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Ollivander's (MM B: 94928)


Ada Camille Dumbledore
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El Señor Black estaba concentrado en su tarea yo estaba aterrada, ¿y sino me perdonaban mis varitas?

 

Trate de tranquilizarme un poco, si ellas me amaban tanto como yo a ellas podríamos llegar a la reconciliación.

 

Cuando termino su sesion con la bola de Cristal el Señor Orión inmediatamente me dijo que todo esta dispuesto para que yo hiciera mi parte.

 

El se dispuso a irse, antes que cruzará la puerta le di un abrazo fuerte emocionada.

 

-Gracias por venir a ayudarnos señor Black, muchas muchas gracias... espero que usted este muy bien.

 

Mis palabras eran muy sinceras, era una verdad innegable que el me habia guiado a hacer lo que necesitaba en el local para que volviera la armonía y la paz.

 

Lo vi irse por el callejon caminando deprisa, debia tener mucho trabajo e elMinisterio.

 

Fui directo al taller y cerrando mis ojos saque todas las cajas de varitas. Tome cada una y les pedí disculpas junto a que las amaba y les agradecía

 

Eso me lleno de paz, me quede hay sentada mirando todo. Suspire admirando la nueva luz que veía en el taller, era como si sintiera esa vibración a mi alrededor, ese era mi lugar favorito.

 

Cerre los ojos y me quede allí disfrutando la tranquilidad.

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Eramos dos sombras caminando por el invernal Callejón Diagón; claro estaba que por nuestra condición vampirica no lo sentíamos, aunque no por eso íbamos a desentonar. Ambos con sendos abrigos de paño, largos hasta los tobillos, el mío era verde botella, mi color favorito, el de mi acompañante era de un tierno rosa pastel. Debajo de mi saco estaba mi traje gris, de corte inglés, sobrio como de costumbre y la corbata verde esmeralda rompía aquella monotonía y hacía juego con el saco, al igual que las botas de cuero de cocodrilo. La damita estaba vestida con un hermoso vestido beige, y calzaba unas coquetas botas de caña alta, de cuero y con hebillas a cada lado. Algo excesivo, pero ella gustaba de verse elegante.

 

-Te vuelves una fashionista, amor -comenté mientras la tomaba en brazos aunque ya estábamos cerca de nuestro destino.

-¿Qué es una fashionista? -Preguntó, trabándose un poco en aquella palabra

-Bueno... es alguien a la que le gusta vestirse siempre bien

-¡Es algo bueno! ¡como mi mamá! -Exclamó la pequeña de rizos dorados

-Exactamente, así es -Una risita escapó de mis labios. Moría por saber que diría Ariane al enterarse de que su hija conocía a medias es termino "fashionista" y estaba fascinada. Que suerte que teníamos dinero, magia, y vida eterna para experimentar.

 

La pequeña desde la altura que yo le proporcionaba, miraba ansiosa a su alrededor, quizás algún conocido, quizás la fachada del negocio en el que había crecido, y que algún día sería suyo. Pero lo más seguro es que sabía que lo que salvaguardaba la tan conocida puerta roja, era la persona que más amaba en el mundo, su mami. No había que ser especialmente perceptivo para darse cuenta que en las vacaciones, aunque maravillosas, la pequeña sintió la ausencia de su madre. Su apariencia más madura, no debía hacernos olvidar que apenas tenía tres años.

 

-Ya llegamos, dame las gafas de sol, amor, que sea nuestro secreto. -No me iba a arriesgar a que me regañaran por permitirle aquella excentricidad, así que las oculté en el bolsillo-. El presente, se lo entregas tú -dije tendiéndole la bolsa que en su interior ocultaba un delicado vestido de crespón de seda, con manga campana. Blanca como la nieve más pura, y el toque de delicadeza se lo daba el cerezo bordado mano en toda la tela.

