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Edmund Browsler

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Todo lo publicado por Edmund Browsler

  1. El mago abrió el empaque de la jeringa y luego le insertó un líquido de amarillento a la misma, con un pedazo de tela se apretó con fuerza para que sirviera de torniquete y se inyectó a sí mismo. Al hacerlo, soltó un gemido y se dejó caer sobre el sofá de su habitación en la Casa Clarence. Edmund no era un junkie, como muchos pudieren creen si le vieran en aquel estado; pero consumía de manera casual, especialmente cuando tenía tantas responsabilidades encima, muchos pensamientos rondando su cabeza, deberes, obligaciones y demás. Era una de las pocas formas de escape que conocía y algo que prefería hacer sólo pues no se sentía identificado con alguien más. Además, conocía sus límites. No lo hacía por diversión o placer, o por lo menos no por eso únicamente, y eso le hacía no caer en una adicción sin control. Eso sin contar que tenía cosas en que ocuparse y a Charles, que era lo más importante. Una hora después, cuando el efecto se iba yendo, alguien tocó la puerta. Con un hechizo desvanecedor, Browsler hizo desaparecer la evidencia de la escena del crimen. - Adelante -invitó a quien estaba tocando la puerta. Era Charles, quién estaba curiosamente disfrazado de vampiro. - Voy ir a la casa de Malfoy, por la fiesta que te comenté -dijo. A pesar de que era muy rebelde, tenía respeto por su padre y no lo desobedecía, o por lo menos no siempre-. Y no llegaré tan tarde. - Por supuesto, Charlie, saluda de mi parte a los señores Malfoy. Aún le sorprendía que Charles hubiese quedado en Slytherin, siendo que todos los miembros de su familia habían sido Gryffindors por generaciones y generaciones. Por supuesto, James también había sido Slytherin, pero todos sabían que él no era Browsler como tal, sino que se le había dado el apellido por adopción. En fin, Charles era el primero en pertenecer a aquella casa de Hogwarts y ahora se juntaba con Malfoys, Blacks, Lentrages, Yaxleys, entre otras familias de ascendencia de práctica de las artes oscuras. Y el que sus mejores amigos fueran Black y Malfoy no lo hacía más fácil. Generalmente acompañaba a su hijo a toda clase de reuniones y eventos, pero no podía hacerlo en una fiesta que adolescentes. No, Charlie no le perdonaría algo como eso. Así que no tenía otra opción más que rezarle a Merlín que su hijo no se vierta atraído por las artes oscuras en ningún momento de su juventud. En sus manos, Edmund tenía una invitación a una fiesta de Halloween por sus compañeros de la Orden del Fénix, en el Aethonan's House. Después de meditarlo un par de veces, se dijo a sí mismo que no iba a perder la noche. Y estaba seguro de que Charlie no iba a llegar nada temprano. Y así, después de alistarse, llegó al Callejón Diagon por medio de la aparición. Al entrar al local vio a un par de caras conocidas, pero antes de saludar decidió ir a buscar un trago para poder sentirse más cómodo. Sólo observó bebidas sin alcohol. ¿En serio aquello era una fiesta? Por suerte, siempre tenía reservas dentro de su monedero de piel de poke. Cogió un vaso, y después de sacar una botella de whiskey de fuego, se sirvió a su gusto. - ¿Quieren un poco? -ofreció a Zahil y a Nicole cuando las vio-. Tú no, no le hace bien al bebé.-dijo a Kaori-. Y tú menos, niña -espetó a Madeleine, aunque sólo bromeaba por la estatura y complexión de la chica, y eso se le notó en su sonrisa-. Es broma, ¿quieres? -Después de acabarse el vaso de un sorbo, comentó-. Y disculpen mis modales, buenas noches tengan todas, ¿alguien ha visto a la anfitriona? ¡Que empiece la fiesta! Y en cuanto dijo eso, una bombilla de luz explotó cerca a ellos. Todos se agacharon y Edmund intentó cubrir a Kaori, evitando que los pedacitos de vidrio le pudiesen cortar. - Oh, diablos -dijo, incorporándose-. Juro que no he sido yo.
  2. Sí me gustó el episodio, pero se me ocurrieron preguntas salsosas para Julio depsués de escucharlo D: que triste, para la próxima(? Btw, queremos que las próximas victimas sean Majo y Kevin, a ver qlq. No sé de quienes son las voces D: Sé que el segundo hombre es Fran, obvio, todos le conocemos la voz de valenciano pero no a los demás D: Ya dígannos quienes son D:
  3. JAMES LESTRANGE - ¿Y cuándo puedes comenzar a trabajar? - ¿Trabajar? -El mago soltó un bufido-. Yo no seré tu empleado, no me hace falta. Helena lo observó de manera inquisitiva. - Vengo a proponer negocios -comentó con su voz grave-. Tengo la manera de cómo hacer que tu agencia de servicios salga a flote. Además, cuento con la mejor pandilla de Inglaterra para servicios de espionaje y seguridad. La vampira estaba más interesada que nunca. - ¿Y cuál es el nombre de esta pandilla? - Los Peaky Blinders. - ¿Y cómo piensas hacer que mi negocio salga a flote? - Tengo contactos, clientes... Te los puedo presentar si te interesa. Volver a Inglaterra no le hacía mucha gracia a James. Sin embargo, estaba siguiendo las órdenes de su hermano menor, John. Aún le sorprendía lo mucho que había crecido y cómo guiaba la pandilla de gypsies en Nueva York. Habían contactado a Helena, su tía tatara abuela, aunque esta tan sólo lucía como una jovencita quinceañera. James bebió un sorbo más de la copa de vino.
