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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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- Orión es mi padre biológico.

 

En la mente de Gatiux los segundos se estiraron como un chicle. Se espiró aire mentalmente mientras encajaba el golpe. Tenía que hacer el ejercicio mental de recordarse a sí misma que eso fue hace un montón de años y que no tenía ningun sentido el ponerse celosa por cosas de la juventud que sucedieron después que Orión se marchase sin avisar. No estaban juntos cuando eso pasó y no tenía nada que reclamar. Eres adulta. Tragó saliva.

 

- Pero no se quién es mi madre. O si tengo. -siguió diciendo Evedhiel- Conociendolo quizás me creó de runas. O de terapias alternativas... o de arcilla.

 

- Todo el mundo tiene una madre, Evedhiel. -contestó Gatiux, sonriendo para animarla- Orión no es un caballito de mar. Aunque estoy segura de que algo así le gustaría.

 

Siguió escuchando la historia. Evedhiel había sido creadas por sacerdotisas que le inculcaron odio hacia la magia oscura. De vez en cuando Gatiux volteaba los ojos o negaba con la cabeza con desaprobación. Marcar a una niña como ganado era pasarse de la raya.

 

- Podemos dejar las cosas como están, o intentar averiguar algo más sobre tu pasado. -dijo Gatiux cuando Evedhiel terminó de contar su historia- No se si profundizar en ese tema te traerá paz, así que esa es tu decisión. Cuenta conmigo para lo que sea que decidas.

 

Por un instante se abstrajo de la realidad. El recuerdo que guardaba al lado del pensadero sobre lo que había visto desde la vista de una tercera persona y que parecía pertenecerle. Una niña llamada Evedhiel que nunca sostuvo porque ese fin de semana sólo habían estado ellos dos sólos sin ningún otro incidente. La oscuridad y los dos hombres que se movían como sombras.

 

(¿Entonces el recuerdo no es un recuerdo si no un sueño? Parecía real. Podía mirarme las manos. No me puedo mirar las manos cuando sueño.)

 

Agarró el hilo de la conversación de Aaron a mitad de frase. Parpadeó un par de veces. Le estaba contando algo de un huargo adulto. Los ojos amarillos de la banshee recorrieron la herida de Aaron. No parecía ser nada grave o preocupante. Lo que no entendía era por qué el hombre no había sido capaz de curarse aquello. Tal vez quisiera parecer más varonil ante las Yaxley que encontrara al llegar a casa, mostrando heridas de guerra cual superviviente. Gatiux sonrió mientras dejaba a un lado su propio café.

 

- Déjame que le eche un vistazo a eso.

 

No esperó una confirmación. Durante muchos años se había dedicado a curar y revivir mortífagos en el ala prohibida de San Mungo, y aunque hubiera pasado ya otro tanto de aquello era una costumbre que no se le quitaba. Se acercó hasta Aarón, puso el dedo índice sobre el mentón de éste para girar un poco la cabeza y mirar la herida con un poco más de ángulo.

 

Gatiux posó la palma de la mano sobre el ojo de Aaron, tapando con su mano ahuecada desde la ceja hasta casi la oreja. El colgante amarillo que pendía del cuello de la banshee brilló mientras se realizaba la Curación. Cuando quitó la mano de allí, el Black estaba como nuevo.

 

- Mucho mejor así, ¿no crees? -dijo Gatiux- Valentina no ha llegado aún. Espero que no corriera la misma suerte que tu.

 

Los jóvenes eran muy despreocupados. Y además le gustaba lucir las heridas de batalla. Ella misma también fue así, cuando la sangre le hacía reír de forma salvaje y el bailar con la muerte era lo más excitante que podía suceder en su vida. Alguien más llegó a la cocina. Si no se equivocaba era el hijo de Aaron. El muchacho le ofreció una flor blanca, y cuando Gatiux la tomó entre sus dedos se tornó azul cielo, su color favorito.

 

- Vaya, muchas gracias, es preciosa. -dijo la Malfoy- Eres Matthew, ¿no? Creo que no nos conocemos formalmente, soy Gatiux.

 

Acercó la flor hasta su nariz para aspirar el aroma que desprendía. Entonces vio como ponía ojitos al café, por lo que hizo flotar otra taza hasta la mesa y se la sirvió a Matthew.