 

Abrí la puerta luego de que me aventara sin mucho miramientos los anteojos, y tomara distraídamente aquella gran bolsa. La campanilla nos anunció con más alegría que a cualquier cliente, y de repente, las fragancias de la madera, la sabiduría milenaria del arte de las varitas, y jazmines, inundaron mi nariz y me sentí en casa. Ruidos provenían del taller, ya sabíamos donde estaba la tan ansiada persona. Una mirada cómplice padre e hija, bastó para saber que los dos estábamos de acuerdo en sorprender a Ariane. Paso a paso, sin hacer ruido, llegamos hasta el taller. Helena tragó aire exageradamente, pronta para exclamar:

 

-¡Ya llegamos, mami! -Corrió hacia su madre, mientras yo reía por lo teatral de la pequeña

 

 

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La decisión de Arcanus ya estaba tomada. Había aceptado el ofrecimiento de Ariane y su siguiente destino sería la tienda de varitas de la joven. Antes que nada tenía que recoger las pocas pertenencias que traía encima. Se dirigió al último lugar donde se había hospedado y tomó su maleta con ropa y algunos artilugios mágicos que siempre le habían sido de utilidad. Saludó al posadero y se retiró del lugar.

 

Afuera el viento soplaba con fuerza, afortunadamente el mago estaba vestido con una camisa de mangas largas de color blanco, la cual llevaba debajo de su saco color negro azabache. Un elegante pantalón de vestir y unos zapatos de cuero completaban el sobrio atuendo de Arcanus. Caminaba tranquilamente por el callejón Diagon con su maleta a cuestas y su varita el en el bolsillo, siempre atento a cualquier imprevisto que pudiera surgir. Tras unas cuadras, divisó un lugar donde vendían flores y decidió comprar un gran ramo de rosas. Unas rosas que emanaban el perfume más delicioso que había olido. Eran de un color rojo carmesí intenso, eran tan raras que se preguntaba si no habían sido producto de algún poderoso encantamiento.

 

Luego de pagar por las flores, el joven siguió caminando lentamente por el callejón. Realmente le resultaba algo complicado encontrar la tienda de Ariane, ya que todo había cambiado mucho en su ausencia y por momentos se encontraba algo desconcertado. Tras detenerse a preguntar a una pareja de magos que pasaba por ahí, apuró el paso. A lo lejos podía divisar la tienda, la cual tenía un cartel que decía "Ollivander's".

 

Caminó hacia allí pero a lo lejos divisó a dos personas, al parecer una persona mayor con una pequeña niña. ¿Serían clientes? ¿Familiares? Arcanus se detuvo por un momento ¿Debía continuar o volver por el camino por el cual había venido? Suspiró y emprendió el paso hasta la puerta. Algo apenado se acercó a los presentes y notó que aquella niña trataba a Ariane como si fuera algo más que una clienta.

 

- Disculpen... espero no interrumpir - Exclamó con suavidad y dirigió su mirada hacia Ariane - ¿Llego en mal momento? - Preguntó Arcanus. Una extraña sensación lo invadió. Esperaba que la escena no fuera lo que imaginaba.

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El ambiente estaba muy relajado, estaba en el taller junto a las varitas, con todo el amor del mundo les hable y les pedí perdon por todo el tiempo que habia estado alejada de ellas. Las amaba a cada una en su singularidad y ellas me habian hecho sentir su carino y por supuesto también su enojo.

 

Escuche la campanilla de la puerta aunque habia sonado algo diferente esta vez, cuando me voltee vi a mi querida hija que volvia de sus vacaciones. La abrace con fuerza la llene de besos y la mire: parecía una princesita .

 

- ¿sabes cuanto te amo hija?

 

Tome su carita, la acaricie suave, mire a Joaquin y le sonreí.

 

- Como les fue en el viaje... se ven muy felices

 

Abrace a mi socio y bese sus mejillas, volvi con mi hija y recibí un paquete.

 

-Saben que amo las sorpresas...

 

Mire de manera complice a Joaquín, el vestido era precioso ya conocía el buen gusto de mi querido socio y amigo del alma.

 

- Esta hermoso gracias...

 

Fui entonces interrumpida por el ruido de la campanilla, Arcanus por fin habia llegado, mi pequeña Helena lo miro y fue conmigo.

 

-Arcanus, ¿como estás?... ven Helena

 

La lleve de la mano y fuí hasta donde estaba el mago, le di un fuerte abrazo.

 

- bienvenido a Ollivander's... te presento a mi hija Helena y a mi socio y gran amigo Joaquín Granger...

 

Los presente con una sonrisa, no habia tenido tiempo de hablar mucho con mi socio pero en una misiva le habia contado en breves palabras la situación.

