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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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Llovía. ¿Cuándo empezó a llover en el pueblo? No me había dado cuenta pero enseguida me mojé. El pelo se pegaba a mi rostro. Así que sólo me quedaba huir a casa y secarme bien. Subí la capucha de mi capa roja y me tapé como pude. Aún así estaba muy mojada y tiritaba. Intenté aparecerme en la Vladimir, pero no me atreví. Los relámpagos me asustan, no podía concentrarme lo suficiente para llegar entera a casa.

 

Y entonces vi la Taberna. Era un lugar cubierto y le podía pedir a mi tía una toalla o algo con lo que secarme el pelo. Dudé un momento, hasta que se sintió una gran tronada. Corrí hasta la puerta y la abrí.

 

- ¡Ufffa, como llueve!

 

Parecía que los presentes no lo habían notado. Era curioso, porque los truenos y los relámpagos eran ahora muy continuados. En cuanto cerré la puerta, lo noté. No se oía nada.

 

- Llueve mucho.Tía, ¿puedes darme una toalla? ¿Puedo usar un rato el aseo de señoritas, por favor? Es que estoy muy mojada.

 

Noté que Heliké llevaba una venda en los ojos.

 

- ¿A qué jugais?¿Puedo unirme yo cuando me seque?

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Sentada en la barra de la taberna, estaba dándole vueltas al vaso mientras los hielos se iban descongelando dentro de la bebida. Escuché un ruido de una puerta y ni siquiera me había fijado que era mi prima Xell. Parecía que llovía ya que llevaba el pelo totalmente mojado.

 

La verdad es que estaba bien insonorizado el local, porque apenas se escuchaban los rayos y truenos que caían en el exterior, sólo el abrir la puerta se habían escuchado. Pedía una toalla, con un movimiento de varita invoqué una toalla del baño. Ésta vino enseguida a mis manos y se la pasé a mi prima:

 

-Aquí tienes, y sécate bien, no vaya a ser que pilles una pulmonía –sonreí. Hablaba sobre lo que había pasado hacía cinco minutos.

 

-El juego se ha acabado prima –le dije un poco molesta y bebí un poco de mi bebida- Galadriel, ponle algo caliente –la elfina enseguida le puso un chocolate caliente bien humeante con nata. Era necesario que entrase pronto en calor.

 

-Has llegado tarde –le dije sonriente- si llegas a venir antes, quizá podías ver cómo hice sonrojar a Matt –y solté una pequeña carcajada.

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Vale. El silencio a veces es incómodo así que, sencillamente, me largué a la trastienda con cualquier excusa est****a para poder salir de la Taberna, al menos de la parte visible por el público. Después me escondí. Sí, no lo parece, pero las cosas me afectan mucho así que me escondí en un lugar que sólo mi elfo Harpo podría encontrar, y permanecí todo el tiempo que necesité para pensar. Y pensar. Y sin haber conseguido encontrar una forma de solucionar todo y nada, decidí que ya llevaba mucho tiempo escondida, así que salí, sin poner en claro aún mi mente.

 

Al abrir la puerta del almacén vi a Heliké, aún con mala cara, y a Xell, a su lado. Estaba mojada. Fruncí el ceño y noté un relámpago. Llovía allá fuera. Volví a mirar a Heliké, quien decía que el juego había acabado. Dejé la caja de botellas de cacao que había tomado de dentro, sólo para disimular, haciendo ruido sobre la barra.

 

-- Sí, Matt se sonrojó con lo sucedido.

 

Di media vuelta y tomé una botella de Whisky de fuego. Estaba enfadada, aunque aún no estaba segura de qué era lo que me había molestado y como cambiar mi estado de ánimo. Así, sencillamente hice lo que más me apetecía en aquel momento: beber un gran vaso de alcohol y dejar que me afectara.

 

Sólo que cuando hacía eso, las cosas no salían del todo bien. Así que a ver como acabaría todo esto...

