•Juan Valdez Café ®• (MM B: 100831)

[OttoBlack]

Otto andaba nervioso en su habitación viéndose en el espejo ya se había bañado e vestido tenía una ropa muy formal pero cómoda su cabello blanco andaba desordenado, su cuello guindaba un relicario familia con una foto de el cuándo era bebe e junto a su madre Goshi teniéndolo entre sus brazos, su manos llenas de pulseras y encima de su cuerpo musculoso bien formado debido al gym y que al demonio le gusta hacer ejercicio una camisa de la selección inglesa de quiddtchi su pantalones eran grises y estaban rotos en las rodillas mientras tenía sus fieles convers negros en clásicos en su pies . Ahora el Black se ponía colonia y salía de su habitación a paso decidido rápidamente bajaba las escaleras de caracol para ir por el Hall de la Mansión Black sin tiempo que perder salía por al enorme puesta del castillo para caminar por la entrada salir por la reja de la entrada y desaparecer de Otery.

 

 

El demonio había llegado al Callejón Diagon había muchas personas de todo tipo de tamaños también etnias en fin había los típicos grupos de amigos que andaba pasando un buen rato, también estaban las familias pasando tiempo entre ellos y por último el ojos claros notaba la típicas parejas de enamorados .El amor un lindo sentimiento que el peliblanco no sabía expresarlo que no sabía vivirlo. Radapidamente el chico apuraba el paso iría al •Juan Valdez Café ®• un negocio mortifago donde podían estar sin problemas algunos los dueños eran León y Tauro amigos del hijo de Goshi el rockero miraba el letrero a lo lejos e se paraba al frente del local esperaría a su invitada para pasar junto. Ah pesar del que el Tempestad andaba tranquilo por dentro se moría de los nervios quería que la cita se le podía decir asi a lo mejor si o a lo mejor no creo que seria que se dijera una salida que esperaba que fue perfecta, por Oniria la nueva compañera de bando tenebroso -Desde cuando andas asi por una chica Otto -decía su parte demonia por dentro-No es nada-dijo en susuro respondiéndole ahora el joven sacaba de su varia un ramo de flores esperando ahora asi a la base que hiciera presencia.

Editado 29 de Junio del 2014 por OttoBkack

[Oniria]

Me vestí con la simpleza que me era habitual. Una blusa negra con transparencias, sin mangas, que dejaba entrever los encajes de mi sujetador del mismo color y unos pitillos oscurísimos y aferrados a las pantorrillas, como si los hubiera untado en pegamento. Para los pies elegí mis clásicas botas militares, con las puntas deshechas del uso y las patadas propinadas a las esquinas de los muebles durante aquellas noches de sed o ansiedad.

 

Me aparecí por las inmediaciones del callejón. Había quedado con Otto, mi nuevo compañero de bando que me había propuesto aquella salida improvisada. Parecía simpático y nunca venía mal relacionarse con miembros del lado tenebroso, entregados a mis mismos ideales. A veces tenía la impresión de que mis superiores podrían sospechar de mí si espiaban debidamente mis relaciones más íntimas. Había entregado mi corazón a dos fenixianos, y conocía las consecuencias. Simplemente me importaban poco.

 

Me peiné el flequillo contemplando mi reflejo en el cristal de un escaparate de una tienda de escobas. Quería apresurarme para no arrepentirme de mi repentino afán por integrarme en la sociedad, pero muy en el fondo de mi ser era un tanto presumida y me gustaba lucir adecuadamente, por lo que no podía evitar pararme cada dos por tres para evaluar mi aspecto.

 

Entré en el local donde el mago me había citado, recordando a quién pertenecía. La memoria me arrancó una sonrisa, que se disipó en cuanto puse los pies en la realidad. Me acerqué a Otto con cautela y esbocé una sonrisa.

 

—¡Hola! —Saludé, fingiendo no haber visto el ramo de flores que descansaba entre la carne almohadillada de sus manos.

[OttoBlack]

Otto seguía esperando que aparecía la base será que andaba ocupada haciendo cosas del bando podía ser que se había olvidado la novata de nuestra salida, improvisada mientras tanto el demonio sacaba su reloj de bolsillo de manera elegante mirando las manecillas del reloj moviéndose lentamente hasta que notaba que ya era el chico sin tiempo que perder. Guardaba su reloj en uno de los bolsillos del pantalón, para seguir viendo la gente pasando de un lado hacia otro.

 

Aun sostenía el ramo de flores en la mano para luego sin tiempo que perder escuchar como alguien llamaba o le avisaba que había llegado el joven volteaba ,para ver a su compañera el chico la miro tiernamente-Por un momento pensé que me dejarías plantado-dijo divertido mientras levantaba su mano para darle el ramo de flores-Unas lindas flores para una linda mortifaga-dijo divertido mientras sin tiempo que perder ambos integrantes del bando oscuro entraba al local de la líder del bando sin tiempo que perder se adentraban más al sitio sentándose en una mesa un poco alejada del resto el chico amablemente movía una silla para que sentada la chica de cabello corto para luego sentarse el.

