Ollivander's (MM B: 94928)

[Invitado Arcanus]

Realmente Joaquin había sido muy amable con Arcanus, había entendido la indirecta y se dirigió rápidamente a su oficina junto con Helena. El joven le agradeció el gesto en su mente y lamentaba haber llegado al mismo tiempo que él. Le debía una y se lo pagaría en algún momento. Arcanus estaba contento de estar allí, la tienda le agradaba bastante. Era más grande de lo que imaginaba y sentía que estaría muy cómodo. Además no estaría solo. Sonrió. Había tomado la decisión correcta de aparecer por allí.

 

Cuando Arcanus estaba a punto de bajar, se dio cuenta que había olvidado preguntar donde estaba la que sería su habitación. Afortunadamente, Ariane estaba atenta y lo guió hasta su habitación. El joven pensaba que había demasiadas escaleras en el lugar, pero al fin había llegado. Al entrar notó que todo estaba decorado con los colores de la casa de Ravenclaw de Hogwarts, no le molestó a pesar de que él era Gryffindor hasta la muerte. Arcanus tomó la llave que Ariane le dio y escuchó que le diga si necesitaba alguna otra cosa. Era el momento de hacerlo. El joven sujetó las manos de Ariane y clavó sus ojos en los de ella.

 

- Ariane... Yo quería decirte... emmm... invitarte... - Arcanus estaba nervioso, ya había metido la pata una vez y no quería volver a hacerlo. Intentó relajarse y tomó algo de aire -No se si sabes que pronto habrá una gala por el Día de San Valentín y me encantaría invitarte como mi pareja... - Soltó toda la frase de golpe y un rubor comenzó a invadir su rostro. Enseguida la duda se adueñó de sus pensamientos.

 

Si bien estaba seguro que Ariane lo atraía, no sabía si ella sentía algo aunque sea parecido por él. Además estaba el plus de que Joaquin estaba allí nomás, había venido de un viaje, era además el padre de su hija y como decía el dicho "Donde hubo fuego, cenizas quedan". La gala sería un buen lugar para saber si ella estaba interesada en algo más que una amistad.

 

- ¿Qué me dices? - Preguntó sin dejar de mirar los ojos que lo hipnotizaban. Contuvo la respiración para poder oír la respuesta de Ariane.

[Joaquín Granger]

Acuerdos, contratos, proveedores que enviaban sus ofertas, a eso se reducía mi mundo en aquellos momentos, a la madera y los núcleos. Sin dudas la industria de varitas, había evolucionado a lo largo de los años, y eran cada vez más las innovaciones a las que uno podía acceder, nuevas combinaciones de núcleos y maderas, además, claro estaba, del inmenso mercado de accesorios para estas herramientas milagrosamente mágicas, o armas terriblemente letales. Dependiendo del mago que la empuñara.

 

No era extraño que en mi mente se formara la idea de un nuevo negocio, el de forestar tierras en nuestro beneficio, nos ahorraría muchísimos galeones, ganaríamos incluso más. Sobre todo en aquellos momentos en que hasta la madera de caoba y cedro escaseaba y el precio había aumentado. Sin dudas, la herboristería y los encantamientos, harían que nuestros árboles crecieran grandes y fuertes, en poco tiempo; conseguir un terreno fuera de los ojos muggles, podría ser lo más complicado, al menos al principio, pero el hipnotismo y un montón de dinero, podría protegernos. Unas cuantas hectáreas de Amazonas, todas nuestras.

 

Por ahora era poco más que un sueño, acababa de llegar de mis vacaciones y lo primordial era pagar a nuestros proveedores. Todos aquellos eran fieles a la tienda, a pesar de haber estado cerrada varios años, al momento de abrir no faltaron ofertas, viejos, eternos, señores que entre anécdotas sobre los ancestros de Ariane, intentaban vendernos sus productos. De cierta manera, el que en la tienda se usaran prácticamente los mismos métodos artesanales y la misma linea de materia prima, hacía que nuestras varitas siguieran siendo únicas.