  4. @ Gracias por pasarte. Podrías revisar los puntos de objetos? Dice 870 pero he sacado la cuenta tres veces y el total final me dan 890 puntos. Podrías re-revisarlo?
  5. -Nombre de la Bóveda: Bóveda de Edmund Browsler -Link a la Bóveda Personal: http://www.harrylatino.org/topic/81154-boveda-de-edmund-browsler/ -Trámite a Realizar: El negocio Mundus Quidditch debería decir 100%. Gracias
  6. @ No sé donde poner esto, así que paso por aquí Majosa, en este posteo certificaste las compras del post #45 pero quedaron pendientes las compras del #42 #43 #44 ¿quién hace esas?
  7. Seguía sin saber como decirle a Helena que ya no iba a trabajar más allí. ¿Qué iba a hacer la vampira en su contra? ¿Acaso iba a amenazarle con el juramento de sangre que habían pactado? ¿Entendería sus motivos? El principal motivo de él para comenzar a trabajar en la agencia era porque no tenía dinero. Pero se había acabo. Había reabierto Mundus Quidditch por sí sólo y también había tomado las riendas de Terrortours. Ya no la necesitaba. Además, no quería seguir haciendo esa clase de negocios. Él no era un matón y mucho menos quería siquiera enterarse de los negocios ilícitos que iban por debajo de la fachada de la agencia Browskov. Al llegar, saludó brevemente a la recepcionista y subió los escalones hacia la oficina de Helena. - Tenemos que hablar -dijeron ambos al unísono. - Está bien, comienza tú -dijo Edmund de manera cortés. - Ya no necesito de tus servicios -mencionó la vampira, entregándole una carta y un cheque firmado-. ¿Y tú de qué querías hablar? - Nada, no era nada importante... Edmund firmó y salió de allí de una vez sin decir palabra alguna. ¿Porqué habría tomado la vampira aquella decisión tan repentina? Fría como ella sola, no le había preocupado el paradero de Edmund ni le había preguntado por el dinero de su última misión. No le había importado en absoluto. Tan sólo había querido deshacerse de él de una buena vez, sin explicaciones. El mago se encogió de hombros antes de desaparecer de allí. Todo había salido bien.
  8. Edmund Browsler

    Animagia

    Era libre. Era veloz. Era fuerte. Era un leopardo en esta oportunidad que había logrado dominar. Suluk había tenido la razón todo el tiempo, la única manera de poder conotrolar la animagia que tenía en su interior era al poder poner sus emociones en orden y vencer sus miedos. Y eso había hecho. Una y otra vez mientras se había debatido internamente como proseguir. Justo cuando se encontraba más perdido que nunca, se encontró a sí mismo y el resultado había sido espléndido. El leopardo avanzaba velozmente guiando la marcha, sentía la brisa fía golpear su rostro peo estaba tan emocionado por ello que no le importaba no estar en su hábitat como tal. No supo cuando tiempo pasó, pero disfrutó cada segundo de su transformación como animal. Dio saltos muy altos, intentando alcanzar al ave, la arcana, pero le fue imposible poder alcanzarle. Ni siquiera había estado cerca. Trepó con gran habilidad un árbol y observó el paisaje que tenía frente a él mismo. Luego se lanzó del árbol al suelo y cayó de forma grácil, sin sufrir ningún tipo de daño. Puso a prueba su agilidad también, saltando roca sobre roca de la manera más rápida que le fuese posible. Se sentía muy activo. Al rato notó que había perdido a la arcana y pensó que era lo mejor. Edmund también era solitario como el leopardo, por lo que un tiempo a solas le venía muy bien dado que podría conectarse consigo mismo mucho mejor. ¿De verdad había perdido a la arcana o esta le había dejado aquel tiempo libre justo para eso. El leopardo bajó la colina, disminuyendo la marcha y luego se sentó, quedándose quieto como una estatua, para mirar el horizonte. Mientras observaba se preguntaba sobre el paradero de James, su primo, pues lo sucedido en Aogikahara le había parecido una ilusión. ¿Es que acaso si había muerto? Decidió dejar de pensar en ello, pues no tenía las respuestas y era tiempo perdido, para ver si podía hacerlo de nuevo. Y si puedo. Por voluntad propia, el mago volvió a su figura humana y luego a la figura animal en cuestión de segundos. Se sentía mucho más confiando con la animagia. Después de un tiempo, decidió volver a la vivienda de la arcana para darle las gracias por todos sus sabios consejos. Así que apretó la marcha en la forma de leopardo para llegar hasta la humilde morada lo más rápido que pudiese. Nuevamente disfrutó cada segundo de la figura animal. Al llegar, volvió a su forma humana. Suluk, quién le esperaba allí, pudo ver como se transformaba.
