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Melrose Moody

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Todo lo publicado por Melrose Moody

  1. Los peores temores de Catherine se vieron confirmados cuando su madrina (¿o hermana?) cruzó la puerta del salón. Haciendo acoplo de ánimo respiró un par de veces mientras ella hablaba, intentando no ponerse incómoda y evitar que Atkins notara algo raro en su expresión. Era difícil, puesto que recientemente no había tenido ningún tipo de emoción tan intensa y más que la técnica respiratoria, fue el hecho de movilizarse lo que consiguió que lograra serenarse. Conocía a todos los presentes, excepto a la mujer que caminaba junto a Bel (Ariadna), así que prestó poca atención a las presentaciones. Cuando le llegó su turno soltó un parco "Soy Catherine Stark, mucho gusto" que sonó a sus oídos de mala gana, encogiéndose de hombros sin ver a nadie en particular. Se había alejado incluso un poco de Atkins, aunque caminaba a su lado a la cola de la comitiva. Llegaron entonces al ala del hospital que les habían prestado y Catherine pudo apreciar a Polito en todo su est****o esplendor. A pesar de todo, no pudo evitar interesarse por fin y se decidió a hablar luego de unos momentos de incómodo silencio, luego de la primera intervención de Bel. -Podría tratarse también de los efectos de una picadura, o más bien varias, de un billywig -las heridas o accidentes causados por criaturas mágicas era precisamente la especialidad de Catherine en el hospital aunque sabía más de pociones que de criaturas y justamente por ello andaba planeando tomar criaturas mágicas más adelante-. Se sabe que muchos intentan abusar de dichas picaduras para "disfrutar" de sus efectos -negó con la cabeza a pesar suyo, era tan común que le hacía pensar que la entera comunidad mágica era idi***-. Aunque sería quizá un caso poco frecuente que la confusión que ésta genera llegara a éste extremo; en caso sea esa la causa, tendría sentido entonces que esté levitando -calibró la distancia de la cama al muchacho que estiraba los brazos sin cesar con una ojeada y añadió- ¿cuánto hace que se encuentra así? Dijo todo ello sin mirarla, más bien examinando al muchacho. No quería tener que encarar a Elodia de ninguna manera todavía. Miró entonces a Atkins, a su lado, como si la instara a intervenir. Se preguntaba también si les alcanzaría el tiempo para evaluar el caso del segundo chico que Elodia había mencionado, puesto que el de Polito les estaba demandando tanto tiempo.
  2. Buenas o/ Pasaba porque quería llevar un conocimiento D: espero que alguien más se anime a llevar el curso x.x porque me gustaría muchísimo cursarlo. Nick: Catherine Stark ID: 110981 Conocimiento: Astronomía Nivel de Magia: XIII Link a la Bóveda: http://www.harrylati...showtopic=90471 Link a la Ficha: http://www.harrylati...showtopic=89537 Creo que eso es todo. Veré si puedo convencer a alguien de cursarlo también si no, no me importaría esperar al mes que viene para mi clase.
  3. Pronto, Richard se sintió imbuido por la energía de las llamas. El fuego era intenso y lo consumía todo; el fuego era fuerza y destrucción pero también vida, lo que hacía avanzar al mundo. Stark sabía todas esas cosas, se sentía fascinado por ellas y por eso mismo un tanto decepcionado de no ver más que fuego aquel día. Ninguna imagen parecía acudir a él. Se preguntó si quizá las visiones que había conseguido interpretar gracias a los libros de su hermana no habrían sido sólo imaginaciones suyas. Hasta que notó que un sudor frío le bajaba por la frente. El calor que provenía de la enorme fogata parecía haberse extinguido de pronto. Sus ojos se fueron tornando blancos paulatinamente y sintió como una corriente eléctrica recorrerle la espina dorsal. VIo entonces claramente un punto fijo por apenas una milésima de segundo. Luego, el anj, la tediosa visión que siempre tenía al ver las llamas: su inmortalidad, posible sólo a través de su maldición; su inmortalidad tres veces maldita, siempre... siempre. Una sonrisa brutal resonó en su cerebro, una risa fría y calculadora. Era su propia risa, de hacía muchas décadas atrás. Su risa de cuando recorría la corte de Matías Corvino, burlándose de los cortesanos deseosos de poder; la risa del ladrón de los aristócratas idi***s. Pero sentía la garganta seca; no podía reírse en el presente puesto que representaba un enorme esfuerzo, como si se atragantase de sólo intentarlo, estando en ese estado entre el dormir y el despertar. Despertó entonces, sintiendo la cara pegajosa de sudor y quizá lágrimas ¿Cuántos en su clase habían notado su trance? Sólo tenía a Haughton a su derecha y Gryffindor a su izquierda y ambos parecían demasiado concentrados en su labor. Suspiró, apenas. Catherine le había pagado demasiado poco para todo lo que allí había hecho ¿cómo podía soportarlo ella? Lo peor de todo era que no había visto nada útil en las llamas; nada que no supiera ya. Se pasó una mano por los cabellos revueltos, retirándose un grupo de rizos rebeldes de la frente, sólo para que segundos después éstos volvieran a caer sobre ella de nuevo, de forma desigual. Algo exasperado, volvió a observar al fuego. Había sido un milagro que hubiera podido mantener el equilibrio en ese momento, teniendo en cuenta la rigidez en el cuerpo que le otorgaban las visiones ¿y si se hubiera caído de cara? ¿quién hubiera reparado semejante preciosidad? Tenía que tener más cuidado. Percibió sus ojos cansados pero volvió a fijar la vista insistentemente en el fuego.
  4. Catherine empezaba a perder la paciencia, aunque no era correcto. En el pasado, el tipo de actitud curiosa que mostraba el muchacho la habían irritado por un motivo en concreto: era el tipo de gente que luego solicitaba sus servicios, para arreglarle la vida arruinada luego de que las maldiciones cayeran sobre ellos. Eso era, sin embargo, parte del pasado por lo que se obligó a serenarse. No tenía por qué enojarse con él o sentirse implicada por cuanto pudiese pasarle. Ya no era una druida, de hecho ya no tenía los poderes necesarios para ayudar a la gente y no deseaba hacerlo. No debía y no quería que le importase ya. Sus ojos brillaron levemente con una emoción difícil de descifrar incluso para ella misma, cuando el otro muchacho mencionó el tema de "sus conocimientos". Mas no dijo nada. Ambos muchachos planeaban ya marcharse y Catherine dedujo que, en caso algo fuera mal, podría averiguarlo más adelante. De cualquier forma, se repitió a sí misma mentalmente por enésima vez, no era de su incumbencia. A pesar de ello, no podía dejar de pensar en un artículo que tenía en la trastienda. Los despidió con una venia y un agradecimiento parco, notando que el sol empezaba a declinar fuera de la tienda, en donde el ambiente era siempre fresco. Se volvió entonces hacia Atkins, al notar que la campanilla sonaba en el momento en que ambos dejaban definitivamente el local. -¿Tan callada Atkins? -bromeó sin poder contenerse, con una sonrisa que buscaba colmarle la paciencia- No te conocía esa faceta tímida... @ @ @
  5. Richard observó con ojos brillantes como las llamas lamían la madera hasta consumirla y el fuego se alzaba hacia el cielo. La hoguera, se tornó entonces inmensa pues el cúmulo de llamas iniciado en la yesca se expandió con rapidez pasmosa. Apenas consiguió prestar atención a lo que el muchacho que había encendido el fuego le decía. Se sentía arrobado e imbuido por éstas, como si se tratasen de una magia en sí misma. -Por supuesto que no -señaló entonces agitando la mano para desestimar la idea-. No muchacho, cada uno verá cosas distintas. No era ése el motivo por el cual no había encendido el fuego por sí mismo. Era simplemente las molestias de no tener una varita. Por ese motivo dirigió una sonrisa a la muchacha enferma, que había tenido la amabilidad de llenarle la botella que había mantenido tendida hacia ellos durante todo ese tiempo. Richard entonces dio un largo trago del agua fresca y se entretuvo aun un momento mirando el fuego. Finalmente, la intervención de la muchacha que lo había ayudado con el agua, Delacour, lo sacó de sus pensamientos. -Empezaremos ya -no pudo evitar esbozar otra sonrisa ante su intervención. Él mismo había deseado verse inmerso en el proceso de observación del fuego desde hacía un buen rato-. Quiero que rodeen la hoguera desde distintos ángulos. Formaremos un círculo y cada uno se colocará mirando hacia alguno de sus compañeros -señaló el espacio y él mismo se desplazó con rapidez-. Es como si trazáramos una línea invisible, formando los seis puntos de apoyo que permitiesen observar la forma del círculo desde el cielo ¿se entendió? -tampoco le importaba si no, los que verían mermadas sus posibilidades de ver algo en las llamas si no hacían lo que les indicaba eran ellos, no Richard- Luego, quiero que concentren la vista en un punto fijo en las llamas. Notó que pronto el grupo se sumía en un fino letargo. Por lo que continuó con voz pausada. >>No necesitan hablar. Tampoco observar más de un punto fijo. Pueden elegir el punto que prefieran. Tienen ante sí varias varillas de madera -señaló el suelo con las manos-. Una vez hayan terminado de observar las llamas, podrán tomarlas para dibujar sobre el suelo lo que acaban de ver lo mejor que recuerden -Richard alzó apenas la voz para hacer hincapié en el asunto-. Es tierra blanda. Esto es importante porque de esa manera podré ayudarles a interpretar sus visiones e incluso mostrarles significados de los detalles que creían irrelevantes. Si desean, en lugar de las varillas podrían utilizar un flagrate. Por ello, intenten plasmar de la forma más exacta posible todo cuanto lleguen a observar<<. La clase estaba alcanzando un buen estado de concentración, de forma que se limitó a agregar un parco "¡Inicien!" y él mismo se sumió en el fuego que flameaba y la madera que crujía y se consumía ante él.
