Detective Mágico Consultor (B: 106711)

[Rory Despard]

Era lo lógico pensar que Yanna no iba perderse una oportunidad de dinero, y así fue. Asentí a su comentario, encogiéndome de hombros respecto a su desconfianza, porque en el fondo yo me sentía de la misma manera. Su advertencia no pasó desapercibida, pero me sentía ahora como en la historia del pastor mentiroso. La mujer me había tendido tantas jugarretas desde su llegada que nada impedía que esta fuera solo una más de ellas. Mas por otro lado ¿y si era verdad esta vez? ¿Si Garry se unía a esa incursión?

 

Ahora, mientras andaba con el mayor sigilo posible, no había más tiempo para pensar en ello. Había firmado y entregado el cheque en blanco a Smith antes de partir, y me preguntaba si no era eso lo que tenía de aparente buen humor a la joven, y la hacía conducirse con tal vivacidad y soltura, la cual, teniendo en cuenta el estrambótico traje militar y restos de ramas en la cabeza que traía puesto, resultaba imposible.

 

― No entiendo como es que llevando ese traje, puedes estar pasando tan desapercibida―mascullé en su dirección, deteniéndome un instante para tomar aire―¿será que te puedes calmar un poco? es difícil seguirte el paso, maldita sea.

 

Ella no parecía estar escuchando.

 

Strapleton nos había advertido de los peligros y trampas que minaban casi todo el espacio para llegar a Davelis. No estaba segura de si ya habíamos llegado a la peor zona (estaba convencida de que sí), de modo que intentaba ser lo más cuidadosa posible en cada paso que daba. Yanna por el contrario, pisaba con absoluta firmeza y lo curioso era que no dejaba marca tras de sí. Tal discreción de su actuar me tenía sorprendida ¿cómo lo conseguía? un absoluto misterio que tras los primeros 500 metros de recorrido desistí de averiguar.

 

El bosque era un hervidero de ruidos. Creía haber escuchado jadeos, aullidos y el canto de algún ave perdida, y sin embargo en todo el camino andado, no nos habíamos cruzado con un solo animal ¿entonces de dónde es que provenían tales ruidos? Incluso las copas de los árboles más frondosos parecían cuchichear entre ellos cuando sus ramas se agitaban con el viento. La sensación de sentirse observada, o incluso, evaluada era potente e imposible de minimizar.

 

Por el contrario, cada vez me ponía más nerviosa y la declaración de Yanna, respecto a que no estábamos todavía en la parte más fea del recorrido me produjo un escalofrío.

 

― ¿Qué? Y yo que pensaba que este espacio YA era problemático―la queja sonó tan ruidosa que automáticamente enrojecí de vergüenza y me limité a buscar en el morral el mapa que nos había dado el señor Strapleton― si lo más duro está por llegar, será mejor será que tenga la varita en la mano, lista para cualquier incidente.

 

Todavía sin hallar el mapa, alcé la vista un momento para observar el punto que Smith señalaba con tanta vehemencia desde la rama a la que se había trepado, y retrocedí un paso conmocionada de lo que veía ¿que era aquel montón de manchas? ¿Serían inferi? No era capaz de realizar una sola conjetura que se oyera coherente, de modo que permanecí en silencio, con un leve temblor en las piernas, observando a las sombras y su lento recorrido de la colina.

 

― Tienen toda la apariencia de inferi. Suelen colocarlos para proteger objetos valiosos, pero ver tantos de ellos solo me hace pensar en la cantidad de magia oscura que ha tenido que emplearse- sentía ganas de retroceder y echarme a correr, pero tragando saliva permanecí allí, rebuscando en el morral el condenado mapa. Después de todo, aparte del caso de Dennis, tenía mis propios motivos para llegar lo más pronto posible hasta Davelis- Bájate de allí y recibe el mapa, necesitamos trazar una ruta que nos evite toparnos con esos seres, y si no existe una, ver la forma desde ya para combatirlos.

 

Uno solo de esos seres era manejable, pero no la cantidad que parecía haber allí. La única posibilidad en el peor de los casos era hacer tiempo, y que con suerte una de las dos pasase. Igual y necesitábamos acercarnos un poco más para corroborar que eran inferi, o en su defecto otra cosa. De modo que ajustando los hilos que sostenían la capa camaleón, me coloqué la capucha y avancé, con la varita firmemente sujeta en mi mano derecha.

 

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Editado 31 de Agosto del 2018 por Bel Evans McGonagall

[Hessenordwood Crouch]

Yanna K. Smith.