  9. Y entonces, todo se tornó oscuro. Una de las cosas que menos le gustaban de tener duelos o batallas era que muchos hechizos que podían utilizarse afectaban a sus sentidos como tal. Esa era una de las limitantes que más le pesaban al batirse en duelo, pero que había sabido ir dominando con el paso del tiempo. Después de todo, mientras se perdía un sentido, los otros solían agudizarse. En aquel momento podía oler con más intensidad los pétalos del pensamiento, sin verse afectado como tal dado que el anillo antiveneno aún se mantenía activado. Y también escuchaba muchísimo más, especialmente el sonido del viento. Nada más se movía, tampoco la guerrera lo había hecho. De lo contrario, el mago se hubiese enterado. Escuchó atentamente a las palabras de Asenath mientras envainaba su varita. - Sí, se aprende mucho más con la práctica -comentó, pues honestamente estaba de acuerdo-. La teoría ciertamente es necesaria pero la práctica es imprescindible. Acto seguido escuchó la amenaza de la Uzza al mencionarle que un nuevo ataque se avecinaba. Bien podía ser atacado por la chita, cuya cobertura de hielo estaba a punto de derretirse por completo, o por la mismísima guerrera. Browsler lo pensó dos veces por un par de segundos que le parecieron una eternidad. Ciego, jamás iba a poder adivinar el ataque de Asenath, y menos con el poder mágico que ella poseía. Pero sí podía evitar el ataque de la chita, cuya posición conocía perfectamente pues no estaba muy lejos de él y la había dejado totalmente congelada allí. - Cinaede -dijo, a sabiendas de lo que estaba a punto de sucederle a la criatura. El veneno gaseoso extraído a partir de los Pétalos de Pensamiento comenzó a surtir efecto. Alrededor de la chita surgió un gas invisible que penetró en el acto en sus vías respiratorias, cortándolas, para pasar posteriormente a la sangre, provocando la paralización del sistema nervioso y circulatorio y, muy pronto, la muerte. Browsler odiaba tener que lastimar animales, especialmente criaturas mágicas, que era algo que sucedía comúnmente en los duelos o batallas, pues eran muy usadas. Él limitaba su uso lo más que podía. "Ella no es real, tan sólo es una piedra" se dijo, pero aún así, muy en su interior sentía un pesar muy grande. Gracias a Merlín aún no podía ver, pues no quería ver a la chita en aquel estado. - Utilizaría las Arenas del Hechicero para evitar que las Semillas de Fuego me puedan afectar -dijo sin vacilar-. Aunque claro, el hechizo que utilice dependería de las condiciones del momento. También podría utilizar un Vitae o un Fortificum, por ejemplo. Así aprovecharía la defensa como un futuro ataque en caso del Vitae y también podría mantenerme defendido con el Fortificum por más tiempo. Luego me tocaría curarme con un Anapneo y podría utilizar el hechizo Curación para estar más sanado, el cual no consume acción. Así luego sólo tendría que hacerme un Episkey más adelante. Como digo, todo dependería de las condiciones del duelo como tal.