  6. -Oh, bien -contestó Catherine de vuelta al chico- ¿desea que lo envuelva? Catherine agitó su varita y ambos artículos atravesaron el aire limpiamente hacia el mostrador. Catherine entonces se quedó a la espera de una respuesta, pues había varios tipos de papel para envolver, que se encontraban medio ocultos e instalados en sendos rodillos de metal uno encima de otro en un mismo anaquel. Todo lo que tenía que hacerse era tirar de ellos. Aun le preocupaba el muchacho interesado en las espadas. Podía jurar que ya lo había visto antes pero no recordaba de dónde ¿por qué diablos le pasaba eso todo el tiempo? ¿O en realidad no lo conocía de nada? El asunto era que no había entendido a qué se refería con malditas y eso que era asunto de suma importancia... sobre todo en ese tipo de compras. -Son ochenta galeones... -contestó automáticamente Catherine señalando los artículos con su varita y estos pronto estuvieron empaquetados en cajas forradas. Luego, sacó de debajo del mostrador bolsas de papel con en logo del local en verde y las colocó dentro de éstas-. Disculpe ¿cuál me dijo que era su apellido? -miró de reojo a Cirse como si le estuviese preguntando también a ella- Aquí tiene. Finalmente y sin poder evitarlo, terminó por volverse nuevamente a Antoni. -Quizá pueda sonar aburrido -comenzó con voz queda y tono algo fastidiado debido a que no le gustaba intervenir de forma innecesaria y sentía que quizá su actitud fuese tomada de entrometida-, pero hablaba en serio respecto a esas espadas -suspiró-. No me refiero a simples hechizos que prometen horrores -negó con la cabeza con gesto cansino-. La verdadera "magia" te quita la voluntad -su rostro se ensombreció-. Es cuando el dominio de uno pasa a otros, a un oscuro colectivo o a un ente molesto cuando podemos llamarla maldición ¿no les parece? Sonrió no sin cierta malicia. -Si todo siguiera dependiendo de uno mismo luego de que pasa algo malo.. eso sólo sería mala suerte. Había terminado más hablando para sí misma por lo que se sintió un tanto est****a pero no se atrevió a aclarar el asunto, si no que fingió concentrarse en otro paquete que se encontraba encima del mostrador y en forrarlo como si fuese un pedido que algún cliente hubiera prometido recoger más tarde. @ @ @
  7. Catherine contestó alzando la mano en dirección a su sobrina, para saludarla. El lugar demostraba una quietud inusitada. Era la primera vez que Catherine asistía a una clase tan tranquila aunque era evidente que era simplemente pero nada había comenzado. A su vez, se sintió extrañada de que Bel no la asediase, por una vez. Pudo sentir cierta malicia proveniente de ella, pero dudaba que fuese la gran cosa. Luego, unos brazos que se colgaron de su cuello. Catherine se quedó pasmada. Había estado de un ánimo tan taciturno que por poco había terminado golpeándola. Se trataba ni más ni menos que de Atkins. -Ah... vaya -fue todo lo que pudo contestar. A pesar de todo, una débil sonrisa se dibujó en su rostro-. Sí, unos tragos luego de esto no me vendrían mal. Había pensado en traerse los libros de primeros auxilios que había comprado recientemente y ya se pesaba de no haberlo hecho pero la presencia de Atkins hizo que todo se sintiese menos pesado. Además, era ya una completa inútil en el ramo; quizá un libro o dos no hicieran ninguna diferencia. -¿Ocupada? -Stark enarcó una ceja. Si lo pensaba con detenimiento, no sabía a qué se dedicaba la muchacha. Ya era bastante que no la hubiera lanzado lejos por colgarse a ella de esa manera ¿por qué le daba tantas confianzas entonces? La respuesta era simple: la muchacha le había caído bien y eso era todo- ¿Ocupada en qué exactamente? -rió- ¡Ni siquiera sabía que trabajaras! Por supuesto, tenían una tienda de antigüedades juntas, pero eso era distinto. Una chica nueva apareció y le pareció reconocerla ¿Dónde la había visto antes? No importaba cuánta memoria intentase hacer, no consiguió recordarlo. Extrajo entonces su recordadora del bolsillo para confirmar si era que lo estaba olvidando o sólo que no la conocía realmente. Pero cuando ésta se tiñó de rojo supo que debía conocerla, aunque no tenía de dónde. Se sintió incómoda. Algo en la chica le había hecho sentir incómoda, como si ella supiese algo de ella que Catherine no sabía que era y que estaba segura de no haberle confiado voluntariamente ¿qué tipo de impresión era aquella? Decidió voltearse para no verla. No fuera a ser que la muchacha la saludara y "acabáramos" cuando no se acordara su nombre.
