Jump to content

Melrose Moody

Magos Expertos
  • Mensajes

    5.853
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    46

Todo lo publicado por Melrose Moody

  1. No había caído en la llegada de Evans McGonagall al local, hasta que terminó de darle la poción a la muchacha. No era para menos, de hecho le sorprendía su buena memoria. Sólo se habían visto una vez en una fiesta en la Evans y en otra oportunidad en el ministerio o algún evento similar, si no recordaba mal. -Llevó sus pulmones hasta el límite de la extenuación -replicó simplemente Richard mientras la observaba, aún en el suelo, preguntándose cuándo se levantaría-. No es buena idea llevarla a menos que ella quiera. Le irritaba tener que explayarse en dar explicaciones tan básicas pero suponía que era su culpa por haber estado allí, atendiendo el negocio, en lugar de haberle dejado el trabajo al repartidor, que de seguro estaría ya en el piso de arriba disfrutando del vino que habían dejado por la mitad. Sin embargo, no todo lo que decía Evans McGonagall era malo; tenía razón, debían llevarla a un mejor lugar de reposo para su recuperación. El problema era que la única cama estaba en el piso de arriba, subiendo a través de las escaleras hacia la habitación instalada allí arriba para las dueñas. Se preguntaba si era adecuado dejar pasar a los clientes a ese espacio privado pero el lugar de por sí no era muy espacioso, atestado como estaba de objetos. Richard entonces miró a la chiquilla y notó que parecía estar abriendo los ojos, aunque no podía asegurarlo con certeza. -Bienvenida al negocio, Evans McGonagall. Sabía lo serio de la situación y aún así su voz destilaba cierto tono de burla. Le hacía gracia que Evans hubiese llegado justo para presenciar todo eso. @@Binny Evans
  2. Yo también vengo por un cambio D: Modificación de Patriarcas: salida Robb Stark: Ficha || Bóveda Familia Stark : Tópic rol || Registro || Bóveda Porcentaje para cada Patriarca: Pues dado que acabo de enterarme que se puede dar 0% (?) pues eso mismo u.u no deseo darle nada de momento. Yo no copié esta ficha de ninguna parte xDDDD Tengo la misma duda que Cillian y es si es que si ustedes derivan directamente la salida del patriarca a Gringotts o si debo llevarlo yo /o/ Creo que eso sería todo *dejo frutas* Salu2
  3. Richard Stark -Richard Stark -contestó él de forma parca, apartando apenas unos segundos la vista de la muchacha para observarlo una vez más. Lo normal habría sido hacer un ennervate o algo así pero Richard no podía hacer ese tipo de cosas. Sin embargo, eso no podía mostrarlo frente a un par de perfectos desconocidos y encima clientes de la tienda, por lo que se volvió hacia el mostrador y tomó de la parte trasera del mismo un vial con un poco de poción herbovitalizante. Con aquello debía ser suficiente para restablecer los sentidos y energía de la muchacha de forma que pudiese explicarles qué había sucedido y qué hacía allí. -Yo tampoco la conozco -añadió, mientras le daba de beber la poción. A pesar de que no decía mucho, su lenguaje corporal era natural y desenfadado. La había levantado del suelo y había apoyado su espalda en su rodilla, mientras se mantenía acuclillado. Una vez la muchacha terminó de beber el contenido, volvió a depositarla con cuidado en el suelo. Esperaba por otro lado que su primera cliente ( @ ) no hubiese muerto ya de aburrimiento puesto que de haber estado en su situación él mismo lo habría hecho. Richard no era de las personas más comunicativas pero si se trataba de vender algo de allí siempre haría un esfuerzo y podía pasar por una persona sumamente encantadora. -¿Puedes oírme? -soltó finalmente, en aquella oportunidad en dirección a la muchacha ( @@Luna Sofia L.M ). @@Mr Zurin @
  4. Intentó recordar alguna oportunidad en la que se hubiera sentido de aquella manera. Evocó entonces el sonido del agua y la superficie formando círculos concéntricos alrededor de donde posaba las manos. La cinta, o más bien la serpiente, deslizándose con delicadeza. Luego, solamente el sonido de la voz siseante y encantadora y su repentino impulso de seguirla. Entendió entonces que había sido en ese momento en el que había sido seducida y una parte de sí misma se entregó al sentimiento de abandono de aquel entonces. Las cosas que le habían sucedido habían tornado su carácter en aquella protección hermética con reservas que empezaban a apilarse unas encima de otras. También la experiencia de su contacto directo con la profunda oscuridad y desapego de lo que era y había sido Káiser. Hacía mucho que se había esfumado, que se había retirado cerca de sus dominios allá lejos, en la torre de la nigromancia que incluso los propios magos tenebrosos de aquellas épocas no recordaban ya. Aquel espíritu asfixiante y antiguo pronto se perdería en las brumas de dicha oscuridad hasta que algún incauto volviera a sacarlo de allí pero Catherine confiaba en que no fuese en dicha época y que ella no tuviese que volver a ver jamás el rostro de ese niño Malfoy, de ojos vacíos y perversos, que le había regalado una última sonrisa de dientes blancos en un rostro que lucía antinatural, antes de dejar que se tirara al vacío. Sabía que tenía que hacer caso de las instrucciones de Nguyen, de forma que se acercó hacia el cajón, notando que se movía con cierta rigidez. No le temía a la serpiente y tampoco le temía a su habilidad. A medida que realizaba el ejercicio de descarte un impulso irresponsable se apoderó de ella. Quería saber si lo que decía el arcano sobre ella era cierto, si tenía razón y ella no. Así que se aproximó en silencio y observó a la criatura, moverse y amenazar mientras alargaba la mano despacio, con los dedos temblando ligeramente. Se limitó a soltar un gruñido bajo y contenido, con los dientes apretados, cuando la criatura atacó, clavándole los colmillos en la mano. La criatura se retorcía y empezaba a enrollarse en tono a su brazo a medida que Catherine aguantaba la presión y alargaba todavía su mano, para tomar las hojas de Bai Ji Guan. Las tomó de igual manera, aguantándose las ganas de gritar mientras el dolor corría por su brazo y luego siseó con tono quedo. -Necesitamos las hojas de Bai Ji Guan, Zoë. La serpiente alzó entonces la cabeza, sus ojillos curiosos y se encontró con los de Catherine, en una observación larga y curiosa, que terminó con la serpiente sacando los colmillos de su mano y enroscándose en torno a su brazo sin ánimo de presionar si no simplemente encaramarse. Catherine sonrió para sí y se preguntó si el arcano tendría paciencia con su imprudencia y repentina impulsividad y le cedería uno de los bezoares de los que había hablado o la obligaría a retorcerse y morir, buscando una salida a su "error". Se volvió hacia éste con expresión neutra y alargó las hojas, pasándolas de la mano en cuyo brazo estaba enroscada la serpiente hacia la otra, que tenía libre y no hinchada a causa de la mordida y el veneno. Alargó entonces esa última con las hojas que él le había solicitado. -Aquí tiene. Su rostro delataba parte de la tranquilidad que sentía. Se había probado, de la forma más brutal posible quizá, que no era precisamente miedo a las serpientes lo que la detenía de desarrollar de todo su habilidad. No, no les temía, así que debía tratarse de otra cosa; otro miedo, tomando las palabras del arcano. A pesar de que detestaba la idea de otra reprimenda de parte de éste, mientras la serpiente se deslizaba por su brazo, se sentía aliviada de haber comprobado la situación que de haber sido verdad no hubiera dejado de atormentarla. Así que sonrió, a pesar de que sabía que era lo último que debía hacer, aunque dicha sonrisa se esfumó nada más aparecer. Había habido en dicha sonrisa también cierto abandono, que la tornaba aún más nostálgica pero luego volvió a la máscara de indiferencia habitual, que se había prometido no abandonar por el bien de la continuidad de su clase.
