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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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No tenía ganas de estar en casa. A pesar de que Matt me había dicho que podía cuidarlas, no tenía el cuerpo para echarme en el sofá, aún necesitaba movimiento y mucho. Porque si no, sabía que mi magia podía hacer estallar todas las cristaleras del callejón diagón. Estaba necesitada de descargar mucha energía, parecía como si tuviese que volver a las filas de la Orden para parar la maldad mortífaga, pero sólo en mi fuero interno era una utopía, en su momento estuvo bien, pero eso ya pertenecía al pasado.


A través de las puertas de la terraza abiertas veía cómo ésta estaba completamente nevada, después de la misteriosa niebla, parecía como si el tiempo se hubiese tranquilizado y mostrado tal y cómo era. Paseaba de un lado a otro con las zapatillas puestas de estar por casa, mientras Galadriel me miraba preocupada:


-¿Se quiere estar quieta ama? –preguntó temerosa. Ignoré por completo su comentario, tomé la varita que tenía encima de la mesa y con un movimiento de ésta abrí las puertas de par en par, con otro movimiento más, saqué todas las prendas del armario hasta que se pusieron todas en el suelo. La elfa me miraba de muy mala manera, sabía que después tenía que colocarlas todas, pero con la energía que tenía en esos momentos y seguramente si me dijese algo de mala manera, la echaría de la habitación en menos que se dice quidditch, así que se encontraba expectante ante todo lo que hacía.


-¿Sabes dónde se encuentra mi capa negra con los bordes plateados? –pregunté mirando ante el revoltijo que tenía delante. El ser me miró con los ojos muy abiertos, sorprendida:


-¿Se quiere parecer a un Malfoy? –parecía que tenía la etiqueta de esa familia, túnicas verdes, broches plateados pero tampoco le iba a consentir semejante grosería:


-Cómo vuelvas a mencionarla te llevas una bofetada -solté de muy mal genio. Ésta se calló de nuevo al ver la expresión de mi cara. Me señaló con su dedo pequeño en dirección hacia la silla, ahí estaba. Me di una ducha rápida, aunque no me hacía falta, me relajaba los nervios, aunque en parte. Volví a salir completamente desnuda y con el pelo mojado, con un movimiento de mi varita mi cuerpo estaba completamente seco. Me puse todas las prendas necesarias, y después de decidirme durante un minuto ya estaba más o menos decente.


Me había puesto algo sencillo, un traje pantalón chaqueta, botas finas de aguja, y una camisa blanca y el pelo atado en una coleta alta (además de la mencionada capa). Puse la varita dentro del bolsillo y con el monedero de piel de moke en el otro con muchos galeones me giré sobre mis talones y me aparecí delante de la entrada del local, agitando de nuevo la varita, abrí de nuevo la puerta con ella y me adentré en el local, con otro giro volví a que se cerrase de nuevo, ésta vez unos copos de nieve se quedaron por el local, vi que Matt y Sagitas estaban por allí…


-¿Recordáis algo de lo que pasó? Yo siento cómo si me hubiesen hecho un obliviate, porque lo úlitmo que recuerdo es que me aparecí acostada en cama ésta mañana sin recordar lo que sucedió aquí –Pregunté- hoy estoy cómo si necesitase descargar un montón de energía.


Con otros movimientos de varita hice que un buen whisky de fuego y un vaso viniesen a mí, y antes de que mi tía frunciese el ceño dejé unos cincuenta galeones encima de la mesa.


-Esto es por adelantado tía, la botella es buena y me la beberé yo sola, espero que sea suficiente –tomé la copa y la botella y me dirigí a uno de los sofás que tenía el local para por lo menos ver si así me relajaba un poco.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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El dolor de cabeza persistía, a pesar de que había ingerido una poción pimentónica de sabor horrible y que me había masajeado las sienes con cuidado. Xell parecía estar como yo, sólo que ella mantenía el silencio mientras yo no paraba de hablar, algo que hacía que la cabeza me doliera aún más.

 

Sentí el portazo de la entrada y cerré un poco los ojos. Falso. Debería haberme cerrado las orejas, porque el sonido me había hecho eco en los oídos, provocando que el malestar aumentase. Era Heliké.

 

-- ¿Tú tampoco recuerdas nada? Caray. Pensé que era la única olvidadiza.

 

Eso me dio que pensar. Si ninguno sabíamos lo que había pasado... ¿Habría alguien jugando con nuestros recuerdos? Eso no me gustaba. No, no me gustaba. Debería estar prohibido hacer eso (excepto para nosotros, los de Desmemorización, los únicos aptos para hacer eso).

