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Adrian Wild

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Todo lo publicado por Adrian Wild

  1. El Buque de las Sombras 27 de noviembre Extendiendo la Magia de Ghibli (III) Y los refuerzos para la batalla, parecían tardar en responder. Habíamos pasado todo el día anterior planificando nuestra misión específica en la incursión a la isla rusa: salvar a los miembros de la compañía de Alfred Müller. Contábamos con que tendríamos el apoyo de aquellos a los que había informado, y que estos se encargarían de desvelar el escondrijo secreto del Inquisidor, pero no habíamos recibido ni una sola notificación de la recepción del mensaje por parte del Ministerio de Magia británico. Sin embargo, y a pesar de la duda general que amenazaba con llenar de incertidumbre y desconfianza a la mayoría de los presentes, yo mantenía una fuerte convicción en que el mensaje del patronus había sido escuchado y seguramente la falta de noticias significaba que se estaban poniendo en marcha y se encontrarían en aquellos instantes elaborando todo un plan de acción, tal y como estábamos haciendo nosotros. — Quizá hayas depositado demasiada confianza en los tuyos —me había casi increpado Freya en algún momento de la tarde. — No sé a quién te refieres con "los míos" —contesté, entreviendo en sus palabras su inquietud sobre mi posible pertenencia a un bando del que habían escuchado cosas buenas y otras tantas horribles—, pero lo único que he hecho es avisar a uno de los gobiernos mágicos que sé que cuenta con personas que están trabajando duro para frenar la acción del Inquisidor. Nada os para a ninguno de que aviséis a quién creáis necesario, siempre y cuando aseguréis que se uniría a la causa con total compromiso y fidelidad. Los únicos "míos" que existen ahora mismo, están en este edificio. Aquellas palabras me quemaron en el pecho. Era cierto, no había dicho ninguna mentira, pero no había incluido en ellas a mi familia, y casi me había parecido una traición. La espera de noticias de aquel primer día fue tediosa, pero levantarnos el segundo día sin ellas hundió un poco más la roca clavada en nuestras cabezas. Me levanté de la mesa del desayuno y ayudé a recoger todo, todavía con el pensamiento en el artículo del periódico que nos había enseñado Golliver. Gran Bretaña entera ya había sido informada sobre lo sucedido, y aún así, no teníamos respuesta alguna. Mi convicción se encontró en un camino oscuro y aparentemente sin salida. Subí al cuarto que me habían dispuesto, una habitación pequeña y austera, acorde al espacio de campaña en el que habíamos convertido El Buque de las Sombras, en la que apenas había una cama, un baúl, un escritorio con una vela y una pequeña ventana que daba al frondoso bosque que rodeaba, casi como una protección más, el edificio. 27 de noviembre, y todavía no sabíamos si contábamos con el apoyo del Ministerio de Magia. No podíamos esperar más días, teníamos que terminar nuestro plan de incursión y comenzar con el rescate; quién sabe cuánto tiempo necesitaban para convertir a todos los capturados en Redentis. No, no podíamos permitir haber contribuido a la formación de su ejército, no podíamos dejarles en la estacada por más tiempo. Pero éramos conscientes de que sin apoyos aquello podría ser una misión suicida. — Tengo que salir... Tengo que ir a Londres —determiné, sentado en el borde de la cama, con la mirada fija en la espesura del bosque que recibía los primeros rayos de un sol que se ocutaba entre nubes. De pronto, escuché una voz. Fue casi como una contestación a mi decisión, surgida de la nada más absoluta. Y efectivamente, al mirar alrededor, no pude ver nada, hasta que una de las sombras creadas por aquel sol naciente pareció desdoblarse y me encontré frente a frente con una especie de sombra tridimensional ataviada con una careta sin expresión. Saqué mi varita de inmediato y la apunté, reteniendo brevemente sus palabras en mi cabeza, tratando de analizar la situación lo más deprisa posible. ¿Cómo había llegado aquella criatura allí? Teníamos protecciones de toda clase y nada permitía el paso al recinto, ni siquiera a los seres mágicos... O eso creíamos. Pero, aquel ser... ¿Qué demonios era? ¿O es que era un demonio? — ¿Cómo has entrado? ¿Qué eres? —«¿Cómo sabes que necesito ayuda?», me preguntaba para mis adentros, temiendo haberle invocado con mis palabras. ¿Y si se trataba de algún tipo de criatura que ocultaba Golliver? No podía ser, Marcus me había confiado todo. «Sabes que nadie jamás ha confiado absolutamente todo a nadie, no seas necio», pensaba. Mantuve mi varita en ristre. Aquello era demasiado extraño. Agudicé mis oídos, sin percibir ningún movimiento en los pasillos cercanos y clavé mi mirada en aquella sombra de máscara imperturbable y palabras aparentemente empáticas.
  2. Alvin Hours, intérprete Extendiendo la Magia de Ghibli (II) La vio entrar a la sala y bajó de nuevo la mirada para dedicarle unos segundos más a los papeles que tenía extendidos sobre sus piernas cruzadas. Alvin buscó la imagen de la mujer con las características que la chica había tratado de imitar. Tras ubicarse y ante las primeras palabras de la joven, que no parecía alejarse mucho de su propia edad, volvió a centrar su mirada en ella, en el preciso momento en el que mostraba la misma amplia sonrisa que Taeko en la portada de la película que tenía al frente de los documentos. Aquello le hizo esbozar una ligera sonrisa que tuvo que disimular y reprimir de inmediato para no causar ningún tipo de impresión en la muchacha, quien posiblemente desconocía que con aquel inocente gesto acababa de comenzar su prueba, pues algunos de los miembros del jurado ya anotaron algo en sus libretos. Alvin observó cómo ella jugueteaba con la trenza que le caía sobre un hombro y, por unos segundos, sus miradas se cruzaron. El joven entonces dudó. Quizá Lëna era más que consicente de que había comenzado su prueba, de que ella había decidido cuándo la comenzaba y que haber enseñado tan explícitamente aquel gesto característico del anime japonés había sido su manifiesto del dominio de la situación. Todavía en mitad de la mirada que intercambiaron, Alvin decidió bajar la suya para escribir su primera anotación al lado de la ficha de aquella candidata, consciente de que ella lo vería. Él también conocía bien cómo hacerse con la situación, pudiendo enviar toda clase de mensajes en sus gestos. Y aquel decía: "Me he dado cuenta. Enhorabuena". El resto de la prueba fue como las otras diez que vieron antes de hacer un descanso... Demasiado esquemática para su gusto, aunque en alguna el jurado parecía inspirarse y pedir algo más. Sin embargo, Alvin sabía que no le correspondía decidir nada sobre aquel casting; él estaba allí buscando nuevos talentos para la compañía de Alfred Müller, sobre lo que buscaba aquel jurado para el proyecto de la Wizarding Wireless Network sobre aquellos personajes no le concernía en nada. Llegó el descanso y dejó el montón de papeles algo desordenados sobre su asiento para salir escopetado de la sala a por un café. Por suerte no era un café de máquinas muggles y a dos puertas de la de la sala de espera había una pequeña cafetería donde podría pedir un capuccino recién hecho. Al salir ni se fijó en los candidatos restantes, pero al volver ya con su humeante vaso entre las manos y el pañuelo que rodeaba su cuello volcado de un lado hacia su codo derecho volvió a mirar al muchacho que haría la prueba para Naoko. Otro chico, también joven, estaba sentado a su lado y cerca se encontraba la chica que había hecho al prueba de Taeko. Iba a entrar de nuevo en la sala de audiciones, pero se paró en seco y retrocedió, colocándose frente a ellos. Ni siquiera sintió tener el control sobre sus piernas. «Maldita impulsividad», pensó fugazmente al verse sin palabras cara a cara con los tres. Tosió. Al menos así el silencio inicial quedaría justificado. — Estupenda caracterización —dijo en dirección al "chico Naoko", perdiéndose momentáneamente en esa mirada sostenida. El muchacho sonrió y asintió en forma de agradecimiento, en personaje. Se lo estaba tomando muy en serio. Demasiado quizá. Pero surtía efecto. Miró al otro chico, completamente pelirrojo. «¿Serán pareja?», pensó e inmediatamente contuvo su pensamiento y retuvo su lengua para que no se transformara en una pregunta seguramente incómoda. A veces le costaba filtrar. Entonces reparó de nuevo en la chica, y le pareció que estaba con ellos. — ¿Es usted representante? —le preguntó directo al pelirrojo tras aquella asociación tan gratuita que había hecho en su cabeza— Alvin Hours, intérprete de la compañía alemana del maestro Alfred Müller —añadió antes de cualquier respuesta, presentándose con la mano extendida. @@Rory Despard