  5. Sentía tantas ganas de ofender al emperador... endemoniadas ganas que le hicieron poner una mirada perversa. Lo hubiera hecho, probablemente, de no haber pensado que ella misma se lo había buscado. Así que calló, pensando con ironía en que al paso que iba lo mismo iba a dar que le cortaran la lengua porque pocas ganas le quedaban de decir nada. No era que se sintiera especialmente atacada o siquiera un poco deprimida; era el tedio, aquel maldito enemigo que siempre terminaba apartándola de hasta las personas más interesantes. Sólo que en aquella oportunidad tenía dos sentimientos contrapuestos. Aquel emperador-adolescente ¿cómo era posible que pudiese tratarla de forma tan grosera y aún así, mientras lo miraba fijamente dispuesta a no ceder, resultarle interesante? No lo entendía, pero había algo en sus ojos que parecía calar en su interior. Derrotada, apartó la mirada primero, hacia el suelo, luego de entrecerrar los ojos con enojo. El arcano la salvó, claro. Cuando la ilusión se rompió, Catherine no pudo evitar soltar un bajo suspiro. Sabía que había hablado demasiado pero había aprendido la lección. No era la primera vez y probablemente tampoco sería la última, que alguien arremetía de aquella manera contra ella por el hecho de que su actitud le resultaba exasperante. Le había pasado demasiadas veces ya para que se sintiera especialmente afectada. De hecho, hasta sentía que debía sentirse afectada pero cuando buscaba en su interior un ápice de ira no conseguía encontrarla; había sido apenas un fugaz chispazo que había dejado escapar sin pena. Alzó entonces la vista una vez más. Los ojos de la serpiente se burlaban de ella y a pesar de todo... no pudo evitar devolverle la sonrisa, mientras el arcano la miraba a ella y no a Catherine. Una sonrisa cruel pero sonrisa al fin, sabiendo que no tenía para ella la más mínima consideración ¿es que había perdido el orgullo? -Es obvio que busco conocimiento -bufó Catherine luego de esperar que el arcano terminara con ella. Había deseado tener una sopa en la cual concentrarse para justificar su silencio pero tuvo que contentarte con aquella respuesta pobre y parca. Su lenguaje corporal volvía a mostrarse hosco-, de la lengua, quiero decir. Que no busque darle utilidad una vez lo obtenga es cosa distinta. No miraba a los ojos del arcano, si no que había vuelto a apartar la vista con expresión de fingido aburrimiento. Odiaba haber cedido ante la debilidad de mostrarse de manera tan transparente ante el anciano y "Wootang". No había entendido con cuál de las flores la comparaba en aquella sencilla metáfora y de momento prefería seguir con la duda. Su primigenio pensamiento de los fantasmas había sido cuando era demasiado pequeña siquiera para reflexionar sobre ello pero eso no había durado demasiado y le incomodaba que lo mencionara. A pesar de todo, acababa de decirle algo que creía haber sabido siempre, sobre las serpientes que poseían distintas naturalezas al igual que los humanos. Era el motivo por el cual había utilizado la metáfora de los fantasmas en primer lugar y aún así se lo agradecía. Definitivamente, tratar con ancianos no era su fuerte. La hacía sentirse incómoda y absolutamente ignorante. -De cualquier forma... -prosiguió- si lo noté -se refería claramente a que habían estado hablando en pársel. Había caído en cuenta de ello cuando el emperador había tomado la palabra, demasiado tarde quizá pero lo había hecho-, es sólo que no entiendo la naturaleza de este miedo en particular. A cada momento la incomodidad aumentaba e instintivamente colocó su mano derecha sobre su frente, mortificada. Mas sabía que no podía estar así todo el tiempo, odiaba aquel sentimiento de vulnerabilidad. Por ello, respiró profundamente para calmarse y pensar en claridad de forma lógica sobre lo sucedido. Si el arcano decía la verdad, entonces era la conversación más larga que había sostenido en pársel desde hacía mucho tiempo y las palabras empezaban a brotar de forma natural y fluida ¿Era acaso algo como eso lo que había necesito? ¿Estar próxima a alguien que dominase el asunto y a una serpiente violenta? No pudo evitar poner los ojos en blanco por lo est****o de la conclusión a la que la habían llevado sus pensamientos ¿tanta reflexión sólo para entender lo obvio?