  10. CHARLES BROWSLER En cuanto abrí los ojos, lo primero que vi fue el rostro preocupado de mi padre. Inmediatamente pensé que aquello no podía estarme pasando a mí. Estaba pasando la burla más grande del siglo y estaba ruborizado por ello. Cerré los ojos con fuerza por un dolor de cabeza que sentía pues era como si me la estuviesen taladrando en ese mismo momento. Abrí los ojos de nuevo. Estaba en el aire "montado" sobre una saeta de fuego. En realidad no lo estaba, yo seguía flotando y mi papá me estaba sujetando con para que no me elevara más. No quería mirar hacia abajo, escuchaba a una multitud y estaba seguro que era el hazmerreír de todo Hogwarts. EDMUND BROWSLER - Charlie, ¿estás bien? Su hijo asintió. Lo que más le preocupaba era que no sabía que estaba sucediendo y que el efecto del conjuro que había realizado hace poco se estaba acabando. De hecho, no sabía como tal cuanto tiempo iba a durar, así que sentía que estaba en una marcha contrarreloj. Sabía en qué clases de cosas debía de estar pensando su hijo en ese momento, pero era lo que menos le importaba. Le interesaba más su salud que su reputación como tal, aunque Charles tuviese un orden diferente de prioridades. Descendió suavemente en la escoba y agarró a Charles de los brazos con fuerza para que no siguiese elevándose en el aire. Al descender casi por completo, reconoció a varios rostros de los presentes, ¿qué hacían sus compañeros de la Orden del Fénix allí? Él no había sido llamado, ¿se encontraban en alguna misión, la habrían organizado o tan sólo aquello era una simple consecuencia? Tenía muchas preguntas, pero no las podía hacer en medio de aquel tumulto de jóvenes alumnos. Y ahora que lo pensaba, ¿dónde estaban los profesores y la directora del Colegio? ¿Acaso se estaba perdiendo de algo? Saludó brevemente a la mayoría, pero no pudo contenerse en preguntar: - ¿Alguien sabe que está sucediendo? Necesito ayuda con Charles, no sé cuanto tiempo le vaya a durar el encantamiento inmovilizador. @ @ @. Y la colonia tovar xD
  11. Aclaro que nunca dije que el Nico se copió, eh xD Vengo con una pregunta, en la búsqueda del tesoro anterior se nos premió a las tres personas que respondimos, porque eso mencionaba el tópic. ¿Por qué en esa no? ¿Cambiaron las reglas? ¿Tan sólo la primera persona se lleva el premio? Aunque el tópic sigue diciendo:
  12. http://www.harrylatino.org/topic/111257-las-herederas-de-violetta-beauvais-mm-b-111261/page-3?do=findComment&comment=5174365 http://www.harrylatino.org/topic/111257-las-herederas-de-violetta-beauvais-mm-b-111261/?hl=moldeador
  13. ¿Puedo dejar la pista (link al post de la llave y link al topic) sin necesidad de dejar el rompecabezas listo y así me ganaría 1000 G? O sea, los puedo dejar en posts separados (enlaces al topic y foto de la criatura? Buenas tardes, me acabo de quedar desorientada con el posteo de Edmund y por eso paso a preguntar, son 1000 galeones por descubrir la pista y 1000 G por descubrir a la criatura, o sea, no es que al que encuentra primero la pista le corresponden 2000 G? digo, no sé, me surgió esa duda, porque bastaría con esperar a que postee el primero para ganarse 1000 G copiando su info o no? Darla tiene razón. Como sugerencia, se debería dejar una captura completa de pantalla y no recortada. Porque sino cualquiera puede copiarse xD Yo hasta estaba en una reunión de trabajo mientras hacía el rompecabezas xDDDDDDDDDDDDDD
  14. Tengo duda con la búsqueda del tesoro: Dice el topic: ¿Puedo dejar la pista (link al post de la llave y link al topic) sin necesidad de dejar el rompecabezas listo y así me ganaría 1000 G? O sea, los puedo dejar en posts separados (enlaces al topic y foto de la criatura?
  15. http://www.harrylatino.org/topic/111809-barco-encallado/?do=findComment&comment=5201127 http://www.harrylatino.org/topic/111809-barco-encallado/?hl=paliza
  16. - Mi estimada señora, no me deja otra opción. Y la apuntó con su varita. - ¡Petrificus totalus! El rostro lleno de miedo de la señora fue lo último que vio en la cocina. El cuerpo de la mujer se paralizó por completo, pegando ambos brazos a sus costados y cayó al suelo al perder el equilibrio con un golpe seco, cuya caída fue aminorada con un encantamiento adicional de Edmund. Avanzó, no se escuchaba a nadie más en la casa de campo. La habitación contigua era una sala de estar. Al mago le pareció curioso que primero estuviese la cocina en la entrada en lugar de sala, cuando generalmente era al revés. Aquello debía ser una costumbre de las casas de campo, según suponía. - ¿Señor Kinkle? -preguntó, aunque en voz baja. No supo que sucedió, sólo recibió un tremendo golpe en la cabeza que le hizo rodar por el suelo. Sin embargo, no fue tan fuerte como para perder el conocimiento. Browsler se giró y observó al enano con un sartén en la mano, amenazándole de golpearle de nuevo si se movía. El enano debió de haber saltado de la vitrina que tenía detrás. Browsler intentó no reírse, porque le parecía muy cómico. Apuntó al enano con su varita. - Sólo estoy aquí por el dinero y me iré sin armar problemas. - ¡Esa arpía! ¡No le daré ni un knut! -exclamó, pero se detuvo-. ¡Nos estafó! Nos vendió las criaturas, pero nos las robaron al siguiente día. ¿Y quién crees que fue? ¡Sí, el gigante ese con quién ella anda! Nos quisieron ver la cara de tontos. ¿Por qué, entonces, no viene ella sino que lo mandó a usted? Mi esposa lo vio todo. Ella no quiere admitirlo. -Y entonces le explicó los problemas económicos que tenían. Sin las criaturas mágicas, era imposible para ellos poder subsistir y con el poco dinero que tenían iban a comprar unas en el mercado legal, y no en el mercado negro. Edmund entendió entonces el negocio redondo de Helena y decidió que no podía continuar con ello. Se disculpó con el enano y su esposa, deshizo el maleficio y salió de allí sin un knut. Ahora el problema iba a ser como decírselo a Helena.