 

- El toque de canela es especial de la casa.

 

Un ruído que venía de abajo hizo que la mujer de cabellos violetas saltara de la silla. Era como el de una criatura poderosa y grande. Gatiux miró al resto de presentes para comprobar que no se le había pelado el cable y se lo hubiera imaginado. Le consoló encontrarse con una Evedhiel sobresaltada.

 

- Gatiux... ¿qué hay bajo los cimientos de la Manor?

 

- Cañerías, telarañas, tierra, pasillos y más pasillos oscuros. -contestó ésta, luego añadió en tono de broma- Un altar de sacrificio, ya sabes, lo normal.

 

Materializó la varita en la mano diestra.

 

- Habrá que ir a mirar que ha sido eso, ¿no?

 

Sin esperar a ver si alguien la seguía, Gatiux salió de la cocina. Se podía acceder al sótano desde la puerta trampa de la despensa bajo las escaleras o desde el jardín, tirando de las puertas que se encontraban en el costado del Manor. Eligió la segunda opción porque el pasillo que bajaba era un poco más ancho, el de la despensa daba la sensación de ser una tumba y las escaleras se empinaban mucho más.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Las manos de la Delacour se alejaron de las mías y fueron a parar a su estomago, su semblante se tornó pálido y sus labios tomaron un tono levemente oscuro señal de que el aire comenzaba a faltarle. Tomó su cabeza, y con una mirada de duda me observó, su expresión confusa. Cerró sus ojos, y sin saber que decir me acerqué a ella, pasando mi mano por toda su espalda en leves caricias intentando calmar el malestar que sabía mi confesión le había causado. No quise emitir alguna palabra más, no hasta que ella me dijera que estaba lista para seguir escuchando.

 

La vi incorporarse y volver su mirada a mi, dándome toda la atención que minutos atrás tenía. En sus ojos podía ver el dolor que sentía por mis palabras, la confusión de lo que estaba diciendo pero por sobre todo destacaba la curiosidad de que otras cosas estaría por soltar. Me centré otra vez, reorganizando mis pensamientos para continuar hablando, esta vez sin sostener las manos de la Delacour que ahora descansaban sobre sus piernas.

 

- Creo que fue mala idea comenzar por eso - Murmuré, mordiendo mi labio - soltaré algo más suave, y vamos de a poco ¿Sí? - dije, para entonces morder mi labio y llevar mis manos a mi cabeza - No todo lo que ves, es lo que soy - Y justo al terminar de pronunciar esas palabras quité la peluca que cubría mi cabeza, dejando mi pálida y calva cabeza a la vista de la Delacour - Hace unos meses, antes de conocerte realicé un hechizo que había leído de un libro de la biblioteca Triviani - Solté una pequeña risa recordando aquello - Debía hacer una poción para cambiar el color natural de mi cabello pero parece ser que leí mal uno de los ingredientes cambiándolo por otro. Teniendo como resultado final la caída permanente de cada cabello - Una sonrisa algo avergonzada se quedó en mi rostro - Con mis propios cabellos hice esta peluca, y desde entonces la llevo puestas en ciertas ocasiones -

 

Iría soltando cada confesión progresivamente, siendo esa una de las más leves de todas. Empezar de aquella manera fue muy drástica haciéndome percatar de que debía saber usar las palabras para no ahuyentar a mi novia.

 

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-Que el ministerio organizó juegos ¿porqué?...- interrumpí a Evedhiel apenas comenzaba a contarme la historia y me cayó la teja al cruzar las fechas de aquella Gala, con las siglas de "SV"-...¡Ah!, San Valentín... Bueno, un dragón será difícil de adiestrar ¿no?, por algo están catalogadas como imposibles de domesticar- me encogí de hombros- no vaya a ser cosa que nos quedemos sin la Manor...

 

¡OU!