  6. Una dinastía; aquello sonaba hermoso y solitario. Sí, ella también se sentía afortunada, aunque su habilidad no estuviese ligada a la nobleza; aunque fuese una corriente bastarda y degenerada... eso no importaba. La realidad era que no deseaba perder su habilidad, si no perfeccionarla. No le tenía miedo, pero sí tenía miedo de perderla ¿por qué era entonces que cuanto más miedo respecto a ello sentía más parecía desvanecerse su poder? Quizá el arcano tuviese razón. Quizá, inconscientemente, hubiese absorbido la primitiva concepción de su madre sobre el pársel y al practicarlo era la culpabilidad, la sensación de haber rebasado el borde aceptable frente al terreno de lo prohibido, lo que hacía languidecer su poder. Pensaba sobre ello mientras terminaba de comer, sintiéndose más restablecida. Era irónico que, siendo que siempre había tenido buena constitución, en ese momento su cuerpo aún no estuviese recuperado al cien por ciento de la maldición que había caído hacía no mucho sobre ella. Quizá nunca se recuperara del todo pero sin duda no era débil; sólo su rostro y las arrugas que marcaban la comisura de la boca y sus ojos delataban todo lo que había atravesado. Se adentró en la historia del arcano con mayor soltura de la esperada y se encaró ante el empeador-adolescente con expresión seria luego de hacer una profunda reverencia. -No me avergüenza -señaló Catherine por fin, decidida a soltar cuanto cruzaba por su cabeza, mirándolo directamente a los ojos. A pesar de sus evaluaciones previas, a pesar de lo mucho que había analizado las palabras del arcano, no podía aceptar algunas de las cosas que había dicho pero se culpaba a sí misma por ello. No era raro que malinterpretase a una persona deliberadamente abstrusa. Aunque fuera contra su usual proceder, tenía que dejar de portarse de forma hermética. Así que prosiguió. -Nada me detiene, salvo quizá el miedo de perder la habilidad que poseo -frunció el ceño-. De pequeña echaba la culpa a mi madre y a su superstición de ello pero es evidente que no es ese el motivo. Siento decepcionarlo, pero no poseo una historia trágica, ni me interesa el concepto que puedan formarse de mí. Tampoco busco en ello utilidad alguna, ni tengo un motivo concreto, aunque la habilidad en sí misma me haya resultado útil en diversas ocasiones ¿Qué utilidad le encuentra usted a la manta en la que lo envolvieron al nacer? ¿O a la roca sobre la que suele sentarse al observar su estanque? Ninguna, probablemente. Usted podría sentarse en otra roca y hace mucho que la manta se la ha perdido o la tiene guardada porque ya no le cubre lo suficiente. >>Pero si tiene tales objetos por preciados quizá pueda entenderme, porque eso forma parte de usted mismo, su historia. Al menos, es lo que sucede conmigo. Hablar con ellas, obtener de ellas consejos útiles, un comentario irónico, una adivinanza, proveerles comida. Son recuerdos que forman parte de mí misma; es en realidad lo más simple: no me imagino mi propia existencia sin ello. Así, podría decirse quizá que mis motivos son puramente hedonistas, vanos. No deseo sacar provecho de ello ni tampoco deseo empeñarme en lograr la perfección. Me basta con superarme a mí misma, avanzar a mi propio ritmo. No tengo prisa, pues deseo sobrellevarlo siempre<<. Se sentía mareada, como si hubiese dicho demasiado. De pronto, no pudo evitar notar en sí misma un atisbo de vulnerabilidad, una vulnerabilidad que provenía del hecho de haber expuesto ante aquel anciano y su joven antepasado, un hecho que para ella era tan claro y verdadero. Sí, había hablado demasiado y sobre cosas que le atañían a un nivel demasiado profundo pero como no encontraba otra forma de que entendiesen lo que intentaba exponer, continuó. -Entonces -concluyó- lo único que me impediría desarrollarlo soy yo misma. Mi incapacidad, quizás, o mi escasa habilidad para entender las cosas que probablemente se encuentren ante mis ojos, pero que no veo por su exagerada proximidad. Como cuando intentamos solucionar un problema simple y no podemos pero tardamos menos de un minuto en solucionar uno similar, cuando vemos a otras personas pasar por lo mismo. Incluso para aconsejar. O simplemente porque no las comprendo de la forma en que ustedes lo harían -alzó la vista-. No tuve el legado de una tradición a mis espaldas, siempre estuve yo sola, buscando las respuestas a la información contradictoria que conseguía de distintas fuentes, entre libros, otros magos y las propias hermosas y engañosas serpientes. Así que acudo buscando su ayuda y consejo en los conocimientos que no poseo, para entender este arte al que me encuentro... irremediablemente atada. >>Deseo ser una hablante porque no veo que pueda ser de otra manera<<.
  7. -Oh... Había estado esperando la réplica de la muchacha cuando un hombre ingresó al local, seguido de una mujer. Richard se colocó entonces un dedo en los labios al sonreír, para indicarle que esperara. Al parecer los visitantes se conocían el uno al otro y Richard los miró con ojos escrutadores sólo un par de segundos después de darles un formal "bienvenidos" con la sonrisa ya olvidada. Luego, supuso que se acercarían a preguntarle sobre aquello que deseaban o sobre lo que tenían curiosidad, así que no dijo nada. Sin embargo, poco después llego una chica, al punto del desvanecimiento y cayó rendida apenas atravesar las puertas del local. Richar miró de reojo a la muchacha y le preguntó en voz baja su nombre. Esperaba que la respuesta que le dio fuese verdadera pero de cualquier forma salió de detrás del mostrador y se acercó al grupo que se había conformado allí, con la muchachita a las puertas apenas a un metro de la mujer y el hombre. Richard no se inmutó ante el desfallecimiento si no que se aproximó hasta estar junto a ella y luego de echarle otra mirada a las dos personas allí presentes, además de la muchacha que había llegado antes, se acuclilló y colocó suavemente la mano sobre la garganta de la muchacha, descendiendo lentamente hasta su pecho. -No es la garganta, ni tampoco los pulmones -murmuró para sí ensimismado. Parecían estar en perfecto estado, sólo presionados por un enorme esfuerzo. Luego, apartó la mano y aún acuclillado se volvió hacia las personas que se encontraban tras él para hablarles desde abajo-. Esta chica ¿la conocen? -preguntó con expresión enigmática. @@Luna Sofia L.M @@Mr Zurin @
  8. -La historia... bueno... Miró de reojo a Richard en busca de ayuda, pero él aún se encontraba apoyando la cara plácidamente en su palma, observándonos con expresión enigmática. No parecía tener intenciones de ayudarla en lo más mínimo así que Catherine se resignó a andar a la deriva. -Necesitaría primero echarle un vistazo por dentro, para datarlo. Evaluó la cerradura y terminó por extraer su varita. El cofre era de madera pulida, con un pesado cerrojo de plata bañada en oro. Al acercar su varita, sintió un extraño calor en los dedos pero hizo caso omiso del asunto. Se limitó a observar alternativamente a Richard y a la muchacha por un momento fugaz antes de agitarla. Al instante, desapareció, como si nunca hubiese estado allí. Richard soltó una carcajada. -Bueno, aquí tienes una mejor adivinanza que ninguna otra -soltó, bajándose del taburete para acercarse hacia el cofre y ella con tranquilidad, como si acabase de desaparecer un vaso de agua o un cesto de frutas- ¿Qué te parece qué acaba de suceder? -sus ojos destilaban una curiosidad salvaje, ávida y deseosa de ponerse en acción. Alzó la vista y sus ojos almendrados se posaron entonces en ella de forma directa y escrutadora- ¿Crees que pueda revertirse? @
