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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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Ya por fin adquirido el conocimiento de Artes Oscuras, ahora podía hacer muchas más cosas que antes, y sobre todo proteger el local de esa cosa que intentaba atacarnos, pero a pesar de dar temas de maldiciones y cosas varias, no sabía qué podría hacer. Mi prima y mi tía parecía que estaban desconcertadas y no era para menos, aunque ellas sabrían hacer algo y mejor las cosas que yo, ya que no era sacerdotisa y no tenía conocimientos de ese tipo.

 

Asentí con la cabeza en cuánto Matt habló, tenía toda la razón habría que tener mucho cuidado no podíamos dejar que entrase nada raro en el local por culpa de una rotura. Ésta vez me dirigí a Galadriel:

 

-Gal, vete a la mansión Vladimir y tráeme cuatro varillas de incienso, el caldero la balanza y el equipo para pociones –ésta asintió con la cabeza y desapareció del lugar para volver a hacerlo de nuevo.

 

-Bueno, ya que no sabemos a lo que atenernos, intentaré hacer una poción mientras las chicas hacen una ceremonia de protección. Haré varias cositas, una para que explosione, otra para crear una para que cause daño en la piel y la tercera, pues ya se me ocurrirá algo- dije con una sonrisa macabra. O incluso podría hacer mezclar las dos, pero sabía que eso sería catastrófico podría provocar una explosión y destruir todo el local en un santiamén, pero tenía que tener la cabeza cuerda para hacer los dichosos brebajes.

 

-Maldita sea, trae boteillas Gal –en menos de nada hizo lo que le había pedido, una cajita con doce botellitas vacías y tapadas con un corcho… había que hacer una buena remesa de ellas.

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  • 3 semanas más tarde...

Todos estábamos en silencio. De ve en cuando daba un trago a la botella qeu tenía al lado. Helike tenía un caldero que borboteaba al lado nuestro, preparando distintas pociones, por si eran necesarias, mientras Sagitas y Xell se ponían de acuerdo en que ceremonias hacer.

 

Yo las vigilaba, sentado sobre una mesa, con las piernas cruzadas. A ellas para que estuvieran bien, y mientras tantos, mis sentidos se fijaban en vigilar el exterior. La niebla seguía alli fuera, densa y oscura, pero de momento no entraba. No sabía cuanto había pasado, seguramente un par de horas, pero no había forma exacta de saberlo.

 

Me froté el hombro, alli donde el demonio me había herido la primera vez qeu la niebla atacó. Esperaba qeu esta vez fuera todo mucho más fácil, qeu por una vez solo tuviéramos qeu esperar.

 

Entonces, el silencio exterior se rompió. Voces bajas, graves, oscuras...y un aullido. Alcé la cabeza al instante.

 

- Fenrir - murmuré.

 

Me levanté y me acerqué a la ventana. Alli estaba, asustado, blanco entre la oscuridad, mirando hacia la ventana y gimoteando asustado. Quería entrar, pedía entrar. Lo necesitaba.

 

- Dame un cuchillo. - pedí. - Dámelo!

 

Al final lo cogí yo. Era una locura, pero me corté la mano, que comenzá a sangrar.

- Decidme si le sangran las patas.

 

No, no le sangraban. Ni le sangrarían. Aquello era una jugarreta de la niebla, qeu intentaba confundirnos con visiones para qeu le permitiéramos entrar.

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La elfina por fin había traído todo el equipo de preparar pociones, el caldero con su llama en la parte inferior, y con agua que le había echado anteriormente empezaba a borbotear tranquilamente, mientras iba cortando diferentes ingredientes….

 

Por un momento todo se había quedado en silencio, pero parecía que la locura se había apoderado de alguien, me fijé y Matt pedía un cuchillo, yo tenía uno en la mano pero no se lo iba a entregar así cómo así.

 

-No, no te daré nada –negué con la cabeza- además lo necesito para cortar los ingredientes…

 

Me quedé observando lo que estaba haciendo, pero después no sé cómo me fijé en el cristal, ahí había un lobo, ¿era Fenrir? Vi que mi primo se estaba cortando con la mano:

 

-¡Para, para! –exclamé asustada, hasta que me tranquilicé en parte para ver cómo el animal apenas se había inmutado, al parecer Fenrir y mi pariente tenía una extraña conexión, pero éste apenas se había molestado, si realmente se hiciese daño gemiría de dolor y no fue así, todo era producto del dichoso efecto meteorológico que estaba creando esa cosa que nos estaba atacando.