 

Gruñó como si se tratara de un perro viejo, el viento que resopla en la misma dirección en la que se dirigen las extrañas sombras de la lejanía casi hace que pierda el equilibrio, pero las gruesas uñas de sus manos se entierran con fiereza sobre la rama donde se ha trepado. Es escalofriante, ver aquellas criaturas, el modo en el que en un instante todo es silencioso y el viento rosando las ramas más altas de los árboles, es como si algo se anunciara en aquel paramo. Ella no hace caso a Evans hasta que ve a la última de esas cosas escabullirse por el suelo y perderlas de vista.

 

Los brillantes ojos color oro de la morena destellaron en la oscuridad cuando creyó encontrar el punto a la distancia donde esas cosas parecían reunirse.

 

Un escalofrió recorre su cuerpo apenas ha tocado nuevamente el suelo firme, es una sensación muy común en ella desde que regresó a Inglaterra y que no sentía desde sus días de maleante cuando trabajaba con su padre. Sin duda, en aquel lugar se concentraba una cantidad enorme de magia negra. Pero no es eso lo que en verdad preocupa a Smith, si no el modo, el patrón de varias cosas que comienzan a presentarse de un modo familiar. Yanna necesita un segundo antes de borrar de su mente la noche en la que ella y Ollivander fueron maldecidos, y volver de una buena vez, cobrando compostura, hasta donde está Bel.

 

―No necesitamos un tonto mapa…-, por un segundo los ojos de Yanna escudriñan a Bel con un rosto un poco incrédulo, casi burlesco al ver a la bruja con el mapa tendido en sus manos. ―Solo hay que seguir a esas cosas…-, le mostró a Bel una enorme y fea sonrisa antes de darle la espalda y caminar tras el rastro fresco de aquellas cosas.

 

“Ser ignorante te hace valiente…mi querido hermano…”

 

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[Rory Despard]

Nasha Montpellier

 

Le llevó poco tiempo llegar hasta el estudio donde el hermanastro de Yana se encontraba, ocupada en lo que suponía era alguna de sus inútiles investigaciones. La vida de esa familia, descontando a su tormento, era bastante anodina, de forma que a esas alturas ya había perdido el chiste para ella elfastidiar a Ollivander o Evans por su fracasado matrimonio, y nunca la estancia de los otros familiares era lo suficientemente larga como para poder encontrar alguna ventaja o beneficio en ellos.

 

En realidad, si algo hacía que se quedara allí y no se mudara definitivamente a las instalaciones de la Talamasca, era el bosque encantado plagado de mejores y más atrayentes secretos que los de los habitantes de la heredad. Así que allí se había pasado la mañana, recolectando unos hongos, irrelevantes en Inglaterra, pero que había encontrado que en otros lugares del mundo ayudaban a penetrar en los pantanosos terrenos del futuro y la adivinación. Por todas las cosas que iba descubriendo allí, es que Nasha se convencía más, que en esa familia pocas cosas se habían hecho antes por puro y simple azar.

 

Era como si aquel excesivo sentido análitico combinado con fanatismo que todos ellos poseían en un grado, se materializara también en es disposición.

 

- Ya tengo en la bolsa lo que Yanna me encargó ¿tardarás mucho más en eso que estás haciendo?- Nasha contempló el resto de la habitación, que evidenciaba en el montón de papeles aventados en un rincón, y rollos de pergamino manchados de tinta, el descuido y lo absorto del trabajo del menor de los Ollivander- ¿creo que tenemos que recoger algo en Diagon? ¿O era el knocturn? - alzando la mano la agitó dejando constancia de lo poco que le interesaba la distinción de ambos espacios- Como sea, salgamos de una vez. Sabes bien que por cada minuto que pasa, la santurrona de Evans corre más riesgo, que no es algo que me importe, a tu hermanastra tampoco. Pero supongo que a ti sí¿no?

 

Ah, quizá y después de todo, si tenía todavía su cuota de gracia burlarse de esa "relación".

 

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[Hessenordwood Crouch]

Se removió entre los libros apilados por todo el estudio, podía escuchar el fuego en la pequeña chimenea ardiendo, pero no era capaz de sentir nada, ni siquiera el frio del metal del amuleto de curación que pasaba sobre su piel rota, cuando es así, él nunca está muy seguro de que es lo mejor. Detrás de él, que está ahora sobre el alfombrado piso viejo del estudio, se encuentra el escritorio que alguna vez fue de su padre, sobre él algunos frascos de pócimas vacíos se encuentran regados, ha tomado quizá más díctamo y filtro de paz (o tal vez otra cosa) esta vez en lugar de matalobos, pero es que él siente que eso ya no es capaz de controlar a la criatura.