 

-- Yo no bebo, gracias. Mi dolor de cabeza me lo prohíbe o tendré que tumbarme un rato hasta que se me pase.

 

Fuera nevaba, por los copos de nieve que había visto cuando entró mi sobrina. Eso me llevó a preguntarme si realmente habíamos salido allá fuera.

 

-- ¿Creéis que esta tormenta de nieve es cosa nuestra? Que yo recuerde, ayer era un día muy claro hasta que llegó la niebla.

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  • 2 semanas más tarde...

Coloqué la botella encima de la mesa con su respectivo vaso, mientras pensativa intentaba recordar todo lo que había pasado el día anterior. Me serví un poco de whisky mientras quitaba la capa y la colocaba a un lado, la varita la puse encima del mueble mientras cruzaba mis piernas y me servía un poco de whisky de fuego.

 

Escuchaba las palabras de mi tía y sin esperar a que me dijese nada más saqué un cigarro de la pitillera de plata mientras otra vez me reclinaba para encenderlo con la varita. Necesitaba estar activa, así que sin muchos miramientos le contesté:

 

-Yo creo que más bien el tiempo ha vuelto a su estado normal. La niebla era lo raro, muy espesa, apenas se veía a un metro desde detrás del cristal. Cualquier cosa que se hizo para deshacerla seguramente haya funcionado y no volverá más. O eso espero –comenté teniendo un poco de esperanzas con eso, mientras fumaba tranquilamente, pensando, pero ningún recuerdo me venía de la noche anterior, algo muy raro, ciertamente.

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Estaban fatal. Sagitas y Xell tenían mala cara, a pesar de haber dormido bastante. Dejé de hablar y solo les tendí las pociones, viendo como Sagitas y Xell caminaban hasta la mesa que quedaba más cerca a la barra, donde les llevé el desayuno. Donuts de todo tipo.

 

A juzgar por como Sagitas se pasaba las manos por las sienes, le seguía doliendo la cabeza. Yo estaba cansado, claro, pero no se me ocurriría qeujarme.

 

La puerta se abrió y cerró con un portazo, dejando paso a Heliké y algunos copos de nieve. Ella tampoco se acordaba de nada. Me senté en una silla, dispuesto a contarles lo qeu pasó.

 

- Salisteis fuera. La niebla intentó engulliros y separaros. Cuando os envolvió la oscuridad os perdimos de vista y Heliké salió corriendo a buscaros. No se que hiciste mamá, pero...llamaste a alguna especie de luz, qeu te envolvió y dio claridad a tu alrededor, a Xell y a Heliké. En realidad no estabais tan lejos, pero la niebla os dio esa sensación.

 

Me froté las manos. No iba a beber, no señor...era demasiado temprano, asi que agarré una taza de café.

- intentó atacaros, confundiros, separaros. Tuve qeu crear un sello entre vosotras para protegeros y acabar con las sombras, entretener a la niebla y daros tiempo para actuar. Llamásteis a la tormenta, pero...no pude evitar qeu os dañasen y os afectaran.

 

Si, aun me fastidiaba, que a pesar de que no habían salido heridas físicamente, si qeu habían conseguido agotarlas, hasta el punto de que no recordaban nada.

 

En realidad la nieve es cosa vuestra. Después de provocar la lluvia, bajasteis tanto la temperatura que casi nos helamos los cuatro.

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  • 3 semanas más tarde...

Escuché atentamente la historia que estaba relatando Matt, sin olvidarme de beber sorbo a sorbo y con el cigarrillo en la mano. Realmente parecía interesante, pero lo que más me gustaría saber a mí, era porqué todas estábamos casi desmemorizadas... Todo era bastante extraño:

 

-Así que te debemos la vida primo -y le sonreí - lo que más raro me parece todo es que no recordemos lo que ha pasado ¿Sería por tu escudo mágico? -Pregunté curiosa...

 

-Yo siento cómo si me hubiese dormido varias horas, aunque no me haga falta -me encogí de hombros- ni recuerdo tampoco como llegué a la mansión, sólo que Galadriel me despertó, ya sabéis, mi elfina -informé a los presentes- eso me gustaría saber, yo creo que deberíamos de avisar a Eledwhen, seguramente ella tenga una respuesta para eso, o si tal, con un pensadero. Aunque yo no tengo. Y lo que no me explico es cómo tengo tanta reserva de energía, siento que si pudiese crear una magia tan grande que no me desfallecería -seguí hablando-

 

-¿Vosotras os sentís así? Quizá yo sea la única excepción, por ser vampiro. Y mis sentidos estén más alterados de lo normal por culpa de la niebla...