  3. Ay, sí, podía haber incluido impresiones en ese mismo post. Vine con la cosa de poner las pelis que me llamaban por el título y olvidé lo otro. @ Ya, yo entendía tu enojo en parte, pero bueno como ya Julio nos mostró la parte de su vida personal y su matrimonio en la película está completamente cambiada, aunque sí creo que seguramente el hombre sería de estos genios tan centrados en "el progreso" y en "inventar/descubrir algo nuevo" que efectivamente esa es su vida y lo de alrededor son piezas orbitantes a ese propósito... En cierta parte también lo entiendo, y creo que es compatible, pero claro, las otras personas deben ser conscientes de ello y el corasón no entiende de esos límites así que, tiene que ser complicado amar o querer estar cerca de alguien así, tan centrado en "su propósito". El clima shippeador en verdad es de lo mejor #máspoesiaenlavida jajaja Y ahora como impresión personal, pues me gustó bastante a nivel estético, como dije, entiendo ahora el éxito de estos estudios porque las animaciones son súper bonitas y cuidadas (dentro de lo poco que sé de animación y todo lo visual). La historia en sí eso, me creaba conflictos internos y por eso me pareció grandiosa, porque dejaba ver la complejidad de todas esas ideas de "querer progresar, crear, innovar" del "artista/inventor", los sueños vaya, y al realidad de que todo eso al final acaba siendo malogrado por otros propósitos como la guerra. Abre muchos debates la película, me encantó por eso. Y luego pues la poética visual que es maravillosa. Y los colores, siempre los colores, malditos asiáticos y su dominio de estos temas, qué bellos son. (Y lo digo no siendo un fan del anime de nunca, pero reconozco que es super agradable aunque no sea mi estética preferida). Yyyyyy... Respondo ya a @@Rory Despard. Oye, de no-oficial nada ¬¬ jajajaja Vale entiendo que la de hoy, Totoro, se queda como está. En verdad no os preocupéis mucho porque ahora puedo quedarme hasta tarde por las noches, de hecho lo hago de por sí, sólo con que sea algo antes rollo 16-17h (GMT -5) me vale, así que la de mañana si preferís que sea en vuestra tarde puede ser algo más tarde de la 13h (GMT -5). Normalmente me pongo a ver algo al cenar o después, así que esas horas me vienen genial (16-17-18h vuestras, que serían mis 22-23-00h). Que diga Patri porque si a ella le viene mejor la de mañana a la 13h (nuestras 19h), dejamos esa así ^-^
  4. Alvin Hours, intérprete Extendiendo la Magia de Ghibli (I) Cuando Alvin se colocó junto a la puerta de la sala de espera de los candidatos, carpeta en mano, todavía no entendía por qué Alfred le había enviado como cazatalentos a aquel casting. ¿Por qué no había ido él mismo, o había enviado a Silke? ¿No era ella quien se encargaba de esos asuntos en la compañía del alemán? ¿Por qué enviar a uno de sus actores novatos? — Señor Hours, puede pasar a la sala —le informó la mujer que se estaba encargando de la coordinación. El muchacho asintió, palpándose las orejas con la mano, como solía hacer cada vez que las notaba calientes y las sabía rojas por el cambio de temperatura. Echó una ojeada a todos los que se hallaban allí sentados y esperaban impacientes alguna otra noticia de la mujer que calmase su ansia por comenzar con el casting. La mayoría habían decidido caracterizarse lo más cercanamente posible al personaje que iban a interpretar. Alvin detuvo momentáneamente su mirada en un joven cuyo rostro poseía tan finas líneas y su constitución tal delgada y ataviada con un vestido amarillo precedido por un delantal blanco verdaderamente confundían todo atisbo de género. Había decidido, además, diseñar su peinado en una media melena azulada y complementarlo con un sombrero de paja redondo con una cinta carmesí. Podría asimilarse como un personaje de belleza femenina, pero aquel muchacho lograba elevar la apariencia del mismo a otro nivel, con aquella mirada en la que parecía permanecer para no abandonar la construcción que había hecho de este, una mirada llena de complaciencia, alegría y amor. Alvin, tras recibir una sonrisa por parte del candidato, giró sobre sus talones sin gesticular nada y se adentró en la sala acondicionada para las pruebas. Guiado por la coordinadora, se sentó apoyado en la pared del fondo, a un lado de la mesa de los miembros que conformaban el jurado del casting. Abrió sobre sus piernas la carpeta que llevaba y saludó de vuelta a algunos de aquellos magos y brujas del mundo del espectáculo sentados por delante de él que se habían girado para comprobar si se encontraba cómodo. «¿Estudios Ghibli? Espero que alguno de vosotros conozca tal nombre», aquello era lo que había dicho Alfred Müller delante de toda la compañía cuando recibió la notificación de la posibilidad de encontrar nuevos rostros para el futuro espectáculo de la compañía en aquel casting, semanas antes de toparse tras varios meses sin saber de él con el señor Golliver y su nuevo asociado, Adrian Wild. «Hours, usted es el más joven, ¿conoce algo de esos estudios... japoneses?», le había interpelado directamente pillándole desprevenido en medio de un comentario a una de sus compañeras. «Algo he escuchado, señor, pero nunca he...». No pudo terminar su frase. El director alemán ya había dictaminado sentencia antes de que pudiera hacerlo: «Irás tú. Por supuesto, espero que te informes bien antes de ir». Alvin miró su reloj de pulsera. Faltaban cinco minutos para que el primer candidato o candidata entrase por la puerta. Todavía pensaba de qué película podía ser el personaje en el que había reparado antes de entrar. Desde luego, no era ninguno de las dos únicas películas que le había dado tiempo a ver el día anterior. Rebuscó entre sus fichas, que comezó a extender por su piernas, las cuales terminó entrecruzando en el asiento para tener más espacio donde apoyar los documentos. — Oh, esta es... —murmuró—. Naoko, de "El viento se levanta". — ¿Preparados? —preguntó la coordinadora de pie frente a la puerta que daba a la sala de espera en nuestra dirección—. Traigo ya a la primera candidata. Se llama Lëna, tiene una separata de Taeko, de la película "Recuerdos del ayer". Y dicho aquello, abrió la puerta en busca de la anunciada. No, no sería aquel muchacho. @@Rory Despard (y Azrael)
  5. Aunque ya están los cinco añado estas tres más por si se amplían y se pudiera algo antes en horario <3
  6. Ay, hacia taaaanto que no estrenaba firmita *-* Y me encanta, ¡me encantan! Muchísimas gracias bellas, por esta iniciativa firmera para todos <3 En verdad posteo, aparte de para agradeceros el trabajo, para estrenarla (y dejar constancia de que la llevo puesta desde el día de hoy cofcof #concurso cofcof). No, en serio, mil gracias, me encanta *3* Hale, estrenada con blinkcito y todo \O/
