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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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No sabía por qué, pero ese grito espeluznante me puso muy nerviosa me daba mala espina, muchísima. Siempre me había enfrentado a cosas peores cómo a los ataques de los mortífagos, pero sabía dónde me metía y conocía “su forma de trabajar”. Pero eso era muy diferente, extraño, raro. Escuché a mi primo y lo miré con los ojos desorbitados por el terror, eso era lo que más miedo me daba, siendo humana y vampira el desconocimiento por las cosas inusuales y que no tenían explicación me hacía que me pusiese así.

 

Enseguida vi a mi primo actuar, usó un accio para echar sal, la miré asombrada, al parecer conocía esa niebla rara y por las pintas que tenía ya se habían enfrentado a ella anteriormente, sus palabras así me lo confirmaron.

 

-¿Un demonio quiso llevarse a Ithilion? –Pregunté confusa- quizá esté preparando de nuevo un ataque, pero no está con nosotros, así que no tiene motivo para atacar de nuevo –dije confundida, no entendía nada de lo que pasaba. Vi que Matt se quejaba del fuego al parecer daba mucho calor, yo apenas lo sentía:

 

-Oh, disculpa Matt, pero el fuego disipa la niebla e impedirá entrar pero enseguida lo apago –comenté sin más, me acerqué a la chimenea y susurré:

 

-aguamenti –efecto fue inmediato, de la punta de la varita surgió un chorro de agua que apagó la fogata que nos daba luz y calor en esos momentos. Salieron volutas de humo, aunque pensaba que la única oportunidad de defendernos de esa cosa se había desvanecido por completo.

 

No estaba molesta, ni mucho menos sólo preocupada, así que me senté en una de las sillas y poniendo la varita delante de mí, agaché un poco la cabeza y puse las manos detrás de mi cuello. Intentaría pensar una solución, aunque ahora lo veía un poco remoto en cómo podríamos salir de ese embrollo.

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Me preocupaba que aquella bruma fuera corrosiva. Apenas había avanzado cuando se había roto el cristal, pero las mesas y sillas pegadas al escaparate estaban ahora convertidas en ceniza gris. Me levanté, me acerqué. Era extraño que la tía pensara que estaba viendo alucinaciones. Recordé que en mi fiesta de graduación también se puso algo piripi; pero ahora no lo estaba. Aquello realmente estaba sucediendo.

 

- Claro que lo veo, tía. No estás borracha. O al menos, si lo estás, lo que ves no es producto de tu borrachera. Está sucediendo de verdad.

 

Casi llegaba cuando dijo que nos alejáramos. Salté hacia atrás. Se había oído un grito agudo, de terror y dolor.

 

- ¿Secuestraba a la gente? ¿A qué te refieres?

 

Heliké la zarandeaba, pidiendo una explicación, pero la tía Sagitas aún no estaba segura de no ver alucinaciones producidas por el alcohol y no contestaba.

 

- Sí, cerremos todo, por si acaso, precintar puertas y ventanas, el almacén tiene acceso al exterior.

 

Matt hablaba de poner sal. Aunque no lo entendí, le ayudé a ponerla en las ventanas y aperturas. Él también recordaba lo sucedido.

 

- ¿Un Demonio Elemental? - temblé y me detuve, con un salero en la mano. ¿Por qué siempre había demonios de por medio? - ¡Primo! Si apagamos la chimenea... Puede entrar por ahí.

 

Nadie me hizo caso, Matt se quejó y Heliké apagó el fuego con un aguamenti. Fue lo que me hizo reaccionar.

 

- ¡No, no, no! Entrará por aquí, hay que impedirlo.

 

¿Por qué estaban tan tranquilos? Yo no quería morirme de esa manera. ¡No quería que entrara la bruma en la Taberna!

 

- ¿Qué hacemos si entra por aquí? ¡Vamos, tía, contesta!

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Sentí una ligera nausea y un reflujo amargo. Era el whisky, necesitaba beber agua. Me levanté y alargué la mano para agarrarme a la barra. Ahora que sabía que era real no podía tener nada de alcohol en el cuerpo que me impidiera reaccionar.

 

-- No, no podemos salir del local. Hay que cerrar todo, hay... -- intenté pensar con claridad en aquella vez. ¿Cómo lo habíamos esquivado? Me dolía la cabeza. Me froté las sienes. -- No la menosprecies, Heliké. La bruma es asesina.

 

Recordé que atacó a Matt. ¡Sí, sí, intentó secuestrar al niño! ¿Por qué? No lo recordaba. Se oyeron chillidos en el exterior. Entré con prisas por detrás de la barra y tropecé con la caja de cacaos que había dejado ahí. Lancé un insulto bajo.