 

Gatiux acercó su mano y su collar de curación hizo mejor efecto que el mío- pero antes que me tocase tendí a echarme hacia atrás. Finalmente cedí-, las heridas cerraban y ya no sentía ese cosquilleo constante cerca del ojo. No sabía como agradecer, de hecho pocas habían sido las veces que lo hice, ¡si es que lo hice!, por tanto solo tendí a un sincero gesto mientras tomaba la muñeca de la bruja y la bajaba lentamente. A veces me preguntaba si esa manera de ser sería por la falta de una madre presente... siempre curé mis heridas solo; por primera vez sentía algo similar a lo que una persona podría llamar, calor de hogar.

 

-Creo que debo arreglar mi amuleto...-comenté al cabo que escuchaba que alguien entraba a la cocina. Era mi hijo- Orión sabrá ¿no?, a todo ésto también debo hablar con él, ¿se ha visto por acá?- voltee y con la pierna empujé una silla hacia atrás para que se sentara a mi lado- ¿cómo estás muchacho?...

 

El chico traía unas flores y la verdad es que cada vez me sorprendía más, pues me vi reflejado en él, entregando una flor en las calles del callejón Diagón; ¿qué sería de Dorothy?. Observé que Gatiux tomaba la suya y Evedhiel parecía haberse atrapado en las cañerías que su dragón había dañado o tal vez no notó el gesto, así que agarré la que le correspondía. La misma se volvió de un turquesa intenso y expelió un aroma áspero y maderoso, con notas dulces.

 

-Mmm... curioso encantamiento- le dije al joven en tanto dejaba la flor sobre la mesa mientras Evedhiel y finalmente Gatiux, le ofrecían algo para compartir con nosotros en la mesa. Puse una mano sobre el hombro del mago dándole un apretón- ¿Cómo te ha ido, qué es de tu herm...

 

Un fuerte estruendo hizo que todo alrededor temblara. ¿Qué había sido eso?, las brujas intercambiaron palabras más yo agarré la varita que había dejado frente a la jarra de agua y me disponía a seguir a quien se atrevía a inspeccionar primero; no es que no quisiera haber agarrado la iniciativa pero la bruja que me había ayudado a sanar se levantó primero como buena matriarca que era.

 

-Iremos por la despensa... creo que vi una compuerta por ahí ¿no?- consulté a Evedhiel y Gatiux antes de proceder para luego hacerle una señal a Matthew- ¿vienes conmigo?...

 

¿Le había preguntado?, ¡debería haberle dado una orden!. Difícil ser padre en éstos tiempos.

 

Me acerqué a las escaleras y tras un alohomora hice que el candado muggle cediera; ¡porqué seguían asegurando cosas con utensilios muggles!. Tuve que agachar la cabeza para cruzar el umbral hacia una bajada oscura y fría, de hecho podían apreciarse a viva luz y vista las partículas de polvo o al menos eso esperaba que fuesen. Estornudé. Otro temblor se sintió, pareciese que cada vez fuesen más fuertes y de pronto un canto...

 

-¿Lo oyes?- miré hacia atrás para saber si mi hijo me había seguido. Otro gran estruendo y un canto en una lengua tan extraña como desconocida- están...¿cantando?...

 

De pronto se sintieron varios estruendos, unos tras de otro, soltando el polvo de los techos (al menos por el camino en el que iba yo) y una que otra araña que bajaba.

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La rubia hacía todo lo posible por tratar de mantenerse en su lugar y no salir huyendo ante la cantidad de cosas que le había confesado la Triviani, no solo porque en el fondo quería creer que todo eso no podía ser cierto y que había alguna razón para que le estuviera diciendo esas cosas y por otro lado se sentía paralizada y por más que hubiese intentado el ponerse de pie el dolor que estaba sintiendo en aquel momento no lo permitiría.

 

Entonces sintió la cercanía de la bruja y su mano sobre su espalda dejando pequeñas caricias con la intención de ayudarla a calmar, cosa que no creía posible en ese momento sin embargo no la aparto ni le dijo nada, no se sentía capaz de hablar o mejor dicho en ese instante no se sentía capaz ni de pensar con coherencia y ordenar sus pensamientos.

 

Cuando la escucho hablar de nuevo podía sentir el nerviosismo y la angustia en la voz de la ojigris, se arrepentía de haber comenzado diciéndole eso y hablaba de decirme algo más suave, en ese momento por como se sentía la ojiazul pensaba que ya nada le haría olvidar lo que había escuchado pero aún así presto atención a las palabras de su novia.