  8. -Espadas legendarias -contestó entonces Catherine pensativa, como si el chico hubiera preguntado la cosa más natural del mundo- ¿Para qué las buscas? -lo miró intrigada y luego negó con la cabeza- No las busques, muchacho. La mayoría de esas espadas estan ya malditas. Catherine no sabía el destino de Excallibur. Recordaba al clan de los Templarios en la Orden del Fénix. Ellos podrían haberle informado mejor del destino de aquella espada; Uther, sí, ellos conocían su entera historia, cuanto menos incluso los detalles que hasta a los mejores historiadores de la magia se les escapaba. Mas las épocas en las que ella había tenido acceso a aquella información habían pasado ya y se deshizo de aquellos recuerdos cerrando los ojos unos instantes. Una imagen muy distinta pobló entonces su mente. Una cicatriz, sobre el hombro derecho de una muchacha, que representaba a una espada rodeada por un rosal espinoso. Aquello sí lo recordaba con claridad: Mordred, el espíritu que se había llevado a Pandora a la muerte. Éste había tenido una espada ¿sería acaso esa la que el muchacho buscaba? Porque si así era, ésta estaba ya perdida para siempre. Otro muchacho la distrajo a su vez. Se trataba de un chico que buscaba reliquias muggles, así como también reliquias de magos antiguos. -Hay algunas cosas interesantes por allá -comentó señalando una esquina del escaparate empotrado en la pared derecha-. Trastos muggles, en donde podrías encontrar lo que buscas -añadió. No le había prestado mucha atención ni siquiera ella misma, así que lo habían apilado en aquella esquina oscura sin orden ni concierto puesto que a veces aparecían clientes interesados en ellas-. En cuanto a las espadas, pues no contamos con ninguna -miró de reojo a Cirse-. Sin embargo, recientemente nos llegó el trozo de un manto azul -Catherine rodó los ojos por la estancia con expresión pensativa-. Nos certificaron debidamente que era de Merlín -se incorporó del asiento y se acercó hasta la zona en donde se encontraba. Estaba en una caja dorada, de porte imponente aunque mediana, que estaba encima de una de las vitrinas. Tenía el cojincillo de color rojo y sobre este, había un trozo del dichoso manto, cogido con un prendedor dorado. Estaba rasgado en la parte inferior y superior pero de alguna forma lucía bastante épico. El color aun era vistosamente notorio, ya que el hecho de estar desteñido no le quitaba prestancia. Catherine se volvió hacia el muchacho. -Quinientos galeones y es tuyo. @ @ @
  9. -¿Venganza? ¿Pero qué te ha hecho esa pobre chiquilla? ¡Pensé que todo se trataba de diversión! Disfrutaba de su pequeño teatro. Lo cierto es que ni siquiera sabía de quién hablaba así que poco podía importarle. ¿Qué quería verla aterrada? ¡Pero si era lo más natural! Era su suegra después de todo. Un buen espectáculo no podría hacerle mal a nadie y a Stark menos. Esperaba estar invitada a la dichosa boda. -Sin embargo, creo que dado que te he prestado buenos servicios, me merezco mi oro... Se detuvo a media frase. Había oído con claridad el sonido de una voz escaleras abajo, lo que no podía significar otra cosa más que clientes. Suspiró entonces y señaló la escalera para excusarse. -Quizá sería mejor si me siguieras -añadió en tono confidencial, mientras se calzaba los zapatos y se dirigía al primer piso. El que había llamado era ni más ni menos que un muchacho, que en esos momentos parecía tener muchas preguntas por hacer. Mirándolo con cierta curiosidad, Stark hizo una bonita venia y dijo con voz modulada. -Catherine Stark -sus ojos se fijaron entonces en el chico, intentando calibrarlo- ¿En qué puedo servirle? @ @
  10. Había sido tan de improviso, su decisión, que ni siquiera había pensado en los detalles. Su vieja varita parecía estar nerviosa ¿era eso posible? -Por supuesto -contestó, volviendo a la realidad. Tomó entonces la primera de las cajas y extrajo la varita que se encontraba dentro de ésta. Apenas la había agitado un poco cuando salió volando de sus manos, hasta ir a parar al letrero que se encontraba a espaldas de Ryddleturn. Intentando no reírse, Stark apartó la caja de sí y tomó la segunda. La varita en el interior de ésta era más pequeña. Catherine calculó que debería tener 25 centímetros. Al inicio no creyó reconocer la madera, aunque era muy hermosa. Sólo rememorando el pasado, recordó que su madre tenía aquel tipo de varita, a la que le adjudicaba una belleza inusitada. En su mente, milagrosamente a pesar de su mala memoria, rebotó el nombre casi como si se iluminara con letras fosforescentes: tilo plateado. Catherine sintió una súbita calidez recorrer su brazo y supo lo que iba suceder a continuación. Agitó la varita y un cúmulo de chispas de varios colores surgió de la misma, danzando alrededor. Catherine no pudo evitar fruncir el ceño por el hecho de que una varita como esa la hubiera elegido. Su anterior varita era de espino, con nervios de corazón de dragón que nada tenía que ver con la fina y, a sus ojos, frágil elegancia de su nueva varita ¿Cuánto podría aguantar sin quebrarse si la primera yacía prácticamente abierta en dos mitades en su bolsillo? ¿Qué clase de varita le había tocado ahora? -¿Cuál es su núcleo? -preguntó entonces, interesada, girándola en sus manos. Por alguna razón, sabía que no era nervios de corazón de dragón. Tampoco se llevaba bien con las plumas de fénix, así que dedujo que no podía ser ninguna de ésas- Me da curiosidad...-algo le decía que se trataba de pelo de unicornio. La idea la horrorizó y a la vez le dio una sensación cálida en el pecho. Seguidamente, dejó la varita encima de la vitrina, notando que las marcas de su agarre habían quedado impregandas en ella. Poniendo los ojos en blanco para armarse de paciencia con una varita tan "hermosa" se dispuso a llenar un nuevo formulario y no pensar en ello. ID: 110981 Nick: (con link al perfil) Catherine Stark Nivel Mágico: XII Link a la Bóveda Trastero: 105643 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 90471 Fecha: 2015 - 10 - 20 Nombre del producto: Monedero de Piel de Moke Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Nombre del producto: Vuelapluma Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Precio total: 1000 Total de Puntos: 20 -Aprovecharé para llevarme esto también -añadió, pensando en las bolsas que ya tenía que cargar, además de la que le daría y decidiendo que aquella fuese su última compra-. Si me animo por comprar criaturas tendré que volver por ellas. Suspiró. Quería criaturas, pero efectivamente tendría que volver por ellas.
  11. Richard Stark El rostro de Stark mostró una expresión enigmática. Que justamente ella preguntara sobre ese símbolo tenía que ver quizá con el hecho de que tenía gripe. Quién supiera. Richard sólo esperaba que ninguno tuviera que ver la cruz en las llamas. -La cruz, en la taseografía o en otras ciencias adivinatorias está mayormente relacionada con las enfermedades. Una cruz para indicar dificultades en la recuperación, dos, que anuncian una vida larga -contestó, con voz lenta, aun con la botella en la mano esperando que alguien la llenase o que otros tuvieran la amabilidad de encender el fuego-. En la piromancia, sin embargo, es algo distinto. >>La cruz que aparece en las llamas no es la cruz habitual, la cruz cristiana o la cruz griega. Se trata más bien del anj, la cruz ansada; es decir, que la parte superior de la misma es ovalada, con forma de lazo, asa o ansa, también llamada cruz egipcia. Se trata del símbolo de la vida y la muerte. Dependiendo de sus creencias, señorita Delacour, puede relacionarlo a la imagen de la intervención divina. Si no cree en dioses, en ese caso, la cruz es el símbolo de la búsqueda de la inmortalidad o de la vida después de la muerte<< Richard alzó una ceja claramente escéptico. No había sido, ni sería jamás un hombre religioso. La veneración era un concepto que sólo guardaba para sí mismo. -Comprenderá, que es un símbolo que no suele verse en las llamas -Richard suspiró, sentía que si seguía así iba a quedarse sin voz- Tampoco suele considerarse una visión "positiva" ¿me dejo entender? -se volvió entonces a los compañeros de la muchacha que habían permanecido todo ese momento en silencio- ¿Alguno tiene otra pregunta? Vamos, que no tenemos todo el día.
  12. -Eh, vaya, sí -sonrió, parecía que se estaban topando por todos lados así que suponía que Ryddleturn debía estar también ajetreada por lo que no quería demorarla-. También necesito éstas. ID: 110981 Nick: (con link al perfil) Catherine Stark Nivel Mágico: XII Link a la Bóveda Trastero: 105643 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 90471 Fecha: 2015 - 10 - 19 Nombre del producto: Naipes Explosivos Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Nombre del producto: Varita Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 Precio total: 1500 Total de Puntos: 30 Había dudado al rellenar el formulario, para solicitar eso último. Le daba miedo la realidad que ello implicaba pero no podía negarlo por más tiempo. Luego del desastre generado por el alma de Káiser no sólo era que su varita ya no le respondía como antes si no también que además estaba prácticamente partida en dos. La fisura que ésta había tenido empezaba a alcanzar proporciones tales que Catherine empezaba a tener la sensación de que lo único que la mantenía unida era la empuñadura de plata. Su magia empezaba también a tornarse errática y no podía simplemente continuar haciendo de la vista gorda como había estado haciendo hasta entonces.