 

―Curación-, murmuró apenas y un hueso más se acomodó en su lugar, Grelliam estaba…insufrible estos últimos días y Garry era siempre quien debía pagar la cuenta. Aun así no se quejó y solo chasqueó la lengua para amortiguar la extraña sensación que es el sentir un dolor intenso y luego…el sentirse mejor. Su rosto se hablandó afligido y se estremeció una vez más mientras siente una nueva punzada en su espalda baja. El amuleto cambió de lugar y repitió el efecto un par de veces más antes de que el cansancio lo dejará dormitando en aquella sola habitación. ―Vlasfimíes…

 

La voz de Montpellier ha parecido despertarlo, “pero que mujer tan ruidosa”, le advierte la criatura, aunque Garry sabe que parece divertido al respecto. El par de ojos brillaron como linternas en aquella oscuridad del estudio, solo que esta vez no tenían la singularidad de siempre, aun mantenían la misma apariencia de la criatura, dos enormes orbes color plata de pupilas tan agudas que podrían perforar un alma. Gruñó bajo, mientras ella hablaba sobre…sabrá Merlín que, él no quiere saber nada de nadie ahora, así que no le importa que Yanna y Bel estén en algún lugar de Grecia bajo una maldición…o eso es lo que Grell quiere que piense.

 

Los energéticos pasos de Bernadette rápidamente pasan junto a la bruja americana, sin prestarle mucha atención, a ella no le agrada esa mujer que aparentemente solo sirve en la casa para fastidiar a la señora Evans, por lo que no se molesta siquiera en voltearle a ver. Ella tiene que hacer casi malabares para que la bandeja que carga no se le caíga de sus pequeñas manos cuando trata de llegar hasta el amo cursando sin ser aplastada por toneladas de libros que ahora solo están apilados.

 

Cuando al fin llega, la mirada del mago parece perdida aun en el mapa que está en todo el muro frente al escritorio, como si buscara algo que ha perdido, colocando la charola de lado Bernadette toma un par de esas toallas de vapor y alisándolas arroja un par sobre el pecho desnudo del mago. Como era de esperarse Garry se retorció del ardor en su piel, y apenas despegó su cabeza del escritorio la elfina arrojaba un par más sobre su espalda, aun cuando Garry le había pedido, casi suplicando, que no era necesario más de eso.

 

―El calor siempre parece ponerte de mejor ánimo, Garry-, Bernadette sonrió contenta al ver al muchacho con un poco más de color hasta en las mejillas que antes se habían tornado de un pálido azul post mortem. ―Prepararé la moto para su viaje a menos que quieras usar escoba…-, dentro de lo que restaba sobre la charola, se encontraba una camisa que la elfo entregó al mago antes de comenzar a limpiar los restos de brebaje sobre su escritorio. ― Deberías probar una aparición… o quizá la vieja red flu de tus padres...-, dijo en un tono más bajo para que la chamán no le escuchara.

 

Pero Garry seguía silencioso mientras se ponía de pie y se abotonaba la camisa que parecía quedarle algo más grande de lo normal, en él, no parecía haber más gestos de dolor aun cuando la piel de su pecho ardía de un color rojo brillante, sobre todo ahí donde termina el recorrido de las cicatrices que surcan su rostro, a la altura de su corazón. Su rostro de apoco se tornaba sereno, taciturno como siempre, como si Grell al fin dejara descansar de apoco al muchacho. Garry hizo un ruido extraño con su nariz y apenas observando de reojo, recordó a Montpellier que esperaba por él.

 

―Saldremos enseguida…-, habló ronco, después de haber alarido puros gruñidos y quejas por casi un día entero, ese falseo en su voz es lo mejor que puede hacer ahora. ― ¿Qué es? ¿Qué hay en Diagon o Knocturn que es importante? No, no creo que sea importante si no recuerdas siquiera a donde hay que ir-, aun en ese estado, su voz sigue siendo aburrida, insípida, sin una gota de interés. ―Entonces no, no podemos ir a Diagon o a Knocturn a recoger algo…ya vamos tarde-, él ni siquiera entiende por que Nasha tiene que ir con él, pero tampoco quiere escuchar los ladridos de Yanna el resto de su estancia fuera de Londres. ―Bernadette, busca en la recamara de Bel, si aún queda algo de polvos flú…

 

Distraído, comenzó a apilar un montón de libros y notas que estaban cerca del escritorio, y con un encantamiento reductor se encargó de que todo cupiera dentro de una maleta pequeña.