  9. Melrose Moody

    Inscripciones

    Nick: Catherine Stark ID: 110981 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza Justificante de compra del Libro (Link a la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=105643 Rango Social: Dragones de Oro Nivel de Magia: XV Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Febrero-marzo 2011 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=90471 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=89537
  10. Era evidente que el arcano conocía cada parte de su arte pero Catherine intuía que nada sabía acerca de políticas y usanzas británicas. No tardó en confirmarlo, especialmente teniendo en cuenta de que sugería que cualquiera de los directores estaría siempre a su disposición para ayudar. Ella por su parte, no era escocesa por gusto. Sabía bien cómo funcionaba todo eso, aunque no lo aprobara en lo más mínimo. Por eso se limitó a observar a Nguyen en silencio, con expresión neutra, sin intervenir. Era inútil llevarle la contraria y probablemente no entendería la apretada agenda de ese tipo de personas aunque se lo explicara; de seguro, empezaría a darle un discurso sobre la paciencia, la disposición del tiempo y la importancia capital de ciertas cosas. No necesitaba más discursos sobre eso. Tomó el frasco y forcejeó con él todo el rato de forma distraída, mientras el arcano hablaba, observándolo con ojos fijos y muy abiertos. Una vez sacó la tapa y el arcano le hubo ofrecido la sopa, fue que se permitió apartar la vista. Se sentía extraña pero no era capaz de explicar el motivo. La amabilidad del arcano la había desconcertado por un instante pero el desconcierto provenía de un sensación que iba más allá de eso. Había entendido todo el tema de la paciencia aunque no tuviera demasiada y había agradecido que la soltara, frotando ligeramente sus extremidades con desparpajo pero aquello era distinto. Mas, una vez más, decidió callar en lugar de replicar y empezó a comerse la sopa, abstraída en sus pensamientos. Justamente pensaba en la primera vez que había podido comunicarse con una serpiente, cuando notó que el arcano le preguntaba acerca de eso. Dejando los palillos a un lado, luego de haber tomado un sorbo del cuenco, lo dejó una vez más sobre la mesa y empezó. -No, no entendí -mintió serenamente con la vista perdida-. Respecto a lo otro... fue cuando tenía seis años -aún lo recordaba, aunque había sido hacía tanto-. Yo vivía... podría decirse que vivía en un lugar en donde era fácil encontrarlas. Así que en los bosques en donde crecí, no era raro que escuchara voces de vez en cuando -frunció el ceño intentando recordar más allá-. Algunas veces eran sugerencias buenas, otras malas y en algunas ocasiones simplemente parecían tener ganas de tomarme el pelo. >>Mi madre solía decirme que eran espíritus y que por eso, podía haberlos de todo tipo: buenos, malos, indiferentes o traidores, justo como los humanos. Ella tenía la habilidad, pero le temía... o quizá es que le restaba importancia y por tanto languidecía sin que ella hiciera nada por impedirlo. Éramos una familia numerosa -recordó, antes de continuar con la historia que le atañía, al notar que se había desviado un poco del asunto-. De cualquier forma, yo estaba bañándome en el río, cuando tuve... bueno una... me desmayé<<. Había estado a punto de decir "visión" pero no quería sonar presuntuosa. Ya tenía suficiente con lo del allanamiento de morada y no quería que volviera a reñirla. -En mi sueño, yo tenía un lazo, con el que jugaba pasándolo entre mis manos -se miró las suyas como si aún lo recordara-. Era de color verde y me ofrecía contarme el futuro -sabía que volvía a sonar utópico pero no tenía otra forma de contarlo, así que se contentó con seguir-. Pude haberme ahogado, pero no lo hice -dejó de verse las manos y alzó la vista-. Era una serpiente en el agua y me ofrecía ciertamente un futuro. Sacarme de allí, en lugar de verme morir. Al despertar la vi pasearse entre mis manos como el lazo del sueño. >>Porque verás, corría un gran peligro. Aún ahora no tengo idea de qué pudo haber sido pero podía sentir los cabellos de mi nuca erizándose y el ambiente caer en un silencio antinatural -su voz no estaba teñida de miedo, si no que más bien parecía aún curiosa, como alguien que intenta explicarse por enésima vez de forma lógica algo que a simple vista parece no tenerla-. Nunca supe que fue ni me interesa saberlo ahora; simplemente la seguí fuera del agua y ella me mantuvo ocupada. Eran tiempos de escasez y ella necesitaba comida por lo que podría decirse que nos necesitábamos mutuamente. Siempre tuve la sensación de que me eligió a mí porque pude entender su advertencia y ser lo suficientemente est****a como para confiar por entero en ella sin cuestionar. No lo sé<<. Se encogió de hombros, observando fugazmente a la boa ¿había dicho que se llamaba Wootang? Sabía que era descortés mirarla de ese modo pero no podía evitarlo. Lo intentaba, y estaba al momento siguiente viéndola por el rabillo del ojo. Por lo pronto y dado que había contestado nuevamente a las preguntas se dedicó a la sopa. Había descubierto que estaba hambrienta y era amable de parte del arcano habérsela servido, aunque había sido también su culpa, claro.
  11. Catherine no estaba precisamente dispuesta a contestar de la misma forma por segunda vez. Su ira había menguado y se había resignado a ser arrastrada de nuevo pero tampoco quería detenerse a pensar en una respuesta que muy probablemente la induciría a un nuevo error. Se limitó así, a contestar primero a la más fácil de las preguntas. -Llegué aquí de la forma que pude -replicó encogiéndose de hombros-. No tenía un mapa precisamente. En cuanto al motivo... fue ésto. Intentó extraer la misiva de su bolsillo pero luego de un corto forcejeo que contentó con señalar con la cabeza. -Me llegó una respuesta, que me decía que podía acudir aquí, para instruirme. Sí, la palabra correcta era instruirme. A diferencia de Selwyn, quien al parecer había caído al arcano en gracia, los poderes de Catherine languidecían. Cuanto más intentaba recuperarlos más resultados insatisfactorios lograba. Finalmente, había terminado por rendirse a la suerte y había sido dicho olvido lo que había logrado que no los perdiese por completo. Irónicamente, cuando había dejado de pensar en ello el poder había vuelto como por ensalmo; pero volvía a suceder y Catherine seguía sin comprender el motivo. Le pareció que era demasiado largo de explicar. Intruirse, aprender. Sí, a eso había venido y resumía perfectamente su situación sin tener que atravesar por una ridícula cháchara emotiva. A pesar de la concentración, en su mente aún parecía oscilar la mirada de unos profundos ojos amarillos; le había gustado la mirada que le había lanzado la serpiente allá afuera, aún cuando había parecido ser más de hambre que otra cosa. -Dígame qué otra explicación necesita, señor, de forma que pueda decirle alguna otra cosa -añadió con voz quieta. Empezaba a acostumbrarse a las amarras y se había sentado con las rodillas dobladas bajo el cuerpo en una postura que, al menos, resultaba más cómoda y práctica, con plantas y todo.