 

-Papi ¿Dónde está mami? -La dulce voz de mi ya aburrida asistente me sacó de mis sueños de riqueza.

-Mami está enseñándole el apartamento del tercer piso a Arcanus, él va a vivir ahí.

-¿Por qué? ¿No tiene mamá ni papá? -Sus ojos azules clamaban respuestas que no podía darle con certeza

-No lo sé, amor. Posiblemente sea eso, posiblemente no los ha encontrado aún. Quizás es un dormilón y prefiere vivir en la tienda para nunca llegar tarde. Anda, guarda esto último y ve a buscar tus juguetes. No tardaré mucho.

 

Por un momento la niña pareció querer saber más de aquel muchacho; pero obedeció y fue a buscar sus juguetes. Tomé mi varita y di un par de toques en el archivero. Dentro los papeles se agitaron en un zumbido como el de avispas, y cada hoja quedó en el lugar que le correspondía. Aunque nuevas hojas salieron volando quedando expectantes en mi escritorio. Aquello era una monotonía interminable, pero siempre era mejor que tratar con el público. No lo hice en la librería cuando llegué, y no lo haría allí. Tampoco iba a Gringotts ni al ministerio, eso se lo dejaba a los elfos.

 

¿Que estaría haciendo ese par en el apartamento? No había pasado mucho tiempo, pero la curiosidad me picaba silenciosamente en el interior. Una voz me gritaba que usara mis habilidades y escuchara la conversación, ellos no se enterarían, al fin y al cabo, siempre había sido un maestro del engaño y la mentira. Por otro lado, la voz de la ética me decía que debía respetar la privacidad de ambos, y que si era necesario me enteraría de lo que habían hablado. Naturalmente, esta ultima voz susurraba con menos intensidad. Estaba pronto a desobedecerla cuando Helena y Killian entraron estrepitosamente, acarreando un mundo de juguetes, y me distrajeron. El destino quería que ellos tuvieran privacidad, y que yo terminara mi trabajo a tiempo

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba ilusionada de saber que la tienda tendría más atención y mis queridas varitas estarían en manos de alguien tan amable como Arcanus. Seguramente aprendería rápido y seis un experto en ellas en poco tiempo.

 

Dejo los zapatos en el suelo y empece a colocarmelos cuando sentí a Arcanus que tomándome de las manos empezó a decirme muy nervioso algo que no entendí al principio, pero luego que lo entendí quede helada. Me mordí la lengua no sabiendo bien que decirle para no herirlo, decidí que lo mejor era ser sincera.

 

-Arcanus lo siento, hace un corto tiempo conocí a alguien, no somos nada aún pero me invitó y yo acepté, Perdóname de verdad no quiero herirte.

 

Cuando termine respire un momento, deteniendome para decir las palabras más preciosas que no hicieran a alguien a quien le había tomado apreció y cariño.

 

- Nos conocemos hace muy poco, no se si lo conozcas su nombre es Kaiser Lord Pilu

 

Solte sin saber que más decir, me sentía con la obligación de decirle la verdad, pero no soportaba herido o ofenderlo.

 

-Si quieres organiza tus pertenencias y descanza descansa un momento o no se si desees venir conmigo ahora a buscar la varita

 

Trate de cambiar de tema, que de por si era incómodo porque sabía que para nadie era fácil decidirse a invitar a alguien.

 

Espere hay a que me dijera que pensaba hacer.

 

@@Arcanus

[Invitado Arcanus]

Por fin el joven le había hecho la propuesta a Ariane, pero la respuesta que le llegó era totalmente diferente a la que esperaba. La sonrisa de su rostro se desdibujó y dirigió sus ojos al suelo, muerto de vergüenza. Sentía como si le hubieran tirado un balde de agua helada. Era la primera vez que le rechazaban una invitación y se sentía algo tonto. Tendría que haber previsto esa posibilidad, Ariane era muy simpática, dulce y bonita, cualquiera moriría por invitarla.

