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Syrius McGonagall

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Mensajes publicados por Syrius McGonagall

  1. Matt Ironwood.

     

     

    La respuesta a su pregunta llegó de la mano de una bruja de tez pálida y cabello rubio que entró al salón saludando a los presentes mientras ocupaba una de las sillas.

     

    -Buenas - contestó a la vampiro antes de mirar el susodicho armario que había señalado. De inmediato como si reaccionara a la atención que estaba recibiendo comenzó a vibrar, pero no un pequeño temblor sino como una gran vibración que parecía agitar los propios cimientos de El Refugio.

     

    -¿Qué pasa? - preguntó confundido el mago sintiendo como el suelo y las ventanas del salón vibraban junto al armario, ¿Mecanismo de seguridad? No entendía porque si allí todos los presentes eran miembros de la Orden del Fénix. Las sacerdotisas fueron las primeras en actuar, el mago observó cómo las mujeres se arrodillaban junto al armario y rezaban un encantamiento, suponía que para purificar cualquier magia nociva que pudiera haber dentro.

     

    Mientras el labor de las hijas de Avalón proseguía algo más captó la atención del ojiazul, un sonido, como veloces pisadas en el exterior. No dijo nada, no quería estorbar el accionar de sus compañeras por lo que se acercó silenciosamente a una de las ventanas que daban al exterior y trató de observar algo fuera de lugar.

     

    La noche había caído por completo en el exterior y la luna brillaba con fuerza en un cielo completamente despejado, observó entre las sombras que los altos árboles del bosque proyectaban sobre el terreno arenoso del jardín tratando de encontrar algo pero hasta los sonidos se habían detenido. ¿Se lo habría imaginado? Pero como respuesta a su pregunta los volvió a sentir esta vez más alto y más cercano que en la oportunidad anterior y los sonidos venían del techo.

     

    Estaba seguro que sus compañeros también podían sentirlo, pasos rápidos y ágiles que correteaban por el tejado y no eran solamente provocados por una única persona sino varias, parecía una carrera encima de sus cabezas. Matt se llevó una mano al bolsillo de su pantalón y desenvainó su varita listo para lo que se presentará. Tenía la mirada clavada en el techo tratando de determinar por donde correteaban pero súbitamente se detuvieron y se hizo un silencio tenso en la casa.

     

    El mago mantenía fija la mirada en el techo mientras sentía todos sus sentidos en alerta, hasta que un estallido de vidrio y madera lo tomó por sorpresa al igual que la fuerte mano que se aferró a su hombro. Se giró sobre sus pies con velocidad mientras luchaba contra la mano que lo arrastraba hacia la ventana rota que tenía su espalda. La mano tenía un aspecto humano pero escamosa y de tonalidades grisáceas, el brazo seguía las mismas características pero del otro lado en la oscuridad de la noche lo único que se lograba vislumbrar era un par de ojos rojos que brillaban con ferocidad.

     

    La criatura tiraba con fuerza salvaje y tenía completamente inmovilizado el brazo de la varita pero sus últimos meses de entrenamiento en el Templo Paladin le dieron una oportunidad, con su mano libre giró y tomó con fuerza el antebrazo que lo retenía <Divine Force> se concentró mientras sentía todos sus músculos tensarse mientras giraba la extremidad del atacante hasta sentir el "crack" del cúbito y el radio al romperse. El agarre se aflojó al instante y el brazo roto se retiró a la oscuridad de la noche mientras un quejido de dolor distorsionado llenó el aire.

     

    Los correteos en el techo se reanudaron y otros golpes y embates contra la casa no tardaron en llegar, aquellas cosas querían entrar. -Nos están atacando - gritó por encima de los sonidos -cuidado con las ventanas - alertó mientras sentía el ruido de la madera al resquebrajarse ¿sería la puerta?

     

    No estaba seguro de que eran esas cosas o cuántas eran, ¿sería buena idea permanecer en El Refugio?, salir a pelear a ciegas sin estar al tanto de la naturaleza y los números del enemigo eran una locura pero podrían aparecer en otro lugar lejos de aquella casa y plantear que hacer a continuación. Observó a sus compañeros ¿las sacerdotisas habían terminado con su ritual o habría que hacerles más tiempo?

     

     

    @@Sherlyn Stark @@Xell Vladimir Potter Black @

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  2. Matt Ironwood.

     

    Hotel Halekulani. Día de la Gala.

     

     

     

     

     

     

    Ingresó nuevamente al bullicio del salón principal, parecía que se hubiera llenado aún más de personas que cuando salió al jardín hacía tan solo 15 minutos. Se detuvo unos segundos en la entrada mientras que buscaba con la mirada entre los comensales, buscaba a Lady, buscaba a Ada pero también vigilaba que el viejo rumano gruñón no se diera cuenta de que había abandonado su puesto de trabajo.

     

    Después de unos segundos logró encontrar a la Primer Ministro Francesa, estaba junto a una larga mesa donde varias copas esperaban a ser llenadas por los distintos brebajes que las acompañaban, parecía estar sola mejor oportunidad para acercarse y no llamar demasiado la atención.

     

    Con cuidado el ojiazul se adentro furtivamente en la pista central, tratándose de ocultar tras las decenas de personas que llenaban el lugar moviéndose al son de la música suave que sonaba, mientras atravesaba el salón hacia el lugar donde la política aguardaba.

     

    Paso junto a una pareja de ancianos que realmente parecían estar disfrutando del momento y llegó hasta la larga mesa donde los mozos llenaban los tragos o los propios invitados podían hacerlo. Se acercó hasta la bruja y fingió tomar una copa y llenarla de ponche, no le gustaba beber cuando trabajaba.

     

    -¿Todo bien Primer Ministra? - saludó a la mujer apenas mirandola de refilón, nadie debía notar alguna especie de conexión entre ellos ni ningún otro miembro del equipo.

     

    Una vez se llenó el vaso se giró para observar la pista de baile y se mojó los labios con el trago pretendiendo que tomaba -Matiba no ha bajado desde que llegó hace un par de horas…. Pero se encuentra en el hotel - fingió beber de nuevo mientras realizaba una pausa.

     

    -Pero reservó una zona VIP junto aquel ventanal - hizo un gesto apenas perceptible con la cabeza indicando el lugar - ¿Vio esa mesa junto a la zona VIP? ¿Notó a aquel hombre y esa mujer? Son los miembros de Genetics, Emily y Patrick, Matiba los quiere tener cerca…. - el mago dejó el vaso sobre la mesa y se giró hacia la bruja.

     

    -Hay algo en Alaska, Genetics tiene algo en el norte, me tengo que ir….. es un llamado al que no puedo fallar - se disculpó con la rubia por no poder comentar nada mas - Cualquier cosa, si algo sale mal y necesitan ayuda cuentan con el FBI, no duden en enviar - pero sus palabras fueron interrumpidas por una conmoción.

     

    El castaño se giró en busca de aquel alboroto y se encontró con que la música se había detenido y un juego de luces apuntaba a la entrada que conducía a la escalera que llevaba a la segunda planta, una voz presentaba la llegada del anfitrión de aquella lujosa velada, el poderoso empresario Akito Matiba.

     

    Matiba sonreía y saludaba al grupo de personas mas cercano que lo aplaudía y recibía, tenía una expresión bonachona en el rostro que el castaño hasta aquel momento desconocía en el empresario, una máscara de cortesía que chocaba con sus rasgos filosos.

     

    El agente del FBI lo observó caminar rumbo al pequeño escenario que se elevaba un par de centímetros por sobre la pista central, el juego de luces lo siguió todo el camino mientras el hombre no paraba de estrechar manos con los comensales que lo saludaban. Una vez subió los escalones hacia el escenario, un hombre la alcanzó un micrófono y Akito se posicionó en el medio.

     

    El ojiazul prestó atención a lo que sucedería a continuación, tenía que escuchar el discurso antes de partir rumbo al norte.

     

    Akito se aclaró la garganta y tomó la palabra -Buenas Noches y gracias por presentarse a esta gala benéfica por los damnificados de la tormenta tropical que azotó el estado hace dos semanas…. - su voz resonaba por todo el salón - Todo lo recaudado irá a la Cruz Roja y la reconstrucción de las zonas más afectadas - una larga serie de aplausos siguió a esa frase a la cual el castaño se unió.

     

    La última tormenta tropical que afectó al estado había sido muy dura y varias pequeñas comunidades a lo largo de las islas se vieron muy dañadas, pero aún así sabía que todo aquello no era más que una pantomima, un escaparate para la prensa que ocultaba el verdadero motivo de aquella reunión.

     

    -Como sabrán el gran estado de Hawaii siempre es una prioridad para mi, es el lugar donde nací y me críe y lo considero el mejor lugar del mundo para vivir, no lo cambiaría por nada - sonrió mientras más aplausos lo coreaban - Pero hay personas que no son de la misma opinión…… personas que prefieren cerrar los ojos ante la amenaza que se oculta entre nosotros y no tomar cartas en el asunto…. Personas con verdadera influencia en el estado y con capacidad de accionar - parte del público comenzó abuchear a las personas que el hombre hacía referencia.

     

    El mago guardó silencio mientras prestaba atención a todas las reacciones de los invitados y analizaba las palabras de Matiba - Nuestro gobierno, empezando por el Gobernador Lakuna y gran parte de los senadores del Estado de Hawaii no hacen nada para que no prever que los horribles atentados que afectaron la ciudad de Nueva York sucedan aquí - más ensordecedores abucheos apoyaron sus palabras

     

    -Los magos y brujas si señores y señoras, aquellas criaturas de los cuentos son reales y peligrosos…. No hay más que ver los destrozos que hicieron en Reino Unido contra los humanos, lo que hicieron aquí en la notoria ciudad de Nueva York, nos odian, son una amenaza para nuestra sociedad, nuestros niños, nuestra existencia misma - los clamores de la multitud se fueron apagando mientras el relato se tornaba más tenso y su voz baja en intensidad - Pero no me voy a quedar de brazos cruzados mientras esos monstruos pululan por nuestras calles y nuestros gobernantes cierran los ojos - su voz volvió alzarse con fuerza y el público pareció reaccionar aquel cambio de tono con más aplausos y vitoreos.

     

    -La Propuesta de Registro Para la Población Mágica, es una medida fundamental que nuestro gobierno debe llevar a acabo…. Tenemos el derecho de saber donde estas…. Personas se encuentran, donde trabajan, donde estudian, donde se reúnen, no podemos permitir que sigan ocultos ¡Si a la Propuesta de Registro Para la Población Mágica! ¡El grandioso estado de Hawaii y su gente se lo merece! ¡Ayuden a que el gobierno aprueba la propuesta! - vítores, aplausos y gritos de ¡Akito para Gobernador! Siguieron al hombre mientras baja del escenario para saludar a los fervientes comensales que se acercaban para saludar.

     

    El ojiazul guardó la calma mientras digería todo aquel teatro que acaba de ver, sin lugar a dudas aquella velada benéfica había demostrado lo que realmente era, una campaña política por parte de Matiba. Aquel hombre era muy peligroso, no solo para la población mágica (posición que dejó más que clara en aquel discurso) sino que era capaz de transgiversar los hechos para su conveniencia y hacerlo creíble para el resto. Los atentados en la ciudad de Nueva York no fueron causados por los magos, sino contra los magos por un grupo extremista encabezado por el Inquisidor pero parecía que todos los presentes aquella noche en el salón se olvidaron de aquel detalle.

     

    Su capacidad de influencia era para tener cuidado. El mago se giró hacia Ada - Bueno las caretas se han caído, no es un ambiente amigable para nosotros, tengan mucho cuidado - se sentía un poco culpable al tener que dejarlos en aquel lugar pero también sabía que aquel grupo era más que capaz de cumplir la misión y manejar la situación.

     

    -Espero que nos veamos pronto - se despidió de la bruja.

     

    Después de discutir con su jefe e insistir que aquello no podía esperar, desapareció en un rincón oculto por la vegetación en el jardin donde tambien se desarrollaba la fiesta rumbo a Juneau.

     

    El fresco aire del norte en aquella madrugada veraniega, donde el sol comenzaba a iluminar el horizonte le arrastró el aroma de los pinos y la tierra como bienvenida. Las montañas se alzaban a donde quiera que mirara, y el mar se asentaba tranquilo entre las marañas de islas, islotes y penínsulas cubiertas de bosques del Canal Gastineau. Y asentada entre aquel paisaje de ensueño se encontraba la ciudad de Juneau, capital del Estado de Alaska. Desde la pequeña colina en las afuera donde se apareció tenía una vista magnífica de la ciudad y hasta allí avanzó.

     

     

     

    @@Ada Camille Dumbledore @@Lady Luxure Grindelwald @@Ellie Moody

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  3. Matt Ironwood.

     

     

     

     

    Una figura femenina apareció en el rellano que conducía a la escalera que llevaba a la segunda planta, la mujer no dijo nada a lo que al sentir la situación algo incómoda el mago se adelantó a presentarle.

     

    -Matt Ironwood - saludó a la bruja que no conocía, era lo que tenía ser un miembro de la Orden en el extranjero, no eran muchas las ocasiones en que frecuentaba a sus compañeros en el país de origen del grupo.