  17. Nombre: John Mäel Browsler Lestrange Shelby. Edad: 33 años. Nacionalidad o procedencia: Francés, con residencia americana. Raza: Humano. Personaje principal al que está asociado: Edmund Browsler. Relación con el personaje principal: Primo. Aspecto Físico: John es alto y robusto. Tiene el cabello largo, a la altura de los hombros, el cual está casi siempre despeinado y es de color castaño. Los ojos de John son verdes y tiene una barba poblada. Su cuerpo está lleno de tatuajes y cicatrices. Cualidades Psicológicas: John sufre de trastorno de identidad disociativo. Hasta la fecha sólo se le conocen tres personalidades más, Ekaterina, Tommy y Aldair. John es la personalidad principal y quién controla a la manada en la mayoría de las ocasiones. Sin embargo, puede perder el control en algunas oportunidades puesto que sufre de ansiedad y depresión por sus traumas de la niñez. El mago siempre cuida sus intereses, es vengativo y suele tener el ego muy elevado. Habla inglés y francés de manera fluida, tiene excelente memoria y posee un sentido agudizado que le ayuda a prever situaciones. Historia: John nació en Francia, en la Lestrange Manor. Hijo de padres magos, sangre pura, fue criado durante sus primeros 5 años en Francia. Sus padres se separaron poco después de su nacimiento al tener diferentes ideales. La mamá de John nunca dejó que su ex esposo viera a su hijo pues este se había unido a la Orden del Fénix. Un dia, Glenn Browsler secuestró a John y se lo llevó al Castillo Browsler en Gales, el cual se encontraba protegido bajo poderosos encantamientos. Años pasaron sin que John supiera nada de su madre ya que su padre esquivaba todas sus preguntas. A los 7 años de edad los mortífagos asaltaron el Castillo Browsler, dejándolo en ruinas. John alcanzó a ver como su Lorraine Lestrange, su madre, mataba a su padre en duelo. Su madre intentó llevárselo pero él huyó justo antes de que esta pudiera hacerlo. Lestrange tenía un medio hermano, James, mayor que él, fruto del primer matrimonio de su padre. También tenía un primo, Edmund, quién escapó con el viejo sabio consejero de la familia. John prefirió huir con su hermano a los Estados Unidos, donde la guerra mágica era menos propensa... o eso era lo que pensaban. John tenía acceso a la Lestrange Manor ubicada en Aberdeen, Dakota del Sur, por lo que James y él se reinventaron allí. Fueron años muy duros, inviernos fríos, con poca comida y sin nadie a quien acudir. John hablaba inglés y francés desde pequeño. Creció y se hizo fuerte, aunque los fantasmas de su pasado hicieran estragos con su mente. John comenzaba a hablar con personas que no estaban a su alrededor y ni siquiera eran amigos imaginarios... Estas personas estaban dentro de él. Tiempo después, James decidió irse a buscar ayuda pero nunca volvió por lo que John creció sólo. Se encaminó en un viaje sin rumbo hasta que llegó a un sitio llamado Shelter Hill, donde habían muchos magos inmigrantes como él que no tenían ningún sitio al cual ir. Al cumplir los 11 años de edad comenzó a asistir al Colegio de Magia Ilvermorny, donde cursó sus estudios y se graduó milagrosamente pues tenía un comportamiento terrible que casi hacía que lo expulsasen del colegio en más de una ocasión. Al graduarse, John retornó a la Mansión Lestrange y optó por un trabajo en el MACUSA y también como profesor de Ilvermorny ocasionalmente. El mago creció y se convirtió en congresista del Magiconcreso y también Director de Ilvermorny. Sin embargo, su placer son los negocios ilícitos. Se asoció a la pandilla americana los Peaky Blinders y se hizo parte de la familia al casarse con Ada, quién murió un par de años después. Otros datos: Condiciones de utilización: Sólo puede ser utilizado por Edmund Browsler.
  18. @@Darla Potter Black Ahí cometí un error, disculpa. Yo seré el único propietario por lo que el costo total de la reapertura se debería cobrar sólo a mi. Gracias y disculpas.