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Un ruido particular de un sonoro golpe encima de la barra y giré la cabeza, Sagitas había puesto algo encima de ella. Una caja de bebidas. Le sonreí para decirle que estaba todo bien y que no le guardaba ningún rencor por lo sucedido, pero la sentí molesta, o quizá enfadada. No sabría muy bien diferenciar ese sentimiento.

 

Apoyó mis palabras en cuánto lo de Matt, pero no dije un comentario más sobre lo sucedido, dejándome absorber por mis propios pensamientos. Pero otro ruido particular y vi otra vez a mi tía sacando una botella de whisky de fuego, eso me sorprendió. Yo bebía ese tipo de alcohol como si fuese agua y apenas me sucedía nada. Aunque a ella quizá le había afectado lo que había pasado momentos antes.

 

La tormenta seguía tan fuerte o más que antes, parecía un huracán en medio de los callejones y la calle principal de Diagón. Pero todo cesó de un momento a otro, una densa niebla lo empezó a cubrir todo. Me quedé ensimismada por lo que estaba pasando. ¿Qué podía ocurrir ahí fuera? Sabía de los fenómenos meteorológicos extremos ¿sería uno de eso?

 

-Es mejor cerrar bien los conductos de ventilación, esa cosa rara me da miedo Sagitas –le comenté. En ese instante un chasquido de un cristal, había una rajadura en la ventana. Alcé la varita y me dirigí hasta ahí. Teníamos varita y también magia, así que desplacé mi vara hasta apuntarla a la otra zona de la gran cristalera y murmuré un encantamiento. Uno que hacía que las cosas fueran irrompibles, pero en cambio con un sencillo “reparo” lo casi roto.

 

Parecía que había sucedido cuando mi tía había empezado a beber alcohol. Pero que afectase al exterior ya era raro, mucho. Generalmente la magia de uno y fuera de descontrol se producía en el interior, reventando cosas y alterándolas.

 

-Sagitas, será mejor que no bebas más –le sugerí. De nuevo apunté la varita hacia la chimenea e hice que saliese por medio de la invocación una llamarada potente. Aunque pensándolo mejor quizá con los polvos flu, podríamos llegar a casas sanas y salvas aunque manchados de hollín. De momento mi instinto me decía que debíamos de estar dentro.

 

Debía de mantener la seguridad de todos. Fuese o no auror el instinto básico de protección aún lo conservaba y agradecía a Merlín por poder ponerlo en práctica a cada momento u ocasión que pudiese.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Fruncí el ceño, no solo me miraban fijamente, sino qeu ademas, hablando de Cissy se me subían los colores a la cara, casi me moría de vergüenza. Sagitas me regañó por deirle el nombre a Helike, pero se le ocurrió qeu pensara desde cuando esaba asi por ella.

 

Lo intenté. Intenté concentrarme, pero em era difícil, porque hacía mucho tiempo qeu la había conocido, o al menos tiempo para mi, ya que hasta llegar a Ottery, nunca habi apasado tanto tiempo seguido en el mismo sitio. Hacía tres años de mi llegada, y la había conocido en la academia, asi qeu no estba seguro, pero aun asi..

 

Rei levemente, Helike no podía ocncretarlo con exactitud. Pero la atmósfera cambió, y no slo por la llegada de una empapada xell a causa de la lluvia exxterior. Sagitas se tensó, algo le pasaba.

 

mamá, no bebas...o por lo menos invítame.

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  • 2 semanas más tarde...

Pocas veces bebo pero , por experiencia, me afecta demasiado. Aún así, apuré el vaso de Whisky y sentí que bajaba por el gaznate, ardiendo. Durante unos instantes, mi cabeza no asimiló nada más que la información que aquella bebida era una bebida de demonios y que me estaba rajando por dentro. Tardé un minuto en notar que ya estaba en el estómago y que mi laringe, contra todo pronóstico, había resistido.

 

-- ¡Aggg, siempre se me olvida lo fuerte que es!

 

Fue cuando no té que Heliké había hablado de los conductos de ventilación. Fruncí el ceño, aunque no estoy segura si porque no la entendí o porque ahora me ardía el estómago.

 

-- ¡Demonios! ¿Qué fue eso?