  12. <<Una canción>> Catherine observó como Alexandra iba sacando uno a uno los instrumentos necesarios para el ritual. Sabía que tenía que hacerse y pronto vio también la daga luego de que ella misma se hubiese preguntado si habían traído una; la canción sin embargo, era foránea, una canción gitana que hablaba de la comunión de todas las cosas, de la conjunción con la naturaleza y de un mundo salvaje y hermoso ¿Cómo lo sabía ella? En realidad no lo sabía, pero podía adivinar la significancia por los movimientos de la muchacha y el clamor que liberaba una energía que hablaba más que sus palabras. Catherine había puesto suavemente una mano en el hombro de la muchacha que poco antes se había presentado como Violette Haughton Black. No lo había hecho de forma intrusiva, si no más bien serena y su rostro reflejó entonces una vaga sonrisa, al apartar su mano de ella, no proviniente de la alegría si no más bien de algo que parecía entender, más allá de lo que la pelirroja podría haberle contado. Las palabras de la mujer le habían sonado como las suyas propias, hacía mucho tiempo atrás. Creía reconocer una vez más un espíritu similar, aunque su propia esencia ya no fuera tan calculadora, si no más bien lógica. Sí, Catherine ya no se regía por conceptos fijos e inflexibles y eso había hecho que se volviera más tolerante y quizá también algo más paciente. No era, de ningún modo, alguien pacífica o un ángel, estaba bastante lejos de eso, pero su semblante dejaba ahora traslucir un aire reflexivo que no había podido soslayar. Recordaba, y los recuerdos no eran dulces si no que en el pasado la habían llenado de remordimiento. Todo eso, fue la impresión que Catherine recibió de la pelirroja ante aquel simple gesto, aunque supuso que la mayoría eran simples asociaciones arbitrarias de su mente, que nada tenían que ver en realidad con Haughton, si no que eran producto de ella misma proyectándose sobre la muchacha. Miró entonces en dirección a la segunda y entusiasmada chica Gryffindor (aunque en ese momento ella aún no conociese su apellido) y señaló el claro ante ella. Así fue como se adelantó un paso a sus acompañantes. Su voz, entonces se unió a la de Alexandra. La suya no era pura como la de la chica: era un tono grave y ronco, que tintes melancólicos y derrotistas. Hablaba del fin de una terrible crisis, la guerra de la supervivencia. El terrible invierno, que daba paso a la esperanzadora primavera. Fue sólo algo breve, cantado en su natal escocés, para luego dejar que la muchacha siguiera con lo suyo. Catherine simplemente, deseaba que recordaran que los druidas no habían sido simples sacerdotes entregados a los árboles: habían sido guerreros, fuertes... piadosos a veces y a veces no. Habían sido una comunidad que había tenido guerreros y guerreras por igual pero también sanadores, bardos, madres y carpinteros. Había sido una de las civilizaciones madres de la magia. La luz de la fuente creció, hasta que sus luces rebasaron las copas de los árboles y el claro se viese reflejado por ésta en cientos de pequeños haces con formas esféricas que recorrieron el claro como si danzaran al son de la voz de su descendiente. Mientras tanto, Catherine hacía un buen rato en silencio ya, se volvió hacia las dos muchachas que la acompañaban, con un dedo ante sus labios para indicarles que guardaran silencio... que escucharan. Luego, señaló hacia el cielo y el tono oscuro del claro empezó a tornarse pronto en el de un lecho submarino. Amanecía ya y habían pasado buena parte de la noche allí, pues la percepción del tiempo parecía haberse alterado y del suelo parecía surgir un murmullo incesante. @@Morrighan McKenna @@VioletteMoon @@Alexandra Eirian
  13. <<Oh, genial>> Dejó escapar un suspiro, tendida en el suelo con los ojos clavados en el cielo. Tenía una expresión entre aburrida y exasperada, con los brazos a los costados de su cabeza, la espalda doliéndole por el golpazo y el pecho por el orgullo herido. Había conseguido escuchar el sonido de las plantas deslizándose, apenas un roce, pero demasiado tarde. El arcano la había atrapado ya, aunque de manera poco amable. Al ver su rostro, deseó soltar un quejido al astuto viejillo que tenía ante sí pero no tuvo tiempo; era, además, sumamente incómodo, sentir como algo trepaba por tu pierna sin poder librarse de ello, despotricar o cuanto menos exigir algo de libertad en su espacio personal. Sus ojos fulminaron al arcano pero no pudo decir nada, debido a la mordaza, que masticó con rabia para librarse de sus sentimientos funestos. Más adelante, Catherine pensaría que había sido lo mejor puesto que su boca solía ser su ventaja y su perdición: a veces, no sabía cuando callarse. De otro modo, quizá el arcano habría terminado por detestarla y eso nunca era bueno de parte de alguien a quien estabas a punto de encomendarle tu vida. Se preguntaba en qué momento la habría avistado la serpiente, cuando sintió la desaparición conjunta y volvió a aparecer en un lugar del que sólo distinguía a medias el techo pues, para variar, continuaba tirada en el suelo completamente sujeta. -Disculpe -soltó, intentando contenerse inútilmente y sentándose haciendo uso de sus brazos para no caer hacia atrás-. Sucede que no suelen amordazarme y exigirme responder al mismo tiempo -añadió para luego soltar un bufido. Deseaba sobarse varias partes adoloridas del cuerpo debido al dolor, entre ellas algunas que no solía tener adoloridas en público pero que las tenía en ese instante debido a la caída, mas no iba darle el gusto al anciano. -Catherine Stark -informó entonces simplemente con su ira ya esfumada, cayendo en cuenta de que la capucha había caído hacia atrás y en ese preciso instante, su rostro y su cabello, peinado en una gruesa y única trenza, eran perfectamente visibles entonces-. E imagino que es usted el arcano Lawan. A pesar de que se sentía afectada, tenía la cortesía demasiado arraigada y aunque le hacía sentir incómoda llamar al arcano por su nombre y no por su apellido como era debido, no tenía idea de cómo se pronunciaba tal. Entre una y otra impertinencia, se había decidido por la que le parecía menos desatinada. Así, apoyándose en un sólo brazo, aprovechó la intimidad que parecía existir entre la mujer que se mojaba en el estanque (¿o cómo se llamaba si no?) y el arcano para limpiarse la ropa con movimientos mecánicos, casi desinteresados, de la tierra y arena de la que se habían llenado por andar tirada como mercancía. Ni siquiera cayó en cuenta de que la conocía y por ello no dio señales de intentar hablar con ella más allá de hacer en su dirección una vaga venia a modo de saludo, sin siquiera mirarla. Sólo cuando mencionó que había sido alumna suya fue que observó con más cuidado y notó que estaba ante Selwyn. La miró entonces largamente, aún limpiándose la ropa. A diferencia suya, la mujer parecía estar lista para algo y lastimosamente por su falta de interés desde un inicio, Catherine no había entendido de para qué ¿una prueba había dicho?