 

-- ¡Ya están atacando! -- ¿Resistiría el cristal? No podía fiarme de mí. -- Alguien que le lance un Duro para fortalecerle.

 

¿Era Duro o un Irrompible? ¡Demonios, Sagitas! ¿Por qué me había bebido precisamente ahora un whisky, sabiendo que me dejaba fuera de onda durante un rato? Abrí el grifo y llené el vaso de agua. Empecé a beber cuando vi un poso grisáceo. La escupí y palidecí.

 

-- Hay que cortar las tuberías de agua. Están entrando.

 

Intente pensar, ¡por Merlín, piensa, piensa!

 

-- Comida tenemos, Heliké, y bebida, pero la bruma se filtra por las ranuras. Cerrar las aperturas. Bien, Matt, la sal... la sal ayuda...

 

Matt era rápido y no estaba tomado como yo. Estaba reaccionando y Xell le ayudaba. Hablaban de la chimenea y ella protestaba, con miedo. La entendí. Entonces recordé:

 

-- ¡Red Flu! Podemos evacuar la taberna rumbo a la clínica, sin salir al exterior. ¡No me presiones, Xell, que me duele la cabeza! Veamos... La gente puede ser evacuada por ahí. Pero yo me quedo, no pienso irme de mi local.

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Al fin mi tía parecía que estaba reaccionando, porque yo ya no tenía más ideas para llevarlas a cabo correctamente. Matt estaba echando la sal, y no tenía ni idea para qué serviría eso, pero si lo usaba por algo sería. Escuché su consejo, me sorprendió:

 

-¿Una bruma asesina? –Pregunté estupefacta – será una bruma para despistar y luego atacar.

 

Así me había salido, podía ser fácilmente un método de distracción y que el mago o bruja que lo haya invocado podía aprovecharse eso. Así que no hice ningún comentario al respecto. A pesar de que la cristalera estaba encantada para que no se rompiese, no podía estar segura de que accediese por la parte trasera del almacén.

 

Mi tía recomendó hacer otro hechizo así que para evitarnos males mayores, antes de que nadie actuase lo hice yo. Me dirigí rápidamente hacia el cristal y exclamé:

 

-¡DURO! –moví la varita de derecha a izquierda mientras un rayo de color morado salía de la punta de Maat hasta terminar en la junta del cristal. Ahora estaba doblemente forzada.

 

-Bien, me voy a ir a la parte trasera para fortalecer también esa parte, no podemos fiarnos y espero que nadie la dejase abierta –comenté. Seguí la dirección de la barra hasta pasar por el lado derecho (?) de la zona del piano y del karaoke. Abrí la puerta con un movimiento de varita. En su interior, miles de cajas de bebidas, comida y todo tipo víveres para servir en el local.

 

Me dirigí recto hasta el fondo y aliviada pude comprobar cómo el acceso a la parte trasera del negocio estaba cerrada, apunté la varita hacia a ella y susurré el encantamiento:

 

-duro –otro rayo morado salió de Maat e impactó en ella. Brilló al instante, dándome a entender que sería imposible de entrar. Pero para evitar males mayores, volvía agitarla:

 

-fermaportus –otro rayo dorado salió de mi compañera mágica e impacto en el acceso. Aunque en esos instantes se escucharon tres golpes fuertes y tembló toda la zona en la que estaba, no pude evitar que un escalofrío me recorriese la espina dorsal. Y ésta vez estando segura de lo que hacía y fui al salón principal de la taberna.

 

A pesar de estar la chimenea apagada, no quise que hubiese problemas, y lanzando un “incendio” hacia a ella potentes llamaradas surgieron de la varita que tenía en mi mano.

 

-No –dije en voz alta- nos vamos todos, tía, no es la primera vez que atacan este negocio y no será la última así que por una bruma peligrosa no vamos a acobardarnos por huir de ella. Pero si igualmente queremos evitar que salga y permanecer todos juntos, será mejor calmarnos…

 

-¿Cuánto tiempo tardó la primera vez en desaparecer? –Pregunté- ésta vez no está Ithilion para que se lo lleven, así que podemos estar en parte tranquilos ¿puede ser una venganza? –volví a cuestionar, era una pregunta para las personas que habían vivido eso, yo lo desconocía por completo, ni el inicio ni el final de la historia.

 

-Para saber cómo luchar contra ella, necesito todos los detalles de lo que pasó para así saber actuar, tengo conocimientos de defensa de artes oscuras, así que si es magia negra, podemos defendernos entre todos –y para terminar bebí un sorbo de whisky de fuego que ya estaba casi acabado y con el hielo completamente derretido. Estaba aguado.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Por fin podía pensar con más claridad. Respiré hondo y noté que el efecto del alcohol ya había desaparecido. ¡Genial! Así, pude pensar en lo que Heliké me preguntaba.