 

La sorpresa la tomo nuevamente cuando se quito aquella peluca de cabello oscuro para mostrar la imagen que estaba ahora frente a ella, en ese instante lo único que cruzo por su mente es que eso no le hubiese importado en lo más mínimo porque ella amaba a la persona frente a ella, a esa esencia hermosa que había conocido y no por como se viera. — Sabes que eso no me hubiese importado, yo vi más en ti que solo tu apariencia — pudo decir al fin en un hilo de voz, deseaba que eso hubiese sido lo único que le confesara aquella noche pero lamentablemente no era de esa manera.

 

— Por que lo hiciste? — pregunto mirándola a los ojos — o aun lo haces? — soltó con miedo por la respuesta que pudiese recibir, amaba con locura a la mujer frente a ella pero en ese momento sentía que no la conocía realmente.

 

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Café. replicó con una sonrisa.

Iba a continuar con las preguntas cuando al poco tiempo algo sonó. Por un momento temió el haberle cerrado las puertas en la cara a alguien. Pero definitivamente no era de alguien enojado esperando fuera, o quizás si era alguien enojado, pero no del lado de afuera. (?) Levanto ambas cejas al ver que la muchacha de pecas no recibió la rosa, trato de no emitir ningún sonido en modo de queja y solamente la dejó frente a ella, sin decir ni una palabra, más que responder con su nombre.

Mi nombre es Matthew, un gusto conerte, Evehdiel.

La tomó con ambas manos y la acercó hasta su nariz, el aroma a café era delicioso, luego del alcohol era una de sus bebidas favoritas. Eso le trajo muchos recuerdos, de su recorrido por Latinoamérica, primero mojo sus labios carmín y luego dio un pequeño sorbo para degustar. ¡Exquisito! grito dentro de sí mismo, no quería que vieran cómo perdía la calma en cuestión de segundos, él era asi, inestable.

Se vio interrumpido por las palabras de la mujer con ojos ámbar. Si, efectivamente ese es mi nombre, pero veo que ya conoces mi nombre. titubeo.

Un apretón en su hombro derecho hizo que volteara la cabeza un poco, ahí estaba aquel hombre de figura varonil y demasiada estricta, su padre. A veces sentía ganas de poder jugarle algún tipo de broma, pero después pensaba en lo que podría ocasionar eso y todos sus finales terminaban con una prematura muerte. Por lo que solamente lo saludo con la cabeza y escuchó un segundo estruendo, observó por las huecos de la cocina y efectivamente el clima fuera estaba sereno, no había indicios de que una tormenta se avecinaba, a menos que alguno de los integrantes dentro de la Manor estuviera jugando con su varita.

Lo lei en unos libros que estaban en una mansión donde los miembros de la Orden se ocultaban, lo normal. volvió a dar un sorbo y se sorprendió.

¿Acaso Aaron, pregunto si queria acompañarle? quizás pasar tiempo de caridad con uno de sus primogénitos lo estaba haciendo algo más sociable, ¿Que venía luego? ¿Un Aaron cariñoso? el gitano creyó que aún estaba a tiempo de escapar, no sabía que le estaba pasando y eso lo perturbaba un poco. Acento con la cabeza y lo siguió, adelante de todos encabezaba el grupo la mujer de rizos violetas, la cual aún desconocía su nombre y no tuvo oportunidad de preguntar... Asumió que su nombre era Gatiux; al menos asi se dirigían a ella.

Sacó la varita de su ataviada capa de viaje y la movió bruscamente, había conjurado un Lumos, para asi estar seguro de que no se caería en un pozo, quién sabe qué cosas podrían estar ocultas bajo los cimientos de la decrépita Manor... Al menos esperaba ver un altar de sacrificios, a Patricia le encantaría ver uno y más jugar con algún muggle muerto. Unos cuantos pasos a pasar la despensa y el umbral de una extraña puerta algo vieja; se rió al ver como el Yaxley puso una cara por ver el candado muggle...

Si, ni que fuera sordo... revoleó sus ojos y un frío recorrió su espalda. Como si mil almas estuvieran deambulando por el lugar.