 

-Primero consejo que te daré si vas a estar al callejón sola con tu novia o amigos e simplemente estarás tu sola y quieres descansar en un sitio o negocio, trata que sean negocios de nuestro bando asi si vienen por uno. Lo sabrás rápidamente y porras huir antes de que lleguen por ti-dijo mientras se movía un poco a su derecha indicándole a su amiga que atrás había una puerta donde podían escapar si venían por ellos-En cada lugar de nuestro bando hay puertas o pasadizos para huir si la cosa se pone difícil, asi que siempre estudia tu opciones vale-dijo amable con una sonrisa de oreja a oreja mientras sonaba las palmas.

 

En eso un pequeño elfo vestido de la muerte aparecía-Quiero lo mismo de siempre-dijo amable mientras miraba a la criatura para luego ver a Oniria-Dime Oni que vas a pedir?-preguntaba amable a su amiga que andaba muy pensativa algo en su mirada le había indicado que le había gustado mucho el ramo de flores que le había dado.

[Oniria]

Recibí las flores con una cálida sonrisa. Hundí la nariz entre sus pétalos y aspiré profundamente, inundándome los pulmones con su aroma. Seguí a Otto hasta un espacio apartado del local, y agradecí su cortesía cuando deslizó la silla para invitarme a tomar asiento.

 

Escuché su consejo atentamente y no pude evitar morderme el labio, porque yo era una temeraria consagrada que solía hacer excursiones sin escolta, sin previo aviso, campando a mis anchas por el mundo. A veces no era consciente del peligro al que me exponía con semejantes irresponsabilidades, pero también contaba con la seguridad de que los fenixianos jamás utilizarían la tortura como herramienta de represión, y la muerte, con la cual ya estaba familiarizada, no me asustaba en absoluto. Su mención a los pasadizos captó mi interés especialmente, puesto que yo desconocía muchas de aquellas salidas de huida en caso de que las cosas se pusieran feas. Seguí la dirección que marcaban sus indicaciones y hallé una puerta.

 

Contemplé al elfo con indiferencia.

 

—Ponme el trago más cargado y fuerte que tengáis, por favor. —Pedí, y mi garganta chirrió de pura añoranza al ardor del alcohol.

 

—Y dime, Otto, ¿Cómo estás, qué tal te marcha la vida?

[OttoBlack]

Otto le alegraba saber que pego con las flores ella las olía e metía su cabeza de lleno a ella claro que de forma literal mientras le sonreía al joven, por un momento pensaba que no le había gustado el gesto ahora ambos mortifagos se encontraban en una mesa comenzando una buena conversación.

 

-Sé que eres valiente Oni temeraria dispuesta a todo pero a veces es mejor buscar opciones no dejarse llevar a la primer, como mortifago siempre debe saber el margen de peligro que tenemos en la vida no solo por uno mismo sino por su bando. Sé que a veces uno quiere ir hacia adelante sin mido e matar a cualquier auror que se le pare al frente , por más rango alto que sea-dijo sincero y amable con brillo en los ojos-Pero en la guerra a veces es mejor huir para reagruparse e contraatacar nuevamente-dijo sincero notando como su amiga pedía una bebida muy fuerte con mucho alcohol lo sorprendió de cierta manera que hiciera eso pensaba que comenzaría con algo suave pero ni modo tampoco se iba amagar la vida por estar cuidándola a ella ya que es bien grande para cuidarse sola.- No pienses que cuando te capturen los aurores no usaran nada malo contra ti al final ellos usan los mismo métodos que nosotros, pero como esta sociedad está mal ellos son buenos y nosotros malos-dijo poniendo una sonrisa retorcida en su rostro mientras escucha su pregunta.

 

-Buenos hemos estado muy ocupado en el departamento de misterio nos atacaron unos mercenarios africanos pero nada que no podemos solucionar nosotros, sabes que Juve es la jefa departamento tener un angel caído ayuda mucho-dijo sincero mirando con ternura a su amiga para seguir hablando-En la familia Black esta todo tranquilo pero bien espero que me visites un día, por suerte no tengo nada del bando asi que quería pasar el esto día libre con alguien y aquí me tienes-dijo sincero resumiendo su vida o lo que hiso hoy- y la tuya?-preguntaba curioso a Oni.

[León Crowley]

— ¿No acostumbra hablar con extraños? —indagó descaradamente al tiempo que notaba el arqueo de sus cejas—, suele darnos a menudo un punto de vista diferente de las situaciones. Uno donde nuestros problemas no son tan grandes como creemos.