  19. Después de la travesía que había tenido, no se imaginaba como iba a ser la segunda. Había aparecido de regreso en la Agencia Browskov porque no se le había ocurrido otro sitio al cual ir. Dejó el dinero en la caja fuerte ubicada en la oficina principal, a la cual sólo Helena y Zack tenían acceso, y partió de nuevo revisando la información del segundo cliente del cual tenía que arrebatar el dinero pendiente. Sí, porque en realidad no iba a "cobrar", las órdenes de la vampira habían sido exactas. Tenía que hacer todo lo que estuviese en su poder para poder obtener el dinero. Además, lo necesitaban. El otro objetivo era un enano, muy parecido a un gnomo o a un duende, pero en realidad era un squib. Browsler lo pensó varias veces intentando encontrar la dificultad o el truco allí. Si era un enano, y además squib, ¿por qué no había ido Helena misma? Era una situación fácil de controlar a su parecer. Blandió su varita y desapareció. Se encontraba en lo parecía ser el campo. el mago bajó por un sendero empinado de arena y caminó en dirección a la única granja que se veía en kilómetros. Al llegar, tocó la puerta y espero paciente. - ¿Qué quiere? -dijo una señora con desconfianza por la puerta entreabierta. - Vengo de parte de Helena. - ¡LÁRGUESE! Y cerró la puerta con un portazo. "Alohomora" conjuró el mago. - ¡Le dije que se largara! ¡No quiero saber nada de esa arpía! ¡Largo! -La mujer había comenzado a lanzarle un montón de objetos encima, como ollas y platos, por lo que el mago pensó en una Salvaguarda Mágica para protegerse, por lo que todos los objetos terminaban estrellándose contra la pared. - ¿Se encuentra el señor Kinkle? -comentó Edmund con serenidad. De verdad no quería hechizarla.
  20. Edmund había escuchado sobre aquel establecimiento en varias oportunidades pero nunca había podido visitarlo. Era bien sabido que el mago tenía gran interés por el arte en general, aunque entre ellos lo que más le gustaba era la literatura y la escultura. También por ejemplo, le gustaba mucho la pintura, aunque era no era tan bueno para eso como hubiese deseado serlo. Avanzó por el Callejón Diagon con la característica ropa muggle que vestía de alta costura. La mayoría de sus prendas elegantes eran muggles y no ropa de magos como tal, eso se debía a que tenía dinero en el mundo muggle que no podía podía utilizar en el mágico. Y no, no podía, porque en parte no era su dinero y tampoco podía hacer eso uso cambiarlo por dinero mágico porque el paradero de cada libra esterlina tenía que estar debidamente justificado. Y la mayoría de las personas en la Casa Clarence no sabían que él era un mago. Ingresó al negocio de colores variopintos y llamativos, usualmente conocido como la Casa de la Cultura, saludó con cortesía a la persona que se encontraba en la entrada. La planta baja, o primer piso para algunos, estaba llena de pinturas que le resultaban bastante peculiares. Browsler se sentó sobre una banca y notó que estaba sólo. Había una pintura en particular que llamaba mucho su atención. ¿A qué le recordaba? Era una serie de elementos que se sobreponían unos con otros, de diferentes colores pero cuyos matices formaban una armonía única. Y entonces lo recordó. Le recordaban a Ddraig Gwyn, su hipogrifo. No sabía por qué, dado que la pintura no tenía figura animal. Luego pensó en subir a los pisos superior, tal vez habrían otras secciones de aquel sitio que también le interesaran...
  21. @@Ashura Lestrange Ashu linda, debo decir que la firma te quedó perfecta <3 no quiero ningún cambio, en realidad es tal y como la había imaginado. Gracias por tu dedicación y por este cambio de imagen tan bueno *-* Por supuesto que no será la única vez por aquí porque me encanta tu trabajo. Abrazotes <3
  22. Eran muchas las cosas que pasaban por la cabeza del mago y no tenía idea de cómo organizarlas, pero cada vez que su cabeza comenzaba a maquinar sus posibles movimientos o palabras, algo en aquella reunión hacía que él volviera en sí. Ese estado tan sólo sucedía en su mente, puesto que su rostro se mantenía sereno frente a todos los presentes mostrando sonrisas educadas cuando el momento fuera pertinente. En aquel caso, había sido Lucrezia. - Oh, por supuesto, señorita Di Médici -respondió el mago para mirarle a los ojos directamente, y aprovechando que nadie le estaba mirando, le guiñó un ojo-. Justo de allí es donde conozco su apellido. Estuvimos muy complacidos con la donación del Banco Médici. Puede contar con que toda la familia tendrá un puesto de honor en la tribuna principal durante los juegos de quidditch de la Liga de Gran Bretaña e Irlanda, los cuales comenzarán muy pronto. -Y se volvió al Black, quién miraba su reloj de bolsillo, como si tuviese otros compromisos pronto-. Y espero, ministro, que también podamos contar con su presencia. Y entonces, con la respuesta de Aaron, Edmund cayó en