El suelo volvió a temblar, pero esta vez se podía sentir más serca:

¿Que se supone que esconden aquí? ¿Un dragón? Un dragón no hace tanto escandalo... Bueno, al menos los que hemos traficado, vendido, vendido abrió los ojos, esperando que no notara su, error(?) Bajo el Mall, no. se encogió de hombros y se limitó a preguntar, por ahora.

 

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A la madrugada

 

Recordemos varias cosas sobre la Manor: la primera, era una casa de “verano” que fue construida para proteger a los magos de la familia, con su propio mecanismo de defensa; la segunda, el lugar fue estratégicamente elegido por sus cimientos, un templo de tiempos pre-Britania. Había aun varios misterios de la casa, pero por lo pronto la familia estaba bien. A veces, en Inglaterra, era mejor quedarse callado que ir buscando por respuestas. Traía menos problemas.

 

Orión, como si fuese un tiro al aire o una tangente que se iba para un lado diferente. No se consideraba único y diferente, si no que su propia magia lo resaltaba. Es decir, ¿quién en su sano juicio iba a realizar un ritual junto con un altar de sacrificios? Él. Es que, tenía la teoría de que iba a poder ver más a allá de sus posibilidades si se forzaba a salir de su propia zona de confort.

 

- ¿Sabes, gato feo? Te saqué de la Reserva porque es del gobierno. Y nada que provenga del gobierno puede ser confiable.

 

En una de las esquinas estaba el wampus lamiéndose las garras, con sus ojos amarillos clavados en él.

 

- Sí, ya sé que soy parte del mismo gobierno, pero, tengo un plan. ¿Qué hace 3 años que digo que tengo un plan? Ah… pero esta vez es diferente. Tengo armas nuevas y ya no sigo ninguna orden.

 

Terminó de machacar las hierbas en el mortero y tronó sus nudillos. Al altar le había puesto un mantel gris oscuro. En cada punta había una runa de Uruz que mantenía la tela fija. Su monedero mocke abierto. Un libro viejo que tenía abierta una página desplegando una carta astral antigua. El cuenco con agua humeante acompañaba al mortero y varios pocillos de diferentes hierbas. Por último, el mismo vendaje que usó cuando se quedó ciego, esta vez, con un ojo rústicamente pintado en su centro.

 

Tomó su varita y golpeó un par de veces la mesa. Del monedero salió un centímetro mágico que fue midiendo con exactitud una misma distancia entre un conjunto de tambores que formaban un círculo. El lugar estaba lleno de todos los clichés habidos y por haber de magia pagana: velas, un nudo gordiano de sal, varios jarrones que desprendían humos violetas, lavandas, azules y naranjas.

 

Pasó el polvo del mortero a una taza de boca ancha. Levantó la varita y la agitó con cierta torpeza para que el agua humeante llenara la taza.

 

Se colocó la venda en al frente y con los ojos cerrados se tragó el preparado. Tosió, cubriéndose con la mano. Sangre. Con cuidado fue al centro de nudo gordiano. Se sentó, cruzando las piernas, y juntó las manos. De a poco, fue como si la cadera se desprendió de las uniones y su torso iba lentamente bajando hasta pegar su espalda con la piedra.

 

El wampus decidió escapar por uno de los pasillos.

 

 

 

----

 

 

 

Fue cuando la última estrella del firmamento desapareció cuando los tambores comenzaron a sonar. En in crescendo iban tomando fuerza. El pecho de Orión, que no se había movido en todo ese tiempo, reaccionó a la música. El lugar estaba ya completamente lleno de vapores, aromas y una densidad mágica aplastante.

 

Un estruendo sacudió los cimientos de la Yaxley.

 

La garganta del vidente se enrojeció y un sonido gutural salió de la misma. Comenzó a cantar Merlín sabe qué al ritmo de la música.

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Los últimos acontecimientos que se rumoreaban en las esquinas del pueblo, sumado a los eventos propuesto desde la mismísima oficina del Ministro daban a cualquier bruja o mago los motivos perfectos para no volver del desierto, nunca. De hecho, Maida había terminado tan agotada mentalmente que su primer instinto fue volver a Venecia. Que no fue truco sencillo, y que le llevó al menos unos días tomar la decisión certera. Sin embargo, aunque no fue el plan original años atrás cuando pisó Ottery por primera vez, se había enraizado. Y, aunque tentador, estaba segura que no podía romper contacto con sus seres queridos. Los Yaxley, aunque eran su familia sanguínea, parecían amigos a los que uno escoge mientras va tomando decisiones más pensadas y maduras.