 

-- Huum... No, sobrina, por lo que recuerdo, la bruma era la asesina. No es que alguien haya lanzado bruma, como un polvo oscuro peruano, sino que la misma bruma formaba parte del ente asesino.

 

No sé si le quedaba claro, pero la respuesta era sencilla: en vísperas de Halloween pasaban cosas muy raras en este pueblo. Y ésta, inexplicable, era una de ellas. La dejé actuar, lanzando hechizos defensores contra las posibles entradas al local. Yo me puse a evacuar a la gente que estaba asustada y que llenaba el local (?) hasta que nos quedamos nosotros, quienes estaba segura que no saldríamos. Así en el local quedamos sólo Matt, Heliké, Xell y yo.

 

-- ¿Alguien más quiere salir? -- dije, pero Heliké ya volvió a activar las llamas. -- Bueno, tarde, ya estáis atrapados.

 

Puse varias cervezas de mantequilla y una botella de whisky de fuego. Lo llevé hasta una mesa y me senté. Hice un Accio a una botella de agua y bebí, a morro, con gran finura.

 

-- Pues la última vez, sencillamente, desapareció, sin más. No consiguió secuestrar a nadie de la familia, pero por lo que oí, la niebla se llevó a más de un miembros de otras mansiones. Tomar, podemos estar aún un buen rato.

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Cosas extrañas pasaban por el callejón y más en un día tan cercano como lo era Halloween, pero que justamente intentase entrar al negocio de mi tía era más que sospechoso. No sabía lo que podía pasar, la incertidumbre era lo que más me inquietaba, al no saber exactamente a lo que enfrentarme. Escuché atentamente a Sagitas.

 

-parte del ente asesino –murmuré las últimas palabras de mi pariente. Desconocía por completo cómo algo semejante podía ocurrir. Estaba pensativa, había hecho todos los conjuros necesarios para evitar que esa densa neblina entrase al local. Pero no podía confiarme podía valerse de otras cosas o otros seres para adentrarse en él.

 

-¿Atrapados? –Pregunté sonriente –creo que no, podemos usar trasladores, aunque el Ministerio nos persiga por este acto ilícito –sonreí. Quizá no aprobase mis métodos pero ya que no podíamos salir por la chimenea teníamos magia y podíamos salir fácilmente del local.

 

Vi cómo colocaba varias cervezas y whisky de fuego, me relamí del gusto. Así que rápidamente llamé a mi elfina para que me trajese un vaso y hielo. Me dirigí hasta la mesa dónde estaban las bebidas, abrí la botella y me serví un poco. El líquido rascaba por mi garganta pero disfrutaba de ello, parecía que me calmaban un poco los nervios ante esa cosa extraña.

 

Escuché de nuevo su charla, era preocupante cómo había podido infiltrarse en otras mansiones y hacer más daño que los propios mortífagos.

 

-Pues entonces habrá que enfrentarse a ella con lo que tengamos, y lo que tenemos son varitas, vosotras –me dirigí a Sagitas y a Xell- sois sacerdotisas, y tenéis mucho más poder que yo para llevar a cabo un ritual para repeler esa cosa. Yo ya hice lo que estaba en mi mano, pero si necesitáis ayuda, contad con ella –dije sonriente a las brujas.

 

-Matt –ésta vez me volví a mi primo- creo que tus dotes de cazador nos servirán, piensa algo con que podamos detenerla –daba órdenes sí, pero necesitábamos movimiento. Me giré hasta la ventana y vi cómo ya había varias manchas de sangre en ellas. Eso me preocupaba y mucho, parecía que quería retenernos ahí mucho tiempo.

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Últimamente estaba de los nervios. No, necesitaba un descanso, un retiro espiritual, o una semana sin salir de la cama con un montón de helados de vainilla sobre las sábanas. O cambiarme de familia a una que no estuviéramos en un tris de morir día sí y día también.

 

- ¡Con lo tranquila que era mi vida cuando estaba en el Internado! - protesté, apenas un año de aquello.

 

La tía no quería que le presionara porque le dolía la cabeza.

 

- ¡No haber bebido! - volví a protestar. Después ofreció la Red Flu para evacuar a la gente hacia la clínica. - ¡Primer!

 

Me pareció que era una niña pequeña. La tía dijo que ella no se iba.La prima Heliké dijo que nos íbamos todo, asentí completamente de acuerdo con ella. Ahora le preguntaba como fue la situación la última vez. ¡Qué se lo dijera cuando estuviéramos fuera!