 

Se sentó frente a la mujer y dejó que el aroma del whisky irlandés hiciera estragos con sus sentidos y los mezclara. No era un amante de los tragos oscuros, de hecho no era secreto para nadie que el vodka era la debilidad de León, pero el aroma que producía la mezcla del café, era sencillamente deliciosa. Sabía bien que al momento de abrir los ojos, la mirada de desconcierto de su acompañante describiría la demencia en sus categorías; hizo una pausa y clavó su mirada oscura en los ojos de la mujer.

 

—Le pido disculpe a los empleados del local. Son algo nuevos y no veo cerca a ninguno de los administradores que deberían verificar que las cosas se hagan como deberían. El café va por cuenta de la casa.

 

Era lo que pasaba cuando se dejaba que la Crouchs se hiciera cargo de las contrataciones. Era entendible que los meseros y camareras tuvieran que parecer modelos para atraer la atención de los clientes, pero a los administradores, con que supieran bien lo que hacían era suficiente. Seguro estaban por ahí mirándose en el espejo o arreglando su maquillaje en el mejor de los casos. O eso quería creer. Podría ir a mirar sin duda, pero dejar a la pelirroja sola después de haberla interrumpido sería tan descortés como inadecuado.

 

—Así que Lockhart ¿no? Hace bastante no paso por allá, desde que trabajaba en el Ministerio. Espero que esté todo bien en casa. —no se había atrevido a preguntar, ni lo iba a hacer directamente, pero la cara larga y triste de Arya al entrar, evidenciaba algo de preocupación—. Me parece familiar su rostro. ¿Trabajo alguna vez en el departamento de criaturas? ¿o en la academia, tal vez?

Editado 6 de Julio del 2014 por León Crowley

[Arya Macnair]

En su rostro se marcaba claramente la incomodidad, pero no por la presencia del Crowley, si no por su mala predisposición a la compañía del mismo, por lo que negando con la cabeza aclaró su garganta e intentó sonreír, - Nada de eso, usted no se haga problema. Errores cometemos cualquiera - expresó con cordialidad, y sus palabras sonaron sumamente irónicas, por un mero error, ella estaba como y donde estaba, y le fue imposible ocultar una verdadera y sincera sonrisa, de esas que hacía tiempo no esbozaba, de las cuales muchos ya ni tenían recuerdos, riéndose de su misma y de su desgracia. De momento era la única forma que tenía de afrontarlo.

 

Aun así aceptaría la invitación por cuenta de la casa, nunca estaba de más el no negarse a tales cosas, era como permitirse un cuidado por parte de un desconocido como no lo había tenido de las personas que la rodeaban desde que supo que estaba embarazada. El siguiente comentario de León le pareció curioso, y la pelirroja era una persona impulsada por la pura curiosidad, - ¿Ha estado alguna vez en los terrenos? - preguntó tomando un sorbo de su café saboreando la dulce canela y procurando no ensuciar sus labios con espuma de manera vergonzosa como solía sucederle. A lo siguiente negó con la cabeza, - No, soy Sanadora en San Mungo - contestó por primera vez orgullosa de lo que decía, había olvido lo grato de mantener una conversación con una persona, con un ser humano, ni su elfo, ni su lechuza, siquiera su reflejo en el espejo.

 

- Sabe .. Curioso comentario - no creía haberlo visto antes, pero llevaba meses enfrascada en su propia burbuja que casi ni presta atención a lo que le rodeaba, - Hace unos días la oferta llegó a mi, y no pude más que aceptar. Creo que ser profesora fue mi sueño desde que salí de la Academia, y es una buena forma de mantenerme alejada de los problemas - confesó completamente extrañada por el hecho de estar diciendo todas esas cosas a una persona que acababa de conocer, - ¿Y que hay de usted ? - preguntó comenzando a sentir sincera curiosidad.

[Oniria]

—Me complazo de tener una tolerancia bastante alta al dolor, Otto —añadí mirándole fríamente, reafirmándome en mi amor al riesgo—. Sé de lo que hablas y muy a mi pesar te entiendo, pero jamás haría nada que pusiera en peligro al bando. Si me enfrento a un peligro lo asumo en mis propias carnes, como debe ser. Si en cualquiera de mis... excursiones —chasqueé la lengua—, fuese capturada, me dejaría torturar hasta la misma muerte o la locura sin revelar un solo secreto de la Marca. Soy leal, al contrario de lo que puedan sugerir mis amistades más íntimas, en su mayoría fenixianas. —No sentía reparo alguno con respecto a aquel detalle, porque estaba orgullosa de mis relaciones y así quería expresarlo por hacer honor a su nombre.

 

Di un trago a mi bebida y me aferré al fuego que descendía a trompicones por la garganta, calentándome los conductos digestivos en desuso.