 

Me levanté del suelo y me dirigí con la varita hacia Matt la apunté con ella hacia a su mano y susurré:

 

-episkey – el hechizo sanador enseguida cerró la herida que se había hecho - ¿acaso no había otra forma más fácil que eso? –Le cuestioné un poco enfadada- entiendo que tuvieses que hacerlo para comprobar si era el lobo, pero tendrías que buscar otra forma menos sangrienta, recuerda que soy un vampiro –le dije guiñándole un ojo.

 

-Hay que estar alerta, yo aún estoy iniciando las pociones –comenté en voz alta, y mientras tanto, añadí un ingrediente, que hizo que se escuchase una pequeña explosión dentro del caldero y saliesen unas chispas de su interior…

 

-No es nada grave –dije para tranquilizar a todos- es para potenciar el efecto –sonreí. Y mientras me tomaba un sorbo de whisky de fuego, fui cortando ramitas de valeriana y metiéndolas dentro del caldero.

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MIré por la ventana, maldiciendo a la niebla. Ni me daba cuenta del corte que acababa de hacerme, ni de la sangre que me iba cayendo entre los dedos. Solo maldecía aquella niebla, qeu me la había intentado jugar haciéndose pasar por mi lobo.

 

Noté qeu Heliké me gritaba, enfadada por lo que acababa de hacer, seguramente una locura. Me cogió la mano, apuntando con la varita hacia ella, y murmuró un episkey qeu enseguida curó el corte, dejando solo una mancha roja en ella. Sonreí, agradeciéndoselo.

 

- No prima, no teníamos otro modo. Era el más sencillo y eficaz de saber que era una farsa. - dije. - Pero la próxima vez buscaré un modo de no incomodarte.

 

Cogí la botella de donde la había dejado y di un trago. del caldero de mi prima salia humo y explosiones se podían sentir de vez en cuando.

- Bien...supongo que eso significa que pronto estará lista, no? - bromeé. Los demás estaban muy callados, y era todo lo que podía hacer.

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Todos parecían que estaban un poco traumados con el tema de la niebla, y no era para menos, dentro del local se escuchaban las pequeñas explosiones de ingredientes que iba añadiendo en el caldero, pero después del pequeño susto de Matt, todo se había vuelto en calma, bueno más o menos…

 

-No te preocupes primo Matt –le respondí- sólo que no es la sangre lo que me molesta en realidad, sino que estés débil para luchar por si hace falta hacerlo con esa niebla… aunque espero que con las pociones que estoy preparando sea suficiente –imaginé que debía de tener la cara llena de manchas, pero no me importaba en ese instante, el caso era demostrarle que no podía con nosotros, éramos muchos lo que estábamos ahí y menos mal que no estaban los pequeñajos de la familia, sino, todo sería más difícil a la hora de protegerlos…

 

-Te recomiendo que para la próxima en vez de cortarte la mano, te hagas una pequeña incisión en un dedo –le guiñé el ojo- por si es necesario volver a hacerlo…

 

Solté una carcajada ante su mención del brebaje:

 

-Sí, casi sí –me reía con ganas, estaba a gusto, hacía mucho que no me sentía tan útil ayudando a la familia- preparé una poción de antídoto de venenos comunes, por si acaso –informé a los demás, pero suponía que estaban sumidos en sus propios pensamientos o pensando en alguna idea apropiada para deshacerse de esa niebla…

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El agua me supo agria, tal vez era por la proximidad de la niebla dichosa. Mientras ponía cara rara, escuchaba a Heliké pedir a Matt que pensara en una solución. Verdaderamente, a mí no se me ocurría ninguna. Seguí la mirada de mi sobrina y descubrí que había sangre en las ventanas. Escupí el agua en el fregadero. Casi mejor un trago de whisky, a ver si así me sabía tan mal.

 

Pero no lo hice. Xell demostraba ser valiente quedándose en el lugar, era mejor estar sobria y ayudar en lo que fuera.

 

-- No me dices nada nuevo -- murmuré ante las palabras de Matt. -- Eso está ahí fuera esperando que salgamos para alcanzarnos, pero...

 

Negué, no iba a salir ni iba a dejar que entrara. ¡Demonios! Aquel negocio lo había levantado mi hermana Hayame y nadie me lo iba a arrebatar, aunque se camuflara en la más espantosa niebla en la que acallar sus crímenes.