 

- Oh vaya... No tenía idea de que ya tenías pareja - Le dijo casi susurrando intentando mantener la compostura, a la vez que soltaba lentamente sus manos. Dentro de todo, le agradecía que hubiera sido sincera con él. También pensó que era una suerte haberle hecho la proposición en privado, no necesitaba quedar como un tonto adelante de más gente.

 

Conocía a quien la había invitado, lo conocía desde mucho tiempo atrás. Lord Pilu siempre le había caído muy bien pero en este momento simplemente lo detestaba. Ariane, intentó cambiar de tema para no incomodar al joven. Arcanus aún estaba procesando el golpe, necesitaba estar lo más lejos que pudiera de Ariane, al menos de momento. Tenía ganas de salir corriendo y no detenerse hasta el próximo pueblo, o simplemente ser tragado por la tierra.

 

- Si... eh... no te preocupes. Iré a dar una vuelta por ahí - Besó suavemente la mano de Ariane a modo de saludo, tomó su varita y se retiró del local rumbo al Callejón Diagon. Necesitaba despejar un poco la mente para recomponerse - No decido si es más doloroso esto o el maleficio Cruciatus - Alcanzó a decir antes de salir lanzando una pequeña y amarga carcajada al aire.

[Joaquín Granger]

Los minutos pasaban más rápido de lo normal; extraño, cuando estaba ansioso por algo generalmente se pasaba mucho más lento. Seguramente el hecho de que me había concentrado seriamente en mi trabajo, había influido a que no notara el paso del tiempo. Sin dudas, aquello jamás podía ser algo malo. Ya revisaba el libro de cuentas, los elfos habían sido enviados al ministerio a a tramitar nuevos permisos para importar materiales, y a Gringotts a pagar, y todo estaba en su lugar, ningún numero desencajaba.

 

Las cosas iban bien en el negocio. Los movimientos eran favorables las mayorías de los meses, y las multas, mucho menor, la bóveda engrosaba. No eran cantidades millonarias, pero el costo de vida era barato allí, se podía ahorrar. De todas formas la familia de Ariane era rica desde hacía varias generaciones; ella misma había tenido a su cargo departamentos, exitosos en su administración. Por mi parte, si bien nunca había pisado el ministerio, ni siquiera había acabado la condenada academia, a lo largo de dos siglos y tanto había sabido arreglármelas, hacer una pequeña fortuna con negocios de vanguardia. Sin contar que era uno de los herederos de una de las sombras más ricas de Francia y Europa. Aunque Madamme D'Avigne no pensaba dejar este mundo muy pronto, era feliz ocultando su existencia.

 

Cerré el libro de cuentas, lo dejé a un lado, el libro desapareció. Mi jornada había terminado, al menos de momento. Mi hija jugaba tranquilamente con sus muñecas, sus dragones de peluche y sis pinturas, que habían manchado mi alfombra, pero que no era nada que no pudiera arreglar un encantamiento simple, o mejor, un elfo. Sonreí y me senté junto a ella a observarla en su mundo fantástico, más fantástico que el mismísimo mundo en el que vivíamos. Su magia se notaba, las muñecas se movían solas un momento. Tomé una muñeca y comencé a jugar con mi hija. Solo la movía de aquí para allá. Ella se encargaba de los monólogos y el drama.

 

-¡Hola Papi! ¡Hola Hel! -Un niño rubio, de ojos azules mientras nos mantenía la mirada, y dorados el resto del tiempo, apareció junto con un elfo al tiempo de un "crack". Se separó de la criatura y nos abrazó a su hermana y a mi.

-El amo Seishiro preguntó por usted, Kraven cumple los deseos del amo -Saludó Kraven con una reverencia.

-Bien, puedes retirarte -Y con otra reverencia y otro "Crack" desapareció.

 

Seishiro Granger, mi primer hijo, casi un niño de práctica, quedó a mi entero cuidado desde que era un bebé. Mi hermana resultó ser inútil para volver a ser madre, y solo supo llenarlo de dulces, por lo que el pequeño me había enseñado como ser padre. Reconocía que Ariane me había ayudado un montón con mis dudas y temores, pero evité sobrecargarla de problemas. Aquel día mi pequeño ya tenía cinco años; y sabía vestirse elegante, tenía un traje con chaleco color azul marino, y un sobretodo chocolate, con botones de oro, a juego con sus mocasines. Algunas veces me preocupaba que no se vistiera como niño, con ropa más cómoda; pero él insistía y nunca se quejó.

