naturaleza del lugar, reacon disfrutaba del silencio y de la paz momentánea que ese silencio le generaba en lo más profundo de su corazón, algo que era muy raro en el, quizás era porque está vez la situación era diferente a las anteriores, por un instante una sonrisa se dibujo en sus labios, su risa era por qué pudo ver a lo lejos como la naturaleza se había apoderado de una gran parte de su castillo, el abandono y la falta de un elfo doméstico eran las razones principales de porque aunque ese castillo en el pasado era considerado un lugar lleno de lujos y belleza absoluta ahora estaba cubierto de polvo y escombros de todas aquellas partes que cedieron con el paso del tiempo, el demonio aclaro la garganta para poder llamar al que consideraba responsable de todo este desastre, estuvo a punto de gritar sus órdenes, pero contuvo su voz y dejo escapar un pequeño gruñido cuando al fin recordó que cristoff ahora ya no se encontraba más en aquél sitio, actualmente era propiedad de su hijo, ya no era el encargado de darle mantenimiento a sus propiedades, seguramente ahora se dedicaba a cosas más domésticas. Volvió su mirada hacia un pequeño lago que se encontraba en las cercanías mientras se sumergía en sus pensamientos,después de contemplar por un rato más aquel sitio,  agitó la cabeza para volver a la realidad, aunque se puso a meditar en por qué nunca se había tomado el tiempo para admirar estás cosas.

Sin embargo esa palabra comenzó a re sonar en su cabeza, porque eso era justamente lo que ya no le quedaba en este momento, el tiempo... Levanto su mano izquierda para poder mirar el cronómetro que traía, este le mostraba en todo momento el tiempo aproximado que le quedaba en este mundo, era consciente que cuando la cuenta regresiva llegará a cero muchos portales menores se abrirían por todo el continente, permitiendo él paso de seres poderosos al igual que el y provenientes de su mundo con la intención de venir a buscarlo, la orden era simple hacer que el cumpliera la condena que el concilio le había impuesto, desafortunadamente para el, durante el evento que tomo lugar en el hotel de su hijo se vio obligado a incumplir el único reglamento de su mundo,mantener su existencia bajo un estricto secreto, al concilio no le importaban los motivos por los cuales reacon tuvo que romper el pacto de su mundo, así como tampoco había eliminado a los testigos como lo exigía la ley, estás desiciones lo habían condenado a ser visto como un traidor, la ley era clara, aunque el fuese el ser más poderoso que existía era muy probable que si decidía resistirse al arresto muchas de las personas que le importaban saldrían lastimadas, así que decidió dejarse llevar por las decisiones de esos ancianos, ya podría reponer su honor en algun momento, por ahora lo que lo tenía inmerso en sus pensamientos era el posible castigo que pensaban darle para que sirviera de ejemplo, era muy probable que fuese el estar encerrado por toda la eternidad en aquel mundo de guerra infinita sin posibilidad de volver a ver a quienes más amaba. 

Metió sus manos en los bolsillos de su gabardina y pudo sentir algo entre sus dedos, decidió sacarlo para ver de qué se trataba, era la invitación a una celebración que se llevaría acabo en París, en el palacio de Versalles, una pequeña mueca se formó en su rostro, el ya había decidido desde hace un tiempo que no asistiría,no quería causar incomodidad a cierta persona, intentaba convenserce a si mismo que era la mejor desición que podía tomar, sin embargo en el fondo el sentía una gran necesidad de asistir, quería verla nuevamente...aunque fuese de lejos, aunque no hablaran, el sería feliz simplemente con estar lo suficientemente cerca, además el sabía que su hijo también asistiría, y la idea de pasar su último tiempo al lado de su pequeño y cuidando a la distancia a esa mujer que tanta felicidad le había brindado no le parecía tan mala idea. A estas alturas de su vida ya no tenía nada mas que perder.

Se quitó la gabardina que tenía y fue rápidamente a cambiarse, se puso un traje de gala color negro con adornos dorados, miro por unos segundos la ropa que se había puesto,la duda lo hizo pensar detenidamente si era correcto lo que había elegido, hacia mucho tiempo que no se vestía de buena forma y sin nadie que lo ayude sentía que podía cometer algún error, normalmente todo en su vida eran armas y armaduras...y ahora tenía que vestirse "bien", sin embargo al pasar de los segundos comenzó a pensar que estaba bien vestido, lo suficientemente elegante para no faltar a la etiqueta, pero tampoco con algo tan llamativo que lo hiciera destacar sobre los demás , como siempre el prefería mantener un perfil bajo para no tener que saludar a extraños o conocidos. Cómo era costumbre en el, decidió que la manera más rápida y segura de llegar a la fiesta era por medio de sus portales, Aunque el no tenía la habilidad de poder abrirlos por su propia cuenta, si tenía objetos mágicos que lo hacían por el, saco de su pantalón una vieja runa y la tiro al suelo, en unos instantes el suelo comenzó a brillar lo que permitió que un portal de color dorado se abriera en las ubicaciónes deseadas. 

Cubrió su rostro con una bandana negra para evitar que alguien pudiera reconocerlo, cuando al fin se sintió preparado paso por el portal sin dudarlo ni un solo instante; al llegar observó detenidamente el sitio, se dio cuenta de lo inmenso que era aquel lugar, continuo recorriendo cada lugar con su vista hasta que sus ojos se fijaron en una figura que se encontraba de espaldas a el, era la de su hijo, quien al parecer había llegado unos momentos antes que el, por unos instantes volvió a sonreír al pensar que pese a como estuviese vestido y pese a el paso del tiempo el seguiría reconociendo a su hijo en cualquier lugar, camino hacia el muchacho con el sigilo suficiente para que nadie pudiese percatarse de sus movimientos, se acercó por la espalda de su pequeño y poniendo ambas manos sobre sus hombros dijo sus primeras palabras del dia. --Hola querido hijo...parece que aun nos queda algo de tiempo, muy poco, pero es algo...-- 
 

@ Anthony R. Dracony M.

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"Todo quedó decidido cuando ellos trajeron un ejército y yo...un Demonio"

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