 

-- No tocarla, claro -- volví a murmurar a Heliké. Pero dijo algo que realmente era bueno. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

 

Asentí y una mueca parecida a una sonrisa apareció en mi rostro. Aunque sólo fue un instante.

 

-- Bien, somos sacerdotisas y las dos tenemos Metereología como uno de nuestros conocimientos. Podemos convocar una tormenta, una lo suficientemente potente para disipara la niebla. Pero ese plan tiene un problemilla.

 

Miré de nuevo a la ventana, donde las manchas de sangre se estaban poniendo de un color marrón oscuro algo desagradable.

 

-- Tenemos que estar fuera para invocar la tormenta. Puedo hacer un hechizo provisional para que nos proteja mientras estemos ahí, para que la niebla no nos queme, pero... Eso... Eso podrá atacarnos, sea lo que sea.

 

Permanecí un rato más en silencio, escuchando a Heliké que pedía a su elfina varias cosas. La comprendí al instante, iba a hacer algo así como una ceremonia de protección. Mejor, pero igualmente duraría menos de lo que necesitábamos para sobrevivir ahí fuera. Suspiré, menos era mejor que nada.

 

Intenté prepararme espiritualmente para la ceremonia cuando sentí el aullido de Fenrir. Olvidé la concentración y miré a Matt.

 

-- ¡No salgas! -- pero no era su intención, lo que quería era comprobar otra cosa. -- ¡Demonios! Manipula nuestra mente. Es una...

 

Me tembló la mandíbula antes de decir lo que pensaba. Dejé que se pelearan, Heliké y Matt por la manera de comprobar aquella mentira y volví a concentrarme. Necesitaba paz interior para vencer cualquier engaño de aquella maldita niebla.

 

-- Xell, entra en trance y libera tu mente, tranquilízate. Vamos a necesitar mucha cooperación allá fuera.

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¿Por qué hablaban tanto pero no decían nada claro? ¿O era yo la que no entendía nada? Sólo sabía que aquello era peligroso, ellos parecían no importarles que allá fuera estuviera muriendo gente. Yo apenas les oía, sentía los chillidos de miedo que llegaba desde el exterior.

 

- Otro ha caído - susurré muy bajito al sentir un grito justo a la puerta de entrada. - Tengo miedo.

 

Creo que no me oyeron, pues seguían hablando. Tuve claro que no debíamos romper el círculo de sal. Heliké dijo que podía ayudar en una ceremonia de protección. ¿De qué hablaba?

 

- ¿Qué ceremonia? ¿Pero qué dices, Heliké? ¿Qué quieres explosionar?

 

Ahora no sabía si estaba más asustada con la niebla o con mi prima que quería explosionar la taberna de la tía. Y el primo chillaba que quería un cuchillo. ¡Parecía un psicópata! ¡Quería irme a casa!

 

Pero la tía Sagitas tenía otros planes. A ella le entendí. Provocar una tormenta, salir fuera, ir protegidas.

 

- ¡Yo no quiero salir! - hacía un mintuo quería irme y ahora no quería salir. Pero hice lo que pedía, cerré los ojos y entré en trance, subiendo mi alma a otro plano espiritual. Aunque debería haberme sentado antes porque caí contra el suelo y abría los ojos, frotándome la cabeza. Me había dado contra el mostrador. - ¡Aaaay!

 

Vi sangre en mis dedos. Y vi que eso atraía la niebla y se arremolinaba en manchas oscuras contra el cristal.

 

- ¡Va a entrar! ¡Va a entrar!

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Parecía que poco a poco la niebla iba matando a la gente porque el cristal se iba llenando de sangre, suponía que ésta era la intención del efecto meteorológico, obligarnos a salir para ayudar, pero yo no haría eso, además que estaba preparando pociones y era necesaria la concentración. Casi tuerzo el cuello cuando escuché a mi tía. Me froté un poco y la miraba estupefacta:

 

-¿Salir a fuera? Incluso aunque sea espiritualmente hay riesgo de que os pillen, para hacerlo bien, mejor con ayuda extra, ¿no os parece? –miraba a las dos, seguramente me mandarían a la porra, pero es mejor una doble protección…

 

Al parecer Xell había tenido problemas, tenía sangre, la miré asustada, tomé de nuevo la varita y fui corriendo hacia ella:

 

-Tranquila prima, tranquila –dije para intentar calmarla- episkey- susurré apuntando a su cabeza para que dejase de sangrar. Al parecer también detectaba esa cosa, la sangre, porque empujaba el cristal con fuerza, como si quisiese romperla, menos mal que le había aplicado un encantamiento anteriormente…

 

-No entrará, por todos los demonios del infierno, ¡¡no entrará!! –dije casi gritando.

