(¯\_¤~-Dumbledore's Night-~¤_/¯) (MM B: 100837)

[Tauro M.]

De verdad que alguien debía cambiar aquellas luces, quizás si las lograban partir todas los dueños se pensarían en redecorar el lugar, aunque ese no era para nada el propósito de su visita, quizás conversar, sin palabras, bajo tortura, obligados, pero conversar al fin y al cabo. Sonrió divertida recordando cierta escena en su pasado junto a otros ex Mortífagos, de un estilo diferente, pero sanguinarios al fin y al cabo. ¿Donde se encontrarían? Los rumores decían que varios estaban de regreso, algunos ya se habían presentado a las líderes, pero de otros se desconocía su rastro.


-Celerus Detritus -pronunció con tranquilidad Taurogirl y la misma capa que la protegía a ella, protegía a Liam, Jessie y Divied. Dicha capa era de un tono azul que cubriría sus cuerpos por completo.

Mientras esperaban, Tauro siguió inspeccionando el lugar, que cada vez le gustaba menos. ¿Y si abrían un agujero en la puerta? Al menos la entrada sería más grande, más presentable... ¡Otro más para las ventanas! ¿En qué estaba pensando? El encierro le estaba afectando.

- Fuego Negro -dijo esta vez y una pequeña bola de humo negro apareció a varios metros al lado de su cabeza, donde permanecería hasta que alcanzara el máximo nivel y lo pudiera lanzar a alguno de los Fenixianos. Sin perder más tiempo pensó en su siguiente hechizo y con voz firme exclamó:


-Expectro protego -hacer ese hechizo la hacía sentirse de una forma especial, pues sentía que toda la oscuridad que la rodeaba se concentraba para adquirir forma, todas las malas energías, los malos pensamientos de las personas y de todo alrededor se juntaban para hacer la creación de oscuridad más poderosa que hubiesen visto. En esta ocasión, un Colacuérno Húngaro apareció frente a la Líder Mortífaga, con sus alas extendidas de par en par y la boca completamente abierta lanzando un profundo gruñido amenazador, luego de su presentación se ofuscó para no bloquear su vista y a su pedido, si era atacada o amenazada, se haría nuevamente visible para todos para protegerla.

[Aaron Black Yaxley]

Aaron Augustine Black Ryddleturn.

 

-¡SEÑOR!...

 

Nius, mi elfo doméstico, me hizo sobresaltar de la mesa cuando estaba a punto de servirme una apetitosa cena en aquél mesón largo del comedor en el castillo Black. Había pasado a botar unos cubiertos al entablado del piso para cuando fulminé la gélida mirada gris a la criatura quien se estremeció con un sobre sellado entre sus larguiruchos dedos; poco me importaría lo que traería escrito ese papel pues lo único que quería en ese minuto era estrangular al elfo por hacerme sobresaltar de aquella manera. Levante mi varita en su contra con mi brazo arremangado en una camisa de lino ligera.

 

-....!?!- la marca comenzó a arder en mi antebrazo y sin dudarlo crucé mi arma sobre mi semblante para cubrirme con aquella máscara plata en forma de calavera desapareciendo del salón hacia donde provenía aquél llamado.

 

-uff!!... amo a los mortífagos...- a Nius le había salvado la campana.

 

Reaparecí a quince metros de un local situado en calles del Leicester Square, Londres. No traía ninguna capa de viaje; mis pantalones se mezclaron con el oscuro de la noche y mis pasos dieron con un curioso local "Dumbledore´s Night". Crucé el umbral al mismo y me fijé en los demás mortífagos.

 

-Espero una cena de vuelta...

[Ragnar Bjorn Lodbrok BL]

La diversión estaba por comenzar, pero no podría estar indefenso de esta manera, aun teníamos un poco de tiempo en lo que llegaban algunos seres indeseables. Por lo que deslice mi varita, aun no tiene nombre, de dentro de mis pantaloncillos, vaya que tenía que cuidarla con mucho amor.

En esta ocasión esperaba participar mucho más en la batalla, sin embargo tendría que proveerme de algunas defensas. Apunte a uno de los sillones de tres piezas que se encontraban en el lugar - Morphos - El sillon se transformo en un jaguar de tono negro con sus ojos verdes a la expectativa. -Cuida de mi muchacha - Sin duda las felinas eran las que mas protegian a sus crias, por eso optaba la mayoria de veces en tener a una de ellas.


Aun tendría que estar atento a todo y que mejor que atacar de improviso, volvi a apuntar a un vaso cercano, no era necesario un objeto de gran tamaño. -Morphos- Volvi a pronunciar, haciendo que una araña errante brasileña apareciera, una especie que estaba acostumbrada a esconderse entre la multitud. - Observa todo con cautela yo te llamo - La araña desaparecio del sitio, ocultandose entre las sombras esperando un llamado.

En el momento una capa de tono azul comenzaba a rodear mi cuerpo, creo que esta noche seria de las mejores al menos al momento todo iba de maravilla y esta super protegido con aquel Detritus de Tauro y sus morphos en la espera de defender al mago.

[Ernest Dumbledore Prior]

El Macnair entro a la discoteca de nombre Dumbledore¨s Night con varita en mano, las cosas parecian estar candentes y el chico decidio por unos momentos quedarse a 5 metros de una pareja que parecia petrificada al verlos entrar a los enmascarados. El mago se quedo viendo como el ambiente quedo tenso con la gente del Dumbledore´s Night...

 

-ya me imagino en unos dias- dijo imaginandose el momento en el que el tatuaje seria puesto en su brazo y en fracciones de segundo se dio cuenta de que se estaba acariciando el brazo donde seria tatuado sin pensar.

 

Reaccionando se puso en guardia, era hora de entrar en accion.

 

-Es hora de la venganza...- dijo sonriendo el Macnair....

[Zack Ivashkov]

Lo menos que fueran pensado quienes disfrutaban del ambiente, era que estaban en presencia de magos oscuros dispuestos a darles un espectáculo digno de admirar, mágico por supuesto, ahora no estaban en condiciones de hacer otro tipo de escenas en un lugar así. Si bien todos los presentes podrían ser magos y brujas, también podrían estar frente a algún muggle colado.

—Un whisky por favor — Pidió al bartender levantando la mano izquierda. El otro asintió y se giró para servirlo —Aún no. Para más tarde, cuando celebremos la victoria. ¿Dónde está la dueña? — Su actitud pasó a ser amenazante, al igual que el gesto de apuntarle a la cabeza con su varita. No hacía falta dejar en claro que se trataba de un asalto, pues con aquello entenderían que los Mortífagos estaban en la casa… Y querían atención.

En lugar de responderle, el trabajador puso los ojos en blanco dejándose llevar por el colapso mental que acabó por dejarlo tendido en el suelo, desmayado. Zack bufó esbozando una sonrisa. No necesitó lanzar un hechizo para abatir al primero de la noche, había comenzado bien. Se giró restándole importancia encontrándose a sí con Liam. Estaba acostumbrado a sus saludos inusuales, por lo que se limitó a sonreír, complacido por verlo.

—Y a utilizar la barra de cama también — Pensó. Por supuesto que no lo dijo, aunque en otras circunstancias no le fuera costado hacerlo. —Sí. Podríamos hacerlo en cada rincón — Afirmó refiriéndose a besarse, claro. Solo que ahora gracias a las máscaras no podía darle la bienvenida que quisiera. —Ellos me harán cosas peores. Y de hecho, podrían hacer de todo menos quebrarme un hueso. Eso sólo lo haces tú — Finalizó recordando el primer dolor placentero infringido por el Hawthorne.

—Bueno, a lo que vinimos — podían pasar la noche entera coqueteando y diciéndose cosas, pero no estaban ahí con ese objetivo. Zack puso su mano en el fornido pecho de Liam para apartarlo de su frente, y a la vez recorrerlo con ella, bajando hasta su abdomen y tocando con delicadeza su costado antes de alejarse.

—¡Expectro Protego! —Al pronunciar fuertemente las palabras adecuadas, alcanzó a invocar una enorme esfinge compuesta de oscuridad. Siendo de ese material, podría recibir todo tipo de rayos y parar casi cualquier invocación sin morir o destruirse. Era uno de los mejores hechizos, y por supuesto, al que le tenía que sacar más provecho. Al concretarse la anatomía de la bestia, miró hacia arriba asegurándose de que la cabeza de mujer estaba atenta a protegerlo, desplazando sus ojos de un lado a otro para cuando su amo necesitara que lo cubriera. Movía la cola impaciente por al menos lanzarse a desgarrar la piel de alguien, solo que aún no habían oponentes.

[Aaron Black Yaxley]

Aaron Augustine Black Ryddleturn

 

-Detritus- susurré mientras sostenía mi varita. Aquella arma mágica de la cual se desprendió una fina nebulosa oscura que me protegería de cualquier ataque que pudiesen realizarse en mi contra; mi paso era firme mientras la capa ondeaba ligera en lo que parecía un andar sobre niebla. Sin dejar pasar un segundo, parlotee un morphos, efecto por el cual una copa sobre la barra se transformó en una araña con un potente veneno, atenta a protegerme en cualquier instante, mientras se perdía en la oscuridad del bar.

La máscara de plata, a pesar de su delgadez, se amoldaba perfectamente a mis facciones destellando el gélido gris de la mirada de un Black, de un miembro del sagrado círculo de los veintiocho, de un sangre pura. La faz de mi rostro ocultado por la misma, no denotaba emoción alguna analizando netamente la situación para salir con vida de aquél lugar...y como no, llevar a un par de fenixianos para una jugarreta de torturas.

[Ernest Dumbledore Prior]

El Macnair entro a la discoteca de nombre Dumbledore¨s Night con varita en mano, las cosas parecian estar candentes y el chico decidio por unos momentos quedarse a 5 metros de una pareja que parecia petrificada al verlos entrar a los enmascarados. El mago se quedo viendo como el ambiente quedo tenso con la gente del Dumbledore´s Night...

-ya me imagino en unos dias- dijo imaginandose el momento en el que el tatuaje seria puesto en su brazo y en fracciones de segundo se dio cuenta de que se estaba acariciando el brazo donde seria tatuado sin pensar.

Reaccionando se puso en guardia, era hora de entrar en accion.

-Es hora de la venganza...- dijo sonriendo el Macnair, jugueteando con la varita pasandola de una mano a otra y repasando mentalmente los movimientos para los nuevos hechizos aprendidos en Hogwarts, repasando el movimiento para el zancadilla se quedo en guardia, esperando ver que podia hacer....

[Leah Snegovik]

Con calma, sin inmutarse en lo absoluto por lo que sucedía a su alrededor y el caos que acababan de sembrar, la Nigromante avanzó hasta una mesa donde había divisado un vaso con un líquido traslúcido. Desde su punto de vista y su reconocimiento de águila ebria, era capaz de decir que era precisamente lo que estaba buscando. O un vodka o Ginebra. Cualquiera de las dos le venía bien si iba a matar gente en compañía de su novia. Después de comprobar que no había ningún tipo de rastros de baba y que estaba intacto, empezó a beber tranquilamente como si siempre hubiera sido suyo.

Regresó a su posición inicial, a cinco metros de todo y a ocho de sus posibles contrincantes, que se estaban tomando su tiempo en aparecer. Desde ahí era capaz de vislumbrar todo, tanto las mesas como las puertas. La barra, donde estaban su sobrino y su primo. A sus compañeros de bando, Jessie, Divied y Aaron y a un joven aspirante, Ernest. Pero lo más importante, podía mirar a Tauro sin perderla de vista por más ataques que tuviera encima. La vio hacer sus defensas con el líquido recorriendo su garganta cada tanto, pensando en lo maravillosa que era aquella mujer y en cuanto apareció el Colacuerno Húngaro, por poco se muere de una emoción no apta para todo público.

Con las energías renovadas, lanzó el vaso a algún lugar tras su cabeza y lo escuchó hacerse añicos en cuanto la varita producía un suave sonido, cortando el aire en una floritura.

-Expecto Protego.

Miles de hilos oscuros salieron de la punta de su varita, formando una criatura enorme a unos cuantos metros de distancia, quizás unos tres, donde empezaron a entrelazarse hasta hacer que la musculatura de la bestia fuera visible en su totalidad. En un abrir y cerrar de ojos, la estructura de la criatura mágica había llenado el vacío y ahora un hermoso pero letal Hipogrifo adornaba su delantera. Sus órdenes eran protegerla y atacar, en cualquiera de los casos que se presentaran, como la mejor defensa ofuscable que podía tener.

-Fuego Negro.

A varios metros de su cabeza, una bola de fuego oscuro apareció y se quedó flotando, a la espera de que el tiempo pasara. No la afectaría ni a ella ni a sus compañeros, sólo la acompañaría hasta que ella decidiera qué hacer con ella. Además de eso, podría manejarla a su antojo.

[Liam Black]

—Nos vemos.

 

Y también se dio media vuelta, pero encaminándose un poco más lejos que su acompañante. Estaba a cinco metros de Tauro y a otros cinco de Jessie cuando sintió una especie de masa grisásea que cubrió sus pies y empezó a tapar todo su cuerpo lentamente. Le agradeció a su líder con un gesto de cabeza y alzó la varita de espino firme en su muñeca derecha. Primero, analizó todo lo que tenía a su alcance y, luego volvió a acomodar sus piernas en una posición determinante.

 

—Morphos —susurró con levedad. Una de las mesas que estaban vacías -de hecho luego del amable gesto de Zack, todas habían quedado vacías- se elevó hasta el techo y comenzó a mutar, de modo que al volver a tocar suelo ya era otra cosa totalmente diferente. Era el ave más grande del mundo, un cóndor. Para el tamaño de la estancia quedó bastante prominente cuando sus alas abrieron y despegaron un vuelo bajo que sirvió para colocarse en el hombro del vampiro.

 

—Nada de hombros, baja al suelo —ordenó, y el animal acató la orden—. ¡Engorgio! —Imagínense que el ave ya era grande, ahora con aquel encantamiento encima era totalmente una bestialidad. Su complexión aumentó tres veces y las alas que ya antes parecían grandes ahora eran enormes. A Liam sí le gustó eso y tal vez de esa forma sí lo dejaría pararse en su hombro, si no fuera porque de hacerlo le quebraría completamente los huesos—. Atento, pajarraco.

[Hades Ragnarok]

El Ragnarok apareció a 15 metros del Dumbledore’s Night que se encontraba en Leicester Square. Había recibido al llamada de sus compañeros y ahora el Angel Caido estaba dispuesto a vengarse por las 2 veces que había muerto. El cainita llevaba su clásica túnica negra de seda, sus guantes de negra seda y aquella máscara blanca con dibujos negros que el caracterizaba, ademas iba descalzo. Ladeo al cabeza observando todo, la verdad es que el Ragnarok esperaba que allí estuviera Leafa, su enemiga mortal, quería jugar con ella un poco y probar los nuevos hechizos que había aprendido a dominar.

 

Rápidamente se movió y entro al lugar. Bufo por lo bajo observando todo lo que e4staba en aquel sitio. Negó con la cabeza, vaya gusto tenían los dueños de aquel asqueroso sitio. No perdió mucho tiempo después de cruzar las puertas dobles, al menos la oscuridad ayudaba un poco para esconderse entre las sombras, aunque ya los mortifagos estaban allí haciendo de las suyas.

 

Tras la máscara dibujo una mueca divertida colocándose a metros de cualquier cosa que pudiera ser transformada o morpheada que el pudiera hacer daño en un radio de 3306 grados y se aseguro de estar en el lugar exacto y perfecto para quedar a 10 metros de cualquier sangre sucia, traidor ala sangre o persona que quisiera atacarle.