 

-hija este mago nos va ayudar en la tienda para que todo muy bien y va a vivir alla arriba en a tercer planta.

 

Le explique a mi pequeña, tenia la Esperanza que entre todos hiciéramos q ese negocio brillara como en otras épocas.

 

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Editado por Ariane Dumbledore

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Arcanus se encontraba un poco incómodo allí parado. Presentía que había interrumpido algo importante, pero trató de estar calmado. Ariane notó la presencia de Arcanus y llamó a la niña que había entrado al local antes que él. Arcanus se dio cuenta que era muy parecida a Ariane y enseguida se dio cuenta que se trataba de su hija. Se acercó a saludarlo con un abrazo, el cual el joven respondió sujetando fuertemente por un momento a la joven y le presentó a las dos personas que había allí.

 

- Bienvenido a Ollivander's, te presento a mi hija Helena y a mi socio y gran amigo Joaquín Granger. - Arcanus suspiró fuertemente. Había estado conteniendo la respiración, esperando una revelación que lo iba a hacer sentir el más tonto del mundo, pero afortunadamente no era lo que esperaba. Enseguida se relajó y la tensión en él desapareció, dejando lugar a una gran sonrisa que dejaba ver hasta el último de sus blancos dientes.

 

- Oh... tu socio... mucho gusto. Mi nombre es Arcanus, solía ser alguien más impresionante en otros tiempos... - Exclamó a la par que estrechaba la mano de Joaquin. Enseguida dirigió su mirada hacia abajo y notó que Helena, la pequeña hija de Ariane lo observaba. El joven se arrodilló en el suelo para quedar a la altura de Helena. - ¿Qué tal pequeña damita? Espero que podamos ser buenos amigos - Arcanus metió rápidamente la mano en su bolsillo y sacó un caramelo el cual escondió en su mano - Creo que tienes algo en la oreja - Con un rápido gesto colocó su mano al lado de la pequeña oreja de Helena haciendo como que sacaba el caramelo de ahí y se lo entregó. La pequeña sonrió y Arcanus acarició su cabello mientras volvía a ponerse de pie.

 

- Ariane es un gusto volver a verte - Dijo y con una sonrisa le tendió el ramo de flores a su amiga - Espero que te gusten las rosas - Exclamó ruborizándose ligeramente. Miró a la pequeña Helena y volvió a mirar a Ariane - No tenía idea de que tenías una hija. Es muy bonita, aunque se ve que tiene a quien salir - Dijo con una sonrisa.

 

- ¿Me muestras la tienda? - Preguntó entusiasmado. Quería comenzar a ayudar en todo lo que pudiera.

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La enternecedora escena madre-hija había rondado en mi mente desde la mansión hasta el callejón, había tenído muchas variantes, pero sin dudas, nunca eran tan buenas como la real. Se notaba a leguas que en la mente de la menor de las Granger rondaban un montón de recuerdos y anécdotas que ansiaba soltar, pero no sabía por cual empezar; y el hecho de que la llenaran de besos y caricias, la distraía de su objetivo. Aquello le resultaba desesperante, al punto de haberle lanzado el obsequio, y no contestar a las preguntas de su madre.

 

Abracé a mi adorada socia, y besé su mejilla. Me encantaba que el tiempo no se reflejara en nuestra apariencia, era en cierta forma, tranquilizador, tener la certeza que me iría y que cuando volviera, tendría frente a mi el mismo rostro que tan bien conocía, y tantas alegrías sabía darme. Mi hija, seguro era la más grande. Ansiaba sentarme en mi oficina, ignorar un día más la montaña de papeles de la que debí ocuparme hace tiempo, y contarle los detalles de nuestro viaje, esos detalles que la pequeña no recordaba o pasaría por alto.

 

-Fue un viaje precioso, Seishiro también iba a venir, pero se entusiasmó contándole el viaje a su tía Zahil y sus primos; de paso aproveché para que lo cuidaran. De todas formas te manda un beso muy grande -No lo había expresado tal cual, pero conocía las intenciones y sentimientos de mi hijo mayor, y él lo hubiera aprobado.