 

Terminé el cigarro, y lo hice desaparecer con la varita, mientras tanto tomé otro y lo encendí con mi arma mágica. Seguramente mi tía protestase, pero en ese momentos me daba igual, me coloqué lo más cómoda posible en el sillón, cruzando las piernas, y esperando alguna contestación por parte de las demás.

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- Me duele la cabeza - musité, al fin , después de guardar tanto tiempo de silencio. Sujeté la cabeza entre mis manos y puse los codos encima de la mesa. Fuera convencionalismos sociales, ¿para qué? Estaba en familia y me dolía la cabeza.

 

 

Me gustó que Matt dijera que actuamos bien, aunque no recordaba nada de eso. ¿En verdad salimos fuera e hicimos... lo que fuera que hicimos...?

 

- Dame un trago de poción, por favor...

 

La tía Sagitas me acercó un vaso y vi que ponía cara de asco. Heliké entró con una botella de whisky y creo que casi prefería un trago a la poción que me tomaba, pero fui buena niña y tomé todo. Hizo efecto enseguida.

 

- No recuerdo nada, prima, pero dice Matt que lo hicimos muy bien - eso quería creer. - ¡Ohhh! ¿La nieve es cosa nuestra?

 

Mi voz sonó entre incrédula y divertida, pues no me esperaba crear nieve.

 

- Explicar de nuevo que no os entendí nada. ¿Cómo hicimmos nieve?

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Acomodó su nueva túnica para que la protegiera con más satisfacción y así el frío no entraba. Lo que más quería era evitar que le cogiera algún resfriado de manera imprevista. La cálida iluminación del sol hacia que se sintiera más cómoda, hacia horas que estaba caminando y pronto ya no sentiría más frío. Traer a Blondie un día como aquel hubiera sido una buena idea pero, la elfina estaba muy enojada con ella esos días.


Sintió un aroma muy fuerte a limón. Por supuesto que no le molestaba, por una extraña razón le encantaba el limón también había saboreado muchas veces el jugo de este. Le llamó muchísimo la atención aquel pequeño negocio de madera. Por el anuncio sobre la puerta se dio cuenta que se trataba de una taberna. En las tabernas bebían alcohol pero, con el olor a limón se le hizo irresistible entrar.


Al entrar al lugar podía saber que se trataba de uno con cierta cantidad de antigüedad. Era muy bonito, los elfinos que trabajaban como empleados o asistentes recibían a los clientes y limpiaban el ambiente para que se mantuviera reluciente como quizás solía estar. Ellos eran criaturas muy trabajadoras y por supuesto que les daría una propina por el trabajo que realizaban.


Xell ¿Aquí venden limones?


Preguntó al percatarse de la presencia de varias personas muy conocidas, así como Heliké y su jefe en la tercera planta del ministerio. Quizás, era un negocio familiar y ella se había metido por equivocación para preguntar si vendían limones. No podía estar más nerviosa que en aquella ocasión, no sabía qué hacer tal vez regresaría otro día pero irse corriendo sabía que no era una buena opción.

 

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No entendí lo que dijo Heliké, bueno, parte de lo que dijo.

 

-- ¿Ya nevaba cuando vino la niebla? No lo recuerdo, supongo que mis recuerdos están algo alterados...

 

Era complicado. Tal vez el dolor de cabeza derivara de esa situación. No sentía frío, sin embargo. Me fijé que la chimenea funcionaba. ¿Cuándo la habíamos encendido?

 

-- Bueno, eso sí, la niebla era anormal. Escondía algo. Fuera lo que fuera, yo espero lo mismo que tú, que no vuelva.

 

Me puse la cabeza entre las manos, esperando que aquella bebida espiritual hiciera efecto. Ya me encontraba mejor, pero aún necesitaba unos minutos más para recuperarme. Por ello, escuché en silencio la explicación de Matt, que, en realidad, sólo me llenó de más preguntas e incertidumbres.

 

-- ¿Una luz? Caray...

 

¿Qué había sido? ¿Un trueno, la luz del sol, una simple vela amplificada? A saber... No lo recordaba. Estaba segura que él nos había protegido, algo recordaba que estábamos en peligro y , de repente, un sello mágico, nos envolvió y nos salvó en el último momento. ¿Pero qué era lo que nos había atacado? Eso aún no lo recordaba.

 

-- Pues sí que acabamos agotada, porque ahora mismo me siento incapaz de levantar un palillo -- sonreí por mi exageración, pero en verdad necesitaba un buen masaje. Me sentía totalmente anquilosada.

 

Después arqueé la ceja. ¿Habíamos bajado la temperatura? Demonios... Eso es que helamos algo, lo que fuera... Sonreí.