 

-Si queréis protección –me dirigí a mis parientes (Xell y Sagitas) -será mejor una buena protección mágica, no quiero correr riesgos y las pociones todavía no están preparadas para poder usarse, aún falta que se cuezan –comenté mirando hacia el caldero –para empezar una estrella de cinco puntas…

 

Y en el medio de la taberna con la varita hice un dibujo protector por lo menos que así no corriesen tanto riesgo al salir al exterior.

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Xell no conseguía tranquilizarse y, lo que era peor, me estaba poniendo a mí más nerviosa. Algo que normalmente hago en un instante, me constaba ahora mucho más porque me contagiaba sus nervios.

 

-- ¡Por la diosa Madre, Xell! ¡Cálmate!

 

Aunque yo también grité cuando sentí su grito. Casi había conseguido llegar a mi estado Zen cuando ella chilló. Abrí los ojos y la vi en el suelo, frotándose la cabeza. Negué con un suspiro. Demonios, no me iba a ser de gran ayuda.

 

-- Va a necesitar ayuda extra.

 

Y no me refería a la que Heliké nos proporcionaba, sino algo más fuerte. Mientras ella le hacía un Episkey de emergencia, me metí en la barra y busqué mi remedio para todos los males: una ampollita de Agua del Carmen, que vacié en un vaso y al que añadí unas gotas de Whisky del bueno. A ver si con el alcohol se le iba la tonterías.

 

Se lo tendí para que lo cogiera en cuanto Heliké se alejó para hacer un dibujito en el suelo.

 

-- Toma, Xell, te ayudará. No entrará. No es tan fácil deshacer un Irrompible, que antes Heliké lo hizo contra el cristal. Resistirá, pero yo no resistiré tus gritos, así que vamos, a beber y después a ayudarme con la tormenta.

 

Después señalé a Heliké.

 

-- Por cierto, sobrina, como no se borre esa marca del suelo cuando todo esto acabe, lo fregotearás a mano.

 

Le sonreí, no era cierto lo que decía, era para calmar los nervios.

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Mi prima parecía que se había puesto histérica, pero no era para menos y aún así aplicándole un episkey de urgencia debía de tener los nervios de punta y no era para menos, que algo así nos atacase y yo sin saber lo qué era realmente, podía tranquilamente desestabilizar a cualquiera….

 

En cuánto terminé de hacer el dibujo de protección mi tía parecía rebuscar algo entre la barra, no le presté atención en esos momentos, llamé a mi elfina y le dije:

 

-tráeme cinco velas blancas, y rápido –ésta se desapareció rápidamente, para después de unos minutos eternos volvió con lo pedido:

 

-ahora quédate por aquí por si te necesito, ¿vale Galadriel? –la miré severa y ésta asintió con la cabeza, entendía el peligro en el que estábamos metidos todos, no quería perder tiempo y mientras, las coloqué en cada punta de la estrella que había pintado.

 

Con la varita las encendí de un golpe, y colocándome en el centro y usando mi poder de empatía con el arma mágica en mi mano, froté un poco las manos y las puse en horizontal, intentando concentrarme usé las energías que sentía e hice levitarlas durante unos centímetros, ese proceso me agotaba pero era necesario.

 

Intenté mantener la concentración y me dirigí rápidamente hacia el caldero, hice desaparecer con un susurro de “evanesco” todo lo que tenía en su interior y fui preparando una poción de “Ojos Abiertos o despertares” por si volvían inconscientes y era necesario darles la poción. Rápidamente fui echando los ingredientes en un caldero, mientras que con un “aguamenti” llené el caldero de agua para empezar a incluirlos, prendí por debajo fuego y lentamente el agua empezó a borbotear, sin apurarme más, eché todo a dentro, y esperaba que en poco tiempo el brebaje estuviese ya cocido y listo para echarlo en las botellitas de cristal.

 

-Es cierto lo que dice la tía, Xell, antes encanté el cristal precisamente para que no pasase eso –y sonreí con sinceridad, esperando tranquilizarla…

Luego Sagitas me dijo algo de las señales del dibujo en el suelo:

 

-esto, no tendrás problemas –y sonreí esperando que ciertamente después de que terminase todo eso poder borrarlo con un simple fregotego.

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