  13. -Eh, vaya, buen día Ryddleturn. No había esperado ver una cara conocida y ni siquiera había prestado atención al entregar el papel. Había estado algo atareada yendo de un sitio a otro y bastante concentrada en las pociones que iba a adquirir, además de otros objetos y hasta criaturas. No había deseado ser grosera. -¿Cuidas aun bastante de la hermosa serpiente que te llevaste? Sentía curiosidad. Pero también deseos de comprar, por lo que le entregó un pergamino a la par que le hacía aquella pregunta personal. Después de todo, aun tenía un par de pociones que comprar, aunque probablemente serían las últimas. Eran un par de pociones curiosas, a las cuales quería dar ciertos... usos que quizá eran poco convencionales. ID: 110981 Nick: (con link al perfil) Catherine Stark Nivel Mágico: XII Link a la Bóveda Trastero: 105643 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 90471 Fecha: 2015 - 10 - 19 Nombre del producto: Poción Envejecedora Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Poción Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 Nombre del producto: Solución para Encoger Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Poción Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Precio total: 1500 Total de Puntos: 30
  14. Richard se limitó a asentir en dirección al muchacho y se alejó de la pareja como si de una procesión se tratase, con Catherine en su hombro, ligeramente contrahecho. Su rostro, que mostraba una mueca de resignación, pronto se tornó en alivio al salir al exterior. El aire le pegó en la cara, revitalizante y Richard se permitió entonces tender a su hermana adoptiva en la hierba. Tenía los ojos cerrados y su rostro se mostraba sereno, como si no pudiese exaltarse de la forma en que lo había hecho. Un ángel. -Despierta, Catherine Movió su cuerpo con la punta de su bota y Catherine arrugó el ceño, revolviéndose un poco sobre la hierba antes de abrir los ojos. Las luces iluminaban poco allí afuera pero había luna por lo que pudo observar perfectamente su rostro a medida que éste pasaba del desconcierto a la ira. -¡Me sacaste de allí! -exclamó, furibunda- ¡Cómo te atreves, tu...! -¿Por qué viniste? La pregunta tuvo la virtud de callarla unos instantes, que ella aprovechó para sentarse y él para cambiar el peso de su cuerpo de su pierna derecha a la izquierda, con los brazos cruzados sobre su pecho. Luego, Catherine se incorporó, limpiándose la brizna de la ropa. -Vine porque tenía que venir -contestó lacónicamente-. De cualquier forma nunca pareció importarte ¿por qué es distinto ahora? Ese muchacho ¿sabes? -añadió cambiando de tema radicalmente y con descaro, en tono confidencial para evadir del todo la pregunta anterior- Dijo que no le daba importancia al miedo ¿puedes creerlo...? -Desapareciste. -Oh, cierra la boca y ahórrate el sermón. Sabía perfectamente que había estado perdida por días antes de aquel encuentro. Su hermano no tenía que decírselo. -Tuve que... hacer malabares para llegar aquí. -Enhorabuena. -No es un chiste Catherine -le reprendió Richard serenamente, con la expresión indiferente del patriarca- ¿por qué perdiste los estribos con ese muchacho? -Dijo que no le temía al dolor -Catherine soltó una risotada que resonó en buena parte del campo abierto, se sentía como un títere, repitiendo la misma frase-. Que no le daba importancia, que era poco relevante... -Él no es el que te enfureció -contestó a su vez Richard entonces, sonriendo, pues acababa de entender la situación- ¿Te reflejaste en él acaso? -Me recordó a alguien que fui. Tan irreflexivo -respondió Catherine evasivamente, levantando su capa del suelo y poniéndosela sobre los hombros, sus ojos dejaban entrever un ápice de su dolor-. Nada muy importante. Sólo fue como si alguien me tirase todos mis defectos pasados a la cara. -"El truco no es ser un ignorante acerca del dolor, si no el control sobre éste que puede ejercerse" ¿No me dijiste eso misma hace mucho tiempo? -Así es -volvió a decir Catherine negándose a mirarlo-. No tiene importancia ya -al parecer Richard se había librado de su cólera, mas no así de aquella Catherine extrañamente sosegada-. Pero no mentía. Su perspectiva del mundo me enferma. Richard suspiró. -Estoy dispuesto a desaparecer a tu lado -le tendió la mano con su típica sonrisa ladeada-. Vamos, tendrás el lujo de ver a Richard Stark inclinado sobre la palangana, vomitando su cena por cinco minutos ¿qué puede ser más sublime? Catherine curvó sus labios carnosos formando una sonrisa, para luego soltar la inevitable carcajada. Se había reído mucho aquella noche, si lo pensaba bien. Luego, tomó la mano de su hermano de una suavidad exquisita e inusitada y, en menos de un abrir y cerrar de ojos, desaparecieron en un remolino en medio de la noche, para aparecer nuevamente en la torre norte del Castillo Winterfall. No había sido el tipo de fiesta que había esperado pero ya había terminado y ella, bendito fuera su despertar, estaba una vez más en casa.
  15. Otra vez allí. Casi era un patrón repetitivo. Mas necesitaba seriamente los artículos que iba a adquirir en aquella oportunidad, especialmente por los problemas que le había estado acarreando el olvidarse las cosas últimamente. Sí, demasiados problemas había tenido ya y además, aun tenía una buena cantidad de oro dispuesta a ser invertida. Ya había estado en la segunda planta, por lo que simplemente bajó a la primera y se acercó a los dependientes. Sólo checó la lista en el libro para completar los datos que le faltaban llenar en su formulario y aguardó a que la dependienta terminara con la cliente que se encontraba delante de ella. Se alegró que haber adquirido ya los objetos que en esos momentos figuraban agotados y alargó el pergamino para que pudiese ser revisado. ID: 110981 Nick: (con link al perfil) Catherine Stark Nivel Mágico: XII Link a la Bóveda Trastero: 105643 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 90471 Fecha: 2015 - 10 - 19 Nombre del producto: Recordadora Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Nombre del producto: Vaso Autorellenable Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Precio total: 1000 Total de Puntos: 20
  16. Furia. Pensó que la cegaba, en el mismo momento que cayó de bruces. Luego, el tedio, que hizo que pensara un "finite incantatem" para deshacerse del lazo invisible que le había atado los pies. Su rostro se crispó en una mueca de asco pero antes de que pudiera incorporarse, algo la aprisionó. Intentó volverse para ver qué demonios era aquello, evaluar la situación mientras sus manos con las palmas abiertas hacia el suelo intentaban sujetar su peso. Seguidamente, el dolor. Su cuerpo se tensó como un arco y sintió la imperiosa necesidad de castigar al mocoso atrevido que acababa de tomarla por el cabello. Sus pies intentaron inútilmente sostenerla, resbalando cada vez mientras el muchacho soltaba su discurso. El mocoso no era quién para darle órdenes, eso era más que obvio, pero vaya ínfulas que tenía para sostener lo contrario. Pocas veces en su vida había conocido a alguien tan inflado por su ego como una vaca. Intentó zafarse sosteniendo su cabello de forma que le doliese menos, hasta que finalmente el predicamento finalizó y ella se vio libre de su agarre. Se incorporó al instante. Tenía el cabello enmarañado y unas terribles ganas de vomitar. Se sobó la oreja como si intentase librarse de algún germen mayor y se acercó nuevamente a éste. Ni siquiera se molestó en sacar su varita. No, el muchacho no la conocía sin duda. Pero iba a conocerla, quisiese o no. Ya era hora de que aprendiera algo que no le habían enseñado sus papis. Sabiendo que éste estaría preparado, a diferencia de la primera vez, no se detuvo a mediar palabra y le encajó una patada en la boca del estómago con todas sus fuerzas, para luego bajar la pierna y tomarlo del cabello como momentos antes había hecho él con ella, teniéndolo de rodillas puesto que la reacción natural, le provocaría una pérdida de la respiración insoportable, que bien sabía Catherine por las situaciones que había atravesado a lo largo de su vida, para un mago de su nivel sería el estar incapacitado de hechizos verbales. El resultado