  14. >>Voy a morir<< pensó Catherine simplemente, intentando discernir el tiempo que le quedaba y que utilidad podría sacarle. La maldición había hecho que su fuerza mermara puesto que se encontraba impedida de realiZar los hechizos adecuadamente. Sintió incluso que lo usaba por dos veces lo que la llevó a suponer que debía estar de veras desesperada. Por eso no se movió cuando el fuego la alcanzó, esperando con paciencia el momento en que el efecto de la maldición le permitiera hacer algo. Así fue. Su curación no salió y no pudo moverse un rato más pero finalmente notó que la maldición ya no pesaba sobre ella y aprovechó ese momento en ese preciso instante, concentrando su dolor en un grito similar a un rugido, para alejarlo de sí. - silencius El hechizo hizo efecto al instante en que Leah intentaba decir "detri..." y nada más pasó. Ninguna barrera, nada, y Catherine soltó una carcajada pues el dolor era ya insoportable cuando sintió el corte proyectado de una katana. Cayó de espaldas al suelo y su cadáver quedó con los ojos fijos mirando hacia el cielo, bajo la luz.
  15. -Silencius El hechizo hizo efecto inmediatamente en la mortígaga (Leah) que había intentado salvar a su primer objetivo y pronto encontró que no pudo transformar la piedra en bezoar, pues sólo pudo decir "Mor..." así que había hecho tragar a su compañera enmascarada una piedra que no le servía para librarla del veneno -Episkey Seguidamente, el hechizo hizo efecto en su cuerpo terminando de sanarla del fuego maldito mortis de Tauro, que aún había estado aquejándola y aunque sabía que tenía que seguir curándose ya era una avance no estar muerta todavía. Su sonrisa se había esfumado y observaba la situación intentando mantener la calma, cosa que podría resultar contradictoria.
  16. -Oh vaya, qué violencia -comentó en voz alta de buena gana. Había esperado que la atacaran pero no con tanto entusiasmo. Al fin y al cabo era simplemente una pobre initié casi insignificante... había contado con pasar desapercibida, aunque suponía que con semejante enfrentamiento y con tanto oponente era imposible pasar desapercibida. Debía haber tenido suerte de conformarse en un blanco. -Episkey El hechizo inmediatamente curó sus heridas producto del fuego del dragón de Tauro. Las aves se habían apartado debido a sus órdenes, así que seguían vivas pero ella pudo sentirse mejor y ya no tan terriblemente adolorida. -Episkey Pensó seguidamente, debido a que había sido alcanzada por el fuego maldito mortis de Tauro. Al instante, la herida causada por el empezó a sanar, provocándole un inmediato alivio al dolor que le había obligado a apretar los dientes con fuerza. Aún así, sonrió, y su expresión bajo la luz era salvaje.
  17. No se detuvo allí. Continuó pues sabía que no podía permitirse dudar en un momento como ese, en el que todo iba tan rápido y en el que necesitaban toda la ayuda que pudiese proporcionarles. De reojo, le pareció distinguir la figura de su... nieta, por decirlo de alguna manera, aunque no estaba segura, bajo la luz podía tratarse de otra persona. -Morphos El hechizo hizo que la indumentaria de Tauro se transformara en una avispa marina, que se enrrolló en torno a su cuello con sus tentáculos venenosos, inoculando el letal veneno al instante en su torrente sanguíneo, de forma que tendría que quitárselo de encima y tragar un antídoto para no morir. -Avis En aquel momento no se le ocurrió mejor idea, así que se limitó a invocar un grupo de doce cuervos de mediano tamaño, casi pequeños, que empezaron a revolotear a su alrededor; su orden era protegerla de los ataques que pudiesen lanzarle.
  18. Catherine recibió el patronus de hipogrifo de Lisa mientras deambulaba por las calles del callejón Diagon. Había salido de la Talamasca con prisa y se había adentrado en los recovecos entre los negocios con la esperanza de encontrar algo que la interesara en la noche británica. Había fallado estrepitosamente y se sentía cada vez más ansiosa y aburrida. Por eso recibió el llamado como una bendición. Se subió la capucha para cubrir parcialmente su rostro, y luego pasó su mano sobre éste para cubrirse con la luz que pronto reflejó el oscuro espacio con un par de cubos de basura en el que se encontraba, entre dos edificios de aspecto lujoso. Desapareció para volver a aparecer cerca del Castillo Ivashkov, casi a unos diez metros de la verja metálica. La rebasó con cansancio para adentrarse en los terrenos de la familia, casi resignada al trayecto empedrado que hacía que sus ansias incrementaran. Terminó, por consiguiente, perdida en el laberinto y le costó un buen rato dar con el lugar en donde la batalla se encontraba ya bastante avanzada. Suspiró y se acercó entonces a sus compañeros de bando, notando que los problemas no habían hecho más que empezar. Tenía la túnica suelta y se quitó la capa, tirándola a un lado antes de empezar, manteniendo una prudente distancia. Tenía el cabello atado en una trenza y las botas altas de cuero le llegaban casi hasta la rodilla. Suspiró, y sacó su varita del bolsillo. Su sombrero, por suerte, no impedía su línea de visión.
  19. <<Oh, vaya>> Fue tan agradable como sorpresivo. Llevaba días huyendo, así que no había tenido esperanzas de recibir correo, precisamente. El cuervo la alcanzó cuando cabalgaba en la zona exterior de los bosques aledaños a Winterfall, por donde había vagabundeado con la esperanza de animarse a volver a su casa. No lo había logrado y se había maltratado bastante en el intento; por eso, cuando el cuervo le llevó el mensaje, Catherine se resignó por fin, entendiendo que había sido su hermano quien había desviado el correo, conocedor de su paradero y de lo que con ella sucedía. Bajó inmediatamente del garañón negro y le entregó una manzana de sus alforjas, antes de enviarlo de vuelta a casa, sólo tomando una bolsa de tela basta consigo. El animal era listo, conocía el camino mejor que ella misma y no estaban lejos. El anuncio, por otra parte, era más de lo que había esperado. Había tenido problemas con sus poderes, perdiéndolos paulatinamente por un motivo que desconocía, como si una fuerza aún mayor que le hubiese estado brindando el poder se hubiera esfumado, o contraído su influencia. Catherine temía que hubiera sido por lo acaecido con Káiser. Por eso, había decidido sumarse al grupo de personas que visitaban al arcano Lawan Nguyen Thanh (un nombre bastante largo y complicado del que decían era un mago de igual índole) con la esperanza de no perder del todo la habilidad que recordaba poseer desde que tenía memoria. Por medio de la desaparición, su llegada a la universidad fue casi inmediata, a pesar de que no tenía el mejor de los aspectos: llevaba pantalones de montar y botas bajo la túnica blanca manchada de barro y la capa se encontraba en el mismo estado precario. Se limitó a pasarse la capucha sobre la cabeza debido al calor, agradeciendo no llevar el usual negro, aún con la varita en la mano, para luego dejarla en su bolsillo dejando el extremo sobresaliendo en el aire a ojos vista e intentando atisbar a su alrededor bajo la sombra que le hacía la tela sobrante de su capucha. Sabía que el arcano vivía en la universidad pero la referencia parecía bastante vaga y no estaba segura de poder llegar al oasis. Debía tener además alguna clase de aposento y también estaba el asunto de que todo asemejaba alguna clase de desierto por la absurda voluntad de traer la biblioteca con todo y clima de origen. No estaba enterada claro, de que el arcano había quitado el encantamiento que usualmente rodeaba la extensión de sus dominios y que era ese el motivo por el cual tardó más de dos horas en dar con el sitio, ya que no encontró portal alguno, negándose a declinar por pura terquedad. A diferencia de lo que había esperado, no se había topado con ninguna criatura por el camino que pudiese ayudarla y de hecho, se encontraba bastante lúcida a pesar del cansancio del recorrido. A la espera, buscó en su morral una botella de la que tomó un trago de agua, intentando tragarse el dolor en los hombros, tobillos y pecho. Frente a ella, había un bungalow y un ¿estanque quizá? De aguas claras; nunca había conseguido definir adecuadamente los charcos de agua por su extensión. Miró alrededor, notando entonces que el ambiente parecía callado, demasiado quieto. Sólo creía escuchar voces a lo lejos aunque quizá se equivocara. Ni siquiera estaba segura de si serían voces humanas o... no.