 

-¿Les parece si nos vamos a cenar? -Pregunté a los niños, mientras me dirigía a buscar mi sobretodo verde.

 

Los niños asintieron entusiasmados. Me preocupaba que Helena extrañara a su madre, pero por el momento estaba entretenida y contenida y no pareció poner atención en su ausencia. Mejor así. Ariane estaría ocupada y yo podía terminar aquel día junto a mis niños, era como el broche de oro de las vacaciones. Salimos de la oficina, y bajamos las complicadas escaleras de caracol; Seishiro ayudó a su hermanita y no tuve de que preocuparme. En pocos segundos estábamos fuera, frente a la puerta que hacía unas horas había atravesado con mi hija. Luego de dar instrucciones precisas a los elfos sobre como debían proceder, emprendimos marcha hacia algún restaurante del Callejón, aquel que los niños Grangers decidieran.

[Ada Camille Dumbledore]

Venia caminando con prisa por el callejón, ya era tarde y no había abierto la tienda por estar horneado un pastel de chocolate. Amaba hacer postres y en aquellas noches en las que no solía dormir no tenía más opción que ponerme manos a la obra en la cocina.

 

Abrí la puerta principal y deje que la pequeña Helena entrar delante de mi, parecía un pequeño torbellino corriendo hasta su sala de juegos.

 

Fui directo al cafetín y sentí el delicioso olor a café que Killian había dejado preparando en la cafetera.

 

Saque el pastel de chocolate de su caja y lo coloque en la base para que todos pudieran servirse. Deje mi abrigo sobre una de las sillas, tenía mucho que hacer hoy, pero lo primeroera ir a mi oficina.

 

Subí las escaleras con prontitud, dentro de mi oficina me mire al espejo para ver mi nuevo vestido palo de Rosa, además que me encantaba la manilla que tenía en la mano era una pieza de bisutería bastante singular.

 

http://imgur.com/gOzMZRu

 

Arregle mi cabello a un lado de mi hombro y fui directo al escritorio a sacar algunos documentos que debia revisar para algunos pedido que debia pasarla a mi socio para que los realizará. Era un descanso que estuviera de vuelta, porque me daba tiempo de dedicarme a atender la tienda de varitas y a fabricarlas, me alegraba mucho el trabajo.

 

Empecé a escribir con la pluma lo que necesitaba, estaba esperanzada en que todo empezará a progresar.

[Joaquín Granger]

Otro día invernal en el que debía concurrir a mi trabajo. No sabía cuantos papeles aguardarían en mi escritorio, pero esperaba que fueran menos que el Everest que se me había formado el día anterior. Más valía olvidar aquello, con la ayuda de mi hija lo había terminado; no era que su ayuda me hubiera ahorrado trabajo, o responsabilidades en si mismas, pero su alegre tarareo lo había hecho mucho más ameno, y suprimido mucho tedio.

 

Sin dudas trabajar en un ambiente lleno de alegría e inocencia ayudaba, sumado al hecho de que mis hijos lograban convertirme en una persona completamente distinta. Me alegraba que desde hacía un tiempo había podido encontrar cierto equilibrio en mi vida y logrado encontrar tiempo para mí y mis niños, los tres juntos. Me hacía sentir completo y contrario a lo que creerían muchos solteros, no necesitaba nada más que el contacto con ellos. Si todo seguía así, las vacaciones serían solo el punto de inicio, y las cenas como las de ayer, serían cada vez más habituales.

 

Aunque todo quedaba oculto bajo una gabardina beige, aquel día usaba un traje de chaleco a cuadros grandes, gris perla, zapatos color caoba, lustrados con esmero. Lo más oscuro del conjunto era la angosta corbata negra, ya que la camisa era blanca. La elegante puerta tallada ya esperaba que la abriera con mi mano enguantada en cuero negro. Como era habitual, antes de entrar al local observé con detenimiento la menor de las personas talladas en el árbol de los Dumbledore. Mi hija Helena.