era bastante previsible: estaría despojado de sus poderes más útiles. Le volvió el rostro hacia arriba y ella se inclinó apenas lo suficiente como para mirarlo directamente, clavando los ojos en los suyos con gesto adusto. -Teatrito mis ovarios -fue lo primero que dijo. Su voz, a diferencia de la primera vez, estaba cargada de ira aunque a diferencia de otras oportunidades en las que su enojo era casi explosivo, en aquellos momentos susurraba- ¿Te crees muy fuerte? ¿Piensas que puedes pasar por encima de cualquiera porque no sabes lo que es el miedo? Entonces no eres más que un est****o. Mientras hablaba, había tomado su varita y con un movimiento de ésta lo petrificó allí, postrado en el suelo. Había sido algo rápido, debido a la proximidad de ambos, por lo que había tenido suerte de que no hubiese podido detenerlo. Sabía que el hechizo no duraría mucho, así que se apresuró a decirle lo que tenía que decirle porque aquel hechizo era, probablemente, la única forma de obligarlo. Probablemente no tendría una oportunidad parecida otra vez. -¿Crees que me importa lo que te caracteriza? ¿Que a alguien le importa? -soltó otra carcajada. Había empezado a elevar la voz hasta casi gritar- ¿Qué me importa lo que puedan pensar? ¿Cómo debo comportarme dijiste? ¿Qué acaso no tienes ojos para ver el tipo de persona que soy? Y yo que me consideraba transparente pero habría que ver si eso lo capta un mocoso insulso unineuronal... Ni siquiera estaba segura de que hubiese entendido sus insultos. Parecía ser el tipo de mago que no tenía ni un solo conocimiento muggle. Volvió a alzar el brazo para encajarle otro golpe mas una mano la sujetó con firmeza y la obligó a apartarse. Catherine, hecha una furia, se volvió dispuesta a maldecir al i****** que se había atrevido a interrumpirla y se sorprendió al notar que era su hermano. Richard Stark estaba enfundado en una túnica negra como ala de cuervo y unas botas de hebillas plateadas. Su aspecto, era como el de cualquier mago allí presente, aunque el brujo no podía haber aparecido allí nada más porque sí ¿Cómo había llegado? -Es suficiente. Su voz era serena, su porte serio. Catherine había estado tan enfrascada en "aleccionar" al chiquillo que no había notado que había empezado a montar un numerito. Tampoco le importaba claro, pero a su hermano sí. Se soltó con fastidio. Sus ojos se estrecharon en una expresión de desprecio. -Tienes suerte, mocoso. -¡Es suficiente, demonios! Richard le pegó un golpe seco y directo en la parte posterior del cuello a su hermana. Ésta, se desvaneció entonces, como si le hubiese dado un repentino mareo, cayendo en los brazos de su hermano. Él era sumamente delgado, pero consiguió cargarla en su hombro como si fuese un saco liviano y se volvió entonces hacia el muchacho que, como era obvio, ya había recuperado la movilidad. -Te ruego la disculpes -expresó con correcta modulación, haciendo una venia a pesar del peso que llevaba encima, lo que indicaba a las claras que era más fuerte de lo que parecía-. A veces tiene ciertos... exabruptos. Me la llevaré ahora para que no cause más inconvenientes -añadió, como si fuese la consecución natural de las cosas. Lo que sí era natural era que Catherine iba a intentar descuartizarlo cuando reaccionara; aun podía recordar la vez que lo había perseguido con un hacha por el campo de entrenamiento en Winterfall. Simplemente, era violenta. De momento, trataba de no pensar en eso-. A usted también, señorita -añadió, esbozando una sonrisa en dirección a la muchacha (Ariadna) que había presenciado el deplorable espectáculo. @@Eliot Akil @
  17. Luego de una temporada comprando de forma algo convulsa, había ido serenándose paulatinamente. Mas no había terminado aun con las compras a pesar de que se había prometido no volver a pisar el lugar si algo "extraordinario" no aparecía. No iba por algo extraordinario, después de todo, pero había pensado que prefería tenerlos en aquellas hermosas botellitas, viales y probetas. Al ingresar, notó que no estaba tan abarrotado como en otras ocasiones y eso le alegró; después de todo, odiaba las multitudes y sólo había sido su deseo de adquirir ciertos objetos lo que había hecho que se acercara allí la primera vez. Se aproximó al mostrador, notando que había varios letreros de "agotado" además de los avisos en el propio pizarrón que se encontraba detrás de los dependientes. Al parecer, las ventas iban viento en popa. Dado que ya los había visitado una primera vez, no le costó rellenar el formulario para luego acercarse a un dependiente desocupado. -Éstos, por favor -dijo en tono jovial luego de la venia correspondiente, de saludo. ID: 110981 Nick: (con link al perfil) Catherine Stark Nivel Mágico: XII Link a la Bóveda Trastero: 105643 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 90471 Fecha: 2015 - 10 - 19 Nombre del producto: Poción Crece-Huesos Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Poción Catalogación: AAA Puntos por unidad: 40 Precio: 2000 Nombre del producto: Poción Herbovitalizante Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Poción Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 Precio total: 3000 Total de Puntos: 60
  18. Buenas o/ Venía por una consulta/queja D: y era que hace ya un tiempo (dejo link por acá: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/98531-familia-stark-mm/page-16?do=findComment&comment=4852639) que dejó la gente del concilio el pedido de modificación para que se agregaran las criaturas que compré al primer post del registro Stark. Mi consulta era si cada vez que el concilio venga a certificarlo debo traer link acá para pedir la actualización o si esto lo harán ustedes directamente. Digo, porque pensaba hacer un par de compras más y quisiera estar enterada +.+
  19. Se detuvo unos instantes, en silencio, para luego soltar una sonora carcajada. Lo hizo con verdaderas ganas, su cuerpo agitándose gracias a los movimientos convulsos, involuntarios, que éstas le daban. Sus ojos brillaban, divertidos y su boca dibujó una sonrisa socarrona al alzar finalmente la vista hacia éste. Luego, secamente y de improviso, lo tomó del cuello de la ropa y lo estampó contra la pared en la que ya estaba apoyado con la fuerza suficiente a pesar de que el muchacho le sacaba varios centímetros, acercando peligrosamente su rostro al de éste antes de alejarse lo suficiente para encajarle un puñetazo en la cara. El sonido le produjo una sensación placentera en la espina dorsal y el brillo de sus ojos aumentó hasta su punto álgido, para luego extinguirse. Lo soltó, agitando la mano con la que le había pegado como si le doliese, con la emoción que había iluminado sus ojos y teñido sus mejillas ya enfriada. Fue una acción tan efusiva como fulminante. Se había esforzado. No, nadie podía reprochárselo; después de todo, quizá había sido una neglicencia, un sinsentido que olvidara algo tan inmediato y práctico como sus propios cigarrillos y lo lamentaba en momentos como esos. Pensándolo bien, siempre estaba olvidándose algo. Pero, volviendo al punto, había mantenido los modales y se había adscrito a cualquier normativa de etiqueta aceptable. Sí, incluso el propio muchacho tendría que haberlo notado. Se dijo a sí misma que no importaba. -¿Te diviertes, mocoso? -tenía los brazos en jarras convenciéndose de que no debía utilizar su varita contra un miembro de su propio bando. Su voz era grave y ronca, como la de un muchacho aunque era evidente que se trataba de una mujer-. Escucha: no me importa de que rancio abolengo desees preciarte para haber querido darte esos aires -continuó, la sonrisa desapareció, reemplazada por un gesto resignado, regañándolo-. Todo lo que entiendo es que tus conceptos acerca de lo correcto o lo que pareces considerar estético me enferman. Tenlo en mente la próxima vez que hagas algo así -distraídamente, empezó a limpiarse la mano en la túnica, su voz era calma, sonaba como si le estuviese ordenando que se limpiase los mocos o se lavase las manos-. Que, quizá, a algunos les traiga sin cuidado la imagen que puedas hacerte de su "honor". Por supuesto, el discurso hacía referencia a la postura mediante la cual el muchacho había rechazado su petición. Catherine prefería a la gente sincera, directa. Si el muchacho la hubiese echado directamente, no importaba el grado de repulsión, Catherine se hubiera encogido de hombros alejándose... eso era lo más probable. Pero el tipo de actitud que aquel tipo había adoptado para con ella era expresamente el causante de que hubiera fallado miserablemente en no plantarle cara y mantenerse... ¿pacifista era el término adecuado? Había expresado claramente todo cuanto necesitaba decirle, aunque no pudo evitar soltar un vago suspiro. Podría haberse alejado rumiando su insatisfacción, pero el problema era que Stark no era de las personas que se aplacaran de esa forma; el muchacho había despertado sus sentimientos más primarios, de matriarca mandona. Sí, lo había aleccionado como si fuese un niño malcriado, un chiquillo mal portado, cuando lo más probable era que éste no hubiera escuchado ni la mitad de lo que le había dicho. Todo aquello no había sido más que un desperdicio. Se alejó entonces en dirección a la barra haciendo caso de la petición en primera instancia del muchacho, de dejarlos en paz. Luego del topetazo, no le vendría mal una pinta. @@Eliot Akil @