cuenta de por qué había sido electo como ministro. La forma de expresarse con pasión sobre sus ideales, sus pensamientos radicales, la facilidad de discurso, entre muchos otros, le caracterizaban al hablar. Y mientras él hablaba, giró su rostro a Lucrezia. Era bien sabido la debilidad que Edmund tenía por las rubias y había notado como la italiana le había mirado al caminar. Él también la había devorado con la vista, sólo que con tanta discreción que había pasado por debajo de la mesa. El ministro se dirigió a él y Browsler observó sus labios al hablar con la misma discreción con la que lo hacía con los de Lucrezia, por lo que era casi imperceptible. Además, en medio de aquel discurso del ministro nadie le prestaba atención, sino a la autoridad mágica como tal. Browsler se mordió el labio inferior, imaginándose un momento a solas con Lucrezia y el ministro al mismo tiempo. Pero volvió en sí, si no respondía al ministro, todos iban a notar las expresiones que no había podido evitar. Además, la ferocidad y sutileza de los comentarios de Lucrezia y los de Aaron le habían subido el tono un poco. No obstante, aclaró su garganta y continuó como si nada hubiese pasado. - Definitivamente vivimos en paz con los muggles, señor ministro -respondió Edmund con firmeza-. Después de todo, la última guerra entre ellos fue alrededor de los años 40 y nosotros no hemos tenido ninguna con ellos. La remoción del Estatuto Internacional del Secreta no sólo traerá la guerra de muggles contra magos, sino una guerra entre magos como tal. ¿O qué piensa que la Comunidad Mágica Internacional dirá al respecto? ¿Y las grandes potencias? -El hecho de Aaron mencionara a los muggles como una raza inferior hizo caer en cuenta a Edmund de que estaba gastando saliva, por lo que cambió de táctica-. Ojalá pueda reconsiderar su posición, señor ministro. Después de todo, no querrá seguir los pasos de Grindelwald y acabar como él. ¿Acaso aquello contaría como una amenaza de muerte al ministro? No, claro que no. Las palabras habían sido escogidas con astucia. Aquel comentario se consideraría como un consejo. Y sí, Grindelwald había sido un gran mago, pero al fin y al cabo había sido vencido por el gran Dumbledore, y había acabado encerrado en Nurmengard por el resto de sus días. - Y sí, le esperaremos con gusto con la Casa Clarence -dijo-. Estoy seguro de que a Boris le gustará escuchar los puntos de vista que tiene usted. -Luego se volvió a Lucrezia-. Una bella dama como usted también será bien recibida cuando así lo desee. Edmund cogió una copa de vino de mesa que no se había derramado al ministro golpear la misma con fuerza y bebió un sorbo mientras observaba a todos con cautela. Bajó una servilleta y la colocó sobre su regazo, como si dispusiese a comer, aunque tan sólo estaba activando su anillo de la escucha para saber que le decía Felicity a la Di Médici en aquel momento. Browsler rió para sus adentros, aunque en realidad habría querido reír a carcajadas y molestar a la Malfoy. Fee no había cambiado en absoluto. - Azkaban es una prisión muy grande -comenzó a hablar en tono solemne-. Aunque no importa el tamaño como tal sino como se use. -Había enfatizado aquellas palabras mirando primero a Felicity y luego a Lucrezia-. Aunque debo decir que el tamaño depende de la perspectiva de quién lo mire. Más aún cuando hay personas que no han visto Azkaban como tal y tienen la osadía de decir que no es tan grande como en realidad lo es. -Y satisfecho con su comentario, se dirigió al ministro de nuevo. -Hablando de Azkaban, siguiendo lo que dice Felicity, me gustaría escuchar también como se pretende controlar a los dementores, para no cometer los errores del pasado. El siguiente comentario de Aaron si que le sorprendió, pero mantuvo la serenidad que le caracterizaba en la política. - No tenía ni idea que el Wizengamot se había disuelto -comentó de manera casual-. Éramos tan pocos ya... Pasaron un par de años desde el último ejercicio de nuestras funciones. En este momento, tengo otras obligaciones como la política muggle y también con las asociaciones de quidditch que represento, señor ministro, pero por supuesto que me gustaría formar parte de su nuevo Wizengamot en caso de que me requiera para ello.-Y le dijo "podríamos conversar de ello más tarde señor Browsler..." lo cual le pareció una propuesta un tanto sugestiva e hizo volar su imaginación-. Ojalá que la señorita Di Médici quisiese unirse a nosotros. Entonces una bruja más ingresó a la estancia y le resultó un tanto familiar, ¿la habría visto en algún sitio? - Bienvenida -dijo Edmund a Tauro al ver que nadie hablaba, ni siquiera el ministro. O por lo menos por su boca, porque los ojos sí que le hablaban. ¿Acaso la estaba esperando todo este tiempo? Ahora que lo pensaba mejor, tal vez era la razón por la cual había estado mirando el reloj de bolsillo todo ese tiempo.