 

Ya adentro y habiéndome anunciado la chismosa campanilla, los elfos aparecieron, tomaron mi gabardina y se fueron con el mismo sin más que reverencias de por medio. Los ignoré más que de costumbre, mis sentidos estaban embelesados con la fuerte y cautivadora fragancia del chocolate. Era de mis sabores favoritos, quedaba bien con el óxido tibio de la sangre fresca; no era que lo probara seguido, como vampiro y a pesar de que el arte de las pociones ayudaba a que pudiera comer comida humana, debía tener cuidado.

 

Me costó trabajo no seguir el pastel, pero ya había desayunado; además el pastel no es que me nutriera precisamente. Seguí mi camino hacia el segundo piso, donde el dulce sonido de la voz de una niña volvió a significar más para mí que cualquier otra cosa. Si seguía así poco podría lograr aquel día. Velozmente llegué a la sala de juegos de Helena, donde seguía hablando con sus muñecas de la misma forma que el día anterior. Sin que se diera cuenta la tomé en mis brazos y sin esfuerzo la alcé para darle un gran beso en sus mejillas sin color.

 

-Buen día, amor chiquito de papi -saludé susurrándole en el oído- ¿cómo estás?

-¡Hola, papi! -saludó la pequeña entre risas y forcejeos para que la soltara, sin contestar a mi pregunta.

 

La bajé y le guiñé un ojo, pero ya no me prestaba atención, volvió a ensimismarse con sus juguetes. Fue un poco doloroso, pero así no tenía escusa para demorarme en ir a echar chisme con mi socia, aunque significara acabar con trabajo que hacer. Seguro las novedades lo valían. El día anterior no me había despedido de la joven Dumbledore porque ella había quedado enseñándole los aposentos a Arcanus, quien a pesar de vivir en el tercer piso, no había visto aún. ¿Estaría allí con Ariane?

 

-Buen día, querida. No interrumpo ¿verdad? -Saludé mientras abría la puerta de su oficina con precaución, procurando no mirar dentro.

 

 

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba d e cabeza en el documento, me sentía un poco triste y talvez algo contraríada por todo lo que había sucedido. De verdad Pilu me había robado el corazón, empezamos todo aquello como un simple amistad en la que él me llenaba de risas la vida y habia terminado enamorandome de él.

 

Ilógicamente estaba riéndome como una tonta mientras recordaba las ocasiones en que Pilu me hacia reír.

 

La puerta se abrió y voltee a ver de frente, era Joaquin y sabia exactamente a que venía. Sonreí ampliamente y con la mano que fuéramos al sofá.

 

-Tengo mucho que decirte tesoro

 

Cuando tome asiento le Hale de las manos para que se sentará a mi lado.

 

- Imagino que escuchaste lo que sucedió... y necesitas una explicación.. bueno no es tan larga la historia.

 

Hice una florituras con la varita y traje dos copas de una bebida particular que ambos amabamos.

 

-Tu estabas aun de viaje con Helena y Seishiro, conocí a varias personas mientras vagaba por el callejón mirando que hacer sin ustedes.

 

Sonreí con picardía tomando un sorbo De sangre.

 

-Conocí a Arcanus que ya lo conoces y también a otro caballero, ese otro caballero es muy especial para mí. No te estoy diciendo que este enamorada pero si que me interesa de verdad...

 

Sumergi mi mirada en la copa recordando diferentes momentos juntos con dicho mago.