  7. ¡Oooh! Me quería coger al Gran Totoro en honor a una amiga que le encanta jajajaja Nah, pero hay muchos muy geniales *-* ¡Estoy deseando ver las pelis! Llevo ya años escuchando sobre ellas y hasta mi madre ha visto alguna ya y yo nada. Vaya desastre XD Pueeees... Nick: Adrian Wild Personaje: Naoko Mira que me encantan los de lobos y gatos, pero es que terminé la lista viendo este y... Me gustó taaanto el anime y los colores *-*
  8. ¿Qué podría ocurrirle a una persona para decidir que "venderse", en la forma más literal y aterradora de aquella palabra, era la mejor opción que tenía? Al menos aquella conversación me permitió determinar que Danny Lestrange era un mago en quien podía confiar. No sólo mantenía relación con los muggles, sino que les defendía y evitaba que se vendieran a cualquier clase de engaño de otros magos y brujas que lo único que pretendían era hacer negocio, aprovechando toda aquella situación. O bueno, quizá aquello sólo era un caso aislado, por el hecho de ser su amigo. De cualquier forma, parecía simpatizar con lo muggle y sabía que hoy en día, aquello era demasiado arriesgado como para que pudiera ser parte del movimiento supremacista que había instigado Aaron Black Lestrange. Black Lestrange. — Me alegra escuchar que conseguiste disuadirle de sus intenciones. ¿Con qué le engañaron? ¿Por qué iba a venderse? —pregunté—. Perdona. La vida privada de tu amigo no es asunto mío. En realidad aquellas preguntas eran meras curiosidades que pretendían desviar lo que ocupaba realmente mi mente. «¿Tienes algún tipo de parentesco con Aaron Black Lestrange?», fue lo que hubiera querido preguntar. Otra vez, desconfié. Pero esta no era una desconfianza activa, agresiva. Era una especie de desconfianza pasiva, de esa que está alerta y medita los caminos por los que poder conducir a su presa para pillarla in fraganti. — Bueno, pues ahora que ya eres un protector más del secreto del Ars & Vita actual... ¿Qué te gustaría ver ahora? —Mostré una media sonrisa apoyando mi cabeza sobre la mano del brazo que se anclaba a su vez a la pierna, un gesto que tapaba todo ápice de desconfianza—. Quizá tengas hambre, está pasando la hora de comer y arriba en la azotea tenemos un servicio de comedor, aunque seguro que puedo ofrecerte algo más... Entonces la vi. Una marca en el cuello, muy bien disimulada y más aún con la escasa iluminación de sala que había encendida. Sopesé rápido las opciones. No era un chupetón. No era un rasguño. Parecía una mordida pero... «Estás tardando mucho en terminar la frase». — ...suculento. «¿Suculento? Genial, una palabra para nada llena de segundas intenciones, Adrian». Carraspeé. Esperaba que respondiera pronto, si no, todas las preguntas que me estaba callando por cortesía acabarían estallando. @@Danny Lestrange
  9. — ¿Cómo "venderse"? —mis ojos se agrandaron sin dejar ver mayor sorpresa; en realidad, pocas cosas lograban sorprenderme ya—. ¿Se está comerciando con muggles? —pregunté entonces, de forma directa. Iba a preguntar por qué nadie se había hecho cargo de aquello, si el Ministerio había actuado, pero en el fondo sabía que no quería conocer las respuestas a esas preguntas, iban a ser demasiado evidentes. Así que pregunté algo que en aquel momento me interesaba más—: ¿Estuviste allí? Al fin y al cabo, no conocía nada más allá de lo que aquel muchacho aparentaba, por mucha verdad que hubiera habido en sus palabras acerca de la seguridad del Ars & Vita. ¿Estaría de acuerdo con aquella situación? Una parte de mí sabía que el comercio con muggles era algo que iba a pasar después de todo aquello, era inevitable y una respuesta lógica dentro de la barbarie de este mundo; la otra, lo repudiaba. Miré espectante al muchacho, aunque una nueva pregunta me obligó a seguir contestando. — Bueno, hemos reforzado las seguridades anti-muggles que de por sí tiene el teatro, después de los ataques a Hogwarts, San Mungo y el MACUSA —expliqué—, pero desde luego temo más que otros magos indeseables o que no quieran aportar nada bueno a toda esta situación lo desubran; sería mucho más peligroso, y toda la gente refugiada estaría en peligro. Miré entonces apacible al chico, tratando de postrar toda mi confianza en sus ojos y diciendo mis siguientes palabras con lentitud para que pudiera comprender bien los términos que en ellas se expresaban: — Danny, a partir de ahora, el Ars & Vita puede ser un refugio para ti siempre que lo necesites, pero deberás defenderlo y protegerlo como todos los demás. Nada de avisar a nadie, ni siquiera a quienes pertenecen a él, de su localización o de las formas de entrar, las cuales vamos cambiando cada ciertos días y os informamos tanto a los que estáis dentro como a los de fuera con la máxima seguridad posible —paré un segundo incidiendo en la mirada hacia el joven para después continuar—. No, no realizamos el acuerdo mediante un juramento inquebrantable, pero si alguien incumple, nos enteraremos, te lo aseguro. Y las represalias no serán tan mágicas como todo lo que ocurre en esa pista —dije en referencia al espacio ahora vacío del centro de la sala—. Bienvenido al refugio/escuela Ars & Vita. @@Danny Lestrange
  10. Era sordo. Aquello explicaba su constante atención a todos mis gestos y al movimiento de mis labios. En verdad lograba hacerlo de una forma tan natural que apenas se podía intuir que aquel fuera el motivo; era increíble la capacidad de aprendizaje y adaptación que tenía el ser humano. Qué triste que todo aquel potencial se perdiese muchas veces en la oscuridad de sentimientos incomprendidos y la ignorancia imbuida. Sonreí, correspondiendo a su sonrisa, tan modesta y afable. «Es demasiado agradable como para ser un intrus... Adrian, ¿desde cuando te fías de las apariencias?». Pude sentir como mi sonrisa se torcía, por lo que tuve que quitarla de inmediato. Además, se había percatado de mis miradas en busca de alguna señal de los elfos. Estaba ante una persona realmente experimentada en captar gestos, un maestro del lenguaje no verbal; debía tener cuidado. — No, no, para nada —volví a sonreir, fingiendo (¿de verdad lo fingía?) amabilidad—, sólo quiero —«saber si me puedo fiar de ti»— asegurarme que nadie nos moleste. Horrible. Aquella respuesta había sido aún peor. Carraspeé y reanudé la conversación sin dejar pasar ni un segundo. — Bueno, "circo bajo techo" es un concepto bastante sencillo, en verdad —dije contestando a la primera, la cual desvelaba su desconocimiento del concepto que le acababa de presentar. Con una indicación de mi mano, le invité a tomar asiento en una de las butacas que daban directamente al pasillo en el que nos encontrábamos, a media altura de la grada, sentándome yo en la colindante—. Consiste en habilitar un espacio semejante a una carpa de circo, pero en un espacio interno, mediante contrucción arquitectónica —expliqué con calma, ganando tiempo mientras con las manos le indicaba algunos de los detalles del recinto. Mis manos dirigieron su mirada durante unos minutos, explicándole el funcionamiento de aquellos focos que flotaban, enseñándole algunas demostraciones a golpe de varita, hasta el punto de que de pronto olvidé que hacía aquello con el propósito de entretenerle y comencé a emocionarme, enseñándole movimientos escénicos, diferentes escenografías, las representaciones que se habían llevado a cabo allí y cómo se habían ejecutado, todo ello caminando de un lugar del espacio a otro, pasando por la pista, cuyo suelo de pronto era hierba y al momento siguiente, una plataforma giratoria sobre la que subí para señalarle y