 

La campanilla de la puerta anunció que otra persona había ingresado en el local, por un momento había olvidado que estabamos en horario laboral. Sin embargo, en cuanto Ariane mencionó el nombre del castaño recién llegado, supe que no era un cliente, sino la persona que ns ayudaría en el negocio. Clavé la vista en el impresionante ramo de rosas rojas invernales, preciosas, y si no fuera porque conocía la amabilidad hogareña de mi amiga, habría sospechado que había algo más...

 

-Socio, gran amigo, y también el padre de esta niña preciosa que ves aquí-. Señalé con la mirada a la mini rubia-. Joaquín Granger, el placer es todo mío, en otros tiempos también resultaba más impresionante. -Estreché su mano y sonreí servicial- Espero te adaptes rápido, haremos lo posible para eso.

 

Era un chico muy amable, y estaba totalmente encantado con Ariane, lo podía captar con al menos cuatro de mis sentidos, lo olía, lo veía en su rubor, y lo escuchaba en sus pulsaciones levemente aceleradas, además de sus halagos de la belleza heredad que tenía Helena, que por cierto, era muy cierta. Además había logrado que Helena no le clavara los ojos de forma inquietante, el dulce ayudaba a que la pequeña, tan educada como un tanto... huraña, por llamarlo de alguna manera, bajara la guardia. Eran actitudes heredadas de mi lado de la familia.

 

-Agradece el halago del caballero Helena, también es para ti -La niña seguro no lo había captado totalmente, pero obedeció y agradeció con una sonrisa tímida. Sabíamos que el halago no era completamente para ella y menos aún para mí, aunque llenaba el ego que hablaran maravillas de mi niña mimada-. Con gusto nosotros también los acompañamos en el recorrido. -Quizás no era lo que el muchacho más quisiera, pero de todas formas solo sería hasta mi oficina.

 

 

 

 

Editado por Joaquín Granger

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Estaba sorprendida por tantas visitas en el negocio, no quería separarme un minuto de mi pequeña Helena, habia estado fuera demasiado tiempo... bueno no tanto pero para mi era una eternidad.

 

Recibí con gran sorpresa el hermoso ramo de rosas de parte de Arcanus, habia sido un gesto muy bonita y habia sido muy tierno con Helena, ella era muy reservada y mire a Joaquin de manera acusadora, ella habia heredado ese carácter reservado de él.

 

- Muchas gracias...las rosas son bellísimas, si me permiten voy a colocarlas en un jarrón y vendre a acompañarlos al tour por el negocio.

 

Killian mi elfo llego a mi lado y me recibió las flores sin tener que decirle nada.

 

- bueno Arcanus si te das cuenta en esta parte de adelante esta la recepción y las vitrinas. Aqui es en donde siempre tenemos el contacto con el público.

 

Me adelante, para darle el paso hacia dentro del negoció y le inste con una sonrisa a que nos siguiera, Helena corrio a subir las escaleras y sabia que se dirigía directo a su salón de juegos en la segunda planta, justo al lado de la oficina de Joaquin y la mia.

 

-Allí -dije indicando una puerta a la derecha- estan a la derecha el cafetín donde siempre encontrarás de cenar y de beber, los elfos se encargan de tener lo suficiente. Y a la izquierda esta el taller donde fabricó las varitas.

 

Camine despacio hacia la izquierda cerca de la escalera

 

- Pues como vez todos estos estantes son los de las varitas, de aqui las tomamos cuando vienen nuestros magos. Olvidaba decirte que todo el local esta protegido con hechizos para evitar daños... es lo más común cuando se prueban las varitas.

 

Recordé algunas cosas y sonreí eran lindos recuerdos, movi la cabeza para salir de mis pensamientos.

 

- Aquí estas incómodas escaleras de Caracol y por ellas asciendes a las oficinas y un cuarto de estar donde Helena tiene sus juguetes

 

Ascendi despacio para guiarlos, aunque mis tacones no eran muy aptos para esta tarea. Llegando a la segunda planta espere a que ellos subieran.

 

- Aqui son las oficinas la de la izquiera es la mia y la de la derecha del señor Granger, como vez es amplió pero no es nada difícil guiarte por aquí.

 

Les sonreí esperando que nonlos hubiera aburrido a ambos.