  20. Richard Stark <<Vampiro... no>>. Richard miraba a la muchacha con descaro, aprovechando que había apartado la mirada. Había ocasiones en los que detestaba a los portadores de varita pero ésa no era de aquellas ocasiones. Su instinto le decía que aquella mujer era una vampiro y que no lo era. Su instinto le decía que podía ver en sus ojos y que no podía. Se sentía graciosa y felizmente intrigado como no lo había hecho en mucho tiempo. <<Albina>> concluyó, más convencido, intentando descifrar más allá. -¿Un espejo? -preguntó simplemente. Era bueno adivinando las mentiras; decían que no había mejor persona para descubrirlas que el mentiroso y, al menos en su caso era totalmente cierto. También, había aprendido que habían dos tipos de mentiroso: los que mienten con motivos y los que mienten por deporte. Se preguntaba cuál de los dos sería ella... parecía más de los primeros que de los segundos. -Quizá, si conocieses la época de dónde proviene podría ayudarte un poco más -replicó con tranquilidad, apoyando su barbilla en su palma y a su vez posando el codo sobre el mostrador-. Como puedes ver aquí... hay mucho para ver o es que quizá... ¿te intriga alguna otra cosa que veas? No había podido dejar de notar que, quizá de forma consciente o inconsciente, la muchacha había terminado observando el cofre que, en esos momentos, Catherine se afanaba en limpiar, como si se tratase de una vieja avara y maltrecha. Richard se limitó a esperar la respuesta de la muchacha... para en todo caso, actuar a consecuencia. @
  21. Richard Stark No cayó en cuenta de la muchacha si no hasta que sonó la campanilla. Acababa de ganarle la partida al repartidor, así que tuvo que guardar el maso disimuladamente. De momento, no iba a poder dejarle sin cejas; no era adecuado hacerlo delante de los clientes. -Buenas sí -saludó Richard con un ademán, sus dedos índice y medio sobre su frente para luego alejarlos hacia ella como en una especie de saludo militar demasiado informal. Estaba sentado sobre su taburete, intrigado, mirando a la muchacha recién llegada con evidente interés- ¿Busca algo en particular? Aquel día no había habido mucha clientela así que Richard estaba de buen humor. La copa de vino aún reposaba con algo de contenido a su lado y llevaba puestos los pantalones negros y la chaqueta de cuero. Tenía el cabello suelto y milagrosamente recortado, de forma que los bucles aureorojizos caían de forma desordenada sin ocultar los ojos castaños de la vista. Llevaba una polera de estampados negros en fondo gris y una cadena gruesa, con un relicario de plata, como el que había tenido su hermana aunque a diferencia del de la bruja, el de él era redondo y sin adornos. En el preciso instante en que iba a preguntarle su nombre, Catherine bajó del segundo piso con un cofre de apariencia antigua y gastada, aunque evidentemente caro. Richard la observó de refilón preguntándose de qué podría tratarse hasta que la propia Catherine cayó en la cuenta de que tenían clientela y se limitó a dejar el cofre en un lugar apartado del mostrador luego de dedicarle una breve sonrisa a la muchacha. @
  22. Bueeenas luego de milenios pasando a actualizar la bóveda Stark D: Nombre de la Familia: Familia Stark Link y N° de la Bóveda del Familia: Bóveda 98828 Trámite a Realizar: Actualización del árbol familiar ÁRBOL FAMILIAR Generación Cero Richard Stark* (Patriarca originario) Catherine Stark (Ficha|| Bóveda) Primera Generación Descendencia de Catherine Stark Madeleine Stark (Ficha || Bóveda) -Heredera- Kassandra Weasley (Ficha || Bóveda) -Hija- Robb Stark (Ficha || Bóveda) -Hijo- Rose V. Walker (Ficha || Bóveda) -Ahijada- Ainara (Ficha || Bóveda) -Sobrina- Descendencia de Richard Stark (Catherine) Athena Rouvás (Ficha || Bóveda) -Hija- Sherlyn Stark (Ficha || Bóveda) -Hija- Segunda Generación Descendencia de Athena Rouvás Leya Yui (Ficha || Bóveda) -Heredera- Keyce Stark Targaryen (Ficha || Bóveda) -Hijo- Descendencia de Kassandra Weasley Alexandra Eirian (Ficha || Bóveda) -Hija- ---***--- Bel Evans McGonagall (Ficha || Bóveda) -Prima de Leya Yui- Kritzai (Ficha || Bóveda) -Medio-hermano de Madeleine- Groter Shulton Granpié (Ficha || Bóveda) -Hermano de Madeleine- Noel (Ficha || Bóveda) -Hermano de Kassandra- Amig@s de la familia Gomita Haughton Westrong (Ficha || Bóveda) (La amiga de todos ) Paú Gryffindor (Ficha || Bóveda) (Amiga de Madeleine Stark)
  23. -Jamás estudié aquí -suspiró Catherine al caer en cuenta de la mujer que los había "abordado". A pesar de ello, Stark no se mostró incómoda, ya que no la incomodaba para nada en realidad. Prefería mil veces a la gente que iba directo al grano en lugar de presentarse por medio de vericuetos idi***s. -Justo acababa de decir que soy Catherine Stark -dijo, mientras apenas a un metro de ella Kassandra y Groter sostenían una amena charla, bastante distinta a la suya- y dudo que pidan invitaciones... ¿cual dijo que era su apellido? Creo que la ceremonia va a empezar -aclaró, señalando con la cabeza lo que sucedía a espaldas de la animada muchacha. Ante ellas, justo al centro del claro, había un grupo de piedras en las que Catherine no había reparado con anterioridad. Parecían haber sido pulidas por una fuerza distinta a la humana, como las piedras de los ríos que adoptan formas curiosidad. De la misma manera, aquellas piedras estaban apiladas formando lo que parecía ser un pozo de poca altura o quizá más bien un estanque. Catherine había vuelto la vista hacia allí porque las piedras habían empezado a desprender un brillo ligero pero bastante notorio y las hadas que antes habían estado repartiendo bebidas y recogiendo flores de sitios distantes al claro, habían empezado a reunirse en torno al estanque con miradas expectantes y cuchicheos emocionados. Incluso los animales comunes parecían querer aproximarse lo más posible y dentro del mismo, algo estaba lanzando reflejos de tonos verdes, negros y dorados, como si de pronto se hubiesen sumergido en un lecho submarino. Stark sospechaba que se trataba del agua pero no había forma de aseverarlo con certeza pues desde donde ella se encontraba no se observaba dentro del estanque. Sentía una repentina curiosidad, por lo que miró de reojo a Kassandra, observándola con gesto dubitativo y preguntándose que podían tener preparado las sacerdotizas.