 

- ¿Enfrentarnos? ¿Por qué? - protesté, por tercera vez. - ¡Eh! ¿Por qué nosotras? Si llego a saber que ser sacerdotisa es tan peligroso, me olvido de dioses y de aquelarres.

 

A pesar de mis quejas, me quedé, cuando todos fueron evacuados. Eché una miradita a la chimenea y retrocedí.

 

- Me arrepentiré de quedarme - murmuré. - A ver, prima Heliké. ¿Cómo hacemos lo que hay que hacer? Explícamelo de nuevo, que no entiendo nada.

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Menudo lio. La lluvia arreciaba fuera, y al apagar la chimenea Xell comenzó a gritar qeu entrarían por alli, asi que Helike volvió a prenderlas, mientras que se marchaba a la parte trasera para reforzar puertas y ventanas, igual qeu había hecho con la zona delantera.

 

Si, ya estábamos atrapados.

 

Tomé la botella de whisky y bebí directamente. Para que usar un vaso.

 

- La niebla era algo asi como una avanzadilla. Era como una mafia, un ente qeu buscaba matar, secuestrar porque si, es su forma de ser, su razón. Al desaparecer alli estaban los demonios. La sal sirve como protección. Es una barrera natural contra demonios, fantasma, espíritus, todo tipo de entes y seres. La común suele ser eficaz, aunqeu si luego quieres un efecto específico debes mezclarla con polvo de minerales u otros elementos que la refuercen. Por eso esparzo sal. Mientras no rompais las líneas, nos protejeran. Si se rompen, tendrán una rendija por donde pasar.

 

bebí de nuevo y miré el exterior por las ventanas...o lo intenté. Porque la niebla lo había cubierto todo y no se distinguía lo que había fuera.

- Como la otra vez. Nos aislará y nos tendrá en tensión, no nos dejará saber cuanto tiempo a pasado o lo que hay fuera, a la espera de que nos equivoquemos.

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Mi prima cada dos por tres protestaba, yo no podía evitar sonreír pero intentando que no se me notase, para nada me estaba riendo de ella, sino de lo que decía. Aunque la verdad la situación no tenía nada de gracioso, había que tener cuidado con esa cosa.

 

Iba a contestarle cuando mi primo Matt habló. Me callé y escuché lo que decía, ahora tenía toda la información necesaria o por lo menos para intentar hacerle frente. Éramos brujas y teníamos magia, así que debíamos de intentar por lo menos que esa cosa además de no entrar, protegernos con ella.

 

El joven licántropo había dicho que la sal era un buen repelente, lo miré asombrada, desconocía por completo todo eso pero claro había que tener cuidado en no pisarla.

 

-Bueno, habrá que tener cuidado en no tocarla, ya que por un despiste podemos deshacer la barrera y tener serios problemas. -Ahora me dirigí de nuevo a Sagitas y Xell:

 

- Quiero decir que vosotras al ser sacerdotisas tenéis poderes que, por decirlo de alguna manera influyen sobre la naturaleza y que ésta os obedece, o por lo menos durante un buen tiempo. Quizá una buena tormenta podría disipar la niebla –miré a Sagitas, quizá ella al ser una de las grandes del sacerdocio tendría ese poder.

 

-Tú Xell podrías ayudarla en la ceremonia de protección, si con eso no podemos deshacerla entonces no sé qué más podemos hacer. Y por supuesto no quiero estar quieta, yo si tuviese algún poder más, aparte del de empatía también ayudaba –dije frustrada. Eso era de utilidad salvo en ciertas ocasiones claro. Pero no ante una cosa como esta, que se escapaba más allá de mis propios poderes.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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- Si, ese es el problema. Debemos procurar no romper las líneas de sal.

 

Y era lo complicado, qeu si uno andaba con prisas, ya fuera por la huida o por la pelea, a veces no se fijaba en su camino y eso acababa por romper las líneas y abrir brechas. Ojalá no pasase.

 

- debemos estar preparados para lo qeu pase. Intentará desconcertarnos, que salgamos, que la dejemos entrar. No nos puede engañar.

 

Tal vez la tormenta funcionase, pero también podía fortalecerla, a saber. La última vez se había marchado sin más, y tal vez sucediera de nuevo.

 

Di un trago de la botella y las miré. Helike no quería quedarse quieta, igual que yo, pero por el momento no se podía hacer nada más. Xell protestaba, ella prefería salir, pero de momento era...difícil por no decir imposible. Y Sagitas permanecía callada, y eso para mi significaba qeu no podía saber qeu le rondaba por la cabeza.

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