recitarle momentos increíbles ocasionados en algunas de las representaciones que se habían llevado a cabo sobre ella. Estaba tan ilusionado al recordar tantas experiencias vividas en aquella pista, la emoción de todas y cada una de las funciones que había alojado el Ars & Vita, que había veces que ni me percataba si dirigía el rostro hacia él, facilitándole la lectura de mis labios, aunque otras veces ni siquiera hubiera podido leerlos a la velociad a la que se movían. Regresé a las butacas donde se encontraba. Apoyado sobre las manos en el respaldo de una de las que se hallaban en la fila de delante, frente al muchacho, comencé a contarle una divertida anécdota sobre un clown que debía lanzarse desde una plataforma flotante que se encontraba en el punto más alto y recitar en su caída un cómico y rápido monólogo para terminar casi estrellado, salvado por un Arresto Momentum en el último instante, pero el compañero que debía formular el hechizo enter bambalinas se confundió y del precipitado había surgido un paracaídas que más que frenar el golpe atrapó a todos los que se encontraban abajo y el desconcierto entre todos los afectados y sus intentos por escapar de aquel lío de telas hizo estallar al público de risa. Entonces, en ese momento, cuando describía la confusión, me giré al escenario para detallar con mi mano los movimientos, y allí vi a Bolinda, completamente callada, agarrándose las manos por detrás de su cuerpo, esperando a ser vista. En cuanto percibió que detenía mi mirada en ella y enmudecía, regresando a la realidad, habló: — Amito Adrian, ¿podría bajar un... segundo? Se lo pasé por aquella vez, porque sabía que le costaba llamarme Adrian sin más cuando había desconocidos delante. — Discúlpame —dije mirando a Danny. Bajé los escalones rápido, todavía con la energía que había generado en mi cuerpo la emoción de aquel inesperado momento, hasta estar completamente junto a la elfina, poniéndome de espaldas al muchacho de forma que tapaba la boca de esta y me aseguraba que no pudiera leernos los labios a ninguno de los dos. — El chico tenía razón, había un fallo en el sistema de protección y ocultamiento. No volverá a pasar, se lo prometo. Saburns y Mark están con la tercera comprobación y enviando las nuevas notificaciones a los refugiados. — Gracias Bolinda. Por favor, no puede volver a ocurrir, no podemos permitirnos estar desprotegidos ni un instante. — Lo siento, lo siento muchís... Paró ante mi mirada. Sabía que no tenía que disculparse más, así que desapareció. Giré sobre mis talones y, con una sonrisa y la tranquilidad de poder confiar en aquel muchacho, regresé junto a él, sentándome de nuevo en la butaca a su lado. — Todo solucionado, volvemos a estar protegidos —anuncié, esperando no tener que dar más explicaciones—. ¿Un amigo muggle, entonces? Cuando volví a mirarle a los ojos, no me di cuenta de que todavía mantenía la sonrisa. @@Danny Lestrange
  11. El Buque de las Sombras 23 de noviembre El ambiente estaba cargado. Apenas quedaban un par de días para que Stea Umbra viera la luz en la Ópera de Sídney. Dos días para llevar a cabo aquello que habíamos planeado durante tantos meses. Marcus Golliver entraba en aquel instante por la puerta de la sala donde se reunían todos para comer, la cual rebosaba ya de una actividad desbordante, cargado de una pila de periódicos, locales y extranjeros, como cada día. No faltaban nunca los principales de su tierra natal, Estados Unidos, de aquella en la que había desarrollado su proyecto de vida, Australia, y otros procedentes del Reino Unido y diferentes potencias europeas y latinoamericanas. Sin embargo, aquel día llevaba uno en la mano que no había visto nunca. — Magisk Politike, diario danés —anuncia el hombre al ver mi gesto suspicaz—. Firma una tal Shelle Gryffindor. ¿Sabemos algo? Mi gesto se tornó en desconcierto ante la pregunta de mi socio. ¿Por qué debería saber yo sobre aquella mujer o aquel periódico? — Que las familias Dumbledore y Gryffindor hayan mantenido estrechas relaciones en el pasado no significa que conozca a toda su prole, Golliver —compartí con el hombre y alguna que otra mirada curiosa extendiendo la mano para poder analizar el contenido de la novedad que acababa de atravesar las protecciones del recinto en días. No había nada que otros diarios no contasen, aunque sí me sorprendieron dos cosas: el tono y, por tanto, la posición que parecía adoptar, y el hecho de que le había dado voz exclusivamente a uno de los diplomáticos que habían acudido a la reunión extraordinaria de la Confederación Internacional de Magos, el señor Kraven Von Alexandros, actual Canciller de Alemania. Leí con detenimiento aquel artículo, sintiendo como alguien lo hacía a la par, colocado a mi espalda. — Quizá debiésemos contar con él. La voz de Müller acalló durante unos segundos todas las demás. Fue un silencio cargado de curiosidad. Apenas se oyó algo de griterío en las escaleras que daban a la planta superior, donde algunos de los niños parecían empezar a despertar. Alvin, quien se había dedicado a su desayuno por completo hasta ese momento, sin intermediar palabra ni mirada con nadie, levantó la vista del tazón cuyo contenido no paraba de dar lentas vueltas con su cuchara y miró al hombre que había apoyado una mano en mi hombro al formular aquella sentencia. — ¿Contar con quién? ¿Con otro bélico defensor de la sangre pura? ¿Y por qué deberíamos contar con él? ¿Sólo porque ahora nos une un objetivo común? Hice un gesto con la mano llamando la atención del muchacho, a quien comenzaban a ponérsele rojas las orejas. Sentí que la mano apoyada en mi hombro desaparecía. Todos allí conocíamos el conflicto que Alfred Müller mantenía desde hacía unos días con Alvin, aquel apasionado intérprete de su compañía que no compartía gran parte de los ideales de su director. Como muchos allí. Sin embargo, Golliver y yo sabíamos que, aunque Alfred Müller había defendido el dominio sobre la Alemania muggle, su pensamiento anti-muggle era completamente condicionado y que, en realidad, aquel hombre sólo buscaba verdadera paz. Pero Alvin era demasiado fervoroso, demasiado... Joven, para entenderlo. — Ese "bélico defensor de la sangre pura" ha conseguido que tú sigas teniendo trabajo, que tú y tu familia sigáis a salvo —Müller remarcaba cada "tú" tanto que dolía—, que tú tengas siquiera voz para opinar. Y es el único que ha decidido que es hora de plantarle cara al Inquisidor. No más planificaciones. No más esperas. Ahora. — Mediante una declaración de guerra, otra más. Pero claro, es fácil cuando dispones del control sobre todo un gobierno muggle, pudiendo sacrificar a toda esa sociedad que detestar a tu favor y... — ¡Es que nunca ha acabado la guerra, Alvin! — Basta —intevine, tajante. No tuve que decir nada más. Todos sabíamos lo que sentíamos, todos sabíamos lo que eran los días previos a un gran acontecimiento. Todos conocíamos el vértigo de los momentos previos a la función y los nervios y alteraciones que llegaban a acarrear, nublando el buen juicio. Así que todos nos mantuvimos en silencio. Al menos hasta conseguir que algo de comida atravesara nuestros esófagos contraídos. — No podemos contar con él, Alfred —le comenté al hombre cuando nos quedamos solos en la cocina, mientras los demás recogían el improvisado comedor en la sala de al lado—. No antes del miércoles. Después, veremos realmente si puede sernos útil una alianza con el gobierno alemán. Primero, intentemos llegar hasta el Inquisidor con la menor sangre derramada posible. ¿Estás de acuerdo? —Vi su mirada hundiéndose por debajo de las baldosas del suelo y, por un segundo, temí que dudara del plan y abandonara—. ¿No? — Sí, Wild. Siempre lo he estado.