 

@@Joaquin Granger @@Arcanus

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El joven estaba feliz de ver nuevamente a Ariane. Se sorprendió un poco al saber que Joaquin era el padre de su hija, aunque le parecía una persona muy cariñosa y correcta, al ver de la forma que trataba a Helena. Además era muy amable, luego de estrechar su mano se mostró muy servicial. Ariane estaba lista para mostrarle la tienda y Joaquin decidió unirse junto a Helena. Si bien no era lo que Arcanus esperaba, tampoco le molestaba que los acompañara.

 

- Si, vengan ustedes dos también - Exclamó haciendo un gesto con su mano a Joaquin y a Helena. Entonces todos se pusieron en marcha. Arcanus iba prestando atención a todo lo que Ariane decía a la vez que pensaba lo rentable que era tener un negocio. Recordó que de camino a la tienda había visto un lugar donde vendían unos libros de magia muy poderosos, pero él no podía permitírselo ya que no tenía mucho dinero. Tal vez algún día manejaría una tienda y le lloverían los Galleons. La tienda era más grande de lo que pensaba, tenía hasta un salón de juegos para Helena.

Si bien Arcanus estaba pasando un buen momento, había venido específicamente con un objetivo. Lamentablemente, Joaquin estaba allí, lo que impedía que el joven pudiera hablar con Ariane con soltura. No quería ser descortés con el muchacho que tan amablemente lo había tratado. Su mente se iluminó por un segundo.

 

- ¿Saben una cosa? Últimamente estaba pensando en cambiar mi varita, esta ya está un poco vieja ¿Ariane me podrías ayudar a escoger una? - Le preguntó algo nervioso - Luego podemos volver para que termines de hablar con Joaquín, creo que estaban charlando cuando llegué y los interrumpí - Era la excusa perfecta para estar un momento a solas con la joven sin que Joaquin se sintiera ofendido.

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Que situación tan divertida, Arcanus se esmeraba por hacernos sentir que no estorbábamos, lo hacía bien, pero cualquiera que tuviera un mínimo de experiencia en enamoramientos, se daría cuenta; Helena en toda su inocencia ignoraba el mundo de los adultos, intentaba abrir el dulce que le habían regalado. La que me daba curiosidad era Ariane, ella estaba muy a sus anchas, recibía flores, halagos, y seguía siendo tan amable como siempre, ni más ni menos. Había que esperar para ver como seguía aquello.

 

El recorrido había empezado cuando yo estaba inmerso en mis pensamientos. Ariane señalaba a diestra y siniestra en un lugar que yo tenía que conocer al dedillo, al fin y al cabo era mi único lugar de trabajo desde mi llegada hacía ya poco más de seis años. Inclusive había sido testigo de la gran re-apertura de aquella mítica tienda, y lo único que conocía bien eran las oficinas y el cuarto de juegos. La culpa era mía, solo mía. Viajes, dramas, búsquedas sin resultado, habían sido las justificaciones que podía usar. Suerte que la tienda era grande pero no complicada.

 

La pequeña Granger ya había subido las escaleras y estaba haciendo un pequeño lío con sus juguetes, lo pude sentir desde la planta baja. Me gustaba verla toda ilusionada con las cosas que uno le daba, a pesar de que podíamos comprarle casi cualquier cosa del mundo, y como magos podíamos crearle muchas más; con eso y todo, era una pequeña que se conformaba con lo que tenía y no pedía más. Había que aprovecharlo, no creía que pudiera durar mucho tiempo más, no con la forma en que la consentíamos.

 

El recorrido finalizó en el pasillo, entre las puertas de las oficinas. Arcanus habló, con nerviosismo innecesario si sus intenciones hubieran sido las realmente declaradas. No podía hacer la vista gorda a la indirecta del joven, no sería empezar con el pie derecho y lo ultimo que quería era tener una persona non grata en mi lugar de trabajo. Además, no sabía mucho, prácticamente nada de la elección de varitas, a duras penas manejaba el torno. No, a mi me tocaba la parte administrativa, era feliz sin tratar con el público.

 

-Supongo que es un buen inicio en el mundo de las varitas, conseguir una nueva, más si viene de mano de nuestra maestra. -Sonreí a ambos- Bien, mi recorrido acaba aquí, también debo ponerme a trabajar. Estaré en mi oficina, por si me necesitan.