 

Se había dejado llenar por la nostalgia. El anillo que colgaba de la cadena de plata pesaba como si de una roca de diez kilos se tratase, pero era incapaz de quitársela, sus esperanzas eran pocas, pero se resistían a morir del todo. Su corto tiempo fuera logró que perdiera su puesto en el Ministerio, y la gran tragedia de todo aquello, era que no le importaba. Horrible, luego de todo lo que había encaminado sus esfuerzos a esa parte laboral de su vida, ¿ahora que significaba? Nada. Ah claro, y la cereza del pastel, ya no habían órdenes oscuras que seguir. Incluso se decía que la Orden del Fénix también había caído, pero ella jamás los había conocido, así que eran indiferente.

 

Con todo eso, ahí estaba, apareciendo frente a la fuente con el ciervo, en busca de las personas que seguramente podían ponerle el mundo al revés y hacerla un poco feliz, tanta monotonía terminaría por matarla. Maida solía ser un remanso de paz, pero esto ya casi era un cementerio. Se ató el cabello en una cola, y justo cuando se encaminaba hacia la entrada, el pisó retumbó y la obligó a sacar la varita con la derecha. Igual no vio nada extraño, aunque los sonidos se sucedían una y otra vez.

 

¿Cuándo se van a terminar las reparaciones de este sitio? —reprochó a la nada mientras botaba el aire con fuerza por la nariz.

 

Venía del suelo. ¿Nuevamente el altar de sacrificio daba líos? Hasta ahí llegó la paz la mujer, se vio corriendo hasta la edificación y al no escuchar gritos se calmó un poco. Rodeó un poco la casa, y con suerte, logró ver a Gatiux intentando bajar al sótano por un lado de la casa.

 

¿Qué pared se derrumbó ahora? —dijo, en lo que supuso podía reemplazar a la perfección un saludo.

Editado por Maida I. Yaxley

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-Ayuda...- pensó Evedhiel.-Gatiux quiere ayudarte a...- La chica no sabía exactamente si tomar o no aquella ayuda.Llevaba mucho intentando encontrar los cimientos de su familia y sentía que tras el esfuerzo realizado y por una vez en su vida tenía algo a lo que llamar hogar. Temía el inmiscuirse de nuevo en el pasado, pues hasta ahora el pasado solo había conseguido hacer mas problematico su presente.

 

No tuvo tiempo de contestar, sin embargo, y los vapores del té parecían haberle robado la conciencia por un segundo, o minutos, quién sabía? al "despertar" tras el cuarto estruendo que parecía mover los mismisimos cimientos de la Manor, la chica vió como el resto de sus familiares seguían a Gatiux hacia la entrada al foco del ruido intenso, Evedhiel adivinó, situado en el sótano. Dejó la tacita de porcelana en una esquina de la mesa de la cocina encima del plato de la misma porcelana antigua conjunto de la vajilla algo anticuada y se percató de algo más al lado de aquel utensilio, una flor, que tomó un color violáceo al tocar las manos de Evedhiel. La chica aspiró el perfume por unos segundos medio abochornada por no haber reparado antes en aquel detalle de Matthew y con un movimiento de Nïnde la flor levitó en el aire y se movió deprisa camino a la habitación de la bruja, donde cuando estuviese ociosa intentaría conservarla y unirla a alguno de sus fragmentos favoritos de algún libro, como hacía cada vez que ella misma recogía una flor.

 

Estruendo esta vez del candado cayendo al suelo tras el hechizo de Aaron la apresuraron a seguir a sus familiares bordeando los muros de la casona, hasta la puerta por la que acababan de sumergirse el resto, dirección a lo desconocido.

 

La idea de mihterio, aunque atractiva, parecía producir cierto recelo en la chica. La última vez que siguió la senda de lo desconocido acabó confiando en almas corruptas y siendo poseida por ella. Sin embargo, confiaba en que estaba segura con el resto de su familia velando por ella en caso de que su ingenuidad la traicionase, y aunque se odiase ante la posibilidad de sentirse vulnerable, no dudó en seguirlos.

