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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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Sagis y Helike hablaban algo acerca de romper y pagar. me xtrañó ver a mi prima con los ojos vendados, y Sagis se enfadó al ver que me acercaba hablando.

 

Le preguntó por la gente. Alli había un par de elfos, Atria, a la que ultimamente siempre veíamos, y también Cye. En total, contando con Sagitas, Helike y conmigo, éramos siete.

 

Por qué jugaban a encontrar personas...y asi?

 

Atria también se acercó, e hice un gesto, a lo mejor Cye también venía.

 

- Empatía? es eso? - esa habilidad era algo natural para mi. No sabía que Helike también la manejase.

 

- desde cuando la maneja - pregunté por señas a Sagis.

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Un aroma particular llegó a mí antes de que incluso Matt se presentase ante nosotras o incluso aunque hubiese hablado lo reconocería en cualquier lugar. Cómo cada hombre lobo tenía su toque personal en ese sentido.

 

No pude soltar una pequeña carcajada al regañar mi tía a mi primo. Pero él cómo sabía no valía, sentía que estaba entre preocupado y contento y parecía que en él había algo más, lo qué no tenía ni idea.

 

-Hola Matt –respondí con una sonrisa, a pesar de llevar los ojos vendados sabía perfectamente quien era –no le riñas Sagis, a él lo detecto por el aroma que desprende –le susurré, pero había cometido otro error garrafal sin darse cuenta, de nombrar a otra persona que estaba dentro del local, a ella también la había detectado, era una humana.

 

Me empecé a reír casi sin control y entre risas le dije:

 

-Tía, si nombras a todos no podremos hacer el experimento –le comenté soltando otra carcajada –pero además de Matt y la chica, siento a una elfina y por lo que parece es de Cye –dije segura –lo sé porque está preocupada siempre por servir bien a su ama –respondí.

 

-Por lo demás, noto que todos están tranquilos, aunque alguien parece que aparenta estarlo pero creo que es mi elfina Galadriel, está histérica por servir bien a todos –carcajeé de nuevo con otra risotada –en total estamos dos elfos, Sagitas, yo, Matt y dos jóvenes más una de ellas creo que es Cye ¿está bien? Porque no lo parece –pregunté a mi tía, estaba de frente eso lo sabía aun a pesar de que tenía la venda en los ojos.

 

Volví a sonreír de nuevo, para desgracia de Matt los vampiros teníamos un oído muy agudizado y le respondí yo:

 

-Sí Matt, es empatía, hace poco que digamos lo tengo. Y necesito aprender a controlarlo bien porque si no, puede causarme problemas –comenté mordiendo el labio inferior.

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Parecía que a todos les atraía lo que estábamos haciendo y se sentaron, incluida Atria. Era una chica agradable, seguro que le gustaría compartir este experimento con nosotros. Eso siempre que no se fuera de golpe al ver lo locos que estábamos. Me sonrió, le devolví la sonrisa, pero no dije nada. También noté que Cye entraba con su elfina. ¿Tenía barriga? Uff, debería darle uno de esos cócteles laxantes. Parecía que retenía líquidos.

 

Pero eso se lo sugeriría más tarde, ahora me tenía que ocupar de Heliké. Le hice un gesto de silencio a Matt, quien se acercaba muy jovial. No sé si me entendió pero al menos hizo señas. Le contesté con un "cero" modulado por la boca, no sé si entendería que era algo muy nuevo para ella.

 

-- Leñe, tu capacidad de oler. Hum... Sí, el ser vampiro puede ayudarte, pero me interesa más lo que detectas con el pensamiento que con tu olfato, niña -- la reñí medio en serio-medio en broma.

 

Sí, vale, me mosqueó que pidiera silencio a todos y yo mencionara los nombres. Es que yo no sirvo para callar cosas, soy una deslenguada, siempre lo he pensado.

 

-- Has fallado. Hay alguien más presente. Mi rana, está en el borde de la barra, saltando y cazando bichitos del aire.

 

Bueno, no era un fallo, las ranas no cuentan porque no piensan, aunque muchas veces yo creía que mi rana estaba muy viva dentro de su pequeño cerebelo. Es que no me gustaba perder.