 

@Joaquín Granger

Editado 8 de Febrero del 2017 por Ariane Dumbledore

[Joaquín Granger]

Ariane era tan buena y servicial, que era capaz de dejarlo todo para atender a un amigo. Me encantaría decir que yo era igual, pero sería una cruel mentira. Nunca pude entregarme completamente a nadie, a través de los años eran muchas las personas que habían llegado a mi vida y por distintos motivos habían salido de ella, algunos con la misma brusquedad con la que había parecido. Había sufrido por eso, y no estaba dispuesto a que volviera a pasar; me volví frío, cerrado, desconfiado inclusive antisocial, todo con el objetivo de no sufrir. Pero los que habían logrado entrar contaban con mi apoyo, mi oído, mis consejos. Aunque había un punto en que no lo resistía más, y me desligaba. Podía ser en un día, o en cien años. Esperaba que para Ariane pasaran mil eternidades antes de que tuviera esa necesidad. O mejor, que no la sintiera nunca.

 

Entre sonrisas y saludos nos sentamos en el sofá; nuestro lugar predilecto para las charlas de amigos. En el tiempo que llevaba allí, incluso desde antes que decidiéramos formar la sociedad, cuando en los registros era un empleado, Ariane jamás había permitido que me sentara frente a ella en el escritorio; nunca había querido verse ni sentirse superior en cualquier aspecto. Quizás por eso siempre me había sentido cómodo trabajando con ella; era un ambiente íntimo de charlas de amigos, cafés, y risas entre medio de la firma de papeles.

 

-En mi defensa, corazón -dije cuando tomaba la copa del espeso liquido rojo oscuro; y continuación la chocaba contra la copa de la dama- Me sentí muy tentado a escuchar la conversación, pero Helena los salvó de que invadiera su privacidad. Y solo tiene tres años. Pero no pondré objeciones si quieres contarme, -di un sorbo a la bebida; estaba tibia, deliciosa.- Es fresca ¿dónde tienes escondido los proveedores?

 

Escuché atentamente el corto relato de mi socia; eran cosas que ya sabía, por carta, mas siempre se pierde mucho si no podía observar sus actitudes como en aquel momento. Al parecer cuando su hija y su socio se escapan, ella salía a la caza de hombres; perdía el recato. Sonreí divertido pensando en aquello, divertido por varios motivos que no todos entenderían. Aunque sabía que ella nunca dejaría de ser una dama. Ojalá no me estuviera leyendo la mente, no quería morir.

 

-Ari, si no estás enamorada; te falta muy poco. Te conozco bien, no tengo que usar ninguno de mis poderes en ti. -Bebí otro sorbo y no pude evitar soltar una parte de lo que había pensado- Me siento un poco mal. Casi parece que cuando estoy aquí no tienes tiempo de conocer a nadie, porque me voy con la pequeña y ya tres hombres están atrás tuyo. No me mates, era broma -Levanté un almohadón a modo de escudo, reí divertido y le di un guiño. Al final siempre acababa condenándome a muerte por mis propios medios.

[Ada Camille Dumbledore]

Apenas habíamos empezado a hablar y blanquear los ojos con el comentario con el que empezó, atesoraba su amistad de una forma inimaginable. No se si era la inmortalidad que nos unía, pero a veces sentía que estábamos unidos por un hilo invisible que compartíamos hasta pensamientos.

 

-Mis proveedores están por allá en el knocturn y no suelen ser muy sociables...

 

Me reí con una estruendosa carcajada, tome un sorbo de mi copa y tome fuerzas para contarle lo que habia pasado con Arcanus.

 

-Arcanus me invitó a la gala de San Valentín, es una persona muy amable, pero mis sentimientos van por otro lado.

 

Suspire con algo de tristeza, no entendía muy bien porque me sentía tan incómoda, tal vez porque sentía que lo habia lastimado y no Me gustaba lastimar a la gente.

 

Su comentario me hizo reir y le lance una almohada en contra de la que se cubrio.

 

-No tiene que ver contigo... hace mucho no me animaba a salir y no tiene nada que ver contigo y enamorarme es algo muy serio... la verdad le tengo terror

 

Hice una pausa para mirar por la ventana

 

- Lo sabes, ha pasado tanto tiempo de eso que le tenia a equivocarme...

 

Tome la copa de una sola vez y la tome entre mis manos

 

@@Joaquin Granger

Editado 9 de Febrero del 2017 por Ariane Dumbledore