     

    No hubo mucho tiempo para conversar porque otro persona ingresó a El Refugio, otra bruja a la que tampoco conocía pero que se presentó inmediatamente como Xell, a lo que el ojiazul respondió - Matt Ironwood - por segunda vez en menos de cinco minutos.

     

    -Bien recién llegado al país - respondió el mago a la pregunta de la bruja rubia, sonrió al escuchar la referencia al mar que hizo - No hay lugar como el mar, toda mi vida estuve rodeado por el océano, me siento como en casa oliendo el salitre y sintiendo romper las olas contra la playa - contestó echando un rápido vistazo por una ventana que regalaba una imagen preciosa del mar a un par de metros de El Refugio.

     

    Escuchó la serie de preguntas de la mujer y se acercó hasta su mochila que había dejado junto a uno de los sofás de la sala, abrió la misma y busco en el interior el mensaje que había recibido y lo condujo hasta aquel lugar. Al encontrarlo sacó el pergamino y le paso una rápida releída - Este es el mensaje que recibí, me imagino que fue el mismo para ustedes - comentó mientras le pasaba el pergamino a una de las brujas.

     

    -Al parecer compañeros encontraron un espejo mágico….. ya saben aquellos que son espejos gemelos que permiten la comunicación entre ellos, lo encontraron en los bosques de aquí atrás - hizo un gesto con la cabeza indicando el patio trasero de El Refugio - del otro lado había un grupo de personas que dijeron que estaban perdidos y necesitaban ayuda, en estos mismos bosques - hizo una pequeña pausa en su relato.

     

    -Pero el espejo se rompió, la comunicación se perdió y el misterio prosigue hasta hoy - buscó con la mirada en la repisa más cercana los fragmentos de aquel espejo pero no los encontró - La Orden buscó pistas en todos los pueblos de la zona, sobre si sabían de un grupo de personas perdidas pero no encontraron nada, lo más cercano que encontraron fue una nota de un grupo de excursionistas nomajs que se perdió por esta zona hace un año - concluyó el resumen. Todo era tan extraño, pero por algo estaban allí, para tratar de resolverlo y brindar ayuda al que lo necesitara, la Orden siempre daba una mano.

     

    -Sherlyn tu estas aquí antes que nosotros - se dirigió a la castaña - ¿Has visto el espejo o el recorte del periódico con la noticia de esos nomajs por algún lado? - Matt creía que reuniendo las pocas pistas que habían sería un buen principio, el sol no tardaría en ponerse y la noche caería pronto, era mejor empezar a armar un plan.

     

     

    @@Xell Vladimir Potter Black @@Sherlyn Stark

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  4. Matt Ironwood.

     

    Hotel Halekulani. Día de la Gala.

     

     

     

     

     

    Los colegas en la sede estarían buscando esos registros de vuelos y en cualquier momento le llegarían noticias, observó la pantalla del reloj de muñeca que llevaba, la información pedida se expondría en la misma pero por el momento era simplemente una pantalla digital que mostraba la hora.

     

    Cruzó la concurrida pista de baile hasta su posición cercana a la puerta de entrada, al ocupar el espacio lanzó una mirada furtiva hacia donde estaba su jefe, el rumano. El hombre seguía atacando plato tras plato y no parecía notar nada más allá del tenedor y el cuchillo en su mano.

     

    La puerta se abrió de par en par y una figura femenina ingresó a la pista de baile. Su figura imponía y su belleza hipnotizaba pero algo más captó la atención del mago, la magia. El rastro era un leve dejo pero se percibía, la magia siempre dejaba rastros y en aquella rubia se notaba. La observó caminar hacia el centro del salón y se preguntó ¿si sería Lady o Ada? Seguramente era una de las brujas francesas disfraza, al parecer no lo había notado por lo que en algún momento de la velada debería acercarse.

     

    Pero si tenía dudas acerca de la identidad de la pelirroja está de despejo al ver entrar al salón a la bella figura de la Primer Ministra Francesa, Ada Dumbledore. La jerarca política se adentro en la gala y no pareció notar la presencia de su compañera ya que se dirigió hacia otro extremo de la fiesta a beber una copa.

     

    Tenía que hablar con ellas, justo cuando daba el primer paso una pesada mano se apoyó en su hombro derecho y al girarse se encontró con el rumano - Ronda en el jardín, ahora - ladró el hombre e hizo un gesto indicando el lugar. El castaño contuvo el suspiro de molestia y asintió como toda respuesta. Hablaría con las brujas más tarde.

     

    Fuera en el pequeño jardín interno se respiraba otro aire. La fresca brisa nocturna y la poca presencia de personas volvían aquel espacio una especie de bálsamo de tranquilidad del ajetreo de la gala en el salon.

     

    El ojiazul se movió por la periferia del jardín junto a la pared con amplios ventanales que lo separaba del salón central rumbo a la zona donde los cocineros vigilaban la preparación del cerdo a la kalua. El humo blanco se elevaba desde el suelo y el aroma de la carne asándose a un metro bajo tierra bajo capas de hojas de ti y sobre piedras hirviendo y más hojas de ti.

     

    Los tres cocineros bebían unos tragos y charlaban jocosamente entre ellos, el Ironwood los saludó de pasada y se detuvo para charlar un poco con ellos.

     

    -Que aroma, ¿el personal de seguridad comerá algo de eso? - preguntó sonriendo a los cocineros.

     

    -No estamos seguros si llegaremos a probarlos nosotros - se aventuró a contestar uno de ellos.

     

    -El cerdo a la kalua es para los invitados, o eso nos dijeron, pero hay que arriesgarse y hacer la prueba de calidad - respondió el cocinero de mayor de edad sonriendo.

     

    -Totalmente - acotó el tercero.

     

    -Me ofrezco a tomar el riesgo - replicó Matt levantando la mano y en ese momento sintió el mensaje. Fue una leve vibración, la pantalla de su reloj de muñeca se iluminó, sus compañeros le habían pasado lo que había pedido.

     

    -Disculpen, el jefe - fingió a los cocineros llevándose dos dedos al intercomunicador pretendiendo que le estaban hablando, se alejó un par de metro a una zona apartada del patio junto a unos delgados árboles.

     

    Matt tocó la pantalla y observó la lista de vuelos que realizaron en los últimos tres meses los empleados de Genetics. Habían estado activos se percató mientras repasaba la información, la mayoría eran vuelos domésticos, los únicos en el extranjero fueron un vuelo que Emily hizo a Polonia hacía casi un mes y otro a Toronto realizado por Patrick hacía tan solo 8 días. Pero había una serie de vuelos que le llamaron poderosamente la atención al ojiazul, el estado de Alaska se repitió cinco veces entre los dos. La última frontera era una región apartada del país y no parecía ser un destino tan atractivo para dos científicos de laboratorio de Nueva Jersey. Es más ambos tenían programado un vuelo a Anchorage partiendo del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles para mañana, el castaño sabía por la conversación que captó de Patrick en el baño que los mismos habían sido cancelados, de seguro los de Emily seguirán el mismo camino.

     

    Anchorage, Juneau, Fairbanks e incluso uno por parte de Emily al remoto pueblo de Barrow. Alaska. Algo había allí arriba y habría que averiguarlo. Deberían comunicarse con sus compañeros en la Oficina Regional del FBI de Anchorage, de seguro alguna pista o información tendrían.

     

    Borró el mensaje de la pantalla y la hora apareció, pasada la medianoche. Tenía que hablar con los franceses, quizás más miembros ya hubieran logrado infiltrarse a la gala. Alaska, todo parecía conducir a Alaska, Genetic tenía algo allí, lo presentía. Alaska era una estado enorme y remoto, muy poco poblado, muy poco controlado, uno podía ocultarse perfectamente en aquel lugar sin que nadie lo molestara.

     

    El destello de luz blanca lo tomó por sorpresa, atinó a estirar su mano hacia el bolsillo de su pantalón donde guardaba su varita para defenderse pero delante de sus ojos la luz fue tomando la forma de un Patronus que se manifestó como un medio Kneazle. La voz de una compañera de la Orden le llegó con claridad, escuchó el mensaje hasta el final y lo repitió mentalmente cuando el Patronus se desarmó. Alaska, la Orden estaba en Juneau y realizaría un rastreo en el Capitolio estatal a la cinco de la mañana, suponía que hora de Alaska, hacia que sería a sus tres.

     

    Tenía que ir, de alguna forma debería abandonar aquella fiesta. Los franceses ya estaban presentes, ellos podrían seguir buscando información y además no podía invitarlos a ninguna misión de la Orden, porque ninguno pertenecía a la misma, no, el verdadero problema sería justificar su inesperado e impostergable viaje a Alaska a su Oficina, estando ya en una misión encomendado por sus jefes.

     

     

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  5. Matt Ironwood.

     

    Hotel Halekulani. Día de la Gala.

     

     

     

     

    La fiesta llevaba una hora de empezada y la mayoría de los invitados ya se encontraban presentes, pero para desconcierto del mago no encontraba a los franceses, ¿Podrían haber abortado la misión? No parecía probable, sino le hubieran notificado ¿Les habría pasado algo? Esperaba que no, quizas solo estuvieran algo retrasados, o tal vez no habían ido con su apariencia, podrían encontrarse bajo los efectos de la poción multijugos o algún encantamiento de transformación, con esa perspectiva podrían ser cualquiera. Recorrió con la mirada el gran salón de fiesta pero ningún rostro le resultó familiar, si así fuera y se hubieran presentado con otras apariencia esperaba que en algún momento de la velada se acercaran hasta el para revelarse.

     

    Lanzó una rápida mirada a la entrada al sentir que alguien ingresaba pero no eran los franceses, era una pareja en sus cuarenta con un aire de superioridad insufrible.

     

    Como había hecho varias veces desde hacía cuarenta minutos, centró su atención a la mesa junto a la zona VIP de la tercera ventana a la derecha. Donde los empleados de Genetics, Emily Bronson y Patrick Dixon se sentaban, los llevaba observando y escuchando desde hace un rato, parecían ser unos invitados tan normales y aburridos como cualquiera de los otros, el nombre de Akito Matiba solo había sido nombrado una vez desde su llegada y simplemente fue una pregunta de Emily a Patrick si lo habia visto.

     

    Matiba no bajó a la fiesta desde su llegada hacía casi dos horas, ¿Donde estaría? No creía conveniente ir a investigarlo, levantaría muchas sospechas por parte del resto del cuerpo de seguridad si abandonaba su puesto, además el rumano cuando se apartaba del banquete recorría el lugar para comprobar que sus empleados estuvieran donde les había indicado.

     

    Por fin algo sucedió, un celular sonó en la mesa de Genetics, el de Patrick. Observó cómo el hombre se levantaba y abandonaba su lugar rumbo a la puerta que conducía a los baños. El castaño se fijó en el viejo rumano y estaba muy entretenido con unos huevos, al baño de todos modos tenía permitido ir.

     

    El mago cruzó el abarrotado salón, sorteando a las parejas y grupos que recorrían y se movían al son de la música sobre la pista central tras el tipo de Genetics. Cruzar las puertas que llevaban al pasillo de los baños era como entrar en otro mundo, dentro la cálida luz blanca que lo iluminaba y el sonido amortiguado de la fiesta al otro lado le daban un ambiente tranquilo.

     

    Patrick a un par de pasos por delante del ojiazul sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y observó el número que lo llamaba y sacudió la cabeza ¿Molesto? Tendría que averiguarlo.

     

    Un hombre salía del baño en el mismo momento que Patrick entraba, el empleado de Genetics lo saludó con una leve inclinación de la cabeza e ingresó y el Ironwood tras de él. El baño era enorme y lujoso, el suelo se encontraba cubierto por un lustroso mármol negro que hacía juego con las paredes de los cubículos donde se encontraban los inodoros junto a la pared derecha y con la larga mesada donde estaban los lavabos en la pared izquierda.

     

    Patrick fue hasta uno de los urinales que se disponían en la pared que se enfrentaba a la entrada, al otro extremo del baño y mientras orinaba atendió el teléfono. Matt mientras tanto fue hasta el lavabo más cercano a los urinales y fingió lavarse la cara y las manos. Activó antes su intercomunicador para no perder detalle de la conversación.

     

    -Si, cancela el vuelo para Los Ángeles de mañana - dijo Patrick al teléfono y realizó una pausa, el mago no podía escuchar que decía la otra persona al otro lado de la línea pero lo que sea que dijo pareció exasperar al empleado de Genetics, que suspiró molesto.

     

    -Claramente, cancela el otro vuelto también… bien….. no nada más, cualquier otra situación te aviso… no, no, no, ya lo tengo cubierto, tu cancela esos vuelos… ok, hasta luego - y Patrick cortó la llamada.

     

    El mago terminó de lavarse las manos y se dirigió hasta el secador automático mientras Patrick iba hacia uno de los lavabos, aprovechó para desactivar su comunicador y saludó al empleado de Genetics antes de salir del baño. Una vez en el pasillo el ojiazul volvió a activar su comunicador pero con otro efecto, comunicarse con la Oficina del FBI.

     

    -Quiero los registros de vuelos de Patrick Dixon…. Y los de Emily Bronson - agregó al pensarselo mejor, cortó la comunicación al escuchar la afirmativa, tenía que volver a su puesto antes de que el rumano y el resto de sus compañeros lo notaran.