 

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[Rory Despard]

Nasha Montpellier

Observar a sujetos como Ollivander tiene sus ventajas. Para Nasha es la oportunidad de ver las consecuencias de muchos actos sin tener que vivirlos en carne propia, de forma que se sienten como conocimientos gratis. Apenas aparta hacia un lado el cuerpo con pereza, en el momento que la maniática elfina que ayuda al hombre ha ingresado para sacarle de su letargo, y continúa observándoles, casi que tomando notas mentales, de todo cuanto sucede.

El revoltijo que era esa habitación parecía multiplicarse en el entorno más inmediato del mago. Chasqueando los dedos, la elfina comenzó su tarea de limpieza y ésta llevó a Nasha a su enésima reflexión sobre la naturaleza esclava de los elfos. En su natal Nueva Orleans, sus ancestros hablaban también del servilismo de muchos de su raza para con los blancos, de su complacencia, o sus ganas de imitarlos en sus hábitos más ridículos. Muchos de los más ancianos de la comunidad eran tachados de "est****os nostálgicos" por añorar algunas de las cosas de las épocas de las haciendas azucareras, que no existían más en el mundo actual, pues habían terminado hundidas en el olvido y la miseria, de la misma manera que las casas cuyos cimientos se habían podrido por causa del agua de los pantanos, y donde los jardines habían terminado ganados por la flora más salvaje.

Pensando en todo eso, no pudo reprimir las ganas de comentar en el hilo que la preocupada elfina Bernadette lo hacía, intentando imitar incluso su tono de voz.

- El calor puede empezar a hacer que muevas tu trasero de una vez, Garry- cruzada de brazos y recostada en el marco de la puerta, dirigió una mirada socarrona hacia el escritorio antes de volverse.

Era difícil que las burlescas palabras de Nasha fueran las causantes, pero la bruja sonrío con satisfacción al ver como el menor de los Ollivander comenzaba a alistarse, y el ambiente dejaba de sentirse tan cargado por la presencia de la bestia que nuevamente era confinada al mundo interior del muchacho. Ciertamente, encontraba más interesante aquella dimensión de él, y las miradas torvas que podía lanzar revelando la profunda oscuridad de su mundo, pero no había tratado lo suficiente con ese lado de Ollivander y no estaba dispuesta a hacerlo ahora. Si estaba allí, era por pedido de Yanna, así que no pensaba invertir un gramo extra de esfuerzo o energía, a menos que su propio pellejo estuviese en juego, de manera que cuando él indicó que no irían para Diagon, apenas mudó su gesto.

- Es tu familia la que iremos a ¿rescatar?- se encogió de hombros antes de responder a Garry- tú sabrás que es lo necesario y que no.

Nasha todavía no tenía claro que papel cumpliría exactamente en Grecia. Antes de partir, y tras levantarse del lecho donde habían yacido juntas, todo lo que le había comentado Yanna, con su jerga incomprensible, era que alistara sus poderes para reanimar muertos. Nasha, más entretenida en contemplar el cuerpo de la mayor yendo y viniendo por la habitación en busca de sus cosas, había asentido antes de quedarse dormida. Había creído firmemente que todo era una broma, pero finalmente allí estaba, cargando una bolsa con chucherías varias y al lado del Ollivander desabrido que en esos momentos recibía los polvos flú de la elfina que había ido por ellos.

No le agradaba eso de viajar por las chimeneas, pero en el momento que le tocó hacerlo, sin emitir más palabras que el destino que tenían, se dejó llevar. Cuando abrió de nuevo los ojos, una estancia mal iluminada era todo lo que alcanzaba a ver, y un poco de ceniza se había atorado en su garganta, por lo que tosió ruidosamente en un intento por deshacerse de ella.

Un viejo con cara de pocos amigos se adelantó hacia ambos, y su rostro, despojado de expresión, hizo evaluar a Nasha con la imposible suerte de haber encontrado alguien todavía más inexpresivo que el hermano de Yanna.

- Se tardaron demasiado. Ellas ya alcanzaron Davelis.

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[Hessenordwood Crouch]

Garry M. Ollivander

 

Garry asintió al hombre viejo y no dijo nada más al abrirse paso por la casa hasta él exterior.

 

Afuera, el auto de Stapleton esperaba justo en la entrada, aún seguía tibio, por lo que seguramente el hombre se había quedado más tiempo en Davelis esperando por si alguna de las brujas se arrepentía a aventurarse por aquellas tierras malditas. Tras Nasha y Garry, el señor y ahora también la señora Stapleton les seguían silenciosamente hasta la puerta de la casa, Garry apenas se limitó a observarles de reojo mientras guardaban sus cosas dentro del auto, aun así, fue solo necesario que el muchacho hiciera contacto visual con la mujer mayor para que dejara lo que estaba haciendo y se encaminara hasta donde se encontraba ella.