 

 

Apenas su cuerpo desaparecía tras la puerta que daba al sótano de la casona, cuando escuchó la voz de Maida, y asomó la cabeza para regalarle una sonrisa mientras le hacía gestos de que se acercase con la mano.

 

-Por el sonido, más parece que se ha derrumbado el sótano entero- añadió.- No imagino una mejor excusa para aliviar la rutina.- añadió.

 

Las oscuridad del pasillo era fabricada, trazos de mágia inundaba el corridor que los magos seguían haciendo que el negro de la falta de luz fuese casi impenetrable, y aunque siguiendo el ejemplo de sus parientes, Evedhiel había conjurado un Lumos para iluminar su camino, esto solo parecía clarificar el perímetro colindante con el propio cuerpo de la chica, perdiendo en la oscuridad al resto de cuerpos que la acompañaba y guiándose por los pequeños trazos de luz que de cuando en cuando visualizaba, como si estuviesen lejos de ella, aunque podía escuchar sus paso cercas. Creando cierto ambiente escabroso en el que estaba claro que los ojos, a no ser que tuviesen visión nocturna, no servían.

 

Los cantos empezaron tan pronto como la portezuela de entrada quedó invisible tras de ellos. Era guturales y profundos, sin letra o idioma identificable pero haciendo que la chica tuviese certitud en su contenido triste, quejoso, inequivocamente nada comparable a la felicidad o restos de alegría.

 

La segunda molestia de aquellos canticos, además de erizar los vellos de la nuca de la chica, era que inundaba de tal manera sus oídos que bloqueaba totalmente otro de sus sentidos y Evedhiel dejó de oir los pasos de sus compañeros en el preciso instante en que estos iniciaron. La mezcla entre la oscuridad infranqueable y el sonido ensordecedor de los cánticos unidos a que el pasillo aprecía avanzar y avanzar girando en ciertos puntos sobre si mismo, hacía que la única opcion de los magos fuese continuar a ciegas.

 

A medida que avanzaban los cánticos se hacían más rápidos y la sensación de "thriller" se acentuaba, y de pronto, y como salido de la nada, cuando Evedhiel pensó que su cabeza iba a estallar los cánticos cesaron.

 

Ante ella y todos los presentes, un altar de sacrificios adornados con velas que parecían ser más potentes que sus propias varitas pues permitían visualizar la estancia redonda donde se encontraban y la figura tosca sumida en sombras que parecía levitar sobre el altar. Aromas a incienso inundaron su nariz y el chamán, de espaldas al grupo, parecía sumido en un trance curativo y había iniciado de nuevo los sonidos guturales que les guiaron hacia él, esta vez más silenciosos, como "white noise". Había runas en cada una de las esquinas de la mesa. Ella había visto antes aquellas runas. Había palpado aquellas runas, odiado aquellas runas y finalmente había entendido aquellas runas. No hacía mucho, además.

 

Se adelantó un poco al grupo, y finalmente dijo:

 

-Orión?- Los vapores proyectaban la sombra del mago de manera fantasmal, y por un momento la chica creyó que estaba viendo un holograma del mago.

 

Esperó la respuesta, intentando averiguar que hongo, cigarro, sapo o té mágico lo había sumido en aquel trance.

 

El canto gutural del mago quedó momentáneamente opacado por el 5to estruendo que hizo vibrar las paredes colindantes al grupo y cuyo sonido se había amplificado, dando certitud a los magos de que se estaban dirigiendo hacia el lugar correcto.

 

 

 

 

 

@ . @Orión Yaxley . @ . @ . @Gatiux

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Oriánthi #LaFantasma.

 

 

Observo de cerca el rostro de la muchacha, para asegurarse de que no parece estar haciéndole una broma. Pero sus facciones no demostraban mas que la obligación que tiene para con Chuck de mantener la boca cerrada cuando era obligado a acatar ordenes ajenas. Ori suspiro entonces, evaluando los daños, aunque en realidad más allá de la puerta y otros lugares mas es todo perfectamente reparable. Eso no es lo que le molesta.

Estaba ebria, y luego de un rato se dio cuenta que estaba hablando con un espantapájaros ubicado a unos cuantos metros de lo que ella pensaba que era la Manor, pero... ¡No! se había metido a otra propiedad, el estado calamitoso no la había dejado ver con claridad, a decir verdad su vista estaba algo borrosa y bueno, por un momento pensó y se alivio de que no hubiera entrado, quien sabe que había dentro o quien...

Apareció en el jardín de la Manor y cuando se materializo, se callo al suelo dentro de un charco de agua. Intento subir la escalera y el pie izquierdo se le hundió al pisar una parte rota y podrida de la madera, unos cuantos insultos hasta que logro abrir la puerta y entrar, se quito las botas y arremango un poco su pantalón para quedar cómoda y ir a alguna habitación en busca de ropa...

 

La casa tembló, Orianthi se tiro al suelo y empezó a gritar como una desquiciada. Tapo sus ojos y escucho varios pasos, vio como varios de la familia se escabullían a lo que parecía ser los terrenos inferiores de la Manor, por lo que a ella le dio curiosidad... Se levanto y fue corriendo, pero se detuvo al pasar por un lugar donde había una puertita abierta, ahí, licores... Saco dos botellas y abrió una, la otra la tenia bajo su brazo para el camino. Tomo una sabana de color blanca que había en el sofá y se dirigió a la cocina en busca de unas tijeras, se doblo hacia atrás y miro que nadie estuviera serca, le hizo dos agujeros y se la coloco encima.

 

¡Ahora era un fantasma! rió divertida y se escabullo por ahí (?) siguió por detrás a los muchachos, iba a asustarlos y ver que estaban tramando

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- ¿Qué pared se derrumbó ahora?

 

- ¡Hola Maida! Eso pretendemos averiguar. -saludó Gatiux- El día que esto no quiera caerse nos parecerá aburrido.

 

Bajaron en fila las tres mujeres. Gatiux había encendido la varita, igual que Evedhiel.

 

Iban en fila india, aunque hubo un momento en el que Evedhiel se adelantó. Quizás había escuchado un sonido conocido. A Gatiux no dio tiempo a preguntarle hacia donde iba. Se quedó paralizada de repente. Unos ojos amarillos se quedaron mirándola muy fijamente. Intentó poner el brazo en frente de ella para protegerse, pero estaba paralizada de algún modo. No pudo emitir otro sonido que no fuese un gemido lastimero.

 

Una criatura, un gato enorme, saltó al pecho de Gatiux y la derrumbó. Algo crujió pero no supo el qué. La criatura no le mordió ni nada por el estilo, usó a la Malfoy de mero trampolín para seguir su camino hacia las escaleras por donde habían llegado las tres mujeres Yaxley, perdiéndose en la luz del exterior. Gatiux parpadeó, por un instante se había quedado sin respiración y sin saber dónde se encontraba exactamente. Volvió a levantarse, mareándose un poco al recuperar la verticalidad.

 

- Debe ser... el wampus de Orión... Aún no lo había visto...

 

Siguió caminando hacia delante. Intentando aparentar completa normalidad, aunque en realidad se había quedado un poco atontada e intentaba recuperarse. Parpadeó un par de veces mientras agarraba con fuerza la varita que de milagro no se le cayó del susto repentino. Dudó en un par de pasos.

 

Cuando llegó hasta donde se encontraban Orión y Evedhiel no se extraño ver a su prometido meditando sobre unos cuantos triángulos con un pañuelo que tenía un ojo pintado y demás parafernalia. Tal vez para los demás fuera algo poco común, pero ella ya estaba más que curada de espanto con todas las rarezas del Yaxley. Intentó reirse pero salió solo una mueca.

 

- S-sup..ongo.. donde que vueelva cuand-o cont-ará nos est-uv-

 

Le dolía la cabeza, y se sentía mareada. También notó como algo viscoso caía por el cuello. Gatiux llevó la mano hasta su pelo, que estaba pegajoso. Al ponerla delante de su rostro la encontró llena de sangre. No se sentía bien. Sus piernas no le sostuvieron mientras su mundo se fundía a negro.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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