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  6. Matt Ironwood.

     

     

     

     

    El mensaje que lo convocaba a El Refugio, lo tomó por sorpresa pero claramente lo acepto. Una nueva misión de clan, una nueva oportunidad, después de dos intentos fallidos la tercera era la vencida y una cuestión de orgullo. Además podría ayudar.

     

    Apareció en los terrenos de aquella bella casa de playa que la Orden del Fénix utilizaba como un lugar seguro para sus miembros. El sonido de la olas rompiendo sobre la costa arenosa y el penetrante aroma del mar lo envolvió una vez pudo liberar sus sentidos de la presión confinante de la Aparición y se sintió bienvenido, un Ironwood siempre se sentía en casa cuando respiraba la sal y sentía el arrullo de las olas.

     

    Se giró apartando sus ojos de la casa y se volvió hacia el mar a su espalda, era un sorprendente dia despejado y cálido en la costa inglesa. El sol se reflejaba en el profundo color índigo del mar, mientras pequeñas olas dejaban un rastro de espuma blanca al romper contra la berma arenosa y con pequeños cantos de varios colores. El castaño inhaló el salino aire de la costa y todos los malestares causados por la desagradable aparición se esfumaron, aquel paisaje que le regalaba Tinworth esperaba que fuera un buen presagio para la misión que tenía por delante.

     

    Una vez recargó su energía y se puso en sintonía con el océano enfiló sus pasos hacia la pequeña casa que los miembros de la Orden frecuentaban. Las paredes caladas y decoradas con conchillas de diversos tamaños y colores eran una cálida bienvenida, para el ojiazul era uno de los mejores lugares seguros que tenía la Orden, al menos él lo prefería a Grimmauld Place.

     

    Subió los tres escalones de arenisca clara que conducían a la puerta de madera de la entrada y golpeó dos veces con sus nudillos antes de empujar con el hombro la puerta e ingresar al acogedor recibidor. -Buenos días, ¿Hay alguién aquí? - su voz resonó en pasillo pero como única respuesta obtuvo en sonido de la olas rompiendo y el trinar de un par de gaviotas en la lejanía.

     

    Al parecer era el primero en llegar. Cruzó sintiéndose algo incómodo el recibidor hasta llegar a la sala principal, donde un juego de sofas, sillas y una mesa lo aguardaban. La chimenea se encontraba apagada y limpia, no había ni una sola mota de polvo en los aparadores con libros y decoraciones pero pese a todo ese orden se sentía una sensación de abandono abrumadora dentro de la casa. ¿Hace cuánto tiempo llevaba sin ser ocupada?

     

    Matt se descolgó la mochila que llevaba con sus pertenencia y utensilios que podría llegar a necesitar durante el transcurso de la misión y la dejó junto a uno de los sillones. Miró a su alrededor y sacudió su cabeza, esperaba que el resto de sus compañeros no tardaran en llegar, no se sentía cómodo estando solo en la casa.

     

    Para entretenerse un poco decidió ir abrir la ventanas para que el fresco aire marino ingresara a ventilar la habitación, una a una abrió las cinco pequeñas ventanas y llegar a la última sintió sonido de pasos en el recibidor… alguien más había llegado, solo miembros de la Orden del Fénix podrían entrar pero aun así decidió ver de quien se trataba.

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  7. Matt Ironwood.

     

    Hotel Halekulani. Día de la Gala.

     

     

    El primero en ingresar fue el señor Akito Matiba, un hombre en sus cuarenta y tantos, delgado y de facciones filosas, llevaba su cabello aun negro corto casi en un estilo militar todo acompañado en un sobrio traje negro que bien debía valer un mes de alquiler de su pequeño apartartamento. El mago inclinó su cabeza a manera de saludo un vez el empresario pasó junto a su posición, pero fue ignorado completamente, los duros ojos negros de hombre estaban buscando otra cosa.

     

    Lo vio marchar hasta el jefe de organización de la fiesta que en aquel momento se encontraba junto a una mesa supervisando como los mozos disponían los cubiertos de plata. La llegada del señor Matiba lo tomó por sorpresa, casi salto en el lugar al sentirlo junto a su lado. Desde su posición el castaño no podía escuchar que discutían pero por suerte el pequeño intercomunicador que llevaba como parte de su uniforme de seguridad sería de ayuda.

     

    Logró hacerle unas pequeñas modificaciones con magia que le permitían poder escuchar cualquier comunicación que se diera en todo el salón, no importaba cuan lejos o baja hablaran, nada se le escaparía. El ojiazul se ajustó un poco el aparato en su oído y se giró levemente hacia donde el señor Matiba se encontraba enfrascado en la discusión.

     

    -Quiero que la zona VIP cercana a la tercera ventana de la derecha esté disponible para mi en cualquier momento - decía el empresario.

     

    -Señor por supuesto.. siempre… - replicó el organizador pero fue abruptamente interrumpido por Matiba.

     

    -Quiero que Emily Bronson y Patrick Dixon en esa mesa - el empresario ordenó mientras señalaba hacia una mesa muy cercana a la zona VIP que hacía unos momentos requirió -Después sienta a los demás como mier** quieras, pero a ellos dos los quiero en ese lugar, ¿Fui claro? - preguntó el hombre.

     

    -Si señor, modificaré esos lugares en seguida - asintió torpemente el organizador mientras Akito sin mas partía hacia una puerta lateral del salón que conducía a una escalera que ascendía hacia la segunda planta del hotel.

     

    El organizador salió presuroso hacia un compañero que sostiene una tablilla, de seguro con los nombres de los invitados y sus posiciones y el ojiazul apagó su intercomunicador. La conversación que acaba de espiar le confirmó muchas de las suposiciones que el FBI tenía sobre aquella fiesta, la presencia de Emily Bronson y Patrick Dixon no era casual, la insistencia de Akito por tener a dos miembros confirmados de Genetics cerca, demostraba el interés del empresario por contactar aquella organización.

     

    Tampoco le extrañaba, cada vez que recordaba la propuesta de registro que llevó al gobierno del estado reconocía que solo era cuestión de tiempo. Bueno, pues entonces más vale que mantuviera un ojo y un oído en aquel rincón, mucha información valiosa se podría compartir. El sol se estaba poniendo y la noche poco a poco comenzaba a llegar, las luces se encendieron tanto en el salón como el colorido juego de globos luminosos del jardín interno, el fuego para la preparación del cerdo a la Kaluna (plato estrella de la fiesta) llevaba encendido desde hacía un buen rato en un rincón del jardín, siendo cuidado por dos cocineros, los invitados no tardarían en llegar y él debía estar listo.

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  8. Matt Ironwood.

     

    Hotel Halekulani, Día de la Gala.

     

     

     

     

    Los franceses a lo largo de los tres días desde su llegada se mostraron muy colaborativos y dispuestos a trabajar junto a la Oficina del FBI de Honolulu, lo cual todos y especialmente el mago agradecía enormemente, al verse vuelto una especie de nexo entre ambos gobiernos (posición que no había pedido pero no le quedaba otra opción que aceptarla). Y en esa noche todos aquellos planes que en conjunto fueron desarrollando se pondrían a prueba.

     

    El ojiazul recorría uno de los tantos pasillos de la central después de una breve reunión con su jefe para repasar el papel que interpretaría aquella noche, jugaría a ser un miembro del personal de seguridad de la fiesta. Al menos no tendría que pretender mucho, no era la primera vez que vigilaba eventos o importantes personas cuando venían al estado, no era su faceta favorita dentro de la profesión , él prefería el trabajo de campo donde tenía cierta autonomía pero estaba preparado.

     

    Sus compañeros de Francia tendrían sus propios papeles, que por seguridad no fueron revelados, de igual manera que los europeos no estaban al tanto de qué papel Matt actuaría pero de lo que estaban seguro es que el equipo se juntaria aquella noche en el lujoso Hotel Halekulani en Waikiki.

     

    Tendría que ir hasta su pequeño apartamento, comer algo, repasar nuevamente el plan y con suerte descansar, a las cinco de la tarde debía presentarse en el Hotel Halekulani para encontrarse con su nuevo jefe y que le diera las instrucciones para aquella noche. Ya conocía de antemano cuál sería su rol, la Oficina logró arreglarlo todo para que le dieran un puesto dentro de la gala, pasearia por la periferia observando y escuchando todo, lo que le daría cierto espacio para que actuara con cautela y reservadamente.

     

    Las cinco llegaron muy pronto y ya vestido con un elegante traje negro se desapareció rumbo al Hotel. La clase que recibió fue tediosa, su jefe un maldito veterano rumano que tenía más pinta de mafioso que de seguridad los trato como basura a él y a sus otros once compañeros, no paró de ladrarles mientras les indicaba sus posiciones y tareas y dejando en claro también que el en su época y ahora más viejo lo seguiría haciendo mejor.

     

    El enorme salón de fiestas de Halekulani estaba decorado con suntuosidad, mesas se encontraban repartidas por los rincones dejando un amplio espacio libre en el centro, también se observaban zonas VIP con sus mesas individuales y cómodos sillones y que en caso de ser requerido podrían ser cubiertas con largos cortinajes. El jardín interno por el cual se accedía desde el salón de fiestas a través de una gran puerta doble de vidrio también se encontraba decorado, con luces, mesas y esculturas de hielo, era increíble.

     

    -¿Sabes cual sera la posicion del viejo? - preguntó el Ironwood haciendo referencia al rumano mientras se arreglaba el comunicador en su oreja derecha a unos de sus compañeros, un hombre de Molokai que también le tocaba vigilar por la misma área que el mago.

     

    -Junto al espeto corrido - contestó Akamu y Matt no pudo contener la carcajada. No faltaba mucho para que los invitados comenzaron a llegar y el castaño se posicionó en su lugar en un rincón del salón donde tenía una buena visión de la entrada, ¿qué papeles interpretarán los franceses? ¿Cuando llegarían los miembros de Genetics? ¿Donde estaba Matiba? Se preguntó mientras aguardaba a que los primeros comensales ingresaran, hasta el momento solo habia observado a miembros del personal de seguridad, camareros, cocineros y el cuerpo de bailarinas hula que participaria mas entrada en la noche pero pese a todo sorprendentemente se encontraba calmado.

     

     

     

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  9. Matt Ironwood.

     

     

    Playa de Kahanamoku, Oahu.

     

     

     

     

    -Entiendo - asintió levemente al terminar de escuchar la explicación que daba la Primer Ministro Francesa sobre el interés por la situación romántica de Matiba, no era la primera vez que se encontraba frente a un trabajo de encubierto, interpretar papeles para ganarse la confianza de los investigados era una herramienta muy valiosa y utilizada por el FBI, pero también lo era peligrosa, cualquiera que se embarca en aquel viaje debía tenerlo en cuenta, y sobretodo porque los criminales al ser descubierta la artimaña lo tomaban muy personal.

     

    El mago se alcanzó los lentes de sol que estaba sobre la mesa y se lo colgó del bolsillo de la camiseta mientras sonreían al oír la referencia sobre la cena de aquella noche en la casa del gobernador -Será un placer acompañarlos Primer Ministra - el gobernador Galleri era un buen hombre, pero no lo conocía de forma cercana, esperaba que no tuviera problema con su invitación.

     

    Dos personas se acercaron a la mesa tras un gesto de la francesa, un mago y una bruja, ¿con que ellos eran la escolta? Al final no supuso mal, los vigilaban. El ojiazul se incorporó de su asiento y se apresuró a estrechar la mano de los recién llegados -Matt Ironwood, un placer, Bienvenidos a Hawaii - los saludó - Espero que esten disfrutando de esta hermosa mañana - La playa de Kahanamoku era un excelente punto de entrada a la isla de Oahu, el encanto de aquel rincón de Honolulu era innegable, aunque quizás demasiado concurrido.

     

    Si la charla sobre los gustos de Matiba lo había tomado por sorpresa ver a la Primer Ministra de Francia quitarse el holgado vestido dejando al descubierto un revelador bikini rojo, lo descolocó por completo. El castaño rápidamente trató desviar la mirada del escultural cuerpo de la bruja, mientras tomaba el celular que ella le tendía para tomarle una foto.

     

    -Si… - se aclaró la garganta incómodo por la situación - se como usarlo - le dijo tratando en todo momento se solo mirarla a los ojos, era francesa, era simplemente eso, era europea, era sabido que los europeos tenían menos tabúes o se sentían más incómodos mostrando el cuerpo, aunque fueran líderes de una potencia global.

     

    -Aquí tiene… - le tendió el teléfono - bienvenidos a Hawaii, disfruten de la isla esta mañana, nos vemos en la noche, cualquier cosa que necesiten saben con contactarme - comenzó a despedirse, seguramente el trío francés tendría temas que discutir además de disfrutar una hermosa mañana en Honolulu, no se podía visitar Hawaii y no hacer un poco de turismo y el tenia que volver al trabajo.

     

     

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  10. Matt Ironwood.

     

    Playa de Kahanamoku, Oahu.

     

     

     

    La normalidad de la vida en aquel punto neurálgico de Honolulu seguía entorno a ellos sin inmutarse, los turistas recorrían la playa sacando fotos, locales y foráneos se sentaban sobre la arena a disfrutar del sol o se sumergían en las cálidas aguas mientras que más mar adentro los infaltables surfistas remontaban las olas, era un típico día en el paraíso, pero en aquella mesa apartada del resto en el bar, el ambiente era muy distinto.