 

Pero sus palabras me sorprendieron, al referise a Cye. ¿Ella detectaba que estaba gorda? A ver si iba a ser yo la que fallaba?

 

-- Sí, es una empatía especial. No es como la tuya, Matt. Es más... Espiritual. Siente el dolor, la alegría, los sentimientos de las personas y, para su desgracia, si le hace daño, a ella también, el doble, con lo que es peligroso para la salud.

 

Toqué a Heliké en el hombro y le dije que me prestara atención.

 

-- Ahora quiero que te concentres en Matt y me digas que siente, si piensa en algo especial.

 

Y como madre mala, le enseñé a mi hijo una servilleta en la que había garabateado unas letras: "Cissy me ha dicho que te ama profundamente".

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Vaya, que interesante. Helike había desarrollado una habilidad empática diferente a la mia, bueno, parecida....yo lo sentía todo si, pero si sentía le dolor de alguien no hacia que mi salud corriera peligro, no me mataba. Al parecer a ella si.

 

- Eh! yo me ducho todos los días - bromeé, ya que me había detectado por el olor. Era una vampiro al fin y al cabo, y nos distinguía por eso. Era bueno que usara todos sus sentidos.

 

- Yo también siento todas esas cosas, solo que yo se controlarlas y utilizarlas. Aunque eso de que el dolor le afecta físicamente también a ella si que es interesante.

 

Atria también nos acompañó, y Cye había llegado con su elfina. La miré, Sagitas puso cara rara y yo tambien. Parecía...no iba a ser yo quien le dijera que estaba echando barriga, no señor, me matarían entre todas, pero era cierto qeu notaba algo más, algo extrño en ella, yq ue al mismo tiempo me era ligeramente familiar.

 

Pero Sagitas proponía otro juego. Que Helike se centrase en mi e intentara adivinar que era lo que...

 

Cissy me ha dicho que te ama profundamente

 

Sagis me mostraba una servilleta garabateada...noté qeu me ponía rojísimo de golpe. Arrugué ligeramente la nariz, y me mordí el labio, sonriendo sin poder evitarlo.

 

QUe mala era....y como me conocía.

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“El juego” había empezado, mi tía entre medio risa y media regañina me dijo que no debía usar ese “sentido” especial que teníamos los vampiros. Pero no podía evitarlo. Era una capacidad para la caza de humanos y así nos distinguía la diferencia entre humano y hombre lobo.

 

No pude evitar soltar una pequeña risilla. Pero un comentario que hizo posteriormente consiguió que soltase una gran carcajada:

 

-tía, no puedo sentir a los animales, sólo a los humanos –dije entre risas -. Mi primo había llegado y comentaba curioso mi nuevo don. Asentía con la cabeza a cada palabra que decía que aunque no podía verla, podía sentirla, estaba animada con esa pequeña distracción ahí en la taberna.

 

Sentía a Matt muy cerca de mí pero al mismo tiempo Sagis me había pedido “sentir” qué era lo que le estaba pasando en su interior. Mordí el labio, no me gustaba ese tipo de cosas, además que era muy personal y muy íntimo.

 

Intenté concentrarme. Cerré los ojos a pesar de que los tenía vendados y dejé la mente en blanco. Dejé que mi nuevo poder fluyese libremente. Y lo sentí. Algo muy importante estaba en su interior desde que parecía hacía tiempo. Lo que no identificaba era de quién.

 

-Vaya, interesante –comenté- ¿Matt, de quién estás enamorado? –sonreí un poco burlonamente- espero que te corresponda, el amor es más fuerte que cualquier magia –comenté con una sonrisa sincera. Esperaba no ponerle en un apuro al decir eso.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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El trago que le había arrebatado a la elfina de la bandeja y que correspondía a Matt fue probado por la Lockhart y de inmediato su estomago dio un vuelvo algo dentro de ella decía “wuacala” “horrible” “no quiero” pero ella si quería, estaba rico, de cuando acá no le gustaba el sabor de la cerveza de mantequilla y menos cuando estaba friita, se pregunto arrugando la nariz de forma involuntaria.