 

La cristalera de la entrada se había roto y entró una densa niebla que al instante cubrió las mesas más cercanas. Heliké fue de respuesta rápida (yo seguía aturdida por los vapores etílicos de la bebida) y reparó el cristal, de manera que se paró la entrada de aquello.

 

-- ¡Demonios! -- ¿Por qué me repetía? -- ¿Qué haces?

 

Miré las llamas de la chimenea.

 

-- ¡Genial! Ahora nos achicharraremos de calor -- le dije, aunque aquella bruma me había hecho coger algo de frío. -- La chimenea está conectada a la Clínica Santos Mangos, así que si hay algún herido, no podremos salir.

 

¿Por qué estaba tan irritada? En fin, suspiré y recé para que se me pasara pronto aquella sensación de calor producida por el alcohol. Moví los hombros en una señal de rebeldía y me senté en uno de los taburetes altos.

 

-- No invito a nadie. El alcohol es malo -- le dije a Matt con todo el morro. Pero decidí que no bebería más. No veía bien, me parecía que las mesas que habían sido tocadas por la bruma se estaban deshaciendo en un polvo grisáceo. Me puse a reír. Qué cosas más raras veía cuando estaba borracha. -- Ja, parecen que se hayan quemado.

 

Mi observación se vio seguida del golpe de una silla que se derrumbó contra el suelo, en un montoncito de ceniza. Me puse a reír. Qué borrachera más vívida.

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Parecía que no había llegado en buen momento. La prima Heliké me tendía algo para secarme y lo hice así. El pelo se bufa con la humedad, así que froté y froté. Cuando saqué la cabeza de debajo de la tela, ella parecía molesta cuando dijo que el juego se había acabado. Iba a preguntar, pero la elfina me puso un chocolate caliente. Cualquier detalle podía esperar ante aquel jugoso cacao calentito.

 

- ¿Por qué se sonrojó Matt? - pregunté, tras un pequeño sorbo. No hice más porque quemaba. La tía Sagitas también lo confirmó pero no decían el motivo.

 

Parecía enfadada y se puso a beber. Les pregunté a ambos con la mirada, a los primos Matt y Heliké. Allá había pasado algo que tenía de mal humor a la tía. Pero lo que más me preocupaba era que bebiera. La última vez había bailado sobre las mesas aligerándose de ropa.

 

Di un salto del susto al sentir el crujido de los cristales.

 

- ¡Vaya tormenta! - exclamé. Pero era raro. Allá no había truenos sino bruma, una densa capa que entraba de forma gris y parecía inundar el local. Me dio un escalofrío.

 

Tenía las manos alrededor de la taza pero mi prima era rápida. Ella movió la varita y la bruma se detuvo, al rehacer los cristales.

 

- Buen Reparo, prima, ¿por qué no entras en Accidentes? Estoy segura que sería buena.

 

Yo creía lo mismo que mi prima, Sagis no debía beber más, y eso que sólo llevaba un trago. Matt también lo dijo. Sagitas protestó pero hizo caso. Solté una risita, el alcohol era malo pero ella ya parecía algo tomada y con la mirada perdida. Entonces, algo cayó al suelo con un sonido sordo. Observé un polvo grisáceo en el suelo.

 

- ¡Oh, mirar! ¿Habéis visto eso? Las mesas y sillas tocadas por la bruma se están... deshaciendo. ¿Qué era eso? ¿Sólo era bruma? Parece corrosiva.

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Si ya me lo decían todos, que dejara de beber, que el alcohol no me sienta bien. Era cierto. No sé a qué se debía pero un día dejé de tomar bebidas alcohólicas. Harpo murmuraba algo por lo bajo, cada vez que lo decía, como si supiera algo que yo no.Lo cierto es que yo no recordaba porqué la bebida me sentaba mal, con un ligero sorbo, cuando había bebido y bebido con anterioridad y no me había pasado nada.

 

Pero tampoco podía recordar una juerga de bebida, como si se hubiera borrado.

 

En fin, no es importante. Lo que de verdad es importante era que ahora debía estar muy borracha para ver que las mesas me pudrían y se deshacían.