     

    Una burbuja invisible rodeaba a los magos manteniéndolos fuera de la energía exterior, mientras que los temas que allí se conversaban distaban mucho en sintonía de los tratados por las cientos de personas que los rodeaban. El castaño observaba en completo silencio como la Dumbledore leía los informes que le había tendido, una vez la bruja finalizó lanzó una pregunta que lo dejó totalmente descolocado. ¿La inclinación de Akito por las mujeres? ¿A donde quería llegar con eso?.

     

    -Está casado… si es a eso a lo que se refiere… - se apresuró a responder trasluciendo su confusión, que seguramente se manifestaba también en su rostro ¿Acaso pensaba seducir al empresario? La Primer Ministro, era una mujer muy atractiva, de eso no había duda, pero no se la podía imaginar haciendo aquello. Tal vez enviaría alguien más, de todas maneras verla reunida allí con él, demostraba que la francesa no era una persona que evitará el trabajo de campo, cuando tranquilamente dada su posición podría enviar un grupo a investigar y ella quedarse tranquilamente en su oficina en Francia y eso lo valoraba en un líder.

     

    Tratándose de recuperar del desconcierto por la primer pregunta se adelantó a contestar la siguiente cuestión - ¿Ir a Nueva York? - ¿Otra vez? Al parecer la gran ciudad no quería sacarle sus garras en encima, no terminaba de volver cuando ya lo requerían de vuelta - No tengo ningún problema, pero tendría que hablarlo con mi jefe primero, no creo que si la Primer Ministro de Francia lo pide no tenga inconveniente para prestarme un poco para su equipo - sonrió al decir lo último.

     

    -Se puede quedar con los informes Primer Ministra… cortesía de la Oficina Regional del FBI en Honolulu - sonrió - ¿Y ese equipo está aquí en Oahu? - estaba muy seguro que cerca de ellos estarían observandolos ocultos en la multitud miembros del Ministerio Francés, dados los tiempos que se corrían actualmente sería una locura dejar a la Primer Ministra sin una escolta, por lo menos estaban en un lugar agradable, disfrutando del sol y el mar.

     

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  11. Matt Ironwood.

     

    Playa de Kahanamoku, Waikiki, Oahu.

     

     

    La bruja estrecho su mano con energía y le señaló que le sorprendía verlo despues de su mensaje enviado al Ministerio Francés -Normalmente no firmó esos mensajes, pero con todo esto - hizo referencia a todo el problema que afecta al mundo mágico desde hacía un mes - Los protocolos han cambiado - se obligó a sonreír.

     

    Haciendo caso a la invitación de la Dumbledore tomó asiento y se quitó las lentes del sol para poderse ver a los ojos, no podía negar que se sentía nervioso, era la primera vez que se entrevistaba con una jerarca extranjera, que fuera joven lo hacía un poco más fácil, ya que la sentía más cercana a él, pero aún así aquella mujer imponía y el representaba al MACUSA, todavía seguía sin creerlo.

     

    -Eso no depende de mi Primer Ministra, pero sería un honor - sonrió al escuchar su pregunta si los acompañaría a la cena en la casa del gobernador. Observó el anillo que llevaba en la mano la rubia al que hacía referencia y asintió al escuchar su funcionamiento.

     

    Oyó lo que la Primer Ministro Francesa decía totalmente atento y una vez ella finalizó el mago tomó la palabra - Como le decía escuetamente en la carta, tenemos noticias de la llegada de funcionarios de Genetics a la isla, dentro de dos días - puntualizó Matt mientras se llevaba la diestra al único bolsillo en su camiseta polo y extraía una pequeño cuadrado de papel.

     

    -Este Viernes se realizará una gala privada en el Halekulani Hotel, patrocinada por el empresario Akito Matiba, tiene una serie de hoteles y lugares de retiro por todo el estado y es un reconocido antimagia, fue de los primeros en declararnos un peligro para la nación el día que cayó el Estatuto del Secreto y ha estado apoyando una propuesta para que se cree un registro a nivel del estado de la población mágica… por suerte todavía no ha progresado pero hay políticos en el Gobierno del Estado de Hawaii que lo apoyan - mientras hablaba iba desdoblando el pequeño cuadrado de papel, que por obra de magia reveló dos informes.

     

    -Akito Matiba no trabaja para Genetics pero sin dudas lo apoya y la prueba es esta - deslizó con cuidado sobre la mesa los dos informes hacia la jefa de estado -Dos invitados a la fiesta, Emily Bronson y Patrick Dixon, prestigiosos científicos en los campos de la Evolución y la Genética respectivamente, egresados con honores de Princeton y lamentablemente funcionarios de Genetics -

     

    Observó como la bruja leía los informes con toda la información recaba por el FBI sobre los sujetos y esperó unos segundos antes de retomar la palabra - La lista completa de invitados no le hemos conseguido, es posible que más personal de Genetics se presente de eso no estamos completamente seguros, pero de lo que sí estamos es que Akito Matiba quiere acercarse a Genetics y la gala es el pretexto perfecto, sus creencias están alineadas y Matiba tiene mucha capital, una alianza que si llegara a concretarse podría ser un duro golpe para la comunidad mágica, no solo de Hawaii, ni siquiera de Estados Unidos, sino para el resto del mundo, tenemos que actuar y la fiesta es el momento propicio - el ojiazul terminó su explicación y observó detenidamente a la mujer que tenía enfrente.

     

     

     

     

     

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  12. @@Eobard Thawne Gracias por reactivar el rol! estuve ausente por unas semanas, creo que todos jajajaja pero ahora que lo reiniciaste me voy a volver a pasar jajajaja.

     

    Solo una cosa, estas roleando muchas cosas erroneas que si hubieras leidos mis roles o lo que se escribrio por aca no pasaria. El ataque de los Carson no sucedio en Sunshine Valley sino en Honolulu y eso quedo clarisimo y tampoco estan muertos, sobrevivieron. Todo bien con participar esta demas pero hay que leer al resto, porque sino es cualquier cosa jajajaja, solo eso, tenelo en cuenta todos roleamos y hay que leernos entre todos.

     

    Saludos!

  13. Matt Ironwood.

     

     

    Playa de Kahanamoku, Waikiki.

     

    La noticia de la pronta llegada de un destacamento francés lo tomó por completa sorpresa pero aún mayor fue la noticia cuando se enteró que en aquel grupo se encontraba nada más ni nada menos que la mismísima Primer Ministro de Francia. Y él tenía que ir a su encuentro.

     

    Estacionó su Camaro negro en uno de los pocos espacio libres que había en el estacionamiento de la popular playa de Kahanamoku, el sol ya iluminaba con fuerza en esa mañana sobre un cielo completamente despejado y la playa era un hervidero de gente. Cerró la puerta, puso la alarma, se colocó los lentes del sol y salió hacia un encuentro que lo tenía nervioso desde que se enteró del mismo.

     

    Quizás no tenía la ropa adecuada para ir a la playa, pero se encontraba en servicio y uno nunca se podía descuidar, debía estar siempre listo. Llevaba una camiseta polo gris de manga corta, pantalones cargo y botas de trabajo negro, su insignia dorada que lo identificaba como agente del FBI se encontraba resguardaba en el bolsillo de su pantalón, no quería atraer miradas indiscretas en una reunión de bajo perfil.

     

    Cruzó frente a la estatua del Gran Kahuna y cortó el río de turistas y locales que abarrotaban la playa en ese caluroso día rumbo al pequeño bar en la playa donde se realizaría el encuentro. La brisa marina agitaba con pereza la estilizadas palmeras refrescando agradablemente el ambiente mientras el mago buscaba con la mirada a la Primer Ministra francesa, había visto una foto de la líder y le pareció sorprendentemente joven pero uno no podía nunca asegurar nada con una simple foto. Pero al final la encontró, en una pequeña mesa algo apartada del resto y acompañada por otras personas y realmente era como la foto mostraba.

     

    Tendría más o menos su edad, quizás un poco mas quizas un poco menos, pero era joven, lo cual era sorprendente para un líder político de una nación, debía de ser todo un récord.

     

    -Mahalo, estoy con ellos - se apresuró a decir con educación a la camarera que se apresuró a atenderlo a la par que señalaba a la mesa donde la Primer Ministro de Francia y sus acompañantes disfrutaban. La camarera se alejó a atender a otros clientes que llegaban y el castaño fue hasta la mesa donde lo aguardaban los franceses.

     

    Se detuvo frente al grupo y rápidamente extendió su mano para estrecharla de la Primer Ministro -Señora Primer Ministro, un placer, Matt Ironwood, agente del FBI de la Oficina Regional de Honolulu - dijo mientras inclinaba levemente la cabeza.

     

    -Bienvenida a Hawaii - concluyó - Bienvenidos a Hawaii - se corrigió mientras extendía la mano para estrecharla la de sus acompañantes - Espero que hayan tenido un buen viaje, el Gobernador Gallieri dice que cualquier cosa que necesiten solo pidanlo y que esta noche sería un honor que lo acompañaran a una cena en su casa - recordó el mensaje del gobernador que llegó aquella mañana a su cubículo.

     

     

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  14. Matt Ironwood.

    Oficina Regional del FBI, Honolulu, Oahu.

     

     

    -¿El director se ha ido a su casa? - el mago levantó la vista de los pergaminos que tenía sobre el escritorio mirando confundido a su interlocutora. La mujer, nueva en la oficina asintió en silencio con las manos prolijamente arregladas sobre su regazo debajo del marco de la puerta de su pequeño cubículo. Ya era hora de que Jacksonpoint se tomará un descanso, desde los atentados del dia de la ira pocas veces salía de la oficina, no lo culpaba.

     

    Había tanto por hacer y el MACUSA fue golpeado fuerte y duro. Después de una misión en la ciudad de Nueva York Matt regresó a Oahu donde el trabajo no paraba de acumularse, todos trabajan doble turnos pero Eric Jancksonpoint, director de la Oficina Regional del FBI, era el que más. Lo aliviaba saber que había tomado un descanso.

     

    -¿Algo más? - inquirió el ojiazul, Mary asintió como respuesta antes de ingresar al cubículo, se detuvo a un par de paso del escritorio donde el mago trabajaba y extendió su palma derecha mirando hacia el techo, de la nada una trozo de pergamino se materializó.

     

    -Toma tienes que continuar la carta - le indicó mientras la tendía el pergamino a medio escribir. Matt tomó con curiosidad la misiva y reconoció al instante la caligrafía de Jakcsonpoint -¿Del jefe? - preguntó y la mujer asintió. El mago bajó de nuevo la vista hacia el pergamino entre sus manos y comenzó a leer el mensaje a medio escribir, mientras más avanzaba menos entendía porque él tenía que terminar aquello.

     

    -¿A la Primer Ministro Francesa? - ¿Acaso Jakcsonpoint se había vuelto loco? -¿No puede esperar a que vuelva para terminarla? - no tenía sentido, él era un simple empleado, no podía firmar un mensaje a su nombre para la Primer Ministro de cualquier país.

     

    -No puede esperar, la fiesta es dentro de tres días, el MACUSA está en su peor momento, necesitamos de nuestros aliados franceses - comenzó respondiendo la recepcionista con total verdad - Y Jacksonpoint confía en ti plenamente, ademas te quiere en la misión - aquello último se lo esperaba, lo habían puesto a investigar cuanto pudiera sobre la exclusiva fiesta que se realizaría en Halekulani dentro de tres días, donde entre la lista de prestigiosos invitados se encontraban varios trabajadores de Genetics.

     

    -Has estado en una guerra en suelo extranjero, has sido condecorado por el mismísimo presidente y poco después has ido en su búsqueda tras los ataques en Nueva York, puedes terminar una simple carta - Mary era una mujer muy directa.

     

    Por eso tras su salida, el mago pasó una hora terminando de redactar la carta para la primer ministro de Francia, el mundo era una locura qué más daba que firmara su nombre en una comunicación diplomática secreta para el líder de una nación extranjera.

     

    @@Ada Camille Dumbledore

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  15. Matt Ironwood.

     

    Pese a estar en un mundo de guerra o postguerra (ha esta altura el castaño comprendía que la situación era tan variable como lugares hay en el mundo) Ravenrock seguía manteniendo una vida activa, lo notó en los pequeños botes pesqueros que iban y venían desde la bahía, en las tiendas abiertas, en sus habitantes recorriendo sus calles empedradas e incluso en un anuncio que ofrecía obras de teatro y paseos turísticos y aquello le alegró bastante. Pero también se percató de los rostros tristes, las pocas risas, las conversaciones en susurros que mantenían los transeúntes y las miradas de recelo que le lanzaban al grupo de extraños que acaba de llegar al pueblo y el mago no podía culparlos.


    Trató de saludar o sonreír a las personas con las que cruzaba miradas pero en la gran mayoría de los casos simplemente fue correspondido con un gélida indiferencia, observó al resto de sus compañeros a sus camaradas paladines con los que marchaba pero también a los sacerdotes y a los oscuros, parecían igual de incómodos con todo aquel ambiente. Entendía que para un segmento considerable de magos y brujas la población no mágica, sus costumbres, su forma de vivir era algo completamente ajeno y verse sumergido en un poblado nomajs era una experiencia ya de por sí muy incómoda sin tener que agregarle aquella atmósfera de cierta hostilidad.