  12. Nick: Adrian Wild Clase a la que postula: Introducción a la Magia / Magia Avanzada Postulación: Enviada.
  13. ¡Holi caracolis! Pues abro topic para organizarnos un poquito o aportar en OFF lo que veamos conveniente, para aquellos que se sumen al rol. Sé que ahora mismo hay muchas tramas en torno al marco global y temía que pudiera ser un poco repetitivo, pero, aunque parezca mentira, llevo mucho tiempo pensando cómo meter esta trama de la red de compañías escénicas, desde que leí el primer rol del Día de la Ira xD Lo que pasa que entre leer todo, reengancharme, terminar cosas muggles y demases, pues iban apareciendo nuevas tramas y las tenía que leer para no meter la pata. Y, por otra parte, quería avanzar en el tema "investigación" de la sede o guarida del Inquisidor, que creo que tiene mucho juguito. Lo que sí quiero remarcar es que me encanta cuando lo que ocurre en un rol (topic) se menciona en otro y así unas tramas llevan a otras, unos topics mueven a otros, por lo que mi intención es también que este rol tenga repercusión en otros que se están ya llevando a cabo (en el día de la Amnistía puede haber un rol posterior avanzado en el tiempo donde se trate el tema del suceso en la Ópera de Sídney, el del Magisk Politike -que apenas leí al revisar antes de lanzar este- también se puede relacionar, etc.). Básicamente, sigamos creando <3 Resumo aquí el rol aunque he intentado dejar todos los puntos principales claros en la narración: Tenía que explicar la parte del Inquisidor, que no metí en el rol, pero bueno así quien mueva al Inquisidor, o yo en futuros roles, puede narrarlo, que se filtrase a través de Redentis o de como fuese que él ya sabía que esa compañía era de magos y sólo tenía que esperar a la alarma muggle para actuar cual "salvador". Y a partir de aquí, a volar. Por supuesto ahora mismo esa información sólo ha sido enviada a los "altos cargos" o al número exclusivamente necesario de personas que busquen derrocar al Inquisidor en el MM, pero puede haber filtraciones, que los que pertenezcan a la Orden y a la Marca avisen a los suyos respectivamente, etc. Creo que esto es todo para empezar. Si se me olvida algo, edito. Cualquier dudita de trama, me decís.
  14. Ópera de Sídney, Australia 25 de noviembre, 21:33h — ¡SON MAGOS! Me levanté de la butaca, tras inspirar una bocanada de aire y asentir a mi acompañante. Era el momento. Si alguien hubiese sentido lo mismo que sentí en aquel instante, probablemente se hubiera desmayado a causa de la adrenalina tanto tiempo contenida y por fin liberada. Aquel grito había sido, más allá de la acusación que pretendía su emisor, la señal que esperábamos; y sabíamos que ellos también. Si de algo estaba seguro, era de que estaban preparados para actuar. Filas de impasibles e inmisericordes Redentis hicieron formación a lo largo y ancho de los pasillos de la inmensa sala, apuntando hacia el escenario. Me abotoné la americana granate al tiempo que pensaba un «Salvaguarda Mágica». Alfred Müller, el hombre junto al que había estado sentado hasta ese momento, ya no mantenía su aspecto habitual: se había transformado en Katarina Schulz, su mujer, una Redentis que sabíamos que no aparecería en aquella emboscada. Llevaba una semana siendo nuestra prisionera. No podíamos perder ni un sólo segundo. El plan era claro: él se hacía pasar por uno de ellos, toda su compañía era detenida por aquella horda de magos manipulados y yo... Bueno, en ese momento yo sólo tenía que escapar y llegar hasta El Buque de las Sombras. Aquel grito, por supuesto, había formado una gran algarabía, todo un revoltijo de muggles intentando salir del edificio despavoridos. Aquella noche, la Ópera de Sídney les había prometido un espectáculo sin igual: Stea Umbra. El espacio sinfónico daría lugar por primera vez en su historia a un innovador uso de "efectos especiales" de los que jamás se había oído hablar. ¿Cómo se acondicionaría tal espacio para tan vanguardista propósito? ¿Quién era ese tal Alfred Müller, y de dónde había salido su compañía? Desde luego, era la sensación del día y todos los medios de comunicación estaban pendientes de cualquier noticia que pudiesen recibir al término del acontecimiento. Australia había acudido expectante a aquel evento esperando encontrarse con la experiencia escénica de sus vidas; incluso algún que otro incrédulo y escéptico había comprado su entrada. Lo que Australia no sabía, era que estaba siendo únicamente un cebo. Por suerte, aquel poder me permitía desplazarme sin problema entre todo ese revuelo, atravesando paredes y personas que seguramente se sentirían tremendamente angustiadas al notar que algo pasaba a través de sus cuerpos. No podía detenerme en consideraciones; la duración de aquel hechizo era limitada, y debía llegar junto al señor Golliver para desaparecernos de inmediato y llegar al refugio de su compañía antes de que la poción multijugos que había ingerido Alfred Müller perdiese su efecto. Sólo necesitábamos una cosa, una dirección, y entonces, lo tendríamos. Tendríamos aquello que habíamos estado buscando a través de nuestra red de compañías escénicas mágicas comprometidas con la causa durante todos esos meses, desde que había decidido confiar en el señor Golliver, quien ya había sacrificado mucho: la dirección del Inquisidor. O, por lo menos, de alguno de sus refugios, allá donde los Redentis llevasen a los presos y, quién sabe, quizá era el mismo sitio donde los... creaba. — ¿Una moto voladora? —casi exclamé nada más hacerme corpóreo de nuevo al ver la incipiente barriga de un inclinado Marcus Golliver rozando el depósito de gasolina de aquel vehículo—. ¡Pero íbamos a desaparecernos! —dije sin detenerme, montando en el asiento trasero y poniéndome el casco que me ofrecía. — Claro Wild, nos aparecemos en los terrenos de El Buque de las Sombras y sus defensas nos desmembran enteros. — Pero... — No, a nadie —contestó, asertivo—. Pero si entramos con esta moto, sí nos dejará pasar. Müller tiene la llave de la otra única moto que puede atravesarlas, así que reza por que salga vivo y llegue a esta antes de hora y media, porque si no, ¡KABUM! No dije nada más. No tuve que hacerlo. En hora y media Müller tenía que arrancar aquella otra moto, si no, esta volaría por lo aires, y no como lo haría la nuestra. Hora y media. No había contado con todo aquello. Seguramente lo habíamos hablado, seguramente estaba escrito en alguno de los mil papeles que había por toda la pared del salón de danza del refugio, o en las pizarras, o quizá había sido un cambio de última hora, cortesía de Golliver; no sería de extrañar que hubiera tomado unas últimas precauciones para con su hogar. Fuera