  20. -Oh, mi****. Por supuesto, no tenían cigarrillos ¿cómo no lo había adivinado? Se sintió frustrada. Intentó hacer memoria (¡Catherine haciendo memoria!) de si tenía unos en casa para que su elfina se los trajera. Luego, cayó en cuenta de lo ridículo de su línea de pensamiento ¿su elfina trayéndole cigarrillos? ¿ella saliendo a comprarlos? ¡Dios mío! Era tan insólito que no podía más que pensarse una est****a. Hizo un esfuerzo por serenarse y al hacerlo empezó a observar con detenimiento alrededor. Debía haber alguien que tuviera algunos. Un muchacho bebiendo vodka. No, ese no. El anfitrión y una mujer conversando, la mujer que se suponía era la madre del anfitrión comiendo a su gusto. Era hermosa sin duda, con su rostro anguloso a pesar de la desnutrición... No, concéntrate Catherine. Una muchacho y una muchacha charlando junto a la pared. El muchacho parecía acosarla a preguntas y de la muchacha no podía ver el rostro. El olor le llegó al mismo tiempo en el que vio su mano. ¡Bingo! Ellos eran. Se incorporó de su taburete y se les acercó con paso decidido. Hubiera preferido que no fuesen una pareja e iba a poner cara de pocos amigos si se andaban besuqueando, pero supuso que si se portaba formal y amable, no había motivos como para que el muchacho no aceptase darle un cigarrillo. O dos. O tres ¿no era que la mayoría en La Marca Tenebrosa tenía galeones hasta para tirar? A pesar de todo, se aproximó con cautela y sólo terminó por acercarse del todo en cuanto notó que el muchacho había terminado de hablar. No quería invadir privacidad alguna. Si le daba la cajetilla, se largaría al instante. Rogó porque fueran unos convertibles de menta y limón. Al menos menta, no los malditos regulares... -Eh... disculpen -llamó, con la mano, como si la pareja fuera un par de gatos huraños- Me preguntaba ¿Será que podrían compartirme unos cuántos de sus cigarrillos? -supuso que la mejor forma de tratarlos sería en plural y eso la relajó, por lo que continuó con más soltura- En la barra no tienen, lo que es un incordio. Les debería una, claro. Ya estaba, servido, su cóctel de formalidad Nott; la perfecta señorita, perfectamente representada. Al diablo la redundancia, eso era lo que había hecho. Una sonrisa tenue había acompañado sus gestos, una sonrisa que denotaba falsos deseos de agradar. No, falsos no era el término correcto para definirla. Simplemente, era una sonrisa que podría haberle otorgado a cualquiera. El par de muchachos, su elfina, un perro o su hermano. @@Eliot Akil @
  21. Avanzó por el camino hasta que el bosque pareció tocar un prematuro fin en un claro de tamaño considerable. Podía verlo extenderse a los lados, pero ante ella tenía una encrucijada, que volvió a resolver de forma despreocupada tomando el camino central frente al cual no tardó en ver el castillo que había ido a buscar. No había tenido problema al pasar por las verjas debido a que siempre era sincera; no entendía lo afortunada que era por ese pequeño detalle. La fuente era bastante impresionante pero no fue eso lo que inquietaba a Stark. Lo que la había mantenido en constante alerta desde su llegada era el sonido del agua, primero en el bosque y ahora la que provenía de la fuente, de la que manaba sin cesar. Parecía invitarla a adentrarse en aquel bosque desconocido y Catherine no era de las que resistiera demasiado a las tentaciones. Sin embargo, tenía una misión y a ello se abocó sabiendo como buena Stark que sus deberes eran primero. Tocó la puerta de madera oscura y aguardó pacientemente en la entrada. Estaba segura de que era la primera en llegar, aunque no entendía del todo el por qué de aquella certeza. Tenía a Ophelia enroscada alrededor de su cuerpo bajo la túnica y su sombrero de bruja y la capa disimulaban de forma conjunta el hecho de que la mamba se encontraba allí, cómodamente instalada. La serpiente era una completa descarada aunque no podía increparle a sus animales atributos que le achacaban a ella misma. Miró alrededor. Silencio. La serpiente bromeó hablando de roedores y criaturas deliciosas en el bosque. Al parecer estaba hambrienta mas no era momento de cazar. -Tenemos deberes sagrados que cumplir, Ophelia -explicó la muchacha, divertida, en un pársel sutil, como si no quisiese ser oída por nadie más que la serpiente. No creía que hubiese personas allí que dominasen la habilidad pero nunca se sabía. Además, esperaba que la criatura se mantuviese quieta. La había traído en un momento de debilidad y empezaba a creer que había sido un error. -Susúrrame, pequeña, pero mantente inmóvil -añadió, en el mismo tono confidencial de antes, con silbidos dulces como miel aunque normalmente su voz era ronca y grave al hablar.
  22. -Ja, claro. Cirse la mártir es como deberían denominarte. Tengo buenas ideas sí ¿cuánto de oro me das a cambio? Sus travesuras eran tan risueñas que la hacían sentirse un poco enferma por su propia actitud. Lo último que sabía era que había asesinado al prometido de su hija en un arrebato de ira y que ahora compartía bando con él, que era la razón por la cual lo había matado en primer lugar. Quizá había sido allí en donde había empezado su caída hacia el abismo. No estaba segura pero algo sí sabía: que él la odiaba por eso. -Si quieres hacerle ver el infierno, nada más fácil -aseveró Catherine con un ademán despectivo- pero me temo que no lo deseas realmente, Atkins -sus ojos brillaron momentáneamente fijos en la mujer, como deseosos de enterarse más sobre ella ante el simple escrutinio de sus reacciones-. Te diré lo que pienso: creo que sólo deseas jugarle una broma pequeña. Un "estreno a la familia" por decirlo de alguna forma -dejó que una sonrisa se ensanchara en su rostro- Préndele fuego a su vestido -concluyó y una risotada pura y simple escapó de sus labios-. Ya verás como empieza a abrir bien los ojos cuando te tenga en su presencia y lo recordará un buen tiempo -se incorporó por fin de la cama, como un gato-. Y yo que tu, me aseguraría de tener ahí a "El profeta". Quiero ver ese vestido en llamas en las primeras páginas de las columnas sensacionalistas. Siempre recordarían la escena no como una mácula a su propia familia si no como una torpeza de la mujer, si Atkins lo hacía con cautela, cosa bastante obvia que, Catherine estaba segura, su "amiga" entendía de sus indirectas. De esa forma, su mismísimo ingreso se vería transtornado y eso no podría hacer infeliz al novio en su amor por la muchacha si no en su orgullo familiar, cosa que sólo predispondría la posición de poder para la familia sobre la novia y no al revés. Aun en caso Atkins fuera descubierta podía ser velado como un intento de hacer una broma y Catherine estaba segura de que Atkins sabría fingir el apropiado papel de víctima de las circunstancias. Eso claro, si es que cometía la tontería de ponerse en evidencia, cosa que ya de por si Stark dudaba. -No importa cómo lo mires -concluyó de forma teatral- Sigue siendo una simple broma y cualquiera sea el resultado, a favor de tu familia.