    Para Matt el escenario era algo diferente, el mundo nomajs nunca fue algo extraño y lejano, creció en un vecindario nomajs, concurrió a una escuela nomajs, su padre pese a ser un mago decidió trabajar como bombero en Hilo y los Ironwood eran una antigua estirpe reconocida por sus mestizaje de sangre, desde sus inicios en una lóbrega isla en el norte de Escocia, hasta volverse en el terror de los mares por varios siglos finalizando con su asentamiento en la joya del Pacífico que era Hawaii. Se sentía como en casa con los nomajs.


    La iglesia de piedra era de las construcciones más antiguas de Ravenrock y se encontraba cerca del puerto fue allí donde el destacamento de la Orden del Fénix detuvo su marcha. En ese momento comprendió el porqué del carruaje que las Moodys trajeron con ellas, estaba lleno de víveres para colaborar con los más necesitados. Muy buena idea admitió el mago.


    Se acercó hasta el carruaje y comenzó a descargar varias cajas de frutas y verduras hasta crear una alta columna que logró sostener con facilidad, el entrenamiento en el Templo Paladín incrementó su fuerza a niveles insospechados. Con mucho cuidado subió los siete escalones de piedra que conducían a la entrada de la Iglesia y depositó las cajas junto al párroco encargado de la recolección de donaciones aquella jornada.


    -5 cajas de papas y boñatos, 3 de manzanas y naranjas - le informó al religioso veterano antes de estrechar su mano. El hombre se encontraba muy sorprendido y agradecido por tamaña donación que aquel grupo de extraños trajo consigo al pueblo -Muchas gracias, toda colaboración es bienvenida a Ravenrock - replicó - ¿De donde vienen? Tu tienes acento americano -


    -Si soy americano, pero tengo familia en Devon de allí venimos - se apresuró a responder, después de todo lo que estaba contando era cierto, Ottery quedaba en Devon.


    -Muchas gracias, el mundo y Ravenrock no están pasando por su mejor momento, es necesario que nos apoyemos entre nosotros, dios los bendiga - los elogió el religioso.


    -¿Ravenrock fue atacado durante la guerra? - Matt creía que aquel era un buen momento para tratar de obtener más información sobre lo que pasaba en el pueblo y dado que aquel sujeto era por el momento la única persona que se había mostrado receptivo con ellos no podía desaprovechar la oportunidad. Y como pensaba fue de mucha ayuda.


    -Ravenrock por suerte nunca fue blanco de ataque directos durante la guerra, pero eso no quiere decir que nos vimos ajenos a los estragos que está causó, muchos perdimos familia y amigos…. Los recursos llegan con más dificultad al pueblo… como en otros tantos lugares, no somos los únicos que afrontan necesidades… pero lo peor comenzó a suceder hace unas semanas - el párroco bajó la voz y miró con seriedad al mago - no quiero asustarlos, los que menos nos hace falta es seguir perdiendo ayuda de afuera pero sería un egoísta mal agradecido si nos les advierto-


    -Desde hace unas semanas, personas han estado desapareciendo del pueblo, las autoridades están investigando, los pobladores están en alerta, pero por ahora nada ha cambiado, cada día al ponerse el sol la niebla llega, nadie sabe de donde, simplemente aparece, fría y espesa, impropia de la estación, uno no puede ver más allá de su manos, le rehuimos, evitamos salir pero no siempre se puede y a veces gente que sale no regresa, no se encuentra rastro alguno es como si simplemente desaparecieran en el aire, no se si son los magos, demonios o un castigo de dios pero Ravenrock no es seguro, la gente está comenzando a irse -


    El ojiazul escuchó atentamente el relato de hombre, definitivamente la Orden del Fénix hizo bien en enviarlos aquel lugar, allí estaban cosas y tenían que hacer algo.


    -Lamento lo que está pasando, esperemos que se pueda encontrar una solución pronto…pero nuestro grupo necesita un lugar en donde pasar la noche ¿Sabe de alguna posada? -


    Minutos después se encontraba reunido junto al carruaje con sus compañeros de la Orden compartiendo la información que el predicador le había dado.


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  16. Matt Ironwood.

     

     

     

     

     

    -Mahalo Alice - le sonrió a la recepcionista que tan alegremente les había atendido una vez ingresaron en el impecable Hall del monumental ayuntamiento. Alice les indicó que aguardaran unos instantes en en las sillas de espera para atención al público mientras enviaba un mensaje al alcalde informándole de su llegada. Las sillas eran muy cómodas, de madera labrada y con cojines mullidos forrados de fieltro rojo y se encontraban junto a una larga sucesión de enormes ventanales que prácticamente cubrían por completo la pared. Del otro lado del vidrio a los que aguardaban ser atendidos se les regalaba una visión del hermoso jardín verde y florecido bajo la dorada luz de una prometedora mañana de verano.

     

    -Los jardines no han cambiado mucho desde los 50s - observó Alan mientras miraba a través del ventanal y tenía razón, era de lo poco que el Ironwood había notado invariable desde su llegada a Sunshine Valley y en cierto punto era algo tranquilizador, que no le hacía sentir como un completo extraño en aquel pueblo.

     

    La idea de querer vivir bajo la atmósfera de una época pasada tenía cierto encanto, pero por un rato, unas vacaciones, no una vida entera, pero Sunshine Valley no solo vendía las añoranzas de un tiempo pasado sino la seguridad de un mundo de aceptación e intocable por el conflicto, una realidad deseada por mucha gente. Fue el sonido de unos pasos que resonaban sobre el amplio piso de mármol veteado que sacaron al castaño de sus cavilaciones.

     

    Una mujer cargando con un bebe se acerco hasta donde Alice trabajaba, fue inevitable escuchar lo que ambas hablaban, entre que la distancia que los separaban y la mujer se mostraba claramente alterada las palabras llegaron con claridad hasta el mago. Intercambió una mirada con Alan al sentir lo del ataque de dementores. ¿Dementores en Sunshine Valley? Aquellas criaturas eran fuertemente controladas por el MACUSA, no se les permitía libre circulación por suelo americano y se las dejaba ligada en ciertas prisiones de alta seguridad como guardias.

     

    ¿Que está sucediendo realmente en Sunshine Valley? De pronto el paraíso no lo parecía tanto. La mujer fue mandada a aguardar en atención al público, en aquella mañana ellos eran las únicas otras dos personas en aquella sección por lo cual no perdieron la oportunidad de hablar con ella.

     

    Matt se levantó de su silla y caminó hacia la mujer que se estaba ocupando de su bebé -Disculpe señorita- llamó la atención de la bruja - Buenas días, no pude evitar oír lo que dijo en la recepción, soy Matt Ironwood y el es mi compañero Alan Bay, somos agentes del FBI del MACUSA de la oficina regional del estado, en Honolulu - se presentó - ¿Fue atacada anoche por Dementores? - preguntó en el preciso instante que una voz femenina llamaba su atención.

     

    -Señores Bay y Ironwood, el alcalde Levaugnex y su esposa los aguarda - una mujer regordeta y pelirroja los observaba desde un pasillo y le indicaba que la siguieran. Matt se volvió hacia la mujer con el bebe -¿Tendria algun problema en acompañarnos y explicarle su incidente al alcalde? - estaba seguro que los Levaugnex que se habían mostrado tan colaborativos y predispuestos no tendrían problema en recibir a uno de sus ciudadanos y menos cuando a este se quejaba de un problema tan grave.


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  17. Matt Ironwood.

    Castillo Evans McGonagall.

     

    Asintió en silencio mientras se obligaba a contenerse, no estaba para nada acostumbrado a dejar que los demás se encargaran de una situación y quedar relegado como un mero espectador, pero aun así aceptó. Observó cómo el grupo de Melrose se lanzaba al encuentro de la manada intrusa y se encontraban bajo la luz de la luna llena en los lindes del terreno familiar, los aullidos y gruñidos llenaron el aire nocturno mientras los licántropos se atacaban entre sí en un violento enfrentamiento que desde su posición no lograba vislumbrar del todo. Pero el mago dejó de intentar entender la escaramuza para fijar su atención en la figura de Melrose, la bruja se mantuvo aparte de sus compañeros y se apresuró a encender una hoguera, hipnóticamente siguió los movimientos de la mujer ansioso por entender que era lo que estaba haciendo.


    Arrojó unas pequeñas semillas en el terreno y tras unos segundos se nada suceder un manto de hielo comenzó a extenderse en todas direcciones desde allí donde las semillas reposan, la capa de hielo tomaba la forma del relieve irregular por el cual avanzaba hasta llegar donde los beligerantes se enfrentaban. Los gruñidos se sorpresa se extendieron por el grupo mientras la capa de hielo comenzaba a subir por sus extremidades inmovilizarlos en el lugar, el hielo no discrimina tanto aliados como enemigos se veían sujetos al suelo.


    El Ironwood regresó su atención hacia Melrose esperando su siguiente movimiento, pero en su lugar una espesa humareda apenas dejaba traslucir el perfil de la bruja. La columna de humo empujada por el viento cruzó en segundos la distancia que la separaba del grupo atrapado por el hielo y los distintos individuos comenzaron a caer como moscas ¿Inconscientes? El castaño creía que si.


    Una vez se dio la orden de avanzar el ojiazul comenzó a colaborar con la tarea de separar a los licántropos aliados de los enemigos, llevar a las mazmorras del castillo a los últimos y darles antídotos a los primeros. Según Melrose su grupo y el ajeno no eran lo mismo, pero para los ojos de Matt no veía diferencia alguna entre los licántropos, aun así continúo con la tarea habría tiempo para las preguntas más adelante.


    Quizás un poco más adelante de lo que imaginaba, la aparición de P-ko informando que otro grupo de licántropos atacaba la fachada delantera del castillo y que Helen (así que era allí donde había ido) se encontraba sola defendiendola movilizó al grupo al otro lado del castillo. Una vez más el castaño se vio dejado a un segundo plano lo que acentuó más su incomodidad. ¿Acaso se habrían enterado que aquella mañana fue disparado? ¿Que hacía hasta solo unos momentos se encontraba débil en la cama? Si creían aquello estaban muy equivocados, se encontraba más que fuerte y capaz de ayudar, pero una vez mas obligó a tragarse todos esos pensamientos y observar como Rory tomaba control de la situación con una técnica similar a la de Melrose.


    Una vez el grupo de licántropos cayó inconsciente y asegurarse de que Helen se encontraba bien prosiguió con la tarea de llevar a los atacantes a las mazmorras… 16 prisioneros, doce del fondo y cuatro de adelante… no sería fácil tratar con todos una vez despertaran.


    Sus pasos resonaron contra el suelo empedrado de uno de los largos pasillos cavernosos de las mazmorras del castillo mientras cerraba con cuidado la reja pesada y lustrosa de la celda donde acaba de dejar a un prisionero y se volvió hacia las tres brujas que lo acompañaban. Las llamas de las antorchas que colgaban de las paredes iluminaban en un juego de luces rojizas y sombras los rostros cansados de los defensores del castillo.


    -¿Que vamos hacer cuando despierte? - señaló con la cabeza a la celda que tenía detrás donde tres prisioneros yacían en el suelo. -Ya nos superan en números y si seguimos recibiendo ataques no se si podremos seguir dejándolos en las mazmorras - dijo Matt antes de volverse hacia la escocesa.


    Melrose parecía ser las más entendida en el tema -Tú dijiste que ellos no son como ustedes ¿Que quisiste decir con eso? No notó diferencia alguna al menos en apariencia ¿No son licántropos? - le parecía poco probable pero tampoco es que americano fuera un experto.


    -Debemos reforzar las medidas de seguridad el castillo - no podían seguir perdiendo el tiempo, afuera se estaba desarrollando una guerra y acaban de recibir un muestra de que nadie se encontraba ajeno a la misma.

     

    @@Rory Despard @@Helen Evans @

  18. Matt Ironwood.

     

    Oficina Regional de FBI: División de Asuntos Mágicos, Honolulu, Oahu.

     

    -Era un muchacho problemático, pero jamás pensamos que llegaría a esto - la voz de la señora Levaugnex resonó en el frió aire que ascendía de la morgue que acababan de visitar.

     

    -Y mucho menos que terminara de esta forma - replicó apenado el señor Levaugnex en un marcado acento sureño mientras continuaban subiendo la larga escalera que comunicaba a la morgue en el subsuelo con la primera planta de la Oficina Regional del FBI.

     

    Detrás de la pareja iban Matt y Alan, los encargados por la Oficina de tratar el caso de Chase Boyld. La visita de la adinerada y carismática pareja fundadora del reciente pueblo Sunshine Valley los tomó totalmente por sorpresa, una vez reconocido el origen del muchacho trataron de establecer comunicación con el pueblo privado sin mucho éxito por eso la llegada del alcalde y de su mujer tan solo veinticuatro horas de la infructuosa llama fue un giro totalmente inesperado en la investigación.