  23. Edmund observó los documentos que la vampira le había dejado y ya sabía por qué le había escogido precisamente a él para esos trabajos. El primero de los clientes era un semigigante. ¿Cómo se suponía que le iba a sacar el dinero de sus manos? ¿A punta de nudillos? Eso se veía complicado, porque Edmund no era una persona del todo violenta. Revisó los documentos y la información que allí se contenía: había información sobre los pasatiempos del semigigante, los sitios que frecuentaba, sus destrezas y habilidades, entre muchos otros. Era momento de ponerse manos a la obra. Desapareció del local y apareció en una calle semi desierta. Browsler siguió las indicaciones que allí se encontraban. Giró hacia la izquierda, luego a la derecha, luego izquierda, izquierda de nuevo, y al final a la derecha. Ubicó una casa que lucía abandonada. Ingresó, pues la verja estaba abierta y caminó hasta la puerta principal. "Alohomora" conjuró. Y la puerta se abrió. Browsler ingresó a la estancia y caminó lo suficiente como para observar que aquel era un sitio de mala muerte. Habían unas cuantas personas en el suelo tiradas, junkies, todos drogados. Y pesar de que se vio tentado, no probó ni un poco ya que no era del tipo de sitios que frecuentaba ni mucho menos un sitio donde pasaría un buen rato. Quería conseguir el dinero para largarse de allí. Subió las escaleras al segundo piso. Al entrar en lo que parecía ser una oficina, una voz le sobresaltó. - ¿Qué mier** busca? ¿Quién es usted? Browsler se giró sobre sus pies. - George -respondió, pues no pensaba decir su verdadero nombre-. Vengo de parte de Helena. - Ah sí, coge el dinero que está en la caja fuerte y lárgate -dijo el semigigante, dándole la combinación. "Ok, eso fue fácil" pensó el mago. Agarró las bolsas de oro y las metió en su monedero de piel de moke. Acto seguido salió de la pocilga y decidió regresar a un sitio seguro para desaparecer. Justo cuando cruzó el umbral de la puerta, se escuchó una explosión en el interior. Browsler corrió lo más que pudo y desapareció de allí en medio de una humarada blanca. No pretendía regresar para observar que había sucedido allí. Es más, tampoco quería saber.
  24. Edmund recordaba la última vez que había visitado aquel estadio. Allí habían estado Goderic y Undefined, además de Emily, y los hijos de Goderic, Fabián y Lily. Habían sido buenos tiempos. ¿Volverían? Esperaba que sí. Momentos atrás se había ubicado en el Callejón Diagón para poder llegar a Mundus Quidditch de la única manera posible hasta ese momento, a través del local construido por escobas voladoras. Abrió la puerta y se adentró en la oscuridad para sujetar la saeta de fuego dorada que le llevaría a su destino. - Señor Browsler, es un placer verle. El empleado de la ventanilla principal de atención se sobresaltó y se irguió en su asiento al verle pasar. Edmund le saludó con un ademán de mano y una sonrisa frugal, y se acercó hasta él para que le comentara como habían estado las cosas. El squib le comentó lo que había estado suponiendo todo el tiempo, con la temporada baja las ventas habían bajado muchísimo pero el negocio aún se mantenía. Y para su suerte, en el mejor momento, porque estaba cerca la Copa de Quidditch de Liga de Gran Bretaña e Irlanda. Browsler no iba a jugar, después de ganar el mundial de quidditch el año pasado, había decidido que era el momento de su retiro. Y le había ido bien, porque ahora era el presidente de la Asociación Internacional de Quidditch. Pero para despejar su mente, Browsler se dirigió al campo de quidditch. De su monedero de piel de moke sacó su Nimbus 3000 y luego de dar una patada al suelo, se elevó por los aires. Con un movimiento de varita abrió el cofre que contenía las bludgers y también con un encantamiendo convocador había adquirido el bate. Se sentía en casa.
  25. Curiosamente, había extrañado aquel sitio. Edmund se encontraba en el Callejón Diagon, a las afueras de Terrortours, con un pequeño baúl de siete cerrojos en la mano izquierda. Sintió nostalgia por un momento, antes de avanzar, y se preguntó si la otra propietaria se encontraría allí... ¿Sería posible? Avanzó un par de pasos y la puerta se abrió. Era tal y como le había recordado cuando se adentró en la oscuridad. La característica vela se había encendido para guiarle en medio de las sombras y los fantasmas. Sí, hasta a los fantasmas los había extrañado también. Especialmente a Wen-Wen Han, fantasma japonés se le había pegado desde su pequeña excursión a Aokigahara, el mar de árboles, y quién desde entonces había decidido habitar en aquel negocio junto con los demás fantasmas que allí habitaban. - ¿Señor Browsler? Reconoció la voz de Warren de inmediato, el esquelético joven se le acercó y le estrechó la mano. También lo hizo Wendy, momentos después, quien le miró con pesar. Edmund estuvo a punto de preguntarle por el paradero de Evarela, pero sus palabras no le salieron de su boca. Wendy pareció entender y respondió la pregunta sin que el mago lo hiciera. - No tenemos noticias de la señorita Black desde que usted partió. Browsler asintió. - ¿Y bien? ¿Cual será nuestro próximo destino? Los tres sonrieron. - ¿Alguien se anima a un crucero por el Triángulo de las Bermudas?

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