  23. Richard Stark -Es uno de los más efectivos, señorita Gryffindor -explicó Stark con calma-. Porque prácticamente cualquiera puede ver formas en las llamas. Su voz se veía suavizada por el hecho de que se había quitado el libro de la cara y sus ojos aun tenían esa nota risueña de una duermevela. Richard apenas había prestado atención a la muchacha resfriada, pero le complacía el hecho de que hubiese llegado a tiempo. Prefería ahorrarse problemas con su hermana respecto a dejar tirados a los alumnos en el aula por llegar tarde. Por eso mismo, también dejó que el chico que entró de último dejara hacer con un simple y seco ademán y una expresión neutra en el rostro. Volviendo al tema de la clase, Weasley ("de Weasley", pareció apostillar con una risilla una molesta voz en su cabeza) había planteado una pregunta interesante. Sus ojos parecieron abrirse un poco más, aunque no se apartaron del tema. -Ah, eso depende de lo que vea en las llamas -giró la hoja señalando la lista y explicó-. Los cinco signos nos hablan de los más comunes, los que cualquiera suele o cree ver en las llamas. El "cree" era bastante informativo en realidad. La realidad era que podían ver muchas cosas pero era bastante común que todo mundo errara en la interpretación. Richard intentaría ayudarles en ese punto, pero no era como si pudiera pedir demasiado de sus talentos. Además, dictar una clase era genuinamente agotador; se sentía presionado a hablar todo el tiempo y no podía haber nada que lo incomodara más que las largas charlas en donde él tenía que decir demasiado. Mas no podía escaquearse. La próxima le cobraría a Catherine más caro el reemplazo... -Éstas son, básicamente, la espada, el rostro o cara, el ave, la mano, el corazón y el barco -Richard dejó atisbar su sonrisa ladeada-. Probablemente ahora piensen que no sé contar pero no se trata de eso -continuó desestimando la idea con un ademán, su sonrisa ya olvidada-. Es sólo que la espada y el ave suelen confundirse, cada vez, a los ojos de hasta los mejores -su dedo índice y pulgar volvieron a cerrarse en un puño luego de haberse alzado para señalar ambos elementos-. Esto, si así lo desean, pueden tomarlo como el reflejo mismo de la timorata naturaleza humana. Es porque asociamos, invariablemente, incertidumbre con peligro. Y creo que con eso también contesto su pregunta, joven Evans, porque efectivamente los elementos pueden combinarse. >>El hecho de que sean las más comúnmente vistas, tampoco es una sencilla coincidencia -sus ojos dejaron entrever un brillo un tanto extraño, casi de burla-. Todos los humanos desean conocer el futuro para evitar que éste suceda, por paradójico que pueda sonar y sobre todo si se trata de algo que les genera dicha incertidumbre, no porque se sientan curiosos. Así que lo que nunca deben olvidar es que éste esta en constante cambio. Esa, es la más importante de todas las lecciones que aprenderán hoy<<. Sentía que necesitaba agua, pero sólo tenía la botella sin contenido en su morral; aun así la sacó, acomodándose. Estiró las piernas nuevamente, colocándose en una cómoda pose con un brazo apoyado sobre una de sus rodillas flexionadas haciendo oscilar la botella vacía en el aire y el otro con un palillo de Men's Pocky. Sus pantalones drill de bolsillos se extendían cómodos y amplios hasta rozar el suelo y podía apreciarse sus descuidadas zapatillas a causa de la postura como no se había apreciado antes. Era consciente de que aun no había contestado la primera pregunta de Evans y aun así no pudo evitar sentirse atraído por la deliciosa lógica que la que Haughton había hecho gala al cuestionarlo sobre algo tan práctico y factible. Era, de lejos, la pregunta más atinada para hacer debido al tipo de ramo que iban a estudiar, dado que de Weasley había tenido en su favor la hoja que él les había entregado como pista. -Sí, Haughton, a eso iba llegando -completó al terminar de escuchar al muchacho-. Los elementos que vayan a quemarse, influyen en la interpretación. La sal es un elemento fácil de interpretar, pues sólo se debe consultar el chisporroteo y el hálito que ésta genera al contacto con el fuego. Sus interpretaciones usualmente son sobre hechos que puedan implicar felicidad y ésta será medida por el nivel que éste hálito genere. En cuanto a las condiciones climáticas es algo más complejo. Podría ser influyente como que no; todo depende de que tan capaz seas de interpretar unas llamas que están en constante movimiento no sólo por su propia fluidez si no por elementos como el aire -explicó con voz monocorde aunque sus ojos estaban fijos en el muchacho-. Es decir, una llama que arde en una chimenea, es distinta a una tea que se usa al salir a pasear de noche. Creo que entiendes a lo que me refiero en cuanto a volumen, forma y el hecho de que una podría llegar incluso a extinguirse. Richard no dijo más, si no que en su lugar se incorporó y les ordenó acercarse con sus papeles. Quizá tuviesen más preguntas en sus mentes, con la información que les había proporcionado, pero eso le importaba un pimiento: estaba más que harto de hablar. Sentía que había hablado por varias semanas ya y encima debía continuar. -A la cuenta de tres, tomarán el traslador junto conmigo -indicó alerta, mirando la zapatilla de ballet y colgándose su morral cruzado sobre su cuerpo. La cajilla de Men's Pocky la guardo en uno de los bolsillos intermedios del pantalón drill y en su otra mano sólo mantuvo la botella vacía de agua- El se quede en el aula ya sea por estupidez o negligencia puede considerarse reprobado, se los advierto. Tres... dos... uno... El mundo empezó a girar y Richard se sintió enfermo. Enfermo de veras. Cuando todo terminó, sólo tuvo las fuerzas para arrastrarse a un árbol y abrir el morral a toda velocidad para sacar un vial de la poción efervescente de su hermana con manos temblorosas. Era simplemente horrible, pero tendría que hacerlo en aquella oportunidad. Sacó el tapón con manos ligeramente temblorosas y bebió el contenido de un sólo trago, asqueado. El sabor de la poción era deliciosa; era la certeza de los mareos y los deseos de vomitar lo que lo debilitaba. La sensación de sentirse enfermo lo acompañaría un buen rato, probablemente, pero no podía darse el lujo de echar su desayuno en una palangana delante de los alumnos. No en aquella clase. Deseó ser más normal por un instante y que cosas como desapariciones y trasladores no lo afectaran tanto, aunque lo descartó como estupidez segundos después. Se encontraban en un claro pequeño e íntimo. Las hojas parecían susurrar cosas y de cualquier forma el sol brillaba sólo tenuemente sobre ellos. Richard se volvió entonces, con la boca ya menos seca pero mareado y con fastidio. Se limitó a señalar con el índice un sendero bastante notorio, franqueado por hileras de robles a los lados. Sin mediar palabra, adelantó a la comitiva y se acercó hacia el lugar en donde realizarían "la hoguera" esperando que todos lo hubiesen seguido, por su bien. Allí, se encontraban apilados unos troncos de aspecto imponente, inclinados hacia dentro formando algo parecido a un cono. Debajo de la zona en donde los extremos de éstos se juntaban, estaba reunida la yesca y unas frituras muggles que ayudarían a prenderla. -Si alguno me hiciera el favor de lanzarle algo de fuego... -comentó Richard aun con una mano delante de la boca, mareado- Arderá al instante y podré continuar ¡Ah y llenarme esta botella! Si no es molestia...-la alzó en el aire- también sería práctico si pudieran mencionar aunque sea sólo un elemento que no aparezca en la lista y del que hayan oído hablar, que se vea en las llamas y, en caso lo conozcan, su significado. Sí, se sentía decididamente enfermo, pero consiguió apartar la mano de su rostro y dominarse. Tenía el ceño fruncido a causa de la concentración que eso requería pero esperaba ser capaz de retomar su usual autocontrol en breve; mientras tanto tenía la esperanza de que no viniera alguno a importunarlo con la molesta pregunta de por qué no lo encendía él mismo, que prefería ahorrarse las discusiones y las miradas asesinas, al menos de momento. El espacio abierto en donde se encontraba la hoguera, en los linderos del bosque, asemejaba a un cañón. De hecho, lo era, aunque de modestas dimensiones y parecía cerrarse como brazos de roca alrededor por lo que la vista era limitada hacia fuera. Como podía comprenderse a causa del espacio abierto y el bosque más allá, así como por el que tenían tras ellos y la forma en que estaba dispuesta la geografía, no era lugar donde corriera mucho viento.