     

    Pero lamentablemente para el Ironwood aquella visita no había aportado una sustanciosa fuente de información. Los señores Levaugnex una exitosa pareja de Baton Rouge, Louisiana habían llegado una hora antes en un brillante Bugatti T 101 color azul que llamó la atención de todos en el estacionamiento, pero más llamativo resultó ver entrar a una elegante y alta pareja afroamericana vestida con trajes típicos de hace setenta años.

     

    La consternación y tristeza era evidente en sus rostros, realmente se sentían destrozados por la situación del joven Chase Boyld pero la información que les brindaron fue muy inferior a la que el castaño esperaba. Chase Boyld era un joven de 16 años que vivía con su abuela en una pequeña casa en Sunshine Valley, era un chico con un pasado complicado y proveniente de un contexto crítico, historia que manifestaba constantemente en peleas en el colegio, malas notas y faltas continuas pero nada de ello explicaba cómo había llegado a una zona residencial al norte de Honolulu en un estado bestial, casi desnudo, luciendo un cráneo de toro sobre la cabeza y atacado a una familia nomaj.

     

    La puerta al final de la escalera se abrió sola y emergieron a un iluminado pasillo en la parte más profunda de la Oficina, la pareja de Sunshine Valley se giró hacia los dos magos - Lamentamos todo esto, jamás algo así había sucedido en nuestro pueblo - la voz profunda del señor Levaugnex se lamentó.

     

    -Nosotros también lamentamos que todo esto haya tenido este fin - replicó Alan haciendo clara referencia al frio cadáver que habían dejado atras -Pero la investigación deberá continuar -

     

    -Me parece lo más correcto, pueden contar con todo nuestro apoyo - contestó la señora Levaugnex mientras entrelaza una de sus manos con la de su marido.

     

    -Se que nos han dicho que no existen drogas en Sunshine Valley, pero nuestros sanadores han analizado el cuerpo de Chase y encontraron rastro de una extraña sustancia en su sangre - Matt claramente se negaba a creer que sustancias ilícitas se encontrarán totalmente erradicadas de cualquier lado, incluso de un pueblo tan aislado y celosamente protegido como Sunshine Valley, pero sus fundadores negaron rotundamente la idea de que existiera circulación ilegal de sustancias nocivas en su pueblo.

     

    -No podemos obviar ese detalle - el castaño se cruzó de brazos - ¿Mañana está bien que lleguemos? - observó como sus interlocutores ascentían.

     

    -Los esperamos mañana a las once en el Ayuntamiento, tendrán una casa con todas las comodidades en completa disposición durante su estancia - contestó el alcalde de Sunshine Valley.

     

    -Pero deberán respetar las normas de convivencia de Sunshine Valley, no existe diferencia entre la población mágica y no mágica en el pueblo, todos somos iguales y se debe mantener el respeto y la armonía - la señora Levaugnes clavó sus hermosos ojos café en el par de magos como si quisiera ver alguna extraña intención en ellos.

     

    -Por supuesto, el MACUSA defiende también esos ideales - Alan a su lado despejó cualquier duda.

     

    Sunshine Valley, Kauai.

     

    Un día despues del incidente con los dementores.

    El BMW 507 rugía con fuerza mientras avanzaban con rapidez sobre la recientemente abierta "Ruta de la Esperanza" que comunicaba el pueblo de Kapa'a con Sunshine Valley. El bólido de brillante pintura negra fue una agradable sorpresa que el par de agente se topó al llegar a la localidad más poblada en la Isla de Kauai.

     

    Matt jamas habia estado dentro de uno, mucho menos conducido por lo que tras una discusión con su mejor amigo llegaron al acuerdo de que el castaño conduciría el vehiculo deportivo a la ida y Bay lo haría a la vuelta.

     

    La carretera recta como una flecha atravesaba un hermoso paisaje de floresta colorida y llena de vida, toda enmarcada por picos de volcanes apagado en el horizonte que se estiraban hasta tocar un cielo completamente despejado y de un fuerte tono celeste.

     

    Matt estaba feliz, la idea de regresar nuevamente a la bella isla de Kauai, alejarse del ajetreo de Oahu y sumado a la belleza de máquina que en aquel momento se encontraba manejando era una conjunción perfecta.

     

    -Allí está - a su lado Alan alzó la voz para hacerse oír por sobre el bramido del viento que al no contar con un techo en el vehículo era un constante y ruidoso acompañantes. Y así era, la entrada a Sunshine Valley los esperaba 500 metros delante.

     

    Matt desaceleró al llegar a la caseta del guardia que aguardaba bajo dos columnas de piedras que sostenían un cartel de metal labrado que rezaba el nombre de la localidad. Se presentaron y explicaron los motivos de su visita al sonriente guardia y este les permitió el paso deseándoles una excelente estadía, lo que se encontraron del otro lado fue como haber regresado en el tiempo.

     

    Eran las cincuentas en su expresión máxima.

     

    -¡Por Merlín! - exclamó alucinado Alan desde el asiento del copiloto mientras observaban las primeras vistas del pueblo.

     

    Las calles, las casas, la gente, todo era como haber retrocedido 70 años en el tiempo - Es como "Volver al Futuro" - dejó escapar Matt mientras doblaba hacia la Calle Magnolia para después desembocar en la avenida principal del pueblo "Golden Street".

     

    -¿Volver al que? - preguntó el rubio mientras pasaban frente a una panadería.

     

    -Olvidalo - se apresuró a replicar el Ironwood con una sonrisa en sus labios, a veces se olvidaba lo ajenos que podrían ser los magos a la cultura popular no mágica.

     

    "Golden Street" era una sucesión interminable de negocios y distintos establecimientos para divertir a los pobladores de Sunshine Valley, era el centro neurálgico del pueblo, donde todos iban hacer sus compras o salir a pasar el rato.

     

    -Es tan extraño - Alan correspondió el saludo a una mujer que llevaba una carreola y se detuvo a saludar al verlos pasar.

     

    -Es increíble, los Levaugnex deben de amar los 50s - y no podía ser de otra manera, hasta el último detalle se encontraba fielmente cuidado, de pronto Matt se sintió desubicado al ver la ropa que llevaba puesta, esperaba que aquello no fuera un problema, se daría cuenta en unos minutos, el perfil del Ayuntamiento se vislumbraba a un par de cuadras delante.

  19. Hola Demian! Jajaja si el rol ese es medio confuso pero es apropósito. De hecho ni siquiera sucede en Sunshine Valley, sucede en un barrio residencial en Honolulu. Lo hice como para permitir una entrada a mi pj a la trama de Sunshine Valley.

     

    La familia que es atacada sobrevive, el padre logra matar al desquiciado demente con el arma, ya que a pesar de lo que tenga encima o halla consumido, o este encantado o lo que sea, sigue siendo un humano y las armas le hacen daño.

     

    Bueno mi personaje trabaja en el FBI del Macusa en la oficina regional de Hawaii ahí es cuando se involucra en el el caso y descubre que el desquiciado es de Sunshine Valley y ahí inicia todo.

     

     

    La idea de Sunshine Valley es que es un pueblo donde las apariencias engañan, hay cosas turbias, cosas misteriosas que suceden y pretenden que no es así, se ocultan, se manejan de su propia forma en el pueblo, están apartados del resto del mundo.

     

    Y en parte esa es la idea, hacer un rol que no tenga que ver con grandes esferas del poder, conspiraciones, tramas que afectan al mundo, que para eso ya hay más de un rol actualmente. Sino que sea algo más local xD mas tranqui pero con acción, con tramas pero a una escala más "barrial" xD, no se si se entendio.

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  20. Las atrocidades de la Guerra son una realidad recurrente para gran parte de la población. Meses de lucha, de conflictos, de odio son un desgaste para todos ¿Pero usted sabe que existe un lugar donde toda esta triste existencia es ajena?

     

    ¡El sueño americano no ha muerto!

     

    Localizado en el extremo noroccidental de la paradisiaca isla de Kauai en el hermoso Estado de Hawaii se encuentra el pueblo privado de ¡Sunshine Valley! Donde el sueño americano resurge más vivo que nunca.

     

    Un lugar donde la población mágica y no mágica consiste en plena armonía y en mutua fraternidad ¡Enmarcado en la época de dorada de América: los 50s! Cuando este país recibía con brazos abiertos a millones de inmigrantes de todo el mundo.

     

    Sunshine Valley cubre todas la necesidad que sus habitantes puedan necesitar. Hermosos vecindarios de calles y casas amplias, un centro activo para el divertimento de niños, jóvenes y adultos; cine, teatro, restaurantes, bolos y mas!!!

     

    Amplios espacios verdes enmarcado en la exuberante belleza de la "Garden Island" para los amantes de la naturaleza.

     

    Escuelas de gran calidad para la formación de nuestros jóvenes y trabajo en abundancia para los padres. Sunshine Valley es un poblado completamente autosuficiente donde todo lo que se consume se fabrica aqui ¡No mas dependencia de un mundo externo de posguerra!

     

    La seguridad y la coexistencia pacífica de sus habitantes es prioridad para sus fundadores. Únicamente por tierra se obtiene el acceso, el "Camino de la Esperanza" recientemente creado conecta Sunshine Valley con el poblado de Kapa'a.

     

    El acceso por mar y aire está restringido. Los distintos medios de teletransportación mágico también se encuentran asegurados, ninguna aparición o portal funciona en Sunshine Valley. Todo estas medidas se toman para preservar la seguridad de los ciudadanos frente a cualquier amenaza extremista.

     

    ¡Cambia de vida! ¡Vive el sueño americano! ¡Abraza el futuro! ¡Ven a Sunshine Valley! ¡Un oasis en el nuevo mundo!

     

    Por más información contactarse con los fundadores: el Señor y la Señora Levaugnex. 5553781…..

     

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  21. El sol se había puesto hacía tan solo media hora pero la luna llena y el sinfín de estrellas que la acompañaban brillaban con fuerza en un firmamento completamente oscurecido, por lo cual la familia Carson había mudado la reunión familiar del jardín al gran y amplio comedor de la casa. No es que hiciera frío, la temperatura rondaría en torno a unos agradables veinticuatro grados y la iluminación del exterior era excelente pero las lluvias de días anteriores crearon las condiciones adecuadas para la aparición de una molesta horda de mosquitos que mortificaba al vecindario tras cada puesta del sol.

     

    El especiado pavo colocado en el preciso centro de la larga mesa de madera comenzaba a emitir un aroma que llegaba hasta cada uno de la docena de comensales presentes haciéndoles agua a la boca, pero la señora Carson no dejaba que nadie se acercara al plato hasta que todo estuviera en perfecto orden. Amelie era una perfeccionista obstinada, todo debía estar en equilibrio y en el lugar exacto, en su casa los detalles y las reglas se cumplían a rajatabla. Pero pese a todas esas características su familia la adoraba, era una mujer que velaba por cada uno de sus miembros y nada le hacia mas feliz que ver reunido a sus hijos y nietos en aquel salón.

     

    Cuando colocó la última servilleta doblada cuidadosamente en la forma de un triángulo junto al plato de su hijo mayor volvió a su asiento, en el extremo de la larga mesa, enfrentado a la silla de su marido, el señor Carson.

     

    El señor Carson le sonrió a la mujer que era su compañera de vida hacía ya exactamente cuarenta y un años, aquel día era su aniversario. Y no podían haber tenido mejor celebración, el día había sido espectacular, el sol brilló alto coronando un calido dia de verano. Junto con Amelie bajaron a la playa bien temprano para disfrutar del amanecer y al regresar a su casa cuando el sol se encontraba en su cenit se encontraron con la visita sorpresa de sus hijos y nietos, la tarde había sido inolvidable y frente a ellos ahora aguardaba la promesa de una deliciosa cena.

     

    -Hora de agradecer - tomó la palabra Eric al ver asentir a su esposa del otro lado de la mesa, estiró ambas manos hasta tomar las de sus hijos Josh y Amanda. El hombre bajó la cabeza, cerró los ojos y agradeció por aquella comida y aquel dia a Dios.

     

    -Amen- resonó de cada una de las doce voces que llenaban la mesa al finalizar el rezo, todos alzaron su rostros con una sonrisa dibujada por la expectativa del delicioso banquete que se avecinaba pero la luces se fueron y el banquete no sucedió.

     

    Peter el más pequeño de los nietos lanzó un grito de horror por la repentina oscuridad a lo que su madre pronto se apresuró a calmar.

     

    -¿Que habra pasado? - la voz de Amelie se alzó por encima de la demás.

     

    -Creo que fue en todo el vecindario - aventuró a responder Robert el hijo mayor del matrimonio Carson - No veo luces en la calle -

     

    -Voy por las velas - la silla de Eric sonó mientras el hombre se levantaba, sus tres nietos mayores ya habían sacado los celulares y comenzaban a distraerse en los mismos.

     

    -Toma mi celular, viejo - Josh le tendió el aparato con la linterna activada.

     

    -¿Me acompañas a salir para ver qué sucede? - Robert le preguntó a su hermano mientras también se levantaba de la mesa con celular encendido en mano.

     

    -¡Papa! - el grito desgarrador de Emily llegó tan solo una fracción de segundo antes de que el enorme ventanal que daba al jardín estallara estrepitosamente. Los gritos de los adultos y los llantos de los niños se mezclaron en la oscuridad de la sala pero al igual que el ventanal aquello no amedrento a la figura que se incorporó temblorosamente del suelo cubierto de fragmentos de vidrio.