 

Por ello, me extrañó que Xell lo viera.

 

-- No está sucediendo, sobrina, sólo es que veo cosas raras cuando bebo.

 

Pero... Si era yo la que había bebido... ¿Por qué también lo veía ella?

 

-- ¿Lo ves tú también? ¿Es que has bebido y compartimos borrachera del mismo tipo?

 

Intenté analizarme. Había bebido muy poco, un trago de whisky de fuego, así que algo achispada estaba, pero no tenía ni el hipo ni el dolor de cabeza que acostumbraba. Por tanto, en realidad, podía casi afirmar que no estaba casi afectada.

 

Entonces...

 

-- ¿O es que está sucediendo de verdad?

 

Me levanté de golpe de la silla donde me había sentado.

 

-- ¡Matt, Heliké! Alejaros de la niebla. La última vez que vino... Secuestraba a gente...

 

Sí, y ahora recordaba que había sido entorno a Halloween, como ahora.

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Me había quedado estática mirando la ventana después de repararla. Pero una pequeña bruma había conseguido entrar dentro del local, y parecía que hacía trizas todo lo que tocaba. Eso me sorprendió. Me alejé unos pasos más atrás.

 

Apenas miré a mi prima cuando me comentó que sería una buena reparadora en el departamento de accidentes. Sólo hice un breve comentario:

 

-Es extraño. Nunca he visto algo así.

 

Escuché las palabras de mi tía, parecían inconexas, ya que Xell estaba tomando algo sin alcohol y para más yo también lo veía. Me giré completamente al oír su última respuesta:

 

-¿Qué secuestra gente? –Pregunté sorprendida- si es cierto lo que dices. Será mejor no salir del local, por nuestra propia seguridad. Eso es una pequeña bruma, no nos hará nada –respondí, sabiendo que eso era cierto.

 

Al instante en el exterior escuché un grito agudísimo y en un lado del ventanal se manchó de sangre. Me quedé más helada de lo que ya por sí era.

 

Fui rápidamente hasta mi tía y le empecé a hablar muy deprisa ¿me entendería? Esperaba que sí.

 

-Tendrás que contarnos todos los detalles de esta densa bruma. Hay sangre en la ventana, pero está encantada para que no se rompa, lo dicho tía, hay que cerrar todos los conductos de ventilación y esperar a que pase el tiempo. ¿Hay algún método seguro para salir de la taberna sin salir al exterior? –pregunté ansiosa.

 

-Habrá que mirar las existencias que hay por aquí por si no podemos salir. Cerrar todo a cal y canto para que podamos salir ilesos de aquí –le comenté.

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Sagis no compartía el alcohol, pero al menos dejó el vaso (eso si, vacio) no me gustaba verla beber, porque había aprendido que eso qeuría decir qeu le pasaba algo, y algo muy malo, ya que nunca bebía.

 

- No lo se prima, estábamos bien contesté a Xell, tan confundido como ella por la actitud de Sagitas.

 

Pero fuera la lluvia caía, la tormenta tomaba intensidad hasta el extremo de que reventó una ventana, qeu Helike no tardó en reparar. Aunque tambiénse coló algo de niebla, niebla qeu comenzó a derretir las mesas.

 

- Sal. Sal, ahora! - agité la varita - Accio sal!

 

el salero salió disparado hacia mi. Me apresuré a las puertas, a las ventanas, inculo en la chimenea, hice una fila de sal que cubiera los bordes, cada grieta para cerrar la habitación.

 

- Recuerdo esa niebla. Nos atacó en mega ayudas y también trajo al anciano Demonio Elemental que intentó llevarse a Ithilion.

 

Miré a los ojos a Sagitas, preocupado. De forma inconsciente, me rasqué el pecho, la zona pectoral que pasaba cerca del hombro izquierdo hasta la clavícula, allá donde el anciano demonio me había herido, hoy apenas quedaba una marca, una especie de sombra...pero aun asi, temía lo que la niebla pudiera traer.

 

Porque aquel día había vuelto a morir.

 

- Apagad esa chimenea o me achicharro.

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