 

— Oye acerquémonos hacia aquellos tres— le comento a Atria que seguía en la barra, y entonces se bajo del banco y camino rumbo a Sagitas, Matt y Helike con la el jarro aun en mano, llego justo a tiempo para escuchar que el amor era más fuerte que cualquier magia, estuvo a punto de decir que era la mayor magia del mundo, pero otro vuelvo en su estomago la hizo fruncir el entrecejo y llevar la mano vacía hasta su vientre, juraría que desde adentro la pateaban. Alargo el brazo y le tendió la cerveza a Matt.

 

Fue entonces que noto que Heliké estaba vendada, ¿Qué demonios hacían? ¿Jugaban al escondido? Y entonces su natural sensibilidad, característico de su raza le hizo notar el aura de la Rambaldi, la variación de energía, y un par de lagrimas bajaron por su mejilla sin poder evitarlo, sentía el cambio, sentía una mezcla de dolor, esperanza, confusión; su estado la hacía más sensible y más certera quizás, pero no más sabía en cuanto a su propia condición, en eso era una burra completa por no saberlo.

 

Sus ojos buscaron instintivamente los de Sagitas, para preguntar sin palabras lo que sucedía, si ella lo sentía estaba segura que la bruja también, o quizás sabía algo más. Se limpio las lagrimas y con una mano roso la cabellera de Heliké, ¿Por qué lo hacía? Ni ella misma lo sabía, sintió la necesidad, pero de inmediato separo la mano y busco enganchar su brazo al de Matt, últimamente se apoyaba mucho en el indebido ¿estaría abusando?.

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  • 2 semanas más tarde...

El juego empezaba. Justo antes, mientras Helike se vendaba los ojos, Cye había llegado con Atria, en silencio, a ver que hacíamos. le agradecí la cerveza, ya qeu era ella quien me la estaba acercando, y se sentaron con nosotros, quedando Cye al lado mio.

 

Decía que no podía sentir a los animales...vaya. Yo si que os podía sentir, o má bien, sabía interpretarlos. Auqneu a mi tal vez me ayudaba un poco el hecho de tner mi extraña conexión con fenrir.

 

El motivo del juego era yo. Si fuese malo, hubiera dejado la mente en blanco, sabía como hacerlo. Pero al mismo tiempo no pude evitar leer lo qeu me enseñaba Sagitas, aquel papelito con una frase tan simple con la teoría, y que me hacía sentir tantas cosas.

 

no podía evitarlo, algo muy parecido cuando Sagitas y jack se juntaban, qeu les era imposible no ponerse tontorrones.

 

Noté que la tía Cye miraba a Sagitas, parecía llorar, pero no era tristeza. Hacía tiempo qeu sentía cosas extrañas en ella, cosas que en cierto modo ya había sentido veces anteriores con mis sobrinas. Pero no quería meterme ni decir nada, no debía hacerlo, porque al final acabaría por hacer algo fuera de lugar. Y aun asi...

 

La dejé agarrarse a mi brazo y miré a todas, aun más rojo.

- De...de Cissy Macnair. - no podía decir desde cuanto, hacía tanto que ni siquiera sabía cuando había mpezado. Seguramente durante la academia, cuando nos conocimos. Pero...era lo bastante torpe omo para no haber hecho nunca nada hasta que lo hice. - Hace un tiempo que bueno...estamos juntos. - confesé.

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No había terminado de hablar cuando sentí otra presencia, parecía que estaba preocupada, pero al estar más pendiente de Matt apenas me había “fijado” en ella. Me producía inquietud, pero tampoco quería ser indiscreta y hacerla parecer incómoda. Escuché las palabras de mi primo, no conocía a la joven. O por lo menos no había tratado con ella.

-No tienes porqué sonrojarte primo –me giré hacia él aún con los ojos vendados, pero por su forma de hablar así me lo indicaba.

-Lo que me dice es que estáis hace más que un poco de tiempo –sonreí- pero no te preocupes, yo no soy una atrapa novios –y empecé a reírme a carcajadas por la ocurrencia- además somos primos, así que, cómo que no –comenté terminando con otra sonrisa, pero quién me preocupaba de verdad era la joven que se había sentado a su lado.