     

    Maldiciones, preguntas, llantos y gritos resonaron mientras que el ambiente hasta el momento familiar se desmorona como el ventanal. La figura, alta, oscura y deforme se lanzó con un rugido humano hacia Robert, pero el hombre logró escapar por poco. El atacante no fue tan veloz y se precipitó hacia un aparador de madera que crujió al recibir el impacto, las decoraciones de porcelana de Amelie estallaron en el suelo y sobre la figura pero aquello no la detuvo, se incorporó y arremetió de nuevo, la familia que había logrado escapar del comedor estaba sumida en el pánico.

     

    Los dos hermanos sostenían con fuerza el pestillo de la puerta resistiendo el embate casi bestial e incesante de la figura al otro lado, la madera crujía, los gritos brutales del atacante de distorsionaba por el cráneo de toro que llevaba sobre su cabeza.

     

    -¡Llama al 911! - Robert escupió la orden, su padre salió en búsqueda del arma que guardaba en su habitación, su madre había huido con los niños hacia otra habitación junto con su hermana, su mujer y su cuñada. Su cuñado Timm se había quedado junto a ellos y en ese momento se encontraba marcando a emergencias.

     

    La puerta se sacudió con violencia renovada, ¿Cuánto resistiría? La misma duda vio reflejada en los ojos de su hermano, estaba tan cerca de su rostro que podía sentir su aliento, el sudor bajaba por su espalda, sentía todos sus músculos tensos, la adrenalina le recorría por el torrente, pero no podía, no debía soltar el pestillo, la seguridad de su familia dependía de aquello.

     

    La madera se partió.




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  22. Matt Ironwood.

     

    La suave brisa marina se tornaba una vendaval en la cima de risco en el que acaba de aparecer el mago. Entrecerró los ojos debido a la combinación de brillo del sol y el viento salado que le revolvía el cabello castaño, en su mano derecha todavía sostenía el remo de madera que le sirvió como traslador desde su hogar en Oahu y que le ayudó a mantener el equilibrio una vez tocó tierra tras el agitado viaje.

     

    Inspiró una gran bocada de aire y dejó la salada brisa marina le llenara los pulmones y que bien le sentó aquello. Era un Ironwood, el mar le corría por las venas, una familia que desde sus orígenes le debía todo al océano y el cual siempre estuvo ligado a sus éxitos y desventuras. Matt creció escuchando el batir de las olas sobre la arena y pese a estar a miles de kilómetros de su casa sentir el oleaje impactar la costa a su espalda acortaba aquellas distancias.

     

    El ojiazul dejó el remo sobre el pasto que crecía encima del acantilado y se mecía al viento de aquella tarde para después descolgarse la pesada mochila negra de los hombros y apoyarla entre sus piernas, con cuidado introdujo el remo en su interior y este desapareció en la interminable pero indetectable extensión de la mochila, propiedad que mágicamente le había agregado antes de partir a la misión.

     

    Su visita al condado de Cornwall no era por ocio (aunque con aquellas vistas podría planear un viaje en el futuro) sino que su presencia en aquella península en el extremo occidental de Inglaterra era su primera misión como miembro del Clan de los Paladines. Estaba emocionado y ansioso por comenzar, por demostrar las conocimientos y habilidades que había estado perfeccionado dentro de La Orden de la Mano de Plata. Todo aquel esfuerzo, todo el sudor, el cansancio y los dolores debido a llevar al límite su cuerpo y mente para afrontar por lejos el mas duro entrenamiento de su vida, de las semillas que había estado cultivando durante aquel tiempo esperaba cosechar los primeros frutos y de paso ayudar y proteger a una comunidad que los necesitaba.

     

    Se llevó la mano derecha uno de los bolsillos de su comodo pantalon cargo color musgo y sacó su varita. Tenía que llegar al punto de encuentro propuesto por la Orden del Fénix, un gran monolito gris que se alzaba desafiante en el terreno. Pero desde allí Matt era incapaz de distinguir aquel punto, a dos kilómetros a su izquierda donde el terreno perdía pendiente un pequeño pueblo pesquero se protegía entre dos altos riscos, a su derecha los acantilado seguían haciéndole frente al calmo mar azul que brillaba con destellos bajo la luz del sol pero sin indicio alguno de civilización.

     

    Extendió su palma izquierda y encima colocó su varita, era un simple encantamiento de orientación, el castaño simplemente debía pensar en el lugar al que debía llegar y su varita se orientaria indicando la dirección a seguir. No llego a pasar un segundo cuando con un movimiento casi imperceptible su varita apuntó al noroeste, ya con un camino por delante el mago se volvió a colgar la mochila a los hombros y con varita en mano emprendió la marcha por un pequeño sendero irregular.

     

    Seis kilómetros adelante se topó con el destino, un gran monolito de granito castigado por los elementos después de miles de millones de años de exposición se alzaba descaradamente sobre un verde llano y allí bajo su sombra una carruaje tirado por caballos alados aguarda junto a dos brujas que Matt conocía.

     

    -Ellie, Madeleine - saludó a las mujeres estrechando sus manos y sonriendoles - Pensé que llegaría tarde, el traslador me dejó un poco lejos - les explicó.

     

    -¿No hay nadie más? ¿Solo somos nosotros? - preguntó el castaño extrañando por la situación, se esperaba encontrar un grupo más grande al llegar. Según había entendido todos los clanes compartirían aquella misión, lo que volvía más prometedora la situación.

     

    @@Ellie Moody

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  23. Matt Ironwood.

     

    Día de la Ira; Nueva York, Nueva York.

     

    -No es algo que se comente abiertamente, la Orden del Fénix es una organización que cuenta con muchos enemigos que se ocultan de igual manera que nosotros lo hacemos, mientras más personas sepan que pertenezco a la Orden mayor posibilidad de que se vuelvan targets de la Marca Tenebrosa y no pienso poner en peligro a la gente que me importa por una decisión personal - concluyó su justificación el castaño mirando a sus compañeros.

     

    Tanto su padre como Alan parecían no tener problema con el hecho de que formara parte de aquella legendaria organización, después de todo la Orden del Fénix representaba y defendía los ideales que ambos creían, lo que les molestaba era que les hubiera ocultado aquella información pero como acaba de expresar, el mago jamás pondría en riesgo a su familia y amigos.

     

    Llevaban un par de minutos aguardando por una respuesta, el polvo y las cenizas continuaban cayendo sobre ellos, enrareciendo cada vez más el aire, el sonido de sirenas de camiones, ambulancias y patrulleros evitaba que la espera fuera silenciosa, pero el pequeño grupo se estaba impacientando.

     

    El castaño se sacudió la fina capa de polvo y cenizas que comenzaba acumularse sobre los hombros y el cabello, el uniforme de colores entre negro y azul oscuro se comenzaba a manchar de gris y cada vez se volvía más dificultoso respirar.

     

    -No podemos esperar eternamente una respuesta - expresó en voz alta John Ironwood el pensamiento que los tres compartían, el mago se había levantado del banco donde aguardaba y se sacudió el polvo del chaleco de cuero de dragón.

     

    -Si la Orden no responde tendremos que buscar las pistas por nuestra cuenta, hay que ir hasta el Woolworth Building, dar una mano, buscar información, de seguro hay sobrevivientes dispuestos a colaborar con lo que sepan, pero esperar sentados mientras nos cubrimos de cenizas no es una opción - el capitán de bomberos de la Isla de Hawaii era tajante y decidido y no por ello estaba errado.

     

    Pero ante de que alguno de los agentes del FBI pudieran abrir la boca un destello de luz se manifestó en la cima de la escalinata de mármol blanco que conducía al City Hall. El destello comenzó a tomar forma hasta que un oso panda formado enteramente de cálida luz blanca apareció. El mensaje que emergió de su boca fue corto y contundente.

     

    " W. O. está aquí"

     

    El presidente estaba vivo.

     

    -Vamos - fue lo único que replicó Matt al ver desvanecerse al Patronus. No podían perder más tiempo, no sabía en qué estado se encontraba O'Brien pero tenía en claro que necesitaría protección, además la nación necesitaba de aquel mago y más en aquellos momentos. Pero apenas intentó desaparecer se dio cuenta de que algo iba mal, no estaba funcionando.

     

    -No puedo desaparecerme - escuchó a su padre a sus espaldas, no era el único.

     

    -Deben de haber activado encantamientos anti-aparición- dedujo Alan y Matt estuvo de acuerdo.

     

    -Pero si los terroristas son nomajs, ellos no pueden aparecer - replicó John.

     

    -Los atacantes de hoy son nomajs - Matt remarcó el termino "hoy" con intensidad- Pero los enemigos del MACUSA son varios y como buitres podrían aprovechar esta oportunidad para perpetrar sus intenciones ¿No se acuerdan el atentando del año pasado? Más de un grupo de magos, organizaciones ilegales y gobiernos hostiles aprovecharon la confusión para darse una vuelta por Manhattan, debe de haber un radio de influencia… quizás de un par de manzanas, tendremos que avanzar a pie -

     

    -Broadway debe de estar cerrada, pero podemos subir por Park Row hasta Bowery, Rivington comienza allí - Alan sugirió y Matt asintió en silencio, no había tiempo por perder.

     

    Manhattan era un caos. Alan tenía razón, Broadway había sido cortada al público, pero no era la única, los desvíos del tráfico creaban embotellamientos en varios puntos de la parte sur de la isla, más las evacuaciones que se estaban llevando a cabo volvían casi imposible el avance de los magos hacia el refugio de la Orden.

     

    El miedo y el pánico se palpa a en al aire junto con las cenizas y el polvo que no paraban de caer sobre la ciudad, la enorme columna que se alzaba desde donde antes se encontraba el Woolworth Building tapaba el sol de aquella mañana primaveral cubriendo de sombras la parte más meridional de la Gran Manzana.

     

    Todos los edificios, museos, restaurantes, bares, escuelas y viviendas estaban siendo evacuados por las fuerzas del orden público no mágico. Pese a que el ataque fue declarado abierta y exclusivamente contra la población mágica la preocupación de que los ataques se repitieron sobre otras construcciones y causarán mas muerte se había extendido por entre los nomajs, después de todo el Woolworth Building era un símbolo para todo Nueva York, ya sea para el sector magico como para el que no.

     

    El pequeño grupo de magos uniformados avanzaban con lentitud entre ríos de neoyorquinos asustados, algunos lloraban, otros se reian y bromeaban nerviosamente, algunos parecian mas calmados y de vez en cuando se toparon con pequeñas confrontaciones entre vecinos tensos, pero al ver al trío de magos con aquel uniforme tan similar a los de la fuerza de seguridad no mágica decidian finalizar la reyerta.

     

    -Los están llevando hacia el Central Park y Washington Heights - comentó John Ironwood mientras cruzaba una avenida al ver como policias de transito detenían a los vehículos y habilitaban el pasaje de los evacuados por grupos.

     

    -Los quieren alejar lo máximo posible del sur, quizás hasta extiendan la evacuación a todo Manhattan - Matt levantó el tono de su voz para hacerse oír por sobre los bocinazos de los conductores molestos que esperaban que el cruce de personas terminara.

     

    Ya se encontraban a tan solo dos cuadras de Rivington cuando un grito se escuchó por sobre la multitud.

     

    -¡Ellos son nuestros enemigos! ¡Nos declararon abiertamente la guerra! ¡Atentaron contra nuestro gobierno! ¡Nos odian! ¡Nos temen! -

     

    El hombre que gritaba era un sujeto en sus treinta, vestía una larga capa raída color ocre y se encontraba cubierto por cenizas de los pies a la cabeza. Vociferaba y gesticulaba agresivamente parado sobre el techo de un taxi aparcado y en su mano llevaba una varita.

     

    El grupo de magos se detuvo junto a la muchedumbre que frenó el avance frente a la situación que se estaba desarrollando. Matt calibró al agitador ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar? La mirada del hombre era desquiciada y había cierta determinación en sus palabras, solo bastó con que apuntará con su varita al grupo de personas mas cercano cuando tres cuerdas salieron de la varita del hawaiiano.

     

    Las tres sogas de cáñamo impactaron en el cuerpo del agitador, una sujetó sus piernas provocándole perder el equilibrio, otro ató sus brazos al torso y la última silenció sus palabras -Bomb… - y no pudo continuar.

     

    El hombre cayó sobre el techo del vehículo y el caos explotó a su alrededor. Matt y sus compañeros se lanzaron directamente sobre el otro mago atravesando una decena de metros de gente enloquecida que gritaba consignas como "enemigos entre nosotros" y "piedad".

     

    Los policías trataban de mantener el orden, pero era imposible, la histeria se había desatado entre los presentes. Alan y John lograron bajar al hombre del techo del vehículo y lo dejaron en la calle resguardado entre ellos. Un grupo de nomajs los había rodeados y gritaban insultos y amenazas contra los cuatro magos, Matt tenía la varita lista para defenderse, no iba a dejar que los lincharan.

     

    El primer botellazo salió de la nada e impactó contra el vidrio trasero del taxi, el estallido del cristal fue acompañado por una lluvia de pequeños fragmentos que cayó sobre los magos.