  24. -Ni alguna especie ni de ningún tipo -susurró apenas luego de haberle echado un derechazo a su... descendiente, por andar hablando demasiado acerca de su edad. Alexandra a veces podía ser sumamente indómita, sin embargo lucía animada y feliz pese a lo sucedido, incluso poco más que arrastrándolos junto al resto de los allí congregados, cerca de Kassandra y una muchacha parecida a ella, que no creía recordar. Mientras tanto, la joven pelirroja a la que había llamado poco antes, con el cabello un tono más oscuro que el de Bel, se acercaba y la saludaba. A pesar suyo, no pudo evitar que un esbozo de la sonrisa ladeada de su hermano Richard asomara a su rostro. Quizá se equivocara pero en aquel tono parco, casi seco y retraído había creído reconocer a una igual. Al menos... a una persona afín en cuanto al espíritu sobrio que se encerraba dentro de la formalidad obligada en medio de ese jolgorio. O quizá fuese más bien cierta crueldad lo que se ocultaba detrás de todo ello; era difícil decirlo con apenas un saludo. -Catherine Stark -respondió simplemente, haciendo una venia con la expresión compuesta y evaluándola sin disimulo con la mirada-. Disculparás la impertinencia... pero pensé que sería mejor agruparnos ¿tu nombre es...? No dijo más y quedó a la espera. Era un poco raro ver a una buscadora de sangre en una celebración como esa pero teniendo en cuenta que la propia Alexandra tenía ciertos "problemas" con un demonio, pues no era realmente importante. Con los ánimos apaciguados, la mayoría ya había tenido a bien animarse un poco y pasar de largo de aquel "inconveniente". No era la primera vez que Colt intentaba arruinar una celebración de ese tipo y probablemente no sería la última pero rara vez dichos ataques terminaban en verdadera catástrofe, que para eso estaban ellos. @@Alexandra Eirian @VioletteMoon
  25. Catherine no se había preparado con antelación pero sabía que tenía que asistir. Había temido que la nostalgia pudiese vencerla y ceder ante un arrebato de lágrimas o repentino mal humor, sin embargo en ese mismo instante estaba tranquila y se vestía con movimientos fuertes y mecánicos. Pronto, la túnica de tela gruesa quedó firmemente sujeta, con los pliegues rectos y distintivos, además de la capa de los mismos tonos. Llevaba unas sandalias de cáñamo y su varita sobresalía de uno de sus bolsillos. Tenía a su lado, en la cómoda junto al espejo, su vieja recordadora pero decidió dejarla de último momento y en su lugar se acercó a la puerta. Su serpiente, Ophelia, estaba allí y Catherine se acercó a ella con total naturalidad. La mamba, pronto se enroscó alrededor de su brazo y desde allí terminó enroscada alrededor de su torso, bajo la ropa, con la cabeza sobresaliendo a la altura de su pecho, aunque la mayor parte del tiempo no estaba a la vista. No era una situación muy cómoda pero Catherine no había podido negarse a que fuera con ella. Hacía mucho que no la había llevado con ella de cualquier manera. Tomó el pergamino que Richard le había entregado, quién sabe de dónde lo habría sacado, siendo así la forma en como finalmente llegó a los extremos del bosque. Ante ella, descansaba una solitaria lámpara de aceite que alguien parecía haber dejado olvidada, así que la tomó y siguió de largo sin senda, dejándose arrastrar por la fascinación y el sentido común, de forma contradictoria, siguiendo las luces y regocijándose a un tiempo, con el cabello que usualmente llevaba atado en una trenza suelto sobre su espalda, negro como el carbón, haciendo contraste bajo la capucha. Un grupo de conejos y una procesión de extrañas criaturas diminutas secundaban su marcha justo a su derecha. Hacía mucho que había perdido su capacidad para tener alguna clase de influencia sobre ellas, de forma que cargaba su anillo de amistad con las bestias, aunque se negaba a utilizarlo. Llegó al claro en el momento preciso en que había sentido un movimiento de energía en el aire. Era algo casi imperceptible, pues no tenía ya el poder de obtener información a través de las auras. Aún así, el grito era tan incesante y rabioso que era casi imposible no detectar que algo iba mal. Catherine sospechaba que tenía que ver con lo ceremonioso del evento y con la gente allí conglomerada, que hacía que todo fluyese de forma uniforme y que todos y cada uno de los presentes pudiesen detectarlo. Quizá incluso que varios de los presentes estuvieran canalizando aquella energía con sus propios poderes, especialmente las sacerdotizas, que bien sabía Catherine, seguían existiendo y perdurando. -¿Se te perdió algo, Colt? -preguntó con gesto adusto. Había escuchado voces agitadas antes de llegar al claro pero no había adivinado que podría tratarse de algo así. Estaba, sin duda, con ganas de arruinar celebraciones. Pronto, sin embargo, se caló la máscara. Al parecer, Catherine se había perdido toda el enfrentamiento de lleno, pero bueno no sería la primera vez que le pasara. -¿Qué demonios sucedió? -preguntó a los presentes en general mientras veía cómo el mortífago se desvanecía en el aire y las plantas alrededor de dónde había estado parecían casi hasta cobrar algo de color luego de haber permanecido "ahogadas" ante su presencia (xD)- Quiero decir, que se llega con invitación y para haber conseguido una... Negó con la cabeza. No muy lejos había una chica pelirroja ( @@VioletteMoon ) a la que hizo gestos para que se acercara pues le preocupaba que estuviera alejada, especialmente luego de lo sucedido, y se acercó hacia Bel y Alexandra. Ambas muchachas lucían agitadas, aunque Bel lo mostrara abiertamente y Alexandra no, como típica Stark. -Y yo que traía todas las ganas de colaborar con el ritual... -suspiró resignada para luego endurecer la expresión- cambien de cara, maldita sea.

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.