 

-- Pues bienvenida la nieve, si con eso acabamos con el Mal, fuera lo que fuera.

 

Claro que le debíamos la vida a Matt. Él, de alguna manera , siempre nos salvaba la vida. Era un héroe. Me reí de Xell, estaba bastante afectada. Le acerqué el vaso para que acabara el par de gotitas que aún le quedaban.

 

-- ¿Pensadero? Oh, no, quita. No quiero recordar nada. Sólo quiero saber que acabamos con ello.

 

La voz de Kirara me sorprendió. Recordé de repente que aquello era un negocio. Le sonreí. Menos mal que los elfos, ajenos a nuestra cháchara, habían arreglado todo y parecía que no hubiera pasado nada.

 

-- Hola, Sherlyn. ¿Quieres beber algo? La casa invita. Vendemos bebidas de limón, y limones si quieres. Aquí vendemos lo que quieras.

 

Y estallé en risas. Lo necesitaba.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Por lo que podía deducir, a muchos de nosotros aún nos costaba entender lo que había pasado, sobre todo explicar las causas. Matt decía que la nieve había sido por nosotras... a no ser. Una idea descabellada se formó en mi cabeza, pero no, no podía ser, si las sacerdotisas eran Xell y Sagitas y además mi tía era la que controlaba los asuntos meteorológicos, sabía hacer tormentas, hacer que lloviese, todo lo que necesitáramos en un momento de peligro. Sobre todo porque tenía los conocimientos necesarios para ello. ¿Y si con eso había hecho que tuviese un nuevo poder? No, por favor. Con la empatía ya tenía bastante, no quería más.

 

En esos momentos entró alguien conocido, sobre todo por su aroma, porque no levanté la mirada para ver quién era. La reconocí enseguida, era Sherlyn, que venía de visita, además tendría que hablar con mi tía por si podía ser. Y tendría que ser en privado, pero ya lo haría más tarde. Mientras bebía escuchaba su conversación, sonreí, mi compañera de trabajo decía algo de si vendían limones, yo también solté una pequeña carcajada, acompañando a mi tía, pero flojita, para que no pensara Sherlyn que me estaba riendo de ella. No, para nada.

 

-Bienvenida compañera -y esta vez levanté la mirada para sonreírle con sinceridad.

 

-¿Gustas de tomar algo? -me levanté- no sé si está Galadriel por aquí, para servirte algo. Que por cierto, ¿dónde están los elfos a todo esto? -pregunté curiosa, ya que no había oído ningún ruido en el momento que llegué al local. Y eso era más que raro ya que siempre había algún doméstico para atender a los clientes detrás de la barra. Seguramente no habían venido todavía, no tenía la menor idea en dónde se podrían haber metido.

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Preguntar acerca de los limones había sido la interrogación fuera de lugar y, tal vez haberse presentado hubiera sido la mejor manera de forma de captar presencia, sí era eso lo que ella quería. El olor a limón era completamente encantador, a ella le encantada todo lo que tenía que ver de limón y hasta había plantado una planta de esa fruta sobre su residencia. Los elfinos de la taberna parecían trabajar con suma dedicación en el negocio.

En el negocio vendían distintas clases de bebidas y, entre ellas, limonada o limones, según la respuesta de Sagitas. El sitio parecía agradable pero, aún así era un poco oscuro al ser una taberna, o tal vez debía ser su impresión al estar acostumbrada a los lugares llenos de luz. De pronto, se sintió una risa, tras otra, pero supuso que se trataba de algún comentario anterior que habían sacado a la luz minutos antes de su entrada.

- Oh, muchas gracias, Heliké. Por cierto, buenos días. Oh, sí, Sagitas, desearía probar una limonada porque el ambiente invernal hace que la piel se reseque y el limón ayuda mucho en estas circunstancias o eso es lo que mi elfina dice pero, sí esta muy frío el cerebro podría congelarse, por eso, de seguro, es mejor tomarlo natural en estas épocas -

Comentó la castaña acercándose un poquito más hasta poder llegar a la mesa donde se encontraba el resto de sus compañeros. Al principio tal vez estaba un poco incomoda porque sentía estar interrumpiendo una reunión familiar o algo por el estilo, pero decidió pensar en otras cosas como en el tema de los elfos. Había jurado ver un par de elfos en la entrada aunque no se trataba precisamente de Galadriel y, de seguro eran ajenos al local.

- Pude ver a varios elfos rodeando la entrada, tal vez ¿Estarán tomando un descanso? o podrían ser elfinos curiosos por el aroma a limón - Comentó ella, recordando que esas criaturas solían ser bastantes curiosas a la hora de percibir los olores de la naturaleza.

 

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