     

    -¡Amenazas! ¡Enemigos! ¡Matenlos! ¡Demonios! - la intensidad de los insultos iba en aumento y una segunda botella impactó a pocos centímetros del Ironwood. Tenían que irse, debían intentar desaparecer, ya se encontraban lejos de la posible área de anti-aparición, no saldrían bien parados si continuaban alli, la situación era ya muy tensa e insostenible y el mago estaba muy preocupado.

     

    -Hay que desaparecer - gritó a sus compañeros, su padre asintió mientras sujetaba en alto su varita y a su lado Alan sujetó al mago maniatado. Matt giró y se sumergió en la oscuridad.

     

    Sus pesadas botas impactaron la pequeña escalinata de material que conducía a la entrada de una vivienda apretada entre dos altos edificios, detrás de si pudo sentir la llegada de su padre y su amigo, delante junto a la puerta de madera brillaba una placa que rezaba "443 Rivington Street".

     

    Llegaron, los tres magos y el cautivo ingresaron al Refugio de la Orden del Fénix.

     

     

    @ @

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  24. Matt Ironwood.

     

    Día de la Ira, después de los ataques, Nueva York, Nueva York.

     

    Sus pulmones hasta aquel momento presionados se vuelven a llenar con el aire perfumado con desodorante de ambiente, los cubículos contiguos a ambos lados del suyo se agitan con la aparición de sus dos compañeros. -¿Todos bien? - preguntó mientras abría la puerta de su propio cubículo y salía al enorme cuarto de baños del ayuntamiento de la ciudad de Nueva York.


    -Por más que uno lo hace desde los 17 años la sensación de la desaparición es una mier** - maldijo su padre mientras energía del cubículo a la derecha del de su hijo - Prefiero lo malditos trasladores - John Ironwood, era un hombre que recientemente acaba de cumplir los 50 años, unas hebras plateadas comenzaban asomar en su cabello corto y negro como el azabache revelando el paso del tiempo, pero por el resto el padre de Matt seguía pareciendo un hombre en sus treintas, sus ojos, azules como los de su hijo seguían siendo vivaces y atentos y su cuerpo se mantenía en forma, como jefe de bomberos en la Isla Grande su trabajo le exigía estar siempre preparado tanto en lo mental como en lo físico.


    -Sigo prefiriendo la desaparición a ir en un auto que maneje tu hijo - bromeó con cierta creencia en sus palabras su mejor amigo, Alan Bay mientras salía del cubículo a la izquierda del de Matt.


    -Soy el responsable de haberle puesto un volante entre las manos por primera vez, lo lamento tanto Alan - continuó con el chiste su padre después de lavarse la cara en uno de los tantos grifos que había en la larga mesada de mármol veteado bajo el igualmente enorme espejo principal del baño frente a ellos.


    -Vamos, quizás consiga un auto en la calle - apremió el castaño continuando con el hilo mientras salían del baño y se encaminaba hacia la entrada principal de un completamente evacuado ayuntamiento de Nueva York. El City Hall se encontraba exactamente al otro lado de la calle Broadway frente al Woolworth Building, era el mejor punto de partida para la misión que tenían por delante.


    La paz y el silencio que reinaba dentro del ayuntamiento contrastaba con el caos del exterior, las sirenas de carros de bomberos, ambulancias y patrulleros formaban una cacofonía incesante acompañada por el eventual resonaran de los helicópteros cuando alguno cruzaba por encima de sus cabezas.


    Las cenizas y el polvo cubrían los árboles, flores, césped, caminos y bancas de pequeños parque del ayuntamiento como si fuera nieve en un dia de invierno, pero estaban en primavera y algo mas desencajaba con aquel paisaje tan conocido para el Ironwood, algo faltaba. El ojiazul levanta la mirada hacia donde solía alzarse imponente y por sobre las demás edificaciones el Woolworth Building, símbolo de la ciudad tanto para los nomajs como para los magos y lo único con lo que se topó fue con una espesa columna de polvo que se cernía amenazadora sobre la Gran Manzana.


    -No lo puedo creer - dejó escapar junto a él su padre, todos parecían compartir el mismo sentimiento de desolación.


    -Estos hijos de p*** lo van a pagar - exclamó en un suspiro cargado de ira Alan -El ataque en el Presbiteriano fue menos violento, pero se llevaron a los bebés, fue lo mismo en todos los otros hospitales ¿Que sadico mal nacido haría algo tan retorcido como eso? - continuó su mejor amigo.


    Aquella noticia le perturbada aún más que ataque en sí mismo ¿Para que el Inquisidor quería a los niños? ¿Acaso quería un seguro? Teniendo a los hijos los padres no harían nada ¿intercambiaba favores por la liberación de los infantes? ¿O sería algo menos racional? Esa idea le daba más miedo todavía, ¿Haría honor a las raíces religiosas de su nombre y planeaba ser una especie de Herodes I el Grande del siglo XXI? Solo el tiempo lo diría por lo tanto era mejor que se apresuraran.


    -Ilvermorny no fue atacado, pero viendo lo que sucedió en Hogwarts los estudiantes están siendo evacuados por los agentes del FBI en la Oficina de Boston, las clases se han suspendido, lo mas seguro es que no las retomen después de todo queda poco menos de un mes para que finalice el año escolar - continuó informando Alan, de los tres era le mejor informado de la situación, mientras se encontraba colaborando con las mejoras de la seguridad en el "Queen's Medical Center" de Honolulu se había enterado de las ominosas noticias con lujo de detalle.


    -¿Por dónde comenzamos? - preguntó John, Matt observó a su padre, sabía perfectamente por donde quería empezar el, era un bombero, toda su vida lo había sido, ver aquel desastre, sentir las sirenas... si dependiera de el ya estaria ayudando con los rescastes y evacuaciones que se estaban desarrollando al otro lado del parque, pero lo que harían a continuación no dependía de él, tenían una misión y la misma era encontrar al presidente.


    El ojiazul sabía que el presidente O'Brien era afín con la Orden del Fénix, había trabajo en conjunto con aquella organización desde los últimos eventos que se habían cernido sobre el mundo. Era del desconocimiento del Ironwood si O'Brien sabía que él formaba parte de los frentes en el extranjero de la Orden, pero no parecía contraproducente revelar aquella información, tenía claro que hacer a continuación.


    -Se por donde empezar - anunció a sus compañeros mientras extraía de uno de los bolsillos del pantalón su varita, en la Isla de Manhattan solo había un lugar seguro para la Orden del Fénix, el 443 de Rivington Street, si O'Brien hubiera decidido buscar refugio en la Orden era el lugar más próximo.


    -Expecto Patronum - conjuró Matt, del extremo de su varita una serie de hilos plateados de brillante luz emergieron y comenzaron a entretejerse hasta configurar a una apacible tortuga marina que nadaba en el aire moviendo sus aletas.


    -Ve hasta el 443 de Rivington Street y pregunta por cualquier noticia que puedan tener sobre el presidente O'Brien, el Inquisidor, o lo que sea - le encomendó y mientras veía alejarse a su Patronus con agilidad en el aire sintió dos pares de ojos clavados en su espalda, al girarse las preguntas no tardaron en llegar.


    -¿Como puedes mandar mensajes con un Patronus? - inquirió el rubio.


    -¿Que hay en el 443 de Rivington Street, hijo? - preguntó su padre.


    Tenía mucho que contar.

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  25. Matt Ironwood.

     

    a de la Ira, después de los ataques; Honolulu, Oahu.

     

    El castaño tiene que hacer acopio de todo su autocontrol para no levantarse e irrumpir en la oficina de su jefe, levanta la vista del suelo hasta el reloj de la pared de enfrente, ya eran casi las tres de la mañana ¿Cuanto más tiempo planeaba dejarlo esperando? ¿Y por que a él? Era el único que tenía que esperar sentado en una silla en el pasillo que conducía a la oficina del director regional mientras el resto del departamento bullía con la actividad de sus compañeros, todos fueron convocados, se reforzó la seguridad tanto de allí como la del Hospital Mágico "The Queen's Medical Center" el principal centro de salud de todo el estado, de hecho de camino hasta el edificio del FBI tuvo que dejar a Alan en el hospital para que colaborará con su protección. Pero él tenía que esperar, ¿que esperaba? Aún no lo sabía, pero con el pasar de los segundos la tarea de contenerse era cada vez más difícil.

     

    Habían atacado, no, destruido el Woolworth Building, el centro del gobierno de todo el país y por lo tanto el núcleo mismo de la nación, no podía creerlo, era imposible, aquel edificio era el lugar más protegido y con la gente más capaz de defenderlo en todo Estados Unidos, un símbolo de resistencia y poder y lo habían logrado vencer. Jamás se había sentido tan vulnerable, la guerra había llegado a suelo americano, situación que no se daba desde la lucha por la Independencia.

     

    Para peor los rumores aseguraban que el ataque fue letal, muchísimas bajas, eso era lo que más le dolía, lo que lo hacía sentir mareado, no podía dejar de mover la pierna izquierda en un gesto nervioso, tenía amigos, conocido en Nueva York, se había formado en Woolworth Building como todo agente del FBI, todo lo que había vivido….

     

    -Matt - la voz de Eric Jacksonpoint, director de la Oficina Regional del FBI en Hawaii, lo tomó por sorpresa pero su asombró mayor fue que lo llamara por su nombre de pila, nunca lo había hecho antes.

     

    El hombre junto a su lado tenía un aspecto de completa desolación, sus ojos de otrora grises, siempre filosos y atentos ahora parecían dos pozos de confusión, mirando sin ver, hasta su tono enérgico se había esfumado.

     

    -Señor - comenzó diciendo el Ironwood mientras se incorporaba de la incómoda silla, pero fue rápidamente interrumpido por el canoso mago a su lado.

     

    -Acompáñame a mi oficina - no dijo más y prosiguió directo hacia donde dijo, el mago no tuvo más opción que seguirle. Al llegar se encontró con una habitación completamente caótica, cartas, libros, mapas se apilaban desprolijamente sobre cada superficie y en cada rincón que fuera posible, el ulular de una pequeña lechuza mensajera llamó la atención de Matt al pasar junto al elegante aparador donde extraños objetos reposan en intranquila actividad.

     

    -Toma asiento - le ofreció Jacksonpoint con voz cansina mientras él ocupaba su asiento frente al cargado escritorio.

     

    -Señor no voy a sentarme - contestó Matt tratando de mantener un tono respetuoso pese a lo nervioso y enojado que estaba con aquel hombre por haberlo mantenido al margen de todo lo que sucedía hasta el momento - ¿Que está sucediendo? - el Ironwood tenía millones de preguntas para formular pero se contuvo, su jefe parecía cansado (como todos) y no creía que un torrente de dudas colaboraría con que la comunicación fuera fluida así que optó por la pregunta que resumiera todas las demás.

     

    -Hemos sido atacados, tanto el MACUSA como el Presbiteriano han sido atentados, pero no solo Estados Unidos está bajo ataque, varios países en los siete continentes han sufrido una escalada de violencia coordinada y sin precedente en la historia, los mayoría de los blancos fueron hospitales, por eso orden que reforzarán la seguridad del "Queen's" -

     

    -Las bajas en Woolworth Building son incontables, fue un bombardeo totalmente sorpresivo y para el cual no se pudo hacer nada - mientras Jacksonpoint relataba todos los rumores que Matt había escuchado y deseado que fueran inciertos aunque fuera en una parte se volvieron horribles hechos, miles de rostros de amigos y conocidos en Nueva York se le cruzaron por la mente ¿Había sido esa ceremonia de reconocimiento la última vez que los vio? ¿Que pudo escucharlos? ¿El último momento que compartió con aquellas personas? No quería creerlo, no quería pensarlo, no quería reconocerlo.

     

    -Todos hemos perdido a alguien este día Matt - Eric pareció capaz de interpretar todo lo que sucedía en el Ironwood -Pero no podemos llorarlos aún… hay mucho que hacer y por eso te he traído aquí -

     

    -Te enviaré a ti a Nueva York, el presidente O'Brien ha desaparecido, su oficina o el resto de lo que quedaba de ella fue lo primero en ser registrado y no se encontró rastro alguno del presidente, todas las agencias del FBI en el país enviarán campañas de búsqueda, no podemos perder a nuestro jefe de estado en una situación como esta, el mundo es un caos y necesitamos a nuestra cabeza, una vez en Nueva York también trata de informarte de lo que puedas sobre el Inquisidor, nosotros desde aquí haremos lo mismo - continuo Jacksonpoint pero Matt lo interrumpió.

     

    -¿El Inquisidor? - aquel nombre no le sonaba de nada.

     

    -La mente maestra y responsable de todos estos ataques que la comunidad mágica mundial ha sufrido este dia, un loco supremacista nomajs hasta el momento desconocido, una nueva amenaza que sumar a la larga lista de terroristas que salieron estos últimos meses, el mundo ya no es lo que era Matt - resopló el mago frente a él.

     

    -Entendido - replicó el castaño tratando de absorber todo aquel alarmante torrente de información - Pero si tengo que ir a Nueva York no la hare solo, quiero un equipo y ya tengo los nombres - acaba de regresar de una guerra, se debía volver a otra no lo haría solitariamente como la última vez.

     

    -Solo dilos Ironwood - contestó el director Jacksonpoint.

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