como fuese, Müller tenía una hora y media para montar en esa moto y reunirse con nosotros. El Buque de las Sombras 25 de noviembre, 22:33 — Una hora —digo, contemplando el reloj de la pared al que nuestras miradas se dirigen cada segundo—. ¿De verdad era necesario que detuviesen a todos? — Juntos serán más fuertes, Wild —contesta el afanado hombre. No para de moverse ni un segundo. Revisa papeles, lanza protecciones, da órdenes a algunos compañeros. Desde que habíamos aterrizado apenas diez minutos antes, después de un viaje más que movido en el que habíamos conseguido deshacernos de varios Redentis y salir vivos de milagro, se había lanzado a aquellos papeles y repasaba una y otra vez las líneas escritas en ellos, murmurando de vez en cuando. Aquella sala parecía de todo menos un salón de danza. Se podría confundir con una oficina, con un gran camerino revuelto, un almacén quizá, o un gran salón de reuniones desordenado en apariencia. Pero no lo estaba. Sabíamos todo lo que había en cada sitio, en cada rincón. — Cierto, cierto. —Siento su mirada fugaz, inquisitiva—. No, no dudo del plan, es sólo que... — Es sólo que ellos decidieron afrontar el riesgo por un bien mayor, Wild. «Por un bien mayor». Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero lo disimulo sentado en el sofá, poniéndome la gasa impregnada en aquel ungüento curativo sobre la herida del abdomen. Por un bien mayor... Había tantas cosas que se habían hecho "por un bien mayor"; y siempre que se formulaba aquella frase, siempre conllevaba lo mismo. Había dado por finalizada la conversación, Golliver sabe que no tiene que decirme nada más, pero aún así, veo que se para un momento en su trajín y me mira, directo a los ojos. — Wild, no hemos trabajado encubiertos, no has organizado todo esto, no nos has metido en todo esto, subiéndote tú mismo a la cuerda floja, en constante chanchullo burocrático desde tu oficina en el maldito Ministerio de Magia británico, organizando encuentros secretos con toda la red a espensas de ser descubierto, despedido y quién sabe qué más podría haberte y habernos pasado de haber ocurrido, para que ahora no lleguemos a nada. Necesitamos una dirección, una pista, lo que sea. Y la necesitamos ya. No dice nada acerca de todo lo que él había sacrificado, de lo que todos los allí presentes habían sacrificado para poder poner fin a todo aquel sinsentido, a aquella guerra interminable que había enfrentado a todos en un escenario completamente nuevo. Hacía mucho, mucho tiempo, las sociedades no mágicas habían convivido con las mágicas y habían terminado en la incomprensión mutua; sí, ya se habían enfrentado, pero en aquel entonces el mundo no era todo un polvorín de información inmediata. Ahora, todo se expandía muchísimo más rápido, todo iba a una velocidad que sobrepasaba el límite humano, fuera mágico o no. Y en aquel preciso momento, un hombre, un mago, debía ser más veloz que el tiempo. — Lo sé —contesto, dejando que el silencio nos cubra inmediatamente. Sin embargo, vuelvo a hablar para decir un sencillo—: Y lo conseguirá. Doblo la gasa y la apoyo de nuevo sobre la herida. No noto escozor y casi ni dolor. Freya, una de las acróbatas aéreas de la compañía de Golliver me coge la mano y me intercambia la gasa por una nueva. Le dedico una leve sonrisa a la que ni siquiera me corresponde. Ha perdido demasiado. Me odia demasiado, a mí y a Golliver, por haberles metido en todo aquello. Miro el reloj. En un cuarto de hora, la moto que podría traer a Alfred Müller a salvo explotará. «Lo conseguirá», me repito, en absoluto silencio. En un extremo de la sala escucho una risa. Es una risa infantil, la de Gorgi. No es el único niño en el refugio. Los minutos se nos atragantan a todos. Una dirección; una dirección y todo aquello habrá merecido la pena. Termino mi curación con un episkey y un sorbo de poción herbovitalizante. Queda un minuto, y si esa moto no se arranca, explotará. No sé a dónde mirar. Mirar al reloj se me hace eterno. Mirar a la mesa donde el espejo comunicador reposa, completamente inerte, se me hace insufrible. Y mirar alrededor, a los pocos que estamos reunidos donde los sofás, ver sus caras de angustia, nervios y ansia... El espejo comienza a brillar. Todas las manos se lanzan a cogerlo, pero todas saben que es mejor dejarlo así, en el centro de la mesa de café, boca arriba, rodeado de copas vacías y papeles, para que todos recibamos el mensaje. No vemos al emisor, debe tenerlo entre las ropas. Escuchamos un ruido sordo, después un roce y después, una voz. Suelta las palabras como quien se desprende de una carga pesada. — Diómedes Mayor, Rusia. Golliver anota aquello en un papel que tiene entre las manos y lo aplasta contra su pecho, todavía prestando atención al espejo, que no muestra más que oscuridad y ruido. Y un último susurro antes de apagarse. — ...muerto. Mantengo la mirada fija en el espejo, que vuelve a reflejar la lámpara de araña que cuelga del techo del salón de baile. No despejo la vista de ahí, a pesar de que ya no se escucha nada. «Muerto», esa había sido su última palabra. Golliver me pone la mano sobre el hombro. En ella tiene el papel con la dirección apuntada. Toco su mano, sujeto el papel y lo arrastro por mi americana destrozada hasta que la mano cae a mi regazo. Todavía miro el espejo. No oigo nada más que silencio a mi alrededor. No siento nada más que las miradas de todos fijas en mí. — Lo ha conseguido —dice Golliver, forzando la voz que pretendía quebrársele al iniciar la frase—. Ahora nos toca a nosotros. Asiento. — Y al gobierno mágico inglés —añado. Saco a Dror y, manteniéndola firme hacia el frente, invoco un patronus, ante la sorpresa contenida de algunos presentes. No miro a nadie. Soy consciente de que aquel medio de comunicación está tremendamente estigmatizado y se le atribuye sólo a aquellos que pertenecen a la Orden del Fénix, a pesar de que todos podíamos hacerlo. Yo había pertenecido tiempo atrás, y llevaba mucho tiempo sin hacer uso de mi patronus como transmisor, pero no podemos arriesgarnos, ni esperar más tiempo; es el medio más fiable que conozco. Son las once y diez del veinticinco de noviembre y la Ministra y los altos cargos del Ministerio de Magia británico tendrán una pista sobre el paradero del Inquisidor o de uno de sus refugios de prisioneros y Redentis. Allí se habían llevado a los miembros de la compañía. Allí nos había señalado el camino Stea Umbra. Allí debíamos ir la red de compañías teatrales a salvarles. Por Alfred Müller. Le transmito el mensaje al lobo ártico, que sale flechado rumbo a su destino y la estancia vuelve al silencio. — Preparáos. Mañana comienza la próxima batalla.