 

—Va contra mi naturaleza el no exponerse. Compréndelo. No hago daño a nadie, porque me maten que no. Sé dónde están mi fidelidad y mis ideales y lucharé con uñas y dientes para protegerlos y extenderlos por esta comunidad de borregos. —Culminé, esparciendo una marea de odio sobre cada una de mis palabras. Después sonreí para aliviar la tensión que había ido acumulándose entre nosotros. Olí las flores por segunda vez y le di un apretón amistoso en la mano.

 

—Muchas gracias, de verdad. Son preciosas.

[Claudia Crowley]

—Me avergüenzas, pequeña ponycornio—las palabras de la Crowley se fundieron con el gruñido que escapó de sus labios.

¿Cuántas veces le había dicho a Roxanne que aborrecía las muestras de cariño en público? Más de una vez, de eso estaba segura. Pero la francesa parecía haberlo olvidado, profiriéndole besos y abrazos que, a regañadientes, tuvo que aceptar. Su burbuja de privacidad había sido violada, obligándola a lanzar manotazos de un lado a otro y a murmurar en un inentendible idioma, un bulto de groserías. Exhaló un suspiro, dándose por vencida y dejándose despeinar en un claro mensaje de perdono tu tardanza.

—Colecciono vinos, más nos lo consumo. Mi paladar prefiere otra clase de líquidos—dijo con voz suave e indiferente. Observando por unos segundos la botella que había recibido como obsequio—.Gracias, Rambaldi–agregó—, te eché de menos, aunque no lo vayas a creer.

Lo que acababa de decir no iba en sincronía con lo que la castaña decía o preguntaba. Claudia no quería responder a esa última pregunta; mentirle a Roxanne no era algo bueno, pero decirle realmente donde había estado tampoco lo era. Esquivar sus interrogantes resultaba casi tan imposible como domesticar a una manada de escarbatos.

—Rumania—respondió tajantemente, desviando la conversación hacia otro asunto—. ¿Acaso no me vas a preguntar quién es el elfo o que hace aquí? No lo traje de adorno, o me dirás que eres de esas brujas estiradas que evitan charlar con criaturas inferiores a ellas. Porque para ser sincera, ya eres un tanto estirada.

Con un gesto de la cabeza, la italiana señaló al diminuto elfo que miraba atónito a ambas brujas. Lucia tan conmocionado como si ante sus ojos hubiese sucedido una desgracia, o algo realmente extraordinario. Hades parpadeó, esbozando una tímida sonrisa hacia ellas.

[Roxanne Rambaldi]

Roxanne negó con la cabeza, su amiga nunca cambiaría su forma de ser. La Rambaldi, a diferencia de su amiga, era cariñosa y se sentía libre de demostrar sus signos de afecto sin importar quien estuviese presente. Frunció el entrecejo al escuchar como rechazaba su regalo, pero finalmente, una sonrisa curvó sus rosados labios.

 

— Ya lo sabía, era imposible que no me extrañaras.-respondió el orgullo.— Sobre el vino... Si no lo consumes, entonces no te importara que te visite un día de estos en el Castillo Crowley y pruebe esta delicia.

 

Claudia podía guardar todos los vinos que quisiera, Roxanne prefería disfrutarlos. Entrecerro los ojos al escuchar la respuesta de la matriarca Crowley, sabía que le ocultaba algo, pero si no se lo deseaba contar, no tenía porque entrar en molestar a la vampiresa. La italiana notó entonces la presencia de un elfo doméstico que acompañaba a su ama, era pequeño y tímido. Desvió la mirada del elfo solo para reír de la ocurrencia de Claudia, sus burlas hacia su conducta no podían sino hacerle gracia.

 

— No soy estirada, a diferencia tuya.-replicó la directora, para luego inclinarse hacia el elfo domestico.— Un gusto conocerte, soy Roxanne. No creas lo que Claudia dice, los de tu raza no son inferiores ni a nosotros, ni a ningún otro ser.

 

Ella misma consideraba a Owen un buen amigo y confidente, a quien jamás consideraría inferior pues si se mantenía a su lado era únicamente por su cercana relación. Entonces recordó un asunto que había llamado su atención aquel día, que por supuesto, involucraba a la castaña.

 

— Esta mañana llegaron los nuevos empleados, como bien me conoces, no aguante la curiosidad y revise toda la lista.-comentó en un tono despreocupado, Claudia ya debía saber hacia donde se dirigía.— ¿Cómo lograste entrar otra vez al SAW? Es admirable la insistencia que tienes en ingresar a ese departamento, espero que esta vez te quedes más tiempo, tendría una excusa para salir de mi despacho un rato.

Editado 9 de Julio del 2014 por Roxanne Rambaldi