 

Sin decir tampoco mucho, la mujer le entregó al mago un abrigo que seguro cubriría al brujo del frio mucho mejor del que él ya carga ahora. Después de ponérselo, porque aunque no habían palabras de por medio la mirada de la anciana le advertían que debía usarlo ahora, el muchacho besó la mejilla de Stapleton, señora y señor, y después se dispuso a subir al auto. Se siente un poco extraño de pronto sentirse nuevamente como el consentido de seis años que solía ser, pero a pesar de que ha pasado tanto tiempo, y también otras personas, ese es el gesto más familiar que Grelliam es capaz de reconocer, quizá por eso las palabras siempre estaban de sobra.

 

Finalmente condujo hasta Davelis, el camino fue silencioso para él, absorto en sus pensamientos, apenas se fija por donde conduce, aunque pareciera que conoce el camino más que bien. Junto a él o en a parte de atrás, no está seguro, va Nasha, si habla con él o si ha preguntado algo, Garry no le presta atención ahora. De nuevo hace eso, de ir llevando dentro de su cabeza otra conversación en un lugar distinto al que se encuentra ahora, e incluso como si estuviera con otras personas.

 

―De aquí el camino es a pie-, masculló un par de minutos después, con el auto parqueado en algún lugar, y por fin dedicó a Nasha una mirada neutra, ya no hay ningún rastro de la criatura, aunque por el tipo de magia que se siente en aquellas tierras, Garry sospecha que no durará más tiempo así.

 

Sobre ellos la noche a caído, Bel y Yanna seguramente han avanzado más allá de la entrada a Davelis.

 

Yanna K. Smith

 

― ¿Bel?-, la áspera voz de Yanna es aún más irritante con el eco de aquellas cavernas y el agua. ―¡Hey, mujercita! ¿Qué no me escuchas?! Hay un camino por aquí-, Smith señaló un sendero estrecho, bastante rustico que cruzaba una laguna cristalina casi congelada y al centro, la boca de una cueva aún más profunda se iluminaba solo por la luz de la linterna de Yanna. ―No puedo ver nada más allá de dos palmos de mi rostro-, hace señas para indicarle que ahí está verdaderamente oscuro, si es sincera, apenas puede ver a Bel acercándose con cuidado a ella, como si solo se guiara por su voz y no porque puede verla. ―Pero estoy más que segura de que es por ahí…-, sonrió con auto suficiencia, aunque no es igual de divertido si no puede ver a Bel rodando los ojos con fastidio.

 

― ¿Quieres ir a delante o…-, un extraño sonido interrumpió las palabras de la morena.

 

 

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[Rory Despard]

Nasha Montpellier

― Mejor así, mis piernas comenzaban a adormecerse en ese auto, y la magia de este lugar es tan poderosa que es un excelente cambio. Comenzaba a sentir molesto tanto entorno muggle.

 

Nasha no había hecho mayor comentario al menor de los Ollivander, ni en el trayecto compartido ni mucho menos en la casa. Sabía, sin que hubieran existido aclaraciones de por medio, la razón de esos silencios y había elegido respetarlos, porque era lo más cómoda para ambos, y particularmente provechoso para ella, que no conseguía traer a su mente una sola pregunta para Ollivander que no fuera comprometedora.

 

Preguntas que ese hombre poseedor del hermetismo de una tumba, jamás consentiría responder.

 

Comenzaron a avanzar entonces a través de esa explanada, que poseía más de una trampa hábilmente instalada, pero no infalible. Nasha no necesitaba de magia para saber en qué dirección se encontraba Davelis, pues el anillo prueba de su vinculación con la habilidad de la nigromancia se había envuelto en bruma revelando la presencia cercana de ánimas deseosas de una segunda oportunidad sobre la tierra. Báleyr, el arcano que había compartido su saber con ella, le había dejado en claro que esa era la maldición con que debía cargar todos sus días a cambio de tan fabuloso poder.

 

Pero que ella lo hubiera aceptado en ese entonces, no significaba que hubiera aprendido a afrontar toda la carga que eso llevaba.

 

Así que esa misión, era también una prueba para sí misma. Ante esa perspectiva, era de pronto tentador ver hasta donde podía llegar y cuáles eran sus límites.

 

― Con sinceridad Ollivander ¿qué esperas encontrar en Davelis?― la pregunta franca y transparente rompió el calmo silencio mantenido hasta ese momento― ¿si eres consciente que la oscuridad de ese lugar potenciará a la bestia de tu interior verdad?