  24. Sostenía la escueta nota entre sus dedos con el brazo caído a un lado, casi como muerto, mientras que apoyada en la cama, se acurrucaba abrazando sus piernas con su brazo libre. La nota había hecho que una alarma en su interior se disparara instantáneamente y rogaba que la labor de Elodia sólo fuese momentánea; casi como si se hubiese detenido apenas enviando la nota. Catherine ya no tenía a Káiser en su interior, manipulándola, por lo que ni siquiera contaba con la cobarde salida de acudir a sus fuerzas para enfrentar el rostro de su hermana adoptiva. También era su madrina, aunque la situación familiar confusa no era lo que le preocupaba. Lo que realmente le preocupaban eran sus ojos inquisitivos, increpándole ¿O acaso serían como dos témpanos de hielo, despreciándola por su decisión? ¿Molestos, enojados por el hecho de que se presentara ante ella con una Marca Tenebrosa en el antebrazo? Desde luego, Elodia aun no tenía forma de averiguarlo. Quizá podía ser una sacerdotisa, pero eso sólo había sido peligroso mientras ella aun cargaba con el espíritu de Káiser. Siendo ya libre, Catherine no tenía motivos para temer la percepción que su madrina (¿o hermana?) podría tener de su alma. No, su verdadero temor radicaba en el hecho de que quizá, por algún gesto, actitud o frase que saliese de su boca, se viese delatada ante ella. Se temía a sí misma y la forma en la que podría comportarse ante ella. Suspiró. Sabía que de nada le servía ponerse a pensar en ello y aun así lo había hecho. Bajando los pies de la cama, se acomodó la túnica negra sobre la pijama con gesto ausente y se caló las botas negras de hebillas. En la cabeza, se colocó su sombrero de bruja y se pasó la capa por los hombros. Aún distraída, tomó su varita de la mesita de noche y la colocó en su bolsillo izquierdo, desde dónde quedaba sobresaliendo, por lo que podía apreciarse su mango de plata con una serpiente enroscada en la empuñadura. Eso disimulaba el hecho de que tenía una rajadura más amplia en la base y casi imperceptible en la punta. Se acercó a la chimenea y tomó los polvos flú que estaban sobre la repisa de ésta. Luego, los echó al fuego y fue así como llegó a la Universidad. Nunca había estado en "la torre sur del palacete oriental" y cómo le había sonado complicado (y tenía pésima memoria) cargaba con ella el pergamino para no olvidar la información. Resultó ser menos complicado de lo que había esperado, aunque de todas maneras le tomó un buen rato llegar. Quizá de haber sabido la ubicación exacta podría haber surgido en otra chimenea. No estaba segura. Su contrariedad, pese a su esperanza renovada durante el pequeño paseo, se vio aplastada entonces por la figura que vio al interior del aula. Saludó con una venia y luego retiró la vista al instante. est****amente, había sido la primera en llegar y eso no le gustaba para nada. De haber llegado tarde, se hubiera ahorrado aquella incómoda situación.
  25. <<¿Elfo?>> Intentó recordar si alguna vez habían tenido alguno en el castillo, pero no creía recordarlo. Tampoco era que su memoria fuera demasiado buena... pero no creía entender entonces a qué se refería. Se encogió de hombros. Fuera del comentario del hombre, había deseado responder a Atkins pero parecía que al fin las cosas empezarían a ponerse buenas y dejarían de ver a la mujer aquella comer. No se había enterado del drama familiar a pesar de lo que había presenciado, pero le había hecho gracia el comentario ése de la novela. Había dado justo en el clavo. Sin embargo Crouchs, quizá algo picado o quizá simplemente haciendo gala de caballerosidad para con Atkins, empezó a hacer los arreglos necesarios. Catherine observó alrededor con ojos brillantes, pensando en que quizá no había sido un error acudir después de todo. Además las quejas de una bruja recién llegada (¿de dónde era que le sonaba su cara?) habían terminado por culminar aquella aburrida etapa. Catherine soltó una carcajada de alegría, que nadie oyó porque fue apagada en el mismo instante en que comenzó, por el sonido de la música. Alcohol, juegos de azar, mujerzuelas y hombrezuelos. Sí, supuso que aquello era exactamente lo que se necesitaba, aunque... faltaban los juegos de azar. Sin embargo, el DJ lo compensaba. Se acercó a la barra que acababa de instalarse y dado que todos parecían empezar a dispersarse, aunque de seguro en breve algo harían juntos, decidió ella misma ir por su cuenta de momento. -Un vodka. El muchacho trajo el vaso de boca ancha con la bebida y unos hielos grandes y refrescantes flotando. Stark bebió de un buen trago todo el contenido y pidió un segundo soltando una exclamación de puro disfrute. Sabía que necesitaría más que eso para emborracharse, así que sería mejor empezar pronto. Con el segundo vaso en la mano, se volvió en el taburete para observar el resto de la fiesta. Su mirada viajó de una figura a otra, su codo izquierdo colocado en la barra a la par que daba tragos ocasionales de su bebida. Con soltura, sacó de su bolsillo la cajilla de Men's Pocky y la dejó sobre la barra, luego de extraer un palillo. Moría por un cigarro de limón, pero no tenía ninguno; no se había dado el lujo de fumar desde hacía mucho, cuando su respiración había empezado a fallarle. De cualquier forma, había dejado de importarle cuidarse en ese sentido pero... ¿de dónde diablos sacaría uno? -Eh... ¿tienen cigarrillos de menta y limón aquí? -preguntó al muchacho de la barra volviéndose a medias en su asiento, aun con la espalda y el codo apoyados en la la superficie de ésta y el taburete ligeramente inclinado en las patas traseras, casi como si estuviera jugando- De los convertibles. Los muggles podían portarse como una bola de inútiles pero a veces hacían cosas decentes. Los cigarrillos eran una de esas cosas. Lo mejor de todo, era que aún habiendo vampiros, hombres lobo, demonios y quién supiera qué otros seres, ya no se retorcía del asco al sentirlos cerca y ya no había una voz en su cabeza, susurrándole de quién tenía que tener cuidado. Sí, libertad, y encima, saboreada con un buen vodka.

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