  15. ¡Hola, hola! Uy, qué raro, estrenar tópic. Bueno, vengo para notificar que he añadido a Danny Lestrange el la lista de Afiliados del Ars & Vita. Link al registro: http://www.harrylatino.org/topic/94102-%e2%97%8f-ars-vita-%e2%97%8f-mm/ Link al local: http://www.harrylatino.org/topic/94102-%e2%97%8f-ars-vita-%e2%97%8f-mm/ Link a su solicitud: http://www.harrylatino.org/topic/94102-%e2%97%8f-ars-vita-%e2%97%8f-mm/?p=5362520 Link a mi respuesta: http://www.harrylatino.org/topic/94102-%e2%97%8f-ars-vita-%e2%97%8f-mm/?p=5392253 Y ya que estoy, pregunto algo que al leer el Manual no he visto claro: ¿se suprimieron hace tiempo ya los requisitos verdad? En cualquier caso, quiero hacer moficiación de todo ese apartado, y no estoy seguro si también lo tenéis que hacer modes o lo de los requisitos, beneficios, etc. también lo puedo hacer yo. Por si acaso, dejo el code con la modificación (si no se pueden establecer requisitos, suprimid ese apartado sin más): Afiliados Requisitos - Tener buena actividad (siempre y cuando el dueño corresponda a la misma). Beneficios Para cualquiera: - Dispondrán de un trato preferencial. - Podrán codearse con los artistas tras la función en los camerinos. - Pueden entrar a la zona VIP de la azotea. - Pueden manejar criaturas y objetos del negocio, excepto elfos. - Muchos otros privilegios: entradas gratuitas, preventa de entradas a espectáculos importantes, participaciones en viajes con compañías, organizaciones de viajes a festivales, etc. Para actores y actrices afiliados: - Tendrán su camerino personal. - Pueden manejar a los elfos del local e incluir los suyos personales. Gracias bonitos <3
  16. ¡Ay @@Danny Lestrange! Perdóname que te leí también por aquí pero se me olvidó por completo que habías pedido afiliación. Pues, ¡pasas a ser VIP del Ars & Vita desde ya mismo! Muchas gracias por haberte animado a darle vida de nuevo al local, seguro que podemos montar buenas tramas juntos ^-^ Y ya sabes que tienes todos los beneficios de la afiliación disponibles (y creo que se suprimen los requisitos, tengo que preguntar eso, pero vamos, que ya cuento con que te has pasado y eso es suficiente jajaja). Nos leemos :3
  17. Cambio de Subtítulo: Subtitulo deseado: Viajero de la noche Premio obtenido: En Sala de Menesteres Criaturas del Magic Mall: Premio obtenido (Criatura/Objeto): En Sala de Menesteres — Criatura XX Elección del usuario: Jobberknoll Llaves: Llave (Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, Slytherin, Ilvermorny o maestra): Ravenclaw Ya veré si me cambio algo del nick, porque en principio se queda así :3 Gracias bonitos <3
  18. «Sólo tengo que mantenerle distraído», era el pensamiento principal que mantenía constante en la cabeza. Al menos, hasta que Bolinda me confirmase que el chico había dicho la verdad y el sistema de protección del Ars & Vita había estado fallando. No pude evitar mirar a través de los ventanales de la entrada, hacia los jardines que daban acceso a esta, a ver si divisaba a alguno de los elfos o a la elfina. No pude verlos, así que tuve que retomar el hilo de la conversación con Lestrange. — Bueno, supongo que debería conocer nuestra sala "Il Jongleur", es la más novedosa y versátil, ¿conoce el concepto de "circo bajo techo"? —No sabía muy bien por qué pero hablaba de frente hacia el muchacho, lo que me hacía caminar de espaldas a las puertas de la sala hacia la que me dirigía—. He vivido muchos años en la sociedad mágica londinense y he conocido muchas otras; jamás había visto algo así si no hubeira sido en el mundo muggle. Quizá comenzaba a hablar de más. Callé, giré sobre mis talones dando por finalizada mi intervención, y abrí una de las puertas dobles de la sala, ofreciendo al nuevo alumno pasar primero y para dejarse sorprender por el inmenso y a la vez cálido espacio de aquella mezcla entre sala de teatro y pista circense. Eché un útimo vistazo al exterior. Nada. Conociendo a Bolinda, ya habría detectado un fallo en el sistema. Cerré la puerta tras de mí. — Fermaportus —murmuré tras un sigiloso movimiento con mi varita, de espaldas a Danny. Tras guardar de nuevo a Dror, me coloqué a su lado, observando su reacción—. ¿Qué le parece? —Y tras un breve lapso de tiempo, volví a preguntar—: ¿Puedo tutearle, señorito Lestrange? Habían pasado cinco minutos y Bolinda no aparecía. ¿Tendría que noquearle? No me gustaría hacerlo sin estar seguro. @@Danny Lestrange
  19. PV: 100 PP: 6 ------------ Tenía que admitir que me había sorprendido que Sherlyn no manchase su reputación permitiendo que aquelas avecillas le picotearan la cara, poniéndose claramente en desventaja. Aunque quizá la subestimaba; quizá lo había hecho porque tenía un as bajo la manga con el que dejarme atónito. ¿Cuánto tiempo hacía que no nos veíamos? No, todavía no había despejado aquella duda. Tampoco tuve mucho tiempo para pensarlo: una serpiente salió disparada de su varita, recorriendo velozmente con su ondulante movimiento el terreno que nos separaba. Se estaba vengando. Ahora ella me ponía en la misma situación, debiendo elegir si dañar a la criatura o dejar que me atacase. El duelo de destrezas mágicas acababa de convertirse en un duelo de moralidad. — ¿Quieres jugar a ver quién es más moral, verdad? —musité, deslizando mis pies sobre la hierba húmeda un poco hacia atrás, siguiendo con la mirada y mi movimiento la trayectoria del animal, que parecía coger velocidad, centrado en el único propósito por el que existía: morderme— Orbis Bestiarum —murmuré una vez hube logrado compenetrar el movimiento de mi varita con su ondulación. Un anillo dorado rodeó a la serpiente justo a la mitad de su cuerpo y esta se quedó parada unos instantes, cerca de mi, presa del desconcierto seguramente. Pude mirarla a los ojos directamente. No, no estaba desconcertada, la sentí tranquila. Sólo esperaba una nueva órden. «Muérdela, a ella». El reptil giró raudo y comenzó su movimiento en sentido contrario. Sonreí satisfecho. — Sólo tenías que decir que querías jugar a este juego, mujer —dije entonces en voz alta completamente audible mientras veía cómo la situación volvía a tornarse a mi favor—. ¡Estoy deseando ver cómo dejas que este animalit...! —no pude continuar; mi voz se había acabado. Al principio me desocncertó, pero enseguida entendí lo que había ocurrido. Me había silenciado. Mal jugado. La serpiente iba en su dirección y yo todavía tenía algún que otro recurso del que tirar para poder continuar aun silenciado. «Zancadilla», pensé apuntando directamente a los tobillos de la muchacha, para ver inmediatamente cómo caía al suelo, servida en bandeja de hierba a la serpiente. Me hubiera disculpado de no haber estado mudo. Sin embargo, estaba seguro de que tampoco hubiera escuchado mis disculpas. Tenía un gran problema que solventar. La serpiente había llegado a su cuerpo. Entonces mi revuelto temperamento pareció escabullirse entre los árboles. El veneno acabaría con ella pronto si no se curaba. Si es que podía. No, no lo permitiría, ¡no había ido allí a matar a nadie! «est****a... Por qué me envías una serpiente». @@Sherlyn Stark