 

Porque si no lo sabía (cosa que Nasha dudaba) advertirle era lo mínimo que podía hacer.

 

Bel

En ese mi último año en Hogwarts, que había leído con avidez cuanto libro sobre Davelis pudiese encontrar, siempre había encontrado exageradas las estimaciones respecto a su profundidad. Era apenas ahora, en que había perdido el rastro de Yanna, mucho más enérgica y segura en sus pasos, que comenzaba a comprobar que esos autores habían estado en lo correcto. No había tomado las precauciones suficientes, y ahora pagaría mi castigo vagabundeando por ese espacio quien supiera hasta cuándo.

 

Igual y me fastidiaba ahora la idea de que ninguno de ellos se tomara la molestia de hacer una guía adecuada hacia el interior de ese condenado lugar.

 

Tras recorrer sin éxito todo un camino, solo para volver al mismo punto, y con el olor a azufre casi que pegado a mis fosas nasales, solté un grito de júbilo en el momento que la rasposa voz de Yanna se dejó oír. A tientas, comencé a avanzar en su dirección, agradecida por vez primera de que no se callara, y rogando porque soltara todos los improperios que le diera la gana, si con eso podía llegar a su lado.

 

La superficie del lago era tan lisa que parecía seda. Pero la oscuridad que se cernía sobre las dos era cada vez mayor.

 

― No estoy tan segura de seguir ¿oíste ese ruido?― nerviosa, abandoné la superficie rocosa en que me había estado apoyando todo ese tiempo para andar y tomé el brazo de Yanna, aun cuando sabía que la mujer podría tener la peor de las reacciones ante dicho contacto― es el de una barca surcando a contracorriente. ¿Y si estamos en el límite del espacio permitido a los vivos? No pienso entrar allí si no es junto a Garry también.

 

No era que no confiara en Yanna, de hecho ese viaje me estaba haciendo aprender más de ella de lo que lo había hecho casi un año de "convivencia" en la heredad. Era solo que, no sabía exactamente cómo o porqué, pero la presencia de Garry me daba seguridad. Esa que estaba haciéndome tanta falta en esos instantes.

 

El sonido se hacía más y más fuerte cada vez, e incluso la superficie bajo nuestros pies tembló levemente. Era como si alguna clase de criatura gigantesca avanzara en nuestra dirección. ¿Pero sería real o solo una alucinación? Si afuera habían jugado ya con esos trucos psicológicos ¿que garantizaba que no lo estuviesen haciendo ahora?

 

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[Hessenordwood Crouch]

Yanna : d

 

Yanna permaneció en silencio, tratando de más allá de escuchar los ruidos superficiales, agudizar sus sentidos, aquel gesto era muy idéntico al del menor, salvo que a diferencia de Garry, los ojos de Smith siempre brillaban con ensucias, como si estuvieran hambrientos. La morena tenía la vista perdida en aquella oscuridad que se presentaba inmediatamente apenas comenzaba la boca de aquella misteriosa cueva, es apenas perceptible, pero emana un olor desagradable, pero que la bruja puede reconocer como a caramelo muy quemado. Estornudo ruidosamente haciendo un feo gesto mientras que, como un cachorro se talla el rostro para aliviar la picazón en su nariz.

 

―Esto no me gusta…-, ¿Qué había dicho Evans? Que importa, el tatuaje en el hombre de Yanna se retarse dolorosamente y se extiende por el resto de su piel, apenas puede ver algo ―Hay alguien ahí abajo…-, Smith señalo, su sonrisa maliciosa no está más ahí, sus labios se aprietan con mucho disgusto al mismo tiempo que su ceño se contrae con mucha fuerza en su expresión. ―Y nos es está esperando..-, ¿Qué es lo que Grelliam quería de Davelis? Por primera vez Yanna se lo pregunto, había seguido las instrucciones sin mucha importancia, pero ahora, en aquella peste y oscuridad densa, se pregunta en realidad que tan oscuro es capaz de bajar el muchacho para resolver sus dudas.

 

El ruido del que Bel le hablaba se anunció con fuerza, y a Yanna le provoco un sobresalto que la hizo retroceder del pozo. Un poco más alarmada, a la morena no se le ocurre otra idea más que escapar, es su mejor truco, aunque sinceramente ahora sospecha incluso del agua tan pura que hay a su alrededor, además de que hace mucho frio para mojarse, de caer, seguro pescaría pronto una pulmonía o alguna enfermedad de esa, aunque seguro Evans tendría algún remedio para… ¿Por qué ella no hacía algo al respecto? Yanna renegó, soltando un extraño bufido y tomando con fuerza del brazo de Bel.