 

Eché un ojo a Helena. Hablaba con sus juguetes, y Killian la vigilaba, me extrañaba que ya no la hubiera hecho parte de sus juegos; todo indicaba que la niña no trataría con desprecio o frialdad a otras criaturas. Al menos de momento. Dentro, en mi elegante santuario lleno de verde todo estaba como lo había dejado, era reconfortante. Me quité mi sobre todo y mi saco, levitaron hacia el armario junto al archivero, y caminé hacia la ventana, que me dio una vista panorámica del Callejón.

 

-¡Kraven! -exclamé, y un sonoro "crack" me indicó que mi orden había sido acatada-. ¿Como se encuentra mi hijo?

-El pequeño amo se encuentra bien, el amito juega con los gemelos, la ama Zahil los cuida.

-Bien, si pregunta por mí, tráelo, y si no pregunta, tráelo antes de la hora de salir, cenaremos en el Callejón.

-Kraven vive para servir al amo - con otro "crack" desapareció luego de una reverencia.

 

Dejé de mirar a las personas caminar y tomé asiento en mi escritorio. Con un movimiento de varita, una generosa pila de papeles salió del archivero hacia mi escritorio y la pluma de oro salió de su letargo y comenzó a flotar, esperando que se le indicara estampar mi rubrica en el papel. No estaba seguro de si era del todo legal, pero era más cómodo así. Fijé mi vista en el primer cajón del lado derecho, lo abrí y tomé una fotografía que tendría cuatro o cinco años. Época en la que era como Arcanus, y que me alegraba poder decir, que había tenido éxito, al menos en parte. La puerta se abrió y una mirada azul me miró llena de curiosidad.

 

-¿Papi? ¿Qué haces?

-Nada, pequeña -guardé la foto en el cajón, y le sonreí a mi hija- Ven, ayúdame a trabajar. Puedes guardar las hojas firmadas en el archivero.

 

La niña sonrió entusiasmada y se quedó de pie a mi lado, esperando a que tuviera algo que guardar. Era mejor que me concentrara en aquello y no en viejas nostalgias e ingratitudes.

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Esperaba haber sido muy explicativa, no era tan enredado el asunto de donde estaban las cosas y cuáles eran los lugares donde trabajáriamos.

 

Joaquín disculpandose fue a su oficina, me reí disimuladamente Porque sabia que lo esperaba una montaña de papeles que estaban retrasadas y que eso no lo haría muy felíz. Al escuchar la puerta la pequeña Helena subio su mirada hacia donde estaba y le envié un beso con mi mano.

 

Mire a mi elfo killian y el hizo una venía, sabia que no la dejaría sola y estaría pendiente de cualquier necesidad que tuviera mi pequeña.

 

- Me parece perfecto que quieras la varita, pero primero quiero llevarte a que dejes tus cosas en el departamento del tercer piso, que lo conozcas y te acomodes. Esta amoblada solo la habitación principal, la otra puedes usarla para alguna cosa que gustes.

 

Le indique que me siguiera de nuevo al primer piso. Baje por las escaleras y llegando hasta la parte de atras del negocio abrí una puerta de madera que tenía grabado en relieve un árbol.

 

Era un árbol de ciprés, ers el árbol de mi nacimiento según el horóscopo celta y amaba esa inscripción que acaricie con la mano. Gire el pomo de la puerta y se revelaron unas escaleras de Caracol que llevaban a un tercer nivel.

 

-Pocos saben que mi tío abuelo Garrick Ollivander vivio más aqui que en su casa... amaba tanto este lugar como yo

 

Me detuve un momento mirando las escaleras y blanquear los ojos.

 

-Y al parecer tenían una obsesión con las escaleras de Caracol.

 

Me quite los Tacos y los lleve en la mano, era demasiado incomodo subir con esos zapatos tan altos. Llegué hasta el tercer nivel y saque del bolsillo de mi vestido una llave.

 

- Toma, esta es la llave, abre y acomodate, todo esta amoblado y si necesitas alguna cosa solo dime.

 

Sonreí, esperaba le gustará el lugar, lo habia amoblado y pintado a mi gusto: todo de azul y dorado como mi casa de Hogwarts. Con muebles modernos y negros .

 

@Joaquín Granger @@Arcanus

Editado por Ariane Dumbledore

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