  20. Se percató de que el muchacho parecía prestar especial atención al movimiento de sus labios al hablar. Aquello le extrañó, incluso le distraía, pero supuso que sería algún tipo de costumbre o de forma de evitar el contacto directo con los ojos. Sin embargo, nuestra atención se centró de inmediato en la respuesta dada por aquel chico de mirada afable. Desde luego que no podrían fiarse de alguien tan agradable en aquellos tiempos y que aseguraba haber entrado sin más en un local estrictamente protegido. Sonreí brevemente ante su última aseveración, antes de devolverle la mirada a Bolinda. — Avisa a Mark y a Saburns. Aseguráos de que efectivamente las protecciones están fallando y si es así, arregladlo de inmediato. El Ars & Vita no puede quedar expuesto ni un sólo segundo más —le indiqué con urgencia—. Avísame si me necesitáis. La elfina desapareció en el acto, sin mediar ninguna palabra más. Sería yo quien se ocupase de mantener entretenido a aquel joven mientras ellos corroboraban su versión. Rodeé el mostrador, poniéndome a la altura del Lestrange. Fijé mis ojos en los suyos durante unos instantes, casi como si estuviera usando algún tipo de poder legilimante, algo que todavía no me había centrado en aprender. Tampoco lo necesitaba del todo. Muchas veces una profunda mirada en lo más hondo de los ojos de la otra persona revelaba lo suficiente. Tras haberle sostenido lo que consideré un tiempo prudencial la mirada, asentí. — Estoy seguro de que se esforzará, señorito Lestrange. ¿Es la primera vez que acude a una escuela de interpretación? —dije, dando pie con un gesto a que iniciáramos la marcha hacia cualquiera de las dos salas que había a nuestras espaldas—. ¿Qué le gustaría explorar primero? No podía perderle de vista ni un solo segundo, ni dejar que se comunicara con nadie. Bolinda había entendido que aquella irregularidad suponía un estado de alarma dentro de todo el recinto, y estaba seguro que se estaba encargando de mantener a todos los refugiados en sus sitios. ¿Y no era entonces peligroso llevarle a alguna de aquellas salas? Para nada. Contaba con que en aquel momento los dos últimos talleres para los niños habían terminado y estos se habrían reunido ya con sus padres y tutores arriba en la azotea para comer. @@Danny Lestrange
  21. ID: 83911 Libro de Hechizos: Libro del Druida Justificante de compra del Libro: Justificante (Post #51) Link a la Bóveda: Bóveda Nº 78776 Link a la Ficha: Adrian Wild
  22. ID: 83911 Puntos: Todos al momento de hacerse. ¡Gracias! <3
  23. PV: 100 PP: 6 ------------ - Floreus --musité nada más ver que las flechas que había enviado a la muchacha desaparecían casi a punto de llegar a su objetivo. Sabía que trataría de devolvérmela, casi en la justa medida. Por eso actué todo lo rápido que pude, previniendo su próximo ataque, de forma que de su varita no pudiera salir ningún rayo o pudiera invocar más que un buen puñado de flores. Y así fue. No escuché palabra alguna salir de entre sus labios, que parecían serenos y confiados, pero ver aquella cantidad de claveles salir disparados en mi dirección me indicó que había acertado en mis suposiciones. Aunque, ¿qué se podía esperar de un duelo, por mucho que no hubiera sido esperado? Observé a mi alrededor brevemente. Las lindes del claro se encontraban a los metros suficientes para no poder confundirnos entre los árboles. Aquello no me gustaba. Preferiría contar con lugares a los que poder subirme y por los que poder moverme, o por lo menos con algun animal que poder controlar para obligarle a lanzarse hacia Sherlyn y que tuviera que cometer una de esas atrocidades que siempre me atribuía. Algo en el fondo de mis pensamientos me decía que aquella muchacha conocía mi naturaleza y me detestaba por ello. - Avis --pronuncié entonces, haciendo aparecer en el espacio a doce pájaros de picos ganchudos y rojos carmesí--. Picoteadle hasta las pestañas. Las aves, sin serlo, volaron rapaces hacia el rostro de la chica. Aquella había sido la conclusión. Si no había animales cerca, habría que invocarlos. - ¿No irás a dañar a esos pobres animalitos, verdad? --reté a la joven, con voz socarrona--. Sería una gran decepción... No, desde luego aquella no sería una buena manera de intentar recomponer una amistad que nunca había llegado a buen puerto. @@Sherlyn Stark
  24. - ¡Pero qué vamos a hacer, por todas las orejas cortadas, qué vamos a hacer! - Bolinda, tranquilízate, de momento no vamos a hacer nada. Esperaremos. - ¿Esperar? Ay amito --torcí el gesto ante aquello pero se lo dejé pasar--, pero... ¡¿Y si cierran y nos quedamos sin acceso al dinero?! Sería la ruina, con todo lo que hemos luchado. - Bolinda, el dinero de la bóveda del negocio es nuestro, y si cierran, tendremos que poder sacarlo en el último momento. Pero confío en que el banco saldrá a flote. --Aquellas últimas palabras las pronuncié sujetando a la alterada elfina por los hombros, obligándola a mirarme a los ojos e imbuyendo en ella toda la seguridad que sentía en mi interior--. Sagitas es ahora Ministra, no permitirá algo así. Sabía que la elfina no se quedaba conforme con mis palabras, pero ella también entendía que no podía seguir su discurso. Estos últimos meses había tenido que recordarle que las decisiones las tomaba yo. Pero además, ambos tuvimos que contener nuestras palabras porque una figura se acercó, bastante prudente, al mostrador, y tomó una hoja de inscripción. Desde aquella posición en la que nos habíamos quedado, yo sujetándola de los hombros y ella de puntillas, con la cara desencajada, giramos nuestras cabezas al mismo tiempo en dirección a aquel muchacho que rellenaba tranquilamente la ficha. No hacía falta leernos el pensamiento para saber lo que en nuestras cabezas circulaba. El chico, quién parecía sorprendentemente despreocupado y más joven que yo, terminó de escribir y extendió el folio delante de nuestras narices. Mudo en mi asombro, lo tomé entre mis manos y lo leí. - Bienvenido al Ars & Vita señorito... Lestrange. --Una sonrisa algo desconcertada ocupó gran parte de mi expresión--. Estaremos encantados de su asistencia a las clases, aunque debo advertirle que estas se están impartiendo de forma un tanto irregular, pues debemos modificar horarios a última hora y casi no hay alumnos apuntados a la escuela... No es un buen momento para las artes, me temo. La gente no suele verlas sustanciales en tiempos de guerra. Pero... --y mi mirada se postró en la puerta y luego de nuevo en el chico, indicando así el motivo de nuestro desconcierto-- ¿cómo ha...? Desde hacía meses sólo las personas que conocían el secreto y la forma de entrar al local lograban dar con él y atravesar la semiesfera mágica que lo protegía y ocultaba, y normalmente los alumnos que querían ingresar por primera vez debían enviar una lechuza, la cual era respondida con otra, a la que aplicábamos toda clase de seguridad, con las indicaciones necesarias. Además, cambiábamos el sistema cada cierto tiempo prudencial y así se lo hacíamos saber a todos los que tuvieran el acceso permitido. El Ars & Vita era en aquellos momentos casi más un refugio que un teatro-escuela. Sólo había dos opciones: o el sistema fallaba en algún punto, o aquel muchacho venía por referencias de alguien que tenía conocimiento de la entrada de aquel día y que no nos había comunicado debidamente la transmisión de dicha información. Fuera como fuese, alguien tenía un problema. Y nosotros ahora debíamos saber si podíamos fiarnos de aquel muchacho de inocente apariencia. OFF @@Danny Lestrange ¡No te preocupes! Me alegro mucho que te hayas animado a rolear por aquí. Gracias por desempolvar esto y hacerme puente ^^

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