 

―No hay tiempo niña, ya pensaras en cómo sacarnos de ahí-, sin problemas, Smith salto a la cueva arrastrando a Bel con ella hasta la oscuridad.

 

Garry

 

Los pasos de Garry se detuvieron de pronto, su mirada quedo perdida un instante en el horizonte mientras que en el par de ojos de colores distintos, el aro rojizo de materializo por un segundo, el ardor de su mano lo alertó rápidamente y parpadeando concentró su atención en esa marca que guarda ahí, tatuada como con hierro ardiente, la bella figura de una flor maldita. La boca de Garry se hizo una larga línea que surco su rostro, entiende que hay una relación entre la marca de él y la que hay en Bel Evans, aunque verdad era que aún no entendía cómo es que funcionaban ambos sellos.

 

― ¿Potenciara a quién?-, contesto a la bruja que le acompaña, aun distraído en el símbolo de su mano. Al levantar la vista se encuentra con el rostro de ella, no puede culpar a Smith por cargar con esta pequeña mujer como bolsa de mano, pues casi puede entender ahora por qué es que la mantiene cerca. “Mi amigo…”, por supuesto, ahí estaba nuevamente y un escalofrió recorrido al muchacho, tan solo escuchar la monstruosa voz de la criatura es suficiente para casi sentir su aliento severo sobre su cuello. ―Ah, Grell… no te preocupes por él…puede sernos de ayuda esta noche-, de verdad lo espera, aunque después de la noche anterior Garry no esta tan seguro de lo que dice.

 

Un fuerte sonido se escuchó a algunas yardas de distancia, es cada vez más difícil andar por ahí, apenas se ve y la verdad es que desconfía totalmente de la astucia de Yanna, no cree que no sea brillante, pero no quiere que Bel se vea afectada por los recursos kamikazes a los que Smith acostumbra para salir de un apuro.

 

― ¿Puedes guarnas hasta la entrada de Davelis más rápido?-, habla con voz neutra, aun observando a Nasha, aunque la verdad la pregunta va para alguien más que solo ella. Espera por una respuesta rápida, y ante el gesto de la bruja, impacientemente, el muchacho lo vuelve a intentar. ―Debe ser…una concentración de magia oscura, escondida entre algo que es muy bello, que es paz…-, trato de explicar, pero a pesar de lo que ha leído, entiende que es probable que ambos puedan sentir una magia distinta, Grell porque es un ser oscuro y Nasha…bueno no conoce los poderes de ella. ―No hay mucho tiempo, el camino al interior de Davelis podría cerrarse.

 

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[Rory Despard]

Bel

¿Qué creía que hacía? Aunque lo intenté, la fuerza de Yanna no tardó en llevarme con ella al interior de la cueva. De repente, sentí como si me faltara el aire, y cayendo de rodillas intenté en vano divisar algo.

Nada. La negrura era tal, que solo porque Yanna parloteaba algo ininteligible es que podía saber que la tenía cerca.

Respiré hondo, buscando captar ese oxígeno escaso y luego cerré los ojos intentando concentrarme, una vez más, en las viejas lecturas de Hogwarts. Davelis, como todo lugar que se preciara de ser la puerta al inframundo, exigía ciertos sacrificios para acceder, pruebas mentales y físicas. Lo que tenían delante ¿no sería acaso la primera de esas pruebas?

― Intentan aturdirnos, dejarnos dependientes únicamente de nuestros sentidos, que de seguro más adelante también buscarán confundir ― a gatas, alcancé un sobresaliente rocoso y lentamente apoyándome en él volví a ponerme de pie― pero déjame comprobarlo.

Tomando mi varita, intenté conjurar un lumos, pero fue inútil. Una vez más, concentrándome, quise lanzar una bombarda. Y una vez más fallé. Estaba en lo correcto.

― La magia con varitas está completamente anulada en este lugar.

Guardé entre mis ropas la varita, y acto seguido rebusqué en el morral hasta dar con dos frascos. El primero contenía una potente poción hecha con pétalos de pensamiento, de la cual tras destapar el corcho, aspiré con fuerza su delicado perfume. Mientras en el caso de la segunda, se trataba de una pomada elaborada con polem de lirios de fuego, que unté sobre mis manos. El efecto fue casi instantáneo. Un remezón me recorrió de pies a cabeza, y tras parpadear unas cuantas veces, la figura de Yanna volvió a ser visible para mí, aun si la penumbra que la envolvía era tan espesa que parecía más una tela fina que simple sustancia difusa.

― Ten, capaz pueda ayudarte ― tomando la mano de Yanna coloqué ambos frasquitos sobre su palma― no sé si te vayan servir, pero te explicaré igual su utilidad. La poción estimula tu agilidad mental, mientras que la pomada hará que tus manos puedan adherirse a toda clase de superficie sin problemas.

Apenas había terminado mi explicación, cuando de repente la marca en mi pecho se encendió en carne viva. Nunca antes se había "activado" sin que yo lo desease ¿qué sucedía?

Nasha

― Si dices que podrás controlarlo, supongo que no tengo opción más que creerte.

Nasha se encogió de hombros, todavía dudosa de los planes de Garry, pero poco dispuesta a discutírselo una vez más. No podían decir que ella no había cumplido su parte advirtiéndole de los peligros que acarreaba el seguir.

Y hablando de peligros...

Al sonido similar a una pequeña explosión, no tardó en seguirle un suave remezón. Algo había sucedido, y aunque siguiese mostrándose con aquella careta de calma, la morena sabía que varios pensamientos inquietaban la mente del menor de los Ollivander. No había tiempo que perder, así que con delicadeza echando atrás la capa que la cubría, alzó la mano en que empuñaba el anillo de nigromancia y recitó dos frases que los espíritus a su alrededor le susurraron a los oídos.

Enseguida, de la piedra de su anillo una delgada línea de luz se formó apuntando en el horizonte a lo que ella supuso era la entrada de Davelis.

― Ellos nos cuidarán las espaldas, así que avanza. La guía no durará más de diez minutos.

Echando a correr colina abajo, era curioso como las criaturas similares a inferis se apartaban del camino por donde la bruja pisaba, tan igual de intrigante que el hecho que la hierba bajo sus pies se secara en cuanto hacía contacto con ella. Una vez cruzaron el acceso a Davelis, la enorme piedra redonda que descansaba a un lado se movió tapando el ingreso, y la luz del anillo se extinguió.

Estaban encerrados, sin posibilidad (por el momento) de regresar, así que todo lo que podían hacer era seguir adelante. Un gruñido proveniente de Garry hizo que Nasha volteara lentamente a verlo, aunque por la oscuridad del lugar, solo distinguía su silueta.

― Es tu turno, sigue el aroma de Evans. Y evita que el olor de mi sangre te aturda.

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[Ethan Lenteric]

En efecto ella había nombrado las propiedades de la poción sin chistar sin embargo un ingrediente era imposible de detectar aún para el paladar más sensible de la humanidad, lágrimas del mismo Astaroth eran el ingrediente que conjuntaba todo en una poción poderosa que brindaba vida al que la bebía. Muchas veces en la antigüedad se le había confundido con sangre de unicornio debido a su textura parecida al mercurio líquido, pero daba la casualidad de que a pesar de ser concebidas con el dolor de su corazón estas no dejaban en el que las bebía una maldición horrenda.

 

No iba a revelar aquel detalle a ella, suficiente había tenido con sus instrucciones que al parecer del demonio eran más una sentencia de muerte pactada. Quería ver el futuro para asegurarse de que en este se encontraba ella sin embargo el miedo lo detenía, ¿porque dolía tanto?.

 

-No prometo nada...-Alcanzó a susurrar sintiendo la boca seca.

 

Una vez que el aire frío de las montañas los alcanzó fuera del castillo, en su mente aparecieron recuerdos de su boda. Podía verlos tan nítidos que tuvo que parpadear un par de veces de manera rápida para salir de su ilusión, había sido como un dejavú que pronto comenzó a desvanecerse y temió por sus propios recuerdos. Un precio alto tenía que pagar por proteger a sus seres amados, pero a su parecer valía la pena.

 

Estando ya en el callejón observó el local al que se dirigían, todo se encontraba desierto y lúgubre a esas horas de la noche pero su miedo por algo físico se había disipado al momento de saber que trataban con fuerzas mucho más poderosas y legendarias. Al cruzar el umbral pudo notar el recibidor, este daba la apariencia de viejo establecimiento de los años 20's y en él conservaba su encanto. A pesar de ya encontrarse dentro el frío persistía, caminó un par de pasos y se inclinó para repasar el piso con sus finos dedos.

 

-Este lugar... conserva mucho de ti. Puedo sentirte hasta en los cimientos de la edificación, en este lugar hay un cúmulo de sentimientos muy fuerte.-Comentó repasando con la vista el suelo y como si fuesen apariciones fantasmagóricas pudo verla a ella ir y venir delante de él, en diferentes días y en diferentes atuendos. También podía ver a un hombre sin embargo su rostro no era claro, ¿acaso la identidad de ese desconocido era un secreto?

 

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