Le envié un mensaje mental a mi tía, << ¿Es Cye la que está sentada al lado de Matt? Me preocupa, por eso no dije nada. Hay algo en ella que la aflige mucho>> sabía que tenía el poder de la oclumancia, pero era de vital importancia enviar ese mensaje para que lo entendiese y que así yo no fuese indiscreta, o por lo menos esas eran mis intenciones.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Le dije a Matt que se callara y se concentrara en el mensaje de la servilleta, con cierto divertimento porque se había puesto completamente rojo. Estallé en risas cuando Heliké habló. Lo siento, tal vez no es profesional, pero ver la cara de mi hijo era lo más en aquel momento.

 

-- ¡Está enamorado hasta las uñas de los pies!

 

No dije el nombre, sin embargo, a ver si pensaba en ella y Heliké lo descubría, aunque no podía decirle que pensara su nombre por el ataque de risa que me había entrado.

 

-- Eso es cierto, el poder del amor es mucho más fuerte que cualquier arma o cualquier hechizo de varita.

 

Pero me fijé en el aspecto de Cye y dejé de reírme. ¿Qué le pasaba? Últimamente estaba muy rara mi cuñada, ahora lloraba, ahora se agarraba a Matt...

 

-- ¡Oh! No lo digas, que ella lo adivine, bobo -- le dije, fijándome en él, pero no pude evitarlo, se le veía tan vulnerable confesando su amor por Cissy... -- ¿Cuánto tiempo? Piénsalo, a ver si lo adivina.

 

Otra vez paré en seco de reírme. No me gusta que invadan mi mente, pero ya que yo había empezado el juego, tenía que aguantarme y soportar que mi sobrina me dijera algo mentalmente. Aunque lo que me decía era...

 

Me giré hacia Cye y la contemplé.

 

-- ¿Te pasa algo, cuñadita? Te noto... -- exploré lo que me habían dicho Heliké. -- Noto que algo te aflige, Cye.

 

Y me pregunté si mi sobrina sería capaz de leer lo que le sucedía a Cye sin necesidad de tocarla.

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El “juego” en cuestión seguía. Mi tía se estaba partiendo de la risa al dejar al pobre chico en vergüenza y a mí la verdad es que me daba algo de pena. No me gustaba meterme en esos sentimientos tan fuertes y menos aún dar detalles de algo diríamos “tan privado”. Pero lo que sí, mi pariente, me daba la razón en cuánto a que el amor era muy grande. Por lo menos eso era cierto. Teníamos muchas evidencias de eso en el pasado.

 

Regañó a mi primo por decir el nombre y aún con los ojos vendados, sonreí. Así que era ella. La había visto alguna vez por el Ministerio y alguna que otra vez por algún negocio de mi tía, pero no recordaba haber entablado conversación con ella. Me pedía el tiempo, eso era más difícil aún. Así que hice un esfuerzo e intenté dejar la mente en blanco, porque las preguntas del cómo estaba Cye aún rondaban en mi cabeza.

 

Parecía que era de hacía mucho tiempo:

 

-Por lo menos desde hace bastante. No puedo decir cuánto eso es difícil de concretar tía –le dije con una pequeña sonrisa.

 

Al final había salido a relucir el motivo por el que estaba tan deprimida la cuñada de Sagitas, fruncí el ceño, no quería hacérselo pasar mal estando nosotros delante. Así que quité la venda y me dirigí a Sagitas:

 

-Eso es mejor que lo habléis en privado, no me gusta meterme en dónde no me llaman –le respondí un poco de malos modos (?). Y levantándome de la silla cómo dando a entender que el juego había acabado. Ya sería bastante para Cye tener que contar lo que le pasaba sin que tener que averiguarlo por mi don. Así que me dirigí hacia la barra y viendo que estaba Galadriel le pedí un whisky de fuego, mi mala cara le debió de decir algo que enseguida me lo puso, le di un sorbo y encendí un cigarrillo con la varita que había extraído anteriormente de la pitillera de